Rasic, “A millones de años luz” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 8 / Julio 2020/ pp. 61-87 61 ISSN 2422-5932
A MILLONES DE AÑOS LUZ. LA
VUELTA DEL TIEMPO EN LA POESÍA
DE ERNESTO CARDENAL
MILLIONS OF LIGHT YEARS AWAY. THE RETURN OF TIME IN
THE POETRY OF ERNESTO CARDENAL
María Eugenia Rasic
Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales CONICET
Doctora en Letras por la Universidad Nacional de La Plata y becaria posdoctoral del Instituto
de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales-CONICET. Integrante de Proyectos de
Investigación Científica y Tecnológica (PICT) sobre archivos de escritores latinoamericanos y políticas de
lectura radicados en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de
La Plata. Docente de Literatura en Escuelas de Enseñanza Secundaria públicas de la Provincia de
Buenos Aires y docente tallerista en Extensión Universitaria (FaHCE-UNLP).
Contacto: mariaeugeniarasic@gmail.com
Ernesto Cardenal
DOSSIER
Rasic, “A millones de años luz” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 8 / Julio 2020/ pp. 61-87 62 ISSN 2422-5932
Fecha de envío: 25/05/2020 Fecha de aceptación: 06/07/2020
Astronomía
Ernesto Cardenal
Poetas cosmólogos
Tiempo
En este artículo se trazará un recorrido de lectura hacia la poesía de Ernesto Cardenal desde una
perspectiva astronómica. La misma permitirá leer cierta zona de su poesía junto con la de otros
autores que hasta entonces parecían alejados pero que, al mirar con los lentes de la astronomía,
pueden agruparse y producir, entre otros, el siguiente efecto de lectura crítica: la emergencia ante los
ojos de un sentido del tiempo histórico y su proceso revolucionario alternativo y coexistente con el de
la dialéctica materialista que participó fuertemente tanto en la serie de explosiones políticas y
culturales de los años sesenta y setenta latinoamericanos, como en sus resonancias posteriores. El
artículo se propone, de este modo, como una entrada por el cosmos al inconmensurable universo
poético del gran astro Ernesto Cardenal.
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
Astronomy
Cosmological poets
Ernesto Cardenal
Time
ABSTRACT
KEYWORDS
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Un encuentro con el astro Cardenal
Me encontré con la poesía de Ernesto Cardenal como quien mirando
el cielo de la noche se encuentra con un astro nuevo o con un
cometa pasar. Y es que efectivamente me encontré con ella luego de
observar varios años el mapa cosmológico Momento de simetría (1973)
del poeta argentino Arturo Carrera, con el cual me he iniciado en la
lectura de poesía y archivo, no sólo por contar con manuscritos de la
obra cedidos por el autor para su fotografía y análisis crítico, sino
también por ponerme a leer los procesos creativos que habitaban en
dichos documentos como la galaxia paralela o, en términos más
específicos de la crítica genética, como el otro del texto édito que se
hallaba a la espera de ser detectado (Lois, 2005).
También me ocurrió lo mismo con la obra de Severo Sarduy
con quien, a diferencia de Cardenal, el poeta argentino jugaba en su
mapa estelar a establecer un sistema de préstamos poéticos con el
escritor cubano y, para reforzar esa huella, lo nombraba
explícitamente en la contracara del mapa como referencia literaria:
he centrado mi atención sobre el Momento de simetría, punto
en que creí reunirme con Alejandra/ y las observaciones de
Severo Sarduy sobre la búsqueda del objeto parcial que reina
en todo barroco o neobarroco [],
1
la presencia del
suplemento, del derroche de los signos, de indicadores que,
según Sarduy, intervienen para constatar un fracaso: la
pérdida de ese objeto. (s/p).
No obstante, Cardenal no estaba en un primer momento de esa
simetría poética. Apareció después del astro Sarduy, cuando comencé
a ver por debajo, por detrás y por el costado de las evidencias
textuales y cuando comencé a establecer puntos de contacto que
hasta entonces no había explorado. ¿Qué unía a Arturo Carrera, a
Severo Sarduy y a Ernesto Cardenal en los años setenta y ochenta
que yo estaba leyendo, si hasta entonces la crítica literaria me había
1
Aquí, el autor manda al pie de página la siguiente referencia: “”Barroco y neobarroco”, por Severo
Sarduy, en América Latina en su Literatura, siglo XXI editores, México, 1972. Y también BIG BANG, por
Severo Sarduy, Fata Morgana, París, 1973 (ed. bilingüe). Libro, este último, que añadirá seguramente a
mis textos, más informaciones poéticas, cósmicas” (S/P). Estas referencias serán tocadas en este
artículo más adelante.
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arrojado datos concretos respecto del linaje que ha reunido a los dos
primeros en una tradición barroca de la poesía latinoamericana, muy
alejada de la tradición coloquialista o social (Echavarren, 2010), y a la
vez teológica (Derusha, 1993), en la cual la poesía de Cardenal ha
sido fuertemente vinculada? Si estos poetas, desde lugares,
momentos y estéticas particulares y diferentes, se encontraban
mirando hacia el cielo para escribir poesía es porque, en ese espacio
cosmológico, había algo. En este trabajo trataré de explorar si ese
algo es acaso una imagen del tiempo que, a diferencia del tiempo
cronológico lineal y progresivo con el que hasta entonces venía
mirando y ordenando la historia, se mueve dentro de la poesía con
otro ritmo y, de este modo, o bien hace estallar su sentido
teleológico o bien lo pone en suspensión en pos de uno cíclico y de
múltiples retornos. De esta manera, quisiera invitarlas e invitarlos a
leer a continuación una zona de la poesía de Ernesto Cardenal desde
una perspectiva cosmológica que, por un lado, al leerla junto con la
constelación Carrera-Sarduy como punto de partida, me permite
despegarla de las lecturas y agrupamientos críticos más habituales; y,
por otro lado, me permite mirar el tiempo histórico con los ojos y
telescopios de los poetas cosmólogos y considerar si las estrellas que
en ese espacio poéticopalpitan (Cardenal 1989) no tienen algo
para decir respecto a otros sentidos del tiempo, a otros sentidos,
también, del “proceso revolucionario. Les propongo, entonces,
transitar el inquieto recorrido de lectura que he trazado para poder
llegar a Cardenal desde otros caminos que hasta entonces parecían
inconexos.
Una entrada por la astronomía.
El mapa Momento de simetría de Arturo Carrera, publicado por
Sudamericana en 1973, surge, nos dice su autor en la contratapa de
lámina, de una contemplación y de una teoría cosmológica acerca de
los comienzos del universo. Pero a la vez, surge como homenaje a la
poeta viajera recién fallecida, y de algún modo, al ciclo de la
escritura después de la muerte: Esta figura es un homenaje a
Alejandra Pizarnik, la 'viajera fascinada', la 'blue straggler' de nuestro
Universo poético, surgió de la contemplación de un gráfico de Fred
Hoyle, de su conferencia sobre la cosmología del estado-estable, en
California (1964) (Carrera, 1973).
