Adriana Rodríguez Pérsico. Josefina Ludmer Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 4 / diciembre 2017 / pp. 29-36 ISSN 2422-5932
29
JOSEFINA LUDMER.
UNA LECTORA IMPENITENTE/IMPERTINENTE
Adriana Rodríguez Pérsico
lectura
historia intelectual
singularidad
En este artículo el recuerdo personal se mezcla con la reflexión
crítica hasta volverlos un gesto único (una actitud) en el que Jose-
fina Ludmer aparece como lectora singularísima, tanto en cada uno
de sus libros como en sus ensayos breves, que no cesa de repetir
dos preguntas clave: ¿qué se lee?, ¿desde dónde se lee? Ludmer, de
ese modo, es colocada en un lugar decisivo de la historia intelectual
argentina, como nombre clave de un momento de reinvención de
los modos de leer.
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
way of reading
intellectual history
singularity
In this article, personal memories are mixed with critical reflection
in order to combine them as one gesture (one attitude) in which
Josefina Ludmer appears as a unique reader, not only in each and
every one of her books but also in her short essays. Two questions
are constantly repeated: ¿what is read? ¿were is it read? From that
perspective, Ludmer is positioned in a crucial place in Argentina’s
intellectual History because it is seen a as a pivotal name in the re-
invention of the ways of reading.
ABSTRACT
KEYWORDS
Adriana Rodríguez Pérsico. Josefina Ludmer Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 4 / diciembre 2017 / pp. 29-36 ISSN 2422-5932
30
En 2015, los miembros de tres cátedras de Teoría Literaria de la
Universidad de Buenos Aires organizamos un homenaje a Jose -
fina Ludmer con el pretexto de recordar los 30 años del mítico
seminario de 1985, Algunos problemas de crítica literaria.
Eran épocas luminosas a pesar de la tragedia que llevábamos a
cuestas, épocas en que desempolvamos las esperanzas y el tra-
bajo intelectual adquiría para nosotros la fuerza de la militancia.
Al principio pensamos que la maestra rechazaría la idea. Siem-
pre se burlaba del género homenaje. Pero se mostró encantada
de recibir el cariño y el agradecimiento de sus viejos discípulos
y el reconocimiento de las nuevas generaciones. Creo que tam -
bién le entusiasmaba la idea de volver a Filo. Me pregunto si
hubiera imaginado un homenaje en la Feria del Libro.
Evocar la figura de Ludmer implica un esforzado ejercicio
de síntesis que combine las imágenes de la crítica rebelde, la
lectora lúcida y la profesora hábil y dedicada. Porque lo que es
indudable es que cambió el modo de hacer crítica y el modo de
leer literatura a varias generaciones de estudiantes, en especial,
argentinos y norteamericanos. El recorrido empieza en la Uni-
versidad de Buenos Aires, en épocas anteriores a la dictadura
militar, continúa con lo que se llamó la universidad de las cata-
cumbas por su carácter semiclandestino, se recicla con la
vuelta a la democracia en la cátedra de Teoría Literaria de la
Universidad de Buenos Aires y culmina en la Universidad de
Yale, hasta su retiro.
En estas páginas, elegí que los recuerdos personales se
mezclaran con algunas reflexiones críticas. Sabemos que las
anécdotas suelen importar sólo a los protagonistas pero en ellas
puede leerse también un fragmento de la vida y historia comu-
Este texto fue leído en una mesa de homenaje, “Josefina Ludmer y su estilo”, organizada por la Feria
del Libro de Buenos Aires, el 13 de mayo de 2017.
Adriana Rodríguez Pérsico. Josefina Ludmer Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 4 / diciembre 2017 / pp. 29-36 ISSN 2422-5932
31
nitaria. Con el retorno de la democracia y de la mano de los
maestros, muchos de nosotros los jóvenes de entonces em-
pezamos a reconstruir la universidad. Fue un momento en que
la utopía parecía al alcance de la mano. Recuerdo con respeto y
afecto entrañable a Enrique Pezzoni por el trabajo realizado al
frente del Departamento de Letras y de la cátedra de Teoría y
Análisis Literario, donde muchos de nosotros dimos los prime-
ros pasos. Cuando Josefina asumió la cátedra de Teoría II, la
acompañamos. Y, como siempre, nos arrojó al ruedo. En mi
primer teórico, durante el seminario de 1985, ante un público
de cientos de alumnos, el miedo me paralizaba. Mientras inten -
taba articular reflexiones claras y didácticas sobre las polémicas
entre Lukács y Brecht, resonaba en mi interior la voz de Jose-
fina: mirá un punto fijo, a uno de tus compañeros. Muchas
veces, a lo largo de los años y en distintas circunstancias, esa
voz me aconsejó y a veces, me amonestó.
