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a


La universidad metaestable. Individuar la
formación como pedagogía política
The metastable university. Individualize training as political
pedagogy


Por Héctor Ariel FERUGLIO ORTIZ1

Feruglio Ortiz, H. A. (2024). La universidad metaestable. Individuar la formación como pedagogía política. Revista RAES,
XVI(29), pp. 150-162.


Resumen

Las tecnologías digitales tuvieron un crecimiento exponencial durante la pandemia del covid-19 que llevo a la
necesidad de intégralas en forma definitiva en las prácticas educativas. Sin embargo, este fenómeno no solo acelero
la incorporación de tecnologías digitales en los procesos de formación, también llevo a los docentes en muchos
casos a replicar un vínculo instrumental con estas herramientas. Una reflexión sobre las problemáticas emergentes
a partir de estos vínculos educativos con las tecnologías implica una ontogénesis de la tecnicidad que nos permita
desafiar el pensamiento arraigado sobre la técnica que obstaculiza la posibilidad de transformación. En la actualidad
la educación universitaria requiere una pedagogía política desactive los automatismos profesionales y revitalice el
espíritu formativo en una sociedad mediatizada que se ha convertido en una plataforma pedagógica. Nuestro
trabajo pretende recuperar los aportes del proyecto pedagógico de Gilbert Simondon para proponer un conjunto
de reflexiones que nos permitan repensar los vínculos docentes con las tecnológicas. El objetivo es argumentar la
necesidad de construir una nueva mentalidad técnica que desborde los vínculos instrumentales en la formación
educativa generados por la gubernamentalidad algorítmica para recobrar el espíritu transformador de la
universidad frente al poder modulador del capitalismo digital.

Palabras Clave Aceleración/ tecnología/ universidad/gubernamentalidad/formación

Abstract

Digital technologies had exponential growth during the covid-19 pandemic, which led to the need to definitively
integrate them into educational practices. However, this phenomenon not only accelerated the incorporation of
digital technologies in training processes, it also led teachers in many cases to replicate an instrumental link with
these tools. A reflection on the emerging problems from these educational links with technologies implies an
ontogenesis of technicality that allows us to challenge the ingrained thinking about technique that hinders the
possibility of transformation. Currently, university education requires a political pedagogy that deactivates
professional automatisms and revitalizes the educational spirit in a mediated society that has become a pedagogical
platform. Our work aims to recover the contributions of Gilbert Simondon's pedagogical project to propose a set of
reflections that allow us to rethink the teaching links with technology. The objective is to argue the need to build a


1 Universidad Nacional de Catamarca, Argentina / giovanniferuglio@gmail.com

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new technical mentality that goes beyond the instrumental links in educational training generated by algorithmic
governmentality to recover the transformative spirit of the university in the face of the modulating power of digital
capitalism.

Key words: Acceleration/ technology/ university/ governmentality/ training.


























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Introducción


El devenir digital es un fenómeno que avanzó en forma exponencial en los últimos años y se amplificó durante la
pandemia del covid-19. La urgencia de sostener un sistema de formación durante ese periodo impulso a muchos
docentes a incluir dispositivos tecnológicos en sus prácticas pedagógicas. Este incremento de la mediación digital
puso al desnudo, no solo una marcada desigualdad sociotécnica, sino una asimetría histórica en la educación
superior que se multiplica más allá del vínculo de los docentes con la tecnología. Reflexionar sobre los problemas
emergentes en el rol docente a partir de esta asimetría estructural implica desbordar el paradigma del trabajo como
principal fuente de alienación para situarnos en una ontogénesis del ejercicio mismo de la tecnicidad. Para realizar
esta operación precisamos la apertura del sistema reflexivo a partir de un nuevo paradigma de inteligibilidad que
nos permita construir una pedagogía política alternativa. El desarrollo de un proyecto pedagógico que nos oriente
a transformar aquellos automatismos profesionales que impiden activar ese espíritu formativo en las instituciones
universitarias. Consideramos que muchos de los automatismos en las tareas docentes son administrados en gran
parte por la lógica capitalismo académico (cognitivo) que modula las potencias productivas a través de su
infraestructura sociotécnica. Como afirman Blanco y Ruffini (2019) la universidad emerge hoy como un campo
privilegiado para la instalación del capital humano como dispositivo. Un dispositivo que tiende a convertir al ser
humano en una máquina, en un capitalista o un emprendedor, subsumiendo bajo lo económico todo ámbito de la
vida. Este diagnóstico se produce en el marco de una política académica atascada en los juegos históricos de poder
de la normatividad jurídico-discursivo que permanece como una expresión política que evidencia sus límites para
hacer frente a la automatización creciente de los saberes2. Dentro de este contexto, recomponer los circuitos de
transindividuación erosionados por las industrias de servicios puede convertirse en un primer movimiento para
impulsar el surgimiento de un nuevo espíritu formativo. Un primer movimiento que nos permita salir del espíritu
conservativo que obtura la posibilidad de crear alternativas al poder modulador del capitalismo.

