Bentivegna, Entrevista a Ottmar Ette Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 8 / Julio 2020 / pp. 170-176 170 ISSN 2422-5932
“SIEMPRE ME HA INSPIRADO HORROR PENSAR
EL MUNDO DESDE UNA SOLA PERSPECTIVA
ENTREVISTA A OTTMAR ETTE
POR
Diego Bentivegna
Universidad de Buenos Aires Universidad de Tres de Febrero - CONICET
Realizó estudios en las universidades de Buenos Aires y Venecia y en la Scuola Normale
Superiore de Pisa. Es docente de grado y posgrado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA
(donde obtuvo su doctorado en Letras) en la Maestría en Análisis del Discurso de esa misma
Universidad y en la Maestría de Estudios Literarios Latinoamericanos de la UNTREF. Es director
del Observatorio Latinoamericano de Glotopolítica (UNTREF) y miembro fundador del Anuario
Latinoamericano de Glotopolítica. Es autor de libros de ensayo y poesía. Sus últimos libros son La
eficacia literaria y Rubén Darío: Caupolicán y la caza de la lengua, ambos de 2018.
Contacto: dbentivegna@untref.edu.ar
ENTREVISTA
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Ottmar Ette es profesor en la Universidad de Potsdam, a unos
treinta y cinco kilómetros de Berlín.
Nacido en 1956 en Zell, en el estado de Baden-Wurtemberg,
Ette es hoy uno de los latinoamericanistas más reconocidos por la
heterogeneidad de su trabajo y por la amplitud impactante de su
producción crítica. Una producción que dialoga con la importante
tradición de la Romanística de lengua alemana (en el diálogo Ette
revisa figuras como las de Erich Auerbach, Hans-Robert Jauss y
Werner Krauss) y que se abre al mismo tiempo a nuevos espacios de
conocimientos o quizás deberíamos decir áreas, dado que Ette ha
sido uno de los mayores impulsores de los estudios transareales.
A lo largo de su vida académica, Ottmar Ette ha trabajado la
obra de autores como José Martí (a quien dedicó su tesis doctoral),
Alexander von Humboldt, Juana Borrero, Mario Vargas Llosa,
Reinaldo Arenas o Roland Barthes, quien fue objeto de su tesis de
habilitación, publicada por la editorial Surkhamp de la ciudad de
Frankfurt del Main en 1998. En sus estudios, Ette se ha centrado con
intensidad en áreas específicas de América Latina atravesadas por la
mezcla de voces, de lenguas y de textualidades, como el Caribe, el
Istmo centroamericano y la zona andina. A partir de estos trabajos
concretos, Ette ha ido elaborando (y repensando) conceptos como la
filología de la vida (La filología como ciencia de la vida es el título de uno
de sus escritos más importantes, publicado en castellano por las
ediciones de la Universidad Iberoamericana de México en 2015), la
nanofilología, las literaturas del mundo, los estusdios transareales, la
cuestión del achipiélago y las escrituras polilógicas, puntos que, en
parte, recorre en este diálogo.
Son numerosos los reconocimientos que Ette ha recibido a lo
largo de su vida académcia. En el año 2014 fue elegido Miembro
Honorario de la Modern Language Association of America (MLA).
Desde 2013 es Miembro Titular en la Categoría de Humanidades de
la Academia de las Ciencias de Berlín-Brandemburgo (Berlin-
Brandenburgischen Akademie der Wissenschaften) y desde 2015 es
Miembro la Leibniz-Sozietät der Wissenschaften zu Berlin. En
2010 se convirtió en miembro de la Academia Europaea.
