Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 92 ISSN 2422-5932
“¿DE DÓNDE LES VA A VENIR LA
FILOLOGÍA A LOS ARGENTINOS?”.
MONTAJES INSTITUCIONALES Y TRAMAS
CULTURALES A TRAVÉS DE LAS CARTAS DE AMÉRICO
CASTRO A RICARDO ROJAS (1921-1927)
"WHERE IS PHILOLOGY GOING TO COME TO ARGENTINES?"
INSTITUTIONAL MONTAGES AND CULTURAL PLOTS THROUGH THE
LETTERS OF AMÉRICO CASTRO TO RICARDO ROJAS (1921-1927)
María Florencia Antequera
Universidad Nacional de Rosario IH-IDEHESI, CONICET
Doctora en Letras (Universidad Nacional de Cuyo). Realizó estudios posdoctorales en la Universidade
Federal de Santa Catarina (Brasil) y de grado en la Universidad Nacional de Rosario. Becaria posdoctoral en el
Instituto de Historia- IDEHESI CONICET. Sus últimos libros son: Alcides Greca. El viaje de la escritura y
la escritura del viaje (EDIFYL) y Ángel Guido. La Casa del Maestro (Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales del Rosario), ambos del 2020. Docente en la Universidad Católica Argentina. Forma parte del equipo
editorial de A&P Continuidad (FAPyD-UNR)
.
Contacto: mfantequera@hotmail.com
ORCID: 0000-0003-4945-7872
Filologías latinoamericanas
DOSSIER
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 93 ISSN 2422-5932
Fecha de envío: 12/10/20 Fecha de aceptación: 16/12/20
Cartas inéditas de
Américo Castro a
Ricardo Rojas
Filología en Argentina
Montajes institucionales
Tramas culturales
Intercambios intelectuales
En esta comunicación analizamos la correspondencia que Américo Castro (Cantagalo, 1885 -
Lloret de Mar, 1972)
le escribió a Ricardo Rojas (San Miguel de Tucumán, 1882 - Buenos Aires,
1957), entre 1921 y 1927. Las cartas funcionan como un dispositivo (Agamben, 2007) y como
un laboratorio de ideas (Maíz, 2018): además del discurrir de dos figuras tutelares en torno al
hecho meridiano de comenzar a darle nervatura institucional a los estudios filológicos en Argentina,
estas piezas muestran tanto el dinamismo de los vínculos académicos e intelectuales a ambos lados
del Atlántico mediante montajes institucionales y viajes e igualmente, ponen de manifiesto las
expectativas y los requerimientos de los sujetos epistológrafos. Procuramos, de este modo, enlazar
algunos momentos de escritura (Antières, 2019) o secuencias temporales que articulan objetos y
prácticas de una trayectoria individual y profesional y vincularlos así con un plafón más dilatado, la
incidencia española tanto en la constitución de los estudios filológicos en Argentina como en ciertos
episodios político-culturales que reverberaron en el epistolario.
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
Unpublished letters from
Américo Castro to
Ricardo Rojas
Philology in Argentina
Institutional setups
Cultural plots
Interchange of intellectual
thinking
This work is aimed to analyze some keys of the unpublished collected letters from Américo Castro
(Cantagalo, 1885 - Lloret de Mar, 1972)
to Ricardo Rojas (San Miguel de Tucumán, 1882 -
Buenos Aires, 1957), between 1921 and 1936. These letters work both as a dispositive
(Agamben, 2007) and as a laboratory of ideas (Maíz, 2018): besides of the reasoning between
two key tutorial characters related to the clear fact of giving institutional thread to the philological
studies in Argentina, these letters show also the dynamic of the academical and intellectual tides
between both sides of the Atlantic through travels and institutional setups as well as evidence the
expectations and requirements of the epistolar character of the subjects. Intended, in this way, to
binding some writing moments (Antières, 2019) or temporal sequences during which objects
and practices of an individual and professional career are gathered together, relating them in this
way to a wider scope; and at the same time binding also Spanish influence not only in the building
of philological studies in Argentina but also in certain political-cultural events that resounded in
the correspondence.
KEYWORDS
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 94 ISSN 2422-5932
Introducción
Una veintena de textos inéditos conforman el intercambio epistolar
entre Américo Castro (Cantagalo, 1885 - Lloret de Mar, 1972)
1
y
Ricardo Rojas (San Miguel de Tucumán, 1882 - Buenos Aires, 1957).
La primera misiva data del 10 de enero de 1921 y la última, del 1 de
julio de 1936.
2
Por cierto, Américo tenía por costumbre cartearse con
muchos intelectuales: Marcel Bataillon, Juan Goytisolo, Camilo José
Cela, María Rosa Lida de Malkiel y Miguel de Unamuno son algunos
de los epistológrafos con quienes trabó relación y cuyos intercambios
fueron publicados. Rojas no fue una excepción. Con respecto a este
trocar de correspondencia, se conservan en el Museo Casa Ricardo
Rojas (CABA) solamente las cartas escritas por Castro, por esa
sensibilidad patrimonialista del fundador de la primera cátedra de
literatura argentina. Estas piezas inéditas de inestimable valía son las
que tomaremos como punto de partida
3
para explorar algunos
aspectos del itinerario intelectual de Castro en su vínculo con Rojas
como la fundación del Instituto de Filología de la Universidad de
Buenos Aires, y el denominado Affaire Unamuno, que tantas
tribulaciones le acarreó a Castro y que ocasionó un pedido de toma
de posición de Castro hacia Rojas. Asimismo, analizaremos los usos
y la funcionalidad de la epistolaridad en su correspondencia con
Rojas.
1
Américo Castro, perteneciente a una familia granadina, nació en la ciudad brasileña de Cantagalo,
municipio situado en el estado de Río de Janeiro.
2
Agradecemos al Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas el poder tomar contacto
con las cartas de Castro a Rojas. Con respecto a su materialidad, conviene apuntar que estas piezas
epistolares son enteramente legibles, están almacenadas y a disposición de consulta de manera digital.
El análisis de este epistolario se encuentra metodológicamente condicionado por la imposibilidad de
acceder a las cartas de Rojas que originan la respuesta de Castro. Un trabajo ulterior necesario será el
estudio de las respuestas en el acervo documental de Américo Castro en Madrid.
Asimismo, agradecemos la lectura atenta de las Dras. Liliana M. Brezzo y Marta E. Castellino.
3
Del total, que comprende el arco temporal 1921-1936, tomamos las correspondientes al período
1921-1927.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 95 ISSN 2422-5932
En efecto, esta correspondencia entre Rojas y Castro deviene
un material de importancia para auscultar, entre otros, rastros del
debate intelectual en el ámbito filológico argentino durante los años
en que la filología hispánica bregaba por consolidarse no solo como
paradigma científico, a partir de la fundación del Instituto de
Filología de la UBA en 1922 (Toscano y García 2009, 2011;
Buchbinder, 1997), sino también como eje de estudios de carácter
diacrónico
4
. Razón por la cual, la estancia del catalán Joan
Corominas en la Universidad Nacional de Cuyo
5
(González, 2017) y,
fundamentalmente, las de Américo Castro y Amado Alonso en la
Universidad de Buenos Aires aunque con sus diferencias son
instancias clave que, en diversos períodos y con distintos alcances y
características, fueron jalonando el vínculo académico entre España y
Argentina. Todas estas estancias lo tienen a Rojas, por cierto, como
protagonista y propulsor.
En el caso particular de la primera venida de Américo Castro a
Argentina, sabemos que Rojas decano de la Facultad de Filosofía y
Letras de la UBA por entonces consultó a Ramón Menéndez Pidal
(La Coruña, 1869 - Madrid, 1968), referente en la filología hispánica
de la primera mitad del siglo XX, para que le acercara el nombre de
alguno de sus colaboradores con la finalidad de hacerse cargo de la
dirección del instituto en ciernes. En ese sentido, la presencia del
proyecto filológico menendezpidaliano en el instituto involucró el
establecimiento de un campo científico en torno a los estudios
lingüísticos y, como consecuencia de esto, contribuyó a la adopción
de ciertos criterios mínimos de validación académica, a saber: los
estudios universitarios, la especialización en el extranjero, las
publicaciones en revistas profesionales, el conocimiento científico
específico, etc. (Toscano y García, 2014; Lidgett, 2013; García
Mouton, 2015).
En esta etapa fundacional, Menéndez Pidal fue nombrado
director honorario y Castro, primer director. Cabe destacar que el
proyecto para su instauración fue presentado por Rojas y Emilio
Ravignani, creándose por resolución del Consejo Directivo de la
4
Escribió Castro en su Programa de investigación filológica” (1923, p. 12): “Nuestra lengua es el
resultado de una evolución multisecular, que nos da la razón de ser de los fenómenos que hoy
observamos. Es inútil que analicemos estáticamente tal o cual forma gramatical o un giro de sintaxis,
pretendiendo sacar una explicación de su estado actual. […] El estado actual de una lengua no es sino
un momento de su evolución indefinida, que dura en función de la cultura del grupo humano que la
habla. Si esa cultura se atenúa, la lengua emprende de nuevo su marcha acelerada, y cada idioma se
convierte de nuevo en el punto de arranque de una infinita variedad de dialectos”.
5
Aunque esta es posterior a la guerra civil española.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 96 ISSN 2422-5932
Facultad de Filosofía y Letras, el día 21 de junio de 1922, casi un año
antes de comenzar formalmente la tarea.
Ahora bien, esa red científica, institucional y académica que
Menéndez Pidal junto a Tomás Navarro Tomás, Castro y otros como
Rafael Altamira
6
entretejían desde España la Junta para la
Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas estaba en
plena ebullición entre la década del diez del siglo pasado y el
comienzo de la guerra civil española, y propiciaba que figuras de la
intelectualidad española viajaran a diversos países de América
mediante una potente ensambladura conformada por prestigio
profesional, contactos, becas, pensiones
7
y subsidios. De alguna
manera, se unían una, llamémosle así, necesidad argentina
8
de científicos
especializados para abordar los problemas filológicos y una solvencia
española una manera de saldar esa insuficiencia mediante la
importación de especialistas. En consecuencia, este volver a posar
la mirada de España en América (e inversamente) implicaba la
apuesta por una pan nación aglutinada por la lengua.
En este episodio transformador y modernizador de la vida
cultural la fundación del Instituto de Filología resulta sumamente
clara la incidencia de la promoción de la cultura española en
Argentina
9
: los países latinoamericanos eran concebidos como
aliados del pensamiento, a modo de una prolongación espiritual del
país propio (Cfr. Antelo, 2014: 182), encarnando una apuesta
continental panhispánica:
estas relaciones fueron notables desde 1910, y los vínculos se
estrecharon con la creación de instituciones diversas en Argentina,
Uruguay, Cuba, México, Puerto Rico y Santo Domingo. Así, en 1914
6
Las estadías de Altamira y de Adolfo Posada constituyen no solo antecedentes relevantes de la
empresa intelectual de Castro sino el puntapié inicial de los vínculos intelectuales e institucionales que
se anudaron en adelante. Sugerimos consultar los vastos trabajos de Gustavo H. Prado (2008, 2010)
sobre Altamira, quien hizo su periplo americano también. Otra figura central fue Adolfo Posada, por
su influjo y ligamen profesional con la Universidad Nacional de La Plata. Adolfo Posada escribió el
libro La República Argentina (1910).
7
Consultar: Formentín Ibáñez y Villegas (2007).
8
Huelga decir que Argentina no era una tabula rasa en lo relativo a los estudios filológicos. Sugerimos
consultar los textos de: Alfón (2011); Battista (2014); Degiovanni y Toscano y García (2010); Lidgett
(2013); Toscano y García (2009, 2020); Oliveto (2016), entre otros.
9
Cabe destacar que no solo Buenos Aires estaba bajo la proyección continental americana del Centro
de Estudios Históricos (Junta de Ampliación de Estudios) ya que esta institución tenía redes
transnacionales amplias como demuestran Puig-Samper Mulero (2007); Formentín Ibáñez y Villegas
(2007); García Mouton y Pedrazuela (2015); Laín Entralgo (1971); López Sanchez, Capello y De Pedro
Robles (2007); Antelo (2014).
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 97 ISSN 2422-5932
se creó la Institución Cultural Española en Buenos Aires (modelo de
la acción española en América), cuya finalidad era la difusión de las
investigaciones y estudios científico-literarios españoles (Antelo,
2014: 182).
De alguna manera, la institucionalización de los estudios de este
recorte del saber, mediante la creación del instituto, deviene una
materialización de esa vigorosa vinculación (Cfr. Toscano y García
2011, 2013; Cfr. Santos de la Morena, 2015). Una aproximación a los
textos epistolares escritos por Castro permite entonces revisar en
filigrana aquellas manifestaciones político-culturales que hacen alarde
del afanoso debate de ideas que se estaba desplegando en esos años y
del que el Instituto de Filología es tributario.
En efecto, a través del epistolario se hace ostensible el
entramado científico, institucional y económico que ambos, Rojas y
Castro, contribuyeron a sustentar y consolidar (Cfr. Chicote, 2020:
4). De este modo, la correspondencia funciona como un dispositivo
(Agamben, 2007) y como un laboratorio de ideas (Maíz, 2018): además
del discurrir de dos figuras tutelares en torno al hecho meridiano de
comenzar a darle nervatura institucional a los estudios filológicos, las
cartas muestran el dinamismo de los vínculos académicos e
intelectuales a ambos lados del Atlántico mediante montajes
institucionales, intercambios librescos, viajes, avances en la escritura de
las obras literarias y críticas, entre otros. Igualmente, ponen de
manifiesto tanto las expectativas y los requerimientos de los
epistológrafos, como las preocupaciones de poca monta del diario
vivir, los problemas de salud, las incomprensiones, las luchas
cotidianas. De Castro a Rojas, se percibe una actitud de apertura y un
siempre notable agradecimiento.
Aunque intentamos recomponer ese diálogo a dos voces de la
correspondencia epistolar, solo contamos con las cartas que Castro
enviara a Rojas, por el afán archivístico de este último. Ponemos a
consideración del lector entonces un sugestivo ramillete de cartas
que no ha sido abordado en los extensos y prolíficos trabajos sobre
los aportes científicos de Castro Alfón, 2013; Aranguren, Bataillon,
Gilman, Laín, Lapesa y otros, 1971; Battista, 2014; Bernabeu, 2007;
Degiovanni, 2010; Degiovanni y Toscano y García, 2010, Lida, 2012,
2019; Lidgett, 2013; Morales Martin y Rodríguez Rodríguez, 2012;
Toscano y García, 2011, 2014, por citar algunos, materiales de los
que se ha nutrido esta comunicación.
