Molina, Sobre Álbum Puig de Rasic y Calvente Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 5 / diciembre 2018 / pp. 351-355 351 ISSN 2422-5932
ÁLBUM PUIG
DE MARÍA EUGENIA RASIC Y PAULA CALVENTE
BUENOS AIRES, MALISIA EDITORIAL, 2017
Cristian Molina
UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO / CONICET, ARGENTINA
Escribe e investiga literatura. Es doctor en Humanidades y Artes y Magister en Literatura argentina en la UNR, donde
se desempeña como profesor en Literatura Europea II. Es, además, Investigador Asistente de Conicet. Ha publicado los
libros: Machos de campo (2017), Sus bellos ojos que tanto odiaré (2017), Wachi book (2014),
Un pequeño mundo enfermo (2014), Relatos de mercado (2013), Blog (2012).
Contacto: molacris@yahoo.com.ar
RESEÑAS
Molina, Sobre Álbum Puig de Rasic y Calvente Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 5 / diciembre 2018 / pp. 351-355 352 ISSN 2422-5932
LA MOSTRA PUIG
La pregunta que abre Álbum Puig (2017), curado literariamente
por María Eugenia Rasic y visualmente por Paula Calvente es
"¿cómo mostrar un archivo?". No se trata, por ende, de las pre-
guntas más conocidas sobre la relación entre archivo y pulsión
archivante, ni sobre cómo producir archivo desde un punto de
vista particular. La cuestión apunta, no tanto a la generación de
un sentido con y desde el archivo, sino a cómo disponerlo, en
principio, para la vista, para devenir imagen y, en tanto que tal,
muestra, o mostración que se presenta a unx lectorx que es,
también, un cuerpo que percibe. En efecto, esa es la primera
sensación que, como lectorxs-visitantxs del libro tenemos: es-
tamos ante un objeto que con un mínimo de relato apenas
una propuesta, apenas una presentación, apenas unas líneas que
sitúan eso que tenemos enfrente funciona como un álbum de
fotos. Un archivo, entonces, que deviene álbum y que, en su
trayecto, miramos y curioseamos con la intensidad de esas viejas
colecciones de fotografías impresas que nos revelaban un pasa-
do. Pero también la intensidad de una vida que fulgura aurática,
mejor dicho, fantasmalmente en un umbral donde sigue siendo
sin ser en la sucesión de imágenes consteladas que la traen hasta
nosotrxs.
El libro, entonces, deviene álbum, y la lectura, visualiza-
ción, conjetura, percepción y apenas intuición de una o varias
lecturas posibles, hasta el punto tal de que requiere, por mo-
mentos, que lo demos vuelta para leerlo o mirarlo, o incluso,
acercarle una lupa para entender alguna grafía o palabra que se
torna, a primera vista, incomprensible. La apuesta, entiendo, es-
tá en la transmisión de una cierta "fuerza latente pujando por
salir"(11) a partir del contacto con los materiales. Así pensado,
el libro, desde "el derecho a la mirada y accesibilidad de docu-
mentos"(12), genera, entonces, la vibración monstruosa de una
vida que aparece en su desaparición. Desde los recuerdos narra-
dos en las primeras páginas de Mara y Carlos Puig, pasando por
los escritos en diversas lenguas (portugués, francés, inglés, ita-
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liano); por los dibujitos encima de textos mecanografiados; por
las antesalas o manuscritos de diversas novelas, guiones cinema-
tográficos, poemas, obras de teatro, cuentos; por las postales
de viajes (Nueva York, París, Italia, Río de Janeiro); las fotos
recortadas de revistas de Rita Hayworth, hasta publicidades y
programas de eventos literarios, intuimos allí deja ver sus ros-
tros, sus contornos, sus trazos, sus papelitos el monstruo Ma-
nuel Puig.
El Álbum se divide en dos grandes partes: "El cajón se
abre" y "Vitalidad", articuladas por un intermedio a todo color,
"El advenimiento". Entre una y otra se constelan diversos itine-
rarios y documentos: "La percepción de lo tangible", "La escri-
tura noctámbula", "La escritura cuerpo", "El cuerpo de la escri-
tura"; "Infancia, "Los años felices", "Aves que suenan" y "Rit-
mo". Esas etiquetas son misteriosas, por momentos, en relación
con sus muestras, pero, a veces, también se vuelven tan claras
que sorprenden con rostros extraños del propio Puig, como el
interés por monstruos (vampiros, zombies, mujeres panteras) que
lo hacen fabular historias. La muestra se vuelve escritura noc-
támbula monstruosa, para descubrir el rostro de un monstruo
que maneja los hilos de una historia o de una creación, casi de
la misma manera que el mencionado doctor Frankenstein mane-
ja a su creatura. Y así, la muestra deviene monstruosa monstruación
de un desconocido o, por lo menos, poco transitado y pensa-
do Monstruo Puig.
