Farro y De Mauro, “Máquinas de papel” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 9 ISSN 2422-5932
MÁQUINAS DE PAPEL Y LENGUAS
INDÍGENAS AMERICANAS. LOS ARCHIVOS DE
TRABAJO DE SAMUEL LAFONE QUEVEDO Y
BARTOLOMÉ MITRE
PAPER MACHINES & AMERINDIAN LANGUAGES.
ON BARTOLOMITRE AND SAMUEL LAFONE QUEVEDOS RESEARCH
ARCHIVES
Máximo Farro
Universidad Nacional de La Plata CONICET
Antropólogo, Doctor en Ciencias Naturales (Facultad de Ciencias Naturales y Museo-
Universidad Nacional de La Plata), investigador adjunto del CONICET y curador de colecciones en el Archivo
Histórico del Museo de La Plata. Sus temas de investigación se relacionan con la historia material de las ciencias
antropológicas en la Argentina (s. XIX y XX) a partir de las infraestructuras (colecciones, archivos, redes) y las
comunidades de práctica asociadas a ellas. Es autor del libro La formación del Museo de La Plata.
Coleccionistas, comerciantes, estudiosos y naturalistas viajeros a fines del siglo XIX (2019) y de numerosos
trabajos de la especialidad publicados en el país y en el ámbito internacional. Contacto: maximofarro@gmail.com
Sofía De Mauro
Universidad Nacional de Córdoba CONICET
Licenciada en Letras. Se encuentra realizando el Doctorado en Letras (FFyH, UNC) con financiamiento de
CONICET. Su tesis, dirigida por Máximo Farro y Romina Grana, estudia el Catálogo Razonado de la Sección
Lenguas Americanas de Bartolomé Mitre como corpus central para reflexionar acerca de los comienzos de la lingüística
indígena americana en la Argentina. Actualmente se desempeña también como Profesora Asistente del Seminario de
Variación Lingüística y de Lingüística I de la Escuela de Letras (FFyH, UNC). Contacto:
ssofiadem@gmail.com
Textualidades indígenas en el espacio latinoamericano:
lenguas, prácticas, documentalidad
DOSSIER
Farro y De Mauro, “Máquinas de papel” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 10 ISSN 2422-5932
Fecha de eno: 20/05/2019 Fecha de aceptación: 12/06/2019
Archivos
Documentación
lingüística
Tecnologías del papel
Materialidades
Lenguas indígenas
A partir del examen y sistematización de los manuscritos, notas de lectura y correspondencia que
forman sus archivos personales, en este trabajo se exponen las prácticas de documentación y estudio de
las lenguas indígenas llevadas a cabo por Samuel A. Lafone Quevedo (1835-1920) y Bartolomé
Mitre (1821-1906). Comúnmente asociados, el primero, al estudio de las lenguas del Noroeste y
Chaco y, el segundo, a la producción de un catálogo bibliográfico sobre las lenguas americanas, sus
papeles de trabajo inéditos muestran, sin embargo, el interés de ambos por otras lenguas entre las que
se destacan las de Fuegopatagonia. Sostenemos que el análisis de estos archivos o máquinas de papel
entendidas como artefactos de registro y documentación de las lenguas indígenas permiten apreciar las
prácticas y operaciones eruditas para la elaboración de los datos, los métodos de trabajo, las redes de
cooperación, el papel desempeñado por actores invisibilizados como los escribientes y los consultantes
indígenas y las mediaciones materiales tanto en el acceso a la información etnográfico-lingüística como
en su posterior organización editorial.
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
Archives
Linguistic documentation
Paper technology
Materialities
Indigenous languages
In this paper we analyze the set of documentation and archival practices carried out by Samuel A.
Lafone Quevedo (1835-1920) and Bartolomé Mitre (1821-1906) in order to study Amerindian
indigenous languages. Although commonly associated the former to the study of Northwest and Chaco
area stocks and the latter to the crafting of a monumental bibliographic instrument on Amerindian
languages, their unpublished manuscripts, reading notes and correspondence shows nevertheless their
sustained interest in other stocks, such as those from Fuegopatagonia. Departing from these archives
or paper machines understood as indigenous languages’ recording artifacts, we briefly depict the
working methods involved in data-design, the role played by invisible actors such as clerks and
indigenous consultants and material mediations both in ethnographic and linguistic documentation
and its subsequent editorial organization.
ABSTRACT
Farro y De Mauro, “Máquinas de papel” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 11 ISSN 2422-5932
1. El archivo de investigación como
artefacto
En el transcurso de la última década, en el contexto de los
llamados procesos de convergencia digital, los archivos, junto con
los museos y las bibliotecas, han sido considerados como una
parte fundamental de la infraestructura epistémica que
subtendió la economía del conocimiento, y que tuvo su
momento de auge y expansión en Occidente durante el siglo
XIX. En efecto, en los campos de la historia de la ciencia, la
historia de las humanidades y la nueva historia del
conocimiento, esos tres espacios del saber son definidos como
una infraestructura o hardware de almacenamiento,
procesamiento, producción y circulación de datos (Ernst, 2012:
37-54, 193-204; Ernst, 2017). Este enfoque, animado por el
desarrollo actual del estudio de los sistemas de información, la
media archaeology y las llamadas humanidades digitales, puso en
evidencia los rasgos comunes subyacentes entre estas
instituciones de memoria. Al trabajar desde la dimensión material,
las prácticas y la idea de conocimiento como proceso se
problematiza y discute la imagen consolidada desde mediados
del siglo XIX que colocaba una división estricta en el mundo de
las ciencias. Por un lado, las ciencias de la memoria (humanidades)
de sensibilidad profundamente histórica, que se llevaban a cabo
en las bibliotecas y archivos, en contraposición a las ciencias
naturales, de perspectiva atemporal, desempeñadas en los
laboratorios, museos y observatorios. Es a partir del estudio de
la formación y uso de los repositorios, las colecciones, el
registro de observaciones, las formas de organización y manejo
de la información y la elaboración de los datos, en que distintas
disciplinas, desde la geología a la lingüística, han comenzado a
entenderse como tradicionalmente se consideró a la Historia:
esto es, como ciencias del archivo (Daston, 2017: 1-16, 329-332).
En esa misma línea, trabajos recientes ligados al estudio
del orden material del conocimiento y a la antropología de los
saberes han enfatizado en la centralidad de los archivos, en sus
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diversos soportes, a la hora de historiar el desarrollo de las
ciencias y las humanidades (Jacob, 2014; Waquet, 2015: 31-63).
Trascendiendo la concepción metafórica que concibe al
Archivo en sentido coercitivo, como la grilla que regula lo
que puede ser enunciado (Foucault), o asociado a la búsqueda
psicoanalítica de los orígenes y el mando patriarcal (Derrida),
estos estudios se focalizan en los archivos de investigación
como institución empírica producto de la aplicación de tecnologías
intelectuales específicas. Para Aleida Assmann el archivo es una
institución de la memoria cultural ligada a la función cultural
del almacenamiento material de la información pasible de ser
utilizada en algún momento por la comunidad de especialistas
(2006: 220-1). Desde esta concepción atenta a su devenir
material, el archivo,
1
entonces, no es ya instrumento de una
memoria política [dimensión activa] de la administración y de la
organización económica del gobierno o del poder, sino un
testigo histórico del pasado, o depósito externo de
información y conocimiento que no es de uso inmediato, ligado
a la memoria archivística [dimensión pasiva de la preservación]
(Assmann, 2008).
En otro orden de cosas, al no asumir a priori la
transparencia medial del archivo como mero espacio de
representación exclusivamente textual estos autores se
distancian también de las concepciones y usos tradicionales de
la archivística y de la historiografía. Partiendo de la idea de la
producción de conocimiento como proceso, el estudio de los
archivos de investigación o archivos de trabajo se basa en la
reconstrucción de las prácticas de trabajo inferidas a partir de
indicios contenidos en el sustrato papel entendido en su
dimensión tecnológica y material; esto es, en su carácter
instrumental en los procesos de extracción, compilación y
comparación de la información y de los datos (Heesen, 2005;
Gardey, 2012; Gitelman, 2014: 1-20). En tanto resto o huella
producto del desarrollo de un conjunto de operaciones, el
archivo de trabajo se constituye así en un producto cultural
complejo, un artefacto resultado de la sedimentación de prácticas
distribuidas, desarrolladas en el pasado por actores diversos en
1
Para Assmann si, de acuerdo a la citada declaración de Foucault, el archivo es “la ley que determina lo
que puede decirse” desde la perspectiva que resalta el carácter material, concreto e instrumental esa
declaración podría ser reformulada de la manera siguiente: “El archivo es la base de lo que puede ser
dicho en el futuro sobre el presente cuando este se haya convertido en pasado” (2008: 102).
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espacios localizados (Bert, 2014, 2017; Lauvenier, 2015). En ese
sentido, la creación de conocimiento en estos ámbitos y su
circulación posterior no sería un proceso de carácter inmanente,
como nos sugiere la historia intelectual tradicional, sino que
estaría regulado por la contingencia de prácticas eruditas
cotidianas (inscripción, compilación, selección, extracción,
sistematización, borrado, archivado) cuyos productos se
difunden de mano en mano corporizados en manuscritos, fichas,
libros y correspondencia, mediatizados por actores diversos y
por infraestructuras de la comunicación y del transporte
(Secord, 2004).
El énfasis en la dimensión material y práctica del trabajo
erudito muestra también la heterogeneidad constitutiva de este
tipo de archivos formados por elementos que no se restringen a
lo textual. Por lo general, es la parte impresa de los archivos
personales la que suele concitar la atención, en especial el
corpus de manuscritos y correspondencia que se vincula con las
obras o producciones finalmente publicadas. Sin embargo, se
encuentran allí también materiales de otro orden que ilustran de
manera global el proceso de generación de conocimiento y las
prácticas vinculadas. Entre estos se destacan manuscritos
inéditos, libretas, cuadernos o carteras, notas sueltas, fichas
de cartón bibliográficas para la compilación crítica de datos,
recortes de periódicos con anotaciones, catálogos de librerías,
inventarios de archivos y/o colecciones consultadas o a
consultar, croquis, reproducciones fotográficas de materiales,
mapas o incluso colecciones de objetos. Estos materiales
tomados en su conjunto brindan, en principio, las condiciones
materiales de posibilidad para indagar históricamente en los
estilos de trabajo que refieren a diversas tradiciones eruditas o
de conocimiento tácito. Asociado a esto, ese corpus documental
permite apreciar proyectos o repertorios de ideas que formaron
parte de rutinas de trabajo cotidianas, pero que no se plasmaron
en toda su amplitud en publicaciones. Por último, esos
materiales hacen visibles las actividades desarrolladas por
actores habitualmente poco trabajados en la historia intelectual
clásica más centrada en la imagen del autor individual, como los
asistentes-escribientes, discípulos o, en el caso de la
antropología, de los consultantes.
Siguiendo estas ideas en este artículo analizamos las
prácticas de documentación, puesta en archivo y estudio de las
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lenguas indígenas americanas llevadas a cabo por Bartolomé
Mitre (1821-1906) y Samuel Lafone Quevedo (1835-1920) entre
el último tercio del siglo XIX y la primera década del XX. A
partir del examen general de estas dos máquinas de papel
(Krajewski, 2011) se establecen de manera somera sus agendas
de trabajo en el contexto del desarrollo de la etnografía
lingüística o filológica del siglo XIX y se describen los
repertorios de ideas utilizadas en la práctica cotidiana. Se
demuestra también el trabajo mancomunado realizado en torno
a problemas de investigación y de documentación de los que,
comparativamente, solo una parcialidad quedó plasmada en sus
obras publicadas en vida.