La educación hace tiempo que ha dejado de ser un fenómeno estrictamente áulico, puramente institucional y
exclusivamente académico para volverse un fenómeno tecno-social. “Nosotros, los adultos, hemos trasformado
nuestra sociedad del espectáculo en una sociedad pedagógica en la cual la competencia aplastante, vanidosamente
inculta, eclipsa la escuela y la universidad. Por el tiempo de audiencia y de atención, por la seducción y la
importancia, los medios se han apoderado desde hace tiempo de la función de enseñanza” (Serres, 2013, p.20).
Michel Serres, hace casi una década nos advertía que los niños viven en lo virtual, que la mediación tecnológica
estaba cambiando sus capacidades (no conocen, ni integran, ni sintetizan) respecto de las generaciones anteriores,
que tienen otra cabeza y habitan otro espacio. Hacer el ejercicio de pensar con qué expectativas, conocimientos y
motivaciones llegan actualmente estos jóvenes a la universidad, nos obligaría a preguntarnos a quién, cómo y para
qué los estamos formando. Repensar las figuras que orientan el ejercicio docente puede constituir un espacio de
reflexión pedagógico-política para comprender el estado de situación actual de la universidad como agente de
transformación. Este trabajo pretende elaborar un primer movimiento reflexivo que nos permita identificar los
efectos de la gubernamentalidad algorítmica en los procesos de formación de la universidad como agente
transformación política. En primer lugar, analizaremos el desplazamiento desde el moldeado disciplinar a la
modulación del control. En segundo lugar, plantearemos la necesidad de un desplazamiento desde la formación
como modelamiento a la individuación como formación, como alternativa pedagógica política. Finamente en tercer
lugar intentaremos mostrar la posible efectuación del proyecto de la individuación como formación en la práctica
docente a partir del desplazamiento desde el rol de profesor como pieza del autómata a los acoplamientos del
cyborg educador. Esta orientación reflexiva propone el proyecto pedagógico de Gilbert Simondon como una
alternativa política al poder modulador del gobierno algorítmico. Una filosofía de lo transindividual que nos permita
recuperar el estado de tensión necesario para reparar los circuitos de transindividuación erosionados por el


2 Stiegler (2016) lo presenta como un vasto proceso de proletarización cognitiva y afectiva que implica también la perdida de
saberes: saber-hacer, saber-vivir, saber-teorizar. Un fenómeno que alimenta la lógica de la economía política actual ya que sin
esos saberes ningún saber será ya sabido” (p.43).

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capitalismo digital. Para operar como un espacio de mediación transformadora la universidad necesita recuperar
esa condición que comparte con otros seres vivos y artificiales: su metaestabilidad.


Del moldeado disciplinar a la modulación del control


En su análisis sobre disciplina y biopolítica en Michel Foucault, Pablo Rodríguez (2019) nos permite identificar cómo
las tecnologías del encierro hacen posible la figura de hombre como objeto y sujeto de conocimiento. Esta
configuración estudiada por el pensador francés, donde la analítica de la finitud se vuelve historia social, encontrará
en las tensiones de su pensamiento sobre las ciencias humanas los brotes de la biopolítica. La biopolítica abrirá una
nueva esfera de análisis en el pensamiento foucaultiano a partir de la distinción entre cuerpo-máquina y cuerpo-
especie como dos polos para el ejercicio de un nuevo poder sobre la vida (p. 41). Este retorno de Foucault a las
ciencias humanas permitirá el desarrollo de esta nueva configuración de conocimiento en al menos cinco ramas
edificadas sobre la base de una ambigüedad en la definición de la vida misma. Desde la perspectiva de Pablo
Rodríguez (2019) estas investigaciones derivan en dos polos, uno biológico, que entrama las ciencias de la vida con
los discursos y prácticas de poder (población, racismo y sexualidad), y otra ligada a la biopolítica de la fuerza del
trabajo (modos de producción capitalista), en contacto estrecho con los análisis de la disciplina, que se orienta hacia
la gubernamentalidad. “La gubernamentalidad se desprende las biopolíticas de la seguridad, del medio ambiente y
del público cuando se enfocan en las artes liberales de gobierno que surgieron en el siglo XVII, precisamente cuando
habían surgido el trabajo, la vida y el leguaje desde fondo oscuro de la episteme moderna” (Rodríguez, 2019, p.44).
Este desprendimiento de la biopolítica se orientará a mirar la población, la estadística y el público, como figuras
producto del vínculo entre el trabajo, la vida y el lenguaje con las técnicas liberales de gobierno. De este modo,
podemos observar en Foucault un desplazamiento desde la disciplina hacia el tema de la seguridad, como espacio
para pensar la relación entre saber y poder. Desde la gubernamentalidad es posible ver la relación cambiante entre
individuos y estado, y la categoría de seguridad se vuelve mucho más adecuada a este nuevo diagnóstico. La
seguridad es centrífuga (tiende a ampliarse), mientras que la disciplina es centrípeta (funciona aislando el espacio).
La seguridad usa el conocimiento de la población, busca la ley que las regula para modular acciones, mientras que
la disciplina reglamenta. De este modo, a diferencia de la disciplina que prescribe (prohíbe hacer), la seguridad de
los procesos sociales modula (dejar hacer). Mientras que anatomopolítica (disciplina) aborda la conducta a partir
del cuerpo-máquina y la biopolítica de la relación cuerpo-especie, la gubernamentalidad lo hace desde el gobierno.
Pero un gobierno que no se limita abordar las relaciones de poder en la clave moderna de la disciplina y la
biopolítica, se amplía al gobierno del alma en el sentido que le atribuye el cristianismo (p.47).

Para Pablo Rodríguez (2019), dentro de este decurso foulcaultiano es posible encontrar algunos cabos sueltos y
también pistas que pueden situarnos en una dirección correcta para comprender el presente. A partir de estos
cabos sueltos dejados por Foucault y las pistas de Deleuze, nos encontramos con un trabajo arqueológico que nos
permitirá pensar un nuevo a priori histórico y la emergencia de nuevos dispositivos de poder. Me parece interesante
mirar este extraordinario esfuerzo de Rodríguez para pensar la nueva episteme, como gesto en el sentido que lo
plantea Simondon, puede constituir una fuente inagotable de normatividad, pero que no prescribe la tensión
operatoria, sino que la implica. Si bien, los mass media entraron en la consideración de Foucault, como
complemento de las formas de control social tendiente a conformar ese nuevo orden interior, lo hicieron en forma
tardía. Deleuze en su “Posdata sobre las sociedades de control” nos aporta una mirada bastante precisa del
desplazamiento de las sociedades disciplinarias a las sociedades de control, que se inicia con la crisis del encierro
como tecnología de poder. Una tecnología de poder que está siendo reemplazada paulatinamente por el poder de
la tecnología de la información. Estas tecnologías se despliegan de la mano de nuevos modos de subjetivación que
emergen a partir de un sistema de control social basado en la regulación espontánea (pp. 52-53). El lugar de la
información dentro de este proceso supera bastante todo reduccionismo tecnológico, para expresar en su
funcionamiento dos lógicas diferentes. En las sociedades disciplinares tendríamos la lógica del moldeado, ligado a

