Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 6 ISSN 2422-5932
FILOLOGÍA PARA LOS AMERICANOS:
LOS AÑOS LONDINENSES DE
ANDRÉS BELLO
PHILOLOGY FOR AMERICANS:
THE LONDON YEARS OF ANDRÉS BELLO
Juan Antonio Ennis
Universidad Nacional de La Plata - CONICET
Profesor adjunto de la cátedra de Filología hispánica de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación de la Universidad Nacional de La Plata, investigador del CONICET con lugar de trabajo en el Centro de
Estudios de Teoría y Crítica Literaria radicado en el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales
(UNLP-CONICET).
Contacto: juanennis@conicet.gov.ar
ORCID: 0000-0002-7070-464X
Filologías latinoamericanas
DOSSIER
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 7 ISSN 2422-5932
Fecha de envío: 29/10/20 Fecha de aceptación: 4/12/20
Andrés Bello
Filología
Cuadernos de Londres
Alocución a la poesía
Biblioteca Americana
Repertorio Americano
Este trabajo propone una lectura del quizás primer ensayo de una filología americana, en un
recorrido por el tríptico que ofrece el trabajo erudito de Andrés Bello en la biblioteca londinense
(accesibles ahora en la edición de Iván Jakšić, y Tania Avilés), la fisonomía de sus proyectos
editoriales americanistas (el Repertorio y la Biblioteca) y el lenguaje poético de la “Alocución a
la Poesía”. Esta lectura pretende realizarse atendiendo al alcance y límites de la impronta política
de la práctica filológica tal como la misma se concibe en la Europa en la que Bello desarrolla su
actividad en la primera parte del siglo XIX, esto es, durante los años londinenses de Andrés Bello.
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
Andrés Bello
Philology
Cuadernos de Londres
Alocución a la poesía
Biblioteca Americana
Repertorio Americano
This paper offers a critical reading of what might be considered the first attempt at a Latin-
American philology, through a close study of, in the first place, a textual triptych composed by the
notes taken by Andrés Bello during his years of philological research in the British Library (which
are now available to a wider public thanks to the extraordinary work accomplished by Iván Jakšić
and Tania Avilés). Secondly, of his Latin-Americanist editorial projects conducted in London
between 1823 and 1827, and lastly, the study of certain aspects of his “Alocución a la Poesía”.
This is intended to be carried out taking into account the scope and limits of the political imprint of
philological practice as it was conceived in Europe in the first decades of the 19th century, that is to
say, during Andrés Bello’s London years.
KEYWORDS
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1. Pedro Henríquez Ureña identificaba en la Alocución a la poesía
de Andrés Bello la primera ocasión en que la literatura
latinoamericana hace explícito un deseo de independencia intelectual
(1954: 103). Al mismo tiempo, el crítico dominicano observaba que
el poema apareció como una especie de programa editorial (¿y
quién, si no un hispanoamericano, habría hecho otro tanto?) en las
páginas iniciales de una revista que él y el colombiano Juan García
del Río (1794-1856) publicaron en Londres, en 1823, con el título de
Biblioteca Americana. A esta descripción la antecede otra breve, de las
circunstancias del poeta: Bello había ido a Inglaterra en 1810, junto
con Bolívar, en representación de los patriotas venezolanos. Entre
1810 y 1823, entre la llegada de Bello a Londres y la aparición de la
Biblioteca Americana, que contiene la Alocución como texto inicial,
transcurre más de una década en la cual la de Bello se revela como
una existencia atravesada por los afanes y tribulaciones de una vida
familiar y profesional marcada por el exilio, la desgracia y las
carencias incluso, aún en su proverbial discreción, llega a hablar en
una carta de su situación como una de absoluta indigencia (Grases,
1956: 12). En primera instancia, la representación de los patriotas
venezolanos, al desintegrarse el primer gobierno de dicha República
bajo la reacción realista, deja a sus representantes sin nada que
representar. Como lo formula la imprescindible biografía que Iván
Jakšić publicara primeramente en inglés como Andrés Bello: Scholarship
and Nation-Building in nineteenth-century Latin-America, Bello y López
Méndez quedaron sin representación oficial y sin patria (Jakšić,
2010: 67).
1
De hecho, según se sigue refiriendo en esas mismas
páginas, entre la escasa documentación que permite reconstruir los
primeros años de Bello en Londres, destaca su tentativa, a mediados
de 1813 y en medio de ese desamparo, de acogerse a la amnistía
decretada por el Consejo de Regencia en ese mismo año, poco antes
de que Bolívar culminara en Caracas su Campaña Admirable de
1812-1813 (68-69).
El poema en cuestión es, como acierta a señalarlo Henríquez
Ureña, de naturaleza programática, aunque la Biblioteca Americana o
1
La edición en inglés es de 2001, aquí citamos por la tercera edición en español, de 2010.
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Miscelánea de Literatura, Artes y Ciencias incluía en las páginas previas
un Prospecto inicial abocado a dar cuenta de su programa editorial
firmado por García del Río,
2
y en el cual, se presentaba un
nosotros (el de la sociedad de americanos que firmaba el pie de
imprenta) que venía a contribuir a un proyecto emancipador en
curso, a partir de un ejercicio de representación, probablemente en
varios sentidos. Allí, la situación del continente se presenta poniendo
en primer plano la imagen de una historia americana signada por el
oscurantismo de la política colonial española, que habría impedido
hasta entonces el ingreso del continente cuya juventud ponderará el
poema
3
a la historia, su integración al globo, al privarla de la
comunicación benéfica con los pueblos que lo conforman,
impidiéndole así también que se conociese a sí misma. La imagen
que sigue en este primer párrafo es notable, en cuanto anticipa la
necesaria imbricación e intercomunicación entre las distintas zonas
de interés de la publicación, dando cuenta clara de la integración de
los bienes simbólicos en un orden internacional en cuya economía
debía intervenirse para propiciar la demorada incorporación
americana a esa historia global. De ese modo, se invierte la lógica
extractiva de la economía colonial (y poscolonial) en el modo de
relacionarse con la tradición europea que propone para la América
independizada:La voz del tiempo dio al fin la señal para que se
cumpliesen los destinos del nuevo mundo; pero la urgente necesidad
en que este se vio de debelar a sus opresores, absorbió toda su
atención; y combinándose aquella necesidad con el poco hábito que
2
Guitarte (1966:107) impugna en una nota de un trabajo detallado y entusiasta sobre la labor
publicística de Juan García del Río la insistencia del prolífico especialista venezolano en la obra de
Bello, Pedro Grases (1962), en ver la mano del caraqueño en la redacción del prospecto, a pesar de que
el mismo llevara solamente la firma del primero. En su prólogo a la edición del Repertorio (aquella que
celebra en su pie de imprenta los 150 años de la “Alocución” como el Sesquicentenario de la
independencia literaria de Hispanoamérica), Grases responde también en una nota al pie, procurando
una solución intermedia: “Acaso parte del prejuicio de la investigación hacia Juan García del Río, para
llegar a conclusiones un tanto forzadas. Quizás los bellistas nos hemos inclinado, por las mismas
causas, hacia la mayor participación del humanista caraqueño. ¿No estará la verdad en el justo medio?
(Grases, 1973: viii). Más allá de los pormenores de este debate, interesa ver en el material aportado
oportunamente por Guitarte para cotejar la similitud entre el proyecto de la Biblioteca Columbiana
publicada en Lima en 1921, con San Martín en el poder, y la Biblioteca y el Repertorio publicados en
Londres, para sostener así su hipótesis de que es García del Río el responsable de la primera
publicación. Interesa verlo porque en la similitud observable entre el diseño programático de ambas
publicaciones, la pieza que falta en la primera es justamente la de la investigación filológica.
3
Y sobre el vasto Atlántico tendiendo / Las vigorosas alas, a otro cielo, / A otro mundo, a otras
gentes te encamina, Dó viste aun su primitivo traje / La tierra, al hombre sometida apenas; / Y las
riquezas de los climas / todos América, del Sol joven esposa, / Del antiguo Océano hija postrera, / En
su seno feraz cría y esmera” (vv. 53-61).
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tenía de pensar, no pudo dedicarse la América a labrar la rica mina
de los productos del pensamiento humano. La misión del día es
entonces la de una ilustración americana, a la que ese nosotros se
propone contribuir con la publicación, desde su posición privilegiada
de mediación entre el centro del nuevo orden de ese globo y el
incipiente o deseado público americano; se representa a América,
presentando a su pueblo esas riquezas del mundo antiguo que el
nuevo deberá traducir en futuro:
Nosotros, deseosos de cooperar a que se remueva de América la
ignorancia, que es causa de toda esclavitud, i fuente perenne de
degradacion i de miseria; anelando presentar a aquel pueblo las
riquezas intelectuales de los pasados siglos para que él mismo
prepare las del siglo futuro, nos hemos animado a emprender la
redacción de un periódico, titulado la Biblioteca Americana (García del
Río, 1823: v).
