Ruvituso, “Hamacher y Agamben” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 315-337 315 ISSN 2422-5932
HAMACHER Y
AGAMBEN: HACIA UNA FILOLOGÍA
DE LA PLEGARIA
HAMACHER Y AGAMBEN:
TOWARDS A PHILOLOGY OF THE PRAYER
Mercedes Ruvituso
Universidad de San Martín
Doctora en Filología y hermenéutica del texto (Universidad Nacional de San Martín,
Università del Salento). Profesora de Filosofía Política en la Universidad Nacional de San Martín y la
Universidad Pedagógica Nacional. Investigadora del Centro de Investigaciones Filosóficas. Sus temas de
investigación abordan el problema de la imagen, el mito y la relación entre la estética y la política en la
contemporaneidad. Es una de las traductoras españolas de la obra de Giorgio Agamben.
Contacto: mercedesruvituso@gmail.com
ORCID: 0000-0003-3100-0575
Filologías latinoamericanas
DOSSIER
Ruvituso, “Hamacher y Agamben” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 315-337 316 ISSN 2422-5932
Fecha de envío: 12/10/20 Fecha de aceptación: 1/12/20
Eukhe
Afecto
Vocabulario de la
Sacralidad
Significación lingüística
Misología
En 95 tesis sobre la Filología (2009), Werner Hamacher se propone considerar la filología ya no
como un saber erudito o procedimiento científico en el trato de testimonios lingüísticos. La filología se define
en cambio como un movimiento del “afecto del lenguaje por el lenguaje”, cuyo ámbito lingüístico es el de la
“plegaria (eukhe). Este trabajo analizará qué significa la propuesta hamacheriana de renovación de la
filología, considerando los principales giros y referencias que definen el ámbito de la eukhe a lo largo de
las tesis: en principio, entendida como “plegaria” [Gebet] según el texto de referencia de Aristóteles
(
De
int. 16b33), luego como “ruego” [Bitte], “deseo” [Wunsch], “amor” [Liebe] o philia de y hacia el
lenguaje. Para ello, más allá de las referencias explícitas de Hamacher, se tendrán en cuenta los estudios
que Giorgio Agamben le dedica a la plegaria y la función que cumple en su propia concepción de la
filología. Ambas propuestas se iluminarán recíprocamente: por un lado, identificaremos una tensión
conceptual no resuelta en el texto de Hamacher, entre el deseo de una filología “por venir” y una misología;
por el otro, en la propuesta agambeniana, el deseo s radical de una praxis filológica al mismo tiempo
frágil y efectiva.
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
Eukhe
Affect
Vocabulary of the
sacrality
Linguistic significance
Mysology
In 95 theses on Philology (2009), Werner Hamacher proposes to consider philology no longer as an
erudite knowledge or scientific procedure in the treatment of linguistic testimonies. Instead, philology is
defined as a movement of the "affection of language by language", whose linguistic field is that of "prayer"
(eukhe). This paper analyzes the meaning of the Hamacherian proposal for the renewal of philology,
considering the main shifts and references which define the sphere of eukhe throughout the theses: firstly,
understood as "prayer" [Gebet] according to Aristotle's reference text (De int. 16b33), then as "plea"
[Bitte], "desire" [Wunsch], “love” [Liebe] or philia from and towards language. To this end, beyond
Hamacher's explicit references, it is necessary to take into account Giorgio Agamben's studies on prayer
and the role it plays in his own conception of philology. Both proposals will be mutually enlightening: on
the one hand, we will identify an unresolved conceptual tension in Hamacher's text between the desire
for a philology "to come" and a misology; on the other hand, in Agamben's proposal, the more radical
desire for a philological praxis that is both fragile and effective.
KEYWORDS
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Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 315-337 317 ISSN 2422-5932
El ámbito de la eukhe
En las tesis 8 y 9 de sus 95 Thesen sur Philologie, Werner Hamacher
afirma que el ámbito de pertenencia lingüística de la filología es el de
la eukhe. Su primera traducción, tal como aparece en el texto
aristotélico de referencia (De int. 16b33), es plegaria [Gebet], pero aquí
y a lo largo de las tesis, se traduce también como ruego [Bitte], deseo
[Wunsch] y ansia [Verlangen]. Y de manera fundamental, el ámbito de la
eukhe se refiere al afecto [Affekt], el amor [Liebe] o philia de y hacia el
lenguaje. Fiel a las tesis que propone, el texto de Hamacher se mueve
en una serie de giros del discurso cuya consistencia sería también
afectiva, la de la eukhe. Las tesis no se presentan en el modo de un
discurso científico sino que proponen, se dirigen hacia, aluden, desean
una filología por venir. La dificultad de circunscribir el ámbito de la
eukhe no solo es evidente sino querida y declarada. No segura, no
coherente, no permanente, no científica, ni verdadera ni falsa,
irresuelta e impredecible, la filología es una experiencia impredecible,
cuyo movimiento es el afecto del lenguaje por el lenguaje [Affekt der
Sprache für die Sprache] (Hamacher, 2019: 27; Tesis 23).
1
En este trabajo, analizaremos ese ámbito de la eukhe al que
Hamacher alude, buscando captar sus principales giros y referencias,
algunas no del todo explícitas y otras repitiendo el gesto
hamacheriano de recapitulación de citas más allá del texto. En
especial, los estudios sobre la plegaria que realiza Giorgio Agamben,
por la misma época, siguiendo en parte los de Émile Benveniste.
Este recorrido podría justificarse teniendo en cuenta que
Hamacher y Agamben comparten un horizonte de referencias
comunes, especialmente en relación con Benjamin y Heidegger. Y,
desde estos dos grandes pensadores, ambos se posicionan en relación
a las investigaciones de Derrida: Hamacher como uno de sus más
agudos discípulos, Agamben de manera más crítica. No podremos
ocuparnos aquí de marcar las diferencias con respecto a Derrida, pero
sugerir que las implicancias que tiene el concepto de plegaria
1
Las referencias bibliográficas remiten a los textos en su mayoría en lengua original, a no ser que
indiquemos lo contrario y para el presente trabajo incluimos una traducción propia.
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podrían leerse como parte del acercamiento a la deconstrucción en
Hamacher y como parte de los intentos que ha hecho Agamben, más
o menos explícitos, por superarlo. Desde esta perspectiva,
intentaremos mostrar mo el concepto de plegaria les permite a
ambos pensar en divergente acuerdo una filología por venir.
En Sobre la interpretación, el texto base al que remite Hamacher
para pensar “otra filología, la eukhe (la plegaria) aparece como el
único ejemplo que da Aristóteles para diferenciar dos ámbitos
fundamentales del lenguaje:
2
el logos apophantikos, el discurso asertivo
en el que se expresa la verdad y la falsedad y otros discursos como
el de la plegaria. El examen de estos otros” discursos no son propios
de la lógica sino más bien de la retórica y de la poética.
