15.a Edición | JULIO 2025 | ISSN 2618-1894 | Artículos Científicos
LOS PLANES DE GESTIÓN DE RESIDUOS SÓLIDOS
URBANOS COMO POLÍTICAS CLIMÁTICAS EN
ARGENTINA
URBAN SOLID WASTE MANAGEMENT PLANS AS CLIMATE
POLICIES IN ARGENTINA
ANDREUSSI, Lucía
1
Andreussi, L. (2025). Los planes de gestión de residuos sólidos urbanos como políticas
climáticas en Argentina. Revista INNOVA, Revista argentina de Ciencia y Tecnología, 15.
RESUMEN
El presente artículo desarrolla la estrecha vinculación, entre la problemática de
residuos sólidos urbanos y la problemática de cambio climático. Abordando la
cuestión desde la mirada de la política ambiental; resaltando el vínculo transversal
entre ambas problemáticas; y por lo tanto de las políticas de gestión de estas.
Destaca igualmente, la importancia del diseño de políticas ambientales
transversales y sostenibles, conforme gobernanza ambiental, y la metodología de
los Objetivos de la Agenda 2030. Finalmente, describe el caso del Proyecto GEF
ARG/ 16/ G23 Biogás, como política ambiental transversal, para la gestión del
cambio climático y de residuos sólidos urbanos, debido a sus objetivos principales:
evitar las emisiones de gas metano, producto de la incorrecta gestión de los
1
Instituto de Ingeniería Civil y Medio Ambiente Salta. Facultad de Ingeniería. Universidad Nacional de
Salta, Argentina / luciaandreussi@gmail.com
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residuos orgánicos; mejorar las prácticas de gestión de residuos de los sistemas
municipales; y fomentar las energías renovables, entre otros.
PALABRAS CLAVE
residuos lidos urbanos/ cambio climático/ política climática/ política de gestión
de residuos sólidos urbanos/ transversalidad
ABSTRACT
This article develops the close bond between the urban solid waste issue and the climate
change issue. It addresses this matter from the perspective of environmental policy,
highlighting the transversal connection between both issues, and consequently, the
management policies related to them. It also emphasizes the importance of designing
transversal and sustainable environmental policies in accordance with environmental
governance and the methodology of the 2030 Agenda Objectives. Finally, it describes the
case of the GEF ARG/16/G23 Biogas Project, as a transversal environmental policy for
managing climate change and urban solid waste, due to its main objectives: to avoid
methane gas emissions resulting from improper management of organic waste; to
improve waste management practices in municipal systems; and to promote renewable
energies, among others.
KEY WORDS
urban solid waste/climate change/ climate policy/ urban solid waste policy/integration
Contexto
El presente trabajo consiste en un artículo teórico, de reflexión analítica, sobre la
relación entre las políticas de cambio climático, y las de gestión de residuos sólidos
urbanos, de Argentina. El área de estudio, desde la cual se realizó esta
investigación, sobre las políticas ambientales, son las Ciencias Sociales. Sin
embargo, se recurrió también a otras áreas de estudio, debido a la
interdisciplinariedad implícita, de la temática política ambiental.
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Introducción
El residuo forma parte del circuito de producción y consumo en el actual sistema
de economía lineal; que se fundamenta en “extraer-fabricar-consumir-eliminar”
(Diez, et al, 2025, p.2), como un problema ambiental y social.
Los residuos son de un enorme peso social a la hora de hacer frente a los
costos de almacenamiento y tratamiento de los diferentes residuos según
su tipo, lo que permite a primera vista captar la enorme dimensión de sus
complejos tratamientos y la diversidad de propuestas de eliminación o
transformación. (Drnas de Clement, 2019, p.12)
En Argentina, la ley 25.916, de 2004, que establece los presupuestos mínimos de
protección ambiental para la gestión integral de los residuos domiciliarios, define
en su artículo 2°, a los residuos sólidos urbanos (RSU) como: elementos, objetos o
sustancias que, como consecuencia de los procesos de consumo y desarrollo de
actividades humanas, son desechados y/o abandonados.
La ley 25.916, de 2004, establece los presupuestos mínimos de protección
ambiental, para la gestión integral de los residuos domiciliarios del país, sean éstos
de origen residencial, urbano, comercial, asistencial, sanitario, industrial o
institucional; con excepción de aquellos que se encuentren regulados, por normas
específicas. Dicha normativa sienta las bases o los estándares mínimos de gestión
de residuos, que deben incorporar las provincias y municipios a lo largo del país,
en sus normas y programas de gestión de RSU.
