Giuggia, “Ficciones posapocalípticas…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 10 / Julio 2021/ pp. 39-63 47 ISSN 2422-5932
sus orígenes míticos, el fin del mundo aparecía como un modo
divino de impartir justicia, las evidencias científicas recolectadas en
los últimos tiempos han erosionado ese origen y lo han transformado
no solo en un pronóstico posible, sino también en un proceso ya
iniciado e irreversible. Tal como sostiene Marco Kunz, la versión
secularizada del mito del apocalipsis “se presenta ora como una
catástrofe natural ora como una consecuencia de actos humanos,
pues el único ser capaz de juzgar, condenar y destruir al hombre es el
hombre mismo” (2010: 87).
Para concluir este apartado, podríamos decir que, a diferencia
de las obras estudiadas por Reati y Steimberg, en estas ficciones
posapocalípticas recientes, el fin del mundo ya no aparece como
producto de una crisis política y/o económica nacional, sino que
nace de una certeza a escala planetaria: la inminencia de una
catástrofe medioambiental sin precedentes que destruye las
condiciones materiales de existencia, a la vez que, como sostiene
Hicks, pone en jaque al paradigma cultural y civilizatorio de la
modernidad y sus estrategias de desarrollo dominantes.
En estas
obras, la presencia de agentes no humanos tales como el cambio
climático antropogénico o la propagación misma de la toxicidad no
solo provoca el quiebre de la idea de naturaleza como un escenario
inerte de la acción, sino que también introduce escalas espacio-
temporales ajenas a la perspectiva humana (Chakrabarty, 2018).
En
En un artículo titulado “Nueva narrativa especulativa/anticipatoria”, María Laura Pérez Gras
sostiene que, en la actualidad, “son cada vez más los textos que incorporan los problemas ecológicos
de las crisis ambientales y climáticas del planeta, cuestiones que en las décadas anteriores no tenían un
foco central, en comparación con las cuestiones sociales y económicas” (2020: 7).
Si bien los debates sobre el Antropoceno dan cuenta de una crisis ambiental de escala planetaria que
excede los límites nacionales y que afecta a la humanidad en tanto especie, es importante resaltar que
este fenómeno ha profundizado las desigualdades sociales y ambientales existentes, especialmente en
las periferias globalizadas. En este sentido, creemos necesaria una mirada en clave local y territorial de
esta crisis global que permita considerar los procesos neoextractivistas que afectan a América Latina y
otras regiones del sur global, como por ejemplo, la expansión de las fronteras de extracción y la
intensificación de la megaminería y el agronegocio. En palabras de Svampa: “existen dos factores
mayores, íntimamente ligados, que explican la magnitud de estos eventos: uno es de carácter global, el
Cambio climático, que profundiza y multiplica los fenómenos climáticos extremos; otra es de carácter
regional/nacional, vinculada a la expansión de la dinámica extractivista, bajo la forma de diferentes
modelos de desarrollo, incompatible con los ciclos de la Naturaleza” (2020: 27). Véanse los aportes de
García Acosta (2017), Ulloa (2017) y Svampa (2020).
En su libro Hiperobjetos. Filosofía y ecología después del fin del mundo (2018), Timothy Morton crea el
concepto de “hiperobjeto” para nombrar fenómenos y/o entidades que “se distribuyen masivamente
en tiempo y espacio en relación con los humanos” y que por ende “involucran una temporalidad
radicalmente distinta de las temporalidades a escala humana a las que estamos acostumbrados” (15). A