2
2
“Las coincidencias son infinitas y exigen explicación” o “es una obra planeada como dijo Fred
Hoyle” nos dice Ernesto Cardenal en su Canto cósmico de 1989. Esta cita evidencia por misma las
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Despliegue del mapa poético Momento de simetría de Arturo Carrera
Si bien no me detendré en esta instancia en el análisis particular
del mapa de Carrera, sino apenas en la referencia astronómica recién
señalada, la cual me permitirá demostrar mi encuentro con el astro
Cardenal. Es importante señalar que los envíos astronómicos
diagramados en este arculo también parten esencialmente de los
materiales creativos y de las operaciones lingüísticas llevadas a cabo
por los poetas. En este sentido, en las constelaciones poéticas que
habitan adentro del mapa Momento de simetría es posible detectar un
procedimiento de simulación constante entre código poético y
código cosmológico, como lo denomina inclusive su autor en la
contracara de la lámina, que invita a efectuar con mayor seguridad las
conexiones poéticas siguientes. Dicho procedimiento es visible no
sólo en el despliegue espacial y disperso de los textos, sino también
en la utilización de expresiones propias del discurso astronómico,
tales como polvo de estrellas, supernovas, enanas blancas,
etc., o en el agrupamiento concentrado de palabras que simulan ser
ante los ojos de quien mira acumulaciones estelares y, a la vez, de
conexiones que se irán armando en este artículo que, al no ser únicamente lineales, no están pensadas
desde una aparente intertextualidad, sino más bien desde otras lógicas de lectura.
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sentidos.
3
De este modo, mientras algunas lecturas críticas de la obra
poética de Carrera situaron a Momento de simetría en el llamado
estallido neobarroco y vieron en este mapa una suerte de analogía
poética respecto a la explosión cosmológica del Big Bang (Pacella,
2008), me interesaba explorar sobre esta teoría cosmológica del
Estado-Estable que el poeta menciona en el reverso blanco de la
lámina.
4
Así, consultando, entre otras fuentes, el libro Historia del
tiempo. Del Big Bang a los agujeros negros (2011) del científico Stephen
W. Hawking me encontré no sólo con una explicación técnica de las
teorías físicas y astronómicas que han intentado dar respuesta al gran
enigma del origen del universo, sino también con las historias de esas
teorías y sus batallas epistemológicas, a la vez políticas, por
predominar en el campo y constituirse como discurso hegemónico.
Así, el modelo del Big Bang caliente, nos explica Hawking, supone
que el universo se expande y, al hacerlo, toda materia o radiación
existente en él se enfría (Cuando el universo duplica su tamaño, su
temperatura se reduce a la mitad). A temperaturas muy altas, las
partículas que conforman el universo se estarían moviendo tan
rápido que podrían vencer cualquier atracción entre ellas debida a
fuerzas nucleares o electromagnéticas, pero a medida que se
produjese el enfriamiento se esperaría que las partículas se atrajesen
unas a otras para comenzar a agruparse juntas (Hawking, 171). De
este modo, se piensa que el universo tuvo un tamaño nulo y, por lo
tanto, que estuvo infinitamente caliente. Un segundo después de la
gran explosión, la temperatura habría descendido alrededor de
millones de grados, que es la temperatura del interior de las estrellas
más calientes. Lo interesante del caso es que esta explicación del
origen nos proporciona una imagen plana, uniforme y homogénea a
gran escala, aun teniendo irregularidades locales como estrellas y
3
La vinculación entre universo astronómico y universo poético en la poesía de Arturo Carrera no se
agota solamente en cuestiones formales, lingüísticas o de referencias científicas paratextuales. Tanto en
la versión édita del mapa Momento de simetría como en sus manuscritos es posible detectar un
comportamiento espacial y temporal de la escritura que tiene más que ver con un sentido de
circularidad y suspensión que más adelante este artículo desplegará que con el sentido teleológico con
el que solemos leer la historia. Para profundizar este aspecto en la poesía del autor y otros puntos de
contacto se sugiere la lectura del trabajo de investigación La poesía de Arturo Carrera: un archivo en obra
(Rasic, 2018), disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1654/te.1654.pdf
4
También en las lecturas críticas hechas sobre el mapa de Carrera aparecen los vínculos con la poesía
concreta de Haroldo de Campos y sus Galaxias escritas en los años sesenta y setenta o con las
mismísimas constelaciones mallarmeanas que anticipan, sin duda, las vanguardias y neovanguardias del
siglo XX (Aguilar, 2003). En este artículo interesará explorar otros recorridos de lectura; por lo tanto,
no se hará foco en estas referencias señaladas.
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galaxias. Sea como fuese, toda la historia de la ciencia ha consistido
en una comprensión gradual de que los hechos no ocurren de una
forma arbitraria, sino que reflejan un cierto orden subyacente, el cual
puede estar o no divinamente inspirado. Sería natural suponer que
este orden debería aplicarse no sólo a las leyes, sino también a las
condiciones en la frontera del espacio-tiempo que especificarían el
estado inicial del universo. Debería haber entonces algún principio
que escogiera un estado inicial y, por lo tanto, un modelo que
represente nuestro universo, y en lo posible, con una imagen del
orden de lo absoluto.
En esta búsqueda de modelos representativos surgieron como
variante del Big Bang un gran número de intentos para evitar la
conclusión de que había habido un Big Bang. La propuesta que
consiguió un apoyo más amplio fue la llamada teoría del Estado
Estacionario (Stady State), la cual es mencionada por el poeta
Arturo Carrera, como ya he señalado anteriormente, en el reverso de
Momento de Simetría. Hawking nos cuenta que esta teoría fue sugerida,
en 1948, por dos refugiados de la Austria ocupada por los nazis,
Hermann Bondi y Thomas Gold, junto con un británico, Fred Hoyle,
que había trabajado con ellos durante la guerra en el desarrollo del
radar. La idea era que conforme las galaxias se iban alejando unas de
otras, nuevas galaxias se formaban continuamente en las regiones
intergalácticas, a partir de materia nueva que era creada en forma
continua. El universo parecería, así pues, aproximadamente el mismo
en todo tiempo y en todo punto del espacio. Según nos cuenta
Hawking esta era una buena teoría científica, en tanto era simple y
realizaba predicciones concretas que podrían ser comprobadas por la
observación (81-82).