Conforme datos públicos, en Argentina, en el año 2018, el sector residuos generó
gases de efecto invernadero (GEI) por una cantidad de 22,04 MtcO2e;
correspondiente al 4% del total de emisiones. El 59% de las emisiones de residuos
es atribuible a la fracción RSU, gestionada inadecuadamente (Ministerio de
ambiente y desarrollo sostenible,2023). Al momento, los datos públicos más
recientes son del año 2022. En dicho año, el sector residuos, emitió 23,31 MtcO2e,
habiendo contribuido en un 5,8 % al total de las emisiones. (Subsecretaría de
Ambiente Argentina. Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero y
Monitoreo de Medidas de Mitigación, 2025).
Las mencionadas contribuciones de GEI, por parte de los RSU, se producen debido
a que estos son dispuestos en vertederos municipales, y en basurales a cielo
abierto, donde liberan a la atmósfera diversos GEI, dentro de los cuales, se
encuentra el gas metano, uno de los más importantes contribuidores del
calentamiento global, por causas antrópicas. Si bien los GEI retienen en la
atmósfera el calor producido por la radiación solar, como proceso natural, su
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concentración excesiva, a causa de la actividad humana, es responsable del
calentamiento global, elevando la temperatura promedio superficial de la tierra,
conduciendo paulatinamente al cambio climático. (PNUD, 2023)
El sector residuos tiene una relevante incidencia en el proceso de cambio climático;
es “uno de los tantos factores que, aunque de una manera imperceptible e invisible
hace un gran aporte a la generación de los GEI, son los residuos” (Pinzón Uribe,
2019, p2). Debido a que “el 3% de las emisiones de GEI generadas mundialmente
provienen de los residuos sólidos y del tratamiento de aguas residuales. Este
porcentaje corresponde a 1,4 Gt de CO2” (CEPAL,2021, p.47). Por ello, el excesivo
aumento de los residuos, junto con la falta de gestión ambiental adecuada de los
mismos; representan un serio peligro para el mantenimiento de la temperatura
media global, y por lo tanto para las personas, el ambiente y la vida.
Para afrontar estos efectos negativos, interviene la gestión ambiental pública o
estatal. “La gestión ambiental estatal implica la formulación y ejecución de políticas
plasmadas en normas y de la puesta en acción de esas normas.” (Julía,2019, p.21).
Dichas políticas públicas ambientales, en la actualidad, se formulan e implementan
desde la administración pública. Es en dicho ámbito donde se plantean las acciones
necesarias, para abordar los problemas ambientales. (Julía,2019)
En lo que respecta al problema ambiental que representan los RSU, los programas
de gestión integral son la principal política o acción, a la cual se recurre para
agenciar la problemática. Se entiende como programa de gestión integral de RSU
a
aquellos planes, sistemas y acciones que abordan la problemática
multilateral de la gestión de residuos con un enfoque holístico y sistémico.
Es decir, tiene un enfoque interdisciplinario de la problemática a resolver,
que incluye todos los aspectos inmersos en ella, que son: los políticos, los
legales, los institucionales, los técnicos, los económicos, los de
ordenamiento territorial, y los de sensibilización, educación ambiental y
participación de la ciudadana. (Berrón Ferrer,2002, p. 52).
Es importante destacar que la gestión inadecuada de los RSU no es la única fuente
de GEI, generadores del cambio climático. El mismo está directamente relacionado
con los patrones de producción y consumo de la sociedad mundial. Desde la
revolución industrial, los procesos industriales, acorde a los hábitos de consumo de
las personas, han contribuido al desequilibrio en la composición de la atmósfera.
Entre las fuentes consideradas como factores generadores de GEI se
evidencian como las de mayor importancia la generación de energía (la
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quema de combustibles, las emisiones fugitivas), los procesos industriales,
la agricultura, los cambios de usos de la tierra y la selvicultura, los vertederos
sanitarios y las aguas residuales. (Pinzón Uribe, 2019, p.4)
El Cambio climático se define en el artículo del Convenio marco de Naciones
unidas para el cambio climático de 1992, como: un cambio de clima atribuido
directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la
atmósfera mundial, y que se suma a la variabilidad natural del clima, observada
durante períodos de tiempo comparables.
