Balderston, “A los 41 años…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número especial / Mayo 2021 / pp. 38-41 38 ISSN 2422-5932
A LOS 41 AÑOS DE
LAS
LETRAS DE BORGES
Daniel Balderston
Universidad de Pittsburgh
Daniel Balderston nació en Berkeley, Estados Unidos, en 1952. Dirige el Centro Borges de la Universidad de
Pittsburgh y la revista Variaciones Borges. Estudió en la Universidad de California y se doctoró en
Princeton. Académico Correspondiente de la Academia Argentina de Letras, su último libro es How Borges
Wrote
Contacto: balderstondaniel@gmail.com
Todo sobre Molloy
NÚMERO
ESPECIAL
Balderston, “A los 41 años…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número especial / Mayo 2021 / pp. 38-41 39 ISSN 2422-5932
Como director de la revista Variaciones Borges he podido comprobar
muchísimas veces el impacto que sigue teniendo Las letras de Borges de
Sylvia Molloy, publicado inicialmente en 1979. No es que siempre lo
citen los autores, pero es fácil notar la diferencia entre un artículo
sobre Borges que demuestre un conocimiento profundo de este libro
y un artículo bien intencionado de alguien que no lo haya leído o que
no lo haya entendido. La lección inicial del libro de Molloy el
proceso de depurar la crítica en torno a Borges de lugares comunes y
de lecturas simplistas sigue tan vigente hoy como lo fue hace cuatro
décadas. Este libro le exige mucho al lector; a lo largo de los años ha
sido sin duda alguna el libro más influyente en la crítica en torno a
Borges, por motivos que comentaré aquí. Y en mi caso personal ha
sido el libro más estimulante, de modos distintos a lo largo de los
años: es un libro al que siempre vuelvo, en el que siempre encuentro
ideas nuevas, que siempre recomiendo.
El libro de Molloy gira en torno a modos de escisión,
desplazamiento, disolución y fragmentación. El yo del autor (y de sus
personajes) se fragmenta ("el 'yo', fragmentado e inasible" [27]), los
personajes se construyen a partir de atributos parciales, las tramas no
se construyen a partir de unidades coherentes, los detalles anómalos
socavan cualquier certidumbre. Es famoso su uso de la palabra vaivén
(15) para describir los modos en que Borges deshace la unidad, y sus
usos complejos de la idea de supplément para mostrar que en Borges
hay excesos (Mlejnas es el otro planeta mencionado en el artículo
sobre Uqbar, mientras que en "Los teólogos" y "Las ruinas
circulares" el motivo del doble se desestabiliza con la presencia de
otros anteriores y posteriores [74-78]) que hacen que el lector
vislumbre grietas o lagunas en la aparente simetría del texto. Del
vaivén dice: "la convicción explícita, dentro de ese texto, de la no
fijeza, con su previsible rastro o añoranza de fijeza. [...] Ese carácter
voluntariamente pasajero del texto borgeano que se sabe, y se
declara, lugar de transición" (15). Desde su primera poesía y los
ensayos tempranos hasta su producción tardía, los textos de Borges
inquietan al lector, lo dejan al acecho de cierres que son postergados
("la inminencia de una revelación, que no se produce"), que obligan a
releer. En este libro (y en los ensayos posteriores sobre Borges que
agrega a la edición de Beatriz Viterbo en 1999), Borges es un escritor
que enseña a leer con desconfianza y con suma atención. Molloy está
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muy consciente aquí de que Borges siempre nos espera con una
objeción, con un contralibro o argumento que revela lo vacuo o lo
simplista de aparentes conclusiones, de detalles anómalos que
obligan al lector a que relea. Esa incertidumbre radical que inspira la
obra de Borges forma parte de su riqueza. El lector es el "curioso de
vidas" (26) que espía, sin entender del todo, unidades textuales,
personajes, tramas que no se cierran.
De algún modo el centro del libro es la consideración sobre la
construcción del personaje en Borges: máscara vacía que sin embargo
cobra vida a través de detalles dinámicos, de situaciones memorables.
