Entrevista a Sánchez Prado por Rosetti Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 6 / julio 2019 / pp. 291-298 295 ISSN 2422-5932
meros especiales de 1616. Anuario de literatura comparada y Journal
of World Literature, en los cuales diversos colegas del campo han
articulado la posibilidad de pensar la teoría de la literatura
mundial en relación con lo latinoamericano sin caer en los eu-
rocentrismos que criticaba mi volumen editado. En lo personal,
a lo largo de estos años (y como exploro en mi libro más recien-
te Strategic Occidentalism), que esa teoría falla frecuentemente con
respecto a la literatura latinoamericana porque los recuentos
teóricos, en su mayoría escritos en francés e inglés, relegan a la
literatura de nuestra región a roles unívocos y mal formulados,
que en general pueden ser resumidos como un entendimiento,
fuertemente basado en el Boom y el realismo mágico, de Lati-
noamérica como una región que desde lo específico y desde su
tradición intelectual produce una literatura inherentemente polí-
tica y emancipadora que lleva al modernismo (en el sentido an-
glosajón de High Modernism) a una vertiente ejemplar de crítica
al capital y al liberalismo moderno. Este recuento se encuentra
en una miríada de trabajos, incluyendo el libro de Moretti sobre
la épica o el muy reciente trabajo del colectivo Warwick sobre la
literatura mundial entendida como parte del desarrollo desigual
y combinado. Creo que si los estudios literarios latinoamerica-
nos vamos a dialogar con esta teorización, tenemos que revertir
los términos. En mi caso, propongo dos ideas –la literatura
mundial como praxis y la literatura mundial nacional– que ar-
gumentan que lo que llamamos “literatura mundial” no es un
objeto en sí, sino una serie de constelaciones cosmopolitas que
se piensan y se enuncian desde distintos campos literarios. Así,
existe una literatura mundial construida a partir de las traduc-
ciones de Sergio Pitol, quien crea una idea del cosmopolitismo
literario desde las tradiciones anglosajonas y eslavas, o una que
se arma desde el mercado del libro neoliberal derivado del rea-
lismo mágico. El punto es que la literatura mundial (o las litera-
turas mundiales si se quiere) son objetos móviles que nos ha-
blan de la manera en que las ideologías de lo cultural narran y
piensan sus siempre idiosincráticas y parciales visiones de lo
mundial. La idea, para mí al menos, es que la pregunta de la lite-
ratura mundial no debe ser basada ya en si la literatura latinoa-
mericana recibe atención de los centros metropolitanos, o si los
escritores latinoamericanos aspiran a esa atención. Más bien
creo que la literatura mundial, en todas las tradiciones latinoa-
mericanas, es algo que se ha pensado y ejercido desde los oríge-
nes mismos de los campos culturales como una práctica que