Ruiz, “Literatura en estado de archivo” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 5 / diciembre 2018 / pp. 23-44 23 ISSN 2422-5932
LITERATURA EN ESTADO DE ARCHIVO
PROLEGÓMENOS AMERICANOS
Literature in state of archive American prolegomena
Facundo Ruiz
Instituto de Literatura Hispanoamericana Universidad de Buenos Aires / CONICET, Argentina
Doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires, donde se desempeña como profesor de Literatura Latinoamericana.
Es investigador de CONICET y del Instituto de Literatura Hispanoamericana (UBA), donde dirige el grupo Estudios
Barrocos Americanos. Ha coordinado el volumen Figuras y figuraciones críticas en América Latina (2012, en
colaboración con Pablo Martínez Gramuglia) y preparado la Antología temática de la poesía argentina (2017, en
colaboración con Luciana Del Gizzo). Ha editado y anotado la poesía y cartas de sor Juana Inés de la Cruz (Noctur-
na, mas no funesta, 2014) y las crónicas y textos varios de Carlos de Sigüenza y Góngora (Mínimas multitudes.
Infortunios, motines y polémicas, 2018). Sus artículos y ensayos han aparecido en revistas y volúmenes colectivos
como la Historia crítica de la literatura argentina (Jitrik dir. / Monteleone vol.12).
Contacto: nofacundosi@gmail.com
Por un contra-archivo latinoamericano.
Imágenes de la disidencia en América Latina
DOSSIER
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Número 5 / diciembre 2018 / pp. 23-44 24 ISSN 2422-5932
Fecha de envío: 15/06/2018 Fecha de aceptación: 05/09/2018
Archivo
Ilusión genética
Fin de siglo
Teoría literaria
Literatura Latinoa-
mericana
El vínculo entre lectura y edición ha conducido, en buena medida guiado por cierta “ilu-
sión genética”, a la crítica y a la teoría literaria hacia el archivo, como práctica y como
noción. Este movimiento, en las dos últimas décadas del siglo XX, no sólo se consolidó en
el campo americano notoriamente, remozando categorías como “canon” o “corpus” y cues-
tionando la “esteticidad” e historicidad “metodológica” de sus objetos, sino que al afectar
sensiblemente el vínculo entre lectura y teoría se estableció como un problema definitiva-
mente crítico, esto es: un problema de la “crítica”. Al mismo tiempo, al privilegiar una
geopolítica (Norte/Sur) y una circulación crítica (a la vez retrospectiva e introspectiva)
desiguales del archivo, este movimiento alentó y configuró en el umbral de siglos una
serie de cuestiones clave, tan filológicas como institucionales, tan literarias como políticas,
que en el siglo XXI todavía organizan, predisponen o resisten los estudios literarios.
De ese movimiento, de su inscripción “crítica” americana y de su relevancia actual para la
distinción de problemas y proyectos literarios (editoriales, teóricos e institucionales) se
ocupa el siguiente ensayo, o sus prolegómenos
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
Archive
Genetic illusion
Turn of the century
Literary theory
Latinamerican litera-
ture
notion. This movement, in the last two decades of the 20th century, has consolidated noto-
riously in the American field, renovating categories such as “canon” or “corpus” and ques-
noticeably affecting the link between reading and theory, it has established itself as a defi-
and introspective, at the same time), this movement has encouraged and configured
and institutional). Or, its prolegomena.
ABSTRACT
KEYWORDS
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Si la Memoria es madre de las Musas, sospechamos que
la enfermedad de la memoria dio el ser a otras musas
menores, a las que podemos llamar las artes archivológi-
cas.
Entre ellas, la escritura.
Alfonso Reyes
Entre lectura y edición el vínculo resulta evidente, pero no sim-
ple: si leemos lo que está editado, también y fundamentalmente
leemos según haya sido editado; si en la actualidad leemos (casi)
únicamente lo editado, nuevamente hoy y como fue usual en-
tre los siglos XVI y XVIII publicado no refiere prioritaria-
mente aimpreso, aunquedigital diste elocuentemente de
manuscrito (y “publicado implique una noción republica-
na hoy violentamente menos sedentaria y soberana). En un
sentido, la articulación es histórica y hace, principalmente, a po-
líticas editoriales y decisiones autorales; en el otro, la articula-
ción es nocional e implica tanto una variación morfológica y un
cambio técnico en la reproducción de la escritura como un mo-
do distinto de circulación y validación del escrito. En ambos ca-
sos, el vínculo entre lectura y edición en estrecha relación con
el que existe entre lo dicho y lo escrito, en muy diversas medi-
das (Vallejo, 2013 y Antelo, 2016 y 2017) es el que ha condu-
cido a la crítica y a la teoría literaria al archivo en general his-
tórico, especialmente de tenor jurídico, y según una intención
arqueológica (Foucault, 2002; Fargue, 1991 y Mbembe, 2002)
configurándolo así retrospectivamente, esto es, como una inte-
rrogación por el modo de acumulación antes que por la acumu-
lación misma. Pero también este vínculo ha sugerido y alentado,
en las últimas décadas sobre todo, una circulación introspectiva
del archivo, aquella que en cada escritura y en cada lectura inte-
rroga por el estado de archivo de su objeto, por su condición de
actualidad, que ya no es sólo la de un saber o un sentido del
texto (de la escritura, de la lectura) sino también el problema de
una vigencia o una caducidad de repente acuciantes. En este
sentido, introspectivo, el archivo no señala que toda escritura y
toda lectura se encuentran abiertas o dispersas, inscriptas en
una serie o sugiriéndola, y que lógicamente podrían ser dis-
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tintas (sentido retrospectivo del archivo); sino y entonces el
vértigo que podrían no ser, que aquello que es texto (ese ob-
jeto epistemológico) o discurso (ese objeto lingüístico) u
obra (ese objeto artístico) podría no ser otra cosa que una es-
peculación más o menos documentada. Así el archivo, y más
aún los estado de archivo, evidencian antes que nada un problema
crítico, de la crítica, en un sentido tradicionalmente kantiano:
son los límites, capacidad y fundamentos del conocimiento, an-
tes que de un objeto, lo que constituye el problema.
