Sánchez Navarte, Conspiradores, nihilistas…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 15 / Diciembre 2023 / pp. 272-287 272 ISSN 2422-5932
CONSPIRADORES, NIHILISTAS Y AFLIGIDOS ANTE LO REAL.
LA PREGUNTA POR LO ESTÉTICO EN LA OBRA DE NÉSTOR
GARCÍA CANCLINI (1968-1972)
CONSPIRATORS, NIHILISTS AND AFFLICTED BEFORE THE REAL.
THE QUESTION ABOUT AESTHETICS IN THE NÉSTOR GARCÍA CANCLINI WORK'S (1968-1972)
Emiliano Sánchez Narvarte
Universidad Nacional de La Plata - CONICET
Profesor y Doctor en Comunicación por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), maestrando
en Historia del Arte Argentino y Latinoamericano por la Universidad Nacional de San Martín. Profesor de la
UNLP y de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atntico Sur (UNTDF).
Becario posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Cienficas y cnicas (CONICET). Dicta de semi-
narios de grado y posgrado en diversas universidades. En el marco de su trabajo de investigación, ha publicado
libros como también artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales.
Contacto: sancheznarvarteemiliano@gmail.com
ORCID: 0000-0002-5407-3681
DOI: 0.5281/zenodo.10433551
ARTÍCULOS
Sánchez Navarte, Conspiradores, nihilistas…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 15 / Diciembre 2023 / pp. 272-287 273 ISSN 2422-5932
Fecha de envío: 15/10/23 Fecha de aceptación: 05/12/23
Néstor García Canclini
Octavio Paz
Julio Cortázar
Macedonio Fernández
A partir del análisis de los trabajos que Néstor García Canclini (1939) elaboró acerca de la obra
literaria de Julio Cortázar, Macedonio Fernández y Octavio Paz entre 1968 y 1972, en este artículo
nos proponemos identificar qué interrogantes acerca de lo estético surgieron al reflexionar sobre los
cuentos, novelas y poesías de dichos autores. Una de las cuestiones que aparecen invisibilizadas en las
discusiones y los debates al interior de los estudios vinculados a la antropología, la comunicación o la
sociología del arte, es cómo García Canclini, Licenciado en Filosofía de la Universidad Nacional de
La Plata (UNLP), Doctor en Filosofía por la UNLP y por la Universidad de París X-Nanterre,
se fue desplazando de los estudios estrictamente filosóficos hacia las reflexiones estéticas en un sentido
amplio y en particular hacia la producción literaria y artística. Los interrogantes estéticos que nos
proponemos indagar, permitirán aproximarnos a estos primeros análisis del filósofo argentino como un
proceso de interpretación en clave de cuestionamiento de todo realismo en el campo artístico y literario.
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
Néstor García Canclini
Octavio Paz
Julio Cortázar
Macedonio Fernández
Philosophy from the UNLP and the University of Paris X-Nanterre, he moved from strictly philo-
all realism in the artistic and literary field.
ABSTRACT
KEYWORDS
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Número 15 / Diciembre 2023 / pp. 272-287 274 ISSN 2422-5932
La tentativa estética presente es una provocacn
a la escuela realista, un programa total
de desacreditamiento de la verdad
o realidad de lo que cuenta la novela
Macedonio Fernández, Museo de la Novela de la Eterna, 1967.
Introducción
En este artículo nos proponemos identificar qué interrogantes acerca de lo
estético elaboNéstor García Canclini (1939) en sus análisis literarios pro-
ducidos entre 1968 y 1972. Una de las dimensiones que aparecen invisibili-
zadas en las discusiones y los debates al interior de los estudios vinculados
a la antropología, la comunicación o la sociología del arte, es cómo García
Canclini, Licenciado en Filosofía de la Universidad Nacional de La Plata
(UNLP), Doctor en Filosofía por la UNLP y por la Universidad de París X-
Nanterre, se fue desplazando de los estudios estrictamente filosóficos hacia
las reflexiones estéticas en un sentido amplio y en particular hacia la pro-
ducción literaria y artística.
El período construido para este trabajo se debe a que García Canclini
en esos os comenzó a desplazar sus interrogantes desde las reflexiones
más estrictamente filosóficas hacia las de la estética, la crítica literaria y cul-
tural, a partir de su libro Cortázar, una antropología poética (1968, editorial
Nova, Buenos Aires). Sobre sus producciones de estos años contamos con
importantes antecedentes. En un fundamentado estudio de la obra de Gar-
cía Canclini sobre Cortázar, Alvarado Borgoño (2011: 62) sostiene que el
filósofo argentino, “siendo un individuo de su época y particularmente de
su generación”, introdujo preguntas de las “postrimerías del siglo XX” y dio
atisbos de “respuestaspara problemáticas del siglo XXI”. Complementa-
riamente, plantea que es “posible pensar que se trata de una obra cuyo fin
era cimentar la carrera de un estudioso de la literatura que luego se convierte
en antropólogo(72). Por su parte, Bruno Loureiro (2009: 173) observa que
el interés en la antropología” de García Canclini no emergió cuando es-
tuvo en México sino que ya se demostrabaen los años sesenta. La obra
sobre Corzar sería un indicio de ello. De modo análogo, en otro trabajo
del mismo autor (2015: 75, traducción propia), Loureiro sostiene que la li-
teratura de Cortázar “resultó ser una importante revelación antropológica
para el filósofo argentino. De tal manera que García Canclini describ
algunos de los personajes de Corzar desde una perspectiva antropoló-
gica”.