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las tecnologías de encierro de las instituciones (norma estable – resultado final). Por otro lado, en la lógica de la
modulación (un concepto de inspiración simondoniana), no hay un resultado definitivo, sino que opera bajo un
criterio de deformación universal (norma variable – estado metaestable). Según Pablo Rodríguez (2019) la
información organizará un nuevo juego entre el trabajo, la vida y el lenguaje, que hará estará estallar la episteme
moderna, sobre la base de una trasformación histórica del capitalismo ligado a estos desplazamientos (p.54). Este
proceso permitirá el desarrollo de una lógica de poder que se edificará a partir de nuevos modos de subjetivación
ligados a la noción deleuzeana de lo dividual.

La polarización entre dos esferas de análisis como la biología y la gubernamentalidad como parte del análisis
biopolítico, se relacionan con la posibilidad de ubicar la biología molecular, como espacio de descripción de la
biopolítica actual, y las nuevas formas de gubernamentalidad (gobierno algorítmico). “Dicho de otro modo, el
recorrido de esa polarización en la actualidad requeriría entrar en los meandros de una nueva episteme para salir
de allí con una nueva biopolítica molecular, que se constituirá entre las sociedades de control, en la zona más
estrictamente anatomopolítica, y las nuevas formas de individuación ligadas a lo dividual, en el área de
subjetivación” (Rodríguez: 2019, p. 57). Este movimiento deriva en la búsqueda de un punto de articulación entre
las dos hipótesis de la arqueología foucaultiana, una restringida (fin de la episteme moderna a partir de una
reagrupación del lenguaje) y una general (los tres campos empíricos que configuran la episteme se mueven
conjuntamente hacia otra configuración). Una operación que implica retomar el proyecto arqueológico para
describir no solo estos movimientos, sino también esos campos de saber no tematizados cuyos objetos están
ligados a las tecnologías de la información y la comunicación. “Ocurre que el recurso de la teoría de los actos de
habla se encuentra en el punto de convergencia de las hipótesis según Deleuze: el ser del lenguaje se reagrupa
siguiendo el movimiento de los tres campos empíricos, pero porque estos se vuelven al compás de este nuevo a-
priori histórico” (Rodriguez, 2019, p. 57). El conjunto de enunciación comienza a moverse y dispersarse entre los
seres vivos y artificiales (máquinas, animales, plantas) desprendidos de la figura de lo humano en imágenes a-
significantes. En el caso del mundo de lo artificial, la problematización del “se habla” encontrará en la cibernética
de Norbert Wiener un universo epistémico donde la información ocupa un lugar central en los estudios sobre la
comunicación y control en animales, seres humanos y máquinas3. De este modo comienza a emerger una nueva
episteme que monta sobre ciertos conceptos rectores ligados a un espacio asociado en movimiento (regularidades
y dispersiones), nociones como comunicación, información, organización y sistema (p. 88). Conceptos que bajo el
fondo común de la información no solo dejarán de lado la figura de lo humano, sino abrazarán la figura de la
máquina para conformar una nueva episteme, resonando sobre la episteme moderna desde las ciencias
posthumanas.

El desplazamiento de las sociedades disciplinares que producían cuerpos- máquinas hacia las sociedades de control
que producirán cuerpos – señales se hará posible mediante la informatización (p. 352). Esto implica la conversión
de toda existencia en un dato que puede ser usado para diversos fines a partir de una duplicación basada en los
modelos tecnológicos que activan la comunicación. Las tecnologías de la información provocaron un fenómeno
capaz de multiplicar la vigilancia más allá de límites topológicos de las tecnologías de encierro disciplinario, que
pretendían lograr que el sujeto vigilado se auto-vigilase (conformando una interioridad introspectiva). Si nos
situamos en la mirada de Rouvroy-Bers (2016) sería importante señalar que el campo de acción de este “poder” del
gobierno algorítmico no se sitúa en el presente, sino en el futuro, aquello que podría advenir. “Llamamos
gubernamentalidad algorítmica, globalmente, a un cierto tipo de racionalidad (a)normativa o (a)política que reposa
sobre la recolección, la agrupación y el análisis automatizado de datos en cantidad masiva de modo de modelizar,
anticipar y afectar por adelantado los comportamientos posibles” (Rouvroy y Berns: 2016, p. 96). Esto determina
un poder que se ejerce sobre las propensiones antes que sobre las acciones cometidas, a diferencia de las formas
de represión penal o las reglas que rigen la responsabilidad civil. Encontramos aquí una diferencia entre la
normatividad jurídico-discursiva establecida antes de toda acción sobre los comportamientos frente a los que ésta


3 Pablo Rodriguez (2019) también le otorga un papel importante cercano a la Cibernética a las Teoría general de sistemas cuyo
representante es Ludwing Bertalanffy (p.86)

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ejercía una coerción4, y la normatividad estadística en donde la normatividad nunca está dada de antemano y
resiste a toda discursividad en una retroalimentación forzada por los comportamientos mismos, una cuestión que
parece hacer imposible toda forma de desobediencia (p.106).