Comúnmente asociados, el primero, a la producción de
un catálogo bibliográfico sobre las lenguas indígenas americanas
y, el segundo, al estudio de las lenguas de Chaco; sus archivos
de trabajo muestran, sin embargo, el sostenido interés de ambos
por la documentación de las lenguas fuegopatagónicas a las que
denominan en sus manuscritos y correspondencia con las
categorías abarcadoras “Puelche o Pampa-Guenaken
(Günün a iajüch), Tehuelche (Aonek´ o ajen) o Fueguinas
(Selk´nam, Haush, Yagan y Alakaluf-Kawesqar). Hacia
mediados de la década de 1890, Lafone Quevedo comenzó a
documentarlas y a estudiarlas comparativamente para
fundamentar su esquema de clasificación general de las lenguas
indígenas de la América del Sur en base a la articulación de las
partículas pronominales. Por su parte, hacia 1898-1901, Mitre
estaba dedicado a la elaboración de una obra sobre la lengua
tehuelche, cuyas partes y materiales documentales que la
formarían aparecerán desmembrados, como fichas separadas, en
la edición post mortem que Luis María Torres hará del Catálogo
Razonado de Lenguas Americanas (1909-1911). Como se verá, estas
prácticas de complicación y de documentación etnográfico-
lingüística implicaron el establecimiento de redes de relaciones
que urdieron en su trama prácticas, objetos y actores que
habitaban en mundos sociales diversos, demostrada por la
participación de asistentes-escribientes y, en el caso de Lafone
Quevedo, por las entrevistas con consultantes indígenas para
contrastar diacrónicamente la información compilada de fuentes
históricas.
Nos interesa destacar, por otra parte, que si bien ambos
se abocaron al estudio de las lenguas y la lingüística americana,
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lo hicieron desde diferentes perspectivas relacionadas con sus
intereses, sus trayectorias previas y su formación personal.
Lafone Quevedo, con educación formal en filología clásica tuvo
una producción más prolífica y especializada, desarrolló
métodos de análisis propios y hasta sus últimos años actualizó
su esquema clasificatorio con los avances más novedosos, como
los estudios antropológicos de la terminología del parentesco. Si
bien Mitre también participó de debates y distintos
intercambios en el rculo americanista de la época, parece
haber tenido la doble función de nodo significativo en el
proceso de provisión y circulación de material documental y
bibliográfico de difícil acceso y de interlocutor de consulta
permanente con el aporte de ideas originales que no han
trascendido en la historiografía de la lingüística en la Argentina.
Otro punto en común se relaciona con sus trabajos
arqueológicos sobre Tiahuanaco y las localidades del Noroeste
de la Argentina, en la línea de la anticuaria del siglo XIX. Este
enfoque, junto con el marco etnográfico-filológico que
describiremos a continuación, en cierta forma influyó en la
concepción compartida de las lenguas indígenas americanas
como relicto material o monumento pasible de ser analizado al
modo de la arqueología clásica, en busca de las claves
clasificatorias de los grupos que las hablaron en el pasado
(Farro, 2014).
§2. La tradición de la etnografía lingüística en el siglo XIX
Los estudios sobre los grupos indígenas del territorio argentino
desarrollados por Lafone Quevedo y Mitre entre 1860 y 1920
pueden enmarcarse a grandes rasgos en lo que se conoció como
etnografía lingüística, una suerte de ciencia de las naciones
de carácter inductivo y de base filológica ligada en un principio
a los campos de la historia y la geografía (Vermeulen, 2015).
Esta línea global y comparativa de trabajo erudito se originó en
el transcurso del último tercio del siglo XVIII en Alemania y se
consolidó hacia mediados del siglo siguiente con la emergencia
de las ciencias antropológicas en sus distintas vertientes y
tradiciones (Turner, 2014). En ese contexto, las lenguas
constituyeron uno de los hilos de Ariadna el otro era el
concepto de raza que posibilitaban al estudioso internarse
en el laberinto de los grupos indígenas del pasado (Blanckaert,
2009). Desde el punto de vista de las prácticas de indagación,
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sobre la base de fuentes éditas e inéditas, fundamentalmente,
documentos históricos y datos lingüísticos colectados por
exploradores, funcionarios imperiales y misioneros, se
establecían en el gabinete clasificaciones etnográficas infiriendo
la implantación espacial de cada grupo, los etnónimos y los
sucesivos desplazamientos geográficos. Se buscaba, en primer
lugar, establecer de manera crítica si esos etnónimos eran los
que los grupos se asignaban a sí mismos, o si habían sido
impuestos por otros grupos o por los mismos cronistas que los
describían. En segundo lugar, identificar a partir de pruebas
históricas y lingüísticas los posibles procesos de mezcla y
aculturación entre grupos como producto del comercio, las
alianzas, la guerra y la conquista de territorios. Al depender de
fuentes escritas de índole diversa, estos esquemas de
clasificación etnográfica basados en las lenguas desarrollados
por Lafone Quevedo y Mitre implicaron en la práctica una
profundidad cronológica y un arco temporal preciso, que se
iniciaba en los años de la conquista de América y se extendía
hasta los tiempos contemporáneos (Lafone Quevedo, 1899;
Molina, 1957).
En efecto, un primer análisis global de sus archivos
personales permite apreciar la vinculación con esta tradición,
marcada por la centralidad de algunas herramientas generales de
comparación y cotejo utilizadas por ambos en el trabajo erudito
cotidiano. Entre éstas se destacan fundamentalmente el Catalogo
delle lingue conosciute (1784), del jesuita Lorenzo Hervás y
Panduro en su versión castellana publicada en Madrid (1800-
1805) y el Mithridathes, oder allgemeine Sprachenkunde mit dem Vater
Unser als Sprachprobe in bey nahe fünfhundert Sprachen und Mundarten
(1806-1817), de Johann Ch. Adelung y Johann S. Vater para
Mitre, ambas obras son un monumento a la lingüística
americana (1909: 132) y el Atlas ethnographique du globe (1826)
de Adrien Balbi que eran consideradas en la práctica como
vademécum con información básica sobre las lenguas, la ubicación
geográfica de los grupos que las hablaban y las versiones del
Padre Nuestro en cada una de ellas. Desde el punto de vista de
la clasificación etnográfica de los grupos de América del Sur se
observa la importancia de las obras Voyage dans lAmérique
méridionale (1834-1847) y LHomme américain (1839) del
naturalista viajero francés Alcide dOrbigny, producto de sus
viajes por Brasil, Argentina, Chile, Bolivia y Perú entre 1826 y
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1833. En esta última, se estableció por primera vez una
clasificación etnográfica de los grupos indígenas a partir de una
clave interpretativa que amalgamaba los datos corporales,
lingüísticos, estadísticos y de ubicación geográfica. Asimismo,
dOrbigny introdujo allí la noción de “encadenamiento
geográfico [enchaînement géographique] de las lenguas, acuñada
originalmente por el geógrafo Malte-Brun, que planteaba la
imposibilidad de establecer filiaciones entre dos pueblos a partir
de la relación de unas pocas palabras o incluso de las
estructuras gramaticales, a menos que hubiera posibilidades
constatables de contacto geográfico.
2
Mitre confeccionó un
cuaderno especial donde compiló la información extraída de
estas obras de dOrbigny en un cuadro de clasificación
etnográfica que contenía la ubicación geográfica exacta de cada
grupo, con el agregado de vocabularios comparados y notas
contrastivas extraídas de otros autores de su biblioteca.
3
En cuanto a la clasificación tipológica de las lenguas, no
podemos dejar de mencionar la influencia de la lingüística
norteamericana en los trabajos de Mitre y Lafone Quevedo, en
particular de la obra de Pierre E. Du Ponceau (1760-1844) y su
propuesta del polisintetismo como rasgo distintivo de las
lenguas indígenas del continente. Sobre este supuesto se basará
especialmente Mitre para la creación de algunas categorías de
análisis sobre las lenguas (De Mauro, 2018). Los trabajos de
Daniel Garrison Brinton (1837-1899) referidos a las
características generales de las lenguas americanas y en especial
su clasificación de los stocks de América del Sur serán
discutidos también de manera crítica en base a evidencias
documentales y bibliográficas sistematizadas por ambos (Lafone
Quevedo, 1893, 1899, 1909, 1912; Museo Mitre, tomo I, 1909:
24-26, 74-76, 104-107, 137-138). Este conjunto de obras y la
idea del eslabonamiento entre las lenguas inferida a partir de la
prueba histórica y geográfica vertebraron, en distinto grado y
con distinto alcance, las clasificaciones etnográficas realizadas
por ambos.
2
“Un savant géographe a dit avec raison : Dans l'étude philosophique de la structure des langues, l'analogie de
quelques racines n'acquiert de la valeur que lorsqu'on peut les enchaîner géographiquement. Nous sommes tout à fait
de son avis. Pour nous, le rapport de quelques mots, de ceux même que l'on considère comme radicaux,
ne peut, entre deux peuples, avoir d'importance et faire supposer des filiations, qu'autant qu'il y a
possibilité géographique” (Orbigny, 1839: 157).
3
“Cuaderno sobre etnografía lingüística, d’Orbigni (sic)”, Archivo del Museo Mitre, Fondo B. Mitre-
privado, Armario 8, documento nº 16225.
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Fig.1 Cuaderno titulado “Ethnografía-Lingüísica (d’Orbigni)” [sic] con el cuadro de
clasificación racial de las Naciones americanas y sus coordenadas geográficas.
Archivo del Museo Mitre
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2.1 Mitre y la documentación bibliográfica de las lenguas
indígenas americanas
Mitre constituye probablemente uno de los más acabados
representantes en el siglo XIX del erudito coleccionista, como lo
llamaba con ironía Vicente Fidel López en sus frecuentes
polémicas historiográficas o filológicas. Esto es, un tipo particular
de intelectual que ocupó un papel central en el desarrollo de los
estudios americanistas y en la creación de las historiografías
nacionales por medio de una febril actividad de búsqueda,
valoración, acopio y preservación de su acervo documental y
bibliográfico (Crespo, 2008). En contraposición a los numerosos
trabajos sobre su obra historiográfica, su actuación política, y su
condición de bibliófilo, sus estudios sobre etnografía lingüística
del continente americano no han sido analizados con similar
detalle y profundidad.
4
Mitre publicó en vida siete trabajos sobre
estos temas: El primer libro impreso en Sud América.
Anotaciones de un catálogo, publicado en la Revista del Río de
La Plata (1873); Arqueología Americana. Las Ruinas de Tiahuanaco
(1879); Ollantay. Estudio sobre el drama quechua en la Nueva
Revista de Buenos Aires (1881). En 1894 y 1895 se editaron en las
publicaciones del Museo de La Plata, Lenguas Americanas.
Estudio bibliográfico-lingüístico de las obras del P. Luis de
Valdivia sobre el Araucano y el Allentiak, con un vocabulario
razonado del Allentiak y Lenguas americanas. El Mixe y el Zoque. Un
año más tarde, se publican en La Biblioteca Orígenes de la
imprenta argentina y Lenguas Americanas. El tupy egipciano.