Más allá de las explicaciones técnicas sobre estos modelos y
sus propias contradicciones teóricas, Hawkimg nos arroja un dato
histórico revelador. En el año 1981se llevó a cabo una conferencia
sobre cosmología, organizada por los jesuitas en el Vaticano. La
Iglesia calica, nos dice Hawking, había cometido un grave error
con Galileo, quien había sido obligado a declarar que el Sol se movía
alrededor de la Tierra. Por ello mismo, siglos después se había
decidido invitar a un grupo de expertos para que los asesorasen
sobre cosmología. Pero el autor nos cuenta que al final de la
conferencia les concedió una audiencia el Papa, quien les dice que
estaba bien estudiar la evolución del universo después del Big Bang,
pero que no debían indagar en el Big Bang mismo, porque se trataba
del momento de la Creación y, por lo tanto, de la obra de Dios.
Hawking recuerda entonces en el libro haberse alegrado en ese
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momento de que el pontífice no conociese el tema de la charla que él
acababa de dar en la conferencia: la posibilidad de que el espacio-
tiempo fuera finito pero no tuviese frontera, lo que significaría que
no hubo ni principio ni momento de la Creación. La mecánica
cuántica, nos dice finalmente el autor, afecta en este sentido al origen
y destino del universo y, con ello, la historia generalmente aceptada
del universo acorde con lo que se conoce comomodelo del Big
Bang caliente (Hawking, 170).
5
De este modo, cada modelo cosmológico emergente afecta
con fuerza un modo de pensar el orden universal y social en el que
vivimos y constituye, sin duda, un foco de pensamiento
revolucionario o desestabilizador.
6
El Big Bang fue y es, en este
sentido, un modelo cosmológico aceptado por la institución
eclesiástica y por el orden dominante pues deja abierto una
posibilidad de creación divina preexistente al átomo inicial, al mismo
tiempo que se ajusta a un relato evolutivo de la historia. Descubría
yo entonces durante su lectura que la perspectiva cosmológica no
carece de potencia política y, mucho menos, la poesía leída desde esa
óptica.
La entrada por la ruta de la astronomía a la obra poética de
Arturo Carrera me permitió, por un lado, volver a abrir el mapa hacia
nuevos interrogantes, tales como: qué nociones de espacio y tiempo
se ponen en juego en y durante el proceso creativo de un universo
5
Si bien en el campo de la cosmología las discusiones en torno al origen del universo son abundantes y
construyen permanentemente puentes interdisciplinarios, baste para ello leer los mismos e
inconmensurables Cantos cósmicos de Ernesto Cardenal que más adelante se desplegarán, me interesa
establecer contacto con los aportes de Stephen Hawking especialmente, no sólo por el alcance que sus
trabajos tuvieron también en la población no experta en la astrofísica y cosmología. llegando inclusive
al cine en La teoría del todo (2014), sino también porque me permite ofrecer de manera más clara y
accesible en este tramo del artículo un relato necesariamente acotado, por cierto, para no perderme en
los laberintos de las teorías cuánticasacerca de la importancia de los modelos y discursos científicos en
la configuración de las lecturas históricas, religiosas y políticas del universo, más allá de las tendencias
en boga y de la aproximación o no a una verdad cosmológica determinada. Para profundizar y ampliar
en todo caso la densidad de la mirada sobre dichos aspectos se sugiere la lectura de los trabajos
realizados por W. Heisenberg, en Física y Filosofía (1959), F.T. Arijptsev en La Materia como categoría
filosófica (1966), T. Kunh, en La Tensión Esencial (1982), Pierre-Simon Laplace en Ensayo filosófico sobre las
probabilidades (1988), entre otras referencias posibles. Para recuperar discusiones más actuales en torno a las
preguntas por el cosmos y el tiempo, se sugiere la lectura de Quantum Physics and Reality/Física Cuántica y
Realidad (2002) de C. Mataix y A. Rivadulla (edits.) y Las dudas de la física en el siglo XXI (2007) de Lee
Smolin, entre otros recorridos viables.
6
Quienes hayamos leído Leben des Galilei (La vida de Galileo Galilei) del escritor alemán Bertolt Brecht,
pieza teatral escrita en 1939 y reescrita años posteriores, hemos explorado también a través de la
literatura el efecto desestabilizador de las transformaciones en los paradigmas científicos y en los
sistemas de percepción sobre el orden social, político y económico dominante.
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poético; si es posible pensar a la escritura neobarroca no sólo como
un estallido o explosión de formas y excesos lingüísticos, sino
también como una materia en estado de reposo o suspensión y en
permanente creación; si leer las propuestas estéticas de las llamadas
neovanguardias de los años setenta en Latinoamérica desde la figura
de estallido o explosión de las formas y del lenguaje no era
hacerlas entrar en un orden lineal y progresivo que va, como el
modelo teórico del Big Bang aunque también, me daba cuenta,
como el modelo con que ordenamos la historia de la literatura , del
uno hacia el infinito y cuya materia se halla hoy en día fría, es decir,
ha superado los estados de candencia. Y si pensamos este paradigma
de manera analógica respecto del universo social de los años en que
estas teorías se encuentran discutiendo en el campo científico, me
refiero a los años sesenta y setenta, ¿no convendría interrogarnos si
el Big Bang fue, a la vez, un modelo funcional para poner en orden y
enfriar los estallidos políticos y culturales de la época, al mismo
tiempo que enfriar las resonancias posteriores de dichos estallidos?
7
Por otro lado, la entrada por la ruta de la astronomía a la obra
poética de Arturo Carrera me permitió volver a abrir el mapa y
establecer nuevas conexiones imprevistas, porque, al mirar desde la
lógica de la suspensión de la materia escrituraria que el modelo del
Estado-Estable me proveía, y no desde la lógica lineal y progresiva
con la que hasta entonces venía mirando, pude detectar un punto de
intensidad que brillaba con fuerza en otro espacio y lo agrupé a la
galaxia de Carrera. Este punto de luz se llamaba Severo Sarduy:
7
Ya Octavio Paz ha leído la obra de Sor Juana Inés de la Cruz y el llamado período Barroco en
América Latina desde las analogías cosmológicas y, más allá de la relación dialéctica que su lectura
establece, es un lugar siempre interesante para pensar los parentescos y la función de la poesía cifrada
en clave cosmológica en las sociedades cerradas y despóticas, aun cuando esas sociedades existan en
lugares y épocas distantes: “El orden cortesano es el orden cósmico y la poesía no hace más que
reproducir la doble jerarquía del universo y la sociedad. Por una parte, triunfo de la forma; por la otra,
substitución de la realidad por la ideología (…). En todas las sociedades cerradas y despóticas la
ideología acaba por suplantar la realidad” (Paz, 1982: 253).
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Foto de la tapa de Big Bang editado por el sello Tusquets en 1974.