El marco normativo argentino sobre cambio climático está compuesto por la ley
27.520, del año 2019, de presupuestos mínimos de adaptación y mitigación al
cambio climático global, y su Decreto reglamentario 1.030/2020. Asimismo, por ley
25.438, de 2001, que ratificó el Protocolo de Kyoto; y ley 27.270, de 2016, ratificó el
Acuerdo de París.
Dicho marco normativo contiene una serie de postulados, directrices y objetivos,
destinados a construir la política climática argentina; entendida como:
el conjunto de medidas e instrumentos a ser implementados a fin de
cumplimentar la Ley 27.520 y su Decreto reglamentario; así como los medios
y acciones a llevar a cabo para alcanzar las metas de adaptación y mitigación
detalladas en la Segunda contribución nacional y su actualización.
(Ministerio de ambiente y desarrollo sostenible,2023, p. 29).
Por todo lo expresado, para este artículo se planteó la siguiente hipótesis: debido
a la estrecha relación entre el cambio climático y los RSU, las políticas de gestión de
RSU son políticas de mitigación de cambio climático.
Objetivos
El objetivo general de esta investigación fue visibilizar la relación existente entre las
políticas climáticas y las de gestión de RSU.
Metodología
La investigación se desarrolló desde los métodos cualitativo y de estudio de caso.
Las dimensiones que se operacionalizaron son: residuos sólidos urbanos, cambio
climático y política ambiental. Para ello se relevó fuentes secundarias de
información, consistente en informes oficiales de organismos públicos de
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Argentina, y de organismos internacionales CEPAL, PNUD, ONU-Hábitat. También
se relevó literatura académica pertinente.
Se seleccionó como caso de estudio al Proyecto GEF ARG/16/ G23 Biogás, de
Naciones unidas para el desarrollo, por ser una política pública relevante e
innovadora en Argentina, alineada con el desarrollo sostenible, y que interrelaciona
la gestión de residuos con el cambio climático. Luego se realizó un análisis
documental y de antecedentes obtenidos en la literatura mediante contrastación,
para generar inferencias al respecto con la información obtenida.
Las problemáticas de residuos sólidos urbanos y cambio climático
De la bibliografía consultada surge que los residuos representan uno de los más
graves y complejos problemas socio-ambientales (Drnas de Clement, 2019). Las
personas dentro del sistema de economía lineal generan residuos constantemente.
Esta continua generación antropogénica de residuos degrada el ambiente y sus
elementos; los suelos, el aire, el agua, paisajes naturales, etc.; dañan flora y fauna.
Este sistema productivo y de consumo, de la sociedad actual, no solo agrede el
ambiente, sino que, además, es despilfarrador e ineficiente en lo económico. (Diez,
et al, 2025)
La naturaleza en cambio, posee el sistema circular de los sistemas vivos, ella
se desprende de la materia orgánica que se descompone y se reincorpora
nuevamente al ciclo de vida, al igual que los flujos de energía no constituyen
residuos. Los residuos son productos humanos. (Drnas de Clement, 2019,
p.3).
La generación de RSU, dentro de un sistema de economía lineal, suma un
componente de demanda adicional a la presión ambiental, que ya implican los
procesos de producción y transporte. Además, la disposición inadecuada de ellos,
genera de forma continua efectos negativos, como ser: contaminación, riesgos
sanitarios y sociales. (Ministerio de ambiente y desarrollo sostenible, 2020) Se
estima que para 2050, la generación de los RSU crezca más del doble que la
población (ONU-Hábitat, 2018).
Ello es debido a que la sociedad, presenta patrones de producción y consumo
lineal. El sistema económico de la civilización industrial, durante los últimos 150
años, ha evolucionado bajo el dominio del modelo lineal, productivo y de consumo.
La economía lineal no presenta circuitos de interconexión entre materia prima,
bien producido y los residuos (Diez, et al, 2024), de esa forma
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la problemática sobre el consumo ha desbordado los límites de la naturaleza
generando un impacto negativo en la sostenibilidad de una región, sobre
todo en los países subdesarrollados que presentan incapacidad de controlar
la cantidad de desechos que genera la humanidad. (Serna Mendoza, et al,
2022, p.3)
Argentina no es ajena a ello, y los RSU son un problema socio-ambiental desafiante;
cuya gestión integral es competencia municipal, en principio. Sin embargo, la
regulación en la materia se despliega desde el nivel normativo nacional, a través
de ley de presupuesto mínimo y resoluciones ministeriales, hasta las ordenanzas
municipales. (Del Campo, et al,2020).