Este vértigo acompañado ya de una sensación de obso-
lescencia (Montaldo, 2017) ya de una multiplicación de origina-
les efímeros (Groys, 2014), efecto también de la infamia
siempre liminar al archivo y sus sujetos (Foucault, s/f) hace
reverberar aquella inquietud programática que Marcel Duchamp
anotara al inicio de The White Box: Can Works be made which
are not of art.? (1999: 1). Expectativa más que cumplida por
la crítica literaria, especialmente en las dos últimas décadas del
siglo XX, el impasse del archivo (no sólo el mito) resultó una
respuesta posible a los problemas del canon y el corpus, y a sus
geopolíticas mundiales, nacionales o coloniales, así como una
deriva casi predecible en la serie disciplinar en la que el texto
venía desplazado a la obra y el discurso y en seguida las prácti-
cas discursivas al texto. La dificultad de la literatura, de ese
objeto (epistemológico, lingüístico y artístico, siempre metafísi-
co) y sobre todo de esa articulación (tan disciplinaria y con-
suetudinaria como vital e ideal, es decir, siempre física), se evi-
denciaba en la órbita desigual de las discusiones sobre la esteti-
cidad o des-estetización del discurso, en la contra-literatura o
consagración del testimonio y el biodrama, en la distinción, al-
cance y capacidad de ciertos sujetos para hablar (o para, mejor
dicho, hacerse oír) así como en un comparatismo cuya universa-
lidad olvidaba, deliberada y sistemáticamente, las redes de es-
tandarización (Latour, 2012: 45) confirmando lo que ya a fines
del siglo XIX adquiría forma de fábula: Una gran parte de la
misión del estudio estético consiste y consistió en servir la co-
mida de la cigüeña en los cacharros de la zorra y viceversa.
(Brandes, 1946: 12) Esta lección, que a principios del siglo
XX Pedro Henríquez Ureña identificaba en Matthew Arnold,
era también la que enseñó más tarde, para la América española,
José Enrique Rodó (Henríquez Ureña, 1960: 192) en su Ariel y
era, a fines del siglo XX, lo que Susana Zanetti enunciaba pro-
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blemáticamente como el presunto estatuto literario (1996:
215) de aquello que los estudios literarios reclamaban ya no
como propio sino como adecuado, presunción que volvía a ha-
cer patente la necesidad crítica de un deslinde, necesidad que
no sólo había dado título al singular y fundamental estudio de
Alfonso Reyes de 1944 sino que lo había signado, una vez más,
bajo el espíritu kantiano que su epígrafe explicitaba (No es en-
grandecer, sino desfigurar las ciencias, el confundir sus límites
Kant) y según la rigurosidad aristotélica ya insoslayable (co-
menzando, de acuerdo con el orden natural, primeramente por
las cosas que son primeras Poética 1447a.10).
En el mismo sentido, y también en las dos últimas décadas
del siglo XX, el impasse del archivo, como pregunta no por el
origen sino justamente por el destino, concernía a la historia o a
cierta historia que, mientras se reconsideraban y distribuían
unidades económico-políticas distintas pero no separadas (1989,
EEUU-Unión Soviética/Rusia y 1992, Norte/América-Europa),
comenzaba a vislumbrar una historia endémica () una histo-
ria que habla repetidamente y que repetidamente pierde la voz
(Marcus, 1993: 31), una historia que establecía menos una ge-
nealogía cultural o una línea entre fragmentos que los elementos
y condiciones que la construían y constituirían como historia.
De allí que ciertas crónicas mestizas como Nueva Corónica y buen
gobierno de Guamán Poma de Ayala alentaran en la misma direc-
ción que el punk al señalar el hecho de que, justamente por ca-
recer de sentido musical o literario, pero al intervenir dichas
series o colocarlas en relación con otras, inesperadas y definiti-
vas, aquello adquiría un mayor o más evidente sentido social, en
tanto y al igual que el retorno al ready made y la renovación de
la crítica cinematográfica o el estudio de los arcos triunfales y la
emblemática, efectos relativos al giro pictórico en curso to-
do ello ofrecía una oportunidad para crear acontecimientos
efímeros que sirviesen como juicio a todo lo que viniera des-
pués, acontecimientos que juzgarían todas las futuras deficien-
cias (Marcus, 1993: 92). En esa coyuntura el impasse del archi-
vo era, efectivamente, esa oportunidad jurídico-estética: no
inauguraba y tampoco se limitaba a señalar la imposibilidad de
inaugurar, establecía el punto exacto donde la no-inauguración
era legítima, e históricamente datable su transitoriedad, y hacía
de ese punto algo más que un punto de vista y algo menos que
un punto ciego o circunstancial, en tanto esa puntualidad era
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una actividad o facultad precisa, la de atribución. El archivo
podía, retrospectivamente, atribuir deficiencias futuras y en esto
radicaba no sólo su poder (poder de atribución) sino su sentido
histórico (capacidad de re-latum). Pero también podía, intros-
pectivamente, examinar esa facultad ya no en sus efectos sino
como proceso y considerar así la fugacidad o provisionalidad, la
precariedad esencial del acontecimiento devenido de golpe
reflejo o simulacro, signo vaporoso de un sistema cuyo funda-
mento no (se) funda. No perdía por esto su carácter jurídico-
estético, pero introspectivamente el impasse del archivo tendía
a consagrar instantes sin relación y denuncias sin fundamento,
enfatizando la debilidad de un poder y un sentido histórico.