8
Será el poeta cubano, uno de los referentes más importantes del
neobarroco latinoamericano, quien lleve a cabo un amplio estudio en
Barroco (1974) sobre las teorías cosmológicas y su impacto en las
concepciones modernas del tiempo y del espacio. En este sentido,
Sarduy lee con atención dichas teorías y afirma que si bien Copérnico
modifica el sistema, por desplazar en su lectura a la tierra del centro
del cosmos a la periferia y, de este modo, echar abajo en el siglo XVI
el geocentrismo y antropocentrismo (Hauser, 1969: 108, T I), no
8
Adentro de este libro, Sarduy dialoga con el poeta argentino Arturo Carrera, y de algún modo se
devuelven un saludo, por medio de una frase perteneciente al texto poético “Enana blanca”: “o la
Enana Musical, vestida de lamé y con un contrabajo a cuestas, que Arturo Carrera señala en la calle
Corrientes…” (57). Al mismo tiempo, nos encontramos con los mismos procedimientos de simulación
lingüística que ya se habían señalado en el mapa de Carrera, abriendo el juego a la simetría entre código
científico-código poético. Es decir que, más allá de las referencias astrofísicas a las que el libro de
Sarduy nos envía, es posible encontrar adentro del libro “estados cuánticos” de la escritura (Iribarren,
1991, 45), representados por los usos dicotómicos del idioma castellano y francés, la convivencia del
lenguaje científico con el lenguaje poético y hasta el uso de tipografías distintas para dar cuenta de los
pasajes de una dimensión a la otra, tales como la bastardilla y la redonda.
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logra subvertirlo realmente. La verdadera revolución estaría, según
él, en los descubrimientos de Kepler: la elipse implica un
desdoblamiento del centro en un lado luminoso y otro oscuro, lo
cual desplaza toda la concepción del cosmos a un espacio infinito,
donde predomina la pluralidad en vez de la unidad, y donde lo oculto
se revela tan existente como lo explícito y luminoso (Sarduy, 55-83).
9
Más tarde será Galileo quien, para el escritor cubano,
incorpore, junto con los nuevos conocimientos astronómicos
derivados de la teoría de la rotación de la tierra, transformaciones en
la percepción y sentidos del mundo. La inestabilidad que producen
dichas transformaciones y esta idea de que la tierra rota
permanentemente es la sensación que define el impulso barroco.
Para ser compensada y comprendida en su exposición, esta teoría
precisó de ciertos artilugios discursivos a los que Severo Sarduy
denominó simulación y enderezamiento del lenguaje, por los que
ciencia y arte intercambian procedimientos a fin de poner en el
lenguaje nuevas teorías de un modo disimulado. Con respecto a la
época moderna, lo que produciría esta nueva inestabilidad es el corte
provocado en la cosmología actual a partir de las teorías sobre la
expansión del universo, de las cuales ya hemos hecho referencia sólo
a algunas en el apartado anterior de este artículo.
Luego, Sarduy practica un segundo corte en el siglo XX,
cuando irrumpen en el discurso cienfico varias teorías cosmológicas
que intentan dar cuenta del origen del universo. Esta vez el conflicto
epistemológico se produce entre la teoría del Big Bang y la teoría del
Estado Estacionario o Estado Estable, las cuales disputarán su
legitimidad, como hemos señalado anteriormente con Hawking,
llegando a ser la del Big Bang la que gane la contienda de manera
hasta ahora definitiva. De hecho, es posible ver un rasgo de los
juegos lingüísticos barrocos caracterizados por mecanismos de
simulación, en términos del poeta, o de préstamos disciplinarios
en la onomatopeya escogida para nombrar tanto la teoría
cosmológica dominante, como al estallido cultural y literario que
irrumpe en la mitad del siglo XX. Me refiero a la onomatopeya del
boom latinoamericano, el cual pareciera instaurar en los años sesenta
otra cadena consecutiva de explosiones sobre la línea progresiva de
la historia de la literatura y de la expansiva cultura latinoamericana
9
Como puede verse, la lectura del cosmos es una operación de desplazamientos no sólo físicos sino
también filosóficos y políticos, más aún si pensamos junto a ello los desplazamientos territoriales de la
empresa capitalista europea que acompañaron dichos descubrimientos científicos desde el siglo XV en
adelante.
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(Fernández Moreno, 1972).
10
Sarduy permitiría también, según Diego Vecchio (2007),
hacernos a los contemporáneos la siguiente pregunta: ¿en qué obras
contemporáneas se pueden leer las resonancias del Big Bang o de la
teoría del Estado Estacionario del mismo modo que la astronomía de
Kepler se deja leer en la poesía de Góngora? Sarduy da una respuesta
bastante clara, nos dice Vecchio, a dicha pregunta en su ensayo
Nueva inestabilidad, publicado en 1987. De esta forma, a la
inestabilidad producida por los cambios de representación del
universo, Sarduy propone un concepto que puede resultar productivo
para leer junto con él las relaciones desequilibradas entre lenguaje y
realidad en el período barroco piedra angular para el autor del
pensamiento y de la literatura latinoamericana, pero también para ir
acercándonos de a poco a la emergencia de un nuevo sentido del
espacio y del tiempo en la teoría literaria: retombée.
Llamé retombée, a falta de mejor término en castellano, a toda
causalidad anacrónica: la causa y la consecuencia de un fenómeno
dado pueden no sucederse en el tiempo, sino coexistir; la
consecuencia incluso puede preceder la causa; ambas pueden
barajarse como en un juego de naipes. Retombée es también una
similaridad o un parecido en un discontinuo: dos objetos distantes y
sin comunicación o interferencia pueden revelarse análogos; uno
puede funcionar como el doble del otro, no hay ninguna jerarquía de
valores entre el modelo y la copia (Sarduy, 1987: 11).
Es decir que en esta causalidad anacrónica sustentada en la
simultaneidad de fenómenos discontinuos o en coexistencia de
fenómenos análogos en tiempos y espacios distintos, se puede
configurar un punto de partida para pensar una dinámica particular
en el sistema del arte y de la literatura, el cual encuentra otro
mecanismo científico de observar y escribir el desarrollo de las obras
10
El escritor César Fernández Moreno compila en 1972 a pedido de la UNESCO el libro América latina
en su literatura. El encargo tenía como propósito “emprender el estudio de las culturas de América latina
en sus expresiones literarias y artísticas, a fin de determinar las características de dichas cultura” (1), la
cual se hallaba cursando un proceso de crecimiento expansivo. Nuevamente veremos en la siguiente
cita la presencia de una retórica “explosiva” para describir y definir por esos años un proceso de
transformación tanto por fuera como por dentro de la serie literaria: “Esta explosión [la demográfica],
que se produce en el contexto económico llamado subdesarrollo, amenaza transformarse, a su vez, en
explosión política. Pero lo que ahora nos interesa específicamente es que a partir de esta cadena de
explosiones, o explosión en cadena, América latina va anticipando otra, la cultural” (51). Es interesante
destacar que entre los críticos, narradores y poetas que forman parte de este libro compilado por
Fernández Moreno, Ernesto Cardenal no participa.