Desde la mirada de Rouvroy y Berns (2016) poner la gubernamentalidad algorítmica bajo la óptica de la ontogénesis
simondoniana radica en comprender que en la actualidad las nuevas formas de gobierno se ejercen sobre las
relaciones, y no sobre los cuerpos. Una ontología del devenir como la de Simondon, que se distancia de la ontología
clásica de la sustancia, permite ver tanto los efectos del gobierno algorítmico, como los efectos que su reforma
nocional produce en el campo de lo político. La noción de sistema metaestable se vuelve una categoría fundamental
para pensar la teoría de la individuación como formación dentro de un proyecto pedagógico político alternativo. La
individuación no implica el encuentro entre una forma y una materia que existen como términos constituidos, sino
la resolución en un sistema metaestable donde forma, energía y materia preexisten como potenciales. Para que
exista comunicación se precisa de una pluralidad de sistemas casi cerrados en estado de equilibrio metaestable que
contengan múltiples transformaciones en potencia, una disparidad de órdenes de magnitud. Desde una perspectiva
transindividual, para Rouvroy-Bers la existencia de este “común” implicaría una heterogeneidad de órdenes de
magnitud, una multiplicidad de regímenes de existencia, de escalas de realidad dispares. Al evacuar toda forma de
disparidad, el problema del gobierno algorítmico radica en que forcluye toda posibilidad de individuación de lo
transindividual, neutralizando la posibilidad de lo común. Entre los procesos de modulación del gobierno
algorítmico que forcluye lo común y los proyectos emancipatorios que disputan lo común en la normatividad
jurídico-discursiva, la filosofía de lo transindividual puede ser un camino alternativo de expresión. La propuesta de
retomar el proyecto simondoniano de una pedagogía política alternativa tiene como propósito reconstituir esos
circuitos de transindividuación. Para llevar a cabo esta transformación se precisa de un desplazamiento desde la
concepción de la formación como modelamiento del proyecto moderno a la individuación como formación como
alternativa a la sociedad pedagógica del gobierno algorítmico.



De la formación como modelamiento a la individuación como formación

En una conferencia realizada durante el mes de abril en la Universidad de Stanford (California), Jacques Derrida
afirma que la universidad moderna debería ser sin condición. “Dicha universidad exige y se le debería, además de
lo que se denomina libertad académica, una libertad incondicional de cuestionamiento y de proposición, e incluso,
más aún si cabe, el derecho a decir públicamente todo lo que exige una investigación, un saber un pensamiento de
la verdad” (Derrida, 2001, p. 10). Desde esta perspectiva, la universidad incondicional debería ser un lugar que
permite oponerse a los grandes poderes que limitan la democracia (Estatales, económicos, mediáticos, ideológicos,
religiosos, culturales), pero también un lugar donde nada está resguardado del cuestionamiento. Por lo tanto, esta
profesión de fe sobre una universidad sin condición propuesta por Derrida se edifica a partir del derecho a decirlo
todo públicamente, aunque sea como experimentación o ficción. “Dar la palabra, someterla a crítica, suscitar el
acontecimiento: del orden de lo performativo, no sólo de lo declarativo. Es la intención de promover la
deconstrucción, la resistencia, el cuestionamiento a todo lo que impide la autonomía, aunque aparezca velado: no
se ve, pero se escucha” (Vargas Guillé y Gil Congote: 2013, p. 35). Una incondicionalidad que habilita el derecho a
decir y a cuestionar todo, supondría también un sin poder o un sin defensa, que en su autonomía la dejaría
expuesta. Como afirman Ruffini y Blanco (2017), es necesario una deconstrucción de la antigua noción de soberanía
universitaria para pensar otras topologías, debido a las transformaciones en las condiciones de la vida, en la
producción del conocimiento; y en el trabajo académico. Desde la perspectiva de Derrida (2001), si la universidad
sin condición ya no habita solo el espacio físico institucional que conocemos como universidad, ni el profesor
representa totalmente su ejercicio, deberíamos buscar los lugares donde pueda anunciarse (p. 76). En este punto


4 Siempre estaba la posibilidad no obedecer a riesgo de sanción

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resulta interesante mirar cierta ironía que la efectuación de la universidad sin condición se haya vuelto total en la
sociedad pedagógica del gobierno algorítmico. Un sistema de producción de saber que desborda toda condición
dada de antemano (es auto-modulado), y tampoco precisa de la intervención humana. El avance de esta sociedad
se inscribe en el marco de esa perspectiva tecno-liberal que pretende industrializar la vida sobre la base de la
inteligencia artificial y robótica como modelo de desarrollo. Como afirma Eric Sadin (2018), más allá de un modelo
económico, lo que se pone en juego en estas perspectivas es un modelo civilizatorio que deposita su fe en la
organización algorítmica de la sociedad, y que conlleva la prescindencia de nuestro poder de decisión. Por lo tanto,
deberíamos preguntarnos ¿son las plataformas digitales un espacio donde la profesión de fe logra anunciarse?,
¿Las nuevas tecnologías de poder usan la incondicionalidad como estrategia de ejercicio del gobierno algorítmico?,
¿son únicamente humanos los portadores de esa voz que se anuncia en las plataformas digitales?

Estas preguntas nos conducen a pensar qué universidad es posible pensar en el marco de una sociedad donde la
figura de la humano como objeto de estudio primordial ha comenzado a ser abandonada. La formación como
modelamiento de las instituciones universitarias ha comenzado a ser sustituida por una formación como
modulación de la sociedad pedagógica del gobierno algorítmico. El proyecto utópico de una universidad sin
condición constituye una alternativa a la normatividad jurídico-discursiva de los regímenes disciplinarios, pero no
a las tecnologías de la información del gobierno algorítmico. La normatividad estadística del gobierno algorítmico
ha metabolizado la incondicionalidad como garantía de autonomía sustituyéndola por un poder basado en la
modulación. El problema del gobierno algorítmico radica en lo siguiente: debido a su capacidad de multiplicar los
espacios digitales de expresión, genera la ilusión de suscitar acontecimiento, de ofrecer la capacidad para
performar, de volver pública la profesión de fe. Sin embargo, el costo de la sociedad pedagógica es muy alto. Estas
dinámicas de producción, características de la economía de plataformas, se orienta a acumular datos, usarlos como
materia prima, y ofrecer a cambio información comportamental útil a los usuarios, que se desentienden de la
necesidad de tomar decisiones que implican un proceso de formación. Desde esa apariencia inofensiva, el gobierno
algorítmico produce una realidad en el proceso mismo en que la registra. Frente al modelo pedagógico moderno
de la formación como modelamiento, que opera sin mucha transformación en la universidad, y la multiplicación de
los espacios de formación como modulación estadística del gobierno algorítmico, que mercantiliza la utopía de la
universidad sin condición, se precisa de una alternativa pedagógica política.