Al interrogar entonces una práctica de escritura junto a sus
intervenciones ideológicas, a través de ese continente autobiográfico
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 98 ISSN 2422-5932
(Antières y Dabbadie, 2019) conformado por esta selección de cartas,
bregamos por profundizar en una ristra de acontecimientos disyuntos
de la vida profesional del filólogo, en diálogo con un horizonte más
abarcativo, que abraza los vínculos trasatlánticos entre España y
Argentina: los intercambios intelectuales entre estas dos figuras
destacadas y las tramas culturales cimentadas son los intereses
centrales de la partida. Procuramos, de este modo, enlazar algunos
momentos de escritura (Antières, 2019) o secuencias temporales durante
las cuales se articulan objetos y prácticas de una trayectoria
individual y profesional y vincularlos así con un plafón más dilatado
que incluye la incidencia española tanto en la constitución de los
estudios filológicos en Argentina como en ciertos episodios político-
culturales que reverberaron en el epistolario.
Este trabajo consta de tres partes que detallamos a
continuación: en la primera, discurrimos en torno al episodio
concreto de la fundación del instituto desde la perspectiva concreta
que brindan las cartas; en la segunda sección, nos interesa auscultar
los usos y la funcionalidad de la epistolaridad que Castro
desenvuelve en su correspondencia con Rojas; en la tercera,
analizamos el denominado Affaire Unamuno, que tantos desasosiegos
le acarreó a Castro y que suscitó una insistente interpelación de
Castro a Rojas: en efecto, el filólogo español nacido en Brasil lo
exhortó a Rojas a una toma de posición frente al conflicto. Por
último, ponemos a disposición de los lectores algunas de las piezas
epistolares inéditas que consideramos más significativas.
Experimenta linguarum
La única razón de la vida es crear algo que antes no existía
Ramón Menéndez Pidal, 1959
Todo comienza en Madrid, en los albores del siglo pasado. Una
reconstrucción de los diversos sitios desde donde Castro el
remitente escribió a Rojas permite cartografiar, a través de estas
piezas epistolares, las tramas académicas, culturales, políticas que
fue urdiendo: son esquirlas de una biografía tejida a uno y otro lado
del Atlántico. Conviene reparar en que más de la mitad de las cartas
fueron escritas desde Madrid: Castro era propietario de un hotelito
en la calle Oquendo 3, a tiro de piedra de la Residencia de
Estudiantes, del Instituto-Escuela y de la futura ubicación de las
proyectadas instalaciones del Centro de Estudios Históricos
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 99 ISSN 2422-5932
dependiente de la Junta para la Ampliación de Estudios e
Investigaciones Científicas, en los aledaños de la Colina de los
Chopos (según el nombre que le dio el poeta Juan Ramón Jiménez a
esa zona de Madrid).
Este detalle del plano madrileño nos resulta útil para pensar que
las inmediaciones de la casa de Castro remiten a las diversas
instituciones que contribuyó a edificar desde las primeras décadas del
siglo pasado, poniendo también sus primeras piedras. Precisamente
en 1910 Castro se incorporó, haciéndose cargo de la sección de
Lexicografía, al recién creado Centro de Estudios Históricos, que
tenía como presidente a Ramón Menéndez Pidal y como secretario, a
Tomás Navarro Tomás (1884-1979). Como sostienen Morales Martín
y Rodríguez Rodríguez (2012: 23), el Centro de Estudios Históricos:
fue la institución que dio un mayor impulso a los estudios
filológicos, a la profesionalización del quehacer historiográfico, a la
internacionalización de la historiografía española y a la proyección
social del trabajo de los filólogos e historiadores en aquella España
del primer tercio del siglo XX. Además, esta institución enseñó a
investigar y a renovar las prácticas de trabajo de numerosos
humanistas y científicos sociales españoles (López-Ocón, 2010, pp.
40-41). Por aquella institución pasaron, como docentes, como
alumnos, intelectuales de la talla de José Ortega y Gasset, Federico
de Onís, Emilio Alarcos, Agustín Millares, María de Maeztu, Miguel
Asín Palacios, Rafael Lapesa, Julián Ribera o Manuel Gómez
Moreno, entre otros.
Sin embargo, conviene recordar que Américo también transitaba los
pasillos de la otrora Universidad Central de Madrid. Sin detenernos
en la descripción de todas sus abundantes actividades y
responsabilidades profesionales, sí daremos unas pinceladas
biográficas que resultan elocuentes. En octubre de 1911, Castro se
doctoró en Filosofía y Letras con una tesis cuyo título fue:
Contribución al estudio del dialecto leonés en Zamora. Unos años
antes, entre 1905 y 1908, había estudiado en París, en la Universidad
de la Sorbona. En 1913, fue nombrado profesor auxiliar en la
Facultad de Letras de la Central y catedrático de Filología castellana
en 1915, más tarde retitulada como Historia de la Lengua castellana,
la primera cátedra en España con esa denominación.
Como vemos, su actividad profesional comenzó a perfilarse de
la mano de la dialectología para luego abrirse en abanico hacia otros
horizontes que incluían los estudios críticos e históricos de obras
literarias canónicas y las definiciones de la vividura hispánica y de la
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 100 ISSN 2422-5932
morada de la vida, conceptos cuya encarnadura derivó en múltiples
publicaciones. Recordemos que, a posteriori, en concreto a partir de
los años cuarenta, su producción ahondó en las tesis de su obra
España en su historia. Cristianos, moros y judíos (1948)
10
, reeditada
primero en 1954 y luego en 1962 bajo el título de La realidad histórica
de España. En otros términos, podríamos esbozar que su itinerario
profesional se amplificó entre la lexicografía y la historia, esto es, del
monumento de la lengua el diccionario a los estudios histórico-
literarios del ser español: en esa retahíla de intereses, se fraguó su
carrera académica.
El año 1923 fue significativo en el itinerario intelectual del
filólogo: en efecto, ese fue el año en que Castro todo un cabal
viajero cultural (Aguilar y Siskind, 2002) estuvo por primera vez en la
Argentina. Un año antes había visitado Marruecos con la finalidad de
analizar a fondo las juderías que allí había
11
. Llegó al puerto de
10
Castro escribió una importante cantidad de publicaciones sobre gramática histórica, crítica literaria y
estudios históricos entre las que se destacan “Prólogo”, en Vida del Buscón (1911), Contribución al estudio
del dialecto leonés de Zamora (1913), La enseñanza del español en España (1922), Lengua, enseñanza y literatura
(1924), Vida de Lope de Vega, 1562-1635 (1919), en colaboración con el profesor H. A. Rennart, El
pensamiento de Cervantes (1925), Santa Teresa de Jesús y otros ensayos (1929), acomo también numerosos
estudios como por ejemplo: Lo hispánico y el erasmismo (1940); Iberoamérica: su presente y su pasado (1946).
En 1947 ediMesianismo, espiritualismo y actitud personal. Cabe mencionar también Dos ensayos (1956),
Hacia Cervantes (1957), Origen, ser y existir de los españoles (1958), En 1960, publicó La Celestina como
contienda literaria. Por otra parte, escribió prólogos a obras de autores clásicos, entre ellos a Tirso de
Molina y a Francisco de Quevedo. También escribió trabajos sobre los juglares de los tiempos
medievales, sobre Erasmo de Rotterdam y sobre el teatro clásico. Otras obras son: De la edad conflictiva.
El drama de la honra en España y en su literatura (1961), y Cervantes y los casticismos españoles (1966).
Asimismo, se destacan doce interesantes artículos, entre los años 1910 y 1935, en el Boletín de la
Institución Libre de Enseñanza.
Por otra parte, conviene apuntar brevemente que defendió la idea de españolidad como resultado de la
convivencia durante siglos de la cultura cristiana, musulmana y judía frente a Claudio nchez
Albornoz, quien destacó la importancia de la aportación romano-cristiana. Esta polémica fue muy bien
documentada por Villalba (2015) y Gómez Martínez (1972). El ser de España, dice Américo Castro,
empieza a configurarse a partir del 711 con la confluencia de los árabes, musulmanes, judíos y
cristianos. En este sentido, piensa a España con origen mestizo, no como entidad metafísica sino como
entidad histórica, esto es, como producto de la historia.
Ideológica y políticamente afincado sobre el liberalismo y el laicismo, Castro ocupó en tiempos de la
Segunda República el puesto de embajador en Alemania (1931), permaneciendo en dicho cargo hasta el
año siguiente. En aquellos años publicó varios artículos en el diario madrileño El Sol. Al estallar la
guerra civil (1936), se exilió en la Argentina. A posteriori, en los Estados Unidos, donde fue profesor
en la prestigiosa Universidad de Princeton.
11
Américo Castro se destacó como un viajero cultural. En 1923, también visitó algunas universidades
de Uruguay y de Chile. En 1924 fue invitado por la universidad norteamericana de Columbia e
intervino en otras universidades de EE. UU. A finales del año 1924, pronunció una conferencia en la
universidad de La Sorbona sobre “El pensamiento y la moral de Cervantes”. En 1928, estuvo en
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 101 ISSN 2422-5932
Buenos Aires con el encargo preciso de dirigir el Instituto de
Filología, a instancias de Menéndez Pidal, su referente. Ciertamente,
Menéndez Pidal no le dio ese encargo solo por ser un filólogo
pujante y discutidor que estaba en el candelero madrileño, sino
porque pertenecía al grupo de intelectuales del Centro de Estudios
Históricos, corporación que en última instancia había asumido la
responsabilidad de sacar adelante la labor filológica del Instituto, a
pedido de Rojas.
En este sentido, cabe recordar que Menéndez Pidal, por su
parte, bregaba por la cimentación de los lazos de una pan nación
hispanoamericana ya que tenía el objetivo de crear una unidad
lingüístico-cultural que conformara un mundo panhispánico, en el
cual se propiciara el desarrollo de las relaciones internacionales y el
trazado de políticas institucionales entre España y las ex colonias
devenidas en Estados independientes (Chicote, 2020: 2).
Repasando algunas de las misivas escritas a Menéndez Pidal por
Castro, se pueden observar dos cuestiones estrechamente vinculadas:
en primer lugar, que Américo se consideraba parte de un colectivo
amplio que compartía un saber especializado, esto es, no se juzgaba
un verso suelto sino parte de un engranaje de la importante institución
que representaba, el Centro de Estudios Históricos. En segundo
lugar, y muy ligado a lo anterior, sentía en sus hombros el peso de
una responsabilidad: venía estrictamente a cumplir una misión
encomendada de manos de su intelectual faro. Esto último (así como
el peso que significaba para él esta ampulosa labor) puede calibrase
también en otra carta de Castro, esta vez a Federico de Onís. Con
fecha del 18 de julio de 1923, a las pocas semanas de haber
emprendido su aventura filológica porteña, Castro comparte con su
colega sus expectativas y el tenor del encargo en estos términos:
para lo que nos quieren es para la lingüística. Yo lo miro además
como el compromiso de honor más grande que ha caído sobre
nuestro grupo. Veo más claro que la luz de nuestro porvenir como
país es América, y que se nos pone en la mano, nada menos, que el
problema de la lengua nacional. Tenemos que fabricar discípulos
para dar el tono a la enseñanza de la lengua y la literatura españolas
no solo aquí sino en otras partes que no han de tardar en seguir el
ejemplo de Buenos Aires (Carta de Américo Castro a Federico de
Onís, Buenos Aires, 18 de julio de 1923. Archivo de Federico Onís,
O-MS/C-44.18. Cit. en Lida, 2019: 26).
diversos países de América: México, Cuba y Puerto Rico. En 1933 efectuó otros viajes por varias
universidades del continente europeo.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 102 ISSN 2422-5932
Por todo lo antedicho experimentarlo como un compromiso de
honor ligado al porvenir español como país, dar el tono a la
enseñanza de la lengua y la literatura españolas en suelo americano,
formar un discipulado la singladura de Castro hacia Argentina
puede caracterizarse como un viaje más exportador que importador de
conocimientos, teniendo en cuenta que el sujeto en cuestión va a
determinado lugar a transmitir sus sapiencias, con la finalidad de
ampliar las bases de adhesión y dejar un legado. Esto es, para
constituir un archivo que traduzca la intangibilidad del poder (de la
filología) o quizás más certeramente, para consolidar un anticuario
(Devoto, 2018), el de la lengua mensurada que, como abiertamente le
dice a su colega, es el compromiso de honor más importante al que
se han enfrentado como colectivo.
Sin embargo, este fragmento es sumamente elocuente además
porque expresa acaso los dos desafíos más importantes a los que
Castro debía enfrentarse: tener entre manos el problema de la lengua
nacional y formar prosélitos. Entre la ciencia y el proselitismo,
Castro trazará un programa filológico para su estadía en Argentina
que, como veremos, será ciertamente breve: solo seis meses en los
cuales poco se pudo concretar. Podríamos afirmar que, desde su
perspectiva, la ciencia se constituye en un discurso y una práctica
ideológicamente neutral y que encontraría en su carácter
internacional una confirmación decisiva de su carácter no situado
(Toscano y García, 2020: 54).
Rojas, por su parte, encontraba en Castro aquello que se
ajustaba a sus necesidades. Como queda de manifiesto en el Discurso
inaugural del Instituto, para Rojas se requería de un técnico
encargado de dirigirlo y Castro era la persona indicada: Discípulo
dilecto de Pidal, colaborador suyo infatigable, autor de obra propia,
investigador minucioso, publicista sincero, filólogo extra-académico,
maestro él mismo, Américo Castro viene hacia nosotros como un
generoso misionero de la nueva doctrina (1923: 37).
No obstante, para quienes ponían pegas a la designación de Castro
por su condición de extranjero, Rojas agrega:
Habrá, sin duda, sorprendido a los que mal me conocen, que yo,
predicador tenaz de nacionalismo en la Argentina, haya ido a buscar
afuera maestro y director para el Instituto de Filología; pero no se
habrán sorprendido los que saben cuáles son mis ideas sobre la raza
y el idioma, expuestas en mi cátedra de literatura argentina y en mi
cátedra de literatura española, sin contar lo que tengo dicho sobre
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 103 ISSN 2422-5932
temas de nacionalidad y cultura en numerosos libros. Mi
nacionalismo no hostiliza lo extranjero sino que lo asimila, como lo
propongo en Eurindia; mi nacionalismo no excluye lo español,
puesto que lo considera fuente de argentinidad, como lo muestro en
Blasón de plata; mi nacionalismo no venera la incultura nativa sino
que tiende a superarla por un ideal de civilización, como lo expresé
hace quince años en La restauración nacionalista, cuando formulé la
teoría, como reacción idealista contra la imitación empírica, el
materialismo histórico y el mercantilismo cosmopolita, motivos
locales de esa reacción (1923: 38).
Como vemos, el cosmopolitismo de Castro no es problema para
Rojas: para saldar este posible entredicho hace un repaso a su propia
bibliografía (La restauración nacionalista, Eurindia, Blasón de plata) dando
muestras de que esa españolidad no es otra cosa que fuente de
argentinidad y propone asimilar lo extranjero, al incluir lo español.
