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16.a Edición | DICIEMBRE 2025 | ISSN 2618-1894 | Artículos Científicos
transformaciones sociales sustanciales fueron el desplazamiento de la leña por el
carbón mineral y éste por el petróleo y sus derivados. De modo tal, que las
transiciones de un marco energético a otro no son ajenas a la evolución humana.
Por el contrario, la cuestión de la energía ha sido frecuentemente la causa
determinante de muchos procesos históricos. Pero lo que tiene de singular la actual
transición energética es que se trata, por primera vez en la historia, de una
transformación del sector de la energía perseguida, planeada y controlada por los
humanos. En el pasado, ciertos acontecimientos aleatorios –o al menos, fuera del
gobierno de los seres humanos-, como el descubrimiento casual de una fuente
nueva de energía, determinaban cambios en otras esferas. Sin lugar a duda, la
transición energética contemporánea fue provocada por la presencia,
científicamente comprobable, del Cambio Climático. Pero la decisión de cambiar el
sector energético para su mitigación es antropogénica. Por supuesto que es válido
a ese proceso de cambio fundamental adosar o adjuntar otros objetivos. Sin
embargo, el problema se presentará al momento de evaluar el éxito o el fracaso de
la transición. ¿Cómo sería considerada la transición en un supuesto país donde se
logró desplazar completamente a los combustibles fósiles por aerogeneradores y
paneles fotovoltaicos para generación eléctrica, pero no tuvo éxito en reducir el
porcentaje de sus habitantes que no tienen acceso a la electricidad? Es por esto por
lo que proponemos, como una primera instancia de resolución, distinguir entre
objetivos agregados directos o indirectos. En el primer caso el objetivo puede ser
logrado dentro del propio proceso de transición y, en cambio, el segundo requiere
de decisiones generadas en otros ámbitos distintos del de la energía.
Ejemplificamos esto con el caso de la pobreza energética. En tanto consideremos la
primera definición vista más arriba, es decir, escasez o dificultad en el acceso a
recursos energéticos adecuados y adaptables - principalmente, la electricidad-, su
vínculo con el proceso de transición es directo ya que se trata de un problema
expansión de infraestructura inherente al sector de la energía. Pero si pensamos
en la segunda definición, esto es, como estrechez presupuestaria de los
consumidores para abonar los servicios energéticos, será necesario algo más fuera
de los planes de transformación energética, v.g., una política gubernamental de
ingresos de la población. En este caso la mitigación de la pobreza energética sería
un objetivo agregado indirecto. En definitiva, y más allá de este último ejemplo, se
trata en cada caso de objetivos agregados, además de procurar una clara
definición, evaluar si lo que se pretende puede ser logrado dentro de un proceso
de transición energética, que es fundamentalmente una modificación tecno-
económica del sector energético, o requiere de la modificación de otros marcos
sociales, políticos o culturales. Queda, entonces, para trabajos futuros, proponer