Las falencias en el tratamiento de los RSU representan una desafiante realidad en
todas las ciudades del país. Existen brechas presupuestarias y de recursos técnicos
en los diferentes municipios, que inciden en la gestión de RSU a nivel país, y
profundizan la problemática. Para una proporción importante de municipios, la
gestión de los RSU representa un importante problema de gestión ambiental
estatal, debido a falta de recursos económicos y financieros; falta de normativa, de
conocimientos técnicos, de personal capacitado para cumplir su función pública.
(Ministerio de ambiente y desarrollo sostenible, 2020)
Por lo que, “gran parte de los municipios poseen sistemas de disposición final
irregulares, distribuyendo por lo general sus residuos en basurales a cielo abierto.
Esta modalidad de disposición y su falta de tratamiento genera serios impactos
negativos en el ambiente.” (Ministerio de ambiente y desarrollo sostenible, 2020,
p.16).
Otro factor que complejiza el problema de los RSU y su gestión ambiental es la
elevada urbanización. “En Argentina, la tasa de urbanización supera el 92% de la
población, y el promedio de generación diaria de residuos es de 1,15 kg per cápita,
lo que representa unas 49.300 t/día, y alrededor de 18 millones de t/año
(Ministerio de ambiente y desarrollo sostenible, 2020, p. 465).
Hasta el año 2020 existían aproximadamente
5.000 basurales a cielo abierto (BCA), siendo todavía la modalidad de
disposición final de desechos oficial para muchos municipios. Su
persistencia trae aparejado uno de los riesgos ambientales y sanitarios más
urgentes de Argentina, y es uno de los desafíos de política pública más
importantes que enfrentan estos en la actualidad. (Ministerio de ambiente y
desarrollo sostenible, 2020, p.5)
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Ahora, un programa o plan de gestión integral de RSU debe incluir como etapas: la
generación; el almacenamiento; la recolección; la transferencia y/o transporte, y
disposición final de los residuos sólidos, para su correcto control. Igualmente, ser
acorde a normativas ambientales, de higiene y salud pública, de ingeniería, así
como criterios económicos. (Serna Mendoza, et al,2022)
El mismo comprende un conjunto de diferentes acciones de tipo normativo,
financiero, operacional y de planificación; como toda política pública. La cual debe
ser diseñada e implementada, con enfoque y alcance, interdisciplinar y
multiescalar, pues compromete diversas disciplinas y marcos regulatorios de
alcance nacional, provincial y municipal. (Ministerio de ambiente y desarrollo
sostenible, 2020).
Son de gran relevancia a la hora del diseño e implementación de programas de
gestión de RSU aquellas cuestiones de índole económica y financiera. Es que un
bajo desempeño económico y una baja asignación presupuestaria dificulta el
diseño, implementación y evaluación de políticas públicas, de gestión de RSU,
sostenibles e integrales.
Adicionalmente, el proceso político, que conllevan las políticas públicas, está
atravesado por estructuras y relaciones de poder. Por lo tanto, el diseño e
implementación de las políticas públicas dependen de los intereses, valores y
visiones que tengan los tomadores de decisiones. (Millán Acevedo,2022)
En otro orden de ideas, como ya se ha mencionado, en Argentina se encuentra
vigente la ley 27.520, de 2019, de presupuestos mínimos de adaptación y
mitigación al cambio climático global y su Decreto reglamentario 1.030/2020.
También, dentro del marco del Gabinete nacional de cambio climático, creado por
la mencionada ley, en el año 2023, las autoridades de todos los ministerios
nacionales y equipos técnicos; las jurisdicciones provinciales y la Ciudad autónoma
de Buenos Aires; la sociedad civil; los pueblos originarios; los sindicatos; la
academia; el sector privado; universidades y partidos políticos; y otros actores,
diseñaron el Plan nacional de adaptación y mitigación, al cambio climático 2023-
2030 del país. (Ministerio de ambiente y desarrollo sostenible,2023)
El cambio climático, como todo problema de índole socio-ambiental, necesita
gestión ambiental estatal o políticas ambientales, que aborden las diversas
dimensiones, sectores, actores e intereses involucrados en la problemática, a nivel
local y global; teniendo presente que los problemas ambientales presentan
características complejas, debido a su interdisciplinariedad, a lo multiescalar de su
gestión, y a los actores e intereses involucrados.