Si bien estos trabajos resultan ineludibles, entendemos que en ambos
se puede leer cierta deshistorización” y ausencia de puesta en relación de
esa elaboración particular de García Canclini con otros producidos por el
mismo autor y otros críticos y analistas- durante los mismos os. Al no
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prestar atención a los procesos complementarios, a los posibles giros de sus
problematizaciones en el marco de procesos culturales, políticos e intelec-
tuales, se ignoran los posicionamientos y reposicionamientos del autor se-
gún las coyunturas específicas, que permiten sostener afirmaciones tales
como que ya en los sesenta se pueden identificar elementos de sus problema-
tizaciones del siglo XXI. Inferimos cierto teleologismo en las interpretacio-
nes de ambos autores. Siguiendo las reflexiones de Bourdieu ([1990] 2011),
consideramos que el hecho de que los textos circulen sin sus intertextuali-
dades, genera operaciones de lecturas que tienden a suprimir el campo de
producción de dichos materiales y hace que se inserten en unas condiciones
diferentes propiciando importantes malentendidos en tanto y en cuanto son
leídos desde un campo de recepción interpelado por otras inquietudes y
problemáticas.
Consideramos, a diferencia de esos trabajos, que los interrogantes es-
téticos que nos proponemos indagar permitirán aproximarnos a estos pri-
meros análisis del filósofo argentino como un proceso de interpretación en
clave de cuestionamiento de todo realismo. Si el concepto de verdad”,
sostiene Saer, ha sido constitutivamente incierto y por definición integra
elementos dispares y aun contradictorios([1989] 2010: 10), las obras de
Julio Corzar, Macedonio Fernández y Octavio Paz analizadas por García
Canclini, fueron claves para que el filósofo argentino se situara en los deba-
tes acerca de las distintas modalidades de jerarquizar y producir simbólica-
mente lo real, donde se invertíanlas relaciones entre la “realidad y la irrea-
lidad”, producto de múltiples cruces entre lo literario, cultural, lo político y
lo artístico que desorientaban no lo al “poder imaginativo del creador de
ficción” sino también transformaban los “modos de recepción(Schaeffer,
2002: 103). Discusiones en un contexto de radicalización intelectual e ideo-
lógica en el que la “dependencia jerárquica entre verdad y ficción” se había
vuelto “una mera fantasía moral” (Saer, [1989] 2010: 11).
Estas operaciones analíticas que se dieron intensamente desde media-
dos de los sesenta en el campo intelectual y cultural argentino, pueden, en
principio, entregarnos pistas acerca de una “sensibilidadde cambio, o di-
cho de otro modo, podrían indicar una ruptura de determinadas convencio-
nes literarias que corporizaronestructuras de sentimientoespecíficas, un
conjunto de formas de percibir y de responder a la realidad heredada por
parte de venes generaciones (Eagleton, [1976] 2016: 72), entre los que se
encontraba Néstor García Canclini.
Cortázar o una literatura de la sospecha
Hacia finales de los años sesenta García Canclini se situaba en una red de
intercambios y de cruces institucionales que conforun marco de posibi-
lidades para problematizar la relación entre filosofía y crítica cultural, un
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espacio privilegiado de recepción de las nuevas tendencias y corrientes teó-
ricas tanto europeas como norteamericanas. Una formación filosófica uni-
versitaria que sin perder de vista las reflexiones “nacionales”, tenía una ten-
dencia cosmopolita en cuanto a pensar lo “propio” desde las reflexiones
provenientes fundamentalmente de Francia, las redes ecuménicas de iz-
quierda que tenían un alcance transnacional,
1
de las revistas y las discusiones
en las que participaba y que estaban compuestas por referentes de la región,
como también del movimiento protestante e intelectual europeo, como el
grupo de pensadores que se ubicaban junto a Paul Ricoeur. Por otro lado,
más periféricamente, García Canclini se situaba en zonas y espacios de so-
ciabilidad e intercambio de ideas junto a venes literatos y críticos en Ar-
gentina, fundamentalmente en los circuitos de circulación de ideas entre La
Plata y Buenos Aires. En suma, su itinerario se conectaba con zonas dife-
rentes de la producción cultural, claves para entender el desplazamiento ha-
cia la pregunta por lo simbólico.