"En la ficción borgeana, los fragmentos personalizados,
engañosamente únicos, engañosamente paradigmáticos, integran una
serie donde, en conjunción con otros fragmentos, a la vez cobran
realidad narrativa y se afantasman" (89). Llama a esta doble presencia
y ausencia "vaguedad/vagancia" (91), pero a la vez se fija en que
Borges habla de personajes de ficción como "reales" (94): Molloy
vincula esa condición paradójica de fantasmas y de presencias reales
a la compleja construcción del yo en Borges, a la vez cifra vacía y
plena presencia. En la nota necrológica de 1986 que se añade a la
edición de Beatriz Viterbo insiste en las formas en que el Borges real
sigue siendo más real aún después de su muerte, en sus textos:
"Muerto, Borges comienza a borrarse de su texto" (216) pero, a la
vez, "ha dejado, sí, de hablar pero no se ha callado" (217).
Es ejemplar el detalle de la mención de Mlejnas en "Tlön,
Uqbar, Orbis Tertius" (146). Todo el resto del cuento parece querer
decirnos que nos olvidemos del hecho de que el artículo sobre Uqbar
informa que la literatura de esa región tiene que ver con dos planetas
imaginarios, Mlejnas y Tlön, pero el lector de "La postulación de la
realidad" vislumbra que ese otro planeta imaginario tiene otro
sistema lingüístico, otra álgebra y fuego, otros tipos de objetos
mentales. Todo eso queda a cargo del lector, ya que Borges no nos
dice más nada: su silencio es enigmático pero potente. Como nadie,
Molloy ha sabido que leer a Borges es un proceso interminable, y ha
enseñado a muchos lectores a leer de modo imaginativo, abierto, sin
preconceptos. Su libro hizo borrón y cuenta nueva en la crítica en
torno a Borges, produjo una ruptura radical que aún hoy es un
desafío a lecturas programáticas (y programadas).
En esta ocasión, al releer el libro he sentido cierto asombro
ante la presencia de las lecturas teóricas que Molloy cita aquí. No son
nunca citas que buscan "aplicar" las ideas de X o de Y a la lectura de
los textos de Borges, sino citas que ayudan a pensar con Borges, a
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vislumbrar aspectos de su obra que quedaron latentes. En obras
posteriores Molloy suele evitar menciones explícitas de los textos
teóricos que está leyendo, pero aquí no: cita (en general en notas de
pie de página) a Tomachevski, a Todorov, a Benveniste, a Lacan. Sin
embargo, esas referencias señalan posibilidades y no certidumbres,
son el contrario de la costumbre tan frecuente en la crítica literaria
de buscar una verdad.
Este libro es de una actualidad extraordinaria. En un momento
del libro Molloy habla (en 1979) de un ensayo de René Étiemble
escrito "hace años" (154), en 1955. A pesar de que muchos años más
nos separan de la primera publicación de Las letras de Borges de los
que lo separan del ensayo de Étiemble, no sentimos que es un libro
escrito "hace años": sigue hablándonos en tiempo presente. Es decir,
un libro de 1979 es mucho más actual que gran parte de la obra
crítica en torno a Borges publicada antes (y después). Creo que ese
efecto de absoluta actualidad es producto del rigor incisivo que
marca todas sus páginas, la posibilidad que le abre al lector de leer a
Borges de modo fresco.
Mencioné la frase de un texto temprano de Borges sobre "un
curioso de vidas" que propone Molloy (26); en el importante ensayo
sobre Borges, Baudelaire y Benjamin que se agrega a la edición de
Beatriz Viterbo, habla del "flâneur/voyeur" (193). El espiar vidas
ajenas, el querer apropiárselas, es fuente de inmenso goce (y de no
poca inquietud). Afirma: "Detenerse en lo que se incorpora: en el
puro placer físico pero también en lo que, en un primer momento,
pueda parecer extranjero a un cuerpo, a una lectura. Detenerse en
una inhospitalidad recíproca" (13). Borges para Molloy es un escritor
inquietante, y en torno a ese desasosiego (otra palabra clave en este
texto) escribe un libro magistral y complejo, un libro que nos obliga
a abandonar toda certeza: "sólo se contempla la posibilidad de que el
texto pase por nosotros; pocas veces, que nosotros pasemos y nos
demoremos, acaso desconcertados--, en el texto; aún menos que el
texto, o alguno de sus incómodos fragmentos, se demore dentro de
nosotros" (14). Las letras de Borges abre la posibilidad de leer a Borges
de modos siempre diferentes, de prestar plena atención a los
silencios del texto.