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Asimismo, plantea desafíos propios, que exigen una coalición comprometida y
eficaz, entre diferentes actores, pues conlleva políticas complejas, debido a
diversos factores, por ejemplo: intereses de larga data, que se han solidificado, en
torno a los sistemas de producción de combustibles fósiles, existentes. Las acciones
dirigidas a mitigar el cambio climático, mediante la paulatina descarbonización,
podrían generar importantes pérdidas económicas. Siendo estos intereses,
obstáculos en el camino a la descarbonización. (Nabroz, 2021).
De allí la importancia y necesidad, de una comprometida, eficaz, gobernanza, al
momento de diseñar políticas, con la finalidad de afrontar la problemática del
cambio climático, que agencie las diversas dimensiones del problema, a nivel local
y global. Las cuestiones socio-ambientales, necesitan ser entendidas y gestionadas,
desde la perspectiva de la gobernanza local y global; debido a la necesidad de
interacciones entre diversos actores; para mitigar desafíos, que suelen ser
técnicamente complejos, y multicausales; inclusive transnacionales; con horizontes
temporales extensos y, frecuentemente, con carácter periférico, en la agenda
pública. (Franchini, et al, 2022)
Gobernanza puede ser entendida como una estrategia de organización social, para
la toma de decisiones sobre objetivos comunes, en la cual intervienen actores
públicos y privados. (Hufty,2011) De esa forma, la gobernanza ambiental, implica
una estrategia de organización social, conformada por actores públicos y privados,
con la finalidad de tomar decisiones sobre la gestión ambiental.
Esta estrategia de organización socio-ambiental puede ser una aliada más
inclusiva, frente a los tradicionales sistemas de autoridad política e institucional,
permitiendo la participación, por parte de la ciudadanía, en asuntos de materia
ambiental.
En este contexto, los Estados tienen un rol fundamental de organización, para
condicionar y dar forma a estos acuerdos o alianzas, las cuales dan espacio a
actores como empresas, organizaciones no gubernamentales y ciudadanos. La
participación de la sociedad en el diseño de planes y/o programas; así como la
conformación de diferentes esquemas de gobernanza ambiental; son
fundamentales para transformar los patrones de exclusión de la sociedad, en la
toma de decisiones públicas ambientales; típica de los últimos siglos. (Hincapié,
2023)
Ahora, ante “la multiplicidad de ordenamientos y la proliferación de actores, redes
e instituciones, interesados e intervinientes en esta temática tanto a nivel estatal
como transnacional” (Hincapié, 2023, p.5), se considera gobernanza ambiental
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global al “amplio conjunto de actores, medidas y procesos que buscan intervenir y
codificar los diferentes regímenes ambientales.” (Hincapié, 2023, p.5)
En particular, la gobernanza climática se concreta cuando “todos los sistemas
sociales se convierten en actores de gran relevancia, al momento de generar
acciones tanto de adaptación como de mitigación del cambio climático.” (Avendaño
Castro et al, 2021, p.5)
La operacionalización de la gobernanza climática global son los acuerdos
internacionales: Protocolo de Kyoto, del año 1997; y el Acuerdo de París, de 2015.
Dichos acuerdos fueron adoptados por los países parte de la Convención marco de
las Naciones Unidas sobre el cambio climático. Para a posteriori, ser ratificados por
cada uno de ellos.
Entonces, la gestión del cambio climático, envuelve el compromiso de los Estados,
las organizaciones internacionales; la comunidad científica; las organizaciones
ambientales; las empresas privadas; los movimientos sociales e indígenas; y los
ciudadanos; quienes interactúan en diferentes niveles, creando una compleja red
de gobernanza climática. El camino es la complejidad y la cooperación. (Franchini,
et al, 2022)
Es así como la gobernanza permite el acceso a la información ambiental; y la
participación pública, en la gestión ambiental estatal. Argentina, en el año 2020,
mediante ley 27.566, ratificó el primer acuerdo regional ambiental, de América
Latina y el Caribe, Acuerdo de Escazú; que tiene como objetivo, garantizar la
implementación efectiva y plena de los derechos: al acceso a la información
ambiental; a la participación pública, en los procesos de toma de decisiones, sobre
gestión ambiental estatal; y al acceso a la justicia ambiental.
