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/ pp 137-150 / Año 9 Nº17 / DICIEMBRE 2022 – JUNIO 2023 / ISSN 2408-4573 /
ESTUDIOS COMPARADOS EN EDUCACIÓN
En términos comparativos, es un país con una tasa de escolarización líquida de solo el 21,3%; una tasa bruta del 37,4%;
una media de 11,4 años de estudio en total; una tasa de deserción del 51% hacia el quinto año contado desde el ingreso
a la institución educativa; una proporción de alrededor de tres instituciones privadas por cada pública (proporción que
varía sobremanera entre los estados centrales y los periféricos, con términos relativos mayores en el primer caso); y un
63% de las vacantes totales ofrecidas en modalidad de educación a distancia (en adelante EaD), según los datos del
último Censo de la Enseñanza Superior, llevado a cabo en 2019 (INEP, 2020).
En este panorama, la pandemia acentuó las características regresivas del sistema educativo, que son analizadas en
tres aspectos: la dimensión académico-curricular, la dimensión de acompañamiento y orientación y la dimensión de
asistencia y ayuda a los grupos vulnerables.
En cuanto a la dimensión académico-curricular, la presencialidad fue suspendida en todos los niveles educativos por
decreto del Ministerio de Educación el 17 de marzo de 2020. Desde entonces los establecimientos de enseñanza
superior permanecieron con las puertas cerradas, manteniendo las actividades de vinculación pedagógica a través de
mecanismos virtuales. Las únicas excepciones fueron las prácticas de las carreras de las ciencias de la salud, que se
reanudaron bajo estrictos protocolos en el comienzo del ciclo lectivo de 2021.
No obstante, a partir de marzo del 2021 el ministro de educación, Milton Ribeiro, autorizó la vuelta a la presencialidad,
prorrogando al mismo tiempo, la posibilidad de mantener la virtualidad hasta el 31 de diciembre de 2021, al homologar
una decisión del Consejo Nacional de Educación (Vilela, 2020). Esta última opción es la que tomó la gran mayoría de
las instituciones superiores, con la excepción de cuatro de ellas, que en septiembre de 2021 comenzaron con la
implementación de la revinculación pedagógica presencial: tres universidades estaduales en San Pablo, y una federal
en Rondonia (Araújo y Tortella, 2021). Las tres primeras lo hicieron enfrentando a las restricciones que aún se mantenían
vigentes por disposición del gobernador del estado, João Doria, lo que demostró el alto grado de autonomía que
mantienen las universidades paulistas, en contraste con lo que sucede con las universidades estaduales de gran parte
del resto del país, donde la mayoría de las instituciones pretendió mantener la modalidad virtual, en gran medida para
no causar malentendidos con las cambiantes disposiciones sanitarias.
Por su parte, en el caso de las universidades privadas la situación no es muy diferente, aunque con un añadido muy
importante: la EaD ya era ampliamente utilizada en estas instituciones antes de la pandemia. A ello se suma que la
educación privada, al regirse por la oferta y la demanda, es sensiblemente más barata en su modalidad a distancia que
presencialmente, y ello se refleja en las propias preferencias de los estudiantes, que en su mayoría optan por las
modalidades no presenciales (Peduzzi, 2021). Sin embargo, la tendencia hacia formas de enseñanza híbridas es algo
que excede a las instituciones privadas y también comienza a notarse en las públicas, particularmente en las estaduales
(Zan y Krawczyk, 2021).
En cuanto a la dimensión de acompañamiento y orientación, es interesante señalar que el 93,4% de los proyectos de
investigación de las universidades federales continuaron con sus actividades a pesar del pasaje a la virtualidad, aunque
ello implicó el recorte de los objetivos en los casos que requerían actividades en laboratorio o campo, o bien su
reformulación hacia proyectos de análisis sobre fuentes secundarias (Mélo et al., 2020). No obstante ello, las labores
tanto de investigación como extensión relacionadas directamente con el manejo de la pandemia fueron alentadas
particularmente, alcanzando la suma de más de 2000 proyectos en las universidades públicas durante los primeros
seis meses de la pandemia, en particular centrados en las disciplinas de las ciencias de la salud y biológicas, pero
también en las ciencias sociales (Ferreira, 2020). Esta situación refleja no solo la priorización del sistema público de la
investigación por sobre la enseñanza en la situación de emergencia, sino también da cuenta de fuerte contraste con las
instituciones privadas, en las que la investigación y la extensión poseen un peso relativo mucho menor y que, por lo
tanto, articularon sus recursos hacia la reconversión de la enseñanza en la virtualidad, tarea en la que las instituciones
públicas fueron mucho menos efectivas, dado que hasta quince de ellas mantuvieron suspendidas por completo las
tareas de enseñanza durante el 2020 (Carvalho, 2020).
En lo que hace al acompañamiento de los estudiantes, el pasaje a la virtualidad fue tan complicado para los brasileños
como para otros países de la región. Las condiciones materiales de los estudiantes fueron un condicionante con especial
incidencia en su capacidad de adaptación a la nueva modalidad de enseñanza. En este sentido, a comienzos del
confinamiento de 2020, el 42% de los hogares brasileños no tenían computadoras (Gomes, 2020).
No obstante, para septiembre del mismo año, la Encuesta Nacional Continua por Muestreo de Hogares que lleva a cabo
periódicamente el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), señala que esa cifra se encogió hasta el 2% de
los estudiantes matriculados en la educación superior (Castioni et al., 2020). Este fenómeno de conectividad acelerada
ocurrió en gran medida debido a que los propios estudiantes decidieron redirigir sus ingresos (o deudas) hacia la