García Canclini recuperaba la importancia de pensar al simbolismo
como una posibilidad de comprender al “hombre en relación con sus lími-
tes, con el cosmos y los otros(1968a: 59). Una figura que, según el filósofo
argentino, se destacaba por sobre las demás dado que su pensamiento era
“el de mayor repercusión de la filosofía más reciente de habla francesa”, era
Paul Ricoeur. La propuesta del filósofo francés, en palabras de Gara Can-
clini, era la de reinterpretar las experiencias simbólicas en la religión, el
arte, la ciencia y su significación para la constitución de una antropología
filosóficaque analizara los múltiples sentidos que adquiría la experiencia
humana. Uno de los conceptos clave de Ricoeur era el de “desmitologiza-
ción” porque implicaba una tarea hermenéutica, una “epistemología de las in-
terpretaciones”, es decir, interpretar el valor simbólico del mito, su operati-
vidad para la existencia (60). El símbolo, en la clave dada por Ricoeur, pro-
ducido por los sujetos y que circulaba por distintas áreas de la producción
cultural, demandaba un tipo de interpretación que diera cuenta del carácter
múltiple de su determinación. El símbolo ya no remitía a un significado
único y esencial: era equívoco y debían analizarse los distintos significados
que adquiría según las prácticas culturales en las que se utilizaba.
Consideramos que en García Canclini la pregunta por el mito articu-
laba distintas operaciones intelectuales: por un lado, una instancia que “des-
totalizarael símbolo para ver en su configuración los elementos que lo
compoan, una suerte de reconstrucción arqueológica que diera cuenta de
1
García Canclini participó en redes y formaciones transnacionales ecuménicas. El Movimiento Estudian-
til Cristiano, del cual García Canclini fue un activo representante, tuvo como núcleo clave de producción
de ideas a la revista Paz e Terra, editada en Brasil.
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su espesor histórico. En el mito, además, con un status equivalente al de cual-
quier otro lenguaje, podía descifrarse “información del lenguaje humano
colectivo” (Claire Lejeune, citada en García Canclini, 1968: 63). El mito,
finalizaba García Canclini, reclamaba ser pensado como un acto de produc-
ción y de participación colectiva. Además de informar acerca de proyeccio-
nes que hacían los sujetos, en la estructura del mito se podía leer su arraigo
histórico, es decir, los sentidos que generaciones anteriores le habían otor-
gado y que podían condicionar actividades futuras.
En noviembre de 1967 obtuvo una mención especial en el concurso
nacional de ensayos organizado por el diario La Capital de Rosario, por el
trabajo “Corzar: el acceso a la casa del hombre”. Unos meses después se
reun con el filósofo Raúl Castagnino -su ex profesor- y por entonces
miembro de la Biblioteca Arte y Ciencia de la Expresiónde la Editorial
Nova, para dialogar sobre la posibilidad de publicar una versión de ese
texto. A Castagnino (1968: 8) le pareció una muy buena oportunidad para
hacerlo porque era un trabajo que “reclamaba publicación y difusión”: su
contenido “proponía una interpretación diferente y novedosa de la obra y
la personalidad del narrador argentino”. El trabajo que García Canclini es-
cribió sobre Cortázar puede interpretarse como un ensayo experimental, como
una puesta en práctica de un conjunto de conceptualizaciones teórico-me-
todológicas para el análisis simbólico a las que poco tiempo antes había ac-
cedido en París. Como bien destacaba Castagnino en el plogo, era un es-
tudio que se inscribía en la intersección de la crítica literaria y “los campos
de la hermenéutica”. Situado en ese cruce, el análisis del joven filósofo, se-
guía Castagnino, aportaba “un nuevo ángulo de interpretaciónque tras-
cendía las “observaciones estéticas” y se situaba en las reflexiones de la fi-
losofía de la cultura”. Sí, como sostenía Castagnino, aquel ensayo cabalgaba
entre la crítica literaria y el campo hermenéutico”, se puede agregar que
era un análisis filosófico de la práctica escritural de Cortázar. En términos es-
trictamente literarios, García Canclini apreciaba, de modo análogo al común
de la crítica respecto a Cortázar, el absurdo como técnica: era una táctica
útil para exagerar las normas envejecidasy volver evidente el sinsentido
(García Canclini, 1968b: 67). Cuando las referencias a lo cotidiano, conti-
nuaba el ensayista, dejabantranquiloal lector, cuanto más seguro se “sen-
tía” emergía lo fantástico y Cortázar hacía “danzar sus monstruos”. De este
modo, lo insólito, lo increíble”, era “a menudo el verdadero rostro de la
realidad”.
El trabajo crítico de García Canclini sobre la obra de Cortázar acen-
tuaba dos dimensiones diferentes pero que se articulaban: por un lado, la
interpelación a la literatura más alde su estrechez como género: era en-
tendida como una textualidad en la que se poa interpretar una simbólica de
la experiencia humana y, por otro, García Canclini caracterizaba a la escritura
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de Cortázar como un ejercicio de sospecha frente a lo acontecido. El filó-
sofo argentino va en la obra del autor de Rayuela una oportunidad de in-
dagar el modo en que los agentes producían sentido acerca de su realidad.