El Acuerdo de Escazú tiene su origen en la conferencia de las Naciones Unidas sobre
el Desarrollo sostenible, de 2012; y en el principio 10 de la Declaración de Río, de
1992. Los derechos que contempla, son considerados esenciales, para la protección
y promoción de un ambiente sano y del desarrollo sostenible.
Se entiende como desarrollo sostenible a aquel que contempla las dimensiones
social, económica y ambiental; que implementa el principio de equidad
intergeneracional. Si bien se trata de un principio sin frontera conceptual clara, se
puede predicar que la equidad intergeneracional hace referencia a la satisfacción
de las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer la satisfacción
de las necesidades de las futuras generaciones.
El concepto de desarrollo sostenible se erige como el fundamento central de la
Agenda 2030 de la ONU, y se configura como un paradigma normativo, que
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pretende transformar la acción política desde unos parámetros novedosos y
diferentes, que coloquen en el centro el bienestar socio-ambiental. (Millán Acevedo,
2022)
La Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, el hecho normativo más importante en
lo que respecta a la temática, fue elaborada dentro del marco de la Organización
de Naciones Unidas (ONU). Esta está conformada por 17 objetivos y 169 metas,
para construir un mundo centrado en las personas, la prosperidad y el ambiente
(Millán Acevedo, 2022), las tres dimensiones del desarrollo sostenible.
En Argentina, la Constitución nacional, de 1994, recepta en el art. 41° el paradigma
de desarrollo sostenible. Consagrando el derecho-deber a un ambiente sano; y a
un desarrollo que satisfaga necesidades presentes, sin aniquilar el derecho a
satisfacer sus necesidades, de las futuras generaciones También lo encontramos
en la ley de presupuesto mínimo de política ambiental 25.675, de 2002. Diversos
artículos hacen referencia al desarrollo sostenible, partiendo del art. 1°, que
establece, como un objeto de la norma, la implementación del desarrollo sostenible
en el país.
Volviendo a la temática de los RSU, ya se ha dicho, que los sistemas de disposición
de RSU, son altamente dinámicos, en producción de GEI. Los RSU, contienen
componentes amenazantes para el clima, el ambiente y las personas. Sin embargo,
la fracción orgánica de estos puede ser aprovechada mediante procesos biológicos,
como son la biometanización y el compostaje; entendidas como un proceso de
digestión anaerobia, y aerobia respectivamente. (Serna Mendoza, et al,2022)
Los gases generados por los basurales a cielo abierto, o por vertederos
municipales, son considerados como una importante fuente de GEI, debido a su
composición, y al contenido de estos. Es que la formación de gases es una
constante del proceso de fermentación y descomposición de los RSU. (Pinzón Uribe,
2019).
Los rellenos sanitarios, a partir del quinto año y durante la toda su etapa de
funcionamiento, tienen la capacidad de contaminar durante muchos años,
en especial en lo referente al gas metano, para el que se estima que ocupa
el 13% de las emisiones totales a nivel mundial, y donde su actividad
generadora aún perdura, después de clausurado el relleno, por un espacio
estimado de 50 años (Pinzón Uribe, 2019, p.1).
En Argentina, se estima, que los basurales a cielo abierto existentes emiten por año
20 millones de toneladas, equivalentes de dióxido de carbono. De continuar con
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esta línea, se calcula una emisión de 161 millones de toneladas, equivalentes de
carbono, para el año 2030. (Ministerio de ambiente y desarrollo sostenible, 2020)
Entonces, al indagar en la literatura y datos públicos sobre la relación entre
residuos y cambio climático, se encontró información y datos sobre la contribución
de GEI de los RSU. Pero a pesar de ello, en la práctica no suele establecerse dicha
relación. Por el contrario, “lo que se suele encontrar en la literatura son estudios
que realizan análisis aislados” (Serna Mendoza et al, 2022, p.1).
Al realizar un análisis conjunto de las problemáticas cambio climático y RSU, se
encuentra que, si bien los RSU son grandes contribuidores de GEI, si son
gestionados de forma estratégica y ambientalmente adecuada, pueden convertirse
en una respuesta de mitigación del cambio climático. Se deben abordar las
estrategias de mitigación del cambio climático y de gestión de RSU desde una
mirada transversal, a través de políticas públicas, que busquen gestionar ambos de
manera conjunta, en pos de lograr un efecto amplificado.