Sin embargo, Rojas aclara el embrago explicando que al frotar la
lámpara de la filología aparecerá el genio que contiene la llave mágica para
abrir los corazones:
si necesitamos traer del extranjero especialistas de una ciencia
que aquí no se cultiva o se cultiva por métodos equivocados,
debemos traerlos: y que si España ha formado una escuela
filológica moderna, aunque ella se haya iniciado bajo el
magisterio de la ciencia alemana, es lógico preferir un filólogo
español, porque este posee, con el genio del idioma común, la
llave mágica para entrar en el secreto de nuestros propios
corazones (1923: 38).
Como apuntábamos más arriba, fue Menéndez Pidal quien lo
recomendó ante Rojas para la empresa, hecho constatable en la
correspondencia entrambos. A su vez, Rojas (1923: 37) dejó asentado
en el ya citado discurso, que había obtenido del Consejo Directivo de
la facultad la autorización para gestionar la venida de un especialista
europeo, a quien se le entregaría la dirección y se le destinarían los
fondos pertinentes para acometer dicha tarea.
Entre junio y diciembre de ese año, entonces, Castro se lanzó a
la gesta filológica porteña y se hizo cargo de la dirección del
Instituto. Ahora bien, ¿cómo fueron esas primeras comunicaciones
de Madrid a Buenos Aires? ¿Cómo fueron los primeros contactos?
En una misiva fechada el 4 de mayo de 1923, queda de manifiesto
que Castro va casi a tientas a Buenos Aires, secundando la palabra de
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 104 ISSN 2422-5932
Menéndez Pidal.
12
Lo asedian las dudas porque no sabe exactamente
cómo se materializará su trabajo allí. Sin embargo, percibe el apuro
de Rojas para que se concrete con suma presteza el traslado desde
Madrid. Como decíamos, tiene entre manos una definida labor
intelectual y un objetivo: sentar las bases científicas de los estudios
filológicos en Argentina y de aquí, al resto de América. Razón por la
cual en la misiva tiene muchas preguntas para hacer. También
desciende a ciertos detalles materiales de su estadía: procura que
Rojas le busque un alojamiento acorde a sus posibilidades
económicas. Y con inocultable ansiedad, le pregunta cómo será su
oficina:
Ayer llegó su cable en que solicita que vaya urgentemente. De haber
recibido antes esa noticia con carácter definitivo, habría ido en el
vapor español del día 7 con mi amigo el Dr. Lafora. Ha sido
materialmente imposible arreglar el viaje con esa premura. El vapor
más inmediato en que puedo salir es el Lutetia, que parte el 15 de
Lisboa y llega ahí el 30. Lamento mucho no haber sabido antes su
decisión, porque en la Transatlántica española hubiera podido
obtener pasaje gratis, y ahora es a cargo mío. Pero esto es un detalle
secundario. Lo importante es el hecho del viaje, y su alta finalidad
intelectual. Para mí es un gran honor el inaugurar en esa importante
universidad, unida a nosotros por tantos vínculos, el estudio
histórico de la lengua nacional.
Voy un poco a ciegas sobre el detalle de mi trabajo ahí. He reunido
la mayor cantidad de materiales, y de sugestiones personales para
poder ofrecerles algo interesante a sus estudiantes. Una vez ahí, V.
me dirá que es lo que desean concretamente, qué lugar hemos de dar
al español entre las lenguas románicas, etc.
Yo la agradecería mucho, Dr. Rojas, que pensaran en buscarme un
alojamiento no caro, y que no se encontrara demasiado lejos del
lugar donde vaya a dar clase. No me represento cómo va a estar
instalado el Instituto. ¿Tendré en él un despacho, donde pueda
instalar mis libros y trabajar con libertad durante el día? Siendo así,
yo mandaría allá mi cajón de libros. En otro caso sería preciso que
mi alojamiento tuviese dos piezas, para poner en una de ellas el
despacho. Es natural que yo prefiera la primera solución.
Perdone que le moleste desde ahora con estas incumbencias, pero V.
ha de ser mi mentor estos primeros momentos de mi estancia en un
12
En otra carta, de Menéndez Pidal a Rojas, fechada el 12 de mayo de 1923 se puede leer: “Castro
atenderá la Gramática Histórica en general y especialmente a la lengua literaria en su variedad
argentina” (Carta de Menéndez Pidal a Ricardo Rojas, Madrid, 12 de mayo de 1923. Archivo Menéndez
Pidal en Madrid. Cit. en Chicote, 2020: 10).
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 105 ISSN 2422-5932
país nuevo para mí (Carta de Castro a Rojas, Madrid, 4 de mayo de
1923. Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas).
Cruzar el charco, instalarse en un país nuevo y acometer una
empresa sin par, ese es el panorama que se le presenta a Castro. Sin
embargo, ¿qué significaba en 1923 su viaje y su alta finalidad
intelectual? Esto es, ¿qué implicancias tenía poner esta primera
piedra en el edificio de los estudios de la lengua, en clave histórica?
Según sostiene la historiadora Miranda Lida (2012: 101), no se
trataba de promover la creación de un instituto que estudiara y
sistematizara la auténtica lengua argentina, sino de crear un centro de
estudios que sirviera para promover el buen uso del idioma español
en la Argentina.
En clave de saneamiento de una lengua corrompida, Castro
concebía su misión en la Argentina como una obra de purificación
que debía ser llevada a cabo en un país en el que su lengua había
llegado a degenerar, por haber sido un área marginal del antiguo
imperio español (Lida, 2012, 101). Por ende, su plan ni por asomo
incluía argentinizar la lengua, bastaba con mensurar el uso para
detectar su corrupción, adoptando un rol de normativizador
lingüístico para tal fin. En este sentido, confeccionó un proyecto
que consistía básicamente en la recolección de materiales para la
elaboración de una lexicografía hispanoamericana (Buchbinder,
1997: 136).
No obstante, ya transcurridos casi cinco meses de su estancia en
Buenos Aires, Castro deja traslucir en una carta del 20 de septiembre
de 1923 un regusto de desilusión y amargura. La misiva está dirigida
a Menéndez Pidal y a Navarro Tomás:
Queridos D. Ramón y Navarro: Les agradezco mucho su carta. Han
tardado Vds. dos meses en contestar a mis primeras epístolas, y veo
que no estamos muy a tono en la apreciación de algunas cuestiones.
Si me hubieran escrito al principio, muchas de esas dudas hubieran
sido desvanecidas con cartas mías. Pero he ido siendo más parco que
en mis primeras efusiones, en las que daba impresiones tal vez
demasiado próximas al momento, a medida que fui comprobando el
escaso eco que encontraban ahí mis asuntos americanos (Carta de
Castro a Menéndez Pidal y Navarro Tomás, Buenos Aires, 20 de
septiembre de 1923. Archivo Menéndez Pidal, Madrid. Cit. en
Degiovanni y Toscano y García, 2010: 208).
El pacto epistolar, que supone la periodicidad en el trocar de
correspondencia (Cfr. Dauphin, 1995; Lyons, 2018), se hizo trizas.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 106 ISSN 2422-5932
Roto el contrato tácito, ese pacto no expresado abarca la longitud
de las cartas, la frecuencia aceptable de los intercambios, el lenguaje
que se utiliza en ellos, las fórmulas para saludar y despedirse que los
corresponsales estiman apropiadas (Lyons, 2018: 278). Castro les
reprocha el desinterés a sus colegas, traducido en la tardanza en
responder sus cartas; de alguna manera, percibe que ellos no están
interesados en su gesta americana. O, lo que es lo mismo, no
encuentra en sus compañeros interlocutores válidos. Además,
entiende que lo acusan injustamente por confundir teoría y práctica
de un proyecto filológico que tiene sus bemoles:
Veo que toman Vds. actitud muy dogmática en lo de la
pronunciación. Confunden a mi ver los puntos de vista teóricos con
lo que en este momento se puede hacer aquí. Además, no me
parece exacta la comparación con las lenguas románicas, porque eso
nos llevaría a la idea de [Rufino José] Cuervo. Yo parto de la
evidencia que el español es uno en la pronunciación, no obstante las
diferencias regionales de toda clase que poseemos, que hacen que no
tomemos por extranjero a un hispano-americano, aun el más bozal
de Venezuela o Centro América. No es pues en la y ni en la s donde
está el peligro, sino en escribir desde que por puesto que, o mal
grado por no obstante, o en suprimir el futuro, o el pronombre
vosotros, o en decir venir detrás nuestro, etc., etc. (Carta de
Castro a Menéndez Pidal y Navarro Tomás, Buenos Aires, 20 de
septiembre de 1923. Archivo Menéndez Pidal, Madrid. Cit. en
Degiovanni y Toscano y García, 2010: 208-209).
El plan de Castro implica alejar la corruptela de los muros capitales de
la lengua: la sintaxis y el léxico. No se concentrará ni por asomo en
la fonética, ya que para Castro no revestía la centralidad que le
endilgaba Navarro Tomás. En esta diferencia, que incluye también
diversidad de criterios entre lo que se puede y lo que se debe realizar,
Castro los acusa de dogmáticos; ellos, por su parte, ya lo habían tildado
de frívolo. Pero no nos adelantemos.
Decíamos: a Castro le punzan las críticas desde el otro lado del
Atlántico. Considera que, además de separarlos 10.000 km de
distancia, los separan las incomprensiones. Para contrarrestar los
juicios negativos que sus compañeros vierten en la correspondencia,
escribe esta contra-misiva a Menéndez Pidal y Navarro Tomás (que
citamos ut supra) realizando un punteo de sus logros consolidados, a
saber: los numerosos asistentes a sus conferencias, la consideración y
el respeto del público, la solicitud de artículos en periódicos que
acompasan sus días. Aunque sus compañeros no lo quieran ver, en
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 107 ISSN 2422-5932
estos pocos meses se le abrieron todas las puertas, convirtiéndose en
una voz autorizada en la capital argentina: Castro devino, a todas
luces, una philological star en el firmamento académico porteño. A su
vez, en la misiva detalla pormenorizadamente las actividades que
cada uno de los miembros del novel instituto está acometiendo. Está
convencido: ya ha cumplido las metas de su viaje exportador de
conocimientos. Sin embargo, para su sorpresa, le han soltado la mano
desde Madrid (Cfr. Carta de Castro a Menéndez Pidal y Navarro
Tomás, Buenos Aires, 20 de septiembre de 1923. Archivo Menéndez
Pidal, Madrid. Cit. en Degiovanni y Toscano y García, 2010: 208-
211).
Como se puede apreciar, estas escrituras ordinarias (Fabre, 1993)
que conforman las cartas, es decir, estos usos de lo escrito definidos
esencialmente como no literarios, domésticos, profesionales y
personales (Antières, 2019: 75) rezuman a contraluz un entramado
conformado por la Junta de Ampliación de Estudios y el Centro de
Estudios Histórico que, en clave pragmática y paternalista, pensaba
el proyecto unidireccionalmente de España hacia Argentina, con un
viso colonizador. Este es quizás el motivo por el cual solo vinieron a
la Argentina profesores españoles, pero no se dio un movimiento a la
inversa ni tampoco fueron al viejo continente sino solamente unos
pocos estudiantes, jóvenes en formación. La traducción económica
de la apuesta habla por sí sola: solo tres estudiantes becados vinieron
a América,
mientras que el número de profesores que viajaron para dar
conferencias o cursos en América fue muy superior, entendiendo
que en la América española no se había de recoger, sino que se tenía
que sembrar. En líneas generales, la JAE entendió que entre España
y América podía establecerse una relación análoga a la que pretendía
que existiese entre España y Europa, pero reinterpretando la famosa
máxima de Ortega: América Latina era el problema y España la
solución (López Sánchez, Capello y De Pedro Robles, 2007: 126).
En efecto, el objetivo de la JAE era, a fin de cuentas, crear una elite
de científicos e intelectuales comprometidos con la regeneración
espiritual y material del país, ciudadanos conscientes de su misión
renovadora (López Sánchez, Capello y De Pedro Robles, 2007:
177). Más que cooperación internacional fue una suerte de misión
científica que Castro personificó y que luego encarnaron Agustín
Millares Carlo (1924), Manuel de Montoliú (1925) y Amado Alonso
(1927-1946), haciendo cabeza en la dirección del instituto. Esta etapa
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 108 ISSN 2422-5932
que la crítica especializada ha denominado como fundacional (Toscano
y García, 2009; Battista, 2014), entre 1922 y 1946, estuvo ligada a
filólogos españoles menedezpidalianos, con la excepción del
antropólogo alemán radicado en Argentina Robert Lehmann-Nitsche
que lo dirigió interinamente durante el año 1926.
En este sentido, y recuperando la biografía que le dedicaron
Morales Martín y Rodríguez Rodríguez (2012: 31), Castro fue
definido como un pasador cultural, esto es, un propagandista y difusor
de los logros científicos españoles. Tanto el dictado de conferencias,
los viajes científicos, los intercambios librescos
13
, la exigencia de un
trabajo de acuerdo a ciertos cánones metodológicos y la legitimación
conjunta de proyecto y sujeto (Antelo, 1998: 19) materializan la
apuesta que entraña afanes de vigilancia lingüística.
Llegados a este punto, conviene subrayar que la filología de
Castro, atenta a su imperativo normativo y universalista, tenía un
fuerte interés pedagógico, como es de suponer. La intervención
cultural que llevó adelante en esos meses era concebida como una
acción política: la colocación de España como referente cultural y
científico para los países hispanoamericanos, en particular, para la
Argentina (Degiovanni y Toscano y García, 2010: 199). Por este
motivo, es que Castro se sintió vapuleado frente al poco interés de
sus colegas. La escritura asidua de cartas resulta imprescindible y
vital para sobrellevar su experiencia porteña. Sin embargo, sus
denodados trabajos en Buenos Aires no tienen el ansiado eco, al otro
lado del Atlántico. Y para peor, es considerado unfrívolo, por
dedicarse al arte de dictar conferencias. En un fragmento de la
misiva a Menéndez Pidal y Navarro Tomás, Castro se defiende con
uñas y dientes en estos términos:
Es perfectamente armonizable que yo ahí reniegue de las
conferencias artificiosas, sin finalidad, en las que hay que empezar
por inventar el público en las que yo tengo que hacer de público
13
Dice Castro en una carta del 18 de noviembre de 1924 a Rojas: “Mi querido amigo: Gracias por su
bello libro sobre su gestión tan brillante en la Facultad. Correspondo mandándole dedicado el primer
ejemplar que recibo de un libro mío”. Más adelante agrega: “Estoy acabando una larga reseña de su Lit.
