Premat, “El demonio bajo la escalera” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 15 / Diciembre 2023 / pp. 114-135 127 ISSN 2422-5932
es también el síntoma de una percepción, melancólica y muy actual, del
olvido como pérdida.
En los hechos, los objetos amados quedan fuera del camino que
conduce a un ideal, esa fantasía de totalidad, de una totalidad inalcanzable
o no operativa, pero fascinante, que en sí justifica los procedimientos
planteados. Si soñamos la estadística, como hubiese podido proponer
Gastón Bachelard, diríamos que la intención de movilizar 7000 novelas
para tal o cual análisis, más allá de la proeza técnica, revela un anhelo de
dominio demiúrgico sobre miles, decenas de miles, centenares de miles de
páginas, palabras, personajes, peripecias, autores, efectos, metáforas, luga-
res, emociones, letras, puntos, comas, comillas. Madame Bovary, Guerra y
paz, Moby Dick, tanto como el Quijote o En busca del tiempo perdido, ahora son
solo puntos minúsculos en un conjunto: la mirada del crítico anula su ca-
rácter monumental y desmonta su prepotencia simbólica. (Dicho esto,
resulta significativo que el diálogo, polémico, de Moretti con la historia
literaria se sitúa siempre en el terreno de la Gran literatura, o en ese siglo
XIX en el que se considera que hubo, sin discusión, Gran literatura. Re-
chaza sistemas de valor y jerarquías, abre inconmensurablemente el corpus
pero se queda en la periferia de las novelas magistrales y en la órbita, igno-
rada, de esos libros de referencia, sin defender la tradición anti arte, radi-
cal, heterogénea, que irrumpe más tarde en la historia occidental).
No se trata de entender, sino de presentir, de poner fantasmática-
mente en movimiento algo así como el hormigueo que Ts'ui Pen siente
alrededor suyo cuando analiza el libro infinito que es El jardín de senderos
que se bifurcan (Borges, 1974: 478). Porque si cada punto del gráfico equiva-
le a semejantes monstruos narrativos y estéticos, el conjunto dibujado re-
sulta vertiginoso. Georges Perec hablaba de una “ebriedad de la lista” en
cualquier empresa enciclopédica (Demanze, 2018: 16); habría también, una
ebriedad de la totalidad. Sin duda, en los protocolos de Moretti circula un
anhelo de este orden, el del poderío apenas vislumbrado, el de la contem-
plación repentina de un conjunto inconcebible (como lo son las galaxias,
como lo es el cosmos), el de la promesa de abarcar con la mirada una tota-
lidad que no es humana, un panóptico que integra simultánea y sintética-
mente todo el pasado, todo lo pasado. Sin embargo, a pesar de los inmen-
sos esfuerzos desplegados, no logra transformar ese viejo ensueño hu-
mano en sentido revelador y eficaz, es decir, en un modo de comprender
la literatura que no sólo sea nuevo o pertinente, sino que esté también a la
altura del grandioso imaginario que lo produjo y justificó. Siguiendo lectu-
ras clásicas al respecto, como la de Jean Starobinski sobre la totalidad
inoperante a la que tiende Robert Burton en La anatomía de la melancolía,
ese fracaso, inherente a los ímpetus hacia la totalidad, tiene también que