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Entre sus publicaciones más recientes, se destacan Roland
Barthes. Paisajes de la teoría (Madrid, Del Centre Editores 2016);
1
El
caso Jauss. Caminos de la comprensión hacia un futuro de la filología (México:
Almadia, 2018); Filología polilógica. Las literaturas del mundo y el ejemplo
de una literatura peruana transareal (Granada: Editorial Universidad de
Granada, 2017); Alexander von Humboldt y la globalización. El saber en
movimiento (México: El Colegio de México, 2019). Ha editado además
varios volúmenes de Alexander von Humboldt, entre ellos el
monumental Kosmos (2004). Asimismo, es fundador y director de la
revista HiN - Alexander von Humboldt im Netz y de la plataforma
de estudios humboldtianos avhumboldt.de - Humboldt Informationen
online. Es, además, coeditor de las revistas Iberoamericana (Madrid -
Frankfurt am Main) e Istmo - Revista virtual de estudios literarios y
culturales centroamericanos
Diego Bentivegna: Nos gustaría que comenzaras contándonos
cómo surge en vos el interés por los estudios sobre América, y en
especial sobre América Latina. Que nos cuentes, si te parece, las
circunstancias en los que nace ese interés, los estímulos intelectuales
-y vitales- que lo impulsan, el recorrido de estudios, más
institucional, que hiciste, los nombres que recuerdes como
importantes de ese período formativo y tal vez las relaciones con el
modo en que desde Alemania se percibía entonces lo
latinoamericano.
Ottmar Ette: Bueno, todo empezó durante mi vida en Francia. Al
comienzo fue el Quijote, de Cervantes, y mi deseo de leerlo en
castellano, en el original. Después del año en Francia, me puse a
estudiar español, tres niveles de idioma paralelos, y me gané una
buena beca germano-hispánica para estudiar en la Universidad
Complutense de Madrid. Yo quería estudiar España y la literatura
española. Pero como me gasté toda la plata en viajes por España,
empecé a trabajar en el Rastro; y un día tropecé con un librito, una
antología de textos martianos por sesenta pesetas, me la compré y
me la devoré. Y nació así me deseo de conocer Cuba.
Cuando ya tomé la decisión de escribir mi tesis de doctorado
sobre José Martí, el viaje si hizo imperativo, y nació así mi amor por
América Latina en Cuba. En este primer viaje solo tenía un viaje de
ida, no de retorno, lo que complicó mucho mi llegada al aeropuerto
1
Libro que será reeditado este año en Bogotá por la editorial El cajón del Sastre.
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José Martí, de La Habana. Pasé mucho tiempo en Cuba, y solo más
tarde compré un boleto para Centroamérica, y visité Panamá, Costa
Rica y Nicaragua. Mi primer viaje latinoamericano ha sido un viaje
para ver, para escuchar y escuchar, y al volver a Europa, ya había
nacido mi entusiasmo y mi amor por América Latina.
Durante mi doctorado trabajé en el primer grupo de
cooperación entre las dos Alemanias en Humanidades en general, y
así conocí dos visiones de América Latina vista desde Europa. Formé
parte también del grupo en torno a Alejandro Losada, y participé en
la redacción de una Historia social de la literatura Latinoamericana. José
Martí fue, desde el comienzo, mi tutor y guía. Luego he tenido la
suerte de conocer a grandes intelectuales latinoamericanos,
incluidos argentinos como Susana Zanetti y David Lagmanovich.
Pero creo que sin el Quijote y sin el librito de José Martí, no hubiera
encontrado mi camino hacia América Latina.
DB: La filología, el trabajo con el concepto mismo de filología
y con la tradición filológica ocupa un lugar importante en tu
reflexión. ¿Te reconocés en algunas líneas de la tradición filológica
de lengua alemana? ¿Cómo lees hoy la presencia de la tradición
filológica como modo de lectura, como aproximación a los textos?
¿Qué implicancias tiene pensar una filología de las textualidades
latinoamericanas?
OE: Todo comenzó con mi primer libro académico en mis
estudios en la Universidad de Friburgo. Leí fascinado Mímesis, el
libro de Erich Auerbach. Y fue ésta la tradición filológica que nunca
ha dejado de atraerme. Mímesis es un libro escrito en el exilio, desde
el exilio, y escrito sólo lo descubrí años después en forma de
archipiélago, como islas del saber y de la literatura. Es un libro lleno
de amor, de un amor filológico (ya lo dice, etimológicamente, el
término filología) basándose en un concepto de Romanística que
no se limitaba precisamente a la Romanística.