Como se puede apreciar estos últimos trabajos coinciden con el
momento de atenuación de su actuación en política, que se
prolongó hasta mediados de la década de 1890 (Míguez, 2018).
Su archivo de trabajo muestra que también dedicó a estos
temas sus afanes de coleccionista bibliógrafo, materializado en un
importante corpus manuscrito. En efecto, hacia 1860 comenzó a
trabajar en una obra que denominó Historia del descubrimiento,
conquista y fundación del Río de la Plata, inspirado en History of the
Conquest of Peru (1847) de William H. Prescott, que había editado
por entregas en el diario El Progreso durante su exilio en Santiago
de Chile. En el borrador con los apuntes del índice y los esquemas
de una posible introducción a ésta se puede apreciar que Mitre
concebía a la región del Río de la Plata como un territorio
4
En efecto, los trabajos sobre esta producción son de carácter muy general: rquez Miranda, 1956;
Rivet, 1957; David, 2013.
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sin historia, solo la geografía y la etnografía pueden aplicársele.
Poblaciones sin literatura, sin ciencias, sin artes, sin tradiciones,
sin religión, sin movimientos de ningún género, sin estabilidad
siquiera, no han dejado ni tienen más monumentos que su lengua
y la escrita en el suelo por la nomenclatura de los lugares, ilustra
la geografía (borrador citado en Molina, 1957: 357).
En sintonía con los postulados de la etnografía lingüística ya
mencionados, para Mitre la lengua era
el hilo conductor para determinar y agrupar las diferentes razas y
naciones, trayendo su clasificación a un sencillo sistema
etnográfico y geográfico ubicándolas en el terreno que ocupaban
al tiempo del descubrimiento (Molina, 1957: 357).
Si bien la escritura de esa obra será suspendida por sus actividades
políticas y militares, es en esos años cuando desarrolla distintas
estrategias para documentarse coleccionando materiales y
organizando dentro de su biblioteca una sección especial
compuesta por una serie de libros y transcripciones de
documentos de archivo referidos a las lenguas indígenas del
continente americano. Siguiendo el hilo de su Correspondencia
literaria, política e histórica (1912) y otros materiales inéditos, se
puede apreciar el papel desempeñado por las redes de
correspondencia con otros eruditos americanistas que compartían
el fervor bibliófilo por la obtención de obras de historia, geografía
y etnografía en el mercado internacional del libro americano. En
1864 comenzó a realizar encargos al médico y explorador francés
Víctor Martín de Moussy (1810-1869), para que adquiriera en París
obras como la del jesuita Jolis con observaciones etnográficas del
Chaco, así
como cualquier otro libro sobre lenguas americanas que se le
presentase, pues tengo empeño en aumentar mi colección sobre
estas importantes materias, que hoy comprende 28 lenguas
reducidas a gramática o diccionario, siendo como usted sabe la
mayor parte de las ediciones antiguas e impresas en América, lo
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que hace que tal vez sea una de las pocas que se encuentran el
mundo.
5
Realizó también compras de documentos referidos a los grupos
indígenas del Plata y sus vocabularios al napolitano Pedro de
Angelis (1784-1859), activo coleccionista, bibliógrafo y
comerciante de documentos. En esos años, Mitre también
comenzó a recibir los catálogos periódicos de la casa de librería y
casa anticuaria Trübner de Londres, editora también de la
Anthropological Review y Journal of the Anthropological Society, de los
que adquirió gran cantidad de obras de lingüística, con estudios y
compilaciones de artes, vocabularios y catecismos, como las de
Clements R. Markham, George E. Squier, Hyde Clake, William
Bollaert y Robert Ellis, entre otras. Hacia 1875 había reunido unas
doscientas obras de gramáticas y diccionarios de misioneros, en
primeras ediciones. En octubre de ese año, en una extensa carta
dirigida al estudioso chileno Diego Barros Arana (1830-1907),
Mitre hace mención de la elaboración de un catálogo general con
comentarios críticos:
6
Mi plan es metódico, según un sistema de clasificación que he
adoptado, teniendo en vista las materias que constituyen mi
colección de libros. La materia general es la historia, la geografía y
la etnografía. Las diversas secciones que lo forman se suceden y
encadenan en el orden de los estudios de un americanista, ya
geográfico, ya científicamente. (1912: 323).
Si bien su plan original era la catalogación de toda su Biblioteca
Americana, solo llegó a concentrarse en la Sección X de
Lingüística Americana, produciendo un corpus manuscrito
inacabado que no llega a publicar en vida. De cualquier manera,
cotejando el posible índice de su catálogo que comenta en esa
carta de 1875, con el índice borrador que se conserva en su
archivo producido hacia 1890 y con el que finalmente se publica
(véase Apéndice), puede apreciarse que hay una creciente
especialización en su trabajo. Esto lo identificamos con su interés
general por la historia de todo el continente americano, el estudio
5
Carta de B. Mitre a V.M. de Moussy, 30 de septiembre de 1864, en Museo Mitre (1912: 34-5).
6
La carta es publicada en la Revista Chilena con el siguiente título: “Algo sobre literatura americana”, en
el tomo IV, 1876.
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 22 ISSN 2422-5932
de la lingüística americana en general y de algunas lenguas en
particular que se plasmará en una obra integral dedicada
específicamente a ese tema.
Esta Sección lingüística de su biblioteca llegó a contener
algo más de seiscientas obras y fue organizada por Mitre en un
catálogo utilizando fichas de cartón bibliográficas, tarea en la que
fue asistido por un secretario escribiente, Serafín Livacich. Es
importante destacar aquí que el esquema de clasificación
proyectado por Mitre para confeccionar el catálogo era autónomo
con respecto al ordenamiento físico de las obras en los estantes
correspondientes a la mencionada sección, que seguían el
principio del ordenamiento alfabético. Más aún, para el
ordenamiento y clasificación de las obras en el Título IVº que es
la parte proporcionalmente más extensa [cf. Gráfico 1],
7
se puede
observar que Mitre adoptó como criterio de clasificación el
empleado por Hervás y Panduro en su Catálogo de las Lenguas. De
acuerdo con este esquema, comienza por las lenguas de la Tierra
del Fuego, hasta llegar a las hiperbóreas en el otro extremo del
continente (Farro, 2018).
Gráfico 1. Proporción temática de las obras sobre lingüística en la Sección X de la
Biblioteca Americana de Mitre, según el esquema por Títulos del Catálogo razonado.
7
Esa parte del Catálogo está dedicada a las “Lenguas americanas en particular, ó sea noticia
circunstanciada de sus gramáticas, diccionarios, vocabularios y tantos, con su clasificación y crítica por
orden geográfico y etnológico”.
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 23 ISSN 2422-5932
El corpus que da base a este instrumento está compuesto por más
de seiscientas fichas de archivo, que contienen descripciones
críticas de cada obra en su doble vertiente externa e interna o
material e histórica, como las denomina el propio Mitre. En el
primer caso, se trata de la información referida a la edición, el
formato, y datos complementarios sobre el autor y el año de
publicación; y en el segundo, de un estudio sobre el contenido
donde se pone de manifiesto su repertorio de lecturas, la discusión
de ideas sobre la lingüística y la etnografía. En ocasiones esas
fichas eran acompañadas por una suerte de dossier anexo que
compilaba información relacionada, en forma de recortes de
periódicos, correspondencia, anotaciones sueltas y juicios críticos
de otros autores. Como analizaremos más adelante a partir de un
ejemplo concreto, en estos materiales se encuentran indicios de un
proceso de investigación sobre las lenguas indígenas americanas
que trasciende la confección del instrumento de descripción
bibliográfica ligada al ámbito del coleccionismo.
Farro y De Mauro, “Máquinas de papel” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 24 ISSN 2422-5932
Fig.2 Fichas realizadas por Mitre, que contienen la
crítica externa e interna de cada obra. Archivo del
Museo Mitre
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 25 ISSN 2422-5932
Luego de su fallecimiento el 20 de enero de 1906, el Gobierno
Nacional adquirió su casa convirtiéndola por decreto en museo
nacional con el propósito de conservar la biblioteca, el archivo, los
objetos de uso personal que evocaban su actuación política, militar
e historiográfica (Blasco, 2016). En ese contexto conmemorativo
la institución realizó una serie de publicaciones entre las que se
destaca el Catálogo razonado de la sección lenguas americanas cuyo
primer tomo salió a la luz en 1909 en las vísperas del XVIIº
Congreso Internacional de Americanistas que se celebró en la
ciudad de Buenos Aires en 1910. La edición estuvo a cargo de Luis
María Torres (1878-1937), en ese momento jefe del Archivo de esa
institución y profesor de Etnografía en el Instituto del Museo de
La Plata, en base al corpus de fichas manuscritas y los borradores
sobre su organización dejados por Mitre. Si bien el Catálogo fue
considerado en su momento por el antropólogo francés Paul Rivet
como un auténtico tratado de lingüística (1957), esta dimensión
de la obra parece haber pasado desapercibida para la historiografía
de la disciplina. Puede que en ello haya influido el encuadre que el
editor le dio en la introducción donde, anticipándose a los juicios
críticos de los investigadores contemporáneos, señaló el celo
excesivamente documentalista y lo anticuado de algunos
postulados allí sostenidos:
Debido á ese deseo de ofrecer el mayor número de antecedentes
que acrediten sus clasificaciones lingüísticas, en los distintos
capítulos y sobre todo en el cuarto, se encuentran un número
mayor de exámenes que se refieren á producciones de la primera
época, y en cuanto á las de la nueva era de los últimos quince
años, constan muchas de las que á juicio general se consideran
fundamentales; á unas y otras debe el catalogador el haberse
especializado en estas materias y llegado á la claridad de concepto que
manifiesta en sus apreciaciones, extendiendo sus conocimientos desde
aquellas primeras enunciaciones en punto á las peculiaridades
morfológicas asignadas á cada idioma, hasta las más serias
interpretaciones modernas. Esos elementos de juicio podrán ser en
muchos casos innócuos para las tesis que se discuten actualmente por la
inoportunidad ó el atraso de las ideas desenvueltas, pero como
está fuera de discusión su constante empeño por ponerse al
alcance de los estudios nuevos, conviene que se tenga presente
esta forma de preparar sus conocimientos para cuando se piense
en formular un juicio sobre la obra (Torres, 1909: xxix, t.1, el
resaltado es nuestro).
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 26 ISSN 2422-5932
La lectura de las fichas críticas del catálogo junto con otros
materiales manuscritos de su archivo de trabajo muestra la
recepción y discusión de ideas y conceptos lingüísticos acuñados
en la primera mitad del siglo XIX que combina con lecturas
evolucionistas para establecer grados de desarrollo cultural en las
sociedades indígenas americanas en base a las características de las
lenguas. En sus propios textos sobre lingüística, siguiendo en
parte las tesis postuladas por Du Ponceau en 1819 Mitre sostiene
que todas las lenguas americanas son polisintéticas. Cuando Du
Ponceau plantea esto en su Report, estaba asentando a los estudios
americanistas sobre nuevas bases, ya que el objetivo de su
investigación no era indagar sobre los orígenes del hombre
americano, sino realizar una verdadera reflexión filosófica sobre el
carácter de estas lenguas (Swiggers, 1998). Además, se esforzó por
desechar los prejuicios muy comunes en la época acerca de estas
lenguasbárbaras. Según Mitre, luego de las obras de Hervás,
Adelung y Alexander y Wilhelm von Humboldt sus estudios son
los que más van a influenciar en el desarrollo de la lingüística
decimonónica (1909:113, t.1).
