Carballar, “Presentación” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 8 / Julio 2020 / pp. 1-10 7 ISSN 2422-5932
las relaciones se volvían ciertamente irresolubles. Poemas-libros
de
inspiración religiosa y mística (apoyados en tratados científicos,
leídos con barroquismo jesuita)
que son una exacerbación del
katejón poético,
lo que retiene el cumplimiento mesiánico del poema
(¿la revolución política?) en versos que se extienden y parecieran no
querer alcanzar la catástrofe de su término.
A pesar de estar “puntuados” (una puntuación fluctuante como
la del Libro del buen amor) por títulos, espacios en blanco (Versos del
pluriverso) o ciertas textualidades que remiten al proverbio, la
sentencia y a otras formas poéticas de las que se distancia (las
cantigas del Cántico cósmico), impera la forma libre y versicular de
largo aliento que acentúa la conspiración profética de la lengua
poética.
En estos poemas extensísimos, sin recurrencia a la rima, la
métrica o la estrofa, lacerados de encabalgamientos,
la voz crece y
extenúa la lectura (práctica que fundaba el proyecto utópico-isleño),
complicando las analogías (y las antologías), redirigiendo el discurso
poético-religioso y político hacia los espacios materiales astrofísicos
(el trabajo de María Eugenia Rasic realiza una aproximación al
tiempo cardenalicio de las “revoluciones” cósmicas y poéticas) y las
cosmogonías míticas (Cfr. Porrúa, 1988). Poemas que convierten en
una monstruosa arque-cosmología a la vía metonímica (“El todo está
entero en cada una de sus partes”), en oposición, por ejemplo, a la
concreción del epigrama: la contundente (y breve) integración
Como Los ovnis de oro. Poemas indios (1988), Cántico cósmico (1989), Telescopio en la noche oscura (1993),
Versos del Pluriverso (2005), o Hijos de las estrellas (2019).
A partir de las tesis de Pierre Teilhard de Chardin.
“Esto parece querer decirnos que el matrimonio de Dios con el pueblo ha tenido también un retraso
en la historia, no sabemos por qué, y se realizará más tarde de lo que estaba programado. Y por eso es que
todavía estamos en la oscuridad de la noche, con sueño, con hambre, con frío, esperando que lleguen
los desposados y que empiece la fiesta” (1979: 175).
Propuesto por la lectura paulina de Agamben, que Diego Bentivegna desarrolla críticamente en su
artículo incluido en el dossier.
En Versos del pluriverso (un título de intensidad multiplicativa), el último verso es: “entraron en ella
cuatro niños jugando.”, lo que deja abierto el desplegarse de la historia; mientras, en Cántico cósmico (otra
vez, una aliteración multiplicativa y auto-continente), el último verso intenta aferrarse a un nuevo
comienzo: “En el principio…”, abierto y circular.
La métrica de la poesía de Cardenal está relacionada con el versículo bíblico, otra constante que lo
mantiene alejado de la rima, la cual “cruza la Biblia muy de tarde en tarde” (Henríquez Ureña, 2003:
456). Además, hay una relación con la institución del poeta como profetizador que sostiene Cardenal,
especialmente en Cántico cósmico, y su estilo: “El verso principal, en la Biblia, el de mayor número de
obras, no es el de los poemas y cantares: es el de las profecías”, señala, también, H. Ureña.
El encabalgamiento es un “cisma” entre la serie semiótica (sonido) y semántica (sentido) en el poema
(Agamben, 2016: 249-250).