Desde la perspectiva de Vargas Guillé y Gil Congote (2015) la excelencia en la formación como proyecto pedagógico
político en Simondon, es una alternativa a la pedagogía afirmativa (Moderna) que comprende la formación como
modelamiento (p. 68). El esquema de formación como modelamiento es una pedagogía tendiente homogeneizar,
masificar y arrasar con la singularidad, opuesta a la individuación que abandona todo sustancialismo que pretenda
instituir un esquema único para representar el mundo. La individuación está ligada a la aparición de fases en el ser
que son las fases del ser que implica la operación consumándose. En este devenir, la información no está
proporcionada de antemano, ni a nivel de la tropística o a nivel transindividual, implica una tensión entre dos
órdenes de magnitud, que adquiere significación a través de la operación de individuación. La información
conforma aquello por lo que la incompatibilidad de un sistema no resuelto deviene dimensión organizadora en la
resolución. Provoca un cambio de fase en un sistema en una operación que va desde el estado preindividual que se
individuará según la organización descubierta. Según Simondon, el individuo es el ser capaz de transformar una
operación en estructura para dar sentido a la modificación operación-estructura. Esta transformación se puede
realizar de dos modos, uno continuo, vinculado al aprendizaje, el adiestramiento y la adquisición de hábitos, y otro,
de manera discontinua a través de sucesiones cuánticas.

Como afirma Combes (2017), en el enfoque simondoniano el sujeto es un ser tendido hacia lo colectivo, su realidad
es la de una vía transitoria, el sujeto es individuo y algo diferente que individuo. Esto implica que toda pretensión
de resolver la tensión de forma intrasubjetiva está condenada al fracaso. Por ejemplo, la experiencia de la angustia
es una manifestación del intento del sujeto de resolver por sí mismo la experiencia de la tensión entre lo
preindividual y el individuo, individuar todo lo preindividual de una vez para vivirlo integralmente. Sin embargo, en
la angustia el sujeto siente que existe como problema planteado a sí mismo, y hace de la tensión entre lo individual
y lo preindividual una experiencia dolorosa. Esta tensión vivida por el sujeto es aquello que lo impulsa a ir más allá

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de él mismo a buscar su resolución. No es como ser individuado que el sujeto pueda ser condición de lo colectivo,
ni tampoco por una disposición a la socialidad. Para poder dar cuenta de ese complejo pasaje a lo colectivo
Simondon utilizará el concepto de lo transindividualidad. En la afectividad y la emoción esta la latencia de lo
colectivo, en la tensión entre lo individual y lo preindividual. Esta latencia no acontece como una actualización de
las potencias (dynamis) que devienen energeia. Advenir a lo colectivo le exige al individuo una transformación,
individuar la parte preindividual que lleva consigo.

En la experiencia transformadora de lo transindividual encontramos una forma diferente a la experiencia de la
angustia para transitar la soledad. Siguiendo el análisis de Combes (2017), si la experiencia de la angustia comienza
mediante una auto-afección por su parte preindividual y acaba con la disolución de sus estructuras individuales, la
experiencia de lo transinidividual recorre la soledad como un medio poblado de relaciones, sustraída de la relación
común con los otros, encontrando una naturaleza distinta. Solo un acontecimiento excepcional es capaz de resolver
la modalidad funcional de la relación con el otro (p.72). Cuando un sujeto asoma destituido de su función social
aparece como algo más que su individualidad. La constitución de lo colectivo implica destituir aquello de la
comunidad que impide la percepción de la existencia de lo preindividual en uno mismo y el encuentro con lo
transindividual. Romper con las identidades, las funciones y las redes generadas por el capitalismo cibernético a
partir de la modulación de los seres informacionales nos permitirá destituir esa relación funcional con los otros, y
con nosotros mismos como otro. A comienzos de la década de 1950, Gilbert Simondon ya había empezado a hablar
de "objetos técnicos" como el terreno de mediación entre los seres humanos y la naturaleza” (Esposito, 2016,
p.128). Los objetos técnicos contienen realidad humana impresa en signos de la inteligencia necesaria para resolver
los problemas que emergen entre los hombres. Si nuestros cuerpos son el puente flotante que nos conectan con
los objetos técnicos, estos no solo portan características funcionales y simbólicas, sino también signos corpóreos,
depositados en los actos de invención.

La implicación metapolítica que Simondon deriva de esta caracterización del objeto técnico difícilmente se pasa por
alto. Solamente cuando el objeto técnico se emancipe de su reducción servil a simple instrumento en manos del
hombre, la dominación de aquellos que controlan la tecnología sobre aquellos que se limitan a tolerarla también
llegará a su fin” (Esposito, 2016, p. 129). Una implicación política que se manifiesta en el pensamiento
simondoniano en una pedagogía alternativa que se expresa en la idea de formación como individuación. “La
formación como proyecto político pedagógico es el ensamble de estas dimensiones: imaginación e invención,
tomadas como un horizonte del sí mismo, pero, a su vez, como un proyecto colectivo” (Vargas Guillé y Gil Congote,
2015, p. 88). Desde la fenomenología de la individuación de Vargas Guillé y Gil Congote, deberíamos pensar la
universidad como un escenario de individuación que se concreta en lo psíquico (un mundo simbólico que tiende un
puente entre lo emotivo e instintivo), para inaugurar esa tendencia hacia a lo transindividual, lo colectivo, lo común.
“En esta universidad que se funda en la individuación, no se trata sólo de formar para que el otro elija un camino,
sino de considerar en todos los ámbitos de formación el lugar del entorno como un “entre” que vincula lo individual,
en sus determinaciones, con las contingencias, los acontecimientos que suscitan siempre nuevas posibilidades en
el encuentro” (Vargas Guillé y Gil Congote, 2013, p.45). La alternativa pedagógica política de un proyecto de
formación como individuación, para disputar ese espació de poder en la práctica, podría darse mediante un
desplazamiento de la figura del profesor como pieza del autómata a los acoplamientos humano-máquina del cyborg
educador.