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y de la escritura en la historia latinoamericana. En este sentido, es
posible visualizar en el concepto de retombée una clave no sólo
para leer las relaciones entre el primer barroco y segundo barroco del
siglo XX, sino también una clave para leer una temporalidad
histórica diferente que no obedece únicamente a la sucesión
ordenada y progresiva de acontecimientos, por el contrario, se le
torna desobediente. Esto posibilita, entonces, a mi lectura crítica
visualizar otro punto de intensidad en la noche estrellada que hasta
entonces parecía distante y sin comunicación con los autores que
venía leyendo y agrupando, Carrera y Sarduy, pero que al mirar desde
la perspectiva de estos poetas cosmólogos y no desde el
ordenamiento de las historias de la literatura cobra una similaridad
o un parecido discontinuo aún en la distancia espacial, temporal y
estética.
11
Emerge ante mis ojos, pues, no sólo un método de lectura
factible de ser desplegado, sino también un poeta del cielo: el astro
Cardenal.
La revolución empezó en las estrellas
¿Era posible, entonces, leer una zona de la poesía de Cardenal junto
con otros poetas, como los llamados neobarrocos, con los que no
compartía, según la crítica especializada, rasgos estéticos ni políticos
en común? La entrada por la cosmología no sólo me daba esa
atrevida licencia, sino que a la vez me permitía formular un nuevo
interrogante que es el que en este trabajo me interesa hacer foco:
¿qué hay en las teorías astronómicas además de un discurso exótico
para hacer entrar en la poesía y desbordar la lengua? ¿Qué misterio
guarda el espacio cosmológico para tres poéticas con puntos de
intensidad diferentes como las de Arturo Carrera, Severo Sarduy y
Ernesto Cardenal?
11
Este sistema de agrupaciones poéticas-cosmológicas, que podríamos denominar en términos de Aby
Warburg o Walter Benjamin “constelaciones” pero que prefiero obviar en tanto este método de lectura
nace de un recorrido hecho por dentro de la escritura de estos autores y no por dentro de otros
dispositivos teóricos, ha sido puesto a prueba en un capítulo mi tesis doctoral (Rasic, 2018); también en
“Poetas cosmólogos, poetas del aire” (2015). Allí, exploro recorridos y conexiones dispares en la poesía
latinoamericana que van desde la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz hasta la poesía de Winnétt de
Rohka, Andrés Bello, Rafael Arce, Vicente Huidobro, Severo Sarduy, Raúl Zurita y el mismo Ernesto
Cardenal, entre otros puntos de contacto.
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Número 8 / Julio 2020/ pp. 61-87 74 ISSN 2422-5932
Foto de la tapa de Canto cósmico editado por Nueva Nicaragua en 1989.
En 1973, fecha simultánea a los textos de Carrera y Sarduy
señalados, Ernesto Cardenal publicaba Canto Nacional y Oráculo sobre
Managua, libros que exponen mediante el collage de discursos
bíblicos, políticos, económicos, teológicos y de sujetos de la
enunciación una clara poesía de corte política (y no panfletaria diría
el mismo Cardenal), insistente en la búsqueda social de un proceso
evolutivo que vaya del sistema económico existente (capitalismo) a
un sistema económico futuro propuesto (socialismo) (Porrúa, 1991).
De este modo, nos dice el poeta, La evolución es la revolución/la
revolución no es ilusión (Oráculo sobre Managua, 21) y, al recorrer
cada uno de los versos que forman parte de las obras escritas durante
estos años, no nos quedan dudas sobre dicha convicción. No
obstante, me interesa posar la mirada sobre otra forma de leer el
proceso revolucionario dentro de esa zona de la poesía de Cardenal
que encuentra en el espacio cosmológico otro sentido direccional del
tiempo, porque, aunque la revolución pueda no ser constante o
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permanente, o más bien pueda ser por saltos como lo sugiere la
intervención de Mao Tse Tung en el poema señalado de 1973,
12
lo
cierto es que siempre está cargada de futuro hasta los dientes y con
un unívoco sentido evolutivo:
Vendrá la guerra, amor, y en el combate,
no habrá tregua ni freno para el canto.
Sino poesía naciendo incontenible,
del cañón, de fusiles libertarios.
Vendrá la guerra, amor, y en el combate,
nos fundiremos en las barricadas
Deteniendo las hordas criminales,
a punta de corazón, fuego y metralla,
Cavando sudorosos el futuro,
en las faldas de la patria.
¡No pasarán!
Los venceremos, amor, ¡no pasarán!
Si mañana que irrumpa el nuevo día
Con su fiesta de pájaros y niños,
aunque no estemos juntos, te lo juro,
¡No, no pasarán!
Vendrá la guerra, amor,
yo me volveré tu sombra invencible
como un fiero león protegeré esta tierra,
y sus cachorros,
nadie, nadie detendrá esta victoria
armada de futuro hasta los dientes
que triunfe hasta la frontera
¡Luchamos para vencer!
¡No pasarán!
los venceremos, amor, no pasarán
si mañana irrumpa el nuevo día
con su fiesta de pájaros y niños
aunque no estemos juntos, te lo juro,
¡No, no pasarán!
12
“La evolución es por saltos dijo Mao/la evolución es la revolución/la revolución no es ilusión/la
oruga/teje a su alrededor una nueva morada/de la que sale con alas de colores/con las cuales vuela
hacia el cielo” (Cardenal, 1973: 21).
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(Carlos Mejía Godoy, 1984).
13
En cambio, la revolución que comienza en las estrellas dentro de la
poesía de Cardenal nos advierte de otras lógicas y dinámicas
posibles:
El proceso viene desde los astros
Nuevas relaciones de producción: eso
también es el proceso. Opresión. Tras la opresión, la liberación
La revolución empezó en las estrellas, a millones
de años luz El huevo de la vida
es uno Desde
el primer huevo de gas, el huevo de la iguana, al hombre nuevo.
(1972, 20).
Será, entonces, en una obra poética de mayor despliegue de teorías y
reflexiones astronómicas donde me pondré a entrever con más
claridad los posibles comienzos y rasgos de la revuelta temporal y de
la era cuántica del universo, porque ese proceso histórico en el que
se configura la idea de un hombre nuevo, nos decía el poeta, viene
también desde los astros. Ir lejos es volver (Cardenal, 1989).
En el cielo el tiempo no pasa
EL BIG BANG
En el principio no había nada
ni espacio
ni tiempo.
El universo entero concentrado
en el espacio del núcleo de un átomo,
y antes aun menos, mucho menor que un protón,
y aún menos todavía, un infinito denso punto matemático.
Y fue el Big Bang.
La Gran Explosión.