El índice, compuesto por una serie de textos firmados en su mayoría
por Bello, el colombiano García del Río y unas iniciales P.C., en
las que Amunátegui había reconocido a Pedro Cortés, y luego
Guitarte (1968) identificó como Pedro Creutzer (alemán naturalizado
peruano, que entre 1822 y 1823 se había desempeñado como
Secretario de la legación del Perú en Londres), se articulaba en
secciones de las cuales el Prospecto daba razón en función de su
utilidad para el proyecto americano: primero las humanidades y artes
liberales, luego las ciencias matemáticas, y físicas, con sus
aplicaciones, y finalmente la ideología, la moral, la historia. Los topoi
de su discurso se ven atravesados en la caracterización de la dinámica
del intercambio intelectual por la lógica fiduciaria que comenzaba a
fluir por los espacios de representación americana en Londres:
4
que civilizado el pueblo americano por las letras y las ciencias,
sienta el benéfico influjo de las bellas creaciones del
entendimiento, y recorra a pasos gigantescos el vasto camino
abierto al través de las edades por los pueblos que le han
precedido; hasta que llegue la época dichosa, en que la América,
a la sombra de gobiernos moderados, y de sabias instituciones
4
De hecho, el ingreso de Bello a la Legación diplomática chilena en Londres en 1822 a través de
Antonio José Irisarri, que le proporciona la tranquilidad económica y arraigo institucional dentro de los
cuales trabajará en la publicación de la Biblioteca y el Repertorio, está vinculado a la firma del empréstito
de un millón de libras con el establecimiento de Hullet Brothers, gestionado por aquel, y en cuyo
contrato figura la firma de Bello (Jakšić, 2010: 115).
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sociales, rica, floreciente, libre, vuelva con usura a la Europa el
caudal de luces que hoy le pide prestado, y llenando sus altos
destinos, reciba el incienso del mundo (García del Río, 1823: viii).
Comentando la publicación de la segunda entrega del inconcluso
poema total de Bello, La agricultura en la zona tórrida, en el
Repertorio americano de 1826, Mary-Louise Pratt supo señalar cómo
una lectura desde el presente poscolonial podía considerar la
condición de paradójico síntoma de una situación tan compleja
como la de la cultura neocolonial en la instancia inmediatamente
posterior a la emancipación, el hecho de que uno de los textos
fundacionales de la literatura hispanoamericana haya sido escrito y
publicado en Inglaterra, por alguien que había vivido quince años en
el extranjero, y como parte de una obra totalizadora que quedó
inconclusa. Sin embargo, aclaraba inmediatamente, para Bello, un
americanismo transmitido hacia occidente desde Europa no era una
paradoja y tampoco representaba situación difícil alguna (Pratt,
1995: 303). De hecho, leyendo con atención el Prospecto, puede
observarse en qué medida esa posición de Bello como responsable de
esta publicación consciente, deliberadamente fundacional, es pensada
como necesaria en la economía total del proyecto americano que se
ocupa de trazar.
En ese marco, la Alocución funciona, como bien veía
Henríquez Ureña, como una suerte de programa, y no solamente
para la revista. Pieza inicial de la primera sección, que dedicada a
Humanidades i Artes liberales debía incluir todo aquello que,
siendo fruto de la imajinación y el gusto, concibamos puede ser útil a
la América: artículos selectos, y análisis de obras escojidas sobre
gramática, retórica, poética, y filolojía; sobre dibujo, pintura,
escultura, arquitectura, y música (p. vi), el poema se presenta con
dos funciones, ambas vocativas: alocución y alabanza. Llamado a la
poesía en primera instancia, y alabanzas de los pueblos e individuos
que más se han distinguido en la guerra de la independencia. Entre
paréntesis, la precisión programática sobre la condición de la obra:
Fragmentos de un poema inédito, titulado América. Fragmento o
fracción de una totalidad, sabemos, no sólo inédita sino aún
inacabada, por venir,
5
la invocación a la poesía como primera medida
5
El prologuista del segundo volumen de la edición caraqueña de 1981 de la obra de Bello, dedicado a
los borradores de poesía, comenta al respecto: “En 1823, al publicar los dos fragmentos que
constituyen la Alocución a la Poesía, vemos que nos indica que son parte de un poema inédito
titulado América. […] Para esa fecha Bello habla del poema como si se tratara de algo existente, y aun se
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en el programa es tan esperable en la época como notoria al
considerar el conjunto. Como casi todo lo que entonces y aún por
mucho tiempo se escribe en Hispanoamérica, el gesto es el de la
inscripción inaugural y el auspicio. La Poesía es aquí convocada a
dejar la culta Europa por el mundo de Colón y su grande
escena, a abandonar una cultura en decadencia (las pompas / de
dorados alcázares reales), para dirigirse a un espacio que le ofrece
también una figura del retorno: una vuelta a la infancia de la
humanidad, no en nombre de la libertad silvestre de una lengua
primigenia como podía imaginar la lingüística romántica activa
entonces (cfr. Grimm, 2015 [1851]), sino justamente requiriéndola en
nombre de su poder instituyente. La Poesía a la que invoca es aquella
que, en sus más bellos días, que fueron los de la infancia de la
gente humana, se erigió en maestra de los pueblos y los reyes,
cantando al mundo las primeras leyes (vv. 31-32).
Así, la poesía inaugural de Bello coincide con la lírica que podía
ver surgir a su alrededor (particularmente en Inglaterra) en la mirada
crítica sobre una Europa decadente, que se traduce en el gesto
adverso a la prosa del mundo, el cual aparece claro en la figura de la
ambiciosa / rival Filosofía, / que la virtud a cálculo somete, que
de los mortales te ha usurpado el culto, pero también en el
escenario político continental en el que la Santa Alianza y la Francia
de los cien mil hijos de San Luis aparecían como coronada hidra
que amenaza / traer de nuevo al pensamiento esclavo / la antigua
noche de barbarie i crímen: / donde la libertad vano delirio, / fe la
servilidad, grandeza el fasto, / la corrupcion cultura se apellida (35-
44). Esa poesía lírica tal como explicaba Gutiérrez Girardot al
recuperar la lectura de Heller (1966) de las tesis de Hegel sobre el
fin del arte, esto es, sobre la pérdida del papel directivo del arte
en la sociedad burguesa o en la era mundial de la prosa, suponía
un refugio del arte en la interioridad, aunque, agregaba el mismo
autor, los países de lengua española estuvieron ausentes de este
diría que concluido. Escritor tan sobrio como lo fue siempre Bello, y tan preciso en su lenguaje como
exacto en el uso de los tiempos verbales, se expresa en esa ocasión en forma que parece categórica, y
que equivaldría a decir: tengo concluido e inédito un poema titulado América, del cual publico ahora
como muestra o anticipo, estos dos fragmentos. Nótese que no dice: poema en preparación, o
inconcluso, sino simplemente: inédito.” (Barnola 1981: xviii-xix), para, luego de detenerse en el tema,
concluir: Déjese, por ende, definitivamente aclarado y asentado que la Alocución a la Poesía, aun con el
ambiguo título que su autor le dio al publicarla en dos fragmentos para dos entregas de la Biblioteca
Americana, no era en realidad parte de un poema inédito titulado América. Ese poema jamás existió
sino en el pensamiento y en el deseo, que fue ineficaz, de Bello; quien para llevarlo a cabo creyó
utilizables las diversas “silvas” que anteriormente había venido elaborando” (Barnola, 1981: xxii).
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proceso (Gutiérrez Girardot, 2006: 131). Bello no es la excepción
en este sentido, pues procura para la poesía que escribe y la que
convoca un rol político, inaugural, que, puede pensarse, tenía que ver
con el que había estudiado minuciosamente toda la década anterior.
Así, cuando el Romanticismo ensaya el gesto de ese refugio interior,
Bello se encuentra en uno de sus escenarios privilegiados
participando también de uno de sus síntomas, la (re)construcción de
un trayecto vernáculo de la palabra poética como fundadora, poder
instituyente de la comunidad y su continuidad en el tiempo.
2. Bello, que había destacado como redactor políglota y estudioso en
la administración colonial, interlocutor privilegiado de Alexander
von Humboldt en su estancia caraqueña,
6
había sido además
responsable de las primeras publicaciones salidas de la imprenta
llevada tardíamente a la colonia (la historia de Venezuela que
acompaña la Guía para forasteros de 1810).
7
La reconstrucción a
posteriori de sus trazos biográficos lo hace aparecer en su rol de
arquitecto discreto a través de la palabra escrita de un devenir
político, de manera clara en Chile, pero asimismo de evidente alcance
continental. Baste como ejemplo, en la cronología de Sambrano
Urdaneta, su lugar en la mediación de las novedades europeas en la
colonia americana, en las vísperas del proceso emancipatorio, a partir
de la crisis de soberanía y representación que el avance napoleónico
sobre la metrópoli traía consigo:
1808, Julio 15. Una traducción hecha por Bello de un recorte
del Times enviado desde Trinidad, vía Cumaná, encargada por el
capitán general don Juan de Casas, y la visita en ese día de un
oficial de la Marina de Guerra francesa, dan a conocer en
Caracas los sucesos de Bayona, la abdicación de Carlos IV y de
sus hijos y el ascenso al trono de José Bonaparte. Ante tan
graves acontecimientos, el Capitán General convoca a una
asamblea de notables, en la que Bello actúa como secretario
accidental. (Sambrano Urdaneta, 2011: 16)
6
Ver al respecto los comentarios de Amunátegui (1882: 24-26).
