12va Edición | DICIEMBRE 2023 | ISSN 2618-1894 | Artículos científicos
marginales, bajo la lógica industrial, se pudo desarrollar de manera intensiva y bajo
métodos de precisión, ayudados por el surgimiento del paquete agrobiotecnológico
(semillas transgénicas, organismos modificados genéticamente, agroquímicos,
conocimientos, siembra directa, glifosato, silo bolsa, maquinarias), el cual trajo consigo
la concentración de la producción nacional en tres cultivos: soja, maíz y trigo (Bisang,
2003; García Bernado, 2018, Albornoz, 2019).
En esta etapa se expandieron las tecnologías mecánicas, genéticas y las vinculadas a la
protección de cultivos (León, 2016). Estos avances tecnológicos -resultado del trabajo en
red de científicos, empresas y productores- (Parellada et al., 2003) se incorporaron a la
agricultura a través de insumos, primero, y luego, mediante mejoras en las prácticas
agropecuarias, provocando la terciarización de la producción. Entre las innovaciones de
hardware y software se encuentran: GPS incorporados a las maquinarias, estaciones
meteorológicas, sensores de humedad, imágenes satelitales, drones que permitieron
obtener información con mayor precisión, automatizar el desarrollo de ciertas
actividades y mejoras en la eficiencia a lo largo de toda la cadena de producción
(Albornoz, 2019). Estos avances fueron el resultado de un trabajo conjunto entre
investigaciones del ámbito académico y empresas de electrónica y software, que vieron
en este nuevo paradigma la posibilidad de incursionar en el agro.
En este contexto surge, a partir de 2010, la revolución de las tecnologías verdes, las 4.0
y la ingeniería genética de precisión (entre ellas la técnica CRISPR-cas9 de edición
génica) (CONICET, Albornoz, 2019). La necesidad de un nuevo paradigma urge no solo
porque la “trayectoria natural” (Nelson y Winter) o el “paradigma técnico” (Dosi) (en
Pérez, 1986) se encuentra en la etapa de rendimientos decrecientes (madurez), sino
también porque los demás sectores de la sociedad lo demandan, ante las graves
consecuencias socioeconómicas-ambientales que la anterior revolución ha generado.
Si bien en el paradigma anterior, la introducción del desarrollo tecnológico en el agro
presentó algún grado de dificultad en su adopción, el nuevo paradigma de las AgTech o
tecnologías agropecuarias digitales (fomentadas por los avances en robótica) fueron
incorporadas con mayor facilidad. La buena base tecnológica que poseían como
también los menos costos que implicó su adopción, favorecieron tal proceso.
Si bien hay certezas acerca de que la microelectrónica y la biotecnología, basadas en la
ingeniería genética, poseen un gran potencial, también es cierto que existe
incertidumbre acerca de la dirección en la cual se producirán los saltos tecnológicos, que
permitan reducir costos e incrementar ganancias. Dependiendo todo ello de la
interrelación de factores sociales, económicos y geopolíticos como también de los
organizativos y socio institucionales.
Críticas al nuevo paradigma. El nuevo paradigma, en teoría, favorecería a países como
Argentina: abundantes en recursos naturales con escaso capital, beneficiando la
interacción del estado, las empresas y las instituciones de investigación, a través del
desarrollo de las pequeñas y medianas empresas tecnológicas (basada en Bayh-Dole
Act). Sin embargo, la experiencia demostró que no logró generar una distribución de las
ganancias equitativas, favoreciendo a los grandes capitales tecnológicos, en detrimento
de quienes no estaban en condiciones de adaptarse a las exigencias del nuevo
paradigma (Linzer, 2014), lo cual Bisang et al. (2015) reconocen de manera explícita al