Otra obsesión de Puig se presenta en los estudios de ana-
tomía y medicina exhibidos en "La escritura del cuerpo", que lo
llevan a dibujar órganos, figuras humanas también a escribir-
los y que permiten comprender que la aparición de ese saber
en sus textos novelescos obedece a un estudio sistemático con
precisión clínica. Pero esa precisión que aparecerá en sus nove-
las, en las notas lo lleva a un fantaseo extremo que lo saca del
saber médico y ubica esa escritura en el terreno de una imagina-
ción desbordada. Por ejemplo, al margen de unas imágenes ana-
tómicas, Puig anota: "La alegría del cuerpo, la sensación de vida
en las células rojas dentro del músculo de las pantorrillas y los
jugos maravillosos dentro del pubis y el pelo amoroso y bosco-
so"(54). Esa anotación sobre descripciones de cortes anatómi-
cos externos, Puig la define como hitos del pensamiento que lo
han hecho llegar determinadas conclusiones. Y sin embargo, en
la página siguiente del álbum, vemos cómo dos fragmentos de
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El beso de la mujer araña y de Sangre de amor correspondido diagnos-
tican y hasta describen dolencias o patologías. Como si la mis-
ma escritura estuviera siempre saliendo de sí en los terrenos en
que se entromete. A la medicina anatómica la hace fantasear en
alegrías casi retóricas, literarias; y en la literatura hace diagnós-
ticos clínicos. Se impone como una escritura, entonces, que
siempre se corre de lo que se espera de ella en un determinado
saber o en una práctica.
Y, en otros momentos, emergen los rostros del Puig tea-
tral, del guionista, pero, en particular, en "Ritmo", del poeta. Ya
Mara y Carlos Puig nos habían anticipado que Manuel leía mu-
cha poesía, que cuando le presentó un trecho de su novela a
Carlos, este notó un lirismo del lenguaje difícil de explicitar. Pe-
ro lo que aparece en el álbum son los poemas de Manuel, esos
que están rigurosamente tachados, reescritos, a veces lorquia-
nos, con una fuerte cadencia española, otras veces, casi de un
coloquialismo noventoso. Ese rostro del monstruo escribe, por
ejemplo: "Me arrodillo a bendecir su sexo henchido. Henchi-
do./ Interrumpo la invocación" (138). En los poemas de Puig,
junto a esta faceta extremadamente corporal por momentos,
discurre otra cuasi amorosa, tierna, decepcionada y que remite
al imaginario del desencuentro, palabra que titula uno de esos
poemas. El amor como fuerza, entonces, sexual, pero también
afectiva, se impone en la muestra revelando en la poesía una di-
ferencia con el lenguaje llano de las novelas, pero al mismo
tiempo una articulación en esa especie de energía que siempre
se percibe en la escritura de Puig, un desborde que nos sacude y
nos lleva a un contacto indefinido con una afección potente.
Ahora bien, en ese poema también el monstruo deviene
mostra. Puig ha sido considerado en disidencia respecto de la
sexualidad como definitoria de la identidad total de una perso-
na, y también sobre la ghettificación de algunas militancias res-
pecto de esta. Pero en el álbum, anota hitos del pensamiento,
conclusiones fantasmales que discuten los saberes (psicológicos,
sociológicos y médicos) sobre la homosexualidad: "Comentando
este punto del razonamiento marcusiano, Althman agrega que
cuando la homosexualidad se vuelve exclusiva y establece sus
propias normas económicas dejando de apuntar críticamente a
las formas convencionales de los heterosexuales para en cambio
intentar una copia de estos, se vuelve una forma de represión
tan grande como la heterosexualidad exclusiva"(62). Y más ade-
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lante, en otro fragmento: "[si] tuviese un origen hormonal (la
homosexualidad) las hormonas segregadas por las glándulas
endócrinas se la podría curar mediante inyecciones que devol-
viesen al equilibrio endócrino"(62). A diferencia de cierta ima-
gen tibia que algún sector de la crítica ha querido elaborar de
Puig, lo que el Álbum muestra es una profunda ocupación y mi-
litancia de Manuel Puig por la cuestión homosexual, que lo lleva
no solo a tomar posición ante la represión heteronormativa en
las formas de vida homosexuales, sino, además, que desafía y
desmiente el saber médico como explicativo de la diferencia se-
xual. El que hace aparecer el Álbum es un Puig no meramente li-
terario ni escritor, sino también el preocupado por la causa ho-
mosexual, el Puig miembro fundador del Frente de Liberación
Homosexual. Esa imagen, la de la mostra Puig, adquiere una
consistencia en el Álbum que fulgura con intensidad.
Casi al mismo nivel que el Puig viajero, o el dibujante de
las páginas siguientes, la mostra Puig se impone en la lectura,
transmite su vibración propia en la constelación multifacética
de la vida que el Álbum exhibe. Y así, como en el poema de Car-
los Ríos que articula las dos partes del libro, cuando entramos
en contacto con este objeto dispuesto a la mostración, nos pre-
guntamos: "qué escritor eras/ cuando (en los papelitos) apare-
cían otras marcas, / diagramas, dibujos, escrituras enrevesadas
[...]/ esas imágenes / en su condición de animaciones/ rupes-
tres son/ las novelas por venir/ ¿eras/ un escritor / de imáge-
nes/voces?"(90-96). En esa pregunta de Ríos, que nos vuelve
desconocido al conocido autor de Boquitas pintadas o de La mujer
araña, entiendo, se cifra el gran acierto con que el Álbum, metó-
dicamente pensado en su mostración, nos permite seguir leyen-
do esa vida que fue y sigue siendo allí la mostra Puig.