7
“En 1808, con la introducción de la imprenta de Gallagher y Lamb, Bello se convierte en el redactor
de la Gazeta de Caracas, pero es imposible atribuir con exactitud lo que se debe a su pluma”, observa
Grases (1953: 166), y más claramente Jakšić: “Dado que Bello había demostrado sus capacidades como
escritor, junto a su excelente desempeño en las labores administrativas, era natural que se le nombrase
redactor principal de la primera publicación periódica de Venezuela. Sus responsabilidades incluían las
tareas de trducción, selección y redacción de artículos” (2010: 46).
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Bello está así presente en los acontecimientos que conducen a la
independencia americana, como traductor, como secretario, como
testigo, mediador y amanuense, y luego como gestor, a través
también de la escritura y su codificación (entre otras prácticas), de su
organización. La minuciosa biografía de Jakšić lleva en su versión
española la que aquí citamos un título con gran poder de síntesis
sobre su trayectoria: La pasión por el orden. Esa vocación ordenadora
que Ángel Rama encuentra como impronta inicial de la conquista,
como anomalía deformante del proceso de implantación occidental
en el continente,
8
cobra forma en Bello, destacado oficial de la
administración colonial a cuyo cargo estará la imprenta y la primera
publicación periódica de Venezuela, que luego será responsable de
una extraordinaria labor de construcción y codificación en diversos
órdenes en Chile. Así lo observa Gutiérrez Girardot en las Silvas,
donde encuentra el canto de un propósito constructor de un orden
nuevo que luego hallará expresión en la Gramática de 1847 y el
Código Civil de 1855 (2006: 31), en un ensayo en el cual reivindica el
valor de la póstumamente publicada Filosofía del entendimiento (1881),
para leer a partir de ella su rol como testimonio y colaborador de
un complejo proceso de transformación histórica y cultural en las
sociedades americanas de su época, al que se ha prestado poca
atención pese a que ha sido un proceso universal y largo que
tardíamente se inició en el mundo de lengua española: es el proceso
de secularización (Gutiérrez Girardot, 2006: 41). Así, la discreta
secularización del pensamiento de Bello aparece como una salida
del dogmatismo hispano (ibíd.: 44), y permite al mismo tiempo
ensayar una lectura, justamente, de sus modos de leer la tradición
europea para pensar el presente americano. Esa integración de la
tradición europea se produce en Bello de un modo al mismo tiempo
modélico y excepcional, algo que ya Julio Ramos permitía observar
en su relectura de la relación entre Bello y Sarmiento, procurando ir
a contrapelo del hábito escolar frecuente que postulaba entre
ambos una oposición absoluta e inconciliable (2009: 91). Allí Ramos
consigna el rechazo parcial del Romanticismo por parte de Bello, y
sobre todo, la mayor institucionalidad de los espacios y modos de su
enunciación en Chile, concediendo que, precisamente debido a esas
diferencias con la situación del sanjuanino, podría argüirse que
Bello no es representativo de la situación del intelectual
8
“El orden debe quedar estatuido antes de que la ciudad exista, para así impedir todo futuro desorden, lo
que alude a la peculiar virtud de los signos de permanecer inalterables en el tiempo y seguir rigiendo la
cambiante vida de las cosas dentro de rígidos encuadres” (Rama, 1998: 21).
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latinoamericano en el siglo XIX, encontrando esa mayor
representación para la inestabilidad general de la práctica intelectual
americana en el lugar preinstitucional y múltiple de Sarmiento. Sin
embargo, es la vocación ordenadora, el programa mismo de disponer
esa armazón institucional lo que le asigna su lugar modélico: aunque
la disciplina intelectual de Bello no sea la norma, su proyecto de
institucionalizar el saber americano condensa muchos de los
objetivos de los intelectuales anteriores a Martí (Ramos, 2009: 93).
El trayecto de Bello, sin embargo, como se ha visto, es también
ejemplarmente sinuoso y accidentado. A pesar de las duras
circunstancias de su primera década londinense, estos años aparecen
de manera clara como decisivos en la larga formación y preparación
del intelectual que para usar la terminología latina tan frecuente en
sus notas florecerá en Chile, irradiando hacia América toda. En su
mismo centro es que Jakšić ha señalado el punto de inflexión en el
cual el desterrado pasa a ser the right man in the right place, ya que fue
en el contexto de la gran agitación diplomática que acompañó el
cambio de la política británica en la década de 1820, que Bello
comenzó a explorar sistemáticamente cómo construir las nuevas
naciones sobre las ruinas del Imperio español en América (Jakš ić,
2010: 95).
Incluso la relación del propio Bello con una filosofía política
inglesa cuya influencia en su formación no ha dejado de reconocerse,
se da a través de un ejercicio filológico. Germán Arciniegas anota en
este sentido una anécdota que, más allá de sus implicancias en cuanto
a la formación filosófica y jurídica de Bello,
9
resulta notoria a la hora
de pensar el lugar de la filología en todo su trabajo:
Es curioso que una de las más pródigas y difíciles labores en que
hubo de empeñarse Bello cuando más pobremente vivía en Londres,
fuera poner en orden los manuscritos de Bentham. Obtuvo este
trabajo por recomendación del padre de John Stuart Mill, de quien
era amigo. Así, vivió en el mundo de los utilitaristas. Se compenetró
de la filosofía inglesa, la puso en limpio en cierto modo, y todo ello
dejó una profunda huella en su formación intelectual. (Arciniegas,
1946: 35)
9
Jakšić hace una ntesis apretada y precisa de la relación entre Bello, Bentham y James Mill, dejando
en claro la huella que el trabajo sobre los manuscritos del primero, en colaboración con el segundo,
dejaría en su pensamiento jurídico, remitiendo para mayor información al respecto a los trabajos de
Alamiro de Ávila Martel (1980).
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El utilitarismo, se ha observado, se americaniza en el plan de la
Biblioteca (Ramírez Delgado, 2012: 119-120), que se propone
desarrollar un instrumental para pensar el continente desde las
coordenadas que la experiencia en suelo británico le podía proveer. Y
si la mirada de Bello, nuevamente, sobre Bentham, se inviste de ese
afán ordenador, porque esto sucede a través de la puesta en limpio
de su material escrito, puede pensarse también que la herramienta de
ese afán es un ejercicio estrictamente filológico. Dicho de otro
modo, que el modo de acceder al conocimiento filosófico se da en
Bello a través de su examen filológico.
3. Es Henríquez Ureña, nuevamente, quien en Utopía de América
(publicado por primera vez en La Plata en 1925) trazó esa curiosa
parábola acerca de los destinos contrapuestos de Bello y Cuervo en
relación a la filología y la gramática, en la que si este había sido
(pensando en sus trabajos iniciales sobre el latín para los jesuitas,
junto a Miguel Antonio Caro, o en el espíritu disciplinador de las
primeras ediciones de las Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano)
un gramático que se convirtió en filólogo, sobre todo a partir de su
traslado a París, aquel fue esencialmente un filólogo, pero se vio
obligado a escribir extensamente de gramática (Henríquez Ureña,
1989: 276-277). Así como el traslado a París promueve, en la visión
de Henríquez Ureña, el desplazamiento de Cuervo hacia la filología,
es evidente que, en el caso de Bello, son las casi dos décadas de su
vida en Londres lo que le permite dedicarse a ese ejercicio. En
sentido estricto, no puede considerarse que Bello, al salir de Caracas,
fuera un filólogo. Era, sí, un miembro destacado de la ciudad letrada,
talentoso versificador
10
y aventajado conocedor y traductor de
10
La poesía temprana de Bello será dada a conocer, en su mayoría, póstumamente, hallada entre los
papeles de Juan Vicente González, que poseía Antonio Leocadio Guzmán” (Grases, 1985: 165), y será
publicada en la edición de su obra poética al cuidado de Miguel Antonio Caro, celoso arconte del valor
de su legado americano para la causa de su conservadurismo católico e hispanista, que sin embargo no
dejará de deplorar su fondo y forma (v. Ennis, 2018: 240-241): Las revoluciones suelen sorprendernos
desapercibidos, solazándonos en pueriles entretenimientos, y en su torbellino de fuego envuelven y
arrastran hombres y cosas, llevándolos muy lejos de donde tenían su asiento [...] N[o] se comprende
cómo aquel que en anteriores ensayos se ostentó alumno aventajado de la escuela itálicoespañola del
siglo XVI, no sin alguna afición, si bien dentro de términos prudentes, a los aliños y conceptuosa frase
de los escritores del siglo XVII, aparece de pronto envuelto en el pesado y trivial prosaísmo del XVIII,
escribiendo versos dignos de cualquiera de los Iriartes” (Caro, 1920: 116). Caro se refiere aquí a la hasta
entonces inédita “Oda a la vacuna”, que, según narra Amunátegui, habría sido leída “con marcada
aprobación de los concurrentes, en uno de los convites que don Manuel de Guevara Vasconcelos daba
todos los domingos.” Sin embargo, recupera también la observación de Arístides Rojas al respecto:
“respondiendo Bello a cartas de su familia, en las cuales se le decía que su maestro el obispo Talavera
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lenguas clásicas y modernas de hecho, su conocimiento del inglés
figura entre los motivos de peso para su elección como secretario de
la legación encabezada por Bolívar. La biografía de Jakšić introduce
del siguiente modo el apartado dedicado a la investigación filológica:
A pesar de las dificultades económicas, las transformaciones
políticas y las tragedias personales, Andrés Bello se dedicó a ciertos
temas de investigación desde los comienzos de su estadía en
Londres. La concentración con que lo hizo demuestra que poseía
una inclinación natural hacia el estudio, aun cuando tuviera que
dedicarse a una serie de labores administrativas tanto en Caracas
como en Inglaterra. En Londres se concentró especialmente en la
historia de la lengua castellana, con un énfasis especial en el Cantar
de Mío Cid, y un interés más general sobre la evolución de las lenguas
románicas desde el declive del latín hasta su desarrollo posterior en
diferentes regiones de Europa. Muy poco de lo que Bello pensó y
escribió acerca de estos temas se publicó en vida, pero los materiales
que estudió y transcribió en la biblioteca del Museo Británico
forman la base fundamental de todos sus otros intereses,
especialmente en derecho civil, historia y filosofía (Jakšić, 2010: 81).