13
Carlos Mejía Godoy es músico, compositor y cantautor nicaragüense, y uno de los principales
representantes de la Canción Testimonial o Nueva canción de su país. Creció en el seno de una familia
relacionada con la música popular, el folclore y la cultura tradicional, lo que le proporcionó una
relación muy temprana con el mundo cultural y artístico de Nicaragua. Entre 1979 y 1990 participó
activamente al igual que Cardenal en la Revolución Sandinista, propiciada por el FSLN (Frente
Sandinista de Liberación Nacional). Para escuchar la canción se puede ir a:
https://www.youtube.com/watch?v=U9e793oeYBc
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El universo sometido a relaciones de incertidumbres,
su radio de curvatura indeterminado,
su geometría imprecisa
con el principio de incertidumbre de la Mecánica Cuántica,
geometría esférica en su conjunto pero no en su detalle,
como cualquier patata o papa indecisamente redonda,
imprecisa y cambiando además constantemente de imprecisión
todo en una loca agitación,
era la era cuántica del universo,
período en el que nada era seguro:
aun las constantes de la naturaleza fluctuantes indeterminadas,
esto es
meras conjeturas del dominio de lo posible.
[]
(Cardenal, 1989: 11).
Así comienza la cántiga número 1 del Canto cósmico del poeta
nicaragüense Ernesto Cardenal, publicado por primera vez en 1989.
Este cántico ha sido leído frecuentemente como parte de una
tradición poética particular, formadora de escuela no sólo con el
cántico de San Juan de la Cruz (por su fuerte matiz teológico), sino
también con The Cantos de Ezra Pound, el Canto general de Pablo
Neruda y aun con la Divina comedia (Coronel Urtecho, 1989). El
cántico de Cardenal es, como el del poeta cósmico de la costa Este
de los Estados Unidos, Walt Whitman, un canto dinámico y
colectivo, y de ahí que podamos leer a lo largo de toda su poesía su
fuerte carácter plural y político, visible a la vez en su conocida
práctica y militancia vinculada a los procesos revolucionarios
latinoamericanos de los años setenta, principalmente a la Revolución
Sandinista, y a su nombramiento en el año 1979 como Ministro de
Cultura de Nicaragua (López Baralt, 2012; Sucre, 1975). Sin
embargo, en este recorrido propuesto interesa leer en cierta zona de
su poesía, al menos por ahora en este cántico de más de quinientas
páginas, cierta inquietud poética, científica y filosófica (en la misma
línea) por el espacio cosmológico. ¿Qué hay ahí para el poeta? ¿Un
espacio propicio para desplegar una poesía objetiva, narrativa y
anecdótica, hecha con elementos concretos, como átomos y
electrones, o con nombres y detalles precisos, todos propios de lo
que él habría de denominar poesía impura y revolucionaria
(Quezada, 1994: 19-20)? ¿O también una teoría del ritmo y, por lo
tanto, del tiempo en la poesía? ¿Será este tiempo un modo
revolucionario de leer el tiempo histórico? ¿Es posible que en esta
zona de la poea de Cardenal habiten otras temporalidades que
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aparezcan en simultáneo a la de la Revolución con mayúsculas? Al
menos estas son las preguntas iniciales que quisiera comenzar a
despuntar por dentro del canto cósmico de Cardenal y no por
fuera. Escuchemos, entonces, qué tienen para decirnos en su poesía
el cosmos de Cardenal y las pulsaciones de las estrellas:
LA MÚSICA DE LAS ESFERAS.
El ritmo son tiempos iguales repetidos.
()
El ritmo. Todo es ritmo.
Ritmos de sol y de la luna son los de la vida.
Lechuzas de noche y palomas de día.
Las flores se despiertan y se duermen.
Gallos al amanecer y al atardecer las ranas.
Ritmos anuales de la procreación de los animales,
migración de las aves y floración de las plantas
según los cambios de estación,
la longitud de los días y las noches.
Día lunar y mes lunar en las mareas,
y la marea en la vida de las ostras y los ostiones.
Ritmo lunar a lo largo de toda la costa.
Las almejas se abren a alimentarse en la marea alta
y los cangrejos escarban la playa en la marea baja.
La garza sabe cuándo bajará la marea
y deja su nido para ir a la playa.
Los palolos suben por miles de profundidades
en las noches del cuarto menguante
de las lunas de octubre y noviembre
a soltar en la superficie del mar su semen al amanecer.
Igual la mujer: su ciclo menstrual el del mes sinódico lunar.
Y ostras y cangrejos aún ajustan su vida a las mareas
en laboratorios a miles de kilómetros del mar.
Miro la luna en Solentiname tras las ramas más largas del mango
y pienso en la bola azulada de la tierra en el cielo de la luna.
Venga el cielo a la tierra.
El cosmos como cambio.
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Su estructura es cambio.
Telaraña de luz que siempre cambia.
La meditación como contacto con los ritmos del universo.
El regreso es el movimiento del Tao.
Ir lejos es volver.
Ahora separados unos de otros por el espacio-tiempo.
Vénganos tu cielo.
Con su 90% de materia que es invisible.
A este apartado rincón del universo.
Materia, donde estamos tú y yo
Y el que todo astro en movimiento.
El cosmos como cambio.
Los cielos.
Lo somos también nosotros
para cualquiera que nos esté mirando en la noche estrellada.
Creer que sólo nosotros habitamos la galaxia
es volver a conceptos copernicanos.
En el cielo el movimiento natural es circular.
(Cardenal, 1989: 231).
Esta cántiga número 20, que como bien advierte Susana Cella (2020)
nada tiene que ver con las cantigas de la tradición gallego portuguesa,
condensa una teoría del tiempo que no es ya lineal como en la
perspectiva copernicana que se menciona en el poema, sino circular.
El cielo guarda ese secreto y los poetas, que también le han puesto el
oído además del ojo a las esferas, lo saben.
Ya Octavio Paz nos daba una pista por donde buscar los
orígenes de este sentido circular del tiempo y de las variaciones que
este sentido ha sufrido con el surgimiento y desarrollo de la
modernidad en América Latina:
La modernidad comienza por cambiar el sentido de la palabra
revolución. A la significación original giro de los mundos y de los
astros se yuxtapuso otra, que es ahora la más frecuente: ruptura
violenta del orden antiguo y establecimiento de un orden social más
justo y racional. La vuelta de los astros era una suerte de
manifestación visible del tiempo circular; en su nueva acepción, la
palabra revolución fue la expresión más perfecta y consumada del
tiempo sucesivo, lineal e irreversible. En un caso, eterno retorno al
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pasado; en el otro, destrucción del pasado y construcción de su lugar
de una sociedad nueva. (Paz, 1972: 49).
