Jorge Panesi. Los seminarios de Ludmer… Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 4 / diciembre 2017 / pp. 23-28 ISSN 2422-5932
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¿Qué íbamos a buscar a sus seminarios y qué siguieron
buscando ya refundada la carrera de Letras, los alumnos de la
Facultad de Filosofía? Íbamos, iban, a buscar lo que todavía no
se hacía visible, lo que no estaba, aquello que había que con-
quistar, lo que había que inventar y que, como un punto desco-
nocido o secreto, creíamos tener en nosotros mismos. Buscá-
bamos algo así como el reflejo de potencialidades escondidas,
buscábamos y encontrábamos una maestra, esto es, la concreta
encarnación de todas las posibilidades que imaginábamos. Por-
que no son los maestros quienes eligen a sus discípulos, sino los
discípulos los que eligen, en una relación indestructible, a sus
maestros. Y elegimos bien.
Corolario de los tiempos represivos y fruto de las fiestas
políticas de los años setenta, en sus clases de Teoría Literaria,
ya instalada aquí, en esta Facultad, cuando todo parecía recon-
quistado, y ya corrían los tiempos entusiastas de los años
ochenta, Josefina, ensayaba una suerte de enseñanza anti-jerár-
quica, gesto utópico y anárquico mirado de soslayo aún por los
capitostes democráticos de la universidad. Lo digo sin nostalgia,
sino como inventario, porque la nostalgia lleva implícito un
dejo de penuria y de derrota, y porque aquella sigue siendo una
alegría, la del tiempo recobrado, la alegría de algo que valía la
pena vivirse. Enseñanza de la transgresión ha dicho ella, mucho
tiempo después sobre este período inicial de la democracia. Era
una enseñanza de las normas y los sistemas, al mismo tiempo
que “una especie de enseñanza de la transgresión. Las teorías
no son eternas”.
En efecto: como un ropaje inadecuado, como un hábito
que no se vacila en desechar, en Josefina poco quedó de la ra-
zón teórica de aquellos años. Pero subsistió irreductible un nú-
cleo de extrema desnudez, lo que estuvo desde siempre en ella,
el rigor de la reflexión y la invención reflexiva, algo que la teo-
ría puede ejercitar pero nunca donar. Podríamos decir que son
todas las formas del relato las que han ocupado el lugar de la
teoría, desde El cuerpo del delito (1999) hasta Aquí, América latina
(2010). Creo que de tanto inventar “modos de leer”, Josefina
terminó reinventándose a sí misma. En otro contexto acadé-
mico más solemne –la ceremonia del honoris causa- se me ocurrió
un título para la convencional laudatio en su honor, un título
que buscaba delinear su retrato literario: “Verse como otra”. ¿Y
qué otro discurso podría brindarle la perpetua mutación sino el