La centralidad de este interés por el Cantar cidiano es retomada y
reforzada de manera convincente por Jakšić en el mismo volumen,
en el que dedica un capítulo a la relación de la particular trayectoria
del caraqueño con el objeto de ese interés y de ahí probablemente
su intensidad y especialmente con su modo de entender y ejercer la
política. Publicada póstumamente en la primera edición oficial de la
Obra de Bello, encargada por el Gobierno chileno, su edición del
poema castellano, en buena medida puesta entre paréntesis durante
mucho tiempo por la filología hispánica, fue objeto inicialmente de
señeros estudios de Pedro Grases (1945, 1988) u Oroz (1964), y más
recientemente retomada por parte de Altschul (2009, 2012), Ennis
(2015), Frago (2015) y Kaempfer (2015), entre otros.
Resulta no obstante notable lo subrayado por Jakšić en cuanto a
la desproporción entre la intensidad y la extensión de esos estudios y
su repercusión en ulteriores publicaciones. Esta desproporción se ha
vuelto recientemente verificable para un público más amplio a partir
de la publicación, al cuidado del propio Iván Jakšić y Tania Avilés,
de lo que ya en el prólogo se conjetura quizás la última de las obras
inéditas de Andrés Bello:
recitaba de coro aquella oda, contestó: –Debe ser mui mala, cuando no la recuerdo” (Amunátegui,
1882: 60).
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 18 ISSN 2422-5932
Se trata de 13 cuadernillos escritos por Bello durante su residencia
en Londres (1810-1829) y específicamente durante el período
transcurrido entre 1814 y 1823. El contenido incluye notas y
transcripciones de sus lecturas de fuentes tanto primarias como
secundarias realizadas en la biblioteca del Museo Británico (Jakšić y
Avilés 2017: 14).
Los Cuadernos de Londres presentan el registro de esos estudios de
Bello, su labor intelectual antes de disponer de ese espacio
institucional desde el que desarrollará lo más grueso y conocido de
su obra política, literaria, gramatical, jurídica, filosófica y publicística
en Chile.
11
Es un caso que invita a retomar la reflexión foucaultiana
sobre la pregunta por la obra, justamente por este carácter no
solamente de notación privada (que nada parece tener de intimidad,
que es sólo transcripción y estudio).
12
Lejos está el material de los
cuadernos de ser un análogo de las notas de lavandería: son, por el
contrario, ejercicios de búsqueda y transcripción, trazos de un mapa
necesariamente inconcluso, que permiten ver un proceso formativo
cuyo denominador común más nítido será el de la filología. El
contenido de los cuadernos consiste sobre todo en notas de estudio,
transcripciones de diversos volúmenes impresos y códices
manuscritos que examina en la biblioteca, y que luego, en algunos
casos en apariencia pocos, retoma en trabajos de esa etapa o
etapas posteriores. No analiza aún, sólo recolecta, apunta, copia,
resume, observa. Este grueso volumen consiste sobre todo, como ha
señalado la propia Tania Avilés (2016: 19), en una transcripción de
una transcripción. Se ha transcrito de sus cuadernos lo que Bello
transcribía de los volúmenes que consultaba en la biblioteca
londinense. Sólo eso y sus observaciones, los puentes que tiende de
vez en cuando entre un libro y otro, un pasaje y otro cuando lo
hace. Se interviene ocasionalmente en la precisión más amplia sobre
las fuentes, en la definición de un orden (como es el dado a los
cuadernos mismos, que se declara asimismo fundado en una
11
Algunos aspectos de lo aqdesarrollado han sido adelantados en trabajos anteriores (Ennis, 2016,
2018).
12
En esta conferencia de 1969 Foucault tomaba el ejemplo de Nietzsche (hay que recordar que estaba
publicándose desde 1961 la decisiva edición de Colli-Montanari) para preguntar por esos límites: “Mais
supposons qu’on ait affaire à un auteur : est-ce que tout ce qu’il a laissé derrière lui fait partie de son
œuvre ? Problème à la fois théorique et technique. Quand on entreptrend de publier, par exemple, les
œuvres de Nietzsche, où faut-il s’arrêter ? Il faut tout publier, bien sûr, mais que veut dire ce « tout » ?”
(Foucault, 2004: 295). Ahí sigue la conocida pregunta por las notas de lavandería de Nietzsche.
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 19 ISSN 2422-5932
hipótesis aún por verificar), pero sobre todo, en un gesto que no
dista de aquel propio del autor, se procura mostrar una mesa de
trabajo. Este carácter de apuntes y la proverbial necesidad económica
sufrida por Bello en esos años explican un rasgo material de los
cuadernos, especialmente subrayado por sus editores: la escritura
llena toda la página, no hay margen que no se deje sin utilizar. Al
mismo tiempo, si la voz del amanuense apenas se registra de manera
directa, es clara la firma trazada en el recorrido, el recorte, la
transcripción y la traducción: Tal vez el aspecto más impactante de
estos manuscritos sea el grado de concentración de Bello en las
temáticas tratadas, puesto que rara vez se aparta de ellas para anotar
sus propias conclusiones, y casi nunca da información que pueda
considerarse personal, o incluso consignar fechas de composición.
[] La escritura llena todos los espacios posibles, incluyendo las
tapas (Jakšić, 2015: 182-183). Así, no es solamente una escritura de
registro, de transcripción, de estudio, un mapa de lecturas. También
es la marca de un ejercicio intelectual realizado desde la carencia que
signa sobre todo su primera década londinense. La pérdida de la
representación como hecho político opera asimismo como fondo en
este proyecto. Gumbrecht que ha sabido señalar en otra parte la
relación entre la crisis de la representación y la filología moderna,
13
en el epílogo que escribe para ese mismo volumen, observando en el
caso de Bello y su etapa londinense un caso a la vez paradigmático y
excepcional de Bildung (como proceso individual y colectivo, en una
observación que lo acerca a Gutiérrez Girardot, pensando en
enfoques como los de Assmann (2008) sobre la Bildung como religión
secular), en el cual la intensidad del trabajo legible en los cuadernos
se lee en términos de supervivencia llena de consecuencias decisivas,
pero probablemente carente de fines propios:
El intentar comprender cómo su involucramiento con los problemas
de la gramática y la filología lo mantenían literalmente vivo puede
ayudarnos a entender, con mayor precisión, el eje central y la matriz
fundamental de su mente. Al mismo tiempo, es típico de la práctica
13
“Si recordamos que la fascinación occidental con las ruinas y los fragmentos soportó un momento
de intensificación durante las décadas que siguieron a la culminación de la Ilustración, es decir, durante
las décadas alrededor de 1800, y si consideramos luego que estas décadas han estado también
caracterizadas como el momento histórico marcado por la crisis de la representación, entonces
descubrimos un fundamento epistemológico o al menos una resonancia epistemológica por la
fascinación que acompaña el trabajo filológico con ruinas y fragmentos. Pues podemos especular que
fue la crisis de la representación, el colapso de la distancia entre representación y mundo, lo que volv
a despertar el deseo de la presencia” (Gumbrecht, 2007: 24-25).
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 20 ISSN 2422-5932
contemporánea de Bildung que su obra no haya estado dirigida u
organizada en función de metas deliberadas o principios explícitos.