Arg. para vuestra revista. Lo he hecho con la mayor simpatía” (Carta de Castro a Rojas, Madrid, 18 de
noviembre de 1924. Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas). En otra carta del 29
de noviembre de 1927 expresa: “Mi querido amigo: A punto de manchar a Alemania a dar una serie de
conferencias, me llega El Cristo Invisible que desde la primera página me agrada profundamente, por
andar interesado lecturas religiosas. ¿Conoce el Jesús de [ilegible]? A mi vuelta leeré su libro con el
detenimiento que merece”. (Carta de Castro a Rojas, Madrid, 29 de noviembre de 1927. Instituto de
Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas)
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 109 ISSN 2422-5932
para escuchar las sandenses de [Arturo] Farinelli y compañía, con
que me haya lanzado aquí a dar un cours públic, semanal, durante 3
meses, en vista de que no había ambiente para estas cosas, y había
que crearlo. ¿Que Ricardo Rojas tenía que haber preparado antes su
núcleo de filólogos? Pero pensar eso es colocarse en la abstracción
más pura. ¿De dónde les va a venir la filología a los argentinos? Para
crearla es para lo que han pedido la ayuda del Centro Histórico
(Carta de Castro a Menéndez Pidal y Navarro Tomás, Buenos Aires,
20 de septiembre de 1923. Archivo Menéndez Pidal, Madrid. Cit. en
Degiovanni y Toscano y García, 2010: 208).
Como se puede advertir, el problema presenta dos caras: por un lado,
Castro señala que los colegas españoles no están en la trinchera, no
arrecian con las armas de las letras en el campo de la batalla cultural
que él está intentando librar en Argentina, de ahí la falta de
comprensión y la indolencia; y por el otro, pone en palabras quizás el
escollo mayor con que se topó en esos escasos meses al frente del
instituto, que en realidad constituía el mayor anhelo: la articulación
de un público, ese paso instituyente que excede la mera política
institucional. Podríamos decir que a Castro no le interesaba
convencer a los detractores del instituto nos referimos a los
belicosos filólogos no académicos o extrauniversitarios Arturo Costa
Álvarez, Vicente Rossi y Almanzor Medina
14
quienes aprovechaban
cada oportunidad para criticar su procedencia europea y sus afanes
sino que, por el contrario, le interesaba capitalizar, en plena
efervescencia, esos días de gloria para la filología española y, de esta
manera, hegemonizar un discurso y un análisis formal concreto. Se
puede percibir además cierta agencia de sí en las cartas por Castro
escritas: debe legitimar su trabajo a los ojos de sus colegas españoles,
debe exponer sus logros.
Sin embargo, en una carta fechada el 13 de noviembre de 1923
dirigida a Rojas ya se presiente que el deseo de Castro era abandonar
la labor y retornar de una buena vez a España. Fastidiado y enfermo
de los intestinos, se encontraba sin fuerzas, desanimado. Casi
parafraseando a Leonardo da Vinci en esa famosa frase una obra de
arte nunca se termina, solo se abandona, Castro escribió desde
Montevideo:
Aprovecho un rato de espera en casa de este médico para darle
noticias mías. Ando fastidiado, y casi decidido a suprimir mi viaje a
14
Para revisar la postura de la filología no académica que estaba en franco debate con los filólogos del
Instituto sugerimos consultar Emiliano Battista (2014).
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 110 ISSN 2422-5932
Chile y a N. York. Quizá en cuanto acabe ahí, me marche a España.
Pensaba irme ayer a Bs. Aires, y no lo hice por sentirme mal con ese
dolor desagradable que me aqueja de vez en cuando. Este médico,
Dr. Navarro, me está viendo, me ha hecho analizar, en un
laboratorio, heces y demás, pero no creo que encuentre el modo de
curarme. De cualquier modo, estaré ahí el viernes por la mañana, y
creo que saldré de esa directamente para España. Me siento cansado,
con pocas fuerzas para seguir trabajando por ahora, con la
intensidad necesaria.
Lamento en el alma no asistir a su comida del jueves. Por razones
tanto de aspecto personal, como de justicia objetiva, habría querido
asociarme a esa fiesta, y decir incluso en palabras que reflejaran lo
mucho que le debe la intelectualidad de mi país. Gracias a su labor
generosa y tenaz, los valores intelectuales se cotizan hoy más altos
en la Argentina (Carta de Castro a Rojas, Montevideo, 13 de
noviembre de 1923. Instituto de Investigaciones del Museo Casa
Ricardo Rojas).
Solamente unas semanas más tarde, Castro partía rumbo a EEUU.
Regresaría exiliado a la Argentina recién en la década del treinta, a
raíz de la guerra civil española.
Si el estatuto epistolar se funda en el movimiento ambivalente
entre opuestos: nos referimos a los pares presencia-ausencia,
oralidad-escritura, privado-público, realidad-ficción por citar solo los
más significativos y también los que más consenso han suscitado en
la crítica especializada (Maíz, 2018; Hintze y Zandanel, 2012; Bouvet,
2006; Cioran, 1995; Violi, 1987; Salinas, 1983), conviene apuntar que
los ámbitos de lo público y lo privado no son compartimentos
estancos en las misivas sino vasos comunicantes, espacio de
intersección y caja de resonancias de escenas autobiográficas y
prácticas institucionales. En la concatenación de piezas epistolares
entre Castro y Rojas afloran, como vemos, diversos tópicos que
intersecan ambos aspectos: la preocupación por instaurar a nivel
nacional una filología de entretela científica, la vinculación con ot ros
intelectuales, los sitios recorridos, las experiencias institucionales, las
empresas y aspiraciones en común con Rojas y, por supuesto, el
ramillete de contrariedades para afrontar esos desafíos profesionales.
Esos espacios de imbricación público-privado que son estas cartas
que analizamos habitan esos umbrales citados más arriba. Y nos
precipitan de suyo en ese rito de pasaje o confín, que hunde sus
raíces en la cantera de la historia de la filología en Argentina.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 111 ISSN 2422-5932
Funcionalidad y usos de la epistolaridad en la concatenación de
piezas de Américo Castro a Ricardo Rojas
Yo no me ocupo más que de lingüística, eso es mi vida,
ese es mi ideal
(Carta de Castro a Unamuno, Madrid, 23 de enero de
1915. Archivo de la Casa-Museo Unamuno)
Estos documentos de archivo detentan algunas notas dignas de
destacar que coadyuvan a que sean piezas de apreciable valía. Por
una parte, las cartas de Castro a Rojas presentan un carácter de
exclusividad en la información que contienen porque probablemente
varios datos documentales no se puedan hallar en otras piezas u
otros registros escriturarios. Recordemos que estas cartas fueron
concebidas en el fuero de lo privado, por un intelectual español que
además de vínculos académicos e institucionales se sentía unido a
Rojas por un fuerte respeto y agradecimiento. Asimismo, las piezas
que conforman esta serie contribuyen a reconstruir ciertos contextos
de producción que hemos intentado describir en lo relativo a algunas
claves de la trastienda de la institucionalización de los estudios
filológicos en Argentina.
Por otra parte, resulta interesante destacar que las cartas
constituyen objetos culturales que coligan texto e imagen. En este
sentido, el epistolario proporciona dos datos que exceden a los
firuletes entintados, a la letra mecanografiada y a la rúbrica
personalísima de los corresponsales, pues, por un lado, vierte una
información cartográfica sobre los diversos lugares desde donde el
remitente envió su comunicación y, por otro lado, ubica a las piezas
dentro del universo de la correspondencia privada pero de carácter
institucional. Esto último es claramente constatable por los
membretes de las hojas que remiten al Centro de Estudios
Históricos, a la Universidad de Columbia, la Embajada de España en
Berlín, etc.
Ahora bien, hechas estas aclaraciones preliminares, podríamos
trazar entonces un recorrido sobre los usos y la funcionalidad de la
palabra epistolar en estos artefactos escritos por Castro entre 1923 y
1936. Resulta significativo que, como es de suponer, una primera
modulación de este aspecto recaiga en el debate de ideas, el esfuerzo
ímprobo por el cual estas cartas, a través de un contrapunto de
pareceres, se constituyen en arenas culturales, al decir de Gorelik
(2016).
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 112 ISSN 2422-5932
De igual modo, ocupa un lugar preponderante el uso de la
escritura epistolar para pasar en limpio una reflexión (Myers, 2015: 53).
Quizás una carta escrita desde el invierno neoyorquino eche luz
sobre esta segunda modulación de la funcionalidad epistolar. A
comienzos de 1924, luego de su paso por la dirección del instituto,
Américo no viajó a España como pretendía sino a los Estados
Unidos, contratado por la Universidad de Columbia en calidad de
profesor visitante. En esta casa de estudios dictó un curso de
literatura hispana. Recordemos que allí trabajaba el ya mencionado
Federico de Onís, creador de la Casa Hispánica y fundador de la
prestigiosa Revista Hispánica Moderna, quien fuera el nexo para su
estancia allí
15
.
El 3 de febrero de 1924, Castro escribe una carta a Rojas en
donde expresa sus opiniones sobre la coyuntura y recoge sus
impresiones sobre la portentosa Universidad de Columbia. Por
cierto, Castro tendrá a lo largo de su vida un amplio conocimiento de
las universidades norteamericanas pues transitó por varias,
finalizando su carrera académica en la prestigiosa Universidad de
Princeton.
Casi como un relato de viajeros que capta aquello que por
exótico llama su atención, releva las luces y sombras de un proyecto
universitario sólido y, como un tiro por elevación, describe en clave
enfáticamente negativa las oportunidades perdidas en España y
Argentina. Pero al incoar la misiva recuerda con saudade su paso por
Buenos Aires:
Mi querido amigo: Aquí me tiene V. por las gélidas latitudes de
Yanquilandia, acordándome mucho de nuestro modesto rincón de B.
Aires. Digo eso de modesto, bajo la impresión de magnificencia que
causa esta universidad, sin igual ni parecido en nuestros países. Pero
tal vez no se puede lograr aquí la relación personal entre colegas y
estudiantes que entre nosotros es frecuente.
Lo que sería preciso era que nos lanzáramos pronto a adoptar algo
del espíritu moderno de estas gentes, su solidaridad social, el
ambiente distinguido y elevado de la vida universitaria. ¡Cómo le
gustaría esto! Cada uno de estos espléndidos edificios es fruto de un
donativo. La Biblioteca es maravillosa. Los dormitorios (enormes
pabellones) de los estudiantes albergan a varios miles de ellos.
Recuerdo nuestra conversación con Blaquier. Ahí y en España
15
Para mayores datos sobre el trabajo de Onís en EEUU sugerimos consultar López Sánchez,
Coppello y
De Pedro Robles (2007)
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 113 ISSN 2422-5932
nosotros los convencidos tenemos que predicar a los ricos, en tanto
que aquí vienen los tales espontáneamente. Están edificando un
nuevo edificio para Business College, que le cuesta al donador un
millón de dólares: él se ha enriquecido en los negocios, y quiere que
los demás aprendan. Algo ingenuo, pero para la Universidad es
admirable (Carta de Castro a Rojas, 3 de febrero de 1924, Nueva
York. Instituto de investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas).
No quedan dudas, el nosotros los aúna y los congrega frente a la
suntuosidad de la institución universitaria neoyorquina, es un
nosotros los convencidos que también se encuentra terciado por el
atraso hispanoamericano frente a la modernidad estadounidense. De
hecho, postular la educación en términos de atraso se emparenta con
la mirada de la denominada generación del 14, a la que la crítica
adscribe a Castro, en la medida que se identificaba el problema español
en el sentido que le había otorgado Ortega y Gasset, esto es, como
un problema pedagógico. La solución pasaba por mirar a Europa de
acuerdo con el principio de europeizar España. La preocupación no
era otra que la modernización de España, para que saliera de su
atraso y pudiera alcanzar un desarrollo científico, cultural, industrial,
político y técnico, a la par de los países más avanzados, siendo la
base de este proyecto el sistema educativo (Cfr. Morales Martín y
Rodríguez Rodríguez, 2012: 20). Como vemos, la modernización
española, o sea, de la periferia de Europa, constituye una salida
nacionalista que paralelamente entraña europeizar España y que
incluye refundar el vínculo con Hispanoamérica.
A este tenor, el lamento proferido por Castro hunde sus raíces
en la falta de solidaridad de los ricos de nuestros países, a los que se
debe educar. Más adelante, en la misma misiva, defiende su método
de trabajo alemán
16
, que ya había defendido tiempo atrás en cartas
con Unamuno
17
:
16
En este sentido, resulta dable consignar como un puntapié inicial su traducción al español de la
Introducción al estudio de la lingüística romance del filólogo alemán Meyer-Lübke.
17
Destacamos el trabajo realizado por José I. Tellechea Idígoras en su artículo “Cartas De Américo
Castro a Unamuno” en los Cuadernos de Cátedra M. de Unamuno, 38, 2003, pp. 109-139. “El
motivo de la diversidad de criterio se retrotrae a un artículo de Unamuno publicado en Nuevo Mundo de
Madrid el 5 de diciembre de 1914, titulado “Papeletas a la alemana”. Era una sátira, un tanto mordaz,
de los nuevos modos de trabajar a la alemana. Unamuno se ensaña con la nueva retórica metodológica o
metodología retórica del momento, que convierte al hombre en esclavo de sus papeletas para verificar
cuántas veces un autor x emplea el gerundio. ‘La investigación es ante todo y sobre todo, papeleteo a la
alemana’, dice irónicamente Unamuno, y bromea a cuenta de futuros investigadores que contarán
cuántas veces usó Unamuno la palabra amigo, árbol, trama, ramplonería, etc... ‘¡oh la investigación, die
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 114 ISSN 2422-5932
Aquí no existe la maldita asignatura, ni la bolilla, mis enemigos
mortales. España e Hispano América son los únicos países en que
existe esa antigualla; que nos moriremos sin ver suprimida. Es el
veneno escolástico y casuista de nuestra tradición. Los yanquis han
calcado el método alemán en cuanto a lo científico, y han
conservado el sistema de vida inglesa en deportes, etc. En su día esta
mezcla dará grandes resultados. Ya es mucho lo que se obtiene.
(Carta de Castro a Rojas, 3 de febrero de 1924, Nueva York.
Instituto de investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas).
Además, en esta misiva desde la gélida Nueva York, relata a Rojas
que está mejor de salud (tópico recurrente en sus cartas: por ejemplo,
11 de agosto y 13 de noviembre de 1923; 3 de febrero y 12 de abril
de 1924, por citar solo algunas), ya que sufría serios problemas
intestinales y astenia. De igual modo, expresa confianza en que su
sustituto al frente de la dirección del instituto, Agustín Millares, se
desempeñará satisfactoriamente y terminará un trabajo importante, la
Biblia medieval romanceada:
Mi salud va mejorando, y espero que desaparecerá el cansancio que
todavía me aqueja, como resultado natural de tantos meses de
molestias digestivas.
Millares estará ahí cuando llegue esta. Confío en que hará cosas
buenas, y en que la Biblia seguirá adelante. Le mando al Instituto
cartas para algunas personas españolas, para que no se vea aislado al
principio de su estancia.
Le ruego salude afectuosamente a los compañeros y amigos de la
Facultad. Y con saludos Muy afectuosos para V., se reitera como su
buen amigo (Carta de Castro a Rojas, 3 de febrero de 1924, Nueva
York. Instituto de investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas).