En 1989 momento desde el cual, piensa Latour en 1991 y
en 2005 todavía confirmaba Laddaga al leer a Viveiros de Cas-
tro, la voluntad de ser modernos parece vacilante, en ocasiones
hasta pasada de moda (2007: 27) Haroldo de Campos presen-
ta, como conferencia en la Fundação Casa de Jorge Amado, O
sequestro do barroco na Formação da Literatura Brasileira: o caso Gregó-
rio de Matos que publica ese mismo año. La discusión con Anto-
nio Cândido y su obra (Formação da Literatura Brasileira) es quizá
menos relevante que el problema crítico, de crítica, que De
Campos propone y que, ese mismo año, encuentra un antago-
nista no sólo más cierto sino históricamente más sensible en A
satira e o engenho. Gregório de Matos e a Bahía do Século XVII de Jo-
ão Adolfo Hansen. Pero en ambas direcciones, hacia Cândido
(retrospectiva) y hacia Hansen (introspectiva), el impasse del ar-
chivo evidencia su articulación jurídico-estética: si por un lado
el secuestro de Gregório de Matos ilegitimaba el sistema lite-
rario de Formação, manifestando la arbitrariedad de esa organici-
dad representativa, al mismo tiempo señalaba la solidaridad en-
tre la atribución de deficiencias futuras y la consagración de ins-
tantes sin relación que la poesía de Gregório de Matos sugería.
En este sentido y como habían expresado en los años 60 (en el
Prefácio da 2ª edição de Formação de 1962 y en Por uma poé-
tica sincrónica de 1967, por ejemplo), la discusión estrictamen-
te no los oponía, más cuando ambos consideraban el problema
desde una misma perspectiva que era, sobre todo, uma dispo-
sição metodológica (De Campos, 1969: 214) que requer um
método que seja histórico e estético ao mesmo tempo (Cândi-
do, 2000: 16). Pero sin oponerlos, esta perspectiva ya vislum-
braba lo que a fines del siglo XX, retrospectivamente, no podía
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sino distinguirlos: mientras Cândido hacía una historia crítica
que no quería ser leída como uma espécie de vasta teoria da li-
teratura brasileira em dois volumes (2000: 14), De Campos
sostenía una crítica histórica cuyo carácter era precisamente
teórico o eminentemente crítico e retificador sôbre as coisas
julgadas da poética histórica (1969: 207).
Así, el impasse del archivo en 1989 informaba la Formação
aunque, y al mismo tiempo, abría el juicio sobre la capacidad de
atribución de dicha información, como evidenciaba el estudio
de Hansen que, compartiendo el punto de partida (aquella dis-
posição metodológica), impugnaba el método, pues buscando
adequação hisrica ao objeto estudado (2004: 57) no podía
concederse más que algum valor metafórico a las categorías
estéticas, siendo estilísticas las hisrica y metodológicamente
adecuadas,
1
ya que las demás “como categorias analíticas, o
apropriadas antes para o desejo e o interesse do lugar institu-
cional da apropriação que propriamente para o objeto dela
(2004: 32). La determinación de atribuciones propias del ob-
jeto y, en consecuencia, de falsas atribuciones (apropiaciones o
impropiedades) subrayaba, de forma elocuente, el carácter judi-
cial de la crítica pero, en cuanto al estado archivo, mucho más su
sentido jurisdiccional, en tanto apelaba para fundarse a ellas
como criterios propios o internos (discursos, não um refe-
rente ou real empírico 23), distantes entonces de aquellos
otros (estéticos) como la originalidad que é criterio duplamen-
te exterior à poesia do século XVII (2004: 33). Introspectiva-
mente entonces, y a diferencia de lo que ocurría retrospectiva-
mente entre Cândido y De Campos, lo que Hansen ponía en
juego era la existencia misma del objeto (epistemológico) y del
sujeto (histórico-literario), es decir que más allá o incluso, an-
tes de poder ser secuestrado había que probar que eso (Gre-
gório de Matos) existía y no era, en cambio, uma etiqueta ou
um dispositivo discursivo, unidade imaginaria e cambiante nos
discursos (2004: 31), otra vez: una especulaciónmás o me-
nos documentada.