Mirándolos desde ahora, podemos decir que sus estudios y
reflexiones durante las décadas de Londres transformaron sus
perspectivas y valores desde un apego a la monarquía como forma de
gobierno hasta una apertura política que le permitió crear
instituciones de importancia central para la República de Chile. Sin
embargo, el ritmo o por así decirlo, la mecánica de esta
transformación está aún por descubrirse. (Gumbrecht, 2017: 866)
Seguidamente, Gumbrecht caracteriza la posición de Bello en
Londres en ese proceso de construcción intelectual como una
peculiar, que participa de dos cronotopos: uno que se desarrolla
entre los siglos que siguen al final de la Edad Media y alcanzan a la
Ilustración, donde el pasado recuperado en la forma de los clásicos
y ahí la filología como técnica encuentra su desarrollo y prosperidad
cumple una función normativa para el presente; el otro, que
encuentra en Hegel su formulación más compleja y sistemática,
donde el principio dominante es el de la evolución. Bello compartiría
esta excepcionalidad, de acuerdo con Gumbrecht, con figuras de la
talla de Friedrich Hölderlin, Friedrich Diez y Jacob Grimm (ibid.:
867-868). Con el primero, puede pensarse, comparte la fe en el poder
instituyente de la poesía (pensando, claro, en el verso final del
Andenken: Was bleibet aber, stiften die Dichter), con los otros dos,
el interés por una filología vernácula que podría contribuir a
establecer ese pasado, a instituir su legibilidad en el presente. El
cuaderno numero uno registra la primera traducción conocida al
español del que en 1846 publicará Diez como el más antiguo
monumento de las lenguas romance, los Serments de Strasbourg (que
aparece como Antiquísimo documento del romance en Nithardo). El
cuaderno IX comienza con un registro de obras diversas, una lista de
lecturas, podemos suponer. El sello de agua señala el año 1817 como
terminus post quem, en tanto fecha de fabricación del cuaderno. Los
textos en cuestión son de Argote de Molina, las Cantigas de Alfonso
el Sabio, textos sobre literatura francesa medieval, Raynouard, Le
Beuf, una vida de San Alberto, y dos textos de Grimm. Uno se
consigna en francés, como Musée des antiquités, Berlín 1811, el otro en
alemán, Die beiden altesten, Cassel, 1812 (405-406). En el último caso se
trata de una edición firmada por Jacob y Wilhelm sin sus nombres,
sino como die Brüder Grimm, en la que ofrecen un texto ya
conocido, el Hildebrand, pero por primera vez reconocido en su
forma métrica; el primero es referido en la introducción, como
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 21 ISSN 2422-5932
antecedente en la exposición del hallazgo que motiva esta nueva
edición de los textos en cuestión. Como se ve allí, para los Grimm,
como para Bello, la cuestión de la rima y el ritmo en la poesía
medieval es una pregunta filológica que sin embargo concierne a la
posibilidad de conocer el devenir de una comunidad política.
4. La datación de los cuadernos no es sencilla, de hecho sus editores
nos hablan de su ordenamiento en muchas instancias como el fruto
de una hipótesis aún por verificar. Uno de los indicios para
establecer las fechas se encuentra en los sellos de agua del papel, en
los datos de su fabricación. El primero, en ese sentido, es el más
antiguo. Proviene de la fábrica de Banwell Mills y el sello de agua
lleva la fecha de 1811. Es, también, el único que lleva escrito el
índice de su contenido en la contratapa. En una primera mirada
puede verse que la preocupación por la versificación es la dominante,
acompañada por el interés en la historia de las lenguas vernáculas de
Europa:
Bentley notas sobre la Versif[icació]n de Terencio
Versos leoninos. Unde dictis.
Terenciano.
Maffei, sobre los v[ersos] rítmicos. Schola Salernitana, donde hai bastante
sobre las varias [clases] de leoninos.
Prefacio de Du Cange. Alvaro de Cordoba. Rastros de la lengua vulgar
desde Suetonio. Antiquísimo documento del romance en Nithardo.
Leysero, largos extractos.
Tiraboschi.
Quadrio.
Himno de S. Ambrosio.
Enciclopedia francesa, c. Prosodia.
Himno de San Columbano.
Turner, sobre el orijen de la Rima.
Sobre el salmo de S. Agustin.
Ciulo dAlcamo.
Ter[enciano] Mauro de Hexametro. De I et V.
Bentley, sobre la versif[icación] Terenciana.
Crescimbeni.
Crescimbeni identifica en el índice las notas (transcripción,
traducción y comentario), de la lectura Dellhistoria della volgar poesia.
Libro primo. Contentente lorigine, e lo stato, publicado en Roma en 1714,
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 22 ISSN 2422-5932
donde indaga en las hipótesis sobre el origen de la poesía italiana y
los orígenes de la rima.
La descripción y análisis del recorrido trazado en cada uno de
los cuadernos excede con creces los límites y objetivos del presente
trabajo, y merecería de por sí por lo menos un volumen para su
pormenorizado estudio. Nos limitamos aquí, por lo tanto, a
mencionar a título de ejemplo las características de algunos de ellos.
El cuaderno VII, por ejemplo, sin tapas ni indicación del año de
fabricación en el sello de agua, sigue abundando en la pregunta por la
métrica, aunque la tónica de estos apuntes va a estar dada en este
caso más por la comparación de relatos ejemplares y milagros, con
especial atención a Berceo y las tradiciones en las que habría
abrevado, algo que retoma en el cuaderno X. También se destaca el
interés por la historia de Bruto y su descendencia, la literatura
relacionada con el ciclo artúrico y la pregunta por la historicidad de
los mismos y las tradiciones poéticas vernáculas. En este sentido es
interesante cómo se detiene en la revisión de Ellis (1805), cuya
discusión sobre el origen de la poesía juglaresca y la Romantic fiction
(Ellis, 1805: 2) ligada al origen de las lenguas romance, se reproduce
parafraseando y ya no transcribiendo o traduciendo la discusión dada
en la segunda sección del capítulo introductorio de este volumen
(Bello, 2017: 256), y el ejercicio filológico (tal como lo subrayan los
editores de los Cuadernos), de comparación de fuentes manuscritas del
Roman de Brut presentes en el Museo Británico con el resumen
proporcionado por Ellis, atendiendo justamente a la preocupación
por la historicidad de la ficción de origen (Bello, 2017: 279). Esta
discusión retoma en buena medida la desarrollada en el cuaderno III
a propósito de la lectura de The History of English Poetry: From the Close
of the Eleventh to the Commencement of the Eighteenth Century de Thomas
Warton, publicada en Londres entre 1774 y 1781, la cual alimenta en
gran medida esas notas e introduce una primera mención a textos
que luego consultará directamente, como es el caso del Romance de
Horn en el cuaderno IX (Bello 2017: 433). La lectura de Ellis
prosigue en el cuaderno VIII, donde además de la transcripción de
diversos cantares manuscritos del francés antiguo se registra un gran
interés por las literaturas germánicas medievales y las formas del
ritmo y la rima en las mismas. Estos temas preceden en los
cuadernos (en el orden de su numeración y fecha probable, así como
en el definido por la edición) al luego más amplio en los orígenes de
la literatura castellana, el Poema del Cid y finalmente Lope de Vega
(a quien están dedicados dos cuadernos que, junto con el Cuaderno
A, se salen de la serie numérica, con el nombre de Lope 1 y Lope 2).
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 23 ISSN 2422-5932
Si pasamos revista, al mismo tiempo, a las publicaciones más
conocidas de Bello en Londres, aquellas que aparecen una vez que su
situación se encuentra más estabilizada, y que funcionan justamente
como órganos de representación de un proyecto americanista
(limitado también, trunco desde muchos puntos de vista, amenazado
por sus limitaciones materiales desde el comienzo, pero al mismo
tiempo de repercusión duradera, y vinculado a una forma colectiva
de la práctica intelectual, apoyada en un diálogo con cierta
institucionalidad política americana), podemos observar algunas
formas de la traducción de lo consignado en los cuadernos en
producción intelectual dada a la luz pública. Se trata, en primera
instancia, de los textos señalados como preliminares de la que luego
en Chile se publicaría como Ortología y métrica, con tres ediciones en
Santiago (1835, 1850 y 1859) y varias reimpresiones en Caracas y
Bogotá en vida del autor (Valderrama Andrade 1980: vii-ix), y una
edición anotada posteriormente por Miguel Antonio Caro: en el
segundo y último volumen de la Biblioteca, Qué diferencia hay entre
las lenguas griega y latina por una parte, y las lenguas romances por
otra en cuanto a los acentos y cuantidades de las sílabas; y qué plan
deba abrazar un tratado de prosodia para la lengua castellana, y por
otro, en el segundo número del Repertorio Americano de 1827, la que
Jaksic y Avilés consignan como excepción a esta no publicación en
vida de lo estudiado en el Museo: el estudio sobre el Uso antiguo de
la rima asonante en la poesía latina de la media edad i en la francesa ;
i observaciones sobre su uso moderno.
