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16.a Edición | DICIEMBRE 2025 | ISSN 2618-1894 | Artículos Científicos
¿QUÉ ES UNA TRANSICIÓN ENERGÉTICA?
What is Energy Transition?
ROMANDETTA, Aníbal Julio Ramón
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Romandetta, A. J. R. (2025). ¿Qué es una Transición Energética? Revista INNOVA, Revista
argentina de Ciencia y Tecnología, 16.
RESUMEN
Los términos transición energética son de un uso tan frecuente y habitual en
nuestros días, que encontrarlos en la común cotidianeidad ya no sorprende. Sin
embargo, quizás a consecuencia de su propia expansión, los sentidos y significados
de esa expresión se han multiplicado de tal manera que se puede decir, con poco
riesgo a equivocarse, que tienen una acepción distinta en cada dicente que los
invoca. Nuestro propósito es ejercitar una primera aproximación para dilucidar
esos términos a través de cuatro caminos o trayectos de análisis a la luz de la
literatura especializada en el tema energético. Dos vías son de tipo etimológico, con
las que revisaremos los conceptos fundamentales involucrados. En las siguientes
dos, la meta es aportar a la comprensión de los términos en cuestión, como
herramientas importantes para precisar la definición, sendas exploraciones sobre
los contenidos. En las conclusiones finales aportamos una mirada crítica sobre los
resultados de elucidación obtenidos.
PALABRAS CLAVE
transición/energía/concepto/definición/elucidación
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Universidad Nacional de Tres de Febrero, Argentina / aromandetta@untref.edu.ar
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ABSTRACT
The terms "energy transition" are so frequently and routinely used these days that
finding them in everyday life is no longer surprising. However, perhaps as a result of
their very expansion, the meanings and senses of this expression have multiplied to such
an extent that it can be said, with little risk of error, that they have a different meaning
for each speaker who uses them. Our purpose is to undertake a first approach to
elucidating these terms through four paths or avenues of analysis considering the
specialized literature on energy. Two paths are etymological in nature, with which we
will review the fundamental concepts involved. In the following two, the goal is to
contribute to the understanding of the terms in question, as important tools for
clarifying their definition, with separate explorations of their contents. In the final
conclusions, we provide a critical look at the elucidation results obtained.
KEY WORDS
transition/energy/concept/definition/elucidation
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Objetivos
Es altamente frecuente encontrar en toda la constelación de medios periodísticos,
tanto impresos como audiovisuales, en redes sociales y también en la literatura
académica las alusiones al proceso vinculado con la transformación de la energía
en el mundo contemporáneo. Pero encontramos dos cuestiones problemáticas:
por un lado, se evidencia -con mayor frecuencia de la esperada-, significados
distintos en el uso común; por el otro, aparece una divergencia en la definición de
los objetivos de ese proceso. Ambas cuestiones están íntimamente relacionadas
pues si no logramos definir con la mejor precisión posible de qué se trata la
transición energética, mal definiremos sus metas y mal podremos evaluar sus
resultados. Nos proponemos, entonces, realizar una primera aproximación al
concepto de transición energética que consideramos de muy alta importancia en
nuestros días y con muy amplios y diferentes significados.
Introducción
“La realidad (como las grandes ciudades) se ha extendido y se ha ramificado en los
últimos años”. Con estas palabras, combinadas en una sorprendente metáfora,
comienza El perjurio de la nieve, uno de los mejores cuentos (si no el mejor) del
escritor argentino Adolfo Bioy Casares. Y las traemos a este escrito porque son muy
apropiadas para nuestro tema: a semejanza del mundo real y las dilatadas urbes,
el concepto de transición energética se ha expandido y se ha multiplicado, al menos
desde principios del presente siglo.
Como anticipamos en el apartado anterior, nos proponemos llegar a una definición
de aquellos términos con la mejor precisión posible y en un primer ejercicio de
elucidación. La metodología por aplicar consiste en explorar cuatro caminos de
análisis -que llamaremos trayectos- distintos que nos lleven a reconstruir y
comprender los términos bajo examen (Figura 1). En el primero revisaremos los
conceptos esenciales, como energía y transición, sin perjuicio, de repasar otros
como sistema energético que será de mucha utilidad en los restantes recorridos. En
la segunda trayectoria, analizaremos lo que en lingüística se llama número
gramatical, es decir, si es s conveniente aludir a las palabras en cuestión en
forma plural o singular, asunto que, como veremos, a pesar de su aparente
trivialidad encierra conceptos sustanciales para entender los procesos de
transformación de la energía. En la tercera vía, indagamos la primera causa o la
razón más esencial por la cual aparece el concepto de la transición en nuestros días,
lo que nos dará un fundamento primordial para entender el concepto. En el último
camino, investigaremos un fenómeno particular que se presenta en esta
problemática de la energía, esto es, la multitud de términos donde la palabra
energía aparece en su forma adjetival y que, al menos en primera instancia,
parecen agregar objetivos al proceso primigenio de la transformación energética
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contemporánea. Los dos primeros trayectos tienen la índole del análisis
etimológico y lingüístico mientras que los dos subsiguientes apuntan a definir la
transición energética comprendiendo sus causas y sus metas.