La mención de la eukhe, para Hamacher, no es un simple ejemplo
sino la clave para entender la delimitación del lenguaje sobre la que
Aristóteles basa su ontología. Aristóteles remite su concepto de ser a
distinciones basadas en análisis gramaticales, diferenciando además el
entero ámbito del saber. La lógica, la Filosofía primera y todas las
disciplinas epistémicas que se ocupan de decir la verdad y la falsedad,
se mueven en el ámbito del es y del tiene que ser. Y existen “esos
otros discursos como la retórica y la poética que, en cambio, se
sustraen de todo conocimiento determinante y determinado, se
mueven en el plano del sea y del puede ser. En la tesis 8, el gesto
hamacheriano sitúa a la filología en el ámbito de esos otros discursos
para pensarla ya no como un saber del lenguaje sino como su afecto.
Esta operación se lleva a cabo de manera más concentrada entre las
tesis 8 y la 25 y, luego, en algunas referencias más dispersas: en las
tesis 63 y 76, donde aparece el concepto de amor y en las dos tesis
finales, 95 y 95 sqq, donde el deseo de que la filología siga una forma
de la plegaria es tan aporético como finalmente gozoso. La tesis final
(que es siempre la anteúltima) es por ello una expresión de deseo:
95.
Escribir, eso es la filología, como una forma de la plegaria (Kafka). Solo es posible
rezar si no hay Dios. Solo la plegaria produce un Dios. El camino de la
filología es la interminable bifurcación entre ninguno y uno. Es una aporía
continúa, una diaporía.
95 seq.
2
“[…] ahora bien, no todo enunciado es asertivo, sino <solo> aquel en que se da la verdad o la falsedad:
y no en todos se da, v.g.: la plegaria es un enunciado, pero no es verdadero ni falso. Dejemos, pues, de
lado esos otros ya que su examen es más propio de la retórica o de la poética, ya que <el objeto> del
presente estudio es el <enunciado> asertivo” (Aristóteles, 1995: 16b33).
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El placer de esto: que lo indefinido se defina lentamente.
(Hamacher, 2019: 85-86; Tesis 95 y 95 sequentibus).
Si recapitulamos, a lo largo de las tesis hay dos importantes referencias
a Aristóteles que enmarcan este deseo final. En las tesis 8 y 9 como
ya mencionamos la primera referencia es el ejemplo aristotélico de la
eukhe como lenguaje significativo [die bedeutsame Rede] que Hamacher
convierte en un paradigma para la filología: la filología habla en el
ámbito de la eukhe (Hamacher 2019: 18; Tesis 9). Dicho ámbito remite
en principio a la plegaria [das Gebet], pero también al ruego [die Bitte],
al ansia [das Verlangen] (cfr. Tesis 8) y, luego, a la inclinación hacia
[Zuneigung], la amistad [Freundschaft], el amor [Liebe], el deseo [Wunsch],
la pretensión [Anspruch] (cfr. Tesis 9, 10a, 10b, 11). Se despliegan aquí
una serie de sustantivos referidos ya no a los modos sintácticos de la
enunciación sino de la volición (desiderativo, exhortativo, imperativo).
La cuestión será subrayar que todos ellos tienen como único objeto el
propio lenguaje, el logos, aunque no en el modo de una posesión. La
filología, por ello, no es saber del logos sino amor (philia) hacia el
logos.
Es fundamental para Hamacher recuperar aquí un sentido
diferente y olvidado de la philia que contiene la filología. Dicho
objeto de amor es desconocido, la filología ama y olvida el amor
por sobre lo amado (Hamacher, 2019: 19: Tesis 10a), su movimiento
es renitente, es decir, resiste continuamente cancelarse, fijarse en
cualquier discurso enunciativo propio de una ciencia.
3
Su razón al
igual que el lenguaje poético no está asegurada, no es coherente ni
permanente, es adivinación, conjetura, interpretación (cfr. Tesis 15).
Por ello, la philia no puede pensarse en el modo de una posesión del
logos.
La segunda referencia a Aristóteles aparece en la tesis 19. Allí
Hamacher modifica la célebre fórmula aristotélica del "hombre como
aquel ser viviente que posee un lenguaje,
4
zoon logon echon,
entendiéndola como un zoon logon eukhomenon, es decir, como un ser
viviente que pide lenguaje, que lo desea [ein um Sprache bittendes, nach ihr
verlangendes Lebewesen] sin lograr poseerlo jamás (Hamacher 2019: 28;
Tesis 19, la cursiva es nuestra). El hombre es un ser viviente filólogo
[zoon philologon], el ser viviente que ama el lenguaje. Hamacher distancia
3
En la filología el ansía del lenguaje no puede ser fijada a las formas del saber” (Hamacher, 2019: 21;
Tesis 10b) o el movimiento de una búsqueda sin un fin predeterminado. Por lo tanto, sin fin. Por lo
tanto, sin el ‘sin’ de un fin. Sin el ‘sin’ de la ontología” (Hamacher, 2019: 24; Tesis 17).
4
Frase referida a Pol. 1253a10, la cursiva es nuestra.
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la filología de la definición aristotélica del ser humano en Política el
ser viviente que posee logos y la reemplaza remitiendo al ámbito de
esos otros discursos del mencionado pasaje de Sobre la interpretación.
Con lo cual, la filología y el lenguaje no pueden verse como una
posesión (es decir, como una categoría, en griego echein, del tener),
sino como un deseo, requerimiento o afecto.
Aunque Hamacher no lo menciona, es evidente aquí la deuda con
la pregunta heideggeriana por la significación originaria del lenguaje.
En las lecciones sobre Aristóteles en particular, a propósito de Sobre
la interpretación 16b33, Heidegger analiza el modo en que la tradición
filosófica ha pensado el lenguaje desde la primacía del logos
apophantikos. La afirmación (Ausssage, Satz) y, en consecuencia, el
conocimiento teorético se han transformado en el paradigma
dominante de otras formas de la verdad (como las verdades religiosas,
o las prácticas) (Inwood: 20-25). Esta insistencia heideggeriana de
volver a una significatividad originaria que no someta la auto-
expresión del hablante,
5
sin duda, está en el horizonte de las tesis de
Hamacher (así como de Derrida, Jean-Luc Nancy, Giorgio Agamben,
por nombrar algunos).
Susan Bernstein ha señalado que el concepto de afecto y
autoafección de la filología o lo que Hamacher entiende por philia,
podría definirse desde una perspectiva heideggeriana como la relación
entre "el surgimiento de mismo del lenguaje y su ocultamiento.
En paralelo al concepto de sentido de Nancy, Hamacher estaría
pensando esa relación, más allá del ámbito del logos apophantikos, como
una relación afectiva". La autoafección en la que se mueve la
filología permitiría mantener abierta la materialidad del lenguaje, es
decir, aquello que expresa el lenguaje en su diferenciación, en la finitud
y sentido de sus términos lingüísticos.
6
La operación aparece de manera más desarrollada en el texto que
acompaña y complementa las tesis, Für - die Philologie. Allí el concepto
de afecto al igual que en las Tesis 22 y 23 retoma explícitamente
el de logischer Affekt de Schlegel y va más allá de él. Según Bernstein,
con respecto a Schlegel, Hamacher caracteriza la filología como una
especie de práctica, como el proceso de autoafección del cuerpo del
5
La cuestión es tratada en distintas partes de la obra de Heidegger; para un análisis detallado, en Sein und
Zeit (cfr. Vigo, 2014).
