Cousido/Díaz/López Seoane. Susan Buck-Morss Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 4 / diciembre 2017 / pp. 74-92 ISSN 2422-5932
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que funciona de manera abierta, porque no hay nada en la tec-
nología que implique neoliberalismo, por eso me concentro en
las relaciones sociales alrededor de la tecnología, porque ellas
son las que le dan un uso y un sentido. En este sentido también
me pregunto si todavía hoy podemos pelear por el desarrollo de
una economía socialista a escala nacional. Yo creo que no. En
todo caso, la tecnología hoy disponible hubiera permitido la
concreción del modelo socialista de redistribución de la riqueza
generada por la sociedad. Hoy a la mañana, en el debate que
coordinaba Silvio Lang, se habló de que el problema ya no es la
escasez, sino el exceso de producción. Entonces no necesitamos
trabajadores; hay toda una “población superflua”, es decir, tra-
bajadores desempleados o precarizados. Pero, ¿no sería posible
que todos estemos en contacto directo, globalmente, y que pro-
duzcamos valores de uso, cosas que utilicemos? En los años 60
y 70 estaban de moda los jeans. Todo el mundo usaba jeans. Y
en ese momento no eran caros. De pronto el jean produjo una
comunidad que seguía la moda pero que sentía que estaba re-
chazando la moda, y sobre todo la moda de lujo, cara. Sé que
esto luego es reapropiado por la lógica capitalista pero me pre-
gunto si hay un modo de escapar a esa reapropiación y si pode-
mos crear redes globales de producción y distribución que vue-
len bajo, indetectables y que sean comunales, como sugería
Bruno Bosteels, o locales, sumamente localizadas… Y a la vez,
con las nuevas tecnologías, podés comunicar entre sí lugares
que están muy alejados y que no son centrales. Entonces me
pregunto si no podemos empezar a hacer esto, a crear nuestras
economías por fuera del capitalismo, mercados por fuera del
capitalismo. Una vez escuché a un grupo de académicos africa-
nos que explicaban la importancia de los mercados locales, el
rol social y cultural que cumplen, y los contrastaban con el mer -
cado capitalista, que es otra cosa totalmente distinta. Entonces
así me imagino la revolución o la transformación: las nuevas
tecnologías permitiendo nuevas relaciones sociales, no capita-
listas. Tal vez haya violencia. Porque si un movimiento así se
hace potente, será reprimido. Sin embargo no quiero pensar la
revolución exclusivamente como la toma del poder del estado,
como uso de la violencia para combatir la violencia. No me cie-
rra. Y recuerdo que el capitalismo ha superado sus crisis histó-
ricamente por medio de las guerras. Haces del otro, del que
viene de afuera, el enemigo. Crean una identidad que pueda
funcionar como chivo expiatorio de los males de la sociedad. Y