Figura 1
Una propuesta de cuatro vías para elucidar la expresión transición energética
Fuente: elaboración propia
Primer trayecto. Los conceptos
La definición más simple y básica de los términos transición energética es la que nos
dice que se trata de un proceso por el cual un determinado sistema energético se
transforma en otro. Sin embargo, este concepto, aparentemente sencillo, deberá
recorrer múltiples análisis para aproximarse a una primera instancia de
elucidación. El primer camino por transitar nos lleva a interrogarnos sobre a qué
aludimos con los vocablos sistema energético, aunque previamente es conveniente
repasar el concepto central en discusión, es decir, la idea de energía. Siguiendo a
Mario Bunge (1999), definimos a la energía como una propiedad de los objetos
Conceptos
básicos
Número
gramatical
Causalidad
esencial
Objetivos
agregados
Transición
Energética
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materiales. No es un estado de la materia ni es un proceso. Es una propiedad física
universal de un objeto material concreto que, si se encuentra aislado, no cambia
con el tiempo. Así salva este físico y epistemólogo argentino-canadiense la
escéptica (y sorprendente) afirmación de uno de los más importantes físicos del
siglo XX: “Es importante darse cuenta de que en la Física actual no sabemos lo que
la energía es” (Feynman, 1963, p. 4-2). La energía es imprescindible para la
supervivencia humana en la biosfera. Buena parte de esa energía es provista por
nuestra estrella más cercana, que es el Sol. Sin embargo, son muy pocos los casos
en que podemos utilizar directamente la energía solar. Lo s común en la vida
humana sobre la Tierra es tener que convertir la energía disponible de fuentes
primarias (como es el caso de la solar), en otra forma energética s apropiada,
adecuada o adaptable a nuestros usos corrientes de consumo energético. De modo
que de aquí surgen con claridad las tres dimensiones del concepto de energía: su
obtención o generación, su transformación y sus modos de consumo. Con esto en
mente podemos definir como sistema energético al conjunto de dispositivos,
artefactos, instalaciones, hábitos, procesos y procedimientos que caracterizan a
cada una de las facetas de la energía (generación, transformación y consumo) en
una determinada época, en un determinado lugar geográfico y dentro de un marco
sociocultural. Así, y volviendo a la primera definición, la transición energética es un
proceso por el cual se transforma un conjunto de dispositivos, procesos, hábitos y
modalidades con los que se obtiene, se convierte y se consume la energía, en otro
conjunto que contend uno o varios elementos nuevos en alguna de las
dimensiones energéticas, o, si ya existentes, que aparezcan modificados. Es
necesario resaltar aquí también, que la palabra transición intenta señalar un
intervalo de tiempo, más o menos prolongado, en el cual lo antiguo o anterior
convive con lo nuevo o lo futuro. Hablar de transición es hablar de algo dinámico,
una senda que se está recorriendo, algo que está mutando en el siempre inasible
presente.
Segundo trayecto. ¿Singular o plural?
En esta segunda senda del presente trabajo, discutiremos la cuestión de la
pertinencia en el uso del singular o del plural en la expresión que estamos
analizando, es decir, la categoría gramatical de número más adecuada en el uso
común. La modalidad plural se fundamenta en que el conjunto de las acciones que
componen una transición energética es diferente en cada unidad de análisis (sean
países o regiones) ya que en la gran mayoría de los casos los sistemas energéticos
de partida son distintos. Una forma didáctica y cristalina de exponer la situación de
un sector energético es a través de las gráficas de las matrices energéticas
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correspondientes. Comprender los conceptos sobre los que se elaboran esas
representaciones cuantitativas es un aporte sustancial para entender el punto de
partida y el punto de arribo de un proceso de transición energética. Tres matrices
energéticas son las más comúnmente halladas en la literatura correspondiente, a
saber:
Matriz primaria: comprende todas las fuentes primarias de energía de un país o
región. Así se incluyen combustibles fósiles, energía hidroeléctrica o las modernas
energías renovables. Sin embargo, hay detalles que deben ser adecuadamente
entendidos. Por ejemplo, en este tipo de matrices conviven los combustibles fósiles
que, por lo general, deben ser transformados para ser utilizados y energías como
la eólica, la fotovoltaica o la hidroeléctrica, que convierten el recurso natural, sea
viento, Sol o agua, respectivamente, en fluido eléctrico que puede ser usado
directamente, sin ningún proceso intermedio. Por otra parte, este tipo de matriz no
discrimina qué porcentaje de cada recurso representado es de origen nacional o
ha sido importado.
