17 |pp 12-27| Año XVI N° 29 |mayo 2024 – noviembre 2024 |ISSN 1852-8171| Artículos
instrumental en diversas áreas (humanísticas, sociales, técnico-profesionales y artísticas), así como orientadas a la
formación docente (Santos Sharpe, 2022; Orellana, 2011).
En 2020, de las 133 instituciones universitarias (112 universidades y 21 institutos universitarios), 67 de ellas son
estatales (incluyendo 6 universidades que dependen de estados provinciales), 65 privadas y 1 internacional. En
cuanto a la cantidad de estudiantes, actualmente se registran 2.318.255 estudiantes de pre-grado y grado, de los
cuales el 79% se educa en el sector de gestión estatal (Ministerio de Educación de la Nación, 2020).
Respecto al sector no universitario, en 2020 se contabilizaba en todo el país un total de 2.270 unidades educativas
que ofrecen propuestas de educación superior no universitaria, y un total de 984.397 alumnos (Ministerio de
Educación, 2020).
b. Brasil
En Brasil, el sistema federal de educación está conformado por la educación básica y la superior, de acuerdo a lo
establecido en la Ley 9.394 de Directrices y Bases de la Educación Nacional (sancionada en 1996 y modificada en
2018). La primera comprende la educación infantil, la enseñanza fundamental y la enseñanza media; es de carácter
obligatorio y gratuito entre los 4 y los 17 años. La educación superior, por su parte, está orientada a la población
que completó la enseñanza media o equivalente; sus títulos pueden ser intermedios (tecnicaturas), de grado
(licenciaturas) y de posgrado (especializaciones, perfeccionamientos, maestrías y doctorados) (SITEAL, s.f.).
Las instituciones de educación superior pueden ser públicas (federales, estatales y municipales); privadas (con fines
de lucro y sin fines de lucro). En cuanto a su organización académica, se encuentran Universidades, Centros
Universitarios, Facultades, Institutos Federales de Educación, Ciencia y Tecnología (IF) y Centros Federales de
Educación Tecnológica (CEFET) (Instituto Nacional de Estudos e Pesquisas Educacionais Anísio Teixeira, 2022).
El sistema de ingreso a la universidad brasileña establece requisitos muy exigentes para la aprobación (a partir del
Vestibular y/o el Examen Nacional de Escuela Secundaria -Enem-), en particular en las carreras más demandadas
de las universidades más prestigiosas (en general las federales y estaduales públicas). Ello dificulta, salvo
excepciones, el acceso a las mismas por parte de los estudiantes provenientes de familias de bajos recursos (Unzué,
2012).
En el período reciente, se verificó una importante expansión del número de instituciones y de la matrícula,
explicado fundamentalmente por el comportamiento del sector privado (Unzué, 2012). En el período 1994 – 2001,
el número de alumnos en instituciones privadas creció un 115,5%, muy por encima de lo observado en las
instituciones públicas federales (38,4%), estatales (53,9%) o municipales (-16,6). Actualmente, el 88% de las
instituciones de educación superior son privadas (Censo, 2022). De acuerdo a Unzué (2012, p. 28) se configura
Un sistema a dos velocidades, compuesto por universidades de punta, con reconocida calidad de
enseñanza e investigación en campos diversos, capaces de disputar espacios en rankings
internacionales, y que se mantienen como universidades medianas en cuanto a sus matrículas, con
formas de ingreso muy restrictivas, en particular el vestibular, y otras IES, en su mayor parte privadas,
que no producen conocimiento, que transmiten saberes con calidades no siempre óptimas, y que han
sabido beneficiarse de un extenso conjunto de medidas que permitieron su desarrollo, aligerando sus
mecanismos de ingreso (en algunos casos los resultados del Enem resultan suficientes para ello),
fomentando la educación a distancia y la educación nocturna.