Del profesor como pieza del autómata a los acoplamientos humano-máquina del cyborg educador


La necesidad de pensar un proyecto pedagógico que nos permita una universidad metaestable tiene como
propósito crear entornos de aprendizaje donde la invención sea la forma primordial para la resolución de
problemas. “Adaptar un ser a una sociedad metaestable es darle un aprendizaje inteligente que le permita inventar
para resolver problemas que se le presentaran en toda la superficie de las relaciones horizontales” (Simondon,

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2017, p.232). Pensar un proyecto pedagógico que tienda reconstituir los circuitos de transindividuación que
provocan un estado metaestable necesario para producir transformaciones, también implica revisar algunas figuras
bajo las cuales se efectúan prácticas docentes. La alternativa pedagógica política impulsada por Simondon podría
expresarse en la distinción básica nietzscheana entre educador y profesor. El educador genera el entorno de
aprendizaje para auto-educarse con el fin de acceder al saber por uno mismo, mientras el profesor se dedica a
trasferir esquemas de conocimiento sin participar (Gonzalo Aguirre, 2016, p. 173). Esta distinción puede rastrearse
en el debate histórico entre cultura (asociada a la formación histórica alemana) y civilización (asociada a la
instrucción racional francesa). Una oposición que condicionó el pensamiento sobre la técnica y la educación durante
el siglo XIX y al menos la primera mitad del XX. Por un lado, se colocará a la cultura como un saber humanista
(formación histórica) y por otro, la civilización como un saber técnico (instrucción racional). Desde la perspectiva
simondoniana esta distinción es problemática porque excluye a los objetos técnicos de la esfera de la cultura,
cuando cultura y civilización deberían ser consideradas como símbolos recíprocos. Este devenir operativo permite
que el utilizador pase a tomar el lugar del constructor, para lo cual debe coincidir con el esquematismo inscripto en
el ser técnico. El utilizador en su vínculo con el objeto técnico, debe ser capaz de comprenderlo, pensarlo y amarlo,
como si fuera el proprio constructor. Las implicaciones meta-políticas del proyecto formativo de Simondon son
bastantes interesantes. Siguiendo el pensamiento de Gonzalo Aguirre (2015), dejar atrás la distinción entre
enseñanza práctica vinculado a los obreros y teórica ligada a los burgueses, nos permitiría explorar una tercera vía
compartida para salir del estado de alienación que nos empuja hacia una asimetría instrumental (p.181). Esta
alienación no se reduce a un tipo de relación directa dentro de la lógica del trabajo, sino con la separación del
objeto con el cual se relacionan. El problema surge cuando se reduce el objeto a una relación de utilidad que lo
coloca en un estado de esclavitud. Esto bloquea la posibilidad de reconocer las fuerzas creativas contenidas en esos
objetos y esos conjuntos técnicos. Orientarnos en el rastro de esta pedagogía implicaría como primer paso, liberar
a los objetos técnicos de su carácter utilitario y esclavizante y establecer un nuevo vínculo que permita reconocer
la fuerza inventiva que ellos transportan.

Liberar los objetos técnicos de la esclavitud utilitaria nos permitiría redefinir nuestros vínculos con las máquinas
para no replicar estas asimetrías. En el caso de la práctica docente, la distinción elaborada por Darío Sandrone
(2020), entre el autómata y el cyborg nos permitirá completar el espíritu del proyecto pedagógico simondoniano,
expresado en la distinción entre profesor y educador. Según el filósofo argentino la tensión entre el cyborg y el
autómata se remonta a los debates del siglo XIX, en torno al lugar del trabajo humano dentro del moderno sistema
de fábricas. El matemático inglés Charles Babbage (reconocido como el padre de la computadora) proyectó una
máquina diseñada que tendría la capacidad de insertarse en el sistema productivo mediante la realización de parte
del trabajo intelectual. Su propósito era diseñar un gran híbrido hecho de máquinas y trabajadores humanos. La
referencia contrapuesta al proyecto de Babbage usada por Sandrone, será el médico, químico y catedrático escocés
Andrew Ure, quien desde una perspectiva diferente, anunciaba un futuro donde el sistema de máquinas se
convertiría en un autómata (compuesto de muchos órganos mecánicos e intelectuales). Dentro de este sistema, los
trabajadores humanos ya no tendrían un rol activo en los mecanismos, sino un rol de vigilancia y la asistencia como
una especie de pastores de las máquinas. Desde esta perspectiva Babbage y Ure constituyen dos figuras
conceptuales que permiten establecer dos figuras en tensión y contradictorias sobre las máquinas en la era
industrial: el cyborg y el autómata. “Por un lado, en el cyborg, que trata de describir Babbage, persiste la idea de
un intercambio equitativo entre máquina y humano, en el cual ambos evolucionan y cambian simultáneamente en
una dinámica dialéctica virtuosa. Por otra parte, el autómata, proyectado por Ure, plantea la asimetría total entre
humano y máquina, donde el primero se vuelve una pieza pasiva de la segunda que, a su vez, se transforma en un
ser extraordinariamente autónomo que deviene sujeto de la producción” (Sandrone, 2020, p. 21).