En la Figura 2 se muestra como ejemplo el caso de Dinamarca en el año 1990. En
aquel momento la oferta de energía primaria estaba dominada ampliamente (93%)
por los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural). Aunque este país
escandinavo poseía cierta cantidad de minas de carbón en explotación económica
en su propio territorio -y también algo de gas natural-, poco más de un tercio de
toda su energía primaria debía importarla (principalmente petróleo).
Figura 2
Matriz energética primaria de Dinamarca en 1990
Fuente: Elaboración propia en base a datos de IEA (International Energy Agency)
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Matriz de demanda: también llamada matriz de consumo, esta gráfica muestra
efectivamente el mapa del consumo energético (Figura 3). Se suelen presentar dos
modalidades: el consumo por sectores predefinidos (v.g., residencial, comercial e
industrial) o el consumo por tipo de energía (electricidad, refinados del petróleo,
gas natural, etc.).
Figura 3
Matriz de consumo por sectores de Canadá en el año 2022
Fuente: Elaboración propia en base a datos de IEA
45,63
0,35
10,85
36,36
6,81
DINAMARCA
MATRIZ PRIMARIA - AÑO 1990
Petróleo
Hidro, eólica y solar
Gas Natural
Carbón
Biocombustibles
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Matriz de generación eléctrica: es la representación de la participación de cada
fuente primaria en la producción de electricidad (Figura 4).
Figura 4
Matriz de generación eléctrica para la República Argentina en el año 2022
Fuente: Elaboración propia en base a datos de CAMMESA (Compañía Argentina del
Mercado Mayorista Eléctrico S. A.)
23,6
29,7
17,5
14,4
3,5
11,2 0,0
CANADÁ
MATRIZ DE CONSUMO - AÑO 2022
Industria
Transporte
Residencial
Comercio y servicios públicos
Agricultura y forestación
Usos no-energéticos
Sin especificar
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Recapitulando: las estructuras de los sistemas energéticos de los países o regiones
son diferentes, pero además las metas de cambio posibles sobre esos puntos de
partida también son distintas ya que dependen de la conjugación positiva de una
gran cantidad de variables: financiamiento, factibilidad tecnológica, factores
climáticos, orográficos y geopolíticos, opinión pública, grupos de interés,
liderazgos, etc. Esto justifica el uso del plural: existen tantas transiciones
energéticas como países en el mundo.
Tercer trayecto. La causa esencial
El tercer camino de análisis nos lleva a reconocer que los términos transición
energética, en el vocabulario común de nuestros contemporáneos, refieren a la
actual transición energética. Desde su constitución en 1988, dentro del marco de la
Organización de las Naciones Unidas, el Grupo Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático (más conocido por sus siglas en inglés, IPCC), estimó y
confirmó en sus múltiples informes y publicaciones, que la principal
responsabilidad en el aumento de la temperatura media global era antrópica. Sin
descartar completamente la posibilidad de estar atravesando una era geológica de
calentamiento planetario, no obstante, los expertos imputaron a las actividades
humanas -particularmente intensas desde la Revolución Industrial-, el aumento de
13,3
5,1
56,5
20,8
4,3
ARGENTINA
MATRIZ DE GENERACIÓN ELÉCTRICA-AÑO 2022
Renovables
Nuclear
Térmica
Hidráulica
Importación
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la concentración en la atmósfera terrestre de los llamados Gases de Efecto
Invernadero (GEI) que impiden que una parte de la radiación solar que llega
habitualmente a la biosfera retorne al espacio exterior. Así, la radiación retenida
aumenta la temperatura media sobre la tierra y sobre los mares (The
Intergovernmental Panel on Climate Change, 2023). Dentro de las muchas
actividades humanas que aportan esos gases perjudiciales, las vinculadas al sector
energético son las principales responsables. Por lo tanto, se impone una
transformación profunda de dicho sector. Este es el principal cometido de la
transición energética de nuestros días. Pero cabe aquí explicitar una cuestión
importante. Por razones de pertinencia y de extensión del presente trabajo, no
podemos desplegar, más allá del resumen anterior, los fundamentos empíricos y
teóricos que demuestran la existencia del Cambio Climático -y su importante
componente antrópico- pero, sin embargo, no es saludable dejar pasar la
oportunidad para reafirmar y resaltar la evidencia científica al respecto, dado el
nuevo impulso que, en los últimos años, tanto en nuestro país como en el mundo,
han recibido las corrientes del negacionismo climático, que basándose en
argumentos inconsistentes y pseudocientíficos intentan detener los procesos de
cambio y transformación.