A lo largo de sus trabajos y en muchas de las entradas del
Catálogo, Mitre insiste acerca del método que algunos estudiosos
ponen en práctica y que para él resulta improcedente: la elección
del léxico por sobre la gramática para establecer filiaciones y
genealogías lingüísticas, debate que signó los estudios lingüísticos
de la época. Sobre este tema también intercambia opiniones con
Lafone Quevedo cuando conversan en reiteradas oportunidades
sobre la escuela latinista que se basa en las pruebas
etimológicas, frente a los estudios históricos que se concentran en
las gramáticas y se relaciona, a su vez, con el enfoque para sus
propias reflexiones sobre las lenguas que decanta en una categoría
de análisis que da en llamar ideología lingüística y que suele
aparecer en sus escritos también con los equivalentes de
ideología idiomática o filológica.
8
Y es precisamente en este
punto donde diverge de los postulados de Du Ponceau y se
aprecian las ideas evolucionistas que incorporó con la lectura de la
8
Sin duda en sintonía con las dos corrientes principales de la lingüística, ya distinguidas y enunciadas
por Du Ponceau como “etimológica” (la principal) e “ideológica”, esta última vinculada con
presupuestos psicológicos-tipológicos y marcada por visiones evolutivas ‘ideológicas” (Campbell,
1997). Si bien fue la menos reconocida en los manuales de historia de la lingüística posteriores, los
supuestos ideológicos de esta línea fueron utilizados por todos de alguna u otra forma (idem).
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 27 ISSN 2422-5932
obra de Herbert Spencer Principles of Sociology (1878), en su versión
francesa. Para Mitre, el carácter general de todas las lenguas
americanas, el polisintetismo, representa falta de economía y de
creatividad; se trata de lenguas inorgánicas. En síntesis, da
cuenta de la imposibilidad de evolución de las comunidades que
hablan esas lenguas, a diferencia del planteo de Du Ponceau sobre
este punto, para quien ese rasgo demuestra, por el contrario, el
espíritu filosófico de su estructura gramatical (Swiggers, 1998).
En palabras de Mitre, el eje central de sus trabajos era
estudiar la ideología lingüística para investigar cómo pensaban en
su lengua los que la hablaban para deducir de esto, su estructura
orgánica, su nivel intelectual.
9
Este concepto que Mitre utiliza
aparece por primera vez en su correspondencia inédita sobre estos
asuntos con Lafone Quevedo (ca.1892-1898) en relación a la
lengua Allentiac y, luego, en un artículo publicado sobre el mismo
tema. Allí se extiende:
Lo que más interesa en una lengua, para darse cuenta de su
estructura gramatical y del valor de su vocabulario, es encontrar
por inducción, los fenómenos intelectuales y morales que pasan
en la mente ó en el alma de los que la hablaban, á fin de conocer
cómo pensaban en ella, ó sea cómo por medio del mecanismo de
sus palabras simples ó compuestas, expresaban sus pensamientos
y sentimientos y su asociación de ideas.
¿Cómo pensaban los Huarpes en su lengua? Estudiando la
composición de algunas de sus frases, y descomponiendo sus
vocablos, se sorprende el modo cómo las formaban y la operación
mental que ellos traducían. (Mitre, 1894-5: 73-74)
En otro orden de cosas, se puede apreciar en estos intercambios la
manera en la que van creando conocimiento sobre las lenguas
indígenas de manera colectiva:
Si se recibiese a tiempo sus manuscritos sobre el Calepino
Allentiac, tal vez podría citar algunas de sus partes, en mi
Vocabulario analítico-concordante, que considero la parte más
útil de mi estudio, como complemento de lo que yo llamo la
9
Carta de Mitre a Lafone Quevedo, Buenos Aires, 3 de agosto de 1894. Archivo del Museo Mitre,
Fondo B. Mitre-privado, armario 8, caja 26, documento nº 13.094.
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 28 ISSN 2422-5932
ideología idiomática, o sea, ¿cómo pensaban los Huarpes en su
lengua? cuestión a que dedico un capítulo.
10
Vemos, en este caso, cómo Mitre compara ambos trabajos
dedicados al mismo tema y distingue sus intereses específicos;
complementarios, a la vez, de la tarea de Lafone Quevedo. Más
adelante, en otra carta del mismo mes, Mitre le confía entusiasta
“Me parece que vamos a resucitar esta lengua muerta, y que
nuestros trabajos han de llamar la atención de los filólogos
americanistas.
11
§2.2 Lafone Quevedo y el
Jardín de las Lenguas Argentinas
A pesar del interés compartido por la lingüística indígena
americana, se pueden observar diferencias en las líneas de
indagación y en los trabajos y proyectos de ambos estudiosos.
Estas diferencias estribaban en el tipo de formación intelectual, en
sus repertorios de lectura y en el grado de actualización
bibliográfica de cada uno en relación con los debates lingüísticos y
antropológicos contemporáneos.
Samuel Alexander Lafone Quevedo nace en Montevideo en
1835 en el seno de una próspera familia de comerciantes
británicos y peninsulares. Entre 1848 y 1853 estudió en la
Liverpool Collegiate Institution, una institución privada creada en
1843 para la formación de los hijos de las clases medias, que
combinaba la instrucción religiosa con la educación comercial. En
1854 fue admitido en el Saint Johns College, Cambridge
University, donde obtuvo los títulos de Bachelor of Arts (1858) y
Magister Artium (1863), con especialización en estudios clásicos.
Como se puede apreciar en los calendarios de esa universidad que
constan en su biblioteca, la formación abarcaba Filología, Historia
Antigua, Arqueología y Arte Clásico. La actividad central de los
estudiantes consistía en la realización de transcripciones y
traducciones en prosa y verso del griego y del latín al inglés (y
viceversa), de las obras de Platón, Aristóteles y Cicerón, las
10
Carta de Mitre a Lafone Quevedo, Buenos Aires, 19 de septiembre de 1894. Archivo del Museo
Mitre, Fondo B. Mitre-privado, armario 8, caja --, documento nº 13.096.
11
Carta de Mitre a Lafone Quevedo, Buenos Aires, 27 de septiembre de 1894. Archivo del Museo
Mitre, Fondo B. Mitre-privado, armario 8, caja --, documento nº 13.095.
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 29 ISSN 2422-5932
tragedias clásicas y pasajes de la Biblia.
12
Cabe destacar que estas
prácticas sistemáticas e intensivas de transcripción y traducción
constituían el núcleo del canon humanista que se había establecido
en Gran Bretaña durante la modernidad temprana y que se
mantuvo inalterable hasta principios del siglo XX (Grafton, 2015).
Lafone regresó al Río de la Plata en 1859 para hacerse cargo
de los negocios familiares ligados a la explotación minera del
cobre, plata y oro en el departamento de Andalgalá, en el oeste de
Catamarca. En sus ratos de ocio se dedicaba a la lectura de obras
referidas a la historia americana y, a la manera de los anticuarios
que había conocido durante sus años de formación en Cambridge,
recolectaba piezas de arqueología, visitaba antiguallas (ruinas),
compulsaba información en los archivos provinciales y recorría los
valles registrando testimonios y vocabularios de los habitantes
indígenas locales, con el objeto de estudiar los cambios históricos
ocurridos en la toponimia de Catamarca y el Tucumán (Farro,
2014). En esos archivos públicos y en los llamados archivillos de
familia compiló información que mostraba la diversidad de las
lenguas que habían quedado plasmadas sobre el territorio, en esas
otras ruinas o restos de la nomenclatura indígena, los nombres
de lugar, que en la tradición anticuaria británica eran entendidos
como mojones de la Historia, Etnología, Filología y muchas otras
ciencias más que estaban ligados a todos los actos de más
trascendencia en la vida social y política del hombre (Lafone
Quevedo, 1890: 140). Este interés por la toponimia se relacionaba
también con sus lecturas de los trabajos de etimología del filólogo
y lexicógrafo Walter William Skeat (1835-1912), profesor en
Cambridge, autor de An Etymological Dictionary of the English
Language (1879-1882), con quien intercambiaba correspondencia
sobre estos temas.
Hacia mediados de la década de 1880 comenzó a dedicarse
con sistematicidad al estudio histórico y comparado de las lenguas
indígenas de la Argentina con el objeto de establecer un cuadro
etnográfico que registrara la diversidad y el consiguiente proceso
de mezclas y préstamos léxico-gramaticales desde el siglo XVII a
los momentos contemporáneos. Para ello consideraba que había
que evitar lo que identificó como Panaraucanismo y
Panguaranismo, esto es, la tendencia seguida por varios autores
en la época, en base al estudio de obras de cronistas y viajeros, a
12
The Cambridge University General Almanack and Register, y The Cambridge University Calendar, años 1853,
1854, 1855 y 1869.
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 30 ISSN 2422-5932
adscribir toda nueva evidencia lingüística a esos dos grandes
grupos o estirpes (Lafone Quevedo, 1899). Su línea de
investigación se distanciaba asimismo de las discusiones
relacionadas con el problema del autoctonismo de los grupos del
continente americano sostenido, entre otros, por Brinton: mi
trabajo no se dedica á probar que una de mis razas fue indígena en
América. Yo me limito á tratar de probar que se advierten rastros
de ciertas mezclas lingüísticas y que donde hay mezcla, hay
elementos anteriores que los constituyen.
13
Si bien sus primeros estudios se centraron en las lenguas del
Noroeste con el estudio del cacán y sus relaciones con el quichua,
sus intereses comparativos y clasificatorios lo llevaron
progresivamente a documentar las lenguas de los grupos del
Chaco, la Pampa, Fuegopatagonia y el Alto Paraná, ampliando
luego ese marco espacial con el estudio de la relación entre estas
lenguas con las de toda América del Sur (Farro, 2013). En base a
las sistematizaciones de etimologías y los nombres de lugar
planteó la hipotética existencia de un tronco lingüístico primordial
que habrían tenido en común las lenguas quichua, cacana y
araucana.
14
El primer escollo que identificó para establecer, en base a
los materiales que compilaba, una clasificación de estas lenguas, de
sus gramáticas, vocabularios y las posibles relaciones entre ellas a
lo largo del tiempo, fue la inadecuación de los principios de la
filología clásica que había aprendido en las aulas en sus años de
estudiante:
Una cosa que debemos tener siempre presente: que muchas de las
reglas filológicas del Viejo Mundo no tienen aplicación aquí;
porque allí se trata de productos de las aulas, más o menos
artificiales, imposiciones de arriba abajo; mientras que en América
tenemos un producto de la naturaleza. Las lenguas se mezclan,
nacen, se desarrollan, desaparecen, se modifican de mil maneras,
correspondiendo en todo á la hibridación étnica, pero sin un
13
Carta de Lafone Quevedo a Francisco P. Moreno, Montevideo, 16 de marzo de 1888. Archivo del
Museo de la Patagonia.