Sin embargo, la tarea pedagógica comenzó mucho antes
cuando, tanto Josefina como otros intelectuales se convirtieron
en docentes dela universidad de las catacumbas, en plena
época de dictadura cívico-militar. En ella se formaron una can-
tidad de escritores y críticos. En esos años de 1970, los jóvenes
iniciábamos una búsqueda, así, de manera intransitiva. ¿Buscá-
bamos conocimientos, guías, ideas, compromisos? Encontramos
todo eso en los cursos que Josefina dictaba en su casa de Via-
monte y Riobamba. Allí aprendimos el ejercicio de la lectura
como resistencia. Mientras estudiábamos formalismo ruso, se -
miótica soviética, psicoanálisis o postestructuralismo, insistía-
mos en las bondades de la obstinación. Leíamos teoría y litera -
tura contra viento y marea.
Recuerdo que luego de cada reunión, nos refugiábamos en
un bar para, café mediante, seguir dando vueltas y prolongar el
placer de lo recién estrenado mientras sentíamos que nuestras
mentes pasaban literalmente de la luz a la oscuridad y vice-
versa. Comenzaba el aprendizaje que duró toda la vida porque
Ludmer no proporcionaba respuestas precisas sino enseñaba
modos de preguntar. Y en eso consiste un verdadero magisterio.
Vuelven también imágenes sombrías de 1976. Josefina pla-
neó estrategias de supervivencia y las compartió con sus alum-
nos: hay que hacer un proyecto a largo plazo, dijo. Ese pro-
yecto culminó en su libro sobre la gauchesca. Una forma de re -
Adriana Rodríguez Pérsico. Josefina Ludmer Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 4 / diciembre 2017 / pp. 29-36 ISSN 2422-5932
32
sistencia: imaginar un libro sobre la patria justamente en los
momentos en que la perdíamos.
Fue una lectora atenta, sutil e inflexible. Corregía con es-
mero y minuciosidad los trabajos de sus becarios y doctorandos.
Las devoluciones eran largas, inteligentes y siempre muy pro -
ductivas. Era capaz de descubrir lo importante en lo contin-
gente, de atrapar lo que había pasado desapercibido al autor y
poner en movimiento nuevas tramas. En una oportunidad, yo
había terminado un capítulo de mi tesis doctoral. El capítulo
trataba sobre los Viajes de Sarmiento. Estaba muy conforme
con los resultados hasta que sometí el material a la opinión de
la maestra. Con estas simples palabras barrió con mi excesiva
confianza: como borrador, está muy bien. Supongo que habrá
percibido mi cara de estupor porque preguntó cuántas versiones
tenía el capítulo. Creo que argumenté que había hecho un par.
Josefina me recomendó que reescribiera diez veces cada hoja.
Claro está que la desobedecí.
Como a esta altura corro el riesgo de sumergirme en las
aguas profundas de la melancolía, retomo el camino crítico y
continúo con mi homenaje. Los libros de Ludmer fomentan re-
laciones novedosas y aún inusuales donde la teoría se imbrica
fuertemente con los análisis textuales de modo que cada uno de
esos textos produce objetos que deslumbran por su complejidad
conceptual. Era muy hábil para construir teorías, máquinas para
leer un corpus. Y además, como le gustaban los desafíos, cam-
biaba de lugar, de puntos de vista. Nada más lejos de su figura
que lo que llamamos un “especialista en, en el sentido de al-
guien que se ocupa la vida entera de un autor, un movimiento o
una época. Aprovechaba y usaba las teorías en boga, las
desechaba luego, exhumaba textos críticos y literarios tradicio-
nales, leía a los más nuevos que alternaba con los canónicos,
reinterpretaba a los consagrados y rescataba los olvidados, po-
niéndonos en un lugar central.
Descreía del carácter objetivo de la crítica, y por ello,
siempre leyó a contrapelo de la tradición o de las exigencias del
mercado. Incursionó, con idéntica pasión, en textos de los si-
glos XIX, XX y XXI, en la literatura argentina y también en la
latinoamericana, en la cultura alta o popular. En sus primeros
libros, Cien años de soledad, una interpretación (1972) y Onetti, los
procesos de construcción del relato (1977) se percibe la impronta es-
tructuralista, un afán escrupuloso por ir contra todo tipo de
Adriana Rodríguez Pérsico. Josefina Ludmer Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 4 / diciembre 2017 / pp. 29-36 ISSN 2422-5932
33
lectura sociológica enfatizando procedimientos y formas. En
sus trabajos posteriores, Ludmer arma otros corpus tomando el
riesgo de empresas difíciles como la redefinición de un género
en El género gauchesco. Un tratado sobre la patria (1988). El género,
dice Ludmer, escribe la voz del gaucho: Se trata del uso de una
voz (y con ella de una acumulación de sentidos: un mundo) que
no es la voz del que escribe.
Hay en sus ensayos un tono irónico y burlón que reniega
de las jerarquías. Ludmer mezcla las cartas y da de nuevo. En El
cuerpo del delito. Un manual (1999) traza un mapa de la literatura
argentina donde los no leídos u olvidados iluminan a los canó-
nicos formando un sistema que a menudo prefiere lo plebeyo a
lo consagrado. El volumen puede interpretarse como una histo -
ria de la delincuencia argentina por medio del entramado de
textos literarios de diferentes épocas aglutinados en torno a re-
latos o ´cuentos de delitos´ sexuales, raciales, sociales, econó -
micos, de profesiones, oficios y estados que forman constela-
ciones para producir interpretaciones diversas de la cultura ar-
gentina. Su objetivo explícito es politizar el delito, a partir de la
relación entre asesinato y política.