6
Dicha perspectiva estaría según Bernstein en el juego (Witz) del movimiento “material” de la letra
que procede mediante alteraciones, a través de una repetición con diferencia. La síncopa entre la
repetición y la diferencia es especialmente evidente en la reescritura crítica de ciertas palabras que
reestructuran la lectura como escritura; aquí es donde la recepción y la citación se tocan, donde la citación
es la recepción que se toca a misma” (Bernstein, 2019: 459).
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lenguaje (Sprachcorpus): [] una y otra vez para llevar al discurso lo
que ya se ha dicho y vuelto a decir, cambiado (Bernstein, 2019: 458-
459).
El comentario de poemas de René Char y Paul Celan le permiten
mostrar nuevas operaciones de la filología; su tarea consiste
fundamentalmente en descubrir el movimiento afectivo del lenguaje
(en particular, del lenguaje poético) y ponerlo en suspenso. En este
caso, Hamacher retoma varios conceptos y motivos benjamineanos
que están a la base del poema de Celan, Nachlass. Por un lado, el
punto de indiferencia de la reflexión [Indifferenzpunt der Reflexion] en
Der Begriff der Kunstkritik in der deutschen Romantik se entiende como el
punto en el que la reflexión surge “auto-afección originaria, a partir
de la nada. Por el otro, poniendo en relación el concepto de
suspensión de Zur Kritik der Gewalt y el ensayo sobre Kafka (que se
alude en la Tesis 95) la autoafección suspensiva, para Hamacher se
entiende como el punto en el que la reflexión filológica suspende el
poder o violencia [Gewalt] del texto y expone la pausa, el
espacio vacío del cual procede. Surge así [] un punto en el que
el objeto y el sujeto de la reflexión se indeterminan y desapoderan [],
en el cual lo que conoce afecta en lo conocido y lo que cita en lo citado
[] aquel punto en el cual la autorreflexión, la autoafección y la
autocitación están derogadas (Hamacher 2011: 42-43).
7
Todo poder, aunque sea el supremo, tiene que abstenerse de su práctica y,
por lo tanto, tiene que abstenerse de mismo, si ha de ser poder sobre algo.
Si el poder, como escribe Celan, no se desapoderara a mismo, entonces
aniquilaría en su ámbito de acción todo, incluso a mismo. Para conservarse
tiene que atenerse a sí. A partir de la paradoja de un poder que se autoaniquila
surge, por lo tanto, la contraparadoja de un poder que desapodera: ningún otro
poder podría n producir un efecto, porque ningún otro sería aún poder para
algo. El poder cuando es real y efectivo, sólo puede ser aquél que se suspende
por mismo como por otro, por mismo en tanto otro. Recién el poder que
se dirige en contra de “surte efecto”: y no meramente en el sentido que
produce efectos, sino en el sentido que trama, teje e hila, como se trama una
tela, una alfombra, un texto” (Hamacher 2011: 43-44).
La filología se origina así en un estado anímico o afectivo, una
experiencia emocional, que no puede ser definida ni regulada y que
precede cualquier práctica objetivante y, por lo tanto efectiva. En un
7
Así pues en los versos de Celan: “Y como el poder /desapodera / para surtir efecto: siempre
contraimagen en el aquí, despalabra en el para […] [Und wie die Gewalt /entwaltet, um zu Wirken: gegenbilderts
im Hier es entwörtet im Für].
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punto de inferencia que no permite más que dirigir la palabra en
contra de su carácter de palabra y su dictado absolutista (Hamacher
2011: 46). Por ello, en tanto suspensión se trata de una operación
de despalabra [entworten] que no se encuentra en ninguna palabra,
sino que solo responde [antworten] y defiende otra palabra que
precede a todas las demás. Una palabra para la palabra dice
Hamacher se vuelve la posibilidad absoluta de un lenguaje futuro
y se responsabiliza afirmativamente por todas las palabras aún
pendientes, aunque las mantenga alejadas y las desplace.
La filología entra así en el movimiento de la philia que apremia,
una inclinación, que es también una amistad para y del lenguaje.
Hamacher apunta hacia la afectividad de la experiencia que caracteriza
el encuentro con el lenguaje, a sus propias condiciones materiales, a
su propia estructura siempre excesiva. Y en este sentido, subraya que
la filología no actúa performativamente sino que desactúa:
Así como el poder desapodera para surtir un efecto, del mismo modo la filología
no actúa, y menos que menos performativamente’, sino que desactúa. Nunca
lleva a cabo solo actos de habla en los cuales se consolidan otra vez
convenciones del actuar, sino que pone en funcionamiento un proceso de
desdidencia que deja fuera de vigencia todas las convenciones. […] Desactiva
también las reglas del actuar bajo las cuales produce un efecto en tanto las
somete como variables históricas a posteriores modificaciones,
transformaciones y, por lo tanto, supresiones: surte un efecto en tanto entrama
las formas con su disolución (Hamacher 2011: 53-54).
Este único efecto solo hace posible que la palabra deje de ser
dominio de un hablante y de un lenguaje, para abrirse, quizás y
lentamente, a otros posibles. Pero nada de ello puede asegurarse,
permanecemos aquí en la trama del deseo y la plegaria.
En el texto de las tesis afirmará entonces que la filología es el
afecto, la inclinación no sólo por otro lenguaje empírico o
potencialmente empírico, sino por la otredad del lenguaje en
mismo, es decir, por la lingüística como otredad (cfr. Tesis 23), por
el lenguaje como alteración perpetua. Esta idea se reafirma en la tesis
25:
El lenguaje es autoafección en otro de mismo. Filología es
filofilía. La filología puede querer y quererse solo porque no es
ella misma la que quiere y a la que quiere. La que quiere y la que
es querida es respectivamente otra. Por lo tanto, ella aún querrá
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su no-querer y su no-ser-querida. Es filología de su misología
(Hamacher 2019: 28-29).
Desde este punto de vista, como ya señalamos, el hombre para
Hamacher no solo no posee el lenguaje sino que además no puede
percibirse como una autoconciencia reflexiva del lenguaje que le
permita utilizarlo y crear efectos. Por ello, su objeto de amor es
siempre extraño.
8
A lo largo de las tesis se describe así un doble
movimiento: por un lado, El movimiento de la filología es el
movimiento [] hacia el lenguaje amado (Hamacher 2019: 61-62;
Tesis 76). Por el otro, la filología siempre se vincula con una actitud
violenta y letal, un embrutecimiento que reduce los afectos contra
el lenguaje. El logoclasmo (literalmente, destrucción del logos), dice
Hamacher, [] pertenece al lenguaje como la misología pertenece a
la filología (Hamacher 2019: 70; Tesis 84).
