[pp. 105-118 / ISSN 2422-5932 / Revistas especializadas] 117
Al reseñar el libro ya un crítico, como salvándose en salud, lo había alabado en
términos ambiguos. “Sin pretender ser literatura, este libro, con su densidad, su
irrevocabilidad, y el poder de sus imágenes, reúne sin embargo todos los
criterios de lo literario”.
El mismo Wilkomirski, curiosamente, había previsto esa
posible lectura, indicando que “el lector puede elegir leer mi libro como literatura
o como documento personal”,
sin que esa pluralidad de lectura, a su ver,
comprometiera la realidad del libro. Sin embargo, cuando un periodista, Daniel
Gainzburg, cuestiona directamente esa realidad y, luego de una investigación, la
denuncia como fraudulenta, Wilkomirski reacciona de manera notable:
físicamente. Acaso fuera un impostor pero lleva las experiencias relatadas en el
cuerpo y da testimonio de ellas somatizando. Abundan las anécdotas de las
reacciones físicas de Wilkomirski, sus sudores, su malestar, sus tartamudeos
cuando se alude a ciertos incidentes de los campos. Ahora, frente a las
revelaciones de Gainzburg, responde con todo el cuerpo: se encierra en su
cuarto, reproduce la clausura del campo, sufre alucinaciones: “allí estaba,
hablando solo en ruso, llamando a Jankl a gritos y pidiéndole pan”,
escribe un
amigo. Este reaccionar psicosomático, este asumir con el cuerpo, normal en
quien revive una experiencia traumática, se suele ver como prueba contundente
de la realidad vivida del individuo. Si, como lo ve un crítico, Wilkomirski recurre a
una “estética de facticidad”,
se trata de una facticidad somática, que borra toda
duda con respecto a realidad del relato y por extensión al personaje que narra.
Wilkomirski, alias Bruno Doesseker, o Bruno Doesseker alias Wilkomirski, pone
el cuerpo. Pero en este caso, el hecho de que el narrador narra recuerdos que
no corresponden con quien firma el libro, que imposta la memoria de un otro-
que-él al punto de que incorpora, literalmente, esos falsos recuerdos, cuestiona,
según ciertos críticos, la realidad de la experiencia. (Esta fue una de las mayores
preocupaciones de las asociaciones judías, inquietas de que el testimonio, una
Maechler, op. cit. p. 114.
Maechler, op. cit. p. 131.
Maechler, op. cit. p. 130.
Maechler, op. cit. p. 118.