Mejorar los planes y sistemas de gestión de RSU, de forma sostenible, contribuiría
en la descarbonización; aportando a la acción climática; asegurando a su vez
mejores condiciones de salud a la población; y contribuyendo a la implementación
de economía circular. (CEPAL,2021)
La economía circular es un modelo sostenible, que emula los ciclos de la naturaleza,
regenerando o recuperando recursos, que, en el modelo lineal, son considerados
desechos. Este modelo o filosofía industrial, de carácter circular, se basa en 3 ejes:
reducir, reutilizar, y reciclar; y en el triple impacto: económico, social y ambiental,
para un desarrollo sostenible. (Díaz, et al, 2025)
El término economía circular se utilizó por primera vez en la literatura en 1980,
haciendo referencia a un sistema cerrado, de las interacciones entre economía y
ambiente. Diferenciándose fundamentalmente del sistema lineal. Una diferencia
central entre economía lineal y circular es que la primera pone el foco en la
rentabilidad, sin considerar el ciclo de vida, del producto colocado en el mercado; y
la segunda considera el ciclo de vida, del producto colocado en el mercado,
basándose en la sostenibilidad. (Díaz, et al, 2025)
La Economía circular, a diferencia del tradicional modelo, economía lineal, que se
basa en un extraer, producir, consumir y desechar, se basa en compartir, alquilar,
reusar, reparar, reutilizar y reciclar. Por lo cual, tanto los productos, como sus
materias primas, tienen valor económico. De esa forma, se reduce el impacto
ambiental. (Bourguignon, 2016)
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El objetivo principal de la economía circular es que los procesos de diseño,
producción y consumo, tengan el menor impacto ambiental posible: minimizando
energía utilizada, que provenga de fuentes renovables; minimizando uso de agua;
utilizando materias primas no contaminantes, reciclables o reutilizables; que la vida
útil de los productos no sea limitada, con posibilidad de reparación; reincorporando
materiales al ciclo productivo como materias primas; tratando y valorizando
residuos; implementando, sistemas de conversión de residuos, en energía. (Díaz,
et al, 2025)
El caso del Programa GEF ARG/16/G23 Biogás
Se seleccionó como caso de estudio, el periodo 2018-2023, del organismo Naciones
Unidas para el Desarrollo; implementado por el Ministerio de ambiente y desarrollo
sostenible; y financiado por el Fondo para el Ambiente Mundial (GEF).
Este programa fue proyectado como una política ambiental transversal, con el
objetivo de gestionar de forma conjunta las problemáticas del cambio climático y
de gestión de los RSU. El enfoque residió en los gases de vertedero (término que se
aplica a la mezcla de gases, que se generan en el proceso de fermentación y
descomposición de los RSU), su contribución al cambio climático, y en cómo
transformar el problema de los RSU en una estrategia de mitigación de cambio
climático.
Asimismo, el programa se encuadró dentro del Objetivo de desarrollo sostenible
(ODS) 11 (ciudades y comunidades sostenibles), meta 11.6 (Reducir el impacto
ambiental negativo per cápita de las ciudades, incluso prestando especial atención,
a la calidad del aire, y la gestión de los desechos municipales, y de otro tipo). Sin
embargo, la implementación de cualquiera de los 17 ODS tendrá siempre efectos
directos y efectos transversales. En este caso, la interrelación se produce entre el
objetivo 11 y los objetivos 7 (energía asequible y no contaminante); 13 (acción por
el clima); 15 (vida de ecosistemas terrestres); 1 (reducción de la pobreza); 12
(producción y consumo sostenible); y 6 (agua limpia y saneamiento).
El caso de estudio, proyectó como objetivos directos: evitar las emisiones de gas
metano, producto de la incorrecta gestión de la fracción orgánica, de los RSU;
logrando, conjuntamente, mejorar las prácticas de gestión de los RSU, de los
sistemas municipales. Asimismo, reducir la cantidad de residuos orgánicos, que se
envían a disposición final; reducir las emisiones de GEI; fomentar las energías
renovables; y mejorar los suelos, aprovechando la materia orgánica.
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“Comprender la Agenda 2030 en su carácter universal, indivisible, e
interrelacionado como los ODS y sus metas, implica introducir un entramado de
interrelaciones y sinergias” (Consejo nacional de coordinación de políticas sociales,
2021 p.7), por lo cual, “pueden ser considerados como una red de metas.” (Consejo
nacional de coordinación de políticas sociales 2021, p.7)
De allí que las intervenciones de políticas públicas sobre gestión de RSU pueden
incidir directa o indirectamente: en la conversión de las actuales ciudades y
comunidades, en ciudades y comunidades más sostenibles; en la mitigación del
cambio climático; en la conservación de ecosistemas terrestres e interiores, de
agua dulce; en la generación de energías renovables; en la reducción de la pobreza;
en la promoción del consumo responsable y sostenible. Generándose una red
virtuosa.