Por ello, afirmaba, la obra de Cortázar se erigía como una “experiencia poética
de lo humano”, donde lo poético no aludía al género literario “sino al modo
de experimentar la realidad y recrear el lenguaje(1968b: 20, destacado en
el original). Recurriendo al instrumental ricoeuriano elaborado por el filósofo
francés en Freud: una interpretación de la cultura (1965), entre otros ensayos, lo
“poético” adquiría un sentido análogo al de “símbolo”: este hacía referencia
al carácter múltiple de la experiencia lingüística. Lo simbólico, en su multi-
vocidad y opacidad, era al mismo tiempo una mediación entre los sujetos y
su realidad. La pluralidad de significados emergía de la obra de Cortázar
mediante sus técnicas de lo absurdo, de la discontinuidad en el relato, de la
irrupción de lo fantástico en el devenir impasible de la narración, como sín-
toma de una multiplicidad de sentidos posibles que la sociedad había expul-
sado de los modos habituales del pensar. García Canclini analizaba que en
un mundo que tendía al control de la conducta, a su medición y previsibili-
dad mediante estrategias de control (1969a), la obra cortazariana hacía én-
fasis en aquello que no podía capturar la razón e invitaba a pensar lo posible
por sobre lo estructurado, lo contingente por sobre lo esencial, la incerti-
dumbre por sobre lo predeterminado: por ello, sostenía, “la posibilidad es
siempre el desorden, la negación de las estructuras trazadas por la razón
(1968b: 29).
Lo anterior le permitía a García Canclini trazar un singular perfil in-
telectual de Cortázar: ya no simplemente como un literato sino como un
“maestro de la sospecha”. Si Ricoeur había afirmado que Marx, Nietzsche
y Freud habían discutido la conciencia, que elaboraron cuestionamientos
sobre las cosas mismas y sobre el sujeto que las percibía, si la conciencia
había dejado de ser transparente a sí misma, Cortázar merecía la misma “de-
signacióncomo maestro de la sospecha. El filósofo argentino lo situaba
allí porque consideraba que ayudaba a “ver la realidad” y a los sujetos “asu-
miendo toda la indeterminación y la ambigüedad” que se condensaban en
las prácticas humanas. Así como Marx había construido un “método” para
superar las contradicciones sociales y de ese modo intentar resolver lo que
había de mito y de determinismo en la historia, Nietzsche había impugnado
“el primado del objeto en nuestra representación de lo sagrado” (Ricoeur,
[1965] 1978: 33) y Freud había construido una “terapéutica para interpretar
la opacidad de la conciencia, el autor de Rayuela elaboraba una crítica del
orden existente que hacía “lugar a la esperanza” como “proyecto humano”.
En Cortázar, seguía García Canclini, la existencia humana se realizaba “so-
lidariamente” junto a los otros, superando los escollos de los determinismos
arbitrarios (1968b: 110).
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Nihilismo e inminencia: la teoría estética macedoniana
A principios de 1971 García Canclini organien la Facultad de Humani-
dades un seminario “de formación destinado a los y las docentes” que llevó
como nombre “Aportes de las Ciencias del Hombre a la crítica literaria”.
2
Si bien no era un reconocido crítico literario, era un asiduo participante del
debate cultural. Mario Goloboff (2007: 508), quien asistió como alumno a
dicho seminario dictado en La Plata, sostiene que era coordinado por Gar-
cía Canclini y Noé Jitrik y que contaba con la participación de otros jóvenes
literatos y críticos, como Miguel Olivera Giménez, Ricardo Piglia y Nicolás
Rosa. Eran clases, continúa Goloboff, en las que se exploraban distintas
perspectivas teóricas y filosóficas, como por ejemplo el psicoanálisis o la
relación entre “estructuralismo y crítica literaria”, temática a cargo de Jitrik.
Por su parte, Ricardo Piglia dictó el seminario “El aporte del marxismo a la
crítica literaria” (García Canclini, 1975: 110).
Las discusiones y los movimientos de renovación teórica que conec-
taban a la academia con el campo cultural e intelectual se pueden relacionar
con polémicas más generales que se dieron entre finales de los años sesenta
y principios de los setenta, sobre el ejercicio de la crítica literaria en Argen-
tina y en Arica Latina (Gilman, [2003] 2012). Ana María Paruolo (2007:
65) sostiene que las discusiones pivoteaban sobre las distintas modalidades
de interpretar los textos, que combinaron “un sacudón en las tradiciones
literarias y críticas” en relación conun cambio sostenido por un flujo teó-
rico novedoso”. La recepción local de teorizaciones que iban desde las de
Umberto Eco y Roland Barthes hasta las de Wolfgang Iser y Hans-Robert
Jauss, entre otros, habilitaba, según Paruolo, a cuestionar no lo los pro-
ductos literarios sino “los presupuestos mismos que respaldaban las opera-
ciones críticas y literarias heredadas”.
