Isola, “Sueño de Solentiname” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 8 / Julio 2020/ pp. 177-181 180 ISSN 2422-5932
conocidas, la muestra tuvo un alto nivel de calidad. En esos días
llegó Ernesto Cardenal, gran poeta nicaragüense y ministro de
cultura de su país, quien luego de visitar la exposición nos habló de
los problemas de Nicaragua en ese campo y nos preguntó si no sería
posible organizar un movimiento de solidaridad que se tradujera en
la creación de un fondo artístico para Nicaragua. Tanto yo como
algunos pintores presentes, Le Pare, Gamarra y otro, recogimos con
entusiasmo la idea e hicimos los primeros trámites, pero sólo al año
siguiente la idea tomó cuerpo. Viajé a Nicaragua por primera vez, y
Cardenal me pidió que tomara a mi cargo la puesta en práctica del
proyecto; volví a Europa, y a finales del año 81 teníamos ya cien
obras de artistas exiliados en Francia, casi treinta de los que viven en
España, y eso constituyó el núcleo inicial de la colección.
La exhibición Arte para el pueblo de Nicaragua se realizó no sólo en
Roma, sino también en Madrid en 1981. El título era una versión de
Arte de las américas. Solidaridad con Nicaragua, el nombre que cuenta
Waugh que le pusieron a la colección para evitar, a toda costa,
llamarlo “museo”:
"Museo" es una palabra triste
Carmen me muestra un primer proyecto de reconstrucción, que
permite imaginar el futuro museo flanqueado por otros centros de
cultura y espacios verdes. El impulso solidario que llevó a la
donación de centenares de obras de arte va a multiplicarse aquí, y de
la primera semilla van a brotar múltiples espigas. Pienso, con amarga
ironía, en algunos artistas que se obstinan en sostener que las
donaciones no sirven de nada, y me alegro por todos aquellos cuyo
trabajo estará representado en el museo como un magnífico
detonador cultural, presencia viva de la libertad y la belleza en el
seno de un pueblo que se bate por ellas.
—La denominación definitiva del museo ha sido bastante discutida
—digo—. ¿Hay un acuerdo?
—Sí, aunque por ahora seguimos hablando de «museo». El problema
se planteó en diciembre del 82, cuando la inauguración provisional.
En esa oportunidad, Ernesto Cardenal sostuvo que la colección de
arte no debería limitarse solamente a América Latina, sino abarcar la
totalidad del continente americano, incluyendo así a los Estados
Unidos, el Canadá y los países caribeños, en los que hay cantidad de
artistas dispuestos a mostrarse solidarios con Nicaragua. De esa idea,
recogida con entusiasmo y ya en vías de materialización, surgió la
Julio Cortázar, “Un sueño realizado: el arte de las Américas llega a Nicaragua”, en Nicaragua tan
violentamente dulce, Barcelona, Muchnik Editores, 1984, pág. 45.