He estudiado con dos grandes romanistas en Friburgo, Hugo
Friedrich y Erich Koehler, que me han enseñado a leer en el sentido
pleno de la palabra. Pero Auerbach estaba siempre en mis lecturas.
Se sabe que él añadió tardíamente el capítulo dedicado al Quijote;
nunca había sido hispanista. Pero su definición de la filología
siempre me ha ayudado, parafraseando a Auerbach, a buscar el
lugar del ser humano en el universo. Mucho más tarde, su ensayo
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sobre la filología de la literatura universal me ayudó a concebir mi
concepto de las Literaturas del Mundo, que por fin me permitía
incluir las diferentes lógicas de las literaturas latinoamericanas.
Mis comienzos en la filología Latinoamericana se remontan a
José Martí y José Enrique Rodó, a Alfonso Reyes y
curiosamente al hispanista que me hizo comprender tanto el Cid
Campeador como el Quijote de la Mancha: Rafael Lapesa.
DB: ¿Ves relaciones entre el modo en que pensás la presencia
de la filología en tus estudios y otras líneas de trabajo
contemporáneas que han retomado de manera explícita la
problemática filológica? Pensamos, por ejemplo, en la postfilología
de Hamacher o en la archifilologia postulada en los estudios
latinoamericanos por Raúl Antelo.
OE: Desde mi trabajo en la tesis de doctorado, mis maestros
filológicos, de manera natural, incluían siempre maestros y maestras
latinoamericanas. Recuerdo la primera vez que conocí a Raúl Antelo,
cuando pronunció, en Buenos Aires, una conferencia en portugués,
con acento brasileiro. Pero fuera de la línea masculina que ya
mencioné, que va desde Martí a Mariátegui, no hay que olvidar la
línea de las mujeres que dejaron muy honda huella en mi trabajo.
Susana Zanetti y Ana Pizarro, por ejemplo. No sé por qué Susana
siempre me recordaba a Hannah Arendt, a la que quiero mucho.
Y quisiera añadir algo sobre esta tradición de Auerbach en
Alemania, que grosso modo podríamos diferenciar entre por lo menos
dos escuelas. La primera remonta a Auerbach y luego a su sucesor en
Marbach, Werner Krauss, que sí era hispanista y luchaba en la
resistencia contra Hitler. Fue condenado a la muerte, y en su celda
escribió un maravilloso libro sobre Baltasar Gracián y una novela
sumamente interesante. Es el único del grupo de la Capilla Roja
que sobrevive. Y luego hay otra escuela, la que fundó Hans-Robert
Jauss, que en su primera vida había sido miembro de la Waffen-SS y
además ha tenido la carrera más rápida dentro de la Waffen-SS.
Decenioss tarde, cuando se descubre su primera vida, trata de
negarla y luego de borrar sus huellas, ya en la Alemania federal, se
convirtió en el fundador de la llamada Escuela de Constanza,
dominándola como se manda una vanguardia militar. En fin, he
escrito un libro sobre El Caso Jauss, traducido al castellano (México:
Almadia, 2018), y para mí esta bifurcación política es fundamental
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para comprender, en su pleno alcance, estas dos filologías. Sobra
decir en cuál de las dos me inscribo.
DB: En tus trabajos, nociones como "polilogía" o "estudios
transareales" ocupan un lugar importante. ¿En qué sentido
considerás que conceptos como esos, u otros ligados con ellos, son
importantes para pensar la cuestión de la literatura comparada y de
las literaturas mundiales?
OE: Vivimos en tiempos en que es cada vez más importante
saber pensar en diferentes lógicas al mismo tiempo. Con Auerbach
aprendí que la Romanística sólo es Romanística cuando no se limita a
la Romanística. Pienso entonces que uno solo es latinoamericanista
cuando no estudia únicamente a autoras y autores latinoamericanos.