Si bien coincidimos con el planteo de Paruolo, no es menos cierto
que para esos os una franja de la intelectualidad argentina ya estaba le-
yendo, entre otros, a Paul Valéry, Walter Benjamin y Jean-Paul Sartre,
3
que
posteriormente serían considerados como las tres grandes figuras “precur-
soras de la estética de la recepción” (Ortíz de Urbina, 1999: 216). Valéry
proporcionaba reflexiones acerca del lector como productor o “segundo
creadoren una obra que no concluía en la pluma del escritor. Sartre en
¿Qué es la literatura? planteaba que la lectura era “un pacto de generosidad
entre el autor y el lector” porque “nadie puede obligar al autor a creer que
su lector hará uso de la propia libertad y nadie puede obligar al lector a creer
2
El seminario se realizó en 1971. Entrevista a Martha Lombardelli. Filósofa y Jefa de Trabajos Prácticos
en “Filosofía y Estética”, ESBA/UNLP. Asistió como alumna al seminario “Aportes de las Ciencias del
Hombre a la crítica literaria”. Entrevista concedida al autor, La Plata, 6 de agosto de 2021.
3
García Canclini, Néstor, entrevista concedida al autor, Ciudad de México, 10 de febrero de 2023.
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que el autor ha hecho otro tanto. Los dos toman una decisión libre” ([1948]
1950: 49). Benjamin, por su parte, había elaborado una idea de recepción
activa en un contexto de debate intelectual en el que el goce se comenzó a
mezclar con el interés pctico, y dio “lugar a un modo de recepción de la
obra de arte que ya no se funda en la distancia contemplativa, sino en la
proximidad, las impresiones inmediatas, el uso y la familiaridad” (Ibarlucía,
2020: 14, el destacado nos pertenece).
Esta trama que articulaba la modernización de la teoría con la nece-
sidad de pensar críticamente el rol de la literatura en la sociedad y los deba-
tes sobre el realismo socialista (Cella, 2007; Aguilar, 2010), permitió reen-
contrar tradiciones más o menos suprimidas por el canon literario. Uno de
los escritores que comenzó a ser reivindicado fue el argentino Macedonio
Fernández (1874-1952), que había sido “abandonadoen los “bordes de la
literatura” (Paruolo, 2007). En ese curso organizado por García Canclini, la
figura y obra de Macedonio Fernández adquirun relieve notable.
4
Para
cuando se comenzó a dictar el seminario, Jitrik había publicado El fuego de
la especie (1971, Siglo XXI), con ensayos sobre distintos referentes de la lite-
ratura argentina. Uno de ellos estuvo dedicado a Macedonio Fernández.
Jitrik (1971: 1972) acentuaba que su literatura era un ataque constante a la
“verosimilitud” y al “orden jerarquizado de la percepción”: los objetos y la
realidad en general aparecían como “inesenciales”, como lo “irreal”. Esta
“destrucciónde la verosimilitud, profundizaba Jitrik, correspondía con la
“destrucción del orden” simbólico y de todas las clasificaciones que estruc-
turaban los modos de pensar lo real (173).
5
Según Jitrik, la literatura mace-
doniana cuestionaba toda idea de representación y verosimilitud trasto-
cando de ese modo el “pacto de lectura” entre autores y lectores. Se puede
sostener, siguiendo a Susana Cella (2007: 59), que la práctica de la crítica
literaria se fue desplazando hacia una actividad más amplia que permitía
cuestionar lo establecido, sea el canon, las instituciones, la realidad social.
La disolución de lo real en la prosa de Macedonio Fernández era leída
como una praxis escritural crítica que interpelaba a cuestionar los mecanis-
mos de regulación de la cultura y la política. García Canclini publicó un
artículo sobre la figura y obra del literato argentino en el que ponía en juego
4
La “recuperación” de la figura macedoniana como recurso crítico para discutir el canon literario en
Argentina se debe inscribir en un movimiento más amplio que incluyó, entre 1968 y 1972, a la revista
argentina Macedonio dirigida por los escritores Alberto Vanasco y Juan Carlos Martini Real (Gonnet, 2021:
146). Por esos años, más precisamente en 1974, la revista Crisis publicaría una serie de relatos y alisis
de la obra de Macedonio en el marco de la publicación en la editorial Corregidor de la primera edición
de las obras completas del autor de Papeles de recienvenido. Ver Crisis núm. 15, julio de 1974, especialmente pp. 21-29.
5
Dosos después, Jitrik publicaría La novela futura de Macedonio Fernández (1973), editado en Caracas por
Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central (EBUC).
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las estrategias de análisis sobre las “significaciones” de las “creaciones cul-
turales” efectuados en trabajos previos sobre Cortázar y que habían encon-
trado distintos interlocutores en el seminario organizado en La Plata. En el
artículo Macedonio Fernández, el fundador”, García Canclini (1972a: 37)
plantque el trabajo literario de Macedonio era, además de una obra lite-
raria, una apuesta por elaborar una “teoría estética”. Esto, fundamentaba
García Canclini, se podía comprender en el hecho de que toda novela se
constituía contando una historia, pero Fernández en general y particular-
mente en Museo de la Novela de la Eterna, no procuraba escribir una novela
sino “contar cómo se constituía”. Si siempre los acontecimientos de una
narración son inexistencias”, continuaba García Canclini, Fernández “quiso
referir no a los acontecimientos, sino a la inexistencia misma” como ele-
mento constitutivo de la fundación del ser, es decir, como condición de
posibilidad del acontecer.