14
De una cosa estoy convencido, que hubo una gran nación que hablaba un idioma cuyos restos en
mayor ó menor cantidad se encuentran tanto en el Araucano como en el Quichua, el Kakán y otros
idiomas análogos” Carta de Lafone Quevedo a Francisco P. Moreno, Montevideo, 6 de febrero de
1885. Archivo del Museo de la Patagonia, Bariloche.
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 31 ISSN 2422-5932
Latín, un Griego, un Sánscrito a que retrotraer los toscos
dialectos. (Lafone Quevedo, 1895: 43).
En Lafone Quevedo esta concepción objetual de las lenguas
indígenas como producto de la naturaleza que no se ajustan a los
cánones taxonómicos europeos se asociaba también a las
discusiones sobre los métodos de la filología clásica y aquellos de
la emergente ciencia del lenguaje o lingüística, preconizada
por Max Müller (1823-1900) y Abel Hovelacque (1843-1896). En
esos debates se recurría al uso de metáforas y analogías extraídas
de las ciencias naturales, en especial de la botánica, de nutrida
tradición en la filología (cf. Noordegraff, 1999), que Lafone había
incorporado en las clases del profesor John Stevens Henslow
(1796-1891) en el Saint Johns College
15
:
Resulta pues que donde cabe filología sufre la verdadera
lingüística, porque se trata de lenguas sometidas a un desarrollo
artificial, el de la literatura y de las aulas. Es por esto que no
opino con los señores Hovelacque y Max Müller cuando dicen
que en filología hemos pasado de la época de Lineo en botánica.
En mi concepto precisamente es donde estamos: las lenguas
literarias son flores de jardín y nos han conducido a
clasificaciones artificiales, buenas como resultado de la filología, o
sea de la parte histórica de esa ciencia, pero acaso insuficientes
para explicar el desarrollo de lenguas, que, como las americanas,
no han estado sometidas a la influencia de grandes centros
literarios (Lafone Quevedo, 1892a: 2).
De ese modo la filología, en tanto ciencia histórica, dependía de
los datos artificiales provistos por las fuentes literarias y la
evidencia documental, mientras que la ciencia del lenguaje
requería datos naturales para establecer sus principios obtenidos
del estudio de todas las lenguas conocidas en boca de los que aún
15
“I remember the late Professor Henslow warning us in his lectures against the “monsters” we were
going to see at a flower show, and surely literary dialects are “monsters”, whereas the science of
language should appeal to natural specimens untainted by the arts of schools and authors”. Lafone
Quevedo, Archivo Histórico del Museo de La Plata, manuscrito sin título, colección de manuscritos, n.°
34, folio.6. El presbítero anglicano Henslow, profesor de Botánica y Geología, había sido uno de los
mentores de Charles Darwin en Cambridge y quien lo puso en relación con el capitán Robert Fitz Roy
para que participara como naturalista del viaje del HMS Beagle. Véase
https://www.darwinproject.ac.uk/john-stevens-henslow.
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 32 ISSN 2422-5932
las hablan y las mamaron con la leche de sus madres (Lafone
Quevedo, 1892a: 2). En esta diferencia en los requerimientos
factuales estribaba para Lafone la disparidad de los avances entre
ambas disciplinas, disparidad que a su entender sería subsanada en
parte con el descubrimiento de un nuevo medio de registro, el
fonógrafo, que permitiría a la lingüística recoger datos
exactísimos con todos los misterios del más intrincado fonetismo
conservados ad perpetuam memoriam (ídem). Como se verá, esta
preocupación por el registro de datos lingüísticos en entrevistas
con consultantes para cotejar la información compilada de fuentes
históricas será un rasgo poco conocido y original de su trabajo,
que lo diferenciaba de estudiosos contemporáneos como Mitre o
Vicente Fidel López.
A partir del trabajo sostenido en el gabinete, Lafone creó un
método propio para el estudio lingüístico comparado de acuerdo
con las evidencias que iba colectando y compilando haciendo uso
de una tecnología del papel diseñada al efecto para la puesta en
archivo de la información. Con la ayuda de un escribiente-
asistente, Ramón Martínez, organizó en su estudio-biblioteca en
Catamarca una colección de fichas o papeletas, formando
cuadernillos de 18 por 24 centímetros, con transcripciones de
vocabularios donde se ordenaban alfabéticamente las entradas,
asentando la información en dos series: en una, colocaba los
vocablos en idioma indígena y en una columna contigua sus
equivalentes en castellano, y en otra, realizaba el orden inverso. Al
respecto señalaba que este método de trabajo tan puramente
mecánico suele aclarar más de cuatro misterios, facilita el
descubrimiento de las raíces, la forma de las partículas temáticas y
nos da pistas importantes para determinar la fonología y la
morbosidad de ciertos sonidos en cada lengua” (Lafone Quevedo,
1896: 134-135). Por lo general cada cuadernillo llevaba inscripto
en su margen superior una sigla, a veces abreviada, que refería el
idioma del que se trataba, junto con un número que refería el
orden sucesivo. Una vez finalizado el vocabulario de una lengua se
reunían todos los cuadernillos y se los almacenaba en carpetas, o
eran atados en paquetes con hilo sisal. Organizados de este modo,
los vocabularios y los manuscritos facilitaban tanto el trabajo de
transcripción (con la posibilidad de enmendar y/o adicionar nueva
información sin alterar el conjunto), como el trabajo de
comparación posterior entre las distintas lenguas.
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 33 ISSN 2422-5932
Fue en ese proceso recurrente de registro y experimentación
con las fichas de papel, en formato maniobrable y móvil que
facilitaba la comparación, donde Lafone pudo apreciar de manera
visual la importancia de un rasgo gramatical específico que estaba
asociado a una forma particular de aglutinación, como son las
partículas pronominales y sus formas de articulación tanto con los
verbos como con los nombres. A propósito de esto señalaba que
es costumbre entre los filólogos hablar de lenguas aglutinantes,
sintéticas y que sé yo; pero a mí más me llamó la atención la
manera y no el hecho de la aglutinación.
16
En su esquema
primigenio definió así dos gramáticas matrices: una formada por
el grupo Brasiliense o Atlántico, que se caracterizaba por
prefijar las partículas pronominales [ej. mi-libro] como en el
caso del guaraní, y otra formada por el grupo Andino o del
Pacífico, que colocaba estas partículas como sufijo [ej.libro-
mi(o)] como en el caso del quichua, el aymara y el araucano. Con
el correr del tiempo y la acumulación de nuevas evidencias
identificó entre estos grupos una tercera serie de lenguas y
codialectos de naciones a las que denominó grupo del medio,
que al hallarse encerradas entre la guaraní, que es prefijadora, y la
quichua, subfijadora se caracterizaban por valerse de las dos
clases de afijos pronominales de relación personal [ej. mi-libro-
yo]. De este tercer grupo eran ejemplo las naciones Guaycurúes
formadas por los mbayas, lenguas, payaguaes, abipones, mocovíes
y tobas. Asociados a este rasgo gramatical, estableció otros tres
indicadores diagnósticos fundamentales: el registro del vocablo
agua, de los vocablos utilizados para registrar las naturas de
cada sexo y la ya mencionada compilación de los nombres de
lugar.
16
Lafone Quevedo, 1892a: 2, el destacado es nuestro.
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Fig.3. Ficha comparativa del quichua, aymara, araucano y allentiak en base a
los esquemas de articulación de las partículas pronominales. Archivo
Histórico del Museo de La Plata.
Con el objeto de obtener nuevas evidencias diseñó sobre la base
de esto unas Instrucciones para los colectores de vocabularios
indígenas que distribuyó por correspondencia en una densa red de
corresponsales urdida al efecto (Lafone Quevedo, 1892b). Éstas
estaban destinadas, según consta en sus trabajos y en su
correspondencia, a todos aquellos que contemporáneamente
tenían contacto cotidiano con los grupos indígenas, como los
comandantes de frontera, funcionarios, misioneros, viajeros,
comerciantes o ingenieros dedicados a los estudios del ferrocarril
y el establecimiento de vías de comunicación navegables. De esta
suerte de etnografía epistolar articulada alrededor del nodo de
archivo y acumulación con sede en Catamarca, participó una red
de activos colaboradores en el campo entre los que se destacaron
los padres Doroteo Gianecchini, Ignacio Massei y Eliseo Molina
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(Colegio Franciscano de Tarija, Bolivia), Fray Mateo Venanzetti y
Zacarías Ducci (San Lorenzo, Corrientes); Fray Leandro Bianchi y
Joaquín Remedi (Convento de San Francisco, Salta); el misionero
anglicano Richard J. Hunt, el ingeniero italiano en ferrocarriles en
el Chaco Giovanni Pelleschi y el comerciante y pintor Guido
Boggiani, explorador en el Chaco Paraguayo (Farro, 2013).
Fig.4 Ficha comparativa las lenguas fueguinas y puelches en base a los
esquemas de articulación de las partículas pronominales y del vocablo
Agua. Archivo Histórico del Museo de La Plata.
Los manuscritos, datos y respuestas a sus instrucciones provistas
por estos colaboradores fueron instrumentales en el desarrollo de
sus esquemas clasificatorios y en la discusión crítica de la
evidencia presentada por autores contemporáneos que se basaban
con exclusividad en la prueba histórico-filológica extraída de
libros. En relación con esto último, señalemos que además de la
inadecuación de los esquemas filológicos concebidos en Europa y
la tendencia al Panguaranismo y al Panaraucanismo que ocultaba a
Farro y De Mauro, “Máquinas de papel” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 36 ISSN 2422-5932
su entender la diversidad de lenguas y dialectos, hacia comienzos
del siglo XX Lafone identificó un tercer obstáculo metodológico
para la comprensión diacrónica de la geografía de las lenguas de
América del Sur: la aplicación de los límites políticos que
fragmentaban las áreas étnico-lingüísticas pre-existentes a la
implantación de los modernos Estados nacionales. Como señaló
en su obra de síntesis Etnografía Argentina:
las demarcaciones de la geografía política de ninguna manera
sirven para deslindar los límites de las grandes familias étnicas;
éstas más bien responden a los ejes hidro-orográficos y sus
paralelismos. Los límites internacionales cortan ríos y montañas, y
así también separan tribus y naciones de una misma estirpe; se
impone pues la forma panamericana en todo estudio etnográfico,
porque para cumplir debidamente con el título que encabeza el
presente ha sido indispensable invadir étnica, si bien
pacíficamente los territorios de las repúblicas circunvecinas,
nuestras hermanas y coherederas en el vasto patrimonio de la raza
latino-americana (Lafone Quevedo, 1909: 177).
Esta observación, que ya había señalado en su crítica de 1893 a la
obra de Brinton The American Race (1891), se vio confirmada con
los trabajos posteriores de los etnógrafos alemanes en el Brasil
sobre los grupos nu-Arauacos, como los desarrollados por Paul
Ehrenreich (1905), quien en su clasificación etnográfica en base a
las lenguas enfatizaba en un marco más amplio, de carácter
panamericano, con límites entre grupos impuestos por los grandes
bloques orográficos y el sistema de ríos (Lafone Quevedo, 1893,
1899). En efecto, para Lafone (1908) también estos grandes
sistemas hidrográficos habían determinado la expansión y la
dirección migratoria de las naciones y tribus desde la región del
Caribe hacia el sur del continente y elaboró una clasificación de las
familias étnicas completando el esquema planteado por Ehrenreich
donde éste lo dejaba incompleto.