Hay una afirmación de Auerbach al respecto, en la que habla de
los provenzalistas que para él sólo eran provenzalistas si no se
limitaban a la Provenza y su mundo poético. Luego encontré el
mismo pensamiento en Lezama Lima que en La expresión americana
concebía lo americano a escala global, entre los incas, los griegos y
los chinos.
Siempre me ha inspirado horror pensar el mundo desde una
sola perspectiva. Mucho de lo que he escrito lo he escrito durante
mis viajes, cambiando de punto de vista, cambiando horizontes y
paisajes, cambiando de idiomas, lenguas, acentos. Ahora estoy
aprendiendo el chino. Trabajar sobre algunos aspectos de literatura
china me ayuda a pensar mejor las literaturas latinoamericanas. Lo
infinitamente bello es que uno nunca llega a un punto final, me
fascina combinar diferentes lógicas y tejer un tejido denso que pueda
resistir a un pensamiento único, un pensamiento simplista, un
pensamiento populista.
Los estudios transareales del futuro los concibo con especialistas
argentinos trabajando en Alemania sobre literaturas africanas, con chinos
en Buenos Aires trabajando sobre literatura europea, con africanas en
china trabajando sobre literatura argentina.
Tengo un libro, por ejemplo, sobre Anton Wilhelm Amo, el
primer filósofo negro en la historia de la filosofía alemana, que vivió
durante la primera mitad del siglo XVIII, y desarrolla una filosofía
sin residencia fija con mucho éxito. Claro, luego fue ninguneado
o, como se dice en alemán, matado por el silencio de Immanuel Kant.
Pero lo que me atrae es también una filología sin residencia
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fija, como Auerbach que desde su exilio en Estambul nunca regresó a
Alemania, una filología sin residencia fija capaz de pensar lo difícil.
Sólo lo difícil es estimulante, para recordar a José Lezama Lima,
también un maestro de la filología (aunque no de la filología
académica).
DB: El área caribeña ha ocupado un lugar importante en tus
trabajos. ¿Por qué ese interés especial por lo caribeño?
OE: Bueno, ya he hablado de mi amor por Cuba. Luego
comprendí que la isla de las islas forma parte de un archipiélago. Y
que este archipiélago de tantas culturas, de tantas literaturas, podía
muy bien pensarse como un modelo de las literaturas del mundo.
Luego seguí la historia de los archipiélagos, desde la
tradición del isolario veneciano ya antes de 1492 pero también a
principios del siglo XVI. Me fascinan bastante los archipiélagos del
Norte, de Islandia, de los Feroes, de todas aquellas literaturas
archipiélicas de las que nunca sé bastante. Pero el mundo del Caribe
es fantástico, existe toda la diversidad cultural y todas las
asimetrías del poder, existe lo que Lezama llamaba lo sumergido y
lo que se va flotando a la superficie. Y ese ritmo del Caribe, estos
sabores, y los saberes ya ves
DB: ¿Qué autores o textualidades latinoamericanas estás
trabajando actualmente? ¿Podés comentarnos algo con respecto a las
implicancias teóricas, metodológicas, críticas de esos trabajos?
OE: Estoy trabajando sobre Juana Borrero, una poeta
cubana del modernismo que murió muy joven. Estoy pensando en un
libro sobre José Martí, ya que quería terminar mi obra martiana (solo
se publicó mi tesis de doctorado sobre la historia de su recepción).
El pensamiento martiano está a flor de piel; pocos latinoamericanos
han propuesto análisis tan hondos de los Estados Unidos y lo
increíble es que siguen válidos en tiempos de Trump. Pero estos son
libros futuros.
En estos momentos, estoy trabajando sobre literaturas desde las
vanguardias históricas hasta después del posmodernismo, incluyendo
claro a Borges y a Cortázar, por ejemplo. En este libro defiendo la tesis
según la cual es imposible pensar la historia de las literaturas del mundo
sin poner énfasis en las literaturas de América Latina. Creo que es
necesario enfocar las letras latinoamericanas no de forma aislada, sino
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en un continuo entretejimiento y entrecruzamiento con otras
literaturas. Ello impide que se marginalicen las literaturas de Nuestra
América.