Por otro lado, el filósofo argentino sostuvo que Fernández advirt
tempranamente que el papel activo de lxs lectorxs cambiaba la significación
de la obra y la función de lxs autorxs. Era una ruptura respecto a que “tra-
dicionalmente” se veía a lxs lectorxs “como un receptor pasivo de conteni-
dos organizados en formas definitivas por el autor”. García Canclini plan-
teaba que los textos de Fernández, de forma “anticipadaa las elaboracio-
nes de los tricos de la recepción”, reflexionaban sobre el modo en que
la lectura constituía a la escritura o dicho de otro modo, que la práctica de
lectura de cualquier texto equivalía a modificarlo porque el contexto de in-
terpretación cambiaba los sentidos atribuidos al texto. La tesis de Gara
Canclini sostenía que si “las grandes obras” eran las que inauguraban “una
nueva lectura”, las que hacían posible comenzar a leer de un modo dis-
tinto”, Macedonio había creado una gran obra al tiempo que había inaugu-
rado un público, pero también una escritura”, cuyos mejores lectores eran
Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Esta tradición iniciada con el estilo ma-
cedoniano proponía un discurso que partía de la contradicción entre lo que
es y lo que no es, entre lo mismo y lo otro. De estos antagonismos surgían
los diversos “pactos de lectura” y las relaciones entre lo real y lo imaginario.
El mérito de Macedonio Fernández, continuaba García Canclini, era haber
trabajado sobre el carácter contingente de lo real “dentro del texto”, donde
la nada, en clave sartreana, erosionaba la plenitud del ser.
La “contingencia”, la ambigüedad”, los sentidos múltiples”, eran
ideas con las que García Canclini venía trabajando previamente y las recu-
peraba ahora en su análisis sobre la literatura de Fernández. En este aspecto,
consideraba que en la escritura macedoniana se podía leer una estética de la
inminenciacontradictoria: si bien suscitaba un acceso singular a lo real, una
crítica de los rituales cotidianos que nos “elevaba sobre lo rutinario”, al
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mismo tiempo “nos aleja[ba] de los otros” (1972a: 43, el destacado nos per-
tenece). Era un estilo narrativo, entonces, que no sólo se rebelaba contra lo
real, sino que en el caso de Macedonio también tendía a cortar los lazos de
sociabilidad con los otros. Y esto, en definitiva, revelaba en Fernández un
nihilismo que si bien minaba las certezas sobre lo real no se orientaba a
construir un horizonte imaginario colectivo. El modo en que se articulaba
la crítica con redes colectivas de organización era un tópico que ocupaba al
conjunto de intelectuales entre los que se encontraba García Canclini: cómo
la literatura podía no sólo tensionar los modos de comprender los procesos
sociales sino también si representaba nuevos vínculos entre los sujetos.
Octavio Paz: realidad y crisis de la libertad creadora
De forma complementaria a los análisis acerca de los cuentos y relatos de
Cortázar y Macedonio Fernández, García Canclini publiuna serie de es-
tudios sobre la obra del poeta, ensayista y crítico mexicano Octavio Paz.
Particularmente, se interesó en los trabajos Libertad bajo palabra (1960),
Blanco (1967) y en el ensayo Marcel Duchamp o El castillo de la pureza (1968).
Desde una reflexión filosófica acerca de lo estético y realizando un análisis
de la estructura interna de los textos del autor mexicano, García Canclini
(1969b) analizó de qué modo se aproximaba a la obra de Duchamp desde
una clave interpretativa situada en la propuesta analítica de Susan Sontag.
Puntualmente a partir de lo que la escritora norteamericana había desarro-
llado en Contra la interpretación y otros ensayos (1966). Sontag sostenía alque
había dos modalidades de aproximarse al arte: una entrada “hermenéutica
que se ocupaba de interpretar intelectualmente el contenido de la obra, y
otra que denominaba como una “erótica del arte” ([1966] 2008: 21), desde
la que se procuraba captar la obra desde una aproximación sensorial, una
inmediatez de la sensualidad que potenciara las competencias culturales de
observación, del oír y el sentir. García Canclini recuperará estas conceptua-
lizaciones de Sontag para afirmar que Paz era uno de los “pocos creadores
que lograbaninterpretar eróticamente en tanto sus ensayos condensaban una
actividad poética en la medida en que no duplicaban la realidad al tratar de
explicarla sino que se confundían “con ella para alumbrarla” (García Can-
clini, 1969: 1, destacado en el original). Esta elaboración en la analítica de
Paz, en lugar de producir una retracción intelectual”, de abandono del pen-
samiento, potenciaba una “expansión pasional” enriqueciendo sus trabajos.