Es interesante detenernos sobre el sentido que puede tener este
aspecto misológico de la filología. Peter Fenves, de hecho, ha
sugerido que el giro aristotélico que realiza Hamacher, en la tesis 19,
al sustituir el tener (ekhein) del lenguaje por el pedir o desear el
lenguaje, podría interpretarse como un sufrimiento del lenguaje (es
decir, referirse al paskhein, al sufrir). Con lo cual, el de Hamacher sería
un pensamiento no de un tener el logos, sino reduciblemente de un
sufrir el logos (logon paskhein). Fenves subraya que Aristóteles no
explica qué significa tener logos y, por ello, este tener podría
interpretarse como un paskhein (los ejemplos que da Aristóteles
entienden aquí la posesión en un sentido destructivo, como el ser
cortado", "ser quemado). Por otro lado, el sufrimiento del logos
remitiría a un giro luterano del texto. Este giro resuena en su propio
título que se hace eco de la Disputatio pro declaratione virtutis
indulgentiarum de Lutero (conocida como "Las 95 Tesis). De hecho,
en la Tesis 85 Hamacher se refiere al manifiesto de Lutero y al giro
angustioso que ocurre con la reforma del cristianismo, donde el
odio se convierte en la principal pasión de la vida terrenal (cfr.
Fenves 2019: 442-423).
Fenves parece exagerar la tendencia angustiosa del logos quizá,
sin confesarlo, remitiendo a la angustia como el existencial dominante
8
[…] Comprensibilidad excluye comprensión e incluso la inclinación a ello. lo puede ser amado lo
que resulta extraño y del modo más perdurable sólo aquello que sigue siendo cada vez más extraño. Solo
lo incomprensible, solo lo in-analizable no solo prima facie, sino última facie es un posible objeto de la
filología. Pero no es un objeto”, es el ámbito en el que se mueve y se modifica (Hamacher 2019: 54;
Tesis 63).
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para la hermenéutica del Dasein (parágrafo 60 de Sein und Zeit). Sin
embargo, como vimos antes, una primera tendencia hamacheriana
hacia el ámbito de la eukhe entiende al hombre como el “ser viviente
que pide lenguaje, que lo desea y pretende amarlo por siempre:
El movimiento de la filología es el movimiento hacia el lenguaje del primer
amado, hacia el lenguaje amado. La pregunta Que faire? y lo que en ella se
pregunta es lo que la persona amada permite que ocurra esta vez en la
repetición. Porque en Que faire? lo que n se pregunta, está hecho.
Filología: hacer que el primer amor se repita, para que permita que se repita
(Hamacher, 2019: 65-66; Tesis 76).
Como contraparte, en la Tesis 85 Hamacher describe cómo el giro
luterano pervirtió a la filología, desde la reforma cristiana en el Siglo
XVI. Ella transformó el logos divino y unido al amor del Evangelio de
Juan en un dios que odia la creacn y que condena a sus creyentes a
pasar su vida en el odio hacia mismos (Lutero, 95 Tesis, 4)
(Hamacher 2019: 72; Tesis 85). Según Hamacher, la reforma terminó
de pervertir el logos en el que regía la philia desde Platón, instaurando
un lenguaje que nos odia y por lo tanto, nosotros nos odiamos
(ibid.).
Los efectos de este giro angustioso no han dejado de
producirse en la actualidad. Se trata de un violento orden histórico
de la misología:
Desde el giro “perverso” de la Reforma, aunque largamente preparado, [hay]
un interés intensificado en la letra que mata; desde entonces, las tecnologías
de reproducción de la palabra; desde entonces, el credo del capital, el crédito;
desde entonces, la economía de la culpa [Schuld] y de las deudas [Schulden];
cada palabra un crimen que repite otro para encubrirlo… Una de las tareas
más urgentes de la filología psicohistórica consiste en analizar este giro en la
historia mundial hacia un lenguaje sádico y una filología suicida (Hamacher
2019: 72; Tesis 85).
Como dijimos, las tesis se mueven en una tensión afectiva: del deseo
de una filología cuyo afecto sea no el odio sino el amor, al olvido
de la philia que ella misma contiene, cuyo afecto es una misología
devastadora, la letra que mata. En Für - die Philologie: La filología
habla para un para que da lugar tanto a un pro como a un contra. Más
allá de ellos, la filología es el movimiento a partir del cual ambos
pueden ser interrogados, a partir del cual aún se puede preguntar por
ella misma y por sus preguntas (Hamacher 2011: 5).
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En el ensayo Bogengebete, Hamacher reflexiona largamente
sobre la lógica paradójica de la plegaria que es, finalmente, la gica
propia de todo poema y del lenguaje tout court. Se estudia aquí con gran
detalle, una cita que aparece en Das Meridian de Paul Celan y que se
aludía al final de las Tesis: “La atención es la plegaria natural del alma
[Aufmerksamkeit ist das natürliche Gebet der Seele]. Esta cita originalmente
es de Malebranche (aunque las fechas podrían ir s allá) y Celan la
extrae a su vez del ensayo de Benjamin sobre Kafka.
9
Hamacher
delinea la estructura paradójica de la plegaria recordando ciertas
fechas, es decir, recapitulando la historia que recorren las citas de
las citas. Se retoman aquí muchas de las referencias de las Tesis que
mencionamos antes, pero me interesa rescatar solo un aspecto: la
lógica ineficaz de la suspensión del lenguaje que define la plegaria, para
Hamacher, debe ser el paradigma de la filología. La plegaria suspende
el lenguaje predicativo, el dativo y el acusativo del juicio, de la
denuncia, y se convierte en un lenguaje impotente. Un lenguaje que
no comunica y que ni siquiera es consciente de esa no
comunicabilidad: “La plegaria es el poema ahí donde no sabe a quién
o a qué se dirige su lenguaje, ahí donde deja de ser transparente qué
es una plegaria o si hay una plegaria (Hamacher, 2013: 214). La
referencia a Malebranche le permite exponer qué significa la prière
naturelle en tanto attention”. Se trata de una atención que, en contra de
toda fundamentación cartesiana de las fuerzas del mundo del yo, es
tan poco eficiente y tan poco su propia causa que no sólo es ineficiente
y desatenta, sino que no alcanza para realizarse a misma como
atención y [] ni siquiera alcanza para percibir su deficiencia
(Hamacher, 2013: 219). Es una atención esquizoide que al mismo
tiempo se dirige al favor de un otro que no puede cumplirla, y contra
misma.
Las referencias al mesianismo en Benjamin son el marco que
permite entender el problema de esta suspensión y merecerían un
análisis aparte. En todo caso me interesa volver a subrayar que
Hamacher piensa el ámbito de la eukhe en el que se mueve la filología
en los términos de un afecto que no se vuelve un efecto (o en
todo caso un efecto débil e imperceptible que rechaza de plano el
sentido fuerte de lo eficaz). La suspensión que implica la plegaria,
como dijimos, no debe entenderse desde la dimensión performativa
del lenguaje, es decir, como un enunciado que produce él mismo un
efecto. La plegaria es por el contrario, solo un impotente gemir:
9
“Permítanme que cite aquí, una frase de Malebranche del ensayo de Walter Benjamin sobre Kafka”
(Celan, 2000: 198).
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Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 315-337 326 ISSN 2422-5932
La plegaria, cada plegaria, no está sin embargo, como los “afectos” y los
“comportamientos” que le corresponden deseo, esperanza, expectativa
orientada solo hacia el futuro, no es en primer término, un ruego por el futuro
[…] es por lo tanto, la apertura que es el futuro […] debe ser ya el día que
aún está por venir […] es plegaria y contraplegaria.
Todo lo que puede ser sabido del futuro [...] es cuasi-socráticamente que no
puede saberse nada, y tampoco puede saberse cómo podría hablarse de él o
con él, cómo podría ser persuadido y, por lo tanto, cómo habría que rezar
(Hamacher, 2013: 277).
