De Mauro Rucovsky, “Las marcas del genocidio” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 7 / Diciembre 2019 / pp. 163-189 166 ISSN 2422-5932
y de percepción de lo viviente, desde donde se hace visible que las
garantías de reproducción y supervivencia de la vida no están dadas
(Pérez Oroz, 2014: 34). Porque sabemos, que la precariedad se
conjuga (por principio) en precariedad femenina y esa es, la deriva
genocida que constituye al feminicidio: explotar la exposición y
entrega hacia los otros, exponer los cuerpos feminizados a la
violencia, el desamparo, el abandono y la desprotección de modo
selectivo e inducido, reducir toda persona a cuerpos-cadáveres-cosas,
aleccionar a través de la punición, restablecer un orden de cosas a
través del asesinato, decidir y gestionar sobre esa vida precaria.
Entonces, si la biopolítica incluye necesariamente una lógica
de muerte, su reverso constitutivo y complementario, la
tanatopolítica, una deriva genocida de la precariedad, atraviesa las lógicas
de la violencia en el presente latinoamericano y hace de la
destrucción de los cuerpos una de sus operaciones centrales.
La violencia feminicida que se alberga en los procesos de
precarización, esa violencia decíamos, es una política del cadáver pero
también es una política de la exposición corporal selectiva, un
ordenamiento político de los cuerpos feminizados. Y ese
ordenamiento se realiza sobre la base de una matriz normativa
fuertemente patriarcal. Precisamente, el reparto sensible de esa
vulnerabilidad corporal feminizada determina el grado de exposición
y entrega de acuerdo a códigos y normas masculinas
heteropatriarcales, mandatos y estereotipos de género heredados,
pero el grado de vulnerabilidad y exposición responde también a
Con el neologismo sintagmático de precariedad como gubernamentalidad pretendemos vincular la
racionalidad de gobierno neoliberal y precarizante (tácticas de las conductas, subjetividades, modos
precisos de protección-desprotección de poblaciones) con su dimensión gore en el ejercicio de la
violencia y la administración y gestión de la muerte. A diferencia de la biopolítica que es una de las
formas restringida de la gubernamentalidad, esta última alude a la racionalidad de gobierno que excede
al estado, esto es, el arte-táctica-estrategia de gobierno que son prácticas múltiples, plurales e
inmanentes (lo que incluye al narco, el crimen organizado, la mafia policial y militar cómplice, los
intereses y grupos económicos y empresariales, los asesinos seriales, los bandas de delincuencia, etc.),
asimismo las técnicas de gobierno de las conductas (subjetividades) y de las poblaciones, su forma de
saber que es la economía política (financiera y global) y su instrumento técnico esencial que es el
dispositivo de seguridad-inseguridad. A la fuente foucaultiana la leemos atravesada y en conjunción con
el término de precarización como gubernamentalidad de Isabell Lorey (2016) y de Capitalismo gore de Sayak
Valencia (2010). El primero permite recoger el trato productivo con lo incalculable, con lo
inconmensurable y lo no modularizable, con lo que se sustrae a un gobierno basado en la inseguridad y
además, remite al proceso de normalización de la precarización en los actuales regímenes neoliberales
(Lorey, 2016:29). Por Capitalismo Gore hacemos referencia, en las páginas siguientes, a la desmesura de la
violencia y la acumulación de poder en relación a los mandatos de género pero también vinculados a los
circuitos de la economía financiera neoliberal emplazados en la frontera norte de México