Cuarto trayecto. Los objetivos agregados
Nuestra cuarta vía de elucidación nos conduce a indagar sobre la conveniencia y
oportunidad de agregar nuevas metas al primario propósito de mitigar el cambio
climático, tal como hemos descripto en el recorrido anterior. Estas nuevas
pretensiones son postuladas por diferentes pensadores y académicos
mayoritariamente formados en las ciencias sociales. La formulación toma la
modalidad lingüística de incorporar el adjetivo “energético/a”, según corresponda,
a ciertos conceptos caros a las diversas disciplinas sociales. Sin la intención de ser
taxativos podemos citar los casos más frecuentes: soberanía, independencia,
pobreza, democracia, justicia, equidad, seguridad e inclusión. El planteo de
incorporación es simple: ya que se debe transformar el sector energético por
razones de supervivencia ambiental, es posible adjuntar a ese proceso nuevos
objetivos para lograr una modificación s profunda de nuestras comunidades,
considerando la importancia que la energía tiene en las sociedades humanas. De
modo tal, que la transición energética queda subordinada a un nuevo concepto, la
transición socioecológica, con alcances mucho más extendidos (Svampa y Bertinat,
2022, p.13). Sin embargo, como sucede muchas veces, lo que aparenta ser simple,
oculta ciertos niveles de complejidad.
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La ambigüedad de los términos citados o su muy frecuente pluralidad de
definiciones y significados son el principal inconveniente. Por la extensión debida
de este trabajo nos limitaremos a examinar cuatro conceptos que consideramos
emblemáticos en la literatura energética: soberanía, pobreza, independencia y
democracia. La reiteradamente aludida soberanía energética es uno de los términos
más insistidos como objetivo anexado o adosado a los procesos de transición
energética y muy cara a discursivas gubernamentales o ideológicas de todo tipo.
Para algunos autores la soberanía energética se edifica a través de la participación
de la ciudadanía en las definiciones vinculadas a la generación y el uso de la energía
(Espinoza et al., 2015, p. 35). Es la más diluida de las definiciones de soberanía
energética y recuerda al épico proceso conocido como el Espíritu de Schönau en
referencia al pueblo alpino de Alemania que a principios de los os 90, comenzó
una larga jornada para “emanciparse” de la poderosa compañía eléctrica de la
región bávara, asumiendo una cooperativa local de vecinos la responsabilidad y el
control de los servicios eléctricos
2
.
Sin embargo, en muy distintos términos define la soberanía energética un
académico brasileño de la Universidad de Sao Paulo:
La soberanía energética es un componente esencial de la soberanía
económica nacional, pues abarca un sector clave de la economía del país. El
Estado debe tomar decisiones autónomas sobre la producción y destino de
sus recursos energéticos, planeando su desarrollo y evitando la
dependencia tecnológica de factores externos para la producción de
energía. De este modo, el control estatal sobre las fuentes de energía
consiste en un eje central de un proyecto democrático en el que la política
macroeconómica esté al servicio de los intereses nacionales, además de
poder propiciar un planeamiento energético a largo plazo. Bercovici, 2015,
p.566
2
Para la historia completa de esa suerte de epopeya véase Dietsche et al., 2008, video
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A diferencia de la primera definición de soberanía energética que hacía residir esa
categoría en la comunidad misma o en todo caso en el grupo de ciudadanos
responsables y participantes, esta segunda visión, más estricta y concreta, hace
recaer en el Estado el rol de celoso contenedor de la soberanía en materia de
energía.
Otro de los conceptos que revisamos es el de pobreza energética que debe enfrentar
al menos dos definiciones distintas. La primera se refiere a la escasa (o nula en
algunos casos) disponibilidad de acceder a servicios energéticos de calidad,
suficientes, seguros y asequibles. Esto es, en general, que un determinado grupo
humano no tenga acceso a la electricidad, entendida como la forma de energía más
flexible y versátil
3
, para todas sus actividades cotidianas (Panca y Pelayo Calatayud,
2021; Fornillo, 2017; Kazimierski, 2020; Martín Murillo y Sánchez López, 2023). Es
decir, esta primera definición de pobreza energética refiere a un problema de
accesibilidad a fuentes más eficientes y modernas de energía.