La intención, parece ser, entender la filología más allá de la
racionalidad instrumental y técnica. Sin embargo, quizás el vocabulario
de la plegaria permita pensar una praxis filológica que,
paradójicamente, suspende todo propósito efectual insistiendo al
mismo tiempo en exponer un nuevo uso o re-uso. Esta es, como
mostraremos, la intención que Giorgio Agamben despliega en algunas
de sus investigaciones más recientes sobre la plegaria.
2. Agamben. La plegaria como acción eficaz
En Il fuoco e il racconto, Agamben afirma que la tarea de la filología
podría pensarse como una investigación precaria, es decir, que se
obtiene a través de una plegaria [preghiera]. Remite aquí a la
etimología latina de preghiera, de *praex, entendida como una
investigación verbal, frágil y venturosa, opuesta a la quaestio una
investigación que se realiza con todos los medios posibles, incluso
violentos (Agamben, 2014: 13).
Como es habitual en sus investigaciones, Agamben
probablemente esté pensando en la importante diferencia que
establece Benveniste entre los sentidos de quaero (traducido en general
como investigar, preguntar) y precor (traducido como hacer una
plegaria, rezar). Benveniste se propone, a falta de una etimología
precisa, distinguirlos a través del análisis de ciertos usos o
ejemplos. Precor designa una actividad puramente verbal que no
comporta medios materiales y que en general implica un agente débil,
un inferior que se dirige a un superior. Puede referirse al procus (aquél
que pide un matrimonio) o al *prex, al pedido verbal que se dirige a
los dioses buscando su favor. En todos los casos se trata de un pedido
oral que se dirige a una autoridad superior y que solo implica utilizar
como medio a la palabra.
La serie de términos principales del grupo semántico quaero, en
cambio, se refiere a una investigación que se realiza en el ámbito
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Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 315-337 327 ISSN 2422-5932
público. Quaestor era el magistrado que realizaba una investigación
jurídica o se ocupaba de las finanzas del estado; quaestor parricidi, aquél
que investigaba el crimen de un homo liber; quaestus y quaestiono
implicaban una investigación con ayuda de la tortura o significaban
simplemente torturar.
Al igual que el grupo semántico referido a precor se trata siempre
de la formulación de un pedido, pero sus medios difieren. El grupo
semántico de quaero indica que no se trata de saber o de obtener algo
por medio de la palabra sino de procurarlo por un medio material. No
se solicita un favor, sino un objeto material o una ventaja, siempre
algo concreto (quaestus implica la manera de ganar, la ganancia en
misma; quaestio, la tortura; quaerere uictum, ganarse la vida; quaerere
rem, enriquecerse, etc.). Con lo cual, no se trata tanto del que pide algo
sino de la manera que utiliza para obtenerlo. Es fundamental entender
la condición eficaz que está en cuestión en estos términos. En precor
la palabra misma es el único agente eficaz.
Benveniste señala además que, en general los estudiosos han
confundido estas familias de términos, haciendo prevalecer el sentido
violento de la quaestio por sobre el más débil de precor. Y, aunque
esta observación en principio parece solo técnica, en realidad, luego
apunta al propio método. Podría pensarse, entonces, que el problema
de esta diferencia terminológica no es sólo técnica, sino que pone en
cuestión el sentido mismo de su investigación filológica:
Nosotros constatamos una dualidad de función que traiciona el antiguo
funcionamiento. Para nosotros, ‘pedir', es 'tratar de obtener’. Esta noción se
especifica de muchas maneras en los contextos, pero en el latín antiguo se
distinguen dos representaciones: ellas revelan en las sociedades antiguas una forma
precisa, concreta y que solo puede revelar el vocabulario. Los mismos verbos o ciertos
derivados de ellos todavía conservan o nos permiten comparar el testimonio
de una semántica mucho más rica […] Si desconocemos estos valores […] es
difícil darle […] su significación exacta, ver que *prek- designa una actividad
puramente verbal, que no implica medios materiales y consiste en un pedido
que generalmente le dirige un inferior a un superior (Benveniste: 161, la
cursiva es nuestra).
No es casual que Agamben lea esta diferencia en un sentido político,
en los términos de una “frágil praxis filológica que, en otros textos,
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denominará arqueología.
10
Aunque no podremos analizar aquí todas
sus implicancias, en Il fuoco e il racconto, la referencia a la fragilidad de
la plegaria al igual que en Hamacher remite a la pregunta por una
crisis de la filología que parte de Benjamin y que en la obra de
Agamben, se encuentra desde sus primeros textos.
La cuestión es el intento de exponer la misma precariedad y
opacidad de toda indagación filológica, con sus oscuros archivos, sus
lúgubres registros, sus manuscritos ilegibles y sus incompresibles
glosas (Agamben, 2014: 12). Este saber captar la oscuridad y no las
luces de un misterio perdido (Scholem definía a la filología, con
ayuda de Benjamin, como una disciplina mística), para el italiano,
también implica mantener los intervalos" y las rupturas de la
lengua. Una lengua que ha perdido desde siempre la posibilidad de
referirse a una experiencia viva, su lugar y sus rmulas orales (en el
relato de Scholem: el fuego, el bosque, la plegaria). Por ello, la
fragilidad de la plegaria es para la filología (y la literatura misma) el
único modo de relato. Y como para Hamacher el olvido de la
fragilidad de la experiencia de la lengua se expresa en una doble
valencia: como tragedia y comedia, elegía e himno, lamento y
celebración (Agamben 2014: 12-14).
Encontramos aquí condensada, como en una imagen, una
reflexión que Agamben ya proponía en Infanzia e storia (1978).
11
Allí se
refería a una destrucción de la historiografía literaria (Agamben,
2001: 143) que suponía retomando los términos de Benjamin
situarse en la fractura irreparable entre el patrimonio cultural que
hemos heredado (verdad, escritura, tener cosal) y la posibilidad de
trasmitirlo (su transmisibilidad, su autoridad, su tenor de
10
Una muestra de la dimensión político-filológica de este tipo de aclaraciones semánticas aparece en el
explícito esfuerzo de Benveniste por distanciarse de la de los juristas romanos del siglo XIX, fuente por
ejemplo de las derivas totalitarias del derecho romano en el Siglo XX. Esta será también la actitud, como
mostraremos, de Agamben en su investigación arqueológica sobre las liturgias y símbolos del poder, en
Il Regno e la Gloria.
11
Aunque, en los textos más recientes, el giro autobiográfico de esta imagen es una constante:En la
vida de los hombres sucede algo similar. En su inexorable decurso, en efecto, la existencia que al principio
parecía tan disponible, tan llena de posibilidades, pierde poco a poco su misterio, apagando una a una
sus hogueras. Al final, sólo es una historia, tan insignificante y desencantada como cualquier historia.
Hasta que un día quizás no el último sino el penúltimo por un segundo encuentra su encanto y de
repente siente su decepción. Lo que ha perdido su misterio, ahora, es verdadera e irreparablemente
misterioso, verdadera y absolutamente indisponible. El fuego que sólo puede ser contado, el misterio
que ha sido completamente deliberado en una historia, ahora nos quita la palabra, se ha cerrado para
siempre en una imagen” (Agamben 2014: 16).
