Gabriela Milone, “Materia fónica” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 7 / Diciembre 2019 / pp. 121-138 136 ISSN 2422-5932
la ficción por la teoría sino que por un cálculo común se sepa siempre en
viaje, en trance a Cratilia. Y así, la posibilidad que se presenta es la de no
condenarse al gesto que impone la clausura de la metafísica de la voz sino la
de predisponerse para gozar, como pedía Bachelard, muscular y
materialmente de la lengua; o como pedía Schaffer, liberar al lenguaje de su
muerte tipográfica para dejar disponible su materia fónica a la imaginación.
Una ficción fónica que piense la letra menos en su instrumentalidad que en
su estética y su poética no quisiera ser otra cosa.
Coda
Este trabajo, que se reconoce en proceso, busca ante todo disputar un saber
y un hacer imaginativo que se proyecte desde la discusión sobre la
materialidad lingüística (¿fonía?, ¿grafía?, ¿ambas?) hacia la potencialidad
crítica de sus figuraciones. Ante las categorizaciones delimitadas de las
diversas disciplinas especializadas, en este camino se proyectan f(r)icciones
de otros orígenes fabulados de lenguas,
otras filiaciones, otros órdenes
sensibles, otras circulaciones y afecciones fronterizas que se preguntan por
las implicancias de hacer pasar, como decíamos, la voz por la letra y
viceversa, el sonido por la grafía y viceversa, la ficción por la teoría y
viceversa, desarmando así las formas por exceso, por contagio, por
sustracción, por resistencia.
Algunas ideas sobre esta cuestión fueron expuestas en el “I Encuentro Internacional: derechos
lingüísticos como derechos humanos” (el evento que se realizó como “contra-congreso” del Congreso
de la Lengua española, CILE, realizado en Córdoba, Argentina, en marzo de 2019). Nuestra
intervención, titulada “Arquía fónica. La fabulación del origen de las lenguas”, se centró en las
propuestas de orígenes otros de la lengua en las teorías de J-P Brisset y E. Villamil da Rada. Por su parte,
Brisset (con su lógica otra del tiempo originario) sostenía que, en la misma línea de la imaginación
teórica darwiniana, si en el mundo del agua todo era silencio (o sonido sordo, boca cerrada), quienes
primero salen al aire y abren la boca, y con ello in-auguran el mundo sonoro, son las ranas. Nuestra
lengua es, antes que latina, anfibia. Por otro lado, Villamil da Rada, sostiene que al pie del Illampu, en su
ciudad natal, Sorata, se localiza el Edén y allí están las raícen del aymará, “ovario perenne de la lengua”.
Hay que buscar esas raíces, hacerlas brotar mediante las pruebas de lo que llama parecidos sonoros.
Compañero americano de Brisset, Villamil da Rada propone trabajar desde lo que llama irradiaciones
glosológicas del aymará a otras lenguas. Estas dos teorías del origen de las lenguas son presentadas por
ambos estudiosos como la Verdad de la que, si ellos lograran avanzar en sus investigaciones y alcanzar el
reconocimiento de sus pares, todos y todas sacaríamos provecho. Lo que sí podríamos decir hoy, antes
que descalificar estos estudios como locuras de la razón produciendo monstruos, como juegos
decimonónicos alimentados por la fiebre positivista, es que efectivamente disputan su parte de
verosimilitud en la ficción teórica del origen de las lenguas (esa “ficción” que evocamos anteriormente
con Benveniste y Barthes).