La segunda acepción es en rigor la original y se refiere a la falta de ingresos
suficientes en las unidades consumidoras para afrontar el gasto de los servicios
energéticos de los cuales dispone. Fuel Poverty: From Cold Homes to Affordable
Warmth es el título del libro que publicó la socióloga Brenda Boardman en 1991 y
donde presenta este nuevo concepto. Bajo su análisis, los hogares británicos que
debían destinar más del 10% de sus ingresos al pago de sus facturas energéticas
se encontraban en situación de pobreza energética
4
. Esta definición incumbe
directamente a uno de los aspectos más controvertidos de la economía de la
energía, es decir, los costos y las tarifas.
Sin embargo, ambos significados no son mutuamente excluyentes, y en un sinfín
de situaciones es posible encontrar evidencia de la superposición de ambos
fenómenos como lo expresa con claridad un informe de la Comisión Europea:
[La pobreza energética] comúnmente se define como la incapacidad de los
hogares para garantizar sus necesidades energéticas y está vinculada a una
combinación de factores. Dado que las razones de la pobreza energética
3
Se incluye muchas veces el calificativo de “moderna” también. Consideramos que es válido incorporarlo,
pero con ciertos reparos, ya que también es necesario dilucidar su definición y alcance.
4
En el idioma inglés la diferencia entre fuel poverty y energy poverty tiene sentido. La primera combinación
refiere al concepto original vinculado a un problema de ingresos, en cambio, la segunda alude al significado
de falta de acceso físico a fuentes energéticas. Para un estudio detallado de esta cuestión véase Robic et al.,
2010.
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pueden ser muchas, esto también significa que no existe un solo tipo o razón
para la pobreza energética y su naturaleza puede variar incluso a nivel local.
Puede mostrarse como una situación en la que largos períodos de cortes de
energía crean la imposibilidad de acceder a la energía, pero también como
un conjunto de condiciones en las que las personas o los hogares no pueden
calentar/enfriar adecuadamente o proporcionar otros servicios energéticos
necesarios en sus hogares a un precio asequible
5
. European Commission,
2022, p. 6
En cuanto al concepto de independencia energética no encontramos mejor ejemplo
de su significado que el expresado por la Dra. Úrsula von der Leyen como
presidenta de la Comisión Europea en su discurso al Parlamento Europeo el 1 de
marzo de 2022, pocos días después de la invasión rusa de Ucrania:
Nuestras inversiones de hoy nos harán más independientes mañana.
Pienso, ante todo, en nuestra seguridad energética. Simplemente no
podemos confiar en un proveedor que nos amenaza explícitamente...Pero a
largo plazo, será nuestro cambio a las energías renovables y al hidrógeno lo
que nos hará verdaderamente independientes... Porque cada kilovatio-hora
de electricidad que Europa genera a partir de energía solar, eólica,
hidroeléctrica o biomasa reduce nuestra dependencia del gas ruso y otras
5
Íntimamente vinculado al concepto de pobreza energética se encuentra el de asequibilidad de la energía.
En este caso también se presentan dos acepciones: asequible como cualidad de una cosa que puede ser
simplemente tomada o aprehendida o asequible como la característica de que una cosa puede ser adquirida
a cambio de algún tipo de precio o contraprestación. En la literatura sobre la energía se utiliza asiduamente
este vocablo pero pocas veces se aclara en cuál de los dos sentidos se lo debe comprender.
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fuentes de energía. Esta es una inversión estratégica. Y, Señorías, se trata de
una inversión estratégica, porque, además, una menor dependencia del gas
ruso y otras fuentes de combustibles fósiles también significa menos dinero
para el arca de la guerra del Kremlin.Von der Leyen, 2022
¿Cómo había llegado Europa a depender tanto de la energía fósil llegada desde
Rusia? La Ostpolitik o la nueva mirada alemana hacia el Este fue, desde fines de los
años sesenta y principios de los setenta, un cambio diplomático profundo en
relación con el vínculo de la República Federal Alemana con el bloque soviético.
Impulsada por los líderes socialdemócratas Helmut Schmidt y Willy Brandt, junto a
la economista y periodista Marion Donhoff, consideraba que Alemania no podía
seguir dándole la espalda a los países del Este, o vivir como si no existieran, en
especial, la otra mitad oriental alemana, la República Democrática Alemana (RDA).