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Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 315-337 329 ISSN 2422-5932
verdad).
12
Sus trabajos se inscriben así en la búsqueda de una
disciplina crítico-filológica (y s en general de las ciencias
humanas) que ya no busca garantizar la genuina continuidad de la
tradición cultural, el cuidado de la transmisión material de los textos;
una filología que se desliga de la cronología (de las nociones de
proceso, desarrollo, progreso) (Agamben, 2001: 149).
Uno de los conceptos fundamentales para entender esta
fragilidad de la filología será sin duda, por ello, el de inoperosidad
[inoperosità]. Este concepto aparece por primera vez claramente
expresado en la conferencia de 1987, La potenza del pensiero”. Aquí
la inoperosidad define la figura de una potencia que, donándose a
misma, se mantiene y crece en el acto (Agamben, 2005: 86). Y
luego, en el prefacio de la edición francesa de Infanzia e storia (1989),
se retoma para pensar el modo en que una obra es capaz de exponer
la propia inoperosidad y la propia potencia (Agamben 2005: 375).
Il tempo che resta (2000), contiene uno de las formulaciones
decisivas de la inoperosidad y es posible ver allí un nudo conceptual
que retoma las mismas referencias al mesianismo benjamineano que
discute Hamacher. Aquí, a diferencia del concepto kojèviano de
désoeuvrement (la ausencia de obra) que define la condición del
hombre posthistórico después de la historia, Agamben afirma que
el mesianismo de Pablo se refiere a una condición presente (según
la expresión paulina es el tiempo de ahora (ho nyn kairos). Por ello,
referido al presente, el anuncio de Pablo no implica una nueva
identidad o vocación, una nueva religión universal, sino al contrario la
revocación radical de toda identidad y vocación. Pablo formula pues
una nueva relación frente a la ley, cuya operación decisiva consiste, no
en abolir la ley, sino en disponerla a un nuevo uso s allá de todo
derecho. En esta perspectiva de lectura, entonces, la operación
filológico-hermenéutica decisiva de Agamben es traducir la noción
paulina de katergein por inoperosidad [inoperosità]. Para Agamben, la
vocación mesiánica, más allá de todo derecho, identidad y propiedad,
12
Agamben recupera la discusión entre Adorno y Benjamin en torno al método filológico que este
pretendía llevar a cabo en su Baudelaire y en los Passages: “Se lo acusa a Benjamin de haber dejado conjurar
‘de modo casi demónico’ el contenido pragmático de los objetos contra la posibilidad de su
interpretación y de haber ocultado la mediación con ‘evocaciones gicas materialista-historiográficas
(Agamben, 2001: 123). La “defensa” de Benjamin se lee como una respuesta frente a la situación crítica
de la filología, cuyo sentido será la “dialéctica inmóvil” frente al materialismo histórico. Barbara Chitussi
ha analizado en profundidad esta correspondencia y la concepción filológica de Benjamin (cfr. Chitussi,
2020).
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Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 315-337 330 ISSN 2422-5932
es una potencia genérica que usamos sin ser nunca sus titulares
(Agamben, 2000: 31).
En el más reciente estudio sobre su propio método de
investigación, Signatura rerum (2008), Agamben recapitula estas
primeras impresiones sobre la filología en los términos de una
arqueología filosófica que ya ha desplegado por más de veinte años.
Una de las definiciones de su método arqueológico será ciencia de las
signaturas. Más allá de la obra de Foucault, la signatura forma parte
una discusión sobre el método arqueológico en el contexto italiano.
13
La signatura es un índice que no establece una relación entre un
significante y un significado sino que los desplaza a una zona de
indiscernibilidad. Se trata, como en Hamacher, de producir una
suspensión del sentido, pero como una operación eficaz, se trata
de ir del ámbito de lo hermenéutico a lo pragmático-político.
En la Introducción del primer tomo que da inicio a su gran
investigación sobre la biopolítica, Homo sacer I, Agamben definía
analógicamente el lugar de sus investigaciones en el intento de
restituir el pensamiento a su vocación práctica (Agamben 1995: 7).
La signatura es pues uno de los conceptos que le permiten describir
(el paradigma será otro) una práctica filológico-filosófica que apunta
al espacio en el que la palabra se vuelve un acto. En este punto,
cercano a las categorías de enunciado y formaciones discursivas
de Foucault, sus arqueologías quieren mostrar que hablar es hacer
algo y no simplemente expresar un pensamiento (Foucault, 1969:
272). Sus trabajos tienen pues una función estratégica, ni sólo
hermenéutica ni solo conjetural; la arche de sus arqueologías no es un
dato que puede ser situado en una cronología, sino una fuerza que
opera en la historia (Agamben 2008c: 110).
Al recorrer la serie de los diferentes ámbitos a los que perteneció
un concepto (las fechas de Hamacher) no se busca suspender
indefinidamente su sentido y tampoco restituirlo, sino más bien hacer
posible efectivamente un nuevo uso, más bien una reutilización que
explota una posibilidad diferente. La regresión arqueológica, afirma
13
En Archeologia di una archeologia (2004) y Principia Hermeneutica” (2917) Agamben ubica su
método contexto de una discusión en Italia sobre el método arqueológico, en la década del 1970. Según
cuenta, en esos años la arqueología se convierte en la idea guía del proyecto de una revista donde
participan Melandri y otros intelectuales, Giani Celati, Italo Calvino, Carlo Ginzburg y Guido Neri.
Foucault había publicado recientemente Larchéologie du savoir en 1969, pero el modelo de referencia de
sus investigaciones se debatía entre estos amigos italianos, especialmente, Melandri y Giovanni Urbani
(el crítico e historiador del arte a quien Agamben le dedica su primer libro). En otro trabajo, nos hemos
ocupado de analizar con mayor detalle esta referencias (cfr. Ruvituso, 2019).
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Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 315-337 331 ISSN 2422-5932
Agamben, no quiere repetir el pasado para aprobar lo que ha sido
sino volver el pasado contemporáneo al presente:
librarse de él, para acceder, s allá o s acá de él, a lo que nunca ha sido,
a lo que nunca se ha querido. Sólo entonces el pasado no vivido se revela por
lo que era: contemporáneo al presente; y se vuelve de este modo por primera
vez accesible, se presenta como “fuente”. Por esto la contemporaneidad, la
co-presencia del propio presente, en cuanto implica la experiencia de un no-
vivido y el recuerdo de un olvido, es rara y difícil; por esto la arqueología, que
se remonta s acá del recuerdo y del olvido, es la única a de acceso al
presente (Agamben, 2008c: 103).
Ahora bien, llegados a este punto, podemos identificar respecto a
Hamacher una tensión diferente en las investigaciones de Agamben:
la arqueología es una práctica frágil e inoperosa pero al mismo
tiempo una operación eficaz. Como mostraremos, un modo de
entender esta tensión entre inoperosidad y signatura (fragilidad y
fuerza) es analizar el uso del concepto de plegaria.