14
A su vez, en una historización de los conceptos, Reinhart Koselleck
(1993) encuentra en la modernidad, al igual que la lectura de Octavio
Paz, un momento bisagra en el pensamiento científico, social y
político de la cultura occidental, reflejado en el uso consciente y en
la extendida significación de una palabra cargada particularmente de
tiempo: revolución. Así, en un minucioso rastrillaje semántico,
señala que en el año 1842 un ilustrado francés, Háreau, hizo una muy
notable observación histórica. Recordó algo que se había olvidado:
que nuestro término denota propiamente un regreso, una vuelta que,
según el uso latino de la palabra, retorna al punto de partida del
movimiento. Una revolución significaba, originalmente y de acuerdo
con el sentido literal, un movimiento circular. Y Hauréau añadía que
en el ámbito político había que entender de ese modo el movimiento
circular de las constituciones, tal y como se había aprendido de
Aristóteles. Pero antes que esta reflexión histórica, Koselleck
encuentra en el resorte de esta palabra un envío significativo al
universo astrológico. De este modo, señala que el término
revolución se derivó directamente del curso de las estrellas entre
las que se puede contar a la misma Tierra a partir de Copérnico. Es
en su trabajo de 1543 sobre los movimientos circulares de los
cuerpos celestes, De revolutionibus orbium caelestium, que el concepto de
revolución desembocaría en la política desde la astrología. Así como
las estrellas trazan su curso circular independientemente de los seres
humanos terrenales, pero influyendo también en los hombres o
incluso determinándolos, del mismo modo también resuena desde el
siglo XVII en el concepto político de revolución un doble sentido:
las revoluciones se realizan por encima de las cabezas de los
participantes, pero cada uno de los afectados queda prisionero de sus
leyes (69).
15
Sin duda, nos dice Koselleck, esta doble significación
14
Para profundizar sobre el impacto de la modernidad y su sentido lineal y progresivo del tiempo en la
cultura latinoamericana resulta imprescindible la lectura de Silvia Rivera Cusicanqui en Un mundo ch’ixi
es posible. Ensayos desde un presente en crisis (2018). Allí, para pensar el presente la autora recupera la noción
del tiempo qhipnayra, modo circular y reversible del tiempo-espacio, propia de la cosmovisión de los
pueblos andinos que la modernidad occidental solapó en pos de una concepción dialéctica sustentada,
principalmente, nos dice Rivera Cusicanqui, en el olvido, inclusive, de ese mismo sentido circular del
tiempo-espacio con el que es necesario tamizar nuestros propios pensamientos críticos y los sistemas
de lectura que desde allí configuramos.
15
Para profundizar el sentido político del concepto “revolución” en la cultura occidental resulta
imprescindible recordar el trabajo de Hannah Arendt, Über die Revolution (1963), quien analiza las
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resuena también en nuestro uso actual del lenguaje. Pero lo que
diferencia el uso de aquella época del nuestro es la conciencia de un
retorno, como lo indica la sílaba «re» en la palabra revolutio, y la
disolución de una metáfora natural o astronómica en la lectura de la
historia (70).
Por otra parte, Jean-Luc Nancy en El sentido del mundo (2003)
nos dice que el trazado de las cosmografías y la observación del cielo
tienen como sostén la larga historia del espacio de Occidente:
La obsesión por el caos en el pensamiento moderno poskantiano
(caos sensible, de los sentidos) instaura una significación del cielo y
de la tierra (y la del hombre) que va atada a los confines del
espacio, siempre el espacio. Las estrellas kantianas, afirma Nancy,
tienen una función bisagra y una posición ambigua, en tanto, por un
lado, presentan el orden de un cosmos, pero, al mismo tiempo, estas
exponen una inmensidad de dispersión que no es otra que la del
cielo. De allí en más, nos dice Jean-Luc Nancy en devino la historia
del desastre: del horrible sol negro de Hugo al desastre oscuro de
Mallarmé y a la escritura del desastre de Blanchot(72), el desastre es
el del sentido que ya desamarrado de los astros, desamarrados de la
bóveda celeste, de su puntuación titilante de verdad(es), se escapa
para hacer sentido a-cósmico, sentido como constelación sin nombre
y sin función, desprovisto de toda astrología, al tiempo que dispersa
también las marcas de la navegación, enviándolas a los confines.
16
De
allí, continúa Nancy, los astros desparramados en cuestión fueron
llamados planetas (errantes) y en adelante el mundo entero es
planetario: errante de parte en parte (73).
Tanto por el sentido circular del tiempo que recupera Octavio Paz de
las lecturas astrales hechas por los pueblos originarios que resistieron
a la instalación de la modernidad de América Latina y por el sentido
del tiempo también circular que Koselleck encuentra en el recorrido
semántico del término revolución, como por el sentido de
dispersión espacial que recupera Nancy de las lecturas filosóficas y
astronómicas occidentales del cosmos, me resulta interesante pensar
si, por una parte, estos poetas cosmólogos no configuran, acaso,
formas de circularidad y repetibilidad en los prototipos de luchas de organización política y de
enfrentamientos bélicos en la fisonomía del siglo XX.
16
El autor juega con el significante del término, nos advierte su traductor Jorge Manuel Casas, que en
castellano tampoco pierde su efecto. ‘Des astresen francés significa ‘de los astros’ y me resulta más que
pertinente resaltar esta acepción en este trabajo.
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dentro de su escritura, un tiempo astral, cíclico y revolucionario que
repercute en la lectura de la historia literaria; mientras que, por otra
parte, y en el caso de Ernesto Cardenal exclusivamente, me resulta
interesante pensar si en sus Cantos cósmicos, al menos, no se halla
suspendido un sentido de tiempo revolucionario que tiene que ver
también con el de la revueltas de los astros que leíamos con
Octavio Paz y Koselleck, o con el del desastre planetario que
señalaba Nancy en las citas utilizadas, además del sentido que
predominó en la revolución social y política durante los años de su
propia participación activa en la lucha sandinista y con el que su
poesía fue específicamente vinculada por tratarse, ciertamente, de un
autor con una participación política activa e indiscutible en el
escenario de las revueltas sociales de su tierra. En consecuencia, me
pregunto si no es posible entrever otra temporalidad alternativa al de
la brújula hegeliana que orientó una de las teorías predominantes de
los procesos revolucionarios de Latinoamérica. Me refiero,
puntualmente, al materialismo dialéctico que constituirá el norte de
la teoría marxista, una de las piedras angulares de las luchas sociales
en América Latina por la liberación de los pueblos oprimidos y por la
construcción de una definitiva conciencia de clase (Marcuse, 1941;
Cueva, 2008):
Nosotros queremos ver las partes singulares en su relación esencial
con el todo; en esta referencia poseen ellas su valor superior y su
significación () Porque la historia se nos aparece como una serie
casual de fenómenos particulares, como un relato de
acontecimientos de los cuales cada uno, aislado, existe por sí, y cuya
conexión única es el antes, el después y la simultaneidad o el tiempo.