Uno de los ámbitos donde comenzó este cambio importante, dentro del panorama
general de la Guerra Fría, fue el energético. Producto de la Ostpolitik, en 1973, año
de la gran crisis del petróleo, empezó a llegar gas natural ruso a Baviera a través
de la extensión de un gasoducto que recorría la antigua Checoslovaquia. Tiempo
después con la caída del Muro de Berlín y la posterior implosión de la Unión
Soviética, con los vientos de desconfianza mutua disipados, los gasoductos del Este
de Europa se multiplicaron. No obstante, ya entrados en el actual siglo, las
permanentes disputas territoriales entre la Federación Rusa y Ucrania derivaron en
la construcción de un enlace gasífero directo entre la Alemania reunificada y Rusia,
bajo las aguas del Mar Báltico (Nord Stream 1 y 2), en un intento de esquivar los
gasoductos enterrados en campos ucranianos por los que fluía el 66% del gas
consumido por los alemanes. Así, Europa, en general, y Alemania, en particular,
tejieron su enorme dependencia del gas ruso que sufrió un impacto demoledor en
febrero de 2022 con la invasión rusa de territorio ucraniano. Las palabras citadas
de von der Leyen dan cuenta de la imperiosa y dramática necesidad que surgió en
la Unión Europea por lograr la independencia energética respecto de Rusia. Este
caso estimula la reflexión sobre la relación entre la localidad de las fuentes de
energía y la independencia energética. Mientras que los combustibles fósiles se
encuentran alojados en yacimientos subterráneos ubicados en determinados
puntos geográficos del planeta, el viento o la radiación solar son, más allá de ciertos
límites, ubicuos. El hallazgo de una prometedora fuente de petróleo significaba
para el país que dominase esa área un verdadero milagro de bonanza económica.
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Tal es el caso de Noruega, que hasta la aparición del oro negro sobre sus costas del
Mar del Norte a principios de los años setenta, era una comunidad con escasa renta
per cápita y basada, casi exclusivamente, en la actividad pesquera. A los países que
no eran bendecidos con los combustibles fósiles les quedaba el desafío de
implementar una política energética que tuviese como premisa fundamental esa
ausencia. Cabe, entonces, comprender que muchos países persigan en su
transición energética el objetivo de no depender de los avatares del mercado de
combustibles fósiles. Es el caso de Uruguay. No obstante, aunque la eólica y la solar
pueden, en principio, entregar todo su potencial energético en la gran mayoría de
los países, también tienen sus desventajas como para proliferar y proporcionar la
ansiada independencia energética, tal como veremos más adelante.
El cuarto sustantivo al que se le agrega el adjetivo que lo vincula al mundo de la
energía es el término democracia. Existe abundante literatura sobre la definición y
las características que asume (o debe asumir) el concepto de democracia energética.
Sin embargo, aquí nos encontramos con una dificultad no hallada en los casos
anteriores, y esto es, la gran dispersión, a veces muy divergente, de significados y
sentidos a los que apuntan esas ideas. “La democracia energética no tiene una
definición unívoca”, nos avisa un informe surgido de un taller de debate
internacional (Angel, 2016, p. 3). Según refieren Kunze y Becker (2014) en el
Campamento para la Acción Climática
6
del 2012 organizado en Lausitz
7
, se concluyó
en la siguiente definición:
La democracia energética significa que todos tengan acceso garantizado a
suficiente energía. Por lo tanto, la producción de energía no debe
contaminar el medio ambiente ni perjudicar a las personas. Más
concretamente, esto significa que los recursos de combustibles fósiles
deben permanecer bajo tierra, los medios de producción deben socializarse
6
Los Campamentos de Acción Climática (Camps for Climate Action) son una línea de acción de distintos
movimientos ambientalistas que consisten en desplegar en espacios amplio y naturales diversas actividades
(talleres, reuniones informativas y didácticas, encuentros, etc.) con el objetivo de despertar conciencia sobre
el cuidado del clima. La idea surgió en 2005, en Stirling, Escocia, luego de la reunión del G8.
7
Lausitz (o Lusacia, en español) es una región del Este de Alemania, cerca de la frontera con
Polonia, que es compartida por los estados federados de Sajonia y Brandeburgo.
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y democratizarse, y que debemos replantearnos nuestra actitud general
hacia el consumo de energía.
