Pineda, “Genealogía de un filólogo nihilista” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 177-205 180 ISSN 2422-5932
desarrollan. La desvalorización de los valores supremos, según la
interpretación que hace Heidegger del nihilismo de Nietzsche ([1943] 2010:
193), coincide con la desvalorización de la literatura como medio hegemónico
de comunicación para la expresión del discurso amoroso y patriótico. Tanto
el avión como la radio, al eliminar las grandes distancias, agudizaron la crisis
del elemento presente –de la presencialidad– en favor de la aprehensión
(Heidegger [1938], 2010: 87). En otras palabras, la velocidad de transmisión
y la capacidad de seducción del cinematógrafo y de la radio no sólo se puso
al servicio del Estado total, de la ideología y del sentimentalismo, sino que
obligó a la literatura, si esta quería sobresalir, ya considerarse a sí misma como
“high literature” (Kittler, 1990: 267). No en vano, desde su primer libro
publicado a finales de 1910, Cuestiones estéticas, Reyes abrazó el concepto de
«poesía pura» de Mallarmé, no sólo para revalorizar el esfuerzo individual del
escritor, sino también para legitimar la singularidad de un lenguaje personal,
literario, distinto del filosófico, historiográfico, pedagógico o político. Reyes
reafirmará esta defensa en 1944 en El deslinde, una teoría literaria que no le
reconoce otro límite a la literatura que el de su capacidad para estimularnos a
la transgresión. Sólo que esta capacidad transgresora de la literatura supone
un agotamiento de su propia especificidad, es decir, de su sentido. Dicho de
otro modo, supone un nihilismo interno, una negación de sus propósitos o
intenciones bajo la máscara de la universalidad de motivos.
Dado que Reyes fue también un creador (poeta, cuentista y hasta
ocasional dramaturgo), su nihilismo se comprenderá mejor en la innovación
de una forma poética amonedada por él mismo con el nombre de jitanjáfora.
En efecto, en “Las jitanjáforas”, un ensayo homónimo inicialmente
publicado en 1929 en la revista Libra, de Buenos Aires, y más tarde incluido
en 1942 en La experiencia literaria, Reyes celebró en el cubano Mariano Brull
al principal exponente de la “poesía pura”, sí, pero también implícitamente al
destructor de la sintaxis, al seguidor de parole en libertà, el término acuñado por
Marinetti el 11 de mayo de 1913 en el famoso manifiesto “Immaginazione
senza fili. Parole in libertà”: “la nostra ebrietà lirica deve liberamente
deformare, riplasmare le parole, tagliandole, allungandole, rinforzandone il
centro o le estremità, aumentando o diminuendo il numero delle vocali e delle
consonanti” (Francesconi 2015: 336)
1
. En lo que sigue, procuraremos
mostrar que así como el formalismo ruso fue hasta cierto punto un correlato
del futurismo, tanto la filología de Reyes como sus “jitanjáforas” y su
1
Insistamos en que Reyes no citó a Marinetti en su ensayo “Las jitanjáforas”, pero fue muy consciente
de que una destrucción de la sintaxis implicaba una destrucción del orden político, y no en vano citó
entre los practicantes de aquel experimento lúdico-poeta a PorfirioBarba Jacob, “poeta de múltiples
nacionalidades, múltiple psicología y nombre cambiante, que ya en esto solo nos revela su conciencia de
la casualidad lingüística” (1997b: 196).