[pp. 125-139 / ISSN 2422-5932 / Revistas especializadas] 130
Pero Henríquez Ureña estaba profundamente convencido de la existencia y
del valor de la América Hispánica y de su cultura. Retomará las ideas políticas que
guiaron los pensamientos de Simón Bolívar algo más de un siglo antes. En la
conocida “Carta de Jamaica”, escrita hacia 1815, el venezolano establecía que
Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola
nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que
tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión debería, por
consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados
que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones
diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a la América.
(…) Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto
congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y
discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra con las naciones de
las otras partes del mundo (BOLÍVAR, 1983: 81).
Henríquez Ureña, reconsidera las ideas dejadas vacantes por Bolívar algo más de
un siglo antes y avanza en el terreno simbólico en pos de la construcción de una
totalidad continental:
La unidad de su historia, la unidad de propósito en la vida política y en la
intelectual, hacen de nuestra América una entidad, una magna patria, una
agrupación de pueblos destinados a unirse cada día más y más (HENRÍQUEZ
UREÑA, 1989: 5).
Afirmará en “La utopía de América” (1925)
y agregará algunas líneas después: “La
desunión es el desastre”. La imposibilidad que Bolívar percibía en el intento
unificador, se transforma en Henríquez Ureña en utopía posible, distante pero
accesible. La utopía, como aclara en ese mismo ensayo, es considerada en el
sentido clásico que puede asignársele a la palabra, esto es, no como un “juego de
imaginaciones pueriles”, sino como una búsqueda constante de perfeccionamiento.
Y ese perfeccionamiento, en la concepción de Henríquez Ureña, solo puede ser
alcanzado mediante el trabajo (palabra que se repite de forma incesante en buena
parte de su obra) y el esfuerzo humano, como profesará en “Patria de la justicia”
publicada también en 1925: “…hay que trabajar con fe, con esperanza todos los
días. Amigos míos: a trabajar”. (HENRÍQUEZ UREÑA, 1989: 11)
Destaca, además, la labor intelectual en esa búsqueda de unidad por sobre
la de los libertadores: la unidad cultural, por sobre la política. Así, la labor de
Originalmente fue una conferencia pronunciada en la Universidad de La Plata en 1922.