Vemos en estas frases coincidencias y superposiciones con los conceptos de
pobreza energética y cuidado del medio ambiente. También incorpora una
preocupación por la seguridad energética en el sentido de prevenir posibles
problemas de contaminación y, más generalmente, todo riesgo para la integridad
de la persona humana derivado de las actividades del sector energético. En este
sentido, es muy interesante el amplio estudio realizado por Osička, Szulecki y
Jenkins (2023) comparando y contrastando los conceptos de justicia energética y
democracia energética. Además de señalar la coincidencia en varios de los objetivos
perseguidos por ambos conceptos, revelan que en buena parte de la literatura
analizada se evita dar una definición acabada. Sin embargo, uno de los autores de
ese trabajo, en otro escrito de varios años antes, aunque encontró que la idea de
democracia energética era un “concepto en disputa” detectó al menos tres
características comunes cuando se aludía a esa terminología: participación
ciudadana, descentralización del poder y justicia energética (Szulecki, 2017). En
definitiva, considera este autor que la democracia energética es un gran marco
conceptual tanto como normativo que asume distintos significados según el
contexto político y los actores que lo invocan. Como ejemplo, vale indicar que tal
marco conceptual lo encontramos en el documento fundador de la Energiewende,
la Transición Energética de la República Federal de Alemania que es considerada el
paradigma de las transiciones energéticas. Ese trabajo, que originalmente surgió
de un grupo compuesto por varias consultoras internacionales y universidades del
país, lo hizo propio el gobierno federal germano en septiembre de 2010 bajo el
título de Energiekonzept (Concepto Energía). Este documento describe
esencialmente los objetivos a cumplir para la transformación energética alemana y
determina las estrategias para lograrlo. Aunque ninguna de las palabras que
estamos analizando (soberanía, independencia, pobreza, democracia) figuran en
su texto menciona dos elementos que considera estrictamente necesarios para
que la Energiewende llegue a buen puerto: participación y transparencia. El primer
concepto se refiere a que
...a pesar de los polémicos debates sobre política energética el Gobierno
Federal trabajará con asociaciones empresariales y medioambientales, y con
todos los grupos sociales interesados para encontrar formas de ampliar el
17
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consenso sobre la política energética futura. (Bundesministerium für
Wirtschaft und Energie [BMWE], 2010)
En cuanto al segundo elemento son tan elocuentes las palabras del Energiekonzept,
que sólo cabe reproducirlas aquí y reflexionar sobre ellas:
Es fundamental que los objetivos a largo plazo [de la transición energética]
y las medidas para su implementación estén justificados de manera
comprensible. Esto también incluye, en particular, que los hechos y cifras
relevantes, sobre cuya base se toman las decisiones estatales, se pongan a
disposición del público de forma comprensible. (BMWE, 2010)
El capítulo del Energiekonzept que trata sobre participación, aceptación y
transparencia concluye con una afirmación que consideramos muy adecuada para
traer aquí: “Una política energética también necesita un mínimo de continuidad”
(BMWE, 2010).
Conclusiones
Con la primera vía recorrida de nuestro análisis hemos podido aproximarnos al
concepto de energía, muchas veces elusivo a la razón humana pero siempre de
naturaleza multidisciplinar. En el segundo recorrido de esta indagación concluimos
que es más apropiado el uso del plural en la expresión transición energética, dada
la gran diversidad en la composición de las fuentes de partida como en los objetivos
de su transformación. El tercer trayecto nos llevó a establecer el principal objetivo
de las transiciones energéticas actuales, esto es, mitigar el calentamiento global.
Como señalamos más arriba, aunque minoritario y con escaso respaldo académico,
el negacionismo del Cambio Climático aún persiste. Sin embargo, más allá de esa
posición extrema anticientífica e irreductible, es válida la discusión sobre en qué
porcentaje del fenómeno de calentamiento incide lo antropogénico y lo no-
antropogénico. Pero como señalamos más arriba, en cualquier balance de esos
porcentajes, vale realizar todos los esfuerzos posibles sobre la parte que
podemos controlar que son nuestros actos y actividades humanas. El planteo
asociado a la cuarta vía de indagación quizás sea el más complejo. El principal
problema de los objetivos que se pretenden agregar a las transiciones energéticas
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se origina, en buena medida, en una cuestión de incumbencias. La energía es un
tema primariamente definido desde lo científico-tecnológico-económico y, por
ende, la transición energética también lo es. Luego, como en una segunda esfera
de pertinencia, el resto de las ciencias contribuyen con sus aportes, ampliando y
aclarando los términos, pero no sustituyendo las acepciones originales ofrecidas
por las ciencias de involucramiento primario. No tener en cuenta esto puede inducir
a errores. Así, en la concepción de un mundo dominado por el “capitalismo fósil” se
omite una consideración importante que es aportada desde el ámbito científico-
tecnológico: la densidad energética del petróleo es incomparable con cualquier
otra fuente de energía primaria hallada, hasta nuestros días, por los seres humanos
(Layton, 2008). De modo que, sin descartar intereses venales que florecen en todos
los ámbitos, existen razones objetivas para que el mundo haya estado
dependiendo -y aún dependa- de los combustibles fósiles. Por otra parte, la
veneración por las energías renovables como panacea ecológica de la humanidad
omite la naturaleza intrínsecamente intermitente de ese tipo de generación lo cual
implica la necesidad de mantener un respaldo térmico basado en combustibles
fósiles (lo que se denomina energía firme) o desarrollar dispositivos masivos de
almacenamiento de energía, para que cuando el viento o la radiación solar sean
escasos, entren a generar los dispositivos que sólo necesitan la provisión del
combustible fósil que requieren.