La literatura como especulación más o menos docu-
mentada no era, estrictamente, un problema nuevo para la críti-
ca aunque sí, a fines del siglo XX y comienzos del XXI, la in-
1
“um estilo, no sentido forte do termo, linguagem estereotipada de lugares-comuns retórico-poéticos
anônimos e coletivizados como elementos do todo social objetivo repartidos em gêneros e subestilos”
(Hansen, 2004: 32)
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tervención privilegiada del archivo como criterio sôbre as
coisas julgadas. Y si la diferencia crítica entre Hansen y De
Campos podía recomponerse como la que existe entre el estu-
dio de la producción de textos y el de la producción de conoci-
miento o, epistemológicamente, como la que existe entre obje-
to inmediato y objeto dinámico (Peirce, 1986: 65-6), entre obje-
to literario y objeto literatura (Schaeffer, 2013 y Louis, 2013:
211) la voluntad de evitar el anacronismo apelando a las atri-
buciones correctas y, por esta vía, a la identidad histórico-
técnica de objeto y método, como sugiere Hansen, no puede
menos que operar una desintegración teórica en tanto ¿es
posible advertirlos [los mecanismo de producción de textos] en
toda la masa de la producción literaria existente o solo pueden
ser registrados a partir del momento en que se los admite como
actuantes? (Jitrik, 1975: 48) Sin duda, no es menor que el oscu-
ro objeto literario de deseo teórico-crítico se halle en el siglo
XVII ese hiato legendario (Arendt, 2008: 282) o periodo
umbral (Palti, 2018: 29) y, más aún, ronde su adecuada o
inadecuada atribución barroca. En cualquier caso, el impasse in-
trospectivo del archivo, más que evitar algún anacronismo o
atribución inadecuada, desintegraba teóricamente al prescindir
del momento y del lugar en que un objeto (epistemológico,
lingüístico o arstico) actúa sobre el conocimiento posible o se
constituye como actual. El impasse introspectivo del archivo,
vale decir, prescindía de la actualidad crítica (límites, capacidad
y fundamentos) de su interés, que es justamente (inter-esse) aque-
llo que se sitúa entre dos cosas o momentos o agentes (“A leitu-
ra estrutural que Garcia Lorca e Dâmaso Alonso realizaram da
poesia de Gôngora é, para nós, seus contemporâneos, a poesia
de Gôngora, De Campos, 1969: 219), aquello que evidencia el
carácter esencialmente compuesto interesado de todo objeto
y todo conocimiento, eso que Latour recoge (tácitamente, de
la Tesis sobre Feuerbach de Marx) en el dictum: No hay in-
formación sin transformación (2012: 189).
Ese interés discursivo, no obstante y en las dos últimas
décadas del siglo XX, no sólo problematizaba el vínculo críti-
co entre lectura y edición sino también pugnaba por distinguir
y en el límite separar las categorias analíticas según fueran
ya atributos (propios, internos) del objeto ya determinadas por
o desejo e o interesse do lugar institucional. Esto, que los es-
tudios de Mignolo, Lienhard y Rolena Adorno ponían especial-
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mente en evidencia a través de las crónicas de Indias y que re-
mitía desigualmente al campo latinoamericano que habían reti-
culado Jitrik, Cândido y Cornejo Polar, auscultaba más que su
retorno los espectros de Rama y, más aún, si no su lectura de
Max Weber sí su weberismo, confirmando su simultanea con-
sagración y borramiento verificado sugestivamente en la rele-
vancia y localización crítica de lo institucional, donde buro-
cracia política y administración universitaria, profesionalización
literaria y proyección cultural de la teoría y la tecnología, se im-
bricaban polémicamente. Esta vuelta a Rama sin Rama, como
Rama había vuelto a través de Octavio Paz muchas veces a El
deslinde de Reyes sin Reyes, evidenciaba también un estado de ar-
chivo, una vez más, tan duchampiano como acuciante: ¿podía
(puede hoy) pensarse una literatura que no sea de archivo?
Que la categoría crítica de ciudad letrada hacía operar el ar-
chivo retrospectivamente, atribuyendo deficiencias futuras y ci-
frando en ello no sólo un poder (poder letrado de atribución)
sino su sentido histórico (capacidad literaria de re-latum) resul-
taba menos discutible, críticamente, que la reafirmación del
vínculo arte-sociedad donde lo autonómico o propio de una
circunstancia textual, lingüística o disciplinar perdía prioridad
ante lo no literario o propio de una circunstancia extra-
textual, geopolítica o institucional.
Responder al archivo desde el mito, como hizo González
Echevarría en 1990 solidarizando ambas vertientes (“La caracte-
rística más persistente de los libros que han recibido el nombre
de novelas en la era moderna es que siempre han pretendido no
ser literatura 2000: 30), lejos del punto de partida teórico que
decía reivindicar (Foucault) o críticamente tan cerca que lo so-
lapaba oficialmente (Bajtín),
2
no hizo sino al decir de Il gato-
pardo identificar la necesidad (crítica) de que todo cambie para
que (institucionalmente) todo siga como hasta entonces, pues su
propuesta no sólo oblitera que ningún enfoque crítico se in-
2
González Echevarría, en la senda que canonizaría Bloom (con The western canon en 1994) y que ya había
cuestionado Foucault, estudia la “edad de oro” (“maestros”, “fábulas maestras”, etc.), es decir, sucesio-
nes (no interrupciones), relecturas (no condiciones de escritura), la cultura como reconciliación (no
como transformación), entre otros. Y cuando refiere a Bajtín, lo hace según el libro sobre Rabelais (cu-
ya traducción al inglés, de 1984, cita) pero no, por ejemplo, según sus “apuntes” que desde 1982 se
hallaban traducidos al castellano, uno de los cuales (de 1970-1) resume Mito y archivo: “el escritor carece
de estilo y de situación. Ha tenido lugar una total secularización de la literatura. La novela que carece de
estilo y de situación no es, en realidad, un género; debe imitar (representar) algún género no artístico:
narración cotidiana, cartas, diarios, etcétera.” (Bajtín 2003: 354)
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teresa sencillamente en la escritura literaria pues no existe teo-
ría literaria en el sentido de todo un cuerpo de teoría que brote
exclusivamente de la literatura y sea aplicable a ella (Eagleton,
2012: 7) sino que, reduciendo la literatura a la narrativa (y la na-
rrativa al modelo de novela), impide la única línea de fuga que
Rama bosqueja en La ciudad letrada: la poesía.
