Fangmann, “Sentido de presencia…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número especial / Mayo 2021 / pp. 83-94 85 ISSN 2422-5932
La letra se hace más patente que nunca. Te escribo esta carta que en su origen
fue manuscrita. Escribir a mano me acerca más, me conecta más… La
elección del formato es otra inspiración de Silvina, tan cara al género
epistolar. Sus cartas, sus cuentos enmarcados en cartas, las cartas guardadas
en el cajón, las epístolas a Giorgio de Chirico y a otros personajes reales o
inventados me invitan a esta forma de comunicación más íntima y sincera.
Pero a diferencia de las cartas de Silvina ésta, espero, no será “irremisible”.
Sabés muy bien cuánto me cuesta sacar los papeles del cajón, mostrar lo que
escribo, y en esta ocasión que te involucra como destinataria, más aún. Si me
animo a hacer público algo del ámbito de nuestra intimidad es porque
después de tantos años lo que prevalece es el afecto. Es el cariño el hilo
conductor que irá hilvanando, en esta carta-collage, escenas y recuerdos de
“las cosas que tenemos en común”.
Va la carta como obsequio, como
retribución y agradecimiento por todo lo que recibí de vos: de tus clases, de
tus libros, tus gestos, tus palabras, tus enseñanzas de las letras y la vida.
Y al principio fue el nombre…
Lo primero que supe de vos fue tu nombre y apellido como autora del libro
recomendado por Beatriz Sarlo en las clases de Literatura Argentina II en la
UBA. Un nombre propio en una bibliografía. La lectura de ese libro trajo tus
palabras e ideas sobre las Letras de Borges. Pero también nos introducía a la
figura del flâneur de Walter Benjamin y anticipaba en el análisis del sujeto
borgeano, a la voyeur
, esa futura narradora de tus textos literarios situada en el
borde, desplazada
; la que observa, y aun espía, a través de los intersticios, la
vida de lxs otrxs. La narradora curiosa ¿o chismosa? que se oculta o camufla.
Silvina (¡once again!). Ella y sus narradoras. Ella: me contaste que la fuiste a
visitar y en vez de recibirte y atenderte te dejó esperando. Y luego te contó
que te había estado mirando, escondida… Sus narradoras: la de “El
impostor”, trepada al techo del rancho para espiar a los amantes; la Muñeca,
obligada a espiar por la cerradura del baño en “El pecado mortal”…
Las letras de Borges nos lanzaba –a los estudiantes de los ochenta- a la lectura
de Roland Barthes y nos enseñaba operaciones de análisis textual. A su vez,
Cristina Fangmann, Reseña de Sylvia Molloy. Acto de presencia. La escritura autobiográfica en Hispanoamérica. En
Filología. Revista del Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas “Dr. Amado Alonso”, Año XXXII, 1-2, Facultad de
Filosofía y Letras, UBA, 1999, pp. 236-238. ISSN 0071-495 X. Accesible en:
file:///C:/Users/redes/Documents/TEORIA/Rese%C3%B1a%20Molloy%20-
%20Filolog%C3%ADa%2032%20(1-2).pdf
Dedicatoria de Sylvia a mi ejemplar de Vivir entre lenguas.
El flâneur-voyeur que Sylvia figura ya en el primer capítulo de Las letras de Borges reaparece en el ensayo “Flâneries
textuales: Borges, Benjamin y Baudelaire”, añadido en la edición de Beatriz Viterbo, en 1999, pp.191-207.
“Un modo de estar en escena de la narradora (…) retirada de la pose, desplazada, observando a cierta distancia,
con un diferimiento irónico”, dice Paloma Vidal sobre algunos textos de Molloy. Me pregunto: ¿No es acaso
también una pose ese retirarse?