Bentivegna, “Presentación” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 6 / julio 2019 / pp. 1-8 3 ISSN 2422-5932
pública, como un espacio plurilingüe. En el espacio latinoame-
ricano, en el que las dos grandes lenguas mayoritarias ibéricas –
a las que, sobre todo en el área del Caribe, hay que sumar el
francés, el inglés, el neerlandés e, incluso, el danés– confluyen,
colindan y entran en conflicto con una amplia variedad de va-
riedades minorizadas, variedades híbridas o variedades migran-
tes, en muchos casos como preexistentes a la llegada europea al
continente y, en este sentido, como “autóctonas” o como “indí-
genas”.
Estos conceptos han sido, y todavía lo son, objeto de
disputas políticas y teóricas. Con todo, y más allá del término
con las que se las denomine, ha sido una reflexión sobre esas
variedades y sobre las prácticas de sentido asociadas con ellas lo
que ha permitido desplegar conceptos que hoy son puntos de
partida ineludibles en el pensamiento de este lado del mundo.
En el ámbito pedagógico, es importante considerar que concep-
tos hoy fundamentales como el de Educación Intercultural Bi-
lingüe están fuertemente ligados a la acción de colectivos políti-
cos que se reconocen a sí mismos como indígenas y que reivin-
dican el uso creativo de sus propias variedades no solo en ámbi-
tos familiares o privados, sino también y fundamentalmente, a
partir de su uso en el ámbito educativo, en el espacio público.
Se trata de movimiento que, en realidades nacionales del Cono
Sur como la argentina o la chilena, fueron adquiriendo mayor
visibilidad en las últimas décadas, pero que indudablemente es-
tán habitadas por memorias históricas de lucha y de reivindica-
ción mucho más antiguas que recorren todo el continente y que
en zonas como México o los Andes centrales (Ecuador, Perú,
Bolivia) han estado desde la constitución misma de los Estados
nacionales en el eje de las políticas sobre las lenguas.
Pensemos, por otro lado, en la importancia que la diver-
sidad lingüística americana tuvo para en el desarrollo de cues-
tiones que podemos denominar, en un sentido amplio, “teóri-
cas”. Sin ir más lejos, consideremos una noción clave para el
pensamiento latinoamericano, la de “transculturación”, que el
cubano Fernando Ortiz (1987) elabora en 1940 en el marco de
una reflexión atenta a la presencia lingüística africana en el cas-
tellano del caribe y que, años más tarde, Ángel Rama (1982) re-
toma en relación con una práctica discursiva fuertemente bilin-
güe, castellano-quechua, como la de José María Arguedas. Pen-
semos asimismo en la importancia de las variedades andinas pa-