Me interesa ahora, ubicar el lugar de la plegaria en algunas de
estas investigaciones arqueológicas, en particular Oikonomia. Il Regno e
la Gloria. En los capítulos finales de este volumen II, el cuarto de la
serie Homo sacer, Agamben se propone investigar la función política del
entero ámbito de celebración” del poder. Se trata del ámbito en el
que el poder se visibiliza y celebra en un sentido oral (a través de
doxologías, aclamaciones), visual y gestual (a través de ceremoniales,
protocolos, mbolos como mitras, tiaras, lanzas, coronas, tronos,
banderas, etc. etc.).
Agamben se pregunta:
Si el poder es esencialmente fuerza y acción eficaz ¿porqué necesita recibir
aclamaciones rituales y cantos de alabanza, vestir coronas y tiaras molestas,
someterse a un inaccesible ceremonial y aun protocolo inmutable; en una
palabra, inmovilizarse hieráticamente en la gloria: él, que es esencialmente,
operatividad y oikonomia? (Agamben 2008b: 343).
Según esta hipótesis, la liturgia, las aclamaciones, las plegarias pueden
tener un sentido político-jurídico de legitimación pública inmediata.
Por ello, Agamben cierra este extenso capítulo con las precisiones de
Carl Schmitt sobre el significado constitutivo de las aclamaciones en
el derecho público (en su Verfassungslehre) y los análisis de Debord
sobre las sociedades contemporáneas como sociedades del espectáculo.
Ruvituso, “Hamacher y Agamben” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 9 / Diciembre 2020 / pp. 315-337 332 ISSN 2422-5932
Ahora bien, volviendo hacia el sentido de la práctica filológica
que Agamben lleva a cabo en estas páginas, es fundamental subrayar
en qué sentido la plegaria hace presente en misma una cierta
fuerza y expresa uno de los paradigmas de la performatividad del
lenguaje. Ya que, aunque no podremos ocuparnos en detalle, este será
uno de los núcleos problemáticos que definen el desarrollo de los
siguientes volúmenes de la serie.
Agamben, como dijimos, se pregunta: ¿por qué las plegarias (las
aclamaciones, las liturgias, los protocolos, los cánticos, etc.), el
aspecto reivindicativo-celebrativo del poder (incluidas las nociones de
consenso y opinión pública de nuestras democracias actuales)
parecen hacer presentes por solas una cierta fuerza o legitimidad? Vale
la pena citar in extenso, una de sus respuestas:
Estamos aq en presencia de un fenómeno que corresponde, aunque a través
de un proceso en apariencia inverso, a aquel insoluble enredo de palabras y
hechos, de realidad y significado que define la esfera del lenguaje que los
lingüísticas llaman performativa y que ha obtenido ciudadanía filosófica a
partir del libro de John L. Austin How to do things with words (1962). El
peyorativo es, en efecto, un enúncialo lingüístico que es en mismo también
un hecho real, en la medida en que su significado coincide con una realidad
que él mismo produce.
¿De qué manera, sin embargo, el performativo realiza su especial eficacia?
¿Qué permite a cierto sintagma, por ejemplo ‘yo juro’, adquirir el valor de un
hecho, desmintiendo el antiguo principio que pretende que el dicho y el hecho
están separados por un abismo? Los lingüistas no lo dicen, como si se
encontraran aq frente a un último estrato propiamente mágico de la lengua.
Para responder estas preguntas, ante todo, es necesario recordar que el
performativo se constituye siempre por una suspensión del carácter del
carácter denotativo normal del lenguaje. El verbo performativo se construye,
en efecto, necesariamente con un dictum, que considerado en mismo tiene
una naturaleza puramente constativa y sin el cual permanece vacío e ineficaz
(‘Yo juro’ tiene valor solo si es seguido o precedido por un dictum; por
ejemplo, ‘que ayer me encontraba en Roma’). Este carácter denotativo normal
del dictum se suspende y de algún modo se transforma en el momento en que
se convierte en objeto de un sintagma performativo.
Esto significa, mirándolo bien, que el enunciado performativo no es un signo
sino una signatura, que signa el dictum para suspender su valor y desplazarlo
en una nueva esfera no denotativa, que vale en lugar de la primera (Agamben
2008b: 318-319).
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La operación del enunciado performativo consistiría pues en desplazar
el dictum hacia una nueva esfera no denotativa (donde el lenguaje no
se refiere más a las cosas en base a una relación veritativa, es decir,
aquello que Hamacher identifica en el texto aristotélico como el logos
apophantikos), sino a una esfera eficaz. Y para ello, es fundamental que
el performativo sustituya la relación denotativa normal entre la palabra
y el hecho por una relación autoreferencial que se coloca a misma
como el hecho decisivo: por ello la palabra efectúa su sentido en el
mismo acto en que es proferida.
¿En qué consiste dicha eficacia particular? Agamben da una
extensa respuesta en el capítulo dedicado a la Arqueología de la
gloria”, donde desarrolla cuál es la función específica del umbral de
indistinción que produce el aspecto glorioso del poder para el
funcionamiento de la máquina gubernamental. No reconstruiré la larga
investigación sobre la noción teológica de gloria; recuerdo
brevemente que este concepto teogico se retoma como paradigma
para entender la glorificación en un sentido político profano. Así como
la gloria intenta resolver la fractura entre el ser soberano y la praxis
divina (entre un gobierno divino del mundo que no tiene ningún
fundamento en el ser de Dios sino que está injustificado que es un
misterio de la economía”), la glorificacn político cumple la misma
función: cubrir ese vacío de legitimación del gobierno que, desde el
punto de la soberanía, está injustificado. Es decir, la gloria, mediante la
suspensión denotativa del lenguaje, crea una ficción de legitimidad que
le permite al gobierno actuar en nombre del poder soberano, cubriendo
así el vacío irreconciliable entre el gobierno y la soberanía. De este
modo, las aclamaciones profanas no son un simple ornamento del
poder sino que lo fundan y justifican, precisamente, mediante una
aseveración donde el contenido casi se resiste al sentido. Por ello, la
celebración del poder siempre es autoreferencial y aunque parece
indispensable, nunca termina de encontrar una finalidad precisa.
Referido pues a los estudios de la plegaria, la celebración del poder,
lo crea y justifica de manera inmediata (tal como la plegaria crea sus
propios dioses). En la Tesis 95, Hamacher decía: “Solo la plegaria
produce un Dios.
Ahora bien, esta cuestión como deamos tiene un desarrollo
muy extenso en la serie Homo sacer. En principio, el “umbral de
indistinción que produce la gloria es alogo al del estado de excepción.
Por ello, Agamben señala que “los actos del soberano son aquellos en los
que el gesto y la palabra se vuelven inmediatamente eficaces (Agamben,
2008b: 202). En los volúmenes I y II, 1, en efecto, Agamben se ha
ocupado de analizar el umbral de indistinción entre las esferas del
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derecho humano (lo judico) y el derecho divino (lo religioso),
describiendo su funcionamiento y efectividad a partír del paradigma del
homo sacer (una vida sagrada, vida desnuda). Y, en los volúmenes II, 3 (Horkos.
Il sacramento del linguaggio) y II, 5 (Opus Dei. Archeoloa dellufficio) lo lo
señalo brevemente esta misma eficacia del lenguaje le permite analizar
el juramento como experiencia performativa de la palabra, en su relacn
con el derecho y retomar su análisis de la liturgia” (entendida ahora
como el officium”, opus dei, sen el término técnico de la Iglesia para
el ejercicio de la funcn sacerdotal).