Siguiendo el rastro latouriano de la noción de sintagma para dar cuenta de los ensamblajes entre humanos y no
humanos, Sandrone coloca la figura de Babbage del lado del cyborg, en tanto propicia la asociación entre humanos
y máquinas, y la figura de Ure del lado del autómata, en tanto se enfoca en la automatización del proceso (la
sustitución de humanos por autómatas). Ambas figuras han permitido el desarrollo de diferentes perspectivas
críticas durante el siglo XIX. Desde la perspectiva de Marx, la figura del autómata se volverá un espacio para abordar

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los procesos de producción a la luz de la economía política. Sin embargo, durante el siglo XX se producirá una
transformación de esos automatismos rígidos que regulaban las máquinas de las fábricas descriptas por Marx. La
noción de información ligada a un sistema metaestable en la ontogénesis simondoniana está orientada a abandonar
el modelo sustancialista e hilemórfico mediante una reforma nocional. Para explicar la interacción entre humanos
y máquinas la información se volverá clave a la hora de desbordar los límites de la teoría económica y la teoría
energética. No reducir a las máquinas a un mero automatismo según su finalidad permitirá abordar sus esquemas
de funcionamiento, su capacidad de regulación y también su función reguladora de los comportamientos humanos.
En el acoplamiento entre humanos y máquinas la operación de información implica la activación de esa zona mixta
que pone en relación los estados metaestables. En el esquema simondoniano el receptor de la información ocupa
un rol central por su realidad mixta. Una realidad donde interactúan la estructura (energías locales) y los aportes
de la energía incidente. Cuando esta zona mixta está en relación con los estados metaestables le otorga a la
información incidente una eficacia para iniciar transformaciones en el receptor.

Para Simondon (2009) la información es la fórmula de la individuación, no dada de antemano, sino descubierta en
el mismo proceso (p. 36). Pero esta operación además de la información necesita de la gnosis, que jamás es
totalmente informacional, también contiene una parte motivacional. Esto genera el círculo funcional de la
comunicación donde encontramos la percepción (o contacto sensible) y la acción (o simple reacción) en las
conductas vinculadas al nivel de organización y complejidad de un sistema. La noción de motivación es comprendida
como el equivalente psíquico de una energía potencial que implica tendencia, aspiración, una mirada hacia el
porvenir y la transformación. La motivación se diferencia de la afectividad, que puede ser vuelta al pasado como
una añoranza, pero no comporta una motivación intensa Aquello que contiene tanto la capacidad formalizante de
la modulación como la fecundidad de los procesos asociativos de las operaciones transductivas son los actos de
invención organizadora. Para la filósofa Muriel Combes (2017), la invención es una modalidad de la
transindividualidad la que se constituye mediante la realidad preindividual depositada en el objeto técnico
inventado. Y este objeto técnico devendrá portador de información para que otros sujetos puedan agenciar por
intermedio del objeto sus capacidades inventivas y organizadoras con las del inventor (pp. 125-126). El sujeto para
Simondon (2009) es el ser individuado que mantiene un resto preindividual. Un resto que alcanzará plenitud en
relación, transindividuándose por medio de la técnica. Por lo tanto, en la invención podemos encontrar la aparición
de una compatibilidad extrínseca entre el medio y el organismo y entre subconjuntos de la acción. Se produce un
feed-back en un circuito que va del régimen a la organización de los medios y de los subconjuntos siguiendo un
modelo de compatibilidad (pp. 158-159). Dentro de este circuito, la comunicación entre dos órdenes de magnitud
(problema - resultado), se convierte en la raíz de solución a partir de mediaciones heterogéneas. La invención
cumple dentro de este proceso su función de sistema de transferencia entre órdenes de magnitud diferentes, que
no es el simple encuentro entre elementos constituidos previamente, sino el efecto de una resolución de
problemas. “A diferencia del operario de máquinas descalificado y encerrado en la fábrica que imaginaba Marx, el
“hombre técnico” (sic) de Simondon, es cualquier ciudadano formado con múltiples saberes y habilidades para
operar con máquinas y generar entornos cyborgs apropiados. En ese sentido, no es necesario que el humano quede
reducido a vigilante o a esclavo de una tropa de autómatas” (Sandrone, 2020, p. 24).

Debido al avance de la tecnología, las relaciones entre naturaleza y cultura han comenzado a ser interpeladas desde
diversas posiciones que oscilan entre el humanismo (cuyo eje central es la postulación de una especie de
naturalismo implicado en la idea de un estado humano natural, sin contaminación tecnológica) y el antihumanismo
(que postula una perspectiva culturalista que rechaza de cuajo la presencia de una naturaleza no mediada, es decir,
primigenia). El escenario tecno-cultural contemporáneo se encuentra imbricado en esta especie de bipolaridad,
cuya presencia parece tornarse irreductible hacia ninguno de sus polos. La cuestión radica en comprender que en
la actualidad nos encontramos con un “binomio indisoluble” marcado por un fuerte proceso de hibridación que
pretende eliminar esta bipolaridad. A partir del proceso de incorporación y acoplamiento de las tecnologías han
comenzado a emerger figuras como cyborg, una nueva forma de existencia que reviste una configuración híbrida.
Por lo tanto, los espacios de formación deberían operar como medio técnico de vida tendiente a transformar el
medio y transformarse con él, mediante la puesta en comunicación de diversos órdenes de magnitud. Desde esta

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perspectiva, la comunicación es el motor del aprendizaje y los medios técnicos que hacen posible la comunicación
en la actualidad son los celulares, las notebooks y tablets, y los medios conectados en la era del internet de las
cosas. Como afirma Sandrone (2020), en este contexto que aceleró la mediación digital en los procesos de
formación un buen docente sería la figura del “intérprete de las máquinas” y no un mero “pastor de las máquinas”.
“Cada docente o cada comunidad de docentes, crea su cyborg local, lo sepa o no, en la manera que organiza las
interacciones entre individuos técnicos y humanos, para que juntos generen aprendizajes que serían difíciles de
lograr entre humanos solos o solo entre máquinas” (Sandrone, 2020, p. 29). Tendríamos en la figura del cyborg
educador (intérprete de las máquinas) de Sandrone una complementación del concepto de educador en Simondon,
mediante un acoplamiento virtuoso entre humanos y máquinas. Contrariamente, en el concepto de profesor como
autómata (pastor de las máquinas), encontraríamos la figura el operario proletarizado del gobierno algorítmico.