Si bien esta “expansión pasional” permitía una libertad que se disper-
saba entre los signosy lanzaba a los sujetos a la emancipación creativa,
respecto a las obras estrictamente poemáticas y literarias de Paz, García
Canclini tomaba distancia y ciertos recaudos del crítico mexicano. Según el
filósofo argentino sin procurar subsumir la totalidad de la obra de Paz a
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esta lectura, la figura del poeta en tanto creador, elaboraba un mundo con-
cebido como una realidad que no conducía más allá de sí mismo: el mundo
creado por el poeta de Paz no tiene “puertas”, no trascendía al “yo” (1972b:
261). Dice Octavio Paz ([1968] 2003: 3):
Invento la víspera, la noche, el día siguiente que se levanta en su lecho de
piedra y recorre con ojos límpidos un mundo penosamente soñado. Sos-
tengo al árbol, a la nube, a la roca, al mar, presentimiento de dicha, inven-
ciones que desfallecen y vacilan frente a la luz que disgrega.
El “yo”, en este aspecto, se erigía sobre lo real, se volvía absoluto, creador
y, de ese modo, borgeanamente dicho, se constituía por fuera de la historia,
se asumía eterno: para García Canclini esto representaba el drama de que lo
eterno conducía a la “monotonía” de “repeticiones interminables”. La his-
toria se volvía un problema dentro de la experiencia poética porque era au-
sentada mediante la praxis escritural de Paz. La crítica del filósofo argentino,
en este aspecto, era que la eternidadera “lo opuesto a la historia, a la
posibilidad de cambiar, y de cambiar con los otros”. Sin historia, continuaba
García Canclini, “no hay pasado ni porvenir; sólo existe el presente puro”.
La supuesta armonía entre el yo y su mundo creado mediante la pala-
bra, inventado por la palabra del poeta soberano, sostenía el filósofo argen-
tino, sufría un tipo de dislocamiento ante la “terca evidencia de los demás
(García Canclini, 1972b: 261). Esto conmovía al poeta de Paz, lo afligía, por-
que implicaba una serie de rupturas que se conjugaban con su relación con
la otredad. Por un lado, la producción de lo humano por la mediación de lo
imaginario, de la elaboración simbólica, distanciaba a la producción poética
del mundo del trabajo. En Blanco, Paz sostiene: Hablar/mientras los otros
trabajan/es pulir huesos”. Esto, sostenía Gara Canclini, era una fuente de
culpabilidad para el poeta (264). Complementariamente, otro de los dislo-
camientos producidos por el surgimiento del mundo, de “los demás”, le
devolvía al poeta la potencia de lo contingente. La soberanía del poeta veía
desplegarse ante él, según García Canclini, que el lenguaje no bastaba para
“fijar lo real”: las cosas “siguen existiendo como un torbellino, negando con
sus mutaciones y movimientos la pretensión de atraparlos en conceptos
(265).
En términos cognitivos, en esa imposibilidad de que el lenguaje tota-
lizara a lo real, Octavio Paz dejaba entrever, en los términos de García Can-
clini, una escisión entre lo real y la irrealidad. Si bien la palabra del poeta era
real, cuando ingresaba en el torbellino de la historia cotidiana, su valor re-
lacional entraba en una serie desvanecimientos: “todo lo que nombramos
se transforma, todo lo que poseemos se escapa”. Es por ello que el poeta
antes que lanzarse a la realidad con pretensiones soberanas de poseer lo que
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sabe que se le escapará, que se desvanecerá y evaporará, debía asumir la
forma de esa fugacidad constitutiva. El problema que observaba García
Canclini, era que dentro de esa incertidumbre emergente en la experiencia
frente a la escisión entre lo real y la irrealidad, Paz sugería que el poeta se
afligía porque no dejaba de intentar aferrarse “a lo real, someterlo a la vista,
de atrapar las cosas en la mirada, en el concepto y el lenguaje”.
El problema respecto al modo de inscribir a la poesía en la trama de
lo social, según el filósofo argentino, era que en esa progresiva absolutiza-
ción del lenguaje, del poeta y del instante, los acontecimientos no se com-
prendían cabalmente en términos sincrónicos sino diacrónicamente. Sobre
ello García Canclini venía realizando una serie de reflexiones claves que son
productivas para situar aquí. En el artículo “El tiempo en Ricoeur: aconte-
cimiento y estructura”, planteaba la importancia de acentuar el aspecto crea-
dor del lenguaje. No pensarlo en términos “estructuralistas”, como inventario
estructurado sino antes bien como una operación estructurante: se trataba de pen-
sar sin sufrimientos ni abatimientos el fenómeno de la polisemia que se vol-
vía ininteligible sino se introducía, en términos relacionales y colectivos, la
dialéctica del signo y de su uso”, si no se tomaba “en cuenta la historia del uso
que adquiría la palabra y la enriquecía al acumular nuevas dimensiones de
sentido (1970: 56, el destacado nos pertenece). Los acontecimientos, dirá al
finalizar su estudio crítico de la obra de Paz, encontrarán su sentido en el
“trayecto de la historia”, por lo que lo original “no es el instante aislado”,
“desde la nada”, sino que al contrario, no hay experiencia absolutamente
fundadora porque siempre, afirmará, es resultado de una historia en tanto
que ella asume de un modo radical el pasado”. De todos modos, una lectura
apresurada podría pensar que García Canclini desconocía la potencia esti-
lística y estética de la obra poética de Paz. Por el contrario, su lectura invi-
taba a reinscribir a la poesía si se la pensaba “como el lenguaje de los ins-
tantes originales si se considera que esos instantes enlazan el pasado que los
produjo con el futuro hacia el cual van (1972b: 272).