El primero de estos ensayos, que podría pensarse
complementario con el aparecido en el primer volumen de la
Biblioteca y repetido luego en el Repertorio sobre la necesidad de una
reforma en la ortografía castellana, opera sin embargo inicialmente
un deslinde preciso, técnico, fundado en una preocupación sostenida
de sus afanes filológicos: allí se define inicialmente la prosodia en
su más lata acepción, como aquella parte de la gramática, que fija
el sonido de todas las letras, sílabas y dicciones de que consta el
lenguaje (Fijar lo que otros han dicho será la utilidad legal más
inmediata declarada en el Prólogo a la Gramática de 1847). El
deslinde se da al interior del ámbito de la prosodia, separando la
ortoepía como doctrina del verdadero valor o pronunciación de las
letras, y centrando su preocupación en la necesidad de íntima
correspondencia entre la prosodia y y el sistema de versificación
adoptado en la lengua. Así: Toda versificación está sujeta a ritmos,
y como todo ritmo se funda en la medida del tiempo, es de suma
importancia conocer las cuantidades silábicas, o en otros términos el
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 24 ISSN 2422-5932
tiempo que debe darse a cada sílaba en una pronunciación correcta, y
en la declamación del verso (Bello, 2015 [1923]: 444). La
preocupación que atraviesa gran parte de las lecturas de Bello de los
textos doctrinales y poéticos de la Antigüedad tardía y la Edad
Media, cuyo mapa y registro recogen los Cuadernos, se encuentra aquí
ya madurada y condensada en un programa guiado por la pulsión
ordenadora: El placer que causa en nosotros el ritmo se asemeja al
que nace de la contemplación de la simetría. Pudiéramos decir que el
ritmo es la simetría del tiempo, que se compone de elementos
sucesivos, como la simetría que percibimos en el espacio consta de
partes cuya existencia es simultánea (ibíd.: 445).
El estudio pormenorizado del ritmo y los sistemas de
aliteración y rima interna en las lenguas clásicas, el romance medieval
e incluso las lenguas germánicas medievales encuentra aquí un punto
de llegada, aunque prefiera en la argumentación apelar a las fuentes
clásicas autorizadas y más reconocibles para la formación colonial de
un eventual público lector hispanohablante (se trata en este caso, del
recurso sucesivo a Platón, Cicerón y Quintiliano para desarrollar el
argumento en torno al ritmo y la armonía poéticas y la diferenciación
entre longitud y acentuación vocálica). Se introduce, sí, la discusión
con el jesuita Quadrio, cuya lectura se registra en el primer
cuaderno, y su descreimiento de la vigencia de la diferenciación entre
largas y breves que Bello explica allí en detalle, muy didácticamente.
Se trata de Francesco Severo Quadrio y su Della Storia e Ragione dogni
poesia, editado en Milán por Antonio Agnelli (1739-1752, vol. II),
cuya transcripción viene ya acompañada en el mencionado cuaderno
por anotaciones de orden valorativo, poco habituales en estas notas:
Sigue la lista de los [primer]os P[oestas] vulgares italianos , que debe
consultarse, y es demasiado larga para copiarla. Consultense Allacci y
Crescimbeni Hi[m]nos Latinos, Tom. 2 pag. 450. --- Curioso disparatear del
Quadrio sobre la cantidad de las sílabas latinas, y griegas, tom. 1. pag. 581.
[] Sílaba agudamente acentuada no puede ser sino silaba larga!! Tomo 1.
587. [] 634. Otro párrafo que muestra la grosera ignorancia de Quadrio en
cuanto al metro de los Griegos y Latinos (Bello, 2017: 95-96).
Además de discutir con tratadistas diversos, Bello emplea su
ejercicio filológico sobre la prosodia para enmendar a la Real
Academia, y en el cierre del ensayo tiende un puente claro hacia la
tarea ordenadora que desarrollará en Chile, expresando una
preocupación que reiterará eficientemente en la Ortología, la Gramática
y tantos otros textos: la de la racionalidad de un régimen que
garantice la unidad de la lengua. Si la poesía está llamada a participar
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
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como fuerza instituyente del futuro americano, debe disponer de una
lengua cuyo régimen sea claro y vigente:
Este es el plan que nos parece debiera seguirse en un tratado de
prosodia. Es sensible que nadie se haya todavía dedicado a
componer uno; a lo menos no tenemos noticia de que se haya
emprendido semejante trabajo. La prosodia de una lengua es un
estudio de esencial importancia, no solo porque sin él no es posible
percibir bastantemente el ritmo de la versificación, que nada
desfigura tanto como el juntar en las combinaciones de las vocales lo
que debe separarse, o al contrario; sino porque bajo este respecto se
introducen de día en día en la pronunciación familiar vicios que al
fin se hacen incorregibles, y tienden a corromper la lengua, y a
destruir su uniformidad en las varias provincias y estados que la
hablan. En un número siguiente procuraremos fijar los principios de
esta segunda parte de la prosodia relativa a la computación de las
sílabas, que nos parece la más necesaria de las dos.A. B (Bello,
1973 [1827]: 456)
En el Repertorio, como consignaba con asombro Amunátegui, la
mayor parte de los trabajos, en un enorme abanico de disciplinas e
intereses, fueron redactados por Bello. Como se mencionara más
arriba, por otra parte, en esa variedad se incluye el trabajo sobre el
Uso antiguo de la rima asonante, muestra más clara del vasto
recorrido por las literaturas románicas medievales atestado en los
Cuadernos. El trabajo comenzaba como sigue:
Entre las particularidades de la poesía española, que menos
fázilmente se dejan percibir i apreciar de los estranjeros, i cuyos
primores se escapan aun a muchos de aquellos que mamaron el habla
castellana con la leche, debe contarse el asonante, especie de rima
que junta dos cosas al parezer opuestas, pues aventajando en
delicadeza al consonante o rima completa, hoi común a todas las
naziones de Europa, es al mismo tiempo tan popular, que en ella se
componen regularmente los cantares con que se divierte i regozija la
ínfima plebe. (Bello, 1973 [1827]: 21)
La distribución del público, nuevamente, hace gala de una serie de
distingos que resultarán vitales para los escritos más influyentes de
Bello. Así como comparte con Salvá la preocupación por la
democratización de la república de las letras,
14
y en consecuencia
14
Salvá expresa esta preocupación con claridad en el mismo volumen, en una fuerte crítica a las
Academias reales de la Península: “La república de las letras debe llamarse despotismo mas bien que
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 26 ISSN 2422-5932
somete al juicio de los inteligentes sus observaciones, también
reconoce a la íinfima plebe como público para la palabra poética,
si bien limitado a una fruición lúdica, recreativa. El asonante
representa aquí la excusa para establecer, a través del hilo de la
filología, una continuidad en la historia, que va de la poesía latina y
vernácula del medioevo europeo a la lírica popular peninsular
contemporánea, y de allí a América:
Ni está reduzida a los límites de la península; el asonante pasó el
Atlántico junto con la lengua de Cortes i Pizarro: se naturalizó en los
establezimientos españoles del nuevo mundo, i forma hoi una de las
cuerdas de la lira americana. El asonante entra en el ritmo del yaraví
colombiano i peruano, como en el del romanze i la seguidilla
española. El gaucho de las pampas australes i el llanero de las orillas
del Apure i del Casanare, asonantan sus coplas, de la misma manera
que el majo andaluz i el zagal estremeño o manchego (Bello, 1973
[1827]: 21-22).
El hilo de transmisión que encuentra para un artificio tan
característico es el de la oralidad popular, el canto del gaucho y el
llanero emparentado con el del majo y el zagal, a través de una
lengua que es la de la conquista española de Cortés y Pizarro (a los
que la segunda entrega de la Alocución contrastaba en la suerte
deparada por el juicio de la Historia con los realistas de las guerras
de la independencia),
15
pero también la del yaraví que anhelaba el yo
de la Alocución a la poesía en el momento en que la invocación
pasa de la Poesía a la Cruz del sur,
16
y antes que nada la incorporada
república, desde el momento que existen corporaciones, interesadas en que no descuelle ni sea tenido
por sabio quien no pertenezca a su seno; orgullosas para fijar con su autoridad lo que solo pueden
establezer la razón, el uso i el debate entre los literatos; i poderosas en demasía para deprimir a los que
no se someten humildes a sus fallos, o se atreven a tratar materias que creen ellas peculiares de su
instituto” (Salvá, 1973 [1827]: 50).
15
“Pudo a un Cortés, pudo a un Pizarro el mundo / La sangre perdonar que derramaron: / Imperios
con la espada conquistaron; / Mas a ti ni aun la vana, la ilusoria / Sombra, que llama gloria / El vulgo
adorador de la fortuna, / Adorna” (vv. 555-561).
16
“¡Oh quién, amable Poesía, / del Cauca a las orillas me llevara, / y el blando aliento respirar me
diera, / de la siempre lozana primavera / que allí su reino estableció y su corte! / ¡Oh si ya de cuidados
enojosos / exento, por las márgenes amenas / del Aragua moviese / el tardo incierto paso; / o
reclinado acaso / bajo una fresca palma en la llanura, / viese arder en la bóveda azulada / tus cuatro
lumbres bellas, / oh Cruz del Sur, que las nocturnas horas / mides al caminante / por la espaciosa
soledad errante; / o del cucuy las luminosas huellas viese cortar el aire tenebroso, / y del lejano tambo
a mis oídos / viniera el son del yaraví amoroso” (vv. 170-188).
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con la leche materna.
17
Ese hilo de transmisión es el que perseguirá, a
comienzos del siglo XX, Menéndez Pidal, en otra excursión
transatlántica que en sentido inverso combina filología y política:
enviado en 1904-1905 como comisario regio, a los 35 años, para
arbitrar en el conflicto limítrofe entre Perú y Ecuador, para lo que
debía, según el Real Decreto que lo designaba, estudiar en los
archivos de Quito y de Lima, en toda su extensión, los diversos
documentos que en ellos existen (cit. en Pérez Pascual, 2019: 120).