3
En términos de
archivo, esta abstracción retrospectiva es correlativa de una ce-
guera introspectiva: No veo la novedad (2000: 14), dice Gon-
zález Echevarría al pensar la posibilidad de algo por fuera o
después de las ficciones del archivo. Esta inactualidad mítica
del archivo confirma una crítica en su presunción de ajenidad al
inter-esse (personal pero también institucional, local pero tam-
bién temporal), cuyo reverso o puesta en abismo vendría a ser
del otro lado del fin de siglo Aquí América Latina de Ludmer,
también kantianamente organizado (en dos partes, Temporali-
dades y Territorios, descritas como los esqueletos de la fá-
brica de realidad 2010: 12). Pero más aún o sobre todo, esta
inactualidad mítica lleva el impasse introspectivo del archivo y
los estado de archivo hacia una función modélica que, en su misma
abstracción, escamotea: el canon. La diferencia entre canon y
archivo, en este punto, nuevamente evidencia un problema crí-
tico, de la crítica: son los límites, capacidad y fundamentos
del conocimiento (no veo novedad) y no los de un objeto (la
literatura fuera de las ficciones del archivo, por ejemplo) lo que
constituye el problema.
3
La máquina urbano-letrada de Rama, como sistema lineal-binario, refiere al régimen de producción
planteado en El Anti-Edipo por Deleuze y Guattari, que Rama conocía. En este sentido, se trata de una
máquina deseante que como tal implica una máquina-órgano y un cuerpo sin órganos ya que toda pro-
ducción implica un elemento antiproductivo (Deleuze y Guattari, 1998: 11-56). Rama, en La ciudad
letrada, estudia la acción de efracción de dicha máquina (la interrupción de la producción de deseo, su
proceso en términos de una finalidad), lo que la convierte en “aparato de persecución” y da lugar en la
lectura y el análisis a una máquina paranoica (Deleuze y Guattari, 1998: 18), que explica que cualquier
“ejercicio de la letra” funcione con el mismo “rasgo definitorio”. No obstante, Rama sugiere un ele-
mento antiproductivo, una línea de fuga, que no desarrolla ni precisa en ese libro: los poetas, o mejor,
“la función poética” que “fue patrimonio común de todos los letrados, dado que el rasgo definitorio de
todos ellos fue el ejercicio de la letra, dentro del cual cabía tanto una escritura de compra-venta como
una oda religiosa o patriótica” (Rama, 1998: 35). Esta indefinición del tejido letrado, este ambivalente
devenir oda o escritura de compra-venta de la letra, determina no sólo una “vacilación” en el cual los
poetas “no son cooptados por el Poder” sino un desplazamiento hacia “los márgenes de la ciudad letra-
da”, donde la función poética puede “oscilar entre ella y la ciudad real, trabajando sobre lo que una y otra
ofrecen”. En consecuencia: “debe convenirse que los miembros menos asiduos de la ciudad letrada han
sido y son los poetas y que aun incorporados a la órbita del poder, siempre resultaron desubicados e
incongruentes.” (Rama, 1998: 80)
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Juzgaba Paz a mediados del siglo XX que la crítica es el
punto flaco de la literatura hispanoamericana pues carecemos
de un cuerpo de doctrina o doctrinas, es decir, de ese mundo
de ideas que, al desplegarse, crea un espacio intelectual y que
[p]or tal razón no hay una literatura hispanoamericana aunque
exista ya un conjunto de obras importantes. (1967: 39 y 41). Y
enseguida preconizaba (siguiendo a Eliot, como casi siempre, es
decir siempre preocupado por los maestros y las fábulas
maestras, por la tradición y el talento individual): [l]a crítica
es aquello que constituye eso que llamamos una literatura pues
su misión () no es inventar obras sino ponerlas en relación
y, por eso, inventa una literatura (una perspectiva, un orden) a
partir de obras (1967: 41). Esto mismo, que Rama recoge más
de una vez sin la firma de Paz (entre otras cosas, pero sin duda,
porque su crítica estaba más cerca de William Carlos Williams
que de T. S. Eliot),
4
es recuperado por Zanetti bajo la firma de
Rama
5
en 1992 para pensar la construcción de una literatura
latinoamericana (y no, como quería Paz, hispanoamericana) y
nuevamente, en el umbral de siglos (año 2000), para discutir a
Mignolo su crítica al canon de 1995 que, bajo la noción de
corpus, pretendía ya no otorgar un privilegio a lo no literario
por sobre lo autonómico sino diluir la literatura en la cultura.
La distinción crítica entre obra y literatura, en cualquier caso y
más allá de los espectros de Rama, vertebraba buena parte de
las discusiones y, a mediados de los 90, resultaba fundamental
para hacer surgir una noción de archivo mucho antes de ima-
ginar que podría hablarse de archivo de literatura o, como
por entonces comenzaba a vislumbrarse, archivo de autor
(caso en Argentina del de Puig, el de Saer y, recientemente, el
de Rubén Darío). La obra, como aquello que deviene antes de
ser, perfilaba cierta noción retrospectiva del archivo en su capa-
cidad de actualización inesperada, en su devenir archivo / de-
venir literatura (borrador, manuscrito, versión, princeps, edición-
x, precuela, non-fiction, fan-fiction, etc.), constituyendo la dinámica
4
“A veces aparecen beligerantes demandas de una crítica, nueva como la nueva narrativa, se dice, y en
las citas al pie ninguno de aquellos maestros [Sanín Cano, Silvio Romero, Alfonso Reyes, Henríquez
Ureña, Antonio Cándido] es recordado sino los autores del New criticism o del estructuralismo francés”
(Rama 1986: 16)
5
“Ocurre que si el crítico no construye las obras, construye la literatura, entendida como un corpus
orgánico en que se expresa una cultura, una nación, el pueblo de un continente, pues la misma América
Latina sigue siendo un proyecto intelectual vanguardista que espera su realización concreta.” (Rama,
1986: 15-6), idea que Zanetti cita señera con idéntica finalidad polémica (1992: 920 y 2000: 227-8).
