11va Edición | JULIO 2023 | ISSN 2618-1894 | Artículos científicos
son efecto de las operaciones del Otro simbólico como parte de la trama de lo que
denominamos lazo social (Peláez Jaramillo, 2011).
Entendemos a la infancia como el transcurso de lo meramente humano hacia lo humanizante,
es decir, una construcción que se teje desde su vulnerabilidad en relación con ese Otro
simbólico, Otro del lenguaje y de la cultura, lazo social que nos precede y excede, y que se
teje con las significaciones de cada época. Estas huellas simbólicas son encarnadas en los
otros significativos, en quienes se cumple la función materna y paterna, más allá del género
o de lo biológico. Estxs otrxs, inconscientemente, le donarán al niñx emblemas, marcas,
palabras, ausencias, presencias y legalidades que le posibilitarán incorporar diferencias y
renuncias, lo que favorece el surgimiento de su propia subjetividad como un modo de hacer
con el cuerpo. Se trata de un modo que permite habitar el mundo como espacio heterogéneo
y recortar allí la propia singularidad. En palabras de Lewkowicz (2006),
Una subjetividad es un modo de hacer con lo real. Llamaremos a esas prácticas sobre
lo real operaciones … la subjetividad es la serie de operaciones realizadas para
habitar un dispositivo, una situación, un mundo … Es el conjunto de las operaciones
realizadas, repetidas, inventadas. (p.45)
Esta subjetividad llevará las huellas de los ajustes y desajustes de la relación con los otros
significativos, que incluso comienza a tramarse antes del nacimiento. Si el infante,
etimológicamente, es quien no accede a la palabra, el recorrido de esta relación le
proporcionará el acceso a la niñez entendida como un campo de representaciones
heterogéneas donde recortará su propia habla e imagen corporal. De este modo, el camino a
un cuerpo subjetivado será producto del accionar y del encuentro con el otro parental.
González (2009) afirma que
[el cuerpo] se hace presente como prolongador y sustituto de los objetos de amor
interpuestos por la función materna, a través de los movimientos y acciones. Es así
que el cuerpo cumple una doble función: ser pasivo con referencia a la presencia del
adulto y ser activo en relación a la ausencia del adulto. (p. 32)
En este sentido, la función de la familia es un hecho corporal y de lenguaje, “un hecho del
orden de lo simbólico. Esto implica que no hay nada del orden de lo natural en su
configuración … como tampoco en la forma de enlace con los hijos” (Fuentes, 2015, p. 49). La
función parental será el cuidado y alojamiento de esa desprotección, función atravesada por
las legalidades que posibilitarán la formación de una alteridad para con el niñx, es decir, la
instalación de una exterioridad. De este modo la función se torna paradojal, ya que aloja,
dona, autoriza en presencia, pero también se ausenta, genera asimetrías y separa (Fuentes,
2015). Esta operación paradojal de presencia-ausencia, de alojamiento y separación, dará
lugar a la estructura psíquica como inscripción de diferencias, y por lo tanto, a la adquisición
de recursos simbólicos e imágenes que le permitan poder hacer con lo heterogéneo en su
cuerpo y en sí mismo.
Es relevante señalar que la estructura psíquica, los recursos simbólicos, perceptuales e
imaginativos se sostienen en la temporo-espacialidad como efecto de la operación
fundamental de alojamiento, separación y alteridad con el Otro simbólico. De este modo, se