Si bien es empíricamente cierto que existen múltiples formas de transformación de
los sistemas energéticos, no tiene menos validez de verdad la presunción de
encontrar denominadores comunes a todas las transiciones. De hecho, ya nos
hemos referido a un objetivo común a todas las transiciones energéticas: mitigar
el Cambio Climático. Pero vislumbramos que no es el único. Por consiguiente,
aplicar un análisis por el cual puedan discriminarse factores comunes y globales a
toda transición (objetivos, estrategias, herramientas, etc.) de los que son locales,
específicos o singulares, aportará información y datos importantes para las etapas
de diseño, planificación, control, monitoreo y evaluación de una transición
energética determinada.
A lo largo de la historia, la humanidad ha recorrido varios procesos de
transformación de su ámbito energético. Estos acontecimientos han provocado
profundos cambios tanto en la integridad física de los seres humanos como en su
entorno ambiental y sociocultural. De hecho, la que puede considerarse como la
primera mutación energética que ha vivido la humanidad, esto es, el
descubrimiento del fuego, generó un cambio de muy importante magnitud en el
organismo humano. La cocción de los alimentos implicó una modificación
sustancial en el proceso de combustión metabólica (Carmody y Wrangham, 2009).
Otros cambios en la forma de obtención y uso de la energía que produjo
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transformaciones sociales sustanciales fueron el desplazamiento de la leña por el
carbón mineral y éste por el petróleo y sus derivados. De modo tal, que las
transiciones de un marco energético a otro no son ajenas a la evolución humana.
Por el contrario, la cuestión de la energía ha sido frecuentemente la causa
determinante de muchos procesos históricos. Pero lo que tiene de singular la actual
transición energética es que se trata, por primera vez en la historia, de una
transformación del sector de la energía perseguida, planeada y controlada por los
humanos. En el pasado, ciertos acontecimientos aleatorios o al menos, fuera del
gobierno de los seres humanos-, como el descubrimiento casual de una fuente
nueva de energía, determinaban cambios en otras esferas. Sin lugar a duda, la
transición energética contemporánea fue provocada por la presencia,
científicamente comprobable, del Cambio Climático. Pero la decisión de cambiar el
sector energético para su mitigación es antropogénica. Por supuesto que es válido
a ese proceso de cambio fundamental adosar o adjuntar otros objetivos. Sin
embargo, el problema se presentará al momento de evaluar el éxito o el fracaso de
la transición. ¿Cómo sería considerada la transición en un supuesto país donde se
logró desplazar completamente a los combustibles fósiles por aerogeneradores y
paneles fotovoltaicos para generación eléctrica, pero no tuvo éxito en reducir el
porcentaje de sus habitantes que no tienen acceso a la electricidad? Es por esto por
lo que proponemos, como una primera instancia de resolución, distinguir entre
objetivos agregados directos o indirectos. En el primer caso el objetivo puede ser
logrado dentro del propio proceso de transición y, en cambio, el segundo requiere
de decisiones generadas en otros ámbitos distintos del de la energía.
Ejemplificamos esto con el caso de la pobreza energética. En tanto consideremos la
primera definición vista más arriba, es decir, escasez o dificultad en el acceso a
recursos energéticos adecuados y adaptables - principalmente, la electricidad-, su
vínculo con el proceso de transición es directo ya que se trata de un problema
expansión de infraestructura inherente al sector de la energía. Pero si pensamos
en la segunda definición, esto es, como estrechez presupuestaria de los
consumidores para abonar los servicios energéticos, será necesario algo más fuera
de los planes de transformación energética, v.g., una política gubernamental de
ingresos de la población. En este caso la mitigación de la pobreza energética sería
un objetivo agregado indirecto. En definitiva, y más allá de este último ejemplo, se
trata en cada caso de objetivos agregados, además de procurar una clara
definición, evaluar si lo que se pretende puede ser logrado dentro de un proceso
de transición energética, que es fundamentalmente una modificación tecno-
económica del sector energético, o requiere de la modificación de otros marcos
sociales, políticos o culturales. Queda, entonces, para trabajos futuros, proponer
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un criterio más elaborado de selección para evaluar la pertinencia de agregar cada
una de las metas que se pretendan adosar a las transiciones energéticas actuales.
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Nota: Todas las citas de los textos originalmente en idioma inglés son traducciones
del autor.
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Fecha de recepción: 31/7/2025
Fecha de aceptación: 26/8/2025