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diferencial respecto del estado de archivo en el cual una obra era
(o no) en su justa atribución espacio-temporal, asediando las
condiciones de su actualidad en la medida que allí radicaba (o
peligraba) su inclusión en la literatura o su permanencia en el
purgatorio de los documentos.
Ese status (obra-literatura, obra/literatura) era
naturalmente crítico. Pero también deliberadamente, como
propuso Mbembe, y el contexto latinoamericano de los años 90
confirmaba a diario político y esto, en el umbral del siglo XXI,
y en términos de archivo, es lo que señalaba Zanetti a Mignolo
como una diferencia geopolítica (Norte/Sur), discutiendo una
vez más no un objeto sino un emplazamiento. Pues liberar los
estudios literarios de las garras del canon para abrirlos a las in-
certidumbres del corpus (narrativa testimonial, subliteratura,
cultura popular, etc.) (Mignolo 1995: 24) no sólosuena un
poco extemporánea (Zanetti 2000: 230) como preocupación
sino, para la literatura latinoamericana, extraterritorial: destruir el
canon para incorporar la literatura de los márgenes o los discur-
sos desplazados dice Zanetti es perder de vista (ceguera in-
trospectiva) que la literatura latinoamericana justamente y para
muchos (Bloom dixit) está allí, marginada, desplazada, fuera.
Mignolo esacrítica hablaba desde Estados Unidos y ese
tiempo-espacio (el del campus y el corpus finisecular), que no la li-
teratura, era el categórico: ¿cómo abrir un canon que nunca ha-
bía estado cerrado, e incluso, que no era ni siquiera en y para
América latina igualmente canónico? Zanetti confronta la no-
ción de canon y corpus de Mignolo (y la inactualidad mítica de
González Echevarría) con un golpe de archivo al restituir la
idea de clásicos en su dispersión y discontinuidad radical, es
decir, como arché de cuestiones clave (siempre actuales o ac-
tuantes) y como movimiento crítico de consideraciones intem-
pestivas, que llama no casualmente imperativos estéticos
(2000: 233). El mismo golpe de archivo que por ejemplo, del
otro lado del fin de siglo y como efecto de una sororidad estéti-
ca naturalmente geopolítica y fundacionalmente sorjuanina, da
María Moreno a ese archivo, casi siempre anglosajón de la
feminidad que en los campos de concentración argentinos de
la última dictadura no puede concebir cómo esta femineidad,
vivida al igual que una frontera a defender, puede trastornar su
sentido aun sosteniendo los valores de la convención (2018:
179 y 167).
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Sostener los valores de la convención para trastornar su
sentido, recuperar como clásicos ciertas obras para intempesti-
vamente descanonizarlas y descoporativizarlas era (y es) la
versión crítica del archivo que, notablemente, iba remitiendo
su fuerza a fines del siglo XX, como en 1998 confirmaba Panesi
al constatar un volverse literatura de una parte de la sociología
argentina, paralela a un des-literarizarse de la crítica literaria
que, alternativamente, o bien se ha vuelto hacia el archivo, con-
vertida en archivera, o bien, encandilada por la pretendida efi-
cacia cultural de los mass-media, usufructúa la distancia que la
separa de tal eficacia (2000: 341-2). Este desplazamiento en el
campo de los estudios literarios de la teoría a la historia (pun-
tualmente: de la teoría como destino a la historia como origen),
esa desintegración teórica que Jitrik advirtiera a principios de
los años 70, era también identificada a fines de los 90 con una
moda singular, la de una crítica genética que mediante el
rodeo del redescubrimiento de manuscritos (Compagnon,
2015: 12) dejaba de pensar la experiencia de la lectura y sus
condiciones para concentrarse en aquello que la explicaba, ten-
diendo no sólo a entender el texto como documento (y no po-
cas veces, como monumento) sino a producir cierta ilusión gené-
tica, según la cual la literatura podría explicarse a partir de sus
fuentes y causas históricas (Compagnon, 2015: 236 y 239), con-
virtiendo una relación dinámica (la de los textos entre sí y a lo
largo del tiempo, con sus lectores) en una relación única (la de
los textos con sus contextos inmediatos, según expertos) y, por
esta vía, tornando la historia ya no un modo unificado y actual
de la diversidad de efectos sino el relato uniforme y mítico de la
variedad de causas. Esa ilusión genética, que por un lado pre-
sentaba un vínculo insoslayable con cierta crisis de la filología
editorial (Altschul, 2008) que fechaba sus hitos también entre
mediados de los 80 y fines de los 90,
6
por otro lado y nueva-
mente subrayaba el lazo estrecho que el archivo como práctica
y como noción crítica tendía entre lectura y edición.
Pero no se trataba simplemente, aunque era evidente en
términos de archivo, de una reacción o complemento: a la de-
6
Con la publicación, entre otros, del Manual de Crítica Textual (1983) de Alberto Blecua, Breviario di Ecdo-
tica (1986) de Gianfranco Contini, Éloge de la variante: histoire critique de la philologie (1989) de Bernard Cer-
quiglini, el número especial (vol.65 nº1, 1990) de Speculum sobre la New Philology, The Ethics of Reading in
Manuscript Culture: Glossing the “Libro de Buen Amor” (1994) de John Dagenais y Ecdótica. Problemática de la
edición de textos (2000) de Germán Orduna.
