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/ pp 94-106/ Año 12 Nº23 / DICIEMBRE 2025 – JUNIO 2026 / ISSN 2408-4573 / DESSIER TEMÁTICO
A diferencia de sistematizaciones que repasan las principales hipótesis sobre el papel de la educación superior en la
sociedad contemporánea, señalando el carácter ambiguo, incompleto o controversial de sus hallazgos, sin ahondar en
sus supuestos teóricos (Badry y Willoughby, 2016) o de otras que las retoman, sea para proponer una selección
alternativa de factores (Windolf, 2018 [1998] (Wright y Horta, 2018) o un factor primario común (Marginson, 2018), nos
interesa iniciar una discusión sobre los supuestos teóricos que comparten así como señalar lo que entendemos son sus
limitaciones para la comprensión de los procesos estudiados, desde un enfoque que procura superar análisis
fragmentarios sobre la sociedad. Partiendo de los desarrollos de Marx (1976 [1885]) respecto del modo en que la
búsqueda de valorización del capital transforma los procesos de trabajo y, con ello, a la propia clase trabajadora, se
estudia la ES como parte de la formación de la fuerza de trabajo y de la conformación de subjetividades productivas
(Iñigo Carrera, 2013), (Hirsch y Iñigo, 2005), asumidas como tareas del Estado capitalista (Altvater, 1976; Blanke et al.,
1978; Müller y Neusüss, 1978; Holloway y Picciotto (Eds), 1978; Bonefeld y Holloway (Comps.), 1994).
Estudios comparados sobre los factores que impulsan la expansión de la educación superior
La expansión de la ES se constituyó en objeto de estudio a fines de los años 60, consolidándose lentamente como un
verdadero programa global de investigación, dentro de un campo inherentemente multidisciplinar con teorías y
herramientas de diversas disciplinas (sociología, economía, ciencia política). Tuvo un desarrollo fragmentado (Tight,
2014; Labraña, 2022) en dos grandes conjuntos: por un lado, estudios predominantemente descriptivos de carácter
nacional, regional o mundial referidos a los patrones de crecimiento de la matrícula y la graduación según tipo de
estudiantes, instituciones, modalidades, programas formativos y disciplinas; por el otro, estudios con pretensiones
explicativas y construcción teórica, guiada, entre otras, por la pregunta sobre las causas determinantes de la expansión.
Inicialmente tributarios de los debates teóricos sobre las causas que impulsaban la expansión de la escolarización en
la sociedad contemporánea, estos trabajos hicieron base en supuestos convencionales que concebían a la expansión
como parte de la modernización social y la mejora del nivel de vida, del consumo de bienes –incluida la educación-,
apalancada por la inversión estatal. Para ilustrar el punto de partida de la discusión puede tomarse como ejemplo los
análisis publicados a principios de los 70, que coincidían en que el “factor determinante” –principal o de mayor
gravitación- del crecimiento de la matrícula, en las universidades europeas, era la tasa de graduación en el nivel medio
(que todavía se mantenía debajo del 50% en la mayoría de los países). No se distinguía el efecto de variables internas
a la propia ES como, por ejemplo, el crecimiento del gasto (totalmente independiente de las tasas de matriculación),
medidas de apertura del ingreso o de diversificación institucional y de la oferta. El crecimiento había sido similar en el
circuito vocacional-técnico y en el universitario, y este último seguía siendo el dominante. Tampoco encontraron que
incidiera en la expansión la introducción de sistemas de becas, más relevantes en términos de diversificación de la
extracción social de los estudiantes. El crecimiento tenía una “naturaleza en apariencia arbitraria”, un “alto grado de
´espontaneidad´ o ‘autonomía´”, expresado también en el aumento de la matrícula en las disciplinas de humanidades y
ciencias sociales, a pesar de políticas específicas que, desde los 50, buscaban estimular el desarrollo de las ciencias
básicas y aplicadas. En suma, “el sistema parecía haber mostrado cierto grado de resistencia a los incentivos políticos”
y detrás de los patrones de crecimiento, “se encontraban fuerzas más profundas que arraigaban en las estructuras
educacionales establecidas y en las actitudes y deficiencias sociales” (Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos [OECD], February 1971, p. 14-15).
Diversas líneas teóricas fueron aportando hipótesis que otorgaban preeminencia a ciertos procesos por sobre otros,
delimitados como factores. Así, por ejemplo, y sin pretensión de exhaustividad, las teorías del desarrollo técnico y del
capital humano señalaban el efecto derivado del incremento de la demanda de trabajadores calificados en el mercado
laboral y de los niveles de educación impulsado por mayores tasas de retorno individual (Becker, 1983; Schultz, 1985);
las teorías del s
ignaling
o
screening
(Dore, 1983) apuntaban al creciente valor de los títulos en la selección de
trabajadores mientras que la teoría del credencialismo (Collins, 1989) a la competencia por los puestos de trabajo y
ascenso de
status
. Para las teorías del sistema mundial de filiación neoinstitucionalista, la expansión educativa anclaba
en la difusión global de modelos socioculturales o políticos que resaltaban el valor de la educación para la mejora social
o individual (Meyer et al., 1979). Las teorías sistémicas (Archer, 1982; Green et al., 1990), específicamente interesadas
en generar una teoría sobre el origen, características y evolución de los sistemas educativos, discutían con muchas de
las teorías mencionadas, precisando propiedades estructurales y contingentes que impulsaban el crecimiento de los
sistemas en general.