18
Menéndez Pidal aprovechará el viaje para tender las redes de su
estudio del romancero en Perú, Ecuador, Argentina y Chile (Pérez
Pascual, 2019: 133), y así se reflejará justamente en su trabajo sobre
el romancero en América, entre cuyos primeros argumentos contaría
justamente la presencia del romancero en la lengua de Cortés, tal
como daba cuenta de ella Bernal Díaz del Castillo (Menéndez Pidal,
1941). Es la tradición sostenida en una lengua que se mama con la
leche. Anclada en el campo semántico del nacimiento que justamente
en una época de cambio de régimen adquiere especial significado por
su relación con la constitución de la soberanía (Agamben, 2017
[1998]: 194), la imagen de la lengua amamantada hace de la asonancia
parte de una herencia común que el ejercicio filológico de Bello
extiende de España a la Europa de Carlomagno, y consecuentemente
conjura la presencia árabe en el inventario.
19
Mary-Louise Pratt
observó en este sentido, entre las paradojas coloniales de la poesía
de Bello, que aquí las exhortaciones a la rusticidad son hechas en la
retórica menos rústica, más culta que la lengua española permitía en
la época,
20
en un despliegue del dominio sobre las posibilidades de
17
Más de un siglo después, el prologuista de una de las tantas ediciones de su Gramática, Amado
Alonso, procurará conjurar la imagen de la lengua amamantada en su intento de invalidar la hipótesis
indigenista de Rodolfo Lenz sobre el español de los chilenos (Ennis, 2012: 201).
18
Sobre esta misión diplomática de Menéndez Pidal, puede verse el trabajo de Lago Carballo (1989), en
el que se apoya en buena medida el capítulo referido aquí de la biografía recientemente publicada por
Pérez Pascual (2019).
19
“Pero la verdad es que la versificación monorrímica (asonantada o no) es en Europa mucho mas
antigua de lo que se piensa, i no solo precedió al nazimiento de ía lengua castellana, sino a la irrupción
de los Muzlimes” (Bello, 1973 [1827]: 22). Insiste sobre esto en más de una ocasión, como por ejemplo
en los artículos sobre literatura castellana de 1834 y 1841 en El Araucano, recogidos por Arciniegas.
Este será un ejercicio recurrente en las intervenciones de Bello sobre historia lingüística y literaria
como lo hará luego con toda la lengua (v. Hill, 2009: 729).
20
Comentario curiosamente análogo al hecho, más de un siglo antes, por su biógrafo y discípulo para
referir las características de las primeras composiciones de Bello, justamente lo que llama su manera
poética”: “Aunque hubiese observado de cerca los primores de la naturaleza, i los hubiese admirado
sinceramente, no encontró desde luego, para cantarla, espresiones orijinales; i apeló a los arbitrios ya
empleados por los clásicos latinos, que constituían su embeleso, i de quienes no se atrea a apartarse.
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 28 ISSN 2422-5932
la poesía culta castellana que no carece de remedos culteranos, que
sin embargo está también condimentado con referentes históricos y
materiales americanistas azteca, yaraví, Caupolicán, yuca que Bello se
sintió obligado a explicar en notas a pie de página (Pratt, 1995:
304).
La pregunta por la rima asonantada permite a Bello hacer, en las
pocas páginas de su artículo, gala de la erudición filológica
acumulada en las jornadas de estudio en el Museo Británico. Más allá
del apoyo en obras de referencia, recientes pero ya presti giosas como
Sismondi (De la littérature du midi de lEurope había aparecido en 1813,
y le había dedicado un artículo crítico y ponderativo que cierra la que
fue única entrega del segundo volumen de la Biblioteca americana),
21
el
recorrido trazado por Bello en este breve escrito se apoya en una
erudición vasta y en fuentes manuscritas recónditas.
22
La discusión
de la asonancia en la rima latina tardía combina el rigor técnico con
la erudición:
Las composiciones asonantadas mas antiguas son latinas, i en ellas (a
lo menos en todas las que yo he visto) los asonantes son siempre
pareados, ora rimando un verso con el inmediato, ora los dos
hemistiquios de cada verso entre sí. A la primera clase perteneze el
Ritmo de san Columbano fundador del monasterio de Bovio, que se
halla en la IV. de las Epístolas Hibérnicas recojidas por Jacobo
Userio. Pues que este santo florezió a fines del siglo VI, no se puede
dar menos antigüedad al asonante. Pero lo mas común fué rimar así
los hemistiquios. Fázil me seria dar muestras de varios opúsculos
arreglados a este artifizio, i compuestos en los siglos posteriores al
de san Columbano hasta el XIII mas para no turbar el reposo de
autores que yazen tiempo ha olvidados en la oscuridad de las
En lugar de esclamar, como un poeta moderno: aunque mi vaso es pequeño, bebo en él, se servia de la
copa antigua, magníficamente cincelada, pero ya mui gastada por el uso excesivo i demasiado largo.”
(Amunátegui, 1882: 67).
21
“Noticia de la obra de Sismondi sobre “La literatura del Mediodía de Europa”; refútanse algunas
opiniones del autor en lo concerniente a la de España; averiguase la antigüedad del poema del Cid; si el
autor de este poema es el que pretende don R. Floranes; juicios de Sismondi demasiado severos
respecto de los clásicos castellanos; estrado de su obra relativo al Quijote”.
22
Como habría sido enfadoso ofrecer un catálogo de los románces franceses caballerescos que se
conservan todavía íntegros, o en fragmentos de una estension tal, que permita juzgar de los accidentes
métricos, Bello se contentó con presentar en El Repertorio una sola muestra, pero concluyente, sacada
de un poema antiquísimo, compuesto, según lo patentizan el lenguaje i el carácter, en los primeros
tiempos de la lengua francesa, en el cual se refiere un viaje fabuloso de Cariamagno acompañado de los
Doce Pares a Jerusalen i a Constantinopla” (Amunátegui, 1882: 246). Lo que Amunátegui no refiere en
su biografía, y puede constatarse hoy gracias a la publicación de los Cuadernos, es la amplitud y
exhaustividad del recorrido erudito realizado por Bello a través de esa tradición.
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
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bibliotecas, me ceñiré a mencionar uno solo que basta por muchos.
(Bello, 1973 [1827]: 24)
Detrás de ese Fázil me seria dar muestras y la prudencia de no
turbar el reposo de los autores olvidados se encuentra no solamente
el volumen de erudición acumulada, sino también la clara conciencia
de los límites que se imponían a su publicidad. Inmediatamente
refiere a Donizon Monje benedictino de Canosa, que floreció a
principios del siglo XIII, i cuya Vida de la Condesa Matilde es bastante
conozida i citada de cuantos han esplorado la historia civil i
eclesiástica de la edad media (Bello, 1973 [1827]: 24), para citar de
ella unos hexámetros que se revelan ejemplo cabal de la asonancia
interna entre los dos hemistiquios de cada verso. Estos materiales se
encuentran en el Cuaderno XI, cuyo sello de agua señala su
manufactura en 1817, y están extraídos del tomo V del Rerum
Italicarum Scriptores de Ludovico Antonio Muratori (Milán, 1724, pp.
335-384), obra de referencia a la que Bello consulta ya desde el
primer cuaderno. Las notas sobre Donizon vienen precedidas en el
cuaderno por indagaciones sobre la poesía de María de Francia, la
poesía juglaresca en Francia, la discusión con Mister Turner sobre
la rima en Grecia y Roma,
23
la aliteración en latín, la poesía rúnica y
la druídica, sonetos provenzales, versos de Ausías March, la
asonancia en los romances franceses, discusiones sobre el tema, y
fuentes hispánicas orientadas en general por la misma preocupación
(Alfonso el Sabio, el Cancionero de Amberes, Romancero general).
Al señalar la presencia de la asonancia en Donizon, Bello se ocupa de
subrayar cómo sus editores (Muratori y Leibniz, en las colecciones
que respectivamente sacaron a luz de los historiadores de Brunswick
i de Italia) no habrían podido percibir el tan patente recurso o
artifizio rítmico, lo que habría llevado a cierta imprecisión
filológica en ambos casos: de donde procede que en las nuevas
lecciones que proponen para aclarar ciertos pasajes oscuros,
quebrantan a vezes la lei de asonancia a que constantemente se
sujetó el poeta (Bello, 1973 [1827]: 24-25). Luego pasa a la poesía
trovadoresca de Francia, que ocupa de manera recurrente las páginas
de los cuadernos, para introducir la hipótesis sobre el poema del Cid
que será común a buena parte de los estudiosos europeos y
constituirá uno de los frentes dilectos de Ramón Menéndez Pidal en
su construcción de una filología y una épica nacionales para España
23
Como aclaran los editores en nota al pie, se trata de Sharon Turner, “A Further Inquiry Respecting
the Early Use of Rhime”, Archæologia: or, Miscellaneous Tracts Relating to Antiquity XIV, 1803, 187-204.