Ruiz, “Literatura en estado de archivo” Revista de estudios literarios latinoamericanos
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sintegración teórica (desvinculación lectura-teoría) no seguía, ni
siempre impulsaba, una reintegración práctica (sujeción lectura-
edición), en tanto el problema como queda dicho radicaba en
los límites, capacidad y fundamentos actuales que ambas articu-
laciones permitían para que algo (una cosa, un momento, un
agente: mi cuerpo, ese papel, ese fuego) recuperase su interés o
restituyese al tiempo y el espacio su acontecer vitalicio. Y esto
exactamente notaba y señalaba en 2007 Link al prologar la se-
gunda edición del Diario y otros papeles de Rodolfo Walsh:
pensé [al editarlos por primera vez] que era más importante un
tributo a la memoria de los muertos (a la memoria de un gran
escritor muerto) que el sentimiento de los vivos. Pensé que la
literatura era una cosa separada de la vida. (2012: 6) Pues ese
movimiento prologal, de primera a segunda edición, es en tér-
minos de archivo y en la articulación de siglos antes que edito-
rial (dado que las modificaciones en ese aspecto son mínimas o
justas)
7
definitivamente crítico: a la vez movimiento teórico (de
La literatura y el derecho a la muerte de Blanchot a La litera-
tura y la vida de Deleuze) o conceptual (de la escritura como
imborrable a la escritura como inacabada)
8
y movimiento políti-
co: de la necesidad de 1995 de devolverle a Walsh (y a sus lec-
tores) parte de la obra desaparecida (prólogo a la primer edi-
ción, 2012: 11-2) a la necesidad [de 2007] de establecer, pala-
bra por palabra, una obra saqueada, mutilada (prólogo a la se-
gunda edición, 2012: 6). La necesidad crítica de re-establecer y
de-volver a la lectura de una obra su fortuna filológica constituía,
en el umbral de siglos, la resistencia del archivo a su desintegra-
ción teórica pero, más aún, la afirmación de una literatura crí-
tica que no cifraba en el archivo más que una medida de su
realidad: el archivo podía establecer un régimen crítico cierta
dinámica diferencial para considerar la literatura como especu-
lación más o menos documentada pero no era, de ningún
7
Si bien los criterios de edición “son los mismos”, se restablecen “los nombre propios que en la primera
edición aparecen designados con una inicial convencional”, se completa “la mayor cantidad de lagunas
posibles” y se incorporan algunos diálogos y textos (Link, 2000: 6-7): “Por eso dice María Moreno el
número justo siempre agrega.” (2018: 119)
8
“¿Acaso la escritura es otra cosa?” (se) preguntaba Link un 24 de marzo en el prólogo a Cómo se lee, es
decir, no sólo en un prólogo entre prólogos (los de las ediciones de Walsh) sino en una fecha y un libro
cuya “correspondencia” con la obra-y-vida de Walsh se actualizaba, justamente, en “[e]sos momentos
de desaparición, evanescencia o intermitencia de la literatura (en suma: esos momentos de peligro)”
(2003: 13 y 11).
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modo, el criterio maestro (le discours du maître, mêtre) sôbre as
coisas julgadas.
Esta resistencia al archivo, aquel ¿Can Literature be
made which are not of archive.-?, advertían también que la
apelación al archivo como intervención crítica privilegiada o na-
turalizada era en función justamente del acceso al archivo
económicamente inviable (enormes límites de acopio), política-
mente arbitraria (mínima capacidad de participación), geográfi-
camente irregular (localización elocuentemente concentrada) y
culturalmente muy inestable (valor errático del documento). A
esto se sumaba, naturalmente, una indiscreta selectividad crítica:
¿era atribución del archivo o atributo de la obra establecer ese
estudio para la obra de Saer pero no para la de Burroughs o
Markson? ¿Es más apropiada o satisfactoria, según su objeto,
la crítica latinoamericana cuando arguye el archivo? Vale decir
¿existe un índice colonial de incidencia, un plusvalor de razón
histórica del archivo, que hace por ejemplo de México o Perú
pero no de Filipinas o Haití, tesoros y públicos cautivos de un
archivo colonial? Pero sobre todo, la resistencia al archivo
ponía lógicamente en movimiento una desilusión genética según la
cual, si la literatura no podía explicarse sin sus fuentes y causas
históricas, éstas ya no remian al relato uniforme y mítico de un
origen sino a la actualidad siempre diversa de sus efectos, al
destino de una hipótesis de escritura, a cierta política de lectura
y edición. Desilusión genética de la cual, curiosa pero no ca-
sualmente, la obra de Rodolfo Walsh daba amplia y variada
cuenta en el espectro (de lo) público que en el umbral de siglos
vinculaba también la desintegración teórica a la desnativización
soberana. Así, por ejemplo, en el arco que va de Operación ma-
sacre: un texto que continua (1994) de Crespo a Rodolfo
Walsh no escribió Operación masacre de Hernaiz (2012), la dis-
tinción entre un texto o historia o núcleo narrativo relativa-
mente fijo y un paratexto o libro o marco sugestivamente va-
riable interrogaba de forma evidente los estado de archivo. Pero,
ya subrayando la forma abierta del texto como obra para la lec-
tura (su devenir antes de ser) ya cuestionando la mera documen-
tación editorial como fetiche de la lectura crítica (esa inactuali-
dad mítica), lo que ahora se volvía objeto crítico era
precisamente la circulación introspectiva del archivo, aquella
que desligaba el presente teórico y político de una obra de su
lectura activa. Y otro tanto ocurría con la circulación retrospec-
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tiva que, de Rodolfo Walsh y la crisis de la literatura (2003,
donde se reunían textos de 1988 y 1997) de Link a Una novela in-
visible (2016) de Luppi, dejaba sencillamente de ocuparse de una
obra que respecto de Borges o de García Márquez (incluso de
Lezama Lima) o en los 60 y 70 pudo ser distinta o sugerir otras
series nacionales o continentales (otras ilusiones genéticas: la
novela familiar de Walsh) para en cambio confirmar en esa
desilusión genética los límites, capacidades y fundamentos de la
literatura como institución actual (ese poder canónico de atribu-
ción) y como interés de escritor (esa capacidad crítica de re-
latum).
