Epístolas y poemas (1885), cuya primera sección se desliza de la celebración a las
musas y a Juan Montalvo a la extensa e irónica respuesta (127 tercetos) al crítico
mexicano Ricardo Contreras.
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Pero ya en la madurez se vuelve la ironía ácido
sarcasmo hacia sí mismo, como ocurre, entre muchos otros ejemplos, en el
brevísimo envío no recogido en libro, el “Autorretrato a su hermana Lola”, muy
cercano a la “Epístola” y a otros poemas de una madurez sentida como vejez
temprana:
Este viajero que ves,
es tu hermano errante. Pues
aún suspira y aún existe,
no como le conociste,
sino como ahora es:
viejo, feo, gordo y triste (447).
En estos años son numerosos los poemas en que se dirige a poetas amigos,
a veces relacionados con el viaje narrado en la “Epístola”, junto a las dedicatorias de
muchos otros, índices de la búsqueda de un vínculo directo de diálogo que se suma
al sentido que da a su poesía.
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La “Epístola” es un momento significativo de las
modulaciones de esa comunicación (a través de ella, de los dones de Darío) y de la
modalidad elegida, pues, por una parte, coloca al lector en el interior de un texto
personal, privado, en tanto que, por otra, enmascara la confesión en la parodia de
textos y modelos de alta tradición literaria.
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Esta motivación se conjuga no sólo con
la perspectiva y el tratamiento de los tópicos del género, también vuelve relevante
las ausencias de ellos, pues, como sabemos, a pesar de las propuestas de
espontaneidad, la epístola poética es un modelo altamente retorizado, si bien sujeto
a la gran variedad de combinaciones de sus diferentes tópicos, metros y tonos
presentes en la historia literaria. Se puede fácilmente reparar en el desarrollo clásico
de las partes del modelo (salutatio, exordio, corpo, coda, petitio y conclusio) para
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“A Ricardo Contreras”, texto publicado en El Diario Nicaragüense el 24 de octubre de 1884, es
respuesta a la crítica del mexicano a la oda “La ley escrita” de Darío, aparecida dos días antes, el 22.
Cito las estrofas finales para que el lector aprecie el tenor de la epístola: “Tu indicación, con toda el
alma acepto: / al férreo yunque agregaré la lima / y habré de repulir todo concepto. // [...] // ¡Hacen al
bien decir tantos ultrajes, / y al sentido común! Diles horrores, / lanza agudas saetas, sin ambages; //
y así dejen de céfiros y flores, / y se oiga en armonía soberana / el dulce lamentar de los pastores / y
las odas viriles de Quintana” (390).
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Cito la primera estrofa de “Al partir Mayorga Rivas”: “Román, ya te vas al pensil / de Centro-América,
el edén / que yo, desde aquí, del Brasil, / contemplo cual perdido bien” (1133).
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Entre otros trabajos críticos sobre el tema, creo muy útil el volumen La epístola, editado por Begoña
López Bueno.