Paralelamente, en clave de los usos de la epistolaridad, se puede
observar también una tercera modulación: algunas misivas operan a
modo de un suplemento metatextual, una suerte de apostilla auxiliar
que explica alguna de las elecciones u operaciones realizadas. Tal es
el caso del denominado Affaire Unamuno que lo tuvo a Castro como
protagonista inesperado. Expliquémonos un poco mejor.
En 1924, luego de su paso por Nueva York, Castro se había
comprometido a trabajar por contrato en la Universidad de Puerto
Untersuchung!’, exclama (Telechea Idígoras, 2003: 110). Castro le responde con otra misiva y
defiende la seriedad de su metodología.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 115 ISSN 2422-5932
Rico en Río Piedras. Sin embargo, este deber quedó sin efecto a
causa del Affaire Unamuno que lo hizo regresar súbitamente a España.
En habidas cuentas, el clima político español deja sus huellas en el
epistolario. Frente a la toma del poder por parte de Primo de Rivera,
un cansado y enardecido Miguel de Unamuno escribió una carta
criticando con dureza el gobierno y los atropellos del dictador. La
comunicación, cuya finalidad consistía en canalizar su enojo y
compartir sus impresiones, era de carácter estrictamente privado. El
interlocutor y destinatario de la misiva era el profesor español,
Antonio García Solalinde, importante medievalista que residía en
Buenos Aires. El problema se suscitó porque el catalán Julio Noé,
director de la revista Nosotros, accedió a la carta y la publicó en el
número diecisiete (1923), en las páginas 520-521, con la firma de
Unamuno. Américo Castro fue sindicado como quien hizo pública
esa misiva adrede. Según Bernabeu Albert (2002: 659), la parte más
sustanciosa de la carta fue copiada y enviada a varias personas, entre
ellas a Castro cuando todavía se encontraba en Buenos Aires. Este
último la comentó con varios españoles nada simpatizantes con el
dictador.
La historia es, a partir de allí, una suma de entuertos: la
publicación significó tanto la destitución de Unamuno de su cargo en
la Universidad de Salamanca como el destierro en Fuerteventura.
Antes de abandonar Nueva York, para regresar a España, Castro
publicó una contra-misiva (4 de abril de 1924) en La Prensa,
periódico español e hispanoamericano que se editaba en Nueva
York, en la que dio su versión de los hechos. Dice Castro en esa
misiva de defensa:
Lo ocurrido es esto. Yo recibí en Buenos Aires una copia a máquina
de una carta, sin firmar y sin expresión de la persona a quien iba
dirigida. Su tono era violento. Siempre que un país se encuentra
sofocado por la censura, estas explosiones de la opinión privada
adquieren intensidad proporcional a la presión que se hace para
contenerlas por los encargados del poder. La carta en cuestión fue
conocida entre un círculo pequeño de amigos, sin que nadie, al
parecer, tuviese intención de dar al público lo que había sido escrito
para ser leído en la intimidad. Pero he aquí que un médico amigo
nuestro, catalán por cierto, cuyo padre había sido encarcelado en
Barcelona por sus opiniones catalanistas, influido por el estado
pasional que en él produjo aquella desgracia de familia, comunicó la
malhadada carta al diario socialista La Vanguardia. La impresión que
el hecho me produjo fue dolorosísima, y amigos míos de Buenos
Aires conocen la tristeza que entonces experimenté. El hecho no
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 116 ISSN 2422-5932
tenía remedio. La única esperanza era que el texto no fuera
reproducido por otros periódicos de Buenos Aires. Así sucedió,
felizmente, y yo mandé una nota a La Vanguardia, puesto que dicho
periódico me aludía claramente y hasta insinuaba que yo había
autorizado la publicación de la carta, cosa absolutamente falsa.
¿Quién iba a pensar que una revista como Nosotros, dirigida por mi
buen amigo Julio Noé, iba a reproducir dicha carta, sin hablar
conmigo, y sin tener en cuenta lo que yo decía en La Vanguardia al
día siguiente de salir aquella impresa? (Carta de Castro al director del
diario español La Prensa, Nueva York, 4 de abril de 1924. Archivo de
la Casa-Museo Unamuno de Salamanca. Cit. en Telechea Idígoras,
2003: 114).
Ese tomar estado público de una carta privada escrita al calor de la
ira tuvo grandes repercusiones en Argentina y en España. La difusión
alcanzada por los terribles párrafos de la carta de Unamuno causó
revuelo y probablemente este se sintió traicionado al comprobar que
confidencias privadas se hicieron del dominio público (Cfr. Tellechea
Idígoras, 2003: 113). Frente al conflicto que se suscitó por la
filtración de la carta, Castro envió a su vez dos misivas, dos alegatos,
a Rojas sin obtener siquiera un acuse de recibo o una lacónica
respuesta. Con pesadumbre, dice Castro en una carta del 6 de julio
de 1924:
Declaro que me pongo a escribirle con cierta tristeza, pensando que
esta es la tercera vez que yo lo hago, después de haber quedado sin
respuesta mis dos anteriores. Me decido sin embargo a escribirle, por
pensar que los intereses ideales que nos ligan (para mí también de
carácter afectivo) deben sobreponerse a razones de amor propio o
apasionamiento personal. La causa de su silencio, ¿se debe a enojo, a
ruptura de nuestra buena amistad? En cualquier caso, tratándose de
V., y tratándose de mí, la verdad debe ser dicha. No me doy cuenta
del alcance que hayan tenido ahí la serie de infamias que, como
negra fatalidad, han venido planeando sobre mi limpio nombre
desde mi salida de Buenos Aires. La barbarie que domina en España,
la actitud inconcebible de los españoles que dejan solo a quien se
atreve a decir lo que ahora comienzan a pensar todos los que tienen
un rayo de conciencia, todo ello se ha combinado con el asunto de la
carta de Unamuno, y hace que mi viaje a América, en el cual
derroché esfuerzo y generosidad no superada por ningún otro
español de los que fue a esa tierra, no me haya dejado en el ánimo
sino amargura y melancolía (Carta de Castro a Rojas, San Sebastián,
6 de julio de 1924. Instituto de Investigaciones del Museo Casa
Ricardo Rojas)
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 117 ISSN 2422-5932
En un tercer intento, Rojas sí contestó. La ansiedad y preocupación
que engendró dicha contrariedad la no respuesta sumada a la
contrariedad primera la filtración de esa carta y el posterior encono
de la prensa donde tuvo que salir a dar explicaciones es quizás uno
de los momentos más amargos de la correspondencia entre los dos
intelectuales. El epistológrafo comparte su pesar con Rojas y no
obtiene respuesta, una y otra vez. Ese monólogo aciago se
transforma en júbilo cuando llega la carta de Rojas y sus palabras
animantes.
Para calibrar el inconveniente, transcribimos la carta de
Unamuno que suscitó el conflicto por hacerse pública:
XI - 1923 Lo he escrito [se refiere a uno de los artículos en
cuestión] aprovechando la mudez a que me condenan casos bárbaros
del suspensorio, los del ganso real que han ido con S. M. a Italia, que
tachan ya sistemáticamente lo que lleva ciertas firmas al pie.
Que luego, con otra firma o sin ella, pasa sin dificultad. Y luego los
miserables esclavos que emborronan ese papel higiénico que se llama
El Sol- Sol!! dicen que hay libertad de propaganda liberal y que las
izquierdas se contienen el resuello. ¡Miserables! Eso es burlarse de
que se calla uno a quien le ponen mordaza. Yo creí que ese ganso
real firmó el afrentoso manifiesto del 12-IX padrón de ignominia
para España, no era más que un botarate sin más seso que un grillo,
un peliculero tragicómico, pero he visto que es un saco de ruines y
rastreras pasiones o un fantoche del lóbrego y tenebroso Martínez
Anido, el ducho de esta situación tiránica.
He recibido una larga carta de don Santiago Alba, en que este me
cuenta, y documentalmente, lo que con él está haciendo esa canalla,
y da vergüenza ser español y de que haya hombres civiles, que se
creen honrados, que colaboren con esa gentuza corroída de rencores
de lenocinio. Aquella invitación a la denuncia secreta ha remejido el
pozo ponzoñoso de la que Menéndez Pelayo llamó la democracia
frailuna española, el sentido demagógico inquisitorial, y se está
viendo al descubierto el terrible cáncer de España que no es el
caciquismo, sino la envidia. Envidia, envidia; odio a la inteligencia.
Malo, muy malo era aquello, pero esto es peor. La lepra carlista de
los vencidos en 1820 y en 1840 y en 1876, vuelve a brotar: curas y
curoides, sacristanes, furrieles y asistentes, ratés (como Maeztu y
Grandmontagne) se ponen al lado de esta porquería del suspensorio.
Y blasfeman exclamando: ¡justicia! No, de la justicia no se les da un
ardite. Que no es justicia insultar a uno e impedirle que se defienda
en público, ni es justicia dejar pasar lo que dijo Silvela, de que parte
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 118 ISSN 2422-5932
del dinero del juego iba al gobierno civil de Barcelona, y no
investigar que hacían con él el Martínez
Anido ése y la hiena de prensa, el Arlegui que le sirve. Y ese
repugnante papel higiénico, aplaude a esa canalla.
Me ahogo, me ahogo, me ahogo en este albañal y me duele España
en el cogollo del corazón. ¡Y aun hay que aguantar que hablen de
misticismo! ¡Y de nuevo concepto de la libertad! ¡Mejor, Cierva! Nos
están deshonrando.
Y luego, mentir, mentir, mentir. Atribuirse, mintiendo, no
equivocándose, la casi unanimidad de la opinión pública y mentir en
cada problema que atacan.
Me han dicho que Marañón iba a organizar, no sé si bajo el amparo
del suspensorio o de El Sol, un partido de izquierda, supongo que
monárquico. Le he escrito que no lo haga. Que lo liberal ahora es
aguardar, mordaza en boca, y hacer saliva para luego escupir
verdades a esa beocia encanallada, y que ya liberalismo y monarquía
son incompatibles en España. ¡Quién me había de decir que al
acercarme a los sesenta, sentiría el peso de aquella cancerosa
tradición, de aquel tradicional cáncer que hacía estallar bombas
sobre mi cabeza cuando tenía diez años. ¡Pobre España! ¡Pobre
España! Dan ganas de morirse.
¡Basta, que lloro de veras! (Carta de Miguel de Unamuno a Antonio
García Solalinde, Canarias, noviembre de 1923. Nosotros (XVII). Cit.
en Tellechea Idígoras, 2003, p. 112-113).
Esa publicación en Nosotros le costó a Unamuno muchos tormentos.
La carta no deja resquicio de dudas: la censura y la mentira, el odio a
la inteligencia y la vanidad junto a una corrupción que desvía los
fondos públicos, están a la orden del día. Según Claudio Maíz (1996:
101), desde un punto de vista ético, la expresión [unamuniana] me
duele España [o en este caso ¡Pobre España!] podría leerse como
otra forma de recogimiento, en tanto examen de la decadencia
hispánica. Es así como esta carta unamuniana se constituye en una
crónica íntima de la contemporaneidad (Maíz, 1996: 113).
Ahora bien, como decíamos, los ecos de la política española
resuenan en el epistolario de Castro y el imperativo para el autor de
la misiva es obtener una respuesta de Rojas que demuestre
solidaridad y empatía frente a lo que consideraba una tremenda mala
pasada del destino. Sin embargo, también para Castro fue motivo de
pesares este malentendido, según expone en una misiva desde Nueva
York del 12 de abril de 1924:
Pocas situaciones más propicias a hacerle a uno perder la cabeza que
la que se me ha creado con la maldita carta de Unamuno. Lejos de
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 119 ISSN 2422-5932
España y de la Argentina, mal enterado de cuanto se dice y se
calumnia sobre mí, me encuentro inerme y desprovisto de
posibilidades de defensa. Ayer me dio alguien un recorte de La
Nación del 29 de febrero, con un telegrama de Madrid, redactado con
mala intención, en el que se confunden y mezclan verdades con
mentiras con ánimo de inhabilitarme sin duda ante la opinión de ese
querido país. Lo extraño es que ninguno de mis amigos me haya
informado de esas cosas, y que nadie haya dicho lo que era de
esperar que dijeran, a saber que YO NO DI A LA REVISTA
NOSOTROS LA CARTA DE UNAMUNO. ¿Cómo mi amigo Julio
Noé no se ha apresurado a hacer en los periódicos esa declaración?
¿Podría pensar alguien que iba yo a ser tan cretino que diera el
nombre de Unamuno y el mío para que ambos fuéramos fácil presa
de quienes gobiernan en España? La carta de Unamuno salió por
primera vez en el diario La Vanguardia bien a pesar mío por
indiscreción de un médico catalán llamado Matons. Y eso fue todo.
De ahí o no sé de donde la tomaría Nosotros (Carta de Castro a Rojas,
Nueva York, 12 de abril de 1924. Instituto de Investigaciones del
Museo Casa Ricardo Rojas).
No obstante, resulta interesante que Castro le solicita a Rojas una
toma de posición, una defensa activa de su persona entre los fuegos
cruzados que arrecian desde uno y otro lado del Atlántico:
Yo le ruego me defienda, amigo Rojas, y ponga las cosas en su
punto. Estoy deseando marchar a España cuanto antes. Tal vez no
vaya a Puerto Rico por no estar demasiado bien de salud, y no puedo
estarlo con tan tremendos disgustos. Pero me alegra eso en cuánto
me va a permitir marchar a España a fin de mayo para afrontar la
cárcel o lo que sea. Si gentes un poco inconscientes han echado a
rodar mi nombre junto con el de Unamuno, yo puedo proceder en la
misma forma: He de ir a afrontar las responsabilidades a que hubiere
lugar (Carta de Castro a Rojas, Nueva York, 12 de abril de 1924.
Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas).
Finalmente, podemos considerar que esas cartas sin respuestas, en
lugar de circunscribir las palabras de Castro, las dinamizaron
profundamente: tres cartas al hilo, entre los días 12 de abril al 24 de
agosto de 1924, con motivo del problema suscitado por la filtración
de la misiva unamuniana. A su vez, estas cartas dejan entrever que
además de constituirse en vehículo de transmisión de un peligroso
entuerto, exhiben una voluntad metatextual, intentan apostillar y
explicar las decisiones tomadas. Las cartas son, de este modo, armas
de defensa de su prestigio profesional.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 120 ISSN 2422-5932
En vinculación a lo anterior, podemos agregar también a esta
cartografía de las funcionalidades de la misiva, una cuarta
modulación que se vincula a la necesidad perentoria de mover a la
acción. Tales son los casos de solicitudes de adhesiones. En este
sentido, la primera carta de este corpus de Castro a Rojas es un claro
ejemplo porque un nutrido grupo de intelectuales, que también
incluye a Federico de Onís, Alfonso Reyes, Vicente García de Diego
y Justo Gómez Ocerin, le pide a Rojas una contribución para el
homenaje de Menéndez Pidal, al cumplirse 25 años de su
profesorado. De igual modo, se puede apreciar este uso de la
epistolaridad en el telegrama fechado el 31 de diciembre de 1930 en
donde Castro solicita que Rojas avale el pedido del otorgamiento del
Premio Nobel para Menéndez Pidal y suscite entre algunos otros
colegas nuevas adhesiones: ACADEMIAS LENGUA HISTORIA
PROPONEN MENENDEZ PIDAL PREMIO NOBEL APOYAN
PROFESORES ALEMANES FRANCESES ROGAMOSLE
GESTIONE ACTIVAMENTE PROFESORES LITERATURA
HISTORIA ESCRIBAN COMITÉ NOBEL ACADEMIA
ESTOCOLMO PROPONIENDO PIDAL ANTES VEINTE
ENERO (Telegrama de Castro a Rojas, Madrid, 31 de diciembre de
1930. Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas).