En cierto sentido, la novela unheimlich de (los) Walsh y la
desilusión genética de una literatura crítica del archivo hoy
resta decirlo podrían encontrar su epinicio en prosa en Oración
(2018) de María Moreno. Pero esto, que resulta menos consa-
gratorio que indeleble, reafirma y relanza a su vez una red ame-
ricana esa herencia llena de agujeros que hace de la desilusión
genética la articulación matriz de su (nuestra) heredad, donde la
familia biológica es realmente (la) política y ocurre, siempre,
menos uno: ¿qué, si no, vienen a ser (y devienen antes de ser)
las Abuelas de Plaza de Mayo, los H.I.J.O.S e H.I.J.A.S y sus
innumerables primos políticos? Articulación matriz o aire de
familia, esta desilusión genética es también la de todos sus
(nuestros) comentarios reales, desde naturalmente los del In-
ca Garcilaso de la Vega, principio en el cual fortuna filológica,
necesidad crítica y re-establecimiento de una obra para su jus-
ta lectura perfilan y actualizan una literatura donde las fábulas
de restitución y legitimidad, las familias menos uno y las lenguas
de primera persona devienen siempre continentales: lenguas,
familias y fábulas de un continente, sea un territorio sea aquello
que mantiene unido lo innumerable (ese archi-piélago); vale de-
cir, lenguas, familias y fábulas cuya medida se encuentra perma-
nentemente entre (y de allí su inter-esse) la relación con un des-
borde o un des-madre y la distancia o separación según efusio-
nes o flujos (oceánicos, abismales, sanguíneos) disímiles.
***
Archivológicas. No como definitivas, tampoco como inesperadas,
se perciben ahora (además de la circulación retrospectiva e in-
trospectiva, ya dichas, y sus variantes críticas) para el archivo
otras vertientes, de las cuales apenas cabe advertir dos: por
un lado, en decidido crecimiento, la canonización del archivo,
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como práctica y como noción. Así es no sólo frecuente encon-
trarla cada vez más, aunque cada vez menos elocuente, en estu-
dios literarios, proyectos académicos y otros meandros jurídico-
mediáticos, sino y notablemente en la edición y el mainstream
editorial, como ocurre señeramente con la obra de Roberto Bo-
laño. No siendo aún un aspecto muy abordado o estudiado de la
obra de Bolaño (aunque discutido en diarios y suplementos
culturales dada la trama de intereses desparejos de agentes, he-
rederos y editores), queda especialmente a la vista en la actual
reedición de sus libros, que ahora aparecen acompañados de
imágenes de cuadernos u hojas mimeografiadas del escritor per-
tenecientes al Archivo Bolaño. No solo resulta vaga la inten-
ción editorial en términos ecdóticos (se trata de fragmentos de
libretas sin un claro criterio de selección, no se presentan tales
ediciones como críticas ni aparentan o declaran ningún cam-
bio sustancial en términos textuales respecto de las anteriores)
sino que en términos críticos evidencian una serie de cuestiones
singulares a atender y que estas nuevas ediciones desatienden,
como las ligadas al registro (más o menos hispano que ameri-
cano) de la lengua o las que hacen a la disposición de libros-
piezas en un proyecto literario que, desde la distinción que ope-
ran La pista de hielo de 1993 y La literatura nazi en América Latina
de 1996, se torna autocomprensivo pero en medidas distintas o
según objetivos desiguales. Por otro lado, y según una eficiencia
de variable cronotópica, es también sensible la agentividad del
archivo, aspecto de la práctica y la noción que enfatiza la
mediación institucional del archivo como agente crítico. A,
por ejemplo, el Archivo Rubén Darío Ordenado y Centralizado
(AR.DOC) no sólo resalta dicha mediación institucional como
(de política) pública, al depender del Programa de Estudios La-
tinoamericanos Contemporáneos y Comparados de la Universi-
dad Nacional de Tres de Febrero, sino que en términos edito-
riales corresponde a dicha intervención ofreciendo un acceso
abierto y remoto (acceso democrático a la escritura) que, en
términos críticos, se lleva a cabo bajo una rigurosa datación y
acopio de obra y documentos varios (correspondencia, fotogra-
fías, etc.) o, también, según el propósito de una nueva edición
de la obra entera de Rubén Darío pero todo ello como una
actividad expuesta a la comunidad de lectura, cuyo interés y ac-
tualidad (especialmente en lo que hace a los estudios darianos)
compromete públicamente. En este sentido, dos formas de la
crítica resultan otra vez: en lo que respecta al vínculo entre
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lectura y edición evidentes pero no simples: una forma acrítica
(la canonización del archivo) que disuelve o desproblematiza la
diferencia entre lectura y edición; una forma pre-crítica (la
agentividad del archivo) que subraya la mediación institucional
del archivo como agente constitutivo y deliberado de las lec-
turas y ediciones posibles.
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