Aquí América Latina. Una especulación (2010) es un libro ex-
perimental, fragmentario, que alterna reflexiones sobre el
campo literario con la narración de encuentros personales.
Ludmer pone en jaque conceptos adquiridos y prestigiosos
como representación, autonomía, ficción versus realidad, autor,
obra, etc. Elige a América Latina como posición de enuncia-
ción; desde allí, considera a la especulación como género litera-
rio: La especulación inventa un mundo diferente del conocido:
un universo sin afueras, real virtual (la virtualidad es el ele-
mento tecnológico), de imágenes y palabras, discursos y narra-
ciones, que fluye en un movimiento perpetuo y efímero. Y ese
movimiento traza formas. Lo llama imaginación pública o fá-
brica de realidad: es todo lo que circula, el aire que se respira, la
telaraña y el destino. La imaginaciónblica sería un trabajo
social, anónimo y colectivo de construcción de realidad. En
este sentido, la literatura es usada como lente o máquina para
ver algo de la fábrica de realidad.
Sus pequeños ensayos no fueron menos importantes. Sirva
como ejemplo Las tretas del débil, un trabajo sobre la Res-
puesta a Sor Filotea de Sor Juana Inés de la Cruz, de 1985 (La
sartén por el mango, Puerto Rico). Con el título de Carta Atenagó-
Adriana Rodríguez Pérsico. Josefina Ludmer Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 4 / diciembre 2017 / pp. 29-36 ISSN 2422-5932
34
rica, el Obispo de Puebla bajo el seudónimo de Sor Filotea de
la Cruz advierte a la monja sobre su intervención en cosas sa -
gradas. Juana, a su vez, agradece la carta y le responde des-
plegando las tretas del débil, tretas que responden a una posi-
ción de subordinación y marginalidad. El ensayo de Ludmer
aprieta como si fuera un aleph ciertos nudos de las teorías fe -
ministas y de la subalternidad para leer en el discurso feme-
nino el pensamiento abstracto, la ciencia y la política tal como
se filtran en los resquicios de lo conocido. A partir de aquí, las
argumentaciones impugnan ciertos lugares comunes porque
constituyen campos de lucha donde se debaten sistemas e in-
terpretaciones enemigas. Son siete páginas perfectas que ex-
ploran las acciones de saber y decir considerándolas como cam-
pos enfrentados para una mujer. Ludmer le hace decir al texto
todo. Se aferra a él, lo sigue en avances y retrocesos, en sus
vueltas y revueltas, en sus vericuetos y sutilezas para plasmar
una lectura profundamente política, sin estridencias ni declama-
ciones pero con contundencia crítica. Esquiva así, también ella,
los lugares comunes de las poéticas y las políticas de las dife -
rencias que se perfilaban ya poderosas en los ámbitos académi-
cos.
Ludmer vivió la literatura, la crítica y la docencia con fer -
vor inagotable. Y contagiaba ese fervor a sus alumnos. Quedan
los testimonios, sus clases. Para terminar, quisiera detenerme en
un detalle que da cuenta de una trayectoria. Hay dos preguntas
que articularon los distintos cursos, a partir del seminario de
1985: ¿qué se lee?, ¿desde dónde se lee? Ambas preguntas están
en la base de toda práctica crítica: la pregunta por el objeto
como construcción (contra la idea de que el objeto viene dado)
encaja con la pregunta por la posición o las posiciones de la voz
crítica. Una subjetividad que se construye por y en la práctica.
Josefina enseñaba a interrogar al texto y a descubrir las posicio -
nes subjetivas allí donde gran parte de la crítica afirmaba la
neutralidad. Contra la falsa objetividad, hizo la apuesta de to-
mar conciencia de la palabra y responsabilizarse por ella.
Josefina Ludmer. Una lectora impenitente/impertinente.
Es el título que les puse a estas páginas. Creo que sintetizan de
alguna forma la actitud en la que perseveró y que trató de incul -
car en sus alumnos. Mantuvo férreamente sus decisiones en la
práctica crítica y no vaciló en impugnar lo establecido a fuerza
de costumbre. Este es su legado.
Adriana Rodríguez Pérsico. Josefina Ludmer Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 4 / diciembre 2017 / pp. 29-36 ISSN 2422-5932
35
El hecho definitorio de la muerte precipita muchas veces
balances y resúmenes. La memoria recorta hechos, gestos, mo-
mentos importantes o nimios que por algún motivo permane-
cieron nítidos. Los momentos de los homenajes son propicios
para volver sobre los lazos intelectuales y afectivos que uno
crea a lo largo de la vida. En mi caso, la maestra no dejó de
serlo cuando se convirtió en amiga querida. Mi abrazo agrade -
cido para ella, por sus libros y por sus enseñanzas.
Adriana Rodríguez Pérsico
Universidad de Buenos Aires
Universidad Nacional de Tres de Febrero
CONICET
Contacto: adripers51@yahoo.com.ar
Recibido: 29/6/2017
Aceptado: 18/8/2017