Aunque la gestión resultó infructuosa Menendez Pidal no recibió
ningún Nobel y el apoyo de Rojas llegó con delay y por ende no pudo
ser incluido manifiesta la red de relaciones y la confianza
entrambos. De este modo, el uso del objeto cultural carta sirve
además como vehículo para solicitar adhesiones.
Por otra parte, las misivas entrañan constataciones de las
labores realizadas, de los progresos y de las dificultades. Razón por
la cual, verter información sobre los progresos profesionales,
fundamentalmente la marcha de ciertos materiales o publicaciones,
constituye la quinta modulación de esta correspondencia intelectual.
En la misiva fechada el 7 de julio de 1923, con motivo de la edición
de dos pliegos de la Biblia de la Edad Media en la que estaba
afanosamente trabajando, Castro le adjunta a Rojas la copia de la
carta que envió al Monasterio de El Escorial solicitando las
fotografías del manuscrito. Este arduo trabajo está presente en la
pieza epistolar que citamos más arriba, escrita desde Nueva York. La
edición de ese libro, que en realidad había comenzado en Madrid, se
concretó recién en 1927 bajo el título de Biblia medieval romanceada.
Otro ejemplo puede consignarse en la carta del 31 de diciembre
de 1923 porque Castro utiliza este dispositivo escriturario para dejar
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 121 ISSN 2422-5932
constancia de los logros al frente del Instituto de Filología así como
también de las obras en preparación.
En las misivas abundan, de igual modo, los pedidos de
disculpas frente a reiterados problemas de salud. Asimismo,
constituyen un medio para establecer presentaciones de diversas
personalidades, como sucede con Guillermo de Torre joven escritor
de gran valía y tan interesado en la literatura argentina como en la
peninsular. Conocerá usted seguramente alguno de sus libros, que le
han abierto las puertas de la literatura de vanguardia en los países de
lengua española., según reza una carta fechada el 4 de agosto de
1927. Por cierto, ese mismo año
18
de Torre escribía en La Gaceta
Literaria que Madrid era el meridiano intelectual de Hispano-
América, aseveración que tuvo repercusiones y dio lugar a una serie
de burlas dentro de las páginas del periódico vanguardista Martín
Fierro. También escribe cartas para apalancar a los colaboradores que
se quedaron trabajando en el instituto, aunque Castro ya no esté
presencialmente allí y para darles el respaldo necesario ante la figura
de Rojas, como sucede en este fragmento del 31 de diciembre de
1923, constituyendo así la sexta modulación de los usos y
funcionalidades de la epistolaridad:
Tanto el Sr. Battistessa como la Sta. Darnet han consagrado mucho
trabajo eficaz al Instituto, en forma desinteresada. Su presencia
activa en el Instituto la juzgo indispensable para el progreso y
afirmación del mismo.
Le estimaré, pues, muchísimo que haga cuanto esté en su mano por
mantener aquí a estos dos discípulos y colaboradores con quienes he
de seguir en constante comunicación (Carta de Castro a Rojas,
Buenos Aires, 31 de diciembre de 1923. Instituto de Investigaciones
del Museo casa Ricardo Rojas)
Recapitulando entonces, la epistolaridad se abre en abanico tanto
para debatir ideas como para pasar en limpio algunas reflexiones. De
igual forma, algunas misivas operan a modo de un suplemento
metatextual; otras, en cambio, son el artefacto escriturario para
mover a la acción concreta. El brindar información sobre los
progresos laborales y la presentación de diversas figuras también
forman parte de las modulaciones de la funcionalidad epistolar.
18
Resultan sumamente interesantes los textos de Toscano y García (2019) sobre los acontecimientos
que tuvieron lugar ese año en torno a la cuestión de la lengua en Buenos Aires. También destacamos la
mirada panorámica de los textos de Alfón (2011) y Oliveto (2014).
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 122 ISSN 2422-5932
Conclusiones
El itinerario académico particular de Castro, calibrado a través de las
cartas aquí compartidas, repercute en un horizonte más amplio que
incluye no solo la institucionalización de los estudios filológicos y la
incidencia de la filología española en Argentina sino también algunos
episodios no tan conocidos en su vida intelectual. En esa
consumación entre la epistolaridad y la vida, se diseccionaron
escenas y procedimientos que Antières (2019) llama momentos de
escritura, es decir, secuencias temporales durante las cuales se
articulan objetos y prácticas. Las cartas rezuman así viajes, empresas
conjuntas, experiencias librescas y la cotidianeidad o el diario vivir de
dos intelectuales que trabaron un interesante vínculo en la primera
mitad del siglo XX, vinculación de la que, por cierto, queda mucho
por decir.
La correspondencia intelectual de Américo a Ricardo convida
un frondoso material para examinar entonces matices específicos
articulados en torno al proyecto profesional compartido de comenzar
a institucionalizar los estudios filológicos en Argentina, apenas
entrada la década del veinte del siglo pasado pero que consumó y
abrió otras derivas, es decir, cristalizó nuevos interrogantes donde la
pregunta por la lengua, incluía un gesto más ambicioso y abarcativo.
Es así como intelectuales españoles desde Madrid y españoles
residentes en Argentina, como Castro, incidieron en esas disputas.
En medio de una querella simbólica por la nacionalidad, al decir de
Terán (2000) que incluye una querella por la lengua, (Alfón, 2011;
2013) en el ámbito geográfico y cultural del Río de la Plata, se
produce una polémica por los sentidos de la lengua y sus usos: la
lengua, en tanto proceso dinámico, deviene proceso ideológico.
El análisis de las piezas epistolares muestra que la labor en el
Instituto de Filología supuso enfoques encontrados a uno y otro lado
del océano Atlántico, en torno a la definición de su función
institucional, al desempeño de Castro, así como también en lo
relativo a la delimitación de sus prioridades. Las tramas entre el saber
científico de la nueva disciplina que estaba pulsando por cristalizarse
(o que se estaba literalmente fundando en Argentina) y ciertas lógicas
en lo relativo al saber específico y técnico, modularon las tensiones
de un proyecto académico-cultural y por esto político de fuerte
trascendencia para España y Argentina.
Sin embargo, las cartas no son solo el espacio donde Rojas y
Castro construyen un vínculo privado a través de la filología, los
viajes y los libros sino también, la arena cultural donde alternan
información y pergeñan planes conjuntos, inmersos en los avatares
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 123 ISSN 2422-5932
de la vida cotidiana y la historia de los dos países. Del mismo modo,
las cartas instrumentalizan exhortaciones e impelen a la toma de
decisiones, como hemos intentado describir en lo relativo al Affaire
Unamuno. En las cartas, se maduran algunas reflexiones, se explican
los afanes y resoluciones, se mueve a la acción.
Esa conversación en diferimiento, que entraña todo trocar de
correspondencia, ofrece rastros para montar una biografía intelectual
y a su vez, brinda elementos para componer esos contextos de
producción junto a las repercusiones, en el fuero íntimo, de las
ilusiones y contrariedades que experimentan los epistológrafos. El
viaje a Argentina en la década del veinte del siglo pasado operó como
un viaje exportador de conocimientos donde el filólogo acrisoló su
prestigio profesional; sin embargo, su labor al frente del instituto fue
puesta a prueba por sus compañeros del CEH que no siempre
entendieron ni acordaron con las decisiones tomadas. Quizás no
llegaron a calibrar cabalmente la pulseada filológica que Castro se
proponía librar y que quedó, por cierto, reducida a unos pocos
meses.
El epistolario será entonces el vehículo escriturario mediante el
cual Castro prolongará a lo largo de los años sus lazos intelectuales
con Rojas y, por su intermedio, con las vicisitudes del país. Por eso,
las preocupaciones por España, las novedades políticas, los
acontecimientos que atañen a las universidades españolas y
americanas son temas de exploración y análisis en las misivas.
Sin embargo, resulta insoslayable advertir que las cartas se
proyectan hacia el por-venir de la propia figura, esto es, se
constituyen en documentos del mo se quiere ser recordado. Por
ende, resultan no solo ser el vehículo vivo de un pensamiento en
movimiento sino el registro permanente del mismo (Cfr. Myers,
2015: 54). Entre lo público y lo privado, entre lo institucional y lo
subjetivo, entre lo inasible y lo mensurable, los usos múltiples de esa
epistolaridad demuestran que más allá de escribirse cartas para el
presente se escriben cartas para el después. Si como dice Giorgio
Agamben (2011), toda obra escrita puede ser considerada como el
prólogo de una obra jamás escrita, estas cartas son quizás preludio o
prolegómena de un texto cuya vindicación sea no ser leído nunca o
quizás no escribirse jamás.
Bibliografía
AGAMBEN, GIORGIO. ¿Qué es un dispositivo?, Sociológica, año 26,
núm. 73, mayo-agosto de 2011 [2007].
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 124 ISSN 2422-5932
---. Experimentum linguae en Infancia e historia. Buenos Aires:
Adriana Hidalgo, 2007.
AGUILAR, GONZALO Y SISKIND, MARIANO. Viajeros culturales en la
Argentina en María Teresa Gramuglio (Dir. Vol. 6) El imperio
realista, Noé Jitrik (Dir. gral.) Historia crítica de la literatura
argentina. Bs. As.: EMECÉ, 2002.
ALFÓN, FERNANDO. La querella de la lengua en Argentina (1828-
1928). Tesis doctoral. 2011. En línea:
http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/20882/Do
cumento_completo__.pdf?sequence=1
ANTELO, RAÚL. Algaravia. Florianópolis: Editora da UFSC, 1998.
ANTIÈRES, PHILIPPE. La experiencia escrita. Estudios sobre cultura escrita
contemporánea. Buenos Aires: Ampersand, 2019.
BATTISTA, EMILIANO. Los críticos del Instituto de Filología frente
al Diccionario del habla popular argentina. Un enfoque
historiográfico, Rasal, 2014. Em línea:
http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/rasal/issue/view/876/sh
owToc
BERNABEU ALBERT, SALVADOR. Un señor que llegó del Brasil.
Américo Castro y la realidad histórica de América, Revista de
Indias, vol. LXII, núm. 226, 2002.
BOUVET, NORA. La escritura epistolar. Buenos Aires: EUDEBA, 2006.
BUCHBINDER, PABLO. Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires: EUDEBA, 1997.
CASTRO, AMÉRICO. Programa de investigación filológica,
Humanidades, 7, 1923.
---. La enseñanza del español en España. Madrid: Victoriano Suárez,
1922.
---. La peculiaridad lingüística rioplatense: y su sentido histórico. Buenos
Aires: Losada, 1941.
CIORAN, EMIL. Oeuvres. París: Gallimard, 1995.
CHICOTE, GLORIA. Intercambio epistolar entre Ricardo Rojas y
Ramón Menéndez Pidal: fragmentos para la construcción de
una hispanidad post-imperial, Anclajes, vol. XXIV, núm. 1,
enero-abril 2020.
DAUPHIN, CÉCILE; LEBRUN-PEZERAT, PIERRETTE Y POUBLAN,
DANIÈLE. Ces Bonnes Lettres: Une correspondance familiale au XIX
siècle. París: Albin, Michel, 1995.
DEGIOVANNI FERNANDO Y TOSCANO Y GARCÍA, GUILLERMO.
Disputas de origen: Américo Castro y la institucionalización
de la filología en Argentina, Nueva Revista de Filología
Hispánica, t. 58, núm. 1, 2010.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 125 ISSN 2422-5932
DEVOTO, FERNANDO: Acerca del lugar del archivo en la
historiografía contemporánea. Conferencia pronunciada en la
Universidad Nacional de Mar del Plata en las XV Jornadas de
Historia Política: “Archivos, métodos y perspectivas, octubre
2018.
FABRE, DANIEL (Dir.). Écritures ordinaires. París: POL/BPI- Centre
Pompidou, 1993.
FORMENTÍN IBÁÑEZ, JUSTO Y VILLEGAS, MARÍA JOSÉ. Las
pensiones de la JAE, Miguel Ángel Puig-Samper Mulero (Ed.)
Tiempos de Investigación. JAE-CSIC, cien años de ciencia en España.
Madrid: CSIC, 2007.
GARCÍA MOUTON, PILAR Y PEDRAZUELA FUENTES, MARIO (Eds.).
La ciencia de la palabra. Cien años de la Revista de Filología
Española, Madrid: CSIC, 2015.
GILMAN, STEPHEN. “Américo Castro como humanista e
historiador, en Pedro Laín Entralgo (Dir. y Pról.). Estudios
sobre la obra de Américo Castro. Madrid: Taurus, 1971.
GÓMEZ MARTÍNEZ, JOSÉ L. Américo Castro y Sánchez Albornoz:
dos posiciones ante el origen de los españoles, Nueva Revista
de Filología Hispánica, tomo XXI, núm. 2,1972.
GONZÁLEZ, DANIELA SOLEDAD. El paso de Joan Corominas por
Argentina, Boletín de la Sociedad Española de Historiografía
Lingüística, núm. 11, 2017.
GORELIK, ADRIÁN Y AREAS PEIXOTO, FERNANDA. (Comp.).
Ciudades sudamericanas como arenas culturales artes y medios, barrios
de élite y villas miseria, intelectuales y urbanistas: cómo ciudad y cultura
se activan mutuamente. Buenos Aires: Siglo XXI, 2016.
HINTZE, GLORIA Y ZANDANEL, MARÍA ANTONIA. Algunas
nociones sobre el género epistolar a propósito de las cartas de
Francisco Romero, Anuario de Filosofía Argentina y Americana,
Universidad Nacional de Cuyo, vol. 29, núm. 2, 2012.
LIDA, MIRANDA: Una lengua nacional aluvial para la Argentina.
Jorge Luis Borges, Américo Castro y Amado Alonso en torno
al idioma de los argentinos, Prismas, vol. 16, núm. 16, 2012.
En línea: http://ridaa.unq.edu.ar/handle/20.500.11807/2075
---. Amado Alonso en la Argentina. Una historia global del Instituto de
Filología (1927-1946), Bernal: UNQ, 2019.