14
Es posible ver aquí un movimiento en estos desarrollos: acomo la
esfera de la glorificacn permite articular la máquina gubernamental,
capturando la inoperosidad del lenguaje, Agamben intenta
continuamente exponer la esfera del lenguaje que abre al hombre a una
politicidad por fuera de los dispositivos del poder. En Il sacramento del
linguaggio, el juramento permite exponer un modo de la palabra como
“puro darse de la lengua”, una lengua que tiene como único criterio su
eficacia performativa en relacn con el sujeto que la pronuncia. Sale aq
a la luz una experiencia constitutiva de la palabra (aquello que para
Foucault era la veridiccn”) que se agota en su pronunciación, en un
sujeto que coincide integralmente con el acto de habla.
De manera análoga a otro de los conceptos clave de las
arqueologías agambenianas en relación a la vida humana como es la
idea de desnudez, la plegaria asume aquí, en el plano del lenguaje, el
umbral de indistincn que articula y al mismo tiempo desactiva los
dispositivos de poder. Por ello, la plegaría sería tanto uno de los
paradigmas que permiten articular, por un lado, la relación anárquica
entre la soberanía y el gobierno y, por el otro, la función poético-
filológica del lenguaje humano que captura la máquina gubernamental:
la inoperosidad.
Comentamos antes la referencia, no explícita, a los estudios de
Benveniste sobre la diferencia entre quaestio y precor que Agamben
parecía utilizar para definir la fragilidad" de la filología. En la parte
dedicada al vocabulario de la sacralidad, Benveniste le dedica además
varios capítulos al vocabulario griego de la eukhe e intenta resolver una
serie de aporías. Para terminar, quisiera mostrar que estas reflexiones
podrían explicar también la concepción agambeniana de la plegaria.
14
En relación con el derecho, la cuestión del performativo tiene un desarrollo en Il tempo che resta, donde
Agamben analiza el problema de la performatividad de la profesión de fe” en los textos paulinos
(cuando la palabra de fe “efectúa” la salvación en el mismo acto en que es proferida (Agamben, 2000:
122).
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Benveniste muestra que la plegaria es una acción sacrificial cuya
ofrenda es su propio proferimento, es decir, ella actúa por la virtud
eficaz de las fórmulas que acompañan los ritos y es fundamentalmente
un voto (del latín, voveo, votum; del griego, eukhestai). Sin embargo,
parecería haber dos sentidos contradictorios del griego eukhestai, en
particular. Por un lado, la plegaria se entiende como un acto religioso,
un rezo y un ruego, es decir, el pedido o seguridad al dios a cambio de
la devoción (ej.: no morir en la batalla). Por otro lado, eukhestai
puede entenderse como el acto de jactarse, un acto de palabra de
carácter orgulloso, donde el propio hablante se coloca a mismo
como garante de la realidad que proclama con solemnidad. Los dos
sentidos parecen oponerse: en un caso se expresaría un deseo (lo que
se desea obtener de la divinidad), en el otro, se promete cumplir un
acto (por ejemplo, erigir un templo en honor al dios). Por ello, en
algunos casos, eukhomai, se conserva fuera del ámbito religioso para
significar el decir enfáticamente, el afirmar con orgullo (soy hijo
de tal; soy el más valiente). Se trata aquí de una especie de
consagración metafórica que afirma la propia existencia y es una
forma de relacionarse con la proposición que se enuncia (cfr.
Benveniste, 1969: 233-243).
Ahora bien, Benveniste afirma finalmente que esta polisemia del
eukhestai, entre rezar y jactarse, se resuelve si los ejemplos se
piensan desde los restos de una institución indo-europea como el
voto (al indoeuropeo *wegh-w). En el contexto del voto el jactarse
de tiene que ver con el ponerse a uno mismo como garante anticipado
del pedido que se expresa en el rezo. Y por ello, es muy diferente al
gr. lite, el rezo como reparación (cfr. Benveniste, 1969: 247).
Conclusiones
Como hemos querido sugerir, sería precipitado afirmar la intención
precisa de las tesis de Hamacher, teniendo en cuenta que su deseo es
suspender la legitimidad del lenguaje asertivo para desplazarlo al
ámbito de conjetura de la eukhe. Este trabajo, en cambio, ha intentado
recorrer las tesis poniendo el foco en una doble valencia que recorre
la eukhe como arche del lenguaje. La tensión entre sufrimiento y goce,
lamento y celebración, amor y odio apunta a esa arche afectiva donde
el lenguaje puede salvar y también condenar.
En el deseo de una filología por venir, sin embargo desde un
punto de vista agambeniano Hamacher rechaza fuertemente toda
filología epistémico-técnica y describe efectos devastadores sobre la
existencia lingüística: la atrofia de la filología como ciencia auxiliar, las
filologías nacionales al servicio de los nacionalismos, sexismos,
Ruvituso, “Hamacher y Agamben” Revista de estudios literarios latinoamericanos
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racismos, clasismos, el comercio de la palabra (cfr. Tesis 85). Lejos de
cualquier procedimiento científico-erudito en el trato de testimonios
lingüísticos, en especial literarios, expone una filología que recupera
una experiencia amorosa de y hacia el lenguaje. Remite así al lenguaje
poético (poesía es el lenguaje de la eukhe”) que es la prima philologia
(cfr. Tesis 13 y 14). Sin embargo, la suspensión filológica del
lenguaje se propone desentrañar la metafísica de la presencia
exponiendo las posibilidades y aporías afectivas que contiene un
texto, aplazando infinitamente la ausencia de significación,
permaneciendo quizás en aquello que Derrida llamaba los
indecidibles.
En muchos puntos cercanos a esta refundación de la filología,
hemos intentado reconstruir el sentido que adquiere el vocabulario de
la plegaria en algunas investigaciones de Agamben. Como mostramos,
el italiano asume una perspectiva que próxima y también más radical
que la de Hamacher entiende la plegaria como una acción eficaz.
Recupera así un rasgo que para Benveniste era fundamental para
entender al mismo tiempo la fuerza y la fragilidad del enunciado de la
plegaria. Entre los latinos, el precor era la palabra deseosa y suplicante
del débil frente al fuerte. Y entre los griegos, la eukhe cuya
ambivalencia con lo sagrado no se termina de definir podía ser el
sacrificio votivo que al mismo tiempo expresa un deseo y promete
cumplir un acto que reafirma la propia existencia. Sigue siendo un acto
de palabra frágil pero a la vez orgulloso. En este sentido, la
filología para Agamben pretende de manera radical constituirse como
una praxis performativa de y en la inoperosidad del lenguaje. Es decir,
la filología entendida como un modo particular de suspensión del
lenguaje (los dispositivos) que se vuelve siempre, de manera
performativa un nuevo uso del lenguaje.
Esta dimensión al mismo tiempo frágil y orgullosa de la plegaria,
quizás permita pensar como ha sugerido Raúl Antelo las aporías que
enfrenta la práctica filológica en Latinoamérica, territorio de una
violenta y continua colonización.
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