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Familia étnica
Región geográfica
Guaraní
propias del Río de la Plata, desde
su embocadura hasta las regiones
del Alto-Uruguay, Alto Paraná y
Alto Paraguay
Chaná, Guayaná
Chaquense Guaycurú
Chaquense no Guaycurú
Región del Chaco hasta dar con
los Chamacocos, Samucos,
Chanáes y Chiquitos
Mataco-Mataguaya
Pampa-Puelche
La Pampa, planicie Patagónica y
Tierra del Fuego (Onas)
Patagona
Diaguita Serrana o Cacana y
Tonocoté
Toda la provincia antigua del
Tucumán, desde los Chacos y
Pampas hasta dar con
Chiriguanos, Chibchas y
Araucanos
Araucana
Región Andina desde el desierto
de Atacama hasta la isla de Chiloé,
a ambos lados de la Cordillera de
los Andes, y a la Pampa nuestra
después de 1750.
Magallánica
Los archipiélagos Magallánicos,
desde Chiloé hasta el Cabo de
Hornos, todo lo que no es ni
Araucano ni Patagón Tehuelche,
etc.
Cuadro 1: Resumen étnico-geográfico sensu Lafone Quevedo 1908.
§3. El estudio y documentación de las lenguas
fuegopatagónicas
El análisis global de los archivos de trabajo de Lafone Quevedo y
Mitre muestra una faceta poco conocida de sus prácticas eruditas,
con una producción sostenida e inédita referida a la compilación y
estudio de las lenguas fuegopatagónicas, realizada de manera
conjunta y colaborativa a partir de mediados de la década de 1890.
De ello dan testimonio la correspondencia intercambiada y un
conjunto de materiales diversos compilados en cuadernos, libretas,
notas sueltas, esquemas en borrador, cuadros comparativos y
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 38 ISSN 2422-5932
transcripciones de materiales, en especial de gramáticas y
vocabularios.
Hacia 1888, en sus frecuentes viajes a Buenos Aires, Lafone
Quevedo visitaba regularmente la biblioteca y archivo de Mitre
para realizar transcripciones de documentos inéditos y de libros de
difícil acceso. Como consta en su diario íntimo y en la
correspondencia intercambiada con Moreno, director del Museo
de La Plata, ese mismo año comenzó a realizar entrevistas allí con
consultantes indígenas
17
para cotejar la información compilada de
fuentes documentales referida a las lenguas indígenas de la Pampa
y Fuegopatagonia:
Yo no veo las horas de tener una segunda entrevista con el Pampa
Ranquel. No tiene duda que chag es una forma dialéctica de pierna
en Araucano, y los pronombres plurales en la conjugación son
extremadamente sui generis. Vd. ve que todo esto es importante.
Ojala esté aún allí la mujer Tehuelche(16 de marzo de 1888).
Debo ante todo hablar con el Ranquel y el Tehuelche, lo demás
no importa tanto por ahora. En la semana entrante qué dos días
podría incomodarlo? (25 de abril de 1888?).
No me vi con Foyel, pero deseo que usted me le pregunte como
se dice Tu en Tehuelche. Musters lo da como Mu vel. Ma, no
tengo aquí el libro ni lo hallo en la Biblioteca Nacional. Vd. se
olvidó de ponerlo en su libro, pues allí solo encuentro el Ya, Yo.
(13 de mayo de 1888).
18
Entre 1896 y 1898 Lafone elaboró con papeletas a modo de
fichas-cuadernillo de 18 por 24 centímetros un instrumento
contrastivo Castellano-Tehuelche ordenado alfabéticamente
tomando como base en primer lugar el vocabulario Tsoneca
publicado por Francisco P. Moreno en 1879, y los vocabularios de
Antonio Pigafetta (1536), Antonio de Viedma (publicado en 1833
por Pedro de Angelis), Alcide dOrbigny (1839), Guillermo Cox
(1863), George Chaworth Musters (1871), Ramón Lista (1879-
1896) y el salesiano Domingo Milanesio (1898). Como en el caso
de los materiales de las lenguas del Chaco que editó en esos años,
17
Como consignó en la entrada de su “Diario íntimo” para el mes de Agosto de 1888: “Trabajo fuerte
con las lenguas chaquenses. Entrevisto a un indio toba [López] todos los jueves, comparando su toba
con el de hace 300 años. Observo apenas una pequeña diferencia” (en Márquez Miranda, 1958-9).
18
Cartas de Lafone Quevedo a F.P. Moreno, Archivo del Museo de la Patagonia.
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realizó también una versión invirtiendo el orden, Tsoneca-
Castellano.
Fig.5Vocabulario Castellano-Tehuelche de Lafone Quevedo, en
base al vocabulario de Moreno y al elicitado con el cacique Kankel
en 1896. Archivo Histórico del Museo de La Plata.
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Fig.6Vocabulario Tehuelche-Castellano de Lafone Quevedo, inverso del
anterior. Archivo Histórico del Museo de La Plata.
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 41 ISSN 2422-5932
A esta base le agregó unos cincuenta vocablos que no figuraban en
ninguna otra fuente conocida en la época, apuntados en una
entrevista realizada en el Museo de La Plata al cacique Canquel ó
Kankel en ocasión de una visita en junio de 1896 acompañado por
su primo hermano Tsawai José y Talwaik. Estas visitas al Museo
eran frecuentes ya que gran parte de la logística de la comisiones
de Límites se apoyó sobre la infraestructura y conocimiento local
indígenas provistos por Quilchamal, Sacamata y Kankel entre
otros caciques del Chubut y Santa Cruz. Esto incluía la gestión del
giro de remesas y la correspondencia, el almacenamiento y envío
de colecciones e instrumentos y la provisión de baqueanos y guías.
Según distintos testimonios, Kankel era considerado un
informante calificado ya que hablaba en español, tehuelche, inglés
y galés. En esa entrevista, Lafone trabajó en el registro diacrónico
de usos antiguos y modernos de algunos vocablos, haciendo
distinciones entre Tehuelche viejo/Tehuelche nuevo,
Tehuelche viejísimo/Tehuelche menos viejo/Tehuelche nuevo,
voz antigua o voz anticuada. En esa misma visita el encargado
de la Sección de Antropología, el holandés Herman F.C. ten Kate
(1858-1931) tomó mediciones antropométricas, una serie de
retratos fotográficos y registró por escrito la descripción del uso
del instrumento musical kolo ejecutado para la ocasión por
Talwaik.
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 42 ISSN 2422-5932
Figs. 7 y 8 Kankel y Talwaik, respectivamente. Retratos tomados por Herman
ten Kate en ocasión de una visita al Museo de La Plata en junio de 1896,
donde Lafone Quevedo elicitó un vocabulario Tehuelche. ©Archivo
Histórico del Museo de La Plata, negativos ARQ-002-015-0003 y ARQ-002-
013-0008.
De acuerdo al método que había esbozado, Lafone Quevedo
completó la nómina de los pronombres personales, registrando su
articulación con el verbo y con el nombre, los vocablos para las
partes o naturas de cada sexo, los nombres dados a algunos
animales y algunos elementos de la cultura material, entre otros. A
partir del análisis de las partículas pronominales, del vocablo
Agua y de la comparación de todos los vocabularios conocidos
hasta ese momento, concluyó que no había habido variaciones en
los grupos tehuelches desde el siglo XVI:
Los glosarios de Pigafetta y Biedma en su base están de acuerdo
con los modernos en lo principal, y Biedma apunta voces que
Farro y De Mauro, “Máquinas de papel” Revista de estudios literarios latinoamericanos
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tienen salida en los últimos. Quiere decir que Pigafetta y Biedma
hablaron con indios de la misma lengua y raza, y que los cambios
sufridos por aquellos no son tan considerables. Los Patagones
que halló Biedma en la Bahía de San Julián eran de la misma raza
y eran de la misma lengua que los Tehuelches que conocemos y
han descrito los viajeros desde esta al último medio siglo.
19
Por otro lado, la producción de este instrumento contrastivo se
enmarca en el estudio que Lafone había comenzado a realizar
hacia 1894 con sus primeras lecturas sistemáticas de la obra del
jesuita Thomas Falkner en relación con la debatida cuestión
querandí y la clasificación étnica y geográfica de este grupo. Si en
un principio sostuvo que era un grupo ligado a la estirpe chaco-
guaycurú en sintonía con la clasificación racial de Alcide
dOrbigny y con la hipótesis propuesta por Félix Outes (1897),
20
hacia comienzos de 1898 planteó un vínculo con la estirpe
pampa-genaken a partir de una pista léxica hallada por Benigno
T. Martínez. Se trataba del vocablo agua en Charrúa, yagüip, que
para Lafone era prueba suficiente de parentesco con la estirpe de
los puelches que incluían a todas las naciones (Chechehet,
Dihuihet y Taluhet), que llamaban al agua yaguep, yaguip o yagip. En
ese esquema los Puelches serían la estirpe que los descubridores
habrían denominado en las crónicas como querandíes.
21
Desarrolló
en detalle y con más evidencias estas ideas en un trabajo de
síntesis titulado La Raza Pampeana y la Raza Guaraní, que
presentó en el Primer Congreso Científico Panamericano (Lafone
Quevedo, 1900). También realizó en el Museo de La Plata la
elicitación de un vocabulario Puelche-Gennaken de boca de un
manzanero (Malvestitti y Orden, e.p.).
19
“Cuaderno con notas sobre lenguas indígenas”, Museo Mitre, Armario 8, Nº 16133.
20
A propósito de los Puelches, que para mí son una nación de los extinguidos Querandíes, le mandé á
Outes mi artículo sobre su nuevo folleto, encargándole se enseñe con Ud. para que lo publique en ‘La
Nación’. Yo también creí que los Querandíes, siendo como eran de la raza Pampeana de d’Orbigny,
debían pertenecer á la rama Guaycurú; más después he visto que las pruebas se inclinaban más bien al
Puelche-Patagon. Hay que estudiar á Falkner y Azara con atención. El artículo de este autor sobre los
Puelches es magistral.” Carta de Lafone Quevedo a Mitre, Pilciao, 11 de noviembre de 1898. Archivo
del Museo Mitre, Fondo B. Mitre-privado, Armario 8, documento nº 14449.
21
Está resultando que los Querandíes y los Charrúas son Puelche-Patagones (Genaken). Creo que Vd.
no se opondrá a esto. Se ha desenterrado la palabra que decía “agua” en Charrúa yagüip—!!!”. Carta
de Lafone Quevedo a F.P. Moreno, Catamarca, 20 de mayo de 1898. Archivo del Museo de la
Patagonia.
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Fig. 9 Vocabulario Castellano-Puelche-Guenaken de Lafone Quevedo ca. 1898,
elicitado con un consultante manzanero en el Museo de La Plata, y contrastado con
los vocabularios de Falkner, dOrbigny, Cox, Moreno y Milanesio. Archivo Histórico
del Museo de La Plata.
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Como deja ver la correspondencia entre ambos, este interés en las
lenguas fuegopatagónicas era compartido por Mitre. Como le
comentó Lafone en vísperas de una visita a su biblioteca:
Llevo un trabajo sobre los Indios Puelches-Tehuelches y sus
lenguas, que creo merecerían la aprobación de Ud. Algo es de
propia cosecha, pero reúno en un solo cuerpo todo lo que he
sabido hallar en los libros que he consultado de suerte que el
estudiante tendrá á la mano y en forma cómoda, datos que andan
dispersos en libros raros y caros. Cuando nos veamos hablaremos
sobre el asunto y, sobre los vocabularios de Pigafetta y Biedma,
valiosos y muy curiosos.