LIDGETT, ESTEBAN. La correspondencia Monner Sans - Costa
Álvarez (1920-1927): la definición de un programa de
investigación filológica en Argentina, 2013. En línea:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.3864
/ev.3864.pdf2013.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 126 ISSN 2422-5932
LÓPEZ SÁNCHEZ, JOSÉ MARÍA; CAPELLO, HÉCTOR Y DE PEDRO
ROBLES, ANTONIO. Intelectualidad española en América. La
junta para ampliación de estudios y sus redes culturales,
Revista Internacional de Ciencias Sociales y Humanidades
SOCIOTAM, vol. XVII, núm. 1, enero-junio, 2007.
LYONS, MARTYN. La historiografía de la escritura en el futuro, en
Martyn Lyons y Rita Marquilhas (Comps.). Un mundo de
escrituras. Aportes a la historia de la cultura escrita, Buenos Aires:
Ampersand, 2018.
MAÍZ, CLAUDIO. La carta y el discurso autorreferencial. Aportes
para una poética del género epistolar en Unamuno, Cuad. Cat.
M. de Unamuno, núm. 31, 1996.
---. Modernidad, inconformismo y tensiones emocionales: El
Epistolario inédito (1894-1936) de Miguel de Unamuno.
Landa, Universidade Federal de Santa Catarina, núm. 6, vol. 2,
2018.
MORALES MARTÍN, JUAN Y RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, M. CARMEN.
Américo Castro. Madrid: Agencia Española de Cooperación
Internacional para el desarrollo, 2012.
MYERS, JORGE. La correspondencia como conversación humanista.
La correspondencia intelectual de Alfonso Reyes y Genaro
Estrada (1916-1939), Políticas de la Memoria, núm. 15, verano
2014/2015.
OLIVETO, MARIANO. La lengua literaria en la Argentina de 1920.
Buenos Aires: Teseo, 2016.
ROJAS, RICARDO. Discurso de inauguración del Instituto de
Filología, Universidad de Buenos Aires, 1923.
PRADO, GUSTAVO H. Rafael Altamira en América. 1909-1910. Historia e
Historiografía del proyecto americanista de la Universidad de Oviedo.
Madrid: CSIC, 2008.
---. Las lecciones historiográficas de Rafael Altamira en Argentina (1909)
Apuntes sobre ciencia, universidad y pedagogía patriótica. Oviedo:
Univ. de Oviedo, 2010.
PUIG-SAMPER MULERO, MIGUEL ÁNGEL (Ed.) Tiempos de Investigación.
JAE-CSIC, cien años de ciencia en España. Madrid: CSIC, 2007.
SALINAS, PEDRO. El defensor. Madrid: Alianza, 1983.
SANTOS DE LA MORENA, BLANCA. Entrevista a Melchora Romanos,
Directora del Instituto de Filología y Lit. Hispánicas Dr. A.
Alonso, Revista Historia Autónoma, núm. 6, 2015.
TELECHEA IDÍGORAS, JOSÉ. Cartas de Américo Castro a Miguel de
Unamuno, en Cuadernos de la cátedra Miguel de Unamuno, núm.
38, 2003.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 127 ISSN 2422-5932
TOSCANO Y GARCÍA, GUILLERMO. Materiales para una historia del
Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires
(1920-1926), Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana,
vol. VII, núm. 13, 2009.
---.Amado Alonso en el debate acerca de la lengua nacional. El
papel del Instituto de Filología de la Universidad de Buenos
Aires en la redefinición del objeto (1923-1946). Tesis
doctoral, 2011.
---. Materiales para una historia del Instituto de Filología de la
Universidad de Buenos Aires, Filología, vol. XLV, 2013.
---. Hacia una historia de la lingüística en la Argentina: la Biblioteca
de Dialectología Hispanoamericana (1930-1949). En S.
Archimbault, J-M. Fournier y V. Raby (eds.). Penser lhistoire des
saviors linguistiques. Études épistémologiques, historiques et
linguistiques en hommage à Sylvain Auroux. Lyon: ENS
Éditions. 2014.
---.Sobre vicios, vergas y vulvas. Dos textos inéditos de Arturo
Costa Álvarez, Rasal, 2020. En línea:
http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s26183455/o60bt8ww0
VILLALBA, MANUEL. Una carta inédita de Claudio Sánchez-
Albornoz a Américo Castro, Incipit, vol. XXXV, 2015.
VIOLI, PATRIZIA. La intimidad de la ausencia: formas de la
estructura epistolar, Revista de Occidente, núm. 68, 1987.
Sección epistolario
Carta de Américo Castro a Federico de Onís, Buenos Aires, 18 de
julio de 1923. Archivo de Federico Onís, O-MS/C-44.18.
Carta de Américo Castro a Miguel de Unamuno, Madrid, 23 de enero
de 1915. Archivo de la Casa-Museo Unamuno de Salamanca.
Carta de Américo Castro a R. Menendez Pidal y T. Navarro Tomás,
Buenos Aires, 20 de septiembre de 1923. Archivo Menéndez
Pidal en Madrid.
Carta de Américo Castro a Ricardo Rojas, 4 de mayo de 1923.
Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas.
Carta de A. Castro a R. Rojas, Buenos Aires, 7 de julio de 1923.
Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas.
Carta de A. Castro a R. Rojas, 11 de agosto de 1923. Instituto de
Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas.
Carta de A. Castro a R. Rojas, Montevideo, 13 de noviembre de
1923. Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo
Rojas.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 128 ISSN 2422-5932
Carta de A. Castro a R. Rojas, Buenos Aires, 31 de diciembre de
1923. Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo
Rojas.
Carta de A. Castro a R. Rojas, 3 de febrero de 1924, Nueva York.
Instituto de investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas.
Carta de A. Castro a R. Rojas, Nueva York, 12 de abril de 1924.
Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas.
Carta de A. Castro a R. Rojas, San Sebastián, 6 de julio de 1924.
Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas.
Carta de A. Castro a R. Rojas, San Sebastián, 25 de agosto de 1924.
Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas.
Carta de A. Castro a R. Rojas, Madrid, 18 de noviembre de 1924.
Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas.
Carta de A. Castro a R. Rojas, 29 de noviembre de 1927. Instituto de
Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas.
Carta de Américo Castro al director del diario español La Prensa,
Nueva York, 4 de abril de 1924. Diario La Prensa. Archivo de
la Casa-Museo Unamuno de Salamanca.
Telegrama de A. Castro a R. Rojas, Madrid, 31 de diciembre de 1930.
Instituto de Investigaciones del Museo Casa Ricardo Rojas
Carta de Menéndez Pidal a Ricardo Rojas, Madrid, 12 de mayo de
1923. Archivo Menéndez Pidal en Madrid.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 129 ISSN 2422-5932
Las cartas de Américo Castro a Ricardo Rojas (selección)
Carta de Américo Castro a Ricardo Rojas del 31 de diciembre de
1923 (original: mecanuscrito)
Facultad de Filosofía y Letras.
Buenos Aires, diciembre 31 de 1923.
Sr. Ricardo Rojas, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras.
Mi estimado Decano:
Al dejar por este o la dirección del Instituto de Filología,
cúmpleme manifestarle que hasta este día se han realizado los siguientes
trabajos:
Edición de dos pliegos de la Biblia de la Edad Media, según las
fotocopias que obran en poder del Instituto, y que en parte han sido
pagadas a Fray Macario Sánchez
19
(Escorial). Se ocupan especialmente de
este trabajo el Sr. Ángel Battistessa
20
y la Sta. Julia Darnet
21
.
El italianismo en la lengua de Buenos Aires, por la Sra. de
Halperín
22
.
La lengua de Ascasubi, por el Sr. Halperín
23
.
Traducción de un artículo de Max Leopold Wagner, sobre
hispanoamericanismos, por el Sr. Grünberg
24
, que figurará en el folleto que
19
Fray Macario Sánchez López (1884-1936). Nació en Hoyocasero (Ávila). Era pprofesor de dibujo y
pintura del Real Monasterio de El Escorial. Religioso agustino. Devoto y admirador de Santa Teresa.
Fue beatificado el 28 de octubre de 2007.
20
Ángel Batistessa (Buenos Aires, 1902, 1993). Filólogo, crítico y traductor. Discípulo de Américo
Castro. Doctor Honoris Causa de la Universidad de La Plata (UNLP) y la Universidad de Buenos Aires
(UBA). Dictó clases en las universidades de Génova, Oxford, Heidelberg, Cambridge, La Sorbona y
Roma.
21
Ana Julia Darnet de Ferreyra. Profesora de Letras, autora de textos para la enseñanza. Inspectora de
enseñanza secundaria del Ministerio de Educación de la Nación. Escribió Un diálogo de Luciano
romanceado en el siglo XV: estudio de la comparación entre Alexandre et Anibal et Scipion (1925); Historia de la
literatura americana y argentina (con su correspondiente antología) (1938); Acervo literario (1940). También
autora de manuales escolares. Presidenta de la Comisión pro escuela rural argentina. Profesora de
literatura en el Colegio Carlos Pellegrini.
22
Renata Donghi de Halperín (1900-1986). Docente y escritora. Formó parte del Instituto de Filología.
Su texto Contribución al estudio del italianismo en la Argentina (1925) es el único trabajo publicado por el
Instituto que procura explícitamente ajustarse a los criterios lexicográficos definidos por Castro en
1923. Otros títulos son Relatos de una vida gris (1932), En la noche oscura (1963) y las novelas: La casa de la
ochava (1967) y Los sobrevivientes (1974). Madre de Tulio Halperín Donghi. Una interesante semblanza se
puede encontrar en Son memorias de T. Halperín Donghi (2008).
23
Gregorio Halperín. Latinista. Formó parte del Instituto de Filología. Escribió Manual de Latín para
juristas (1946). Padre de Tulio Halperín Donghi.
24
Carlos Moisés Grünberg (1903-1968). Traductor y poeta, profesor de letras y abogado. Publicó
Narración de la Pascua (1946), Mester de judería (1940), Junto a un río de Babel (1965), entre otros.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 130 ISSN 2422-5932
está imprimiendo la librería La Facultad, en el que irán además artículos de
R. M. Pidal y T. Navarro.
Están en preparación además estos trabajos:
La mala colocación del pronombre, por el Sr. Schneider
25
.
Gramática y vocabulario del Martín Fierro, por el Sr. Tiscornia
26
.
El Galicismo en la Argentina, por Toro y Gómez
27
.
La lengua literaria y sus peculiaridades en Buenos Aires, por mí, el
Sr. Battistessa y la Sta. Darnet.
De acuerdo con lo dispuesto por el Sr. Decano, en marzo próximo
se encargará de la dirección del Instituto D. Agustín Millares. Hasta esa
fecha, propongo al Sr. Decano que se encarguen de los asuntos pendientes,
de la conservación del material, de dar informes, etc., la Secretaria del
Instituto, Sta. Julia Darnet el Sr. Ángel Battistessa. Yo rogaría al Sr. Decano
se sirviera confirmar para el año próximo el nombramiento de la Sta.
Darnet, y que se le asignara el sueldo que sea posible dado los recursos que
se dan al Instituto. Agradecería mucho asimismo que al Sr. Battistessa se le
nombrará vice - secretario, auxiliar de la Dirección, o algo parecido, y que
también recibiera la remuneración que sea del caso.
Tanto el Sr. Battistessa como la Sta. Darnet han consagrado mucho
trabajo eficaz al Instituto, en forma desinteresada. Su presencia activa en el
Instituto la juzgo indispensable para el progreso y afirmación del mismo.
Le estimaré, pues, muchísimo que haga cuanto esté en su mano por
mantener aquí a estos dos discípulos y colaboradores con quienes he de
seguir en constante comunicación.
Con este motivo se reitera suyo muy affmo. S.S.
Américo Castro
(Es copia)
Carta de Américo Castro a Ricardo Rojas del 12 de abril de 1924
(original: mecanuscrito)
12 de abril de 1924
25
Se refiere al lingüista Mauricio Schneider. Finalmente, el volumen se publicó con el título La colocación
del pronombre.
26
Eleuterio Felipe Tiscornia (Gualeguaychú, 1879-Buenos Aires, 1945). Escritor, filólogo e hispanista
argentino. Tuvo como principal objeto de estudio la poesía gauchesca. Sus obras Martín Fierro comentado
y anotado (1925) y La lengua de Martín Fierro (1930) fueron inaugurales en lo relativo a la edición crítica de
la obra de Hernández.
27
Miguel de Toro y Gómez (1851-1922). Filólogo, lingüista español y traductor, nacido en Loja
(Granada). Residió algunos años en París y en Argentina. Escribió sobre pedagogía, gramática,
lexicografía.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 131 ISSN 2422-5932
Sr. Dr. Ricardo Rojas.
Mi querido amigo:
Pocas situaciones más propicias a hacerle a uno perder la cabeza
que la que se me ha creado con la maldita carta de Unamuno. Lejos de
España y de la Argentina, mal enterado de cuanto se dice y se calumnia
sobre mí, me encuentro inerme y desprovisto de posibilidades de defensa.
Ayer me dio alguien un recorte de La Nación del 29 de febrero, con un
telegrama de Madrid, redactado con mala intención, en el que se confunden
y mezclan verdades con mentiras con ánimo de inhabilitarme sin duda ante
la opinión de ese querido país. Lo extraño es que ninguno de mis amigos
me haya informado de esas cosas, y que nadie haya dicho lo que era de
esperar que dijeran, a saber que YO NO DI A LA REVISTA NOSOTROS
LA CARTA DE UNAMUNO. ¿Cómo mi amigo Julio Noé no se ha
apresurado a hacer en los periódicos esa declaración? ¿Podría pensar alguien
que iba yo a ser tan cretino que diera el nombre de Unamuno y el mío para
que ambos fuéramos cil presa de quienes gobiernan en España? La carta
de Unamuno salió por primera vez en el diario La Vanguardia bien a pesar
mío por indiscreción de un médico catalán llamado Matons. Y eso fue todo.
De ahí o no sé de donde la tomaría Nosotros.
Yo le ruego me defienda, amigo Rojas, y ponga las cosas en su
punto. Estoy deseando marchar a España cuanto antes. Tal vez no vaya a
Puerto Rico por no estar demasiado bien de salud, y no puedo estarlo con
tan tremendos disgustos. Pero me alegra eso en cuánto me va a permitir
marchar a España a fin de mayo para afrontar la cárcel o lo que sea. Si
gentes un poco inconscientes han echado a rodar mi nombre junto con el
de Unamuno, yo puedo proceder en la misma forma: He de ir a afrontar las
responsabilidades a que hubiere lugar.
