[pp. 66-97 / ISSN 2422-5932 / Revistas especializadas] 84
Ese “pecado nefando” es, por supuesto, la homosexualidad, y en la galería de
viajeros fascinados por este Brasil que Trevisan elabora cuenta dos argentinos:
Tulio Carella, primero y, unos veinte años después, Néstor Perlongher (1987),
quien en su O négocio do michê menciona Orgia en más de una ocasión.
En
principio podríamos situar Orgia entonces dentro de otra tradición de viaje, esta
vez latinoamericano, y donde lo que importa no es tanto el regreso laureado al
punto de partida como la fascinación (tenga el signo valorativo que tenga) por el
lugar de llegada. De hecho, la publicación de este diario de viaje será para Carella
exactamente el reverso de cualquier operación consagratoria: a Orgia sobrevendrá
el silencio, el aislamiento y hasta la desaparición.
Orgia comienza en Buenos Aires con un narrador en tercera persona que
nos presenta al protagonista, Lúcio Ginarte, que medita si dejar su país (y su
esposa, Élida) para instalarse en Brasil. Recién en el tercer capítulo, ya en Recife,
deja paso a las entradas del diario, que a partir de allí ocuparán la mayor parte del
libro. Como Tango. Mito y esencia, también aquí leemos al inicio una premonición.
En este caso, en el lenguaje de las profecías. Antes de partir, Ginarte consulta a
Camélia, una médium, que le anuncia:
Dioses de América, anúnciennos lo que ven. Hombre bueno, hombre noble,
hombre puro que va a Recife, a través de ti iniciamos hoy otro contacto con
las fuerzas que surgen de América. Nuestra América, que despierta para su
destino. […] Es preciso construir la unidad. […] De esta parte de América
saldrá el Hombre Nuevo profetizado por Ollantay (2011: 31-33; los
subrayados son nuestros).
Camélia profetiza así un contacto otro: uno más, pero nuevo, distinto, entre las dos
partes de América Latina que tradicionalmente permanecían separadas. En un
artículo titulado precisamente “Los brasileños y ‘nuestra América’”, Antonio
Candido (1993) se quejaba, ya entrada la década del noventa, de la relación
asimétrica que Hispanoamérica había mantenido desde siempre con Brasil,
Tal vez Carella conociera, por otro lado, las crónicas sobre Río de Janeiro que había publicado
Roberto Arlt en el diario El Mundo, en 1930. De hecho, Arlt aparece referenciado en Tango. Mito y
esencia como uno de los escritores que, como José Eustasio Rivera o Jorge Icaza, había usado en
sus novelas el “idioma porteño” propio de las letras de tango (CARELLA, 1966: 71). En esas crónicas
Arlt pasa de la fascinación por Brasil al desprecio. Raúl Antelo (2008) ha realizado un análisis
detallado de esa actitud ambivalente.
Las traducciones de todos los fragmentos citados de Orgia nos pertenecen.