22
A lo que Mitre respondió:
El estudio que Vd. Piensa hacer sobre los indios Puelches y
Tehuelches es muy interesante y vendrá a llenar un vacío en la
lingüística condensando e ilustrando todo lo que se sabe sobre el
particular. Precisamente es este un trabajo de que vengo
ocupándome en este último tiempo, con motivo de completar mi
Catálogo razonado de lenguas americanas. Después de ocuparme
de las lenguas fueguinas había entrado al estudio del Puelche y
Tehuelche Patagónico y ahora esperaré la publicación de su
trabajo para contrastarlo. En una carta de Mr. Bridges escrita
poco antes de su fallecimiento, me decía enviarme una gramática
y vocabulario MS Tehuelche, pero este libro no ha llegado a mis
manos.
23
En ese momento Mitre se encontraba también compilando y
sistematizando materiales sobre las lenguas de Fuegopatagonia no
solo con el objeto de realizar fichas con comentarios críticos para
su Catálogo sino, hipotetizamos, para la redacción de una obra
sobre la lengua tehuelche y para la formación de un corpus
contrastivo referido a la lengua ona en su relación con las otras
lenguas documentadas en Tierra del Fuego. Como hemos sugerido
en otra parte, analizado en contraste con los materiales
22
Carta de Lafone Quevedo a Mitre, Pilciao, 11 de noviembre de 1898, Archivo del Museo Mitre,
Fondo B. Mitre-privado, Armario 8, documento nº 14449.
23
Carta de Mitre a Lafone Quevedo en respuesta a la anterior, sin fecha. Museo Mitre, Armario 8,
14449. Véase también carta de Thomas Bridges a Mitre, Cabo Corrientes, 28 de abril de 1898. Archivo
del Museo Mitre, Lenguas Americanas, caja 1-2-3.
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 46 ISSN 2422-5932
manuscritos que dieron origen a la obra finalmente publicada, el
Catálogo parece desbordar y trascender al mero instrumento de
gestión y crítica bibliográfica (Farro, 2018; De Mauro, e.p.). En
efecto, las tres cajas de materiales que han sobrevivido contienen
las huellas de operaciones de selección, organización y descarte
producto del proceso editorial llevado a cabo por Torres. Y en el
caso de las lenguas con las que comienza el Tomo I Títulos I
Fueguinas, II Tehuelche y III Araucano, es donde el carácter
autónomo que tienen en la obra publicada no es evidente en el
corpus de manuscritos que le sirvió de base. A diferencia de las
otras secciones donde se observa un alto grado de
correspondencia entre las fichas manuscritas y lo publicado, esos
materiales (papeletas, fichas, correspondencia, borradores, notas y
esquemas sueltos), están alojados en carpetas de papel cuyas
carátulas rezan Borradores sobre las lenguas de Tierra del Fuego
para no publicar, Fueguinas, fragmento para publicar y
Borradores de fichas y notas sobre el Tehuelche para no
publicar escritas en lápiz verde con la caligrafía del editor.
Algunos manuscritos de esas carpetas fueron publicados en el
Catálogo comoAdiciones al final de las secciones respectivas,
como en el caso de los Elementi di grammatica Iaghan, sistema
Ollendorf del botánico italiano Carlos Spegazzini y del
manuscrito The [Tehuelche] Grammar (Título I, Fueguinas,
pp.179-189 y Título II, Tehuelche, pp. 259-297, respectivamente).
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Fig.10 Carpeta con MSS de Mitre sobre la lengua Tehuelche con la
inscripción del editor: Esta parte comprende la Sección Patagónica y debe
estar a continuación de las lenguas de la Tierra del Fuego. L.M. Torres.
Archivo del Museo Mitre.
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En este punto, nos interesa destacar el papel desempeñado por las
redes de aprovisionamiento de materiales lingüísticos y datos
etnográficos de difícil acceso urdidas por Mitre para la confección
de sus obras y las relaciones de intercambio y cooperación que
estableció con Lafone Quevedo en lo referido a las lenguas
fuegopatagónicas. Esa gramática tsoneca o tehuelche había sido
confeccionada junto con un breve vocabulario entre 1859 y 1862
por el misionero anglicano Theophilus Schmid en travesías
realizadas entre Punta Arenas y Santa Cruz, de la que publicó una
versión previa en 1860 que se transformó en una rareza
bibliográfica muy buscada por los coleccionistas (Fernández
Garay, 2015). El reverendo Thomas Bridges, residente en Puerto
Harberton, Tierra del Fuego, conservaba una versión manuscrita
que prestó para copiar a Roberto Lehmann-Nitsche (1872-1938),
encargado de la Sección Antropología del Museo de La Plata, bajo
la condición de que entregara una copia a Mitre.
24
Este hizo
traducirla al castellano, elaboró un Vocabulario Tehuelche-
Español y Español-Tehuelche deducido de la Gramática, e hizo
un Bosquejo gramatical o extracto analítico de los más
sustancial que compendiaba lo referido a la fonética, el nombre,
los pronombres, los verbos, las conjunciones y preposiciones, los
adverbios y los numerales agregando comentarios comparativos
con otras lenguas americanas. (Museo Mitre 1909: 218-258, 298-
310). Por su parte Lafone Quevedo hizo una copia de esta
gramática en la Biblioteca de Mitre para su uso personal
comparativo en el gabinete, que complementará luego con la
transcripción de la versión publicada por Julius Platzmann en
Leipzig en 1903 utilizando el mismo formato de papel que
facilitaba el cotejo rápido en el gabinete.
25
Adjuntos a estos manuscritos se encuentran otros que
sugieren el borrador de una obra cuya carátula indica Lengua
Patagónica en lápiz y abajo la anotación Borrador en verde
realizada por el editor, y luego, una segunda carátula, con
caligrafía de Mitre titulada Lenguas Americanas. Lengua
Tehuelche, con idéntica disposición que las carátulas manuscritas
de sus obras publicadas sobre el Araucano y el Allentiac, o el Mije
y el Zoque. A esto le sigue un manuscrito que coincide en
contenido con la ficha número uno publicada en el Catálogo, con el
24
Carta de Thomas Bridges a Mitre, 14 de junio de 1898. Museo Mitre, Lenguas Americanas, caja 1-2-3.
25
Archivo Histórico del Museo de La Plata, Colección de manuscritos, carpeta Nº 42, “Lenguas
Patagónicas”.
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comentario a la obra de Pigafetta Voyage autor du monde sur lescadre
de Magellan pendant les anées 1519, 20, 21 et 22 (1800). A diferencia
de las otras fichas bibliográficas de su archivo, su contenido
trasciende la mera crítica interna ya que presenta allí un estudio
amplio con los antecedentes sobre esa lengua bajo los subtítulos
Descubrimiento del Tehuelche, Los Vocabularios Primitivos,
La Etnología y Lexicología Tehuelche de Falkner, y Los
modernos etnógrafos Tehuelches. Al observar el conjunto de
manuscritos se puede inferir que a este estudio introductorio
continuaría la mencionada gramática de Schmid en sus dos
versiones, el vocabulario deducido y el bosquejo gramatical
elaborados ambos por Mitre. Figura allí también un cuadro
comparativo de 23 vocablos armado en base a los vocabularios y
las clasificaciones etnográficas extraídos de las obras de dOrbigny
(Patagón y Puelche), Hale (Puelche-Pampa), Cox (Tehuelche del
Norte y Tehuelche del Sur), Moreno (Guenaken), Lafone Quevedo
(Puelche-Guenaken), Milanesio (Pampa) y Schmid (Tehuelche).
26
26
Los vocablos son Hombre, Mujer, Cabeza, Mejilla, Ojos, Oreja, Mano, Sol, Luna, Agua, Fuego,
Montaña, Arco, Flecha, Joven, Viejo, Yo, mi; El-Ella, Dame, Comer, Dormir, Yo quiero, Yo no quiero.
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 50 ISSN 2422-5932
Fig.11 Borrador de una obra titulada La Lengua Tehuelche. Archivo del
Museo Mitre.
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Fig.12 Numerales en Tehuelche compilados por Mitre, de las obras de
Musters, Viedma, Pigafetta, Lista y Moreno. Archivo del Museo Mitre.
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Todo este material perdió organicidad al ser publicado en el
Catálogo como fichas bibliográficas separadas, con la gramática
como adición al final. Asimismo, en otras secciones de su archivo
se encuentran materiales relacionados con la documentación y
escritura de este proyecto. Entre ellos se destaca, además del
mencionado cuaderno dOrbigny, un cuaderno rotulado por Mitre
en la carátula con la inscripción Genaken donde figuran,
entreveradas entre algunos poemas de su hijo Jorge Mitre, notas y
transcripciones de materiales lingüísticos que dan cuenta del
proceso de colaboración con Lafone Quevedo.
27
Allí se encuentra
la transcripción de manuscritos de este último sobre estas lenguas
y una comparación entre los esquemas de clasificación de los
grupos de Fuegopatagonia por él realizados con los de dOrbigny.
Mitre dio cuenta allí del proceso de copiado de los materiales
elicitados por Spegazzini (la mencionada gramática Yaghan y un
Vocabulario Ona, Yaghan y Alakaluf), y realizó también una
transcripción del vocabulario Puelche-Pampa recolectado en
Carmen de Patagones por el filólogo norteamericano Horatio Hale
(1846).
Por último, nos interesa señalar también la presencia de
documentación sobre los onas producida por Estaban Lucas
Bridges, hijo de Thomas, y enviada a Mitre en 1901 por Ubaldo de
Sivory. Almacenados bajo la carátula Fueguinas: fragmento para
publicar, se encuentra un manuscrito en el que Mitre inscribió el
títuloVocabulario y frases de la lengua de los Onas según el
alfabeto de Ellis y la fonética inglesa, acompañado por un sobre
adjunto conteniendo el Abecedario de Ellis arranged to suit the
Ona y un manuscrito titulado Ona legends, tales, etc.. Ese
vocabulario no fue publicado en el Catálogo por las dificultades
técnicas que implicaba desde el punto de vista tipográfico la
impresión del alfabeto Ellis.
28
Entre estos materiales se encuentra
correspondencia de Thomas en respuesta al pedido de
información sobre las lenguas indígenas de la Tierra del Fuego, de
las que Mitre realizó un extracto compendiando la información
27
Cuaderno con notas sobre lenguas indígenas”, Archivo del Museo Mitre, Fondo B. Mitre-privado,
Armario 8, documento Nº 16133.
28
En la imposibilidad de reproducir el tipo de imprenta de los caracteres del abecedario de Ellis,
reservamos para otra oportunidad la publicación de este nuevo material de comparación. Contamos,
también, con las equivalencias fonéticas del referido abecedario, para facilitar la consulta á los que se
interesen por el estudio del idioma de los Onas. (N. de la D.)” Museo Mitre, 1909:164. Este material ha
sido recientemente publicado reproduciendo la grafía de Ellis (véase Domínguez y Bascopé Julio, 2018:
609-662).