Es cómico o trágico que seamos nosotros los que tengamos que
afrontar responsabilidades. La responsabilidad es de quien pone a un país
con los nervios disparados, sin medios de opinar, de acusar, de vivir como
está uno acostumbrado en la libre España, modelo en este punto de
amplitud de miras y de tolerancia, hasta que estos gobernantes han decidido
otra cosa. Pensar que con la terrible dictadura que padece mi país, todos
hemos de ceñirnos guante blanco y adoptar posturas de un divino marqués
del siglo XVIII, creo que es bastante ridículo. Si Unamuno escribe cartas, es
para estas sean leídas, claro está. Siempre en estos últimos años ha venido
siendo D. Miguel el guía de quienes son capaces de un poco de emoción en
España; ahora no ha dejado de decir su palabra. Pero lo absurdo es que
quienes están conforme con lo que él dice o piensa, vuelvan contra
Unamuno y sus amigos lo que se dan el gustazo de utilizar para complacerse
a sí mismos.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 132 ISSN 2422-5932
Pues bien, a lo que iba. Se me puede crear esta terrible situación:
que a lo mejor no voy a tener puesto en la España de los dictadores, y
tampoco en la Argentina, si la calumnia y la insidia logran que se me mire
como persona poco grata. El silencio de todos Vds. es alarmante. ¿Cómo
no ha salido una pluma a defenderme en La Nación? Hasta ayer yo no me di
cuenta de la magnitud de las infamias que sobre se acumulan. Se dice en
las columnas de La Nación del día 29 de febrero que yo he perturbado las
buenas relaciones de España y la Argentina. ¡Cómo que no he hecho otra
cosa en siete meses de actividad cariñosamente consagrada a un país que se
ha ido convirtiendo para mí en objeto de verdadero culto sentimental!
Comprenderá, querido Rojas, mi amargura y mi tristeza. Voy a ser yo el
culpable de la indignación que ha levantado la conducta desatentada del
Gobierno de mi patria.
A lo mejor esta carta es inoportuna porque alguien ha dicho ya lo
que había que decir; pero yo no lo sé. Ni una voz amiga me habla desde ahí,
y en cambio me llega el veneno de quienes por uno u otro motivo se han
encargado de formar una montaña de una cosa que no habría tenido
importancia si ese impertinente no lleva la carta de Unamuno a La
Vanguardia, ¡diciendo que era de Unamuno!
Al ver que también por aqcorren circulares en que se dice que yo
di a la revista Nosotros la carta de Unamuno (¡Mentira, mil veces mentira; no
se atreverá a afirmarlo J. Noé que es un caballero!) he tenido que salir de mi
silencio que era lo único prudente, pensaba yo, para Unamuno, y mandar
una carta al diario español de aquí, La Prensa, diciendo la verdad de lo
ocurrido. Mi propósito era al principio no publicarla en Buenos Aires, y
aunque la he mandado a Gerchunoff
28
, le puse una carta diciéndole que
viera él si no era mejor callarse para no avivar más el fuego. Pero es que yo
no sabía la serie de inequidades que se han escrito ahí sobre mí. Apelo a su
probada buena amistad para que vea si no es del caso insertar eso en La
Nación. Antes de consentir que se me desprestigie estúpidamente en Buenos
Aires, yo he de intentar defenderme. Le suplico pues que en vista del sesgo
que tomen las cosas, y si no resultara francamente contraproducente por
causas que no puedo adivinar desde Nueva York, que haga llegar al público
mi defensa. Es lo menos que puede uno pedir de un país felizmente libre
como es el de V.
No me siento con ganas ni humor para hablarle de ninguna otra
cosa. Y le aseguro que no tendré paz hasta no saber que en Buenos Aires se
me hace o al menos se intenta hacerme justicia.
Muy agradecido de antemano lo saluda cariñosamente su amigo
28
Alberto Gerchunoff (1883-1950). Escritor y periodista argentino. Escribió numerosas obras, entre
las cuales se destacó Los gauchos judíos (1910), posteriormente llevada al cine.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 133 ISSN 2422-5932
Américo Castro
P.D. Si mis temores fuesen excesivos y se hubieran arreglado las cosas por
lo que a atañe, no sabe cuánto le agradecería una palabra por cable. De
otro modo hay dos meses entre escribir y recibir la contestación. Gracias.
Carta de Américo Castro a Ricardo Rojas del 6 de julio de 1924
(original: mecanuscrito)
San Sebastián, 6 de julio de 1924.
Sr. Dr. Ricardo Rojas.
Mi querido amigo:
Declaro que me pongo a escribirle con cierta tristeza, pensando
que esta es la tercera vez que yo lo hago, después de haber quedado sin
respuesta mis dos anteriores. Me decido sin embargo a escribirle, por pensar
que los intereses ideales que nos ligan (para mí también de carácter afectivo)
deben sobreponerse a razones de amor propio o apasionamiento personal.
La causa de su silencio, ¿se debe a enojo, a ruptura de nuestra buena
amistad? En cualquier caso, tratándose de V., y tratándose de mí, la verdad
debe ser dicha. No me doy cuenta del alcance que hayan tenido ahí la serie
de infamias que, como negra fatalidad, han venido planeando sobre mi
limpio nombre desde mi salida de Buenos Aires. La barbarie que domina en
España, la actitud inconcebible de los espoles que dejan solo a quien se
atreve a decir lo que ahora comienzan a pensar todos los que tienen un rayo
de conciencia, todo ello se ha combinado con el asunto de la carta de
Unamuno, y hace que mi viaje a América, en el cual derroché esfuerzo y
generosidad no superada por ningún otro español de los que fue a esa
tierra, no me haya dejado en el ánimo sino amargura y melancolía. Yo no he
podido hacer sino lo que he hecho: dejar de ir a Puerto Rico y venir a
España para compartir la suerte de Unamuno. He hecho saber que estaba
aquí dispuesto a hablar, a responder, a ir a la cárcel. El Gobierno
(¿Gobierno!) me dicen que no me ha perseguido por miedo a otra
“Affaire”, que aunque habría sido pequeña en comparación con lo de D.
Miguel, no le convenía plantear. He ofrecido a la familia de Unamuno todo
el sueldo que mensualmente dejaba de percibir: han aceptado solo una
pequeña ayuda, porque estaba cubierta con creces la suscripción. He
explicado a los cuatro vientos lo ocurrido con la maldita carta: ¿qué más iba
a hacer?
Esta chusma galoneada ha hecho argumento de que yo reclamaba
mi sueldo. ¡Claro que lo reclamaba! La Real Orden de lo de octubre pasado
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 134 ISSN 2422-5932
en que me quitan el sueldo dice que yo he ido a Buenos Aires por mi
“conveniencia personal”, y que ningún provecho se sigue de mi estancia en
la Argentina. Es decir España no solo no ayuda a quien va a predicar su
buena nueva a esa América que con sarcasmo quieren dominar española,
sino que hostiga y molesta a quien va por su propio valer científico, sin
tener nada que deber a la protección oficial. Yo no me podía resignar a que
en la Gaceta se me presentara como a un caballero de industria, al que el
estado deba un puntapié. Si el embajador de vds. aquí, en su afán de
lisonjear a este extracto de prostíbulo que nos rige con las espuelas, ha
dicho o hecho algo que haya podido molestarle a V. por su cordial gestión
en aquel caso, yo no lo sé. En cuanto sea posible materialmente, voy a
refregarle en los hocicos a esta chusma esa R.O. de lo de octubre. A mí,
maldita la falta que me hacen las pesetas, pero “no es el huevo, sino el
fuero”.
Estas aclaraciones le darán idea del valor que pongo en su amistad.
Haga lo que guste después de esta mía. Veo que se desvanece mi labor ahí:
del Instituto apenas nada. Nadie me informa en detalle de lo que ocurra.
Siempre me quedará el recuerdo de lo intentado, y el “dolorido sentir”. Lo
que no es después de todo pequeña realidad.
De V. siempre muy afmo. amigo.
Américo Castro
Señas:
AIZETZUA
San Sebastián, hasta el 31 de agosto.
Me parece que aún no se ha pagado lo que se adeuda al P. Macario de El
Escorial por las fotografías de la Biblia, y que se adeuda algo a los que
papeletearon para el glosario del Instituto. Si hubiera alguna dificultad para
saldar esa deuda, le estimaría me lo comunicara para ver de arreglarlo de
otra forma.
Vale.
Carta de Américo Castro a Ricardo Rojas del 25 de agosto de 1924
(original: mecanuscrito)
San Sebastián 25 de agosto de 1924.
Sr. Dr. Ricardo Rojas.
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 135 ISSN 2422-5932
Querido amigo Rojas: Innecesario decirle la viva satisfacción que
me causa su afectuosa carta de 3 de agosto. Qué quiere V. cuando los
disgustos y sinsabores empiezan a caer sobre uno, es muy fácil dejarse
arrastrar por la tendencia a aumentar os. Estaba a oscuras (ya no) sobre lo
que ahí había ocurrido en cuanto a se refería concretamente, y empezó a
preocuparme su silencio. Veo que es V. tardo para escribir a los amigos,
nada más. ¡Loado sean todos los dioses del olimpo “euríndico”!
Julio Noé me escribuna carta muy amable, reconociendo que yo
no había dado la carta. Ahora solo falta que esta gentuza abandone el poder,
y que yo pueda contar, con carácter retrospectivo, las enormidades de ésta
época de tiranía y barbarie. ¡Qué cosas están haciendo! No me atrevo a
escribir ahora, no por mí; que eso no me preocupa, sino para no crear
molestas situaciones a La Nación. Ya que han reclamado
diplomáticamente por las cosas que publicaba. Han hablado de expulsar a
Sanín Cano, el representante de “la Nación”, pero no creo que se atrevan.
No encuentro a nadie que defienda al titulado gobierno. El peligro que se
les avecina, y que es lo único que los puede derribar, es la discordia dentro
del mismo ejército. La oficialidad de Cataluña está francamente
indisciplinada por las enormidades injustas que están cometiendo contra los
catalanes. Los delegados gubernativos cometen inequidades en los pueblos.
Han llegado a arrancar a las niñas las capuchitas con que van a la iglesia, por
considerarlo alarde catalanista. Dígame si a se puede vivir. Si el
separatismo era allí antes una maniobra de ciertos barceloneses, ahora será
una actitud noble y popular. Y fuera de Cataluña es lo mismo. El
gobernador militar de Pamplona llama a la redacción del Día Vasco, y les
dirige estas frases: ‘Mucho ojo, porque les advierto que estoy dispuesto a
fusilarlos, pero no sin patearles antes los coj...’. Al director y a otros
redactores los ha tenido incomunicados una semana, en un calabozo
inmundo, como a forajidos. Y de cada lugar de Espa podría decirse otro
tanto. El colmo de la vileza en que vivimos se ha manifestado en el proceso
de Berenguer, con ese indulto dado medrosamente ante la amenaza del
ejército de Marruecos y ante el peligro de que Berenguer revele las cartas de
rey, que demuestran lo que sabe el último español, que el verdadero
culpable de los 10.000 muertos de Anual es Alfonso, digno nieto de su
bisabuelo. Han registrado la casa de Horacio Echevarrieta para encontrar
esas cartas (parecen historias de hace un siglo) y no hallaron nada, claro está
porque esas cartas del rey están a buen recaudo. De broma le decía a V. que
el mal de España es no haber hecho nuestro 25 de mayo bien hecho. Y
ahora que veo venir unos años catastróficos me confirmo en ello. Lo vamos
a pasar muy mal, porque a esto sucede el caos. Pero España está viva,
pese a su mortecina vida política. Después de convulsiones populares, el
espíritu moderno triunfará, y los recursos cada vez mayores del país en
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 136 ISSN 2422-5932
riqueza y cultura abrirán lentamente la nueva vía, sin rey, y con el ejército
convenientemente escarmentado. Una elevada unión moral con Hispano-
América marcará esa nueva era.
Me alegro mucho del éxito del Instituto en su nueva etapa. Ya le
dije que esa persona (no doy nombres porque parece que empieza otra vez
una indecente apertura de cartas) tenía gran valor personal y científico. Sería
una gran cosa que el continuara otro año para dejar más adelantado esa
tarea que cae tan dentro de su especialidad. Yo le rogaría a V. que lo
convenciera de continuar ahí otro año, ya que él me dice que le han
insinuado que prosiga.
Creo que el Instituto tiene ciertas deudas de fotografías y de
personal del año pasado. La Secretaria ha debido anticipar ciertos fondos.
Comprendo que es difícil que en un organismo naciente se arregle todo
como lo desearíamos. Poco a poco irá teniendo el Instituto dotación como
los centros similares de la Facultad.
Para cuando yo pueda servir ahí disponga sin más de mi modesta
pero entusiasta ayuda.
Le abraza afectuosamente.
A.C.
Carta de Américo Castro a Ricardo Rojas del 13 de febrero de 1931
(original: mecanuscrito)
Berlín C2, den 13 febr. 1931
Señor Doctor Ricardo Rojas.
Mi querido amigo: Recibo aquí su amable de 12 del pasado, que comunico a
Madrid, para que vean la manera de utilizar su valiosa adhesión. Lo esencial,
sería dirigirse directamente a la Academia Sueca, aunque ya es tarde para
ello. Veremos de todas formas si hay modo de incluir su nombre en alguna
de las listas de adheridos. La candidatura de Pidal lleva muy buena marcha.
Más de 50 profesores conocidos de Alemania, Austria y Suiza han hecho
una comunicación colectiva y entusiasta en favor de MP. La Academia de
Ciencias de Múnich lo propone corporativamente; de todas partes vienen
también proposiciones entusiastas. Creo que es muy probable que obtenga
el premio, con lo cual se reconocerá la dignidad literaria de las actividades
que cultivamos.
Veo que soplan vientos malos para la universidad argentina, y para la
española. ¿No piensa V. querido Rojas, en el tremendo paralelismo de
nuestros países? La gente me ha mirado siempre con extrañeza cuando
decía que trabajo con el mismo afán por Madrid que por Buenos Aires,
Antequera, “De dónde les va a venir la filología” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 92-137 137 ISSN 2422-5932
porque el día que una de esas dos ciudades resuelva el problema,
automáticamente se salvará la otra. Vea cómo la brutalidad de los hechos
viene a confirmar esa arraigada idea. En Madrid vamos a un caos, y aunque
se vaya el rey, vendrá la dictadura. Mientras no se creen lazos de humanidad
y de trabajo entre unos y otros hombres, es inútil pedir ademanes políticos
al ciudadano de ambas Córdobas. ¿Pesimismo? “El mundo es ansí” como
dijo Baroja, y lo primero es ver las cosas como son.
No estaré en Madrid de no ocurrir algo gordo que me llame allá hasta
setiembre. Estaré por acá hasta junio, luego a Chicago, y luego ya a casa,
para no moverme en mucho tiempo. Esta Universidad es maravillosa.
Tengo de alumno a un argentino, Rosenblat
29
, excelente pero tan poco
preparado (junto a los alemanes) como nuestros muchachos en general.
Este país es enorme. Trabajo y trabajo. A docenas debían venir los
argentinos, pero vigilados.
Le recuerda también con hondo afecto, su leal amigo.
Américo Castro.
Mis señas, Madrid,
Centro de Est. Históricos
Medinaceli, 4 (nuevas señas!)
29
Ángel Rosenblat (1902-1984). Filólogo, ensayista e hispanista de origen polaco. Fue discípulo de
Amado Alonso, Pedro Henríquez Ureña y Ramón Menéndez Pidal.