Arcos, “Ernesto Cardenal (y Ezra Pound)” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 8 / Julio 2020 / pp. 11-37 19 ISSN 2422-5932
época, aunque para expresar, como Cardenal, su pasión por el
conocimiento del universo y de sí misma), y algunos tópicos de
“Altazor o el viaje en paracaídas”, de Vicente Huidobro, y “Muerte
sin fin”, de José Gorostiza, el exuberante Neruda mencionado, hasta
“Pensamientos en La Habana”, y Dador, de José Lezama Lima. Acaso
también, más recientemente, la poética dantesca de Raúl Zurita.
También sería muy interesante relacionar (como ya se ha hecho con
Pound) la presencia de Dante en las obras de Pound, Lezama Lima,
Leopoldo Marechal, Cardenal y Zurita.
Sobre el poema extenso, conviene hacer una precisión en torno
a la forma de su recepción, y su naturaleza. En esos poemas es casi
imposible mantener la intensidad lírica de una forma permanente. Ni
siquiera Dante lo logró. Tampoco Neruda, aunque haya partes en su
Canto general, como “Alturas de Machu Picchu”, donde aquella
indudablemente sobreviene. Lo mismo sucede en The Cantos de
Pound y, por supuesto, en los poemas extensos de Cardenal. Pero,
además, esa poesía objetiva, épica, narrativa (porque de esto se trata)
se diferencia por su propia naturaleza del discurso eminentemente
lírico tradicional. Si a esto le agregamos que tanto Pound como
Cardenal se propusieron enfáticamente en estos textos desenvolver
esa poética llamada por el nicaragüense como exteriorismo poético,
es decir, sacrificar hasta cierto punto la emoción lírica, acceder a
cierta impersonalidad, e, incluso, considerar estos textos como algo
que rebasa –que va más allá de– la emoción estética, entonces se
comprenderá mejor que esos momentos líricos sólo son parte del
discurso general como otros tantos prosaicos. Aparecen como
momentos epifánicos, y acaso ese contrapunto o contraste les añade,
cuando acaecen, más intensidad lírica. Vásquez Amaral comenta que
Pound “como lo aprendió a costa de la propia vida el más sincero de
los dadaístas, Jacques Vaché, la poesía no existe; como la felicidad,
sólo existen momentos poéticos o felices” (Vásquez Amaral, 2010:
97). Tanto Pound como Cardenal (siguiendo en esto también a su
maestro) querían aprehender en todo caso la poesía que está afuera,
romper con la tiranía del discurso lírico monológico en beneficio de
otro dialógico. Como también precisa Vázquez Amaral sobre The
Cantos (pero vale también para Cardenal): “En Ezra Pound el
Por cierto, y aunque es casi obvio, el propio poeta ha reconocido su enorme deuda con Dante. Y no
sólo por el linaje semejante de la Comedia con su Cántico cósmico, por ejemplo, sino también (añado) por
algo más secreto y primordial: el amor como energía creadora. Dante, como ya ha fatigado la crítica,
está muy presente en la estructura misma de The Cantos de Pound. Véase, por ejemplo, las
consideraciones que hace Vásquez Amaral (2010: 42-44).