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etnográfico-lingüística sustancial. Otros papeles sueltos con
esquemas muestran el uso de esa información de manera
comparada con la referida a la lengua Tehuelche.
Fig.13 Cuaderno de poesías de Jorge M. Mitre, con la carátula
rotulada Guenaken, utilizado por Mitre para transcribir
vocabularios fuegopatagónicos. Archivo del Museo Mitre.
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4. Observaciones finales
El estudio de los archivos de trabajo en su dimensión herramental
o tecnológica tiene un doble interés para la historiografía referida
al estudio de las lenguas indígenas en la Argentina. Adaptando al
contexto local los planteos de Pierre Testenoire (2016), por un
lado, queremos destacar que desde el punto de vista documental
los materiales de archivo permiten establecer de qué modo su
inclusión en el análisis histórico modifica, amplía o cuestiona lo
que ya se conoce por la producción publicada de estos autores.
Por otro, desde una perspectiva procedimental, estos archivos de
investigación se transforman en el lugar privilegiado para la
observación histórica de los métodos de trabajo y de los procesos
de recepción de ideas y conceptos que por lo general no quedaron
plasmados en citas de autoridad en la producción publicada. Las
libretas, cuadernos, recortes de catálogos y periódicos, las
papeletas con apuntes y escritos laterales de Mitre y de Lafone
Quevedo muestran no solo conexiones con la tradición de la
etnografía lingüística del largo siglo XIX sino también el proceso
de recepción crítica de obras y de discusiones internacionales
contemporáneas. En este artículo mencionamos solo algunas de
ellas: la aplicación de las ideas generales sobre las lenguas
ingenas americanas de Du Ponceau, la revisión crítica de la
clasificación de las lenguas de Brinton, las discusiones referidas a
la distinción entre la filología y la moderna ciencia del lenguaje de
Abel Hovelacque y Max Müller, y la adaptación de los esquemas
desarrollados por antropólogos alemanes como Paul Ehrenreich a
comienzos del siglo XX, entre otros autores.
En tanto artefactos de registro y documentación de las
lenguas indígenas estas máquinas de papel muestran cómo las
prácticas materiales en torno al archivo iluminan el proceso de
creación de conocimiento antropológico basado en las lenguas.
Con ello pretendemos abonar de manera crítica las discusiones
acerca de los todos de trabajo en la elaboración de los datos, el
papel desempeñado por los asistentes, y las mediaciones tanto en
el acceso a la información lingüística como en su organización
editorial posterior, que influenció la recepción de las obras de
ambos. La dinámica del proceso de investigación descripto aquí
muestra agendas de trabajo que trascienden la mera compilación y
publicación de crítica de vocabularios y de rarezas documentales
halladas en archivos de difícil acceso propias de los que Rómulo
Carbia denominó como papelistas o “cazadores de
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documentos. En el caso de Mitre, las prácticas de investigación
que pueden ser inferidas de su archivo de trabajo rebasan a
nuestro entender los límites de la actividad bibliográfica o
catalogadora y muestran una faceta poco estudiada aún de su
producción intelectual. Nos interesa prestar especial atención a la
variedad de materiales con los que trabajaba y a la red de
colaboradores que forjó a lo largo del tiempo y que consolidó en
sus últimos años, en los que se dedica casi con exclusividad a los
estudios lingüísticos materializados en parte con la producción del
mencionado catálogo. Pero, sobre todo, nos resulta de relevancia
el hallazgo de estos espacios de investigación y de escritura que,
por distintos motivos, han sido abandonados o suspendidos. El
manuscrito de la obra Lenguas Americanas. Lengua Tehuelche
se impone así como el lugar de lo inacabado, pero también como
huella de su trabajo lingüístico: muestra los modos con los que
Mitre compila, recoge información, compara y enmienda a partir
de las noticias y datos que recibe de distintos colaboradores.
En relación con esto último, estos archivos ponen de
manifiesto también el proceso de creación colectiva de
conocimiento, por medio de la transmisión de información, la
puesta a disposición de libros, vocabularios y gramáticas de difícil
acceso, de lo que da muestra el trabajo mancomunado realizado
con Lafone Quevedo para completar y complementar sus
investigaciones. En el caso de este último, y a diferencia de Mitre,
se destaca en especial una faceta poco conocida en el trabajo
lingüístico de esa época como las entrevistas con consultantes
indígenas para comprobar diacrónicamente la permanencia o los
cambios en algunas estructuras gramaticales o en vocablos
seleccionados de valor clasificatorio desde el punto de vista
etnográfico. En líneas generales, la elaboración de su esquema de
clasificación de las lenguas de América del Sur implicó el
desarrollo de una metodología de trabajo propia en respuesta a la
inadecuación de los cánones y modelos de estudio desarrollados
en Europa para las lenguas de este continente. Esto se materializó
en la aplicación de una tecnología intelectual con fines
comparativos que facilitaba el cotejo entre los materiales
compilados. Por último, y trascendiendo el límite temático de este
artículo, queremos señalar que la exhumación y análisis general de
estos archivos ponen de manifiesto materiales etnográficos y
lingüísticos, en distintos soportes, sistematizados y elicitados en el
pasado que han permanecido entreverados y ocultos entre otros
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Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 56 ISSN 2422-5932
papeles de trabajo, en una suerte de estado de latencia.
Recontextualizados en ediciones críticas que trasciendan el aura de
los archivos que los conservan estos materiales pueden ser
potencialmente activados como insumo en los actuales procesos
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Farro y De Mauro, “Máquinas de papel” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 60 ISSN 2422-5932
Apéndice 1. Comparación entre los índices proyectados por Mitre y el publicado en el Catálogo
razonado (1909-1911).
Proyecto de Catálogo
General 1875
(carta de Mitre a Barros
Arana)
Fichas de archivo
manuscritas ca. 1890-1900,
Catálogo Razonado Sección
X (B. Mitre)
Plan del Catálogo y Primera
página del Catálogo
Obra publicada 1909-1911
(L. M. Torres, editor)
Introducción e Índice
Introducción: La formará la
Bibliografía americana, ó sea el
conocimiento de los libros que
van á estudiarse.
Sección 1°: América
anticolombiana, razas y
lenguas indígenas, geografía
física (aspecto del suelo,
botánica, estudios de
determinadas plantas y
cultivos americanos, etc.)
Sección 2°: descubrimiento de
América. Antecedentes
geográficos. Colón y
Vespucio. Escritores
primitivos del descubrimiento.
Poemas épicos sobre el
descubrimiento;
Sección 3°: América en
general, historia y geografía,
viajes y descubrimientos,
crónicas, etc.
Sección 4°: Río de la Plata en
general y particular, que
formará nueve ó diez
capítulos;
Sección 5°: América española,
subdividida geográficamente
por repúblicas;
Tít.
Bibliografía lingüística
americana, en que se da noticia
de los libros que tratan sobre
la materia
Bibliografía lingüística americana,
en la que se dan noticias de
los libros que tratan sobre la
materia
Bibliografía lingüística
americana
Bibliografía lingüística
americana
Tít.
IIº
Generalidades sobre lingüística
americana i conexas con su
filología
Las generalidades sobre lingüística
americana, conexa con su
filología
Generalidades sobre lingüística
americana y conexas con su
filología
Generalidades sobre
lingüística americana
Tít.
IIIº
Políglotas americanos
generales y parciales
Los políglotas americanos,
generales y parciales
Políglotas generales y parciales
de lenguas americanas
Políglotas generales y
parciales
Tít.
IVº
Lenguas americanas en
particular, ó sea noticia
circunstanciada de sus
gramáticas, diccionarios,
vocabularios y tantos, con su
clasificacion y crítica por orden
geográfico y etnológico
De las lenguas americanas en
particular, ó sea noticias
circunstanciadas de sus
gramáticas, diccionarios,
vocabularios y textos con su
clasificación y crítica por
orden geográfico y
etnológico
Catálogo general de
gramáticas, diccionarios,
vocabularios comparados y
parciales, y tantos en lenguas
De las lenguas americanas en
particular
Farro y De Mauro, “Máquinas de papel” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 61 ISSN 2422-5932
Sección 6°: América
portuguesa;
Sección 7°: América del
Norte;
Sección 8°: Cuestiones
americanas, en que las
cuestiones de límites forman el
fondo;
Sección 9°: España y América;
Sección 10°: Derecho general,
cedularias, códigos,
constituciones, colección de
tratados y obras especiales
sobre lo mismo;
Sección 11: Manuscritos sobre
le Río de la Plata en particular
y América en general, incluso
mi propio archivo histórico,
sección que comprenderá
varios capítulos que todavía no
he precisado;
Sección 12: Mapas y láminas,
sumando los primeros más de
1000 números.
indígenas de la América del
Sud y del norte con sus
dialectos, clasificados por
orden geografico y etnologico
Tít.
Americanismos en sus
relaciones con las lenguas
indígenas
Los americanismos, en sus
relaciones con las lenguas
indígenas
Americanismos en sus
relaciones con las lenguas
americanas
Correlativas: I en general, II
en particular
Tít.
VIº
Obras correlativas que lo
complementan
Las obras correlativas que la
complementan
Obras correlativas
Americanismos
Tít.
VIIº
Tablas analíticas por orden
alfabetico de los autores y
lenguas que comprende el
catálogo con las respectivas
concordancias
Tablas analíticas por orden
alfabético de los autores y lenguas
que comprende el catálogo, con
las respectivas concordancias
[no nombra el título VII]
Índice alfabético de autores y
lenguas
Farro y De Mauro, “Máquinas de papel” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 6 / Julio 2019 / pp. 9-62 62 ISSN 2422-5932
Apéndice 2. Ejemplos de algunos vocablos elicitados por Lafone Quevedo en una entrevista
con Kankel, Museo de La Plata, 1896.
Voces “anticuadas”
Verbos
Avestruz (Voz anticuada)_ Oi.
Guanaco_ Na. Tehuelche viejo. Ho, vel, Jó.
Agua en Tehuelche viejo_ Arrh.
Amigo_ Tenú. Forma ant. A’alkenke.
Uno_ Choche. Voz anticuada_ Hauken. (?)
Dos_ Hauk. Voz anticuada Haukay.
Palpar_ Yimolg (T. Viejo), Mauelsh (T. Nuevo).
No_ Uig, kóm; forma anticuada_ Huia.
Mujer_ Nacuna (T. Viejo).
Mujer_ Tsche.
Mi mujer_ Ya_t_shhé.
Tú mujer_ Mam_shhe.
Mujer Tehuelche viejísimo_ Nonoin.
Id. ménos viejo_ Nakon.
Id. nuevo_ Nomoin.
-Comprar_ Yo compro_ Yans_heesk
-Ir_ Huank.
Yo voy_ Ya huank.
Tú vas_ Mash huank.
El va_ Mus huank.
-Oler_ Jelsh.
Yo huelo_ Ya_helsh.
Tú hueles_ Ma_helsh.
El huele_ Mon-helsh.
-Vender_ Esh’k.
1 Vendo_ Yash_esh’k.
2 Vendes_ Mash_esh’k.
3 Vende_ Mol_esh’k.
-Venir_ Akot.
Yo vengo_ Ya akot.
Tu vienes_ Mash akot,
El viene_ Mus akot.
“Naturas” de cada sexo
Vulva_ Orsk.
Penis_ Nam.
Pecho:_Najj (de mujer). [Senos]