La poesía, finalizaGarcía Canclini, era uno de los lenguajes de la
historia no porque narrara un proceso sino porque daba testimonio del
mundo que dejaba atrás, que la había hecho posible y del nuevo tiempo que
abría. Cuando la poesía se alejaba de ello y se agotaba en la celebración del
instante, no era otra cosa que una evasión mística de conciencias solitarias.
A modo de cierre
Entre la realidad y la irrealidad, en ese cruce, en ese pasaje, parecen situarse
algunos de los dilemas intelectuales que interpelaron a un conjunto de aca-
démicos, teóricos y críticos entre los que se encontraba García Canclini en-
tre finales de los años sesenta y principios de los setenta. Una pregunta que
se abre ante ello, es si acaso se puede pensar al menos hipotéticamente, que
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estos dilemas en torno a la dificultad de pensar los límites entre lo real y lo
irreal desde la literatura, la estética y la filosofía, pueden ser sintomáticos de
una sensibilidad intelectual conmovida por la experiencia de que algo se estaba
erosionando, moviendo, en rminos culturales y simbólicos en estrecho con-
tacto con procesos políticos que se estaban produciendo a escala local y
transnacional.
No pretendemos, por otro lado y en términos teórico-metodogi-
cos reducir ciertas transformaciones a una especie de contexto” que a
modo de telón de fondo operaron de forma inercial sobre las pcticas de
la vida cotidiana y aplicar un deductivismo menos interpretativo que causa-
lista. Decimos esto pensando que, en relación con lo planteado en el párrafo
anterior, se puede sostener que se conjugaron procesos de renovación y
actualización teórica, de invención y recreación intelectual, en diálogo con
los debates locales y aquellos otros provenientes de Europa y de América
Latina. Si bien este aspecto no fue profundizado en este artículo, conside-
ramos que seguir el itinerario intelectual de García Canclini permite trazar
un mapa de intercambios transnacional de las ideas: un profesor de filosoa
en la UNLP que se sitúa en los circuitos de circulación de las ideas entre La
Plata y Buenos Aires, entre una franja de jóvenes críticos y literatos distan-
ciados de las estructuras políticas de izquierda tradicionales; complementa-
riamente, ya desde muy joven participaba de las redes ecuménicas transna-
cionales mediante movimientos cristianos que le permitieron conocer Río
de Janeiro, São Paulo, como también realizar viajes formativos a distintos
puntos de Europa, como Italia y particularmente a Francia, donde cursaría
el doctorado bajo la dirección de Paul Ricoeur entre 1969 y 1970, impor-
tante referente intelectual del protestantismo europeo.
Entendemos que para el joven García Canclini, la literatura se con-
virtió por entonces en un objeto privilegiado para interrogar la relación en-
tre realidad y fantasía, entre humorismo e irrealidad. Consideramos que el
filósofo argentino leía en esta recurrencia temática una modalidad particular
en la que una serie de autores como Eduardo Wilde, Horacio Quiroga, Bor-
ges, Marechal, entre otros ya mencionados aquí, se enfrentaban con la reali-
dad, se alzaban estéticamente contra ella. En este aspecto, la fantasía, imaginar
nuevas relaciones no era otra cosa que la puesta en práctica de una discon-
formidad, de un cuestionamiento más o menos radical de la realidad. La
literatura, en esta trama de dimensiones convergentes, se volvía un acto de
insurrección permanente.
Pero era una insurrección con distintas posiciones: en Cortázar, me-
diante el humor y la fantasía, lo real se desrealizaba, la confianza tradicio-
nalmente atribuida al orden natural se volvía sospechosa. Cortázar, en la
clave dada por García Canclini, era un conspirador de la realidad porque aten-
taba contra ella mediante la proliferación de historias y monstruos que se
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entrecruzaban interpelando la impasividad del lector. Era una conspiración
que buscaba construir un vínculo con unos otros con quienes conspirar
conjuntamente. En el caso de Macedonio Fernández, en cambio, la realidad
y la fantasía corrían, según García Canclini, por vías paralelas. Esa nada que
erosionaba la plenitud del ser dicho en clave sartreana tendía a cuestionar
las clasificaciones ordinarias de lo cotidiano pero en una clave nihilista. No
se trataba de construir un orden nuevo, como en Cortázar, sino que s
bien se trataba, según el filósofo argentino, que la literatura macedoniana
proponía una instauración de la nada. Por último, la poesía de Paz repre-
sentaba una vocación de alcanzar una realidad que se alejaba a medida que
se la intentaba nombrar: el poeta de Paz, al salir de ese universo lingüístico
creado por sí y para sí, se veía cuestionado ante la presencia del otro: un
otro constituido de múltiples agentes, realidades y experiencias que amena-
zaban las seguridades del poeta que al buscar aferrarse a lo real, se veía ase-
diado por lo irreal, por el movimiento de la historia que a lo lido lo eva-
poraba, que a lo fenoménico lo desvanecía.
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