En la sociedad actual la economía de plataformas articulada por el poder modulador del gobierno algorítmico
impulsa un cyborg planetario que sustituye el intérprete de máquinas como ciudadano técnico, por el operario del
capital. Desde esta perspectiva, el principal desafío formativo de las instituciones radica en lograr trasmitir una
mentalidad técnica que acople las tecnologías a necesidades e intereses locales, y los desacople de los monopolios
corporativos. Si pretendemos una universidad con un proyecto pedagógico político que reactive los procesos de
transindividuación erosionados por el gobierno algorítmico, deberíamos empezar por crear entornos de
aprendizaje capaces de provocar un efecto de formación. Estos entornos de aprendizaje en el marco del devenir
digital acelerado por la pandemia, nos obliga a repensar la práctica docente a partir de nuevos acoplamientos
virtuosos del cyborg local. Dichos acoplamientos se producen en un contexto donde las tecnologías de poder se
articulan sobre una nueva episteme que pone en disputa la administración de estos acoplamientos.


Consideraciones finales

Las mediaciones digitales en los procesos de formación se amplificaron en modo exponencial durante la pandemia
del covid-19. Esto incrementó la necesidad de incorporar la mediación tecnológica en los procesos formativos.
Dicho fenómeno no solo aceleró la incorporación de tecnologías en las prácticas docentes, también replicó una
asimetría presente en nuestros vínculos con los dispositivos tecnológicos. Una asimetría estructural que nos sirvió
como punto de partida para elaborar un recorrido reflexivo sobre el estado actual de la formación universitaria
como agente de transformación. Este recorrido se edificó a partir de tres desplazamientos que nos permitieron
arribar a las siguientes consideraciones:


a) En la actualidad podemos identificar el surgimiento de una nueva episteme y de nuevos dispositivos de
poder basados en el gobierno algorítmico y la optimización de la vida. Esta forma de gobierno se presenta
como una alternativa formativa para conformación de lo común, pero en realidad obtura los procesos de
transindividuación que requiere lo colectivo. Por ello, se hace necesario un proyecto pedagógico político
alternativo que nos permita crear nuevos lazos sociales, capaces de reconstituir estos circuitos erosionados
por la economía política del capitalismo de plataformas.

Primera conclusión: Un proyecto pedagógico que pretenda operar como agente de transformación local en
una sociedad articulada por la economía de plataformas debe recomponer los circuitos de
transindividuación necesarios para reactivar su metaestabilidad.

b) El desplazamiento desde la noción de formación como modelamiento a la individuación como formación.
La sociedad pedagógica impulsada por el gobierno algorítmico está sustituyendo la formación moderna
(disciplinaria) mediante un proceso de descentralización del saber. Sin embargo, esta multiplicación de
espacios de formación no realiza la utopía de una universidad sin condición capaz de desbordar las
constricciones institucionales del poder disciplinario. El gobierno algorítmico metaboliza la
incondicionalidad en una normatividad estadística al servicio de la economía de plataformas de las

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corporaciones. La propuesta pedagógica política de Gilbert Simondon nos permitió mostrar una alternativa
a la formación como modelamiento de la educación moderna, pero también un funcionamiento operativo
posible para disputar al gobierno algorítmico el poder para modular los acoplamientos humano – máquina.

Segunda conclusión: Un proyecto pedagógico que pretenda disputar la capacidad de modulación al poder
corporativo de la economía de plataformas debe liberar a los objetos técnicos de su estado de esclavitud
para redefinir la histórica asimetría estructural entre humanos y máquinas.

c) El desplazamiento desde el rol de profesor como pieza del autómata a los acoplamientos humano –
máquina del cyborg educador. La distinción entre profesor y educador, complementada en las figuras del
autómata y del cyborg, nos permitió identificar dos figuras en tensión. Estas figuras representan dos
modelos de nuestro vínculo con la tecnología que permiten identificar tanto las formas de replicación de la
asimetría y como las formas alternativas. La figura del cyborg local propuesta por Sandrone, puede
constituir un modo de efectuación del proyecto pedagógico de Simondon en la actualidad, y también una
alternativa al cyborg planetario que promueve las corporaciones económicas del capitalismo
contemporáneo.

Tercera conclusión: Un proyecto pedagógico que pretenda un nuevo modelo formativo debería promover
la figura del cyborg educador frente a la figura del profesor autómata modulado actualmente por la lógica
de producción del cyborg planetario de las corporaciones.


A modo de conclusión podemos afirmar que gran parte de las instituciones formativas conservan una gran parte
del sentido moderno de formación en crisis por la sociedad pedagógica del gobierno algorítmico. El objeto técnico
como principio de inteligibilidad nos permite ver por analogía la asimetría estructural presente en nuestros vínculos
pedagógicos a partir del incremento de la mediación tecnológica. El espíritu conservativo de los sistemas
universitarios en la Argentina sostiene una idea de formación que no solo reproduce las asimetrías estructurales
existentes, sino también impide la posibilidad de disputar al poder modulador del gobierno algorítmico los procesos
de subjetivación. Si pretendemos que universidad vuelva a operar como agente de transformación capaz de
producir subjetividades que desborden lo individual hacia lo colectivo, precisamos que recupere su condición
metaestable: la individuación como formación.



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Fecha de recepción: 3-7-2024

Fecha de aceptación; 18-10-2024