El Programa GEF ARG/16/G23 Biogás tuvo en miras demostrar que los sistemas de
generación y aprovechamiento de biogás, proveniente de la fracción orgánica de
los RSU generados en los municipios, son sostenibles desde el punto de vista
técnico, ambiental, institucional y económico financiero; a los fines de ser
incorporados, a futuro, a los programas de gestión de RSU de los municipios.
Igualmente, se proyectó la ejecución a futuro de proyectos que aprovechasen el
biogás para la generación de energía térmica y/ o eléctrica. (Ministerio de ambiente
y desarrollo sostenible, 2020)
Dentro de los objetivos, en lo que respecta a los vertederos municipales en
particular, se previó estimar la cantidad de gas metano generado, y los efectos, de
su aprovechamiento, sobre las emisiones de GEI; tomando como parámetro, las
emisiones registradas, previamente. Inclusive,
estimar la cantidad de emisiones evitadas, de manera indirecta, gracias a la
generación de energía eléctrica, mediante gas metano capturado; elaborar
una hoja de ruta para la explotación de gas metano de rellenos sanitarios,
en cada localidad relevada, que incluya trámites de aprobación, cuestiones
legales, en pos de viabilizar una propuesta de aprovechamiento del gas, en
cada jurisdicción. (INTI,2021, p. 13)
El programa conjugó ambas problemáticas, RSU y cambio climático, a través de una
política pública, recurriendo a una metodología, para la articulación de la red de
metas, y objetivos de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible. Logrando, un diseño
práctico de los componentes de integralidad e interrelación, que la Agenda 2030
plantea. Por ello, el Programa GEF ARG/16/G23 Biogás fue una política ambiental
relevante e innovadora en Argentina.
15.a Edición | JULIO 2025 | ISSN 2618-1894 | Artículos Científicos
Lo que permite considerar que, si bien las políticas de gestión de RSU y de cambio
climático representan un desafío de política pública para Argentina; puede ser
viable diseñar e implementar programas de gestión transversales; eficaces y
eficientes; basados en metodologías ambientalmente adecuadas, que contemplen
los lineamientos establecidos por la Agenda 2030, para el desarrollo sostenible.
Conclusión
No es una temática usual en la literatura la relación entre cambio climático y RSU.
A pesar de que los RSU son una fuente importante de GEI, causantes del cambio
climático. A su vez, es poco investigado el vínculo entre las políticas ambientales,
que abordan la gestión de RSU y de cambio climático. Este trabajo constituye una
reflexión preliminar, con vocación de visibilizar la relación entre las políticas de
gestión climática y las de gestión de RSU, a los fines de que se trasladen los
conocimientos teóricos al ámbito práctico de las políticas ambientales.
La situación actual requiere una reorientación en el diseño e implementación de
políticas ambientales. Dejando de lado la perspectiva sectorial, limitada y aislada; e
incorporando una visión integral, interrelacionada, sistémica y de articulación. La
creación de espacios, por parte del Estado, para la coordinación de acuerdos y
alianzas; así como para la participación ciudadana, e intervención de diversos
sectores y actores, en el diseño de las políticas, deviene fundamental.
Es importante que el diseño e implementación de políticas ambientales se oriente:
a gestionar problemáticas, mediante soluciones transversales, de acuerdo con los
lineamientos establecidos en la Agenda 2030; y a la coalición entre los actores de
diferentes sectores, en todas las etapas, que conlleva el proceso de diseño e
implementación.
Para la gestión de las problemáticas de RSU y cambio climático se requiere de la
construcción de políticas que, mediante una red de objetivos, conjuguen acción
climática con gestión de RSU, y así implementen gestiones de RSU sostenibles y
circulares; que sean a su vez, políticas climáticas.
Trasladar los conocimientos teóricos al ámbito práctico de las políticas ambientales
representaría una oportunidad para impulsar cambios, hacia una administración
pública, más horizontal; eficiente; innovadora; transparente, y democrática;
adaptada a los desafíos de la época. (Millán Acevedo, 2022)
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