(Hegel, 2012: 18).
Esta idea de una historia como serie causal de fenómenos, como
relato de acontecimientos particulares consecutivos, los cuales se
conectan de manera unívoca con un antes o con un después o con un
ahora en una misma línea temporal sucesiva, es la que se encuentra
arraigada en los procesos de transformación social y política que se
han venido mencionando. A su vez, es posible encontrarla en las
teorías revolucionarias que participaron de dichos procesos, tales
como la Teología de la liberación, la cual no sólo desde el seno de
una institución históricamente represora constituyó uno de los
pilares fundamentales de una América Latina en proceso de
empoderamiento espiritual y material, sino que también, como es
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sabido, el mismo Ernesto Cardenal promulgó y practicó tanto desde
su rol de sacerdote como desde su lugar de poeta.
A, la teología de la liberación va perfilando y poniendo de relieve
el papel actuante de Dios en una «sola historia» que asume en «un
proceso salvífico, único y global» las liberaciones orientadas y
producidas en cada uno de esos planos (histórico, político,
redentivo), criticando todo dualismo concretizado políticamente en
una «nueva cristiandad» legitimadora en América Latina de un statu
quo injusto. A raíz de ello se intenta definir hoy a la Iglesia
Latinoamericana como «sacramento histórico de salvación» que
básicamente supone comprometerla con los pobres y marginados del
continente dando testimonio de pobreza y liberación gracias a los
«signos del tiempo» (Boero, 1985: 58).
Ese proceso salvífico, único y global que señala Boero, pero que
lee en teóricos fundamentales de ese paradigma como Gutiérrez
(1977), Ramos Regidor (1984), Scannone (1976), da cuenta de un
progreso temporal que encuentra en la historia, y no en el misticismo
eclesiástico, un camino hacia la salvación que reemplaza la idea de la
liberación del pecado original por la de la liberación económica,
política y cultural de y con los pueblos oprimidos gracias a los
signos del tiempo. Ahora bien, me interesa señalar, ante la presencia
del tiempo, que los sentidos que dibujan esos signos enrminos
filosóficos son lineales, horizontales y con una fuerte carga de
futuridad inminente. Y estos sentidos forman parte, sin duda, tanto
de la praxis teológica y política de Ernesto Cardenal como de su
escritura poética, que es sobre lo que aquí me ha interesado trabajar.
No obstante, considero que en cierta zona de su poesía, la que he
denominado junto con otras escrituras cosmológica, pueden
vislumbrarse otros sentidos del tiempo y, con ello, otros sentidos,
dibujos y formas de los procesos revolucionarios (la utilización del
plural no es ingenua). Quiero decir con ello que el tiempo de la
revolución en la poesía de Cardenal no corre únicamente en línea
recta y progresiva, que es a su vez, recordemos la cita de Hegel, el
tiempo que rige en el relato, sino que también puede comportarse
de otra manera, tal como ocurre en el espacio cosmológico. Allí, el
tiempo de la suspensión que no es lo mismo que la quietud nos
advierte Nancy (2003) y de la coexistencia heterogénea es el que
desarma el relato y sostiene la historia del universo con otra
fuerza:
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¿La corriente del tiempo va del pasado hacia el futuro
o del futuro hacia el pasado?
¿O no fluye el tiempo y es todo presente?
Es la otra dimensión que miramos allí arriba en el firmamento.
No pasa el tiempo.
Tan sólo espacio, tan sólo un espacio permanente
comprendiendo la totalidad del tiempo.
El tiempo no es como un reloj en constante tic tac
presente-pasado presente-pasado sino
como un reloj que se ha quedado parado.
No pasa el tiempo,
pero nosotros pasamos.
(Canto cósmico, 48).
Ese pasaje del firmamento al nosotros en el verso final da cuenta
de la coexistencia de distintas dimensiones que se mueven y conectan
dentro de la poesía de Cardenal y que, por ello mismo, posibilitan
abrir las puertas del tiempo hacia otros sentidos que de ninguna
manera se niegan entre sí, por el contrario, dentro de esa zona
cósmica de su escritura, conviven sin solaparse uno con otro. Si
leemos la primera cantiga que da comienzo al Canto Cósmico,
podemos leer entre Ciclo sin fin de expansión y concentración
repetido y repetido en infinito pasado que no tuvo comienzo. Un
infinito rebotar entre infinitos infinitos un mañana es lunes: hay
que ir al trabajo (22); o si contemplamos el cielo, ya en la tercera
cantiga, lo hacemos mediante la siguiente comparación entre el cielo
y la vida mundana: cielo estrellado como una ciudad vista desde un
avión y las estrellas como calles o supermercados iluminados (36).
De este modo, ya desde el comienzo del Canto, la perspectiva del
sujeto dibuja otros recorridos y otras direcciones para arriba, para
abajo, para los costados y esa multiplicidad de sentidos habitando
en un mismo poema construye también una temporalidad divergente
en la cual el futuro revolucionario no está únicamente a la derecha de
la línea horizontal, sino también, dentro del espacio que el poema
configura, arriba y en los pasados de las estrellas. De hecho,
seguramente, al continuar desplegando esta amplia zona de su poesía,
vayamos encontrando más direcciones y señaléticas.
Por supuesto que es posible encontrar en Canto Cósmico,
universo inconmensurable que el poeta expande para todos lados,
una multiplicidad de referencias y reflexiones de corte científico,
religioso, filosófico, poético y político que se paran también sobre
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una lógica sucesiva de la historia. Basta recordar las intervenciones
de Darwin, de Roque Dalton o de Lenin en sus cantigas, por
mencionar algunas. Pero estas no son únicamente las que en el
universo expansivo de Cardenal aparecen, por el contrario, conviven,
por ejemplo y sin negarse una con otra, con las de Fred Hoyle,
Borges el ciego o Pierre Theilard de Chardin, para quien el
cosmos es materia espiritual en la cantiga 30 (retombée nos decía
Severo Sarduy con sus lecturas sobre una nueva inestabilidad
histórica). De modo que es posible entrar a la obra del autor por
varias de esas rutas. No obstante, tomar el recorrido que la
perspectiva astronómica propicia, permite encontrarse con el
presente, el pasado y el futuro en otro lado y dar más (re)vueltas por
el tiempo en el espacio del poema. El proceso revolucionario, nos
decía el poeta en su Canto Nacional de 1973, viene desde los astros y
empezó en las estrellas a millones de años luz. Oíd, entonces, qué
tienen para decirnos, nos dice el astro Cardenal. “El coro de las
cosas. La melodía secreta de la noche. El cosmos canta (30). A mí
me han susurrado, en este espacio de la lectura que transito, otro
tiempo. Este trabajo las y los invita a continuar abriendo y
escuchando la poesía del astro Cardenal desde esa perspectiva con la
que el universo del poeta nunca se aplana.
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