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 30 ISSN 2422-5932
(v. Altschul, 2009, 2012):En una palabra, el artifizio rítmico de
aquellas obras es el mismo que el del antiguo poema castellano del
Cid, obra que, en cuanto al plan, carácter i aun lenguaje, es en
realidad un fidelísimo traslado de las jestas francesas, a las cuales
quedó inferior en la regularidad del ritmo i en lo poético de las
descripciones, pero las aventajó en otras dotes (Bello, 1973 [1827]:
25). El desarrollo del examen de las circunstancias históricas y
culturales que hacen a la continuidad entre las tradiciones poéticas a
uno y otro lado de los Pirineos no puede darse aquí en la extensión
que ameritaría, pero no puede dejarse de señalar, sin embargo, que
Bello anticipa en su discusión de la asonancia en la lengua poética del
francés antiguo aquello sobre lo cual insistirá más de un siglo
después Menéndez Pidal: el anisosilabismo [...] como estado inicial
de toda métrica románica (1970: 93).
24
La fórmula que sigue asemeja
en forma y fondo a la anterior (fázil seria), esta vez al declarar que
Endafoso seria dar un catálogo de los poemas caballerescos que se
conservan todavía íntegros, o en fragmenteos de bastante estension
para que pueda juzgarse su artifizio métrico, y en que apareze
claramente la asonancia, sometida a las mismas reglas con que la
usan al presente los castellanos. El texto del que sí ofrece muestra y
presenta como transcripción del manuscrito preservado en la
biblioteca del Museo Británico (hasta 1879, cuando se extravió, v.
Rossi, 2005), es un pasaje del Voyage de Charlemagne, del que toma
nota también en el cuaderno IX (Bello, 2017: 426), para finalmente
subrayar la semejanza entre sus versos y los del Cid en cuanto a la
asonancia y la diferencia con los usos del presente en castellano, con
cuya crítica concluirá el ensayo, deplorando el verso empleado en el
teatro español contemporáneo: la cuarta unidad, la del metro,
argüirá, habría contribuido a la general languidez, pobreza i falta de
armonía, que con poquísimas escepciones caracterizan al teatro
español moderno, y esto fundado en una observación que decide
someter como todas al juizio de los inteligentes, esto es, que los
poetas castellanos modernos no han aprovechado cuanto pudieran
estos diferentes colores i caracteres de la asonancia para dar a sus
24
“En suma, la antigua pronunciación francesa no pudo menos de asemejarse mucho a la italiana i
castellana, disolviéndose todos los diptongos i profiriéndose las sílabas en, in con los sonidos que
conservan en las demás lenguas derivadas de la latina. Esto es cabalmente lo que vemos en las poesías
francesas asonantadas, que todas son anteriores al siglo XIV; i lo vemos tanto mas, cuanto mas se
acercan a los oríjenes de aquella lengua. Por eso, alterada la pronunciación, cesó el uso del asonante, i
aun se hizo necesario retocar muchos de los antiguos poemas asonantados, reduziéndolos a la rima
completa; de donde procede la multitud de variantes que encontramos en ellos, según la edad de los
códices” (Bello, 1973 [1827]: 25).
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
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obras el sainete de la variedad, i que en el uso de ella se han
impuesto leyes demasiado severas (Bello, 1973 [1827]: 33). Así
como el conocimiento de la lengua misma permitirá en la Gramática
decidir sobre la legalidad que más le convenga, la decadencia del
teatro español se funda en una ley inadecuada al objeto que legisla,
ya que, como ha anticipado poco antes, a cada familia de lenguas
corresponde un modo de versificar propio: El consonante es
igualmente perceptible i agradable en todas las lenguas; pero así
como la aliteración se aviene mejor con los dialectos jermánicos, en
que dominan las articulaciones, así el asonante es mas acomodado
para las lenguas, que, como el castellano, abundan de vocales llenas i
sonoras (ibíd.: 32). El desconocimiento de la historia de esas
lenguas a través de sus testimonios escritos, que termina revelándose
en la base de un conocimiento cabal de la ley que conviene a una
lengua en el presente así como a sus manifestaciones públicas, esto
es, la carencia de un ejercicio filológico que permita apropiarse de la
misma, engendra monstruos.
25
5. Procurando dar cuenta de la naturaleza política del mundo romano
en sus lecciones de filosofía de la historia, al oponer su persistente
aristocracia a la democracia griega y el despotismo persa, Hegel
demostraba una particular desconfianza hacia los filólogos. Así,
afirmaba, había tres puntos de vista desde los cuales se había
abordado la historia romana antigua, correspondientes a tres clases
diversas de especialistas: los historiadores, los filólogos y los juristas.
Si los primeros se caracterizaban por ceñirse a la historia como tal
[die Geschichte als solche] en sus grandes trazos, el problema comenzaba
con los segundos:
con los filólogos es otra cosa: en su caso, las tradiciones generales
tienen menos significación, y se ocupan de particularidades, que
pueden combinarse de diversas formas. Estas combinaciones ofician
en primera instancia como hipótesis históricas, y rápidamente ya
25
Tal el caso de los fabliaux: “Aun cuando se conponia en versos cortos, era continuo, no alternado, el
asonante; de que es buena prueba el lai de Aucassin e Nicolette, compuesto en el siglo XII, i publicado en
la colección de fabliaux de Barbazan, edición de 1808, única que mereze leerse de esta poesía,
mostruosamente alterada por los que, insensibles a las leyes métricas en que está escrita, han querido
reduzirla a la rima ordinaria” (Bello, 1973 [1827]: 30-31). Bello cita aquí el trabajo de Étienne Barbazan,
Fabliaux et Contes des Poetes François des XII, XIII, XIV & XVes Siéccles : Tirés des meilleurs Auteurs, cuya
edición de 1756 en París consulta profusamente en los Cuadernos, y especialmente en el quinto (2017:
537), pero en el trabajo refiere la edición de 1808, también impresa en París, por Warée.
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 32 ISSN 2422-5932
como hechos dados [Ein anderes ist es mit den Philologen, bei
denen die allgemeinen Traditionen weniger bedeuten und die mehr
auf Einzelheiten, welche auf mannigfache Weise kombiniert werden
können, gehen. Diese Kombinationen gelten zuerst als historische
Hypothesen und bald darauf als ausgemachte Fakta] (Hegel, 1989:
341).
La filología aparece para Hegel como un ejercicio de descomposición
y recomposición, transmitido luego a los juristas (En un grado no
menor que en el caso de los filólogos, han indagado los juristas
ocasionalmente en las minucias más pequeñas del derecho romano,
mezclándolo con hipótesis. El resultado fue que la historia romana
terminó siendo explicada como pura fábula, con lo cual este campo
terminó alojándose con la erudición que más se extiende allí donde
menos hay para recoger), una atención detenida a la singularidad,
cuyas lógicas combinatorias le resultaban al menos impredecibles. La
queja de Hegel no era infundada, puesto que en el momento de
formularla la filología como paradigma de rigor histórico no hacía
sino afirmarse en un sistema universitario en proceso de expansión y
consolidación.
Werner Hamacher ha abundado sobre esta condición an-árquica
que Gumbrecht observa en los Cuadernos de Bello, en los apuntes
precisamente de un apasionado del orden, de un codificador y
disciplinador de la filología: embaucador o joker, escribe Hamacher,
solo por eso la extraordinaria fuerza se muestra como la impotencia
peculiar de esta relación del modo más claro en su inclinación hacia
la poesía (2011: 5). Poesía, insiste luego, es prima philologia
(Hamacher, 2011: 12). La poesía inicial de Bello tanto la
Alocución que abre los dos volúmenes de la Biblioteca americana
como la Oda a la agricultura en la zona tórrida del Repertorio va de
la mano, completa el volumen con esos vestigios de algunas de las
preocupaciones fundamentales que vemos atravesar los Cuadernos,
podemos leer nuevamente en la misma Alocución y podrían, en buena
medida, ayudarnos a entender mejor, como quieren sus editores, la
arquitectura política y textual que desarrollará Bello luego en Chile.
Las imágenes y metáforas económicas como las que se han
observado aquí no suelen ser gratuitas en general, y menos aún en
este caso: el examen de la naturaleza formal y la matriz narrativa de
la poesía en sus fases primitivas, instituyentes para las lenguas
europeas, que hacían entonces al grueso de la economía editorial de
la práctica filológica en Europa, así como a su más visible y duradera
dimensión política, se da en Bello a través de recorridos que pueden
Ennis, “Filología para los americanos Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 6-37 33 ISSN 2422-5932
aparentar cierto desorden, pero que podemos pensar dispuestas
sobre una mesa de trabajo en la que el futuro americano debía
integrarse al continuum hegeliano de la Historia, aunque sin dejar de
ensayar el gesto soberano de definir la ley de su ensamblaje (lo que
en la Gramática de 1847, por ejemplo, se cifrará en la representación
dela lengua misma). Contar con los Cuadernos nos permite hoy
obtener una medida más próxima, ponderar con mayor tino el lugar
de esta labor filológica en esa prolongada y difícil etapa en la
trayectoria de Bello, y al mismo tiempo atender a su cambiante
naturaleza.
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