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/ pp 30-44 / Año 12 Nº23 / DICIEMBRE 2025 – JUNIO 2026 / ISSN 2408-4573 / DESSIER TEMÁTICO
algunas dimensiones en virtud de las diferentes características de los relevamientos -por ejemplo, mientras que el
relevamiento anual se realiza todos los años, la distribución de la población por edad, necesaria para el cálculo de
indicadores como tasas de escolarización netas y brutas, requiere proyecciones poblacionales por grupos de edad y
edades simples, con las dificultades metodológicas que ello implica-. Entre estos indicadores, tres de ellos son
producidos sistemáticamente y publicados junto con los anuarios estadísticos: tasa de sobreedad, tasa de repitencia y
tasa de abandono. Quizás la virtud primordial de estos tres indicadores es la baja dependencia de otros relevamientos,
dado que toda la información para su producción se encuentra contenida en los relevamientos anuales. Aunque son
comúnmente clasificados como indicadores de eficiencia del sistema educativo, en gran parte su variabilidad debe ser
observada en conjunto con otras características del sistema, como por ejemplo los regímenes académicos, cuyos
cambios pueden afectar estos indicadores, factor especialmente relevante en el marco de un país federal donde cada
jurisdicción tiene un régimen académico propio y estructuras académicas diferentes en virtud del artículo 134 de la Ley
de Educación Nacional N° 26.206, que permite la coexistencia de dos estructuras académicas: una de seis años para
el nivel de educación primaria y de seis años para el nivel de educación secundaria, o una estructura de siete años para
el nivel de educación primaria y cinco años para el nivel de educación secundaria.
Derivado de estos tres indicadores mencionados, puede observarse el Índice de Vulnerabilidad Educativa desarrollado
por la Dirección General de Información y Estadística de la Ciudad de Buenos Aires. Este índice utiliza como fuente de
información el Relevamiento Anual instrumentado a nivel nacional, y considera tres variables: sobreedad, como el
porcentaje de alumnos cuya edad supera la teórica para el grado/año que cursan; repitencia, como el porcentaje de
alumnos que cursan por segunda vez (o más) el mismo grado/año (excluye recursado por abandono previo); y el
abandono, como el porcentaje de alumnos que dejan el establecimiento durante el ciclo lectivo sin solicitar pase. Es un
índice no ponderado, es decir que cada uno de los indicadores que lo componen tiene el mismo peso relativo.
A nivel nacional, en 2019 se desarrolla el Índice de Contexto Social de la Educación (ICSE), que, a diferencia del anterior,
no toma información de los relevamientos anuales educativos, sino que toma información proveniente de los censos de
población, vivienda y hogares. El índice fue construido en el marco de un convenio de cooperación y asistencia técnica
entre la Dirección de Planeamiento Educativo del Ministerio de Educación de la Nación y la Organización de Estados
Iberoamericanos, y toma como antecedente el IVS anteriormente descripto desarrollado en las áreas de estadística
social y demográfica de la Ciudad de Buenos Aires:
En el caso argentino, un antecedente directo del ICSE fue el Índice de Vulnerabilidad Social (IVSg) (Con et. al.,
2011), cuyos resultados surgían del Censo de 2001, utilizado para la planificación de acciones de política
educativa en la Provincia y en la Ciudad de Buenos Aires (DGCyE, 2010a y 2010 b) y también en la Nación
(MEN, 2015). No obstante, en la construcción del ICSE, el IVSg es reformulado tanto en sentido operacional
(por cambios en la información relevada y/o disponible entre el Censo de 2001 y el Censo de 2010) como
conceptual (en términos de las dimensiones, indicadores y umbrales considerados y su estructura de
ponderación) (Born, D. et al., 2019, p. 65).
El ICSE se ubica en su conceptualización como una herramienta para el desarrollo de políticas públicas sectoriales, y
tal como se señala en su metodología, no incluye información referida a la escolarización con relación a la edad teórica
y real, sino que es un indicador de contexto. El indicador toma cuatro grandes dimensiones -vivienda, agua y
saneamiento, capacidad económica y clima educativo del hogar. Para cada una de las dimensiones se toman diferentes
indicadores, y los indicadores poseen tres umbrales -sin privación, privación moderada y privación severa/crítica. Al
tomar como fuente de información el relevamiento censal del año 2010, el límite se encuentra en las variables relevadas
en el procedimiento censal. En la propia elaboración del índice, la dimensión de la Capacidad Económica es impactada
tanto por la información relevada como por la metodología censal. A lo largo de la aplicación de los censos en Argentina,
en algunos casos se realizaron cuestionarios unificados (es decir, la misma cédula censal para toda la población), y en
otros casos se aplicaron dos cuestionarios, un cuestionario básico aplicado a toda la población y un cuestionario
ampliado aplicado a una muestra, cuyo nivel de desagregación es mucho menor. En estos casos el desarrollo de
instrumentos estadísticos se enfrenta con decisiones metodológicas que impactan sobre el alcance, dado que debe
limitarse a lo abarcado por los cuestionarios que fueron aplicados al total de la población, o, en el caso de utilizarse los
cuestionarios ampliados que fueron aplicados a muestras, abarcar más información en detrimento de su desagregación
territorial. En este marco, dada la utilización del Censo 2010 como fuente de información, cuya metodología de
aplicación fue la de dos cuestionarios, uno básico y uno ampliado, la decisión metodológica para el ICSE fue la utilización
de la información contenida en el cuestionario básico, de alcance al total de la población, privilegiando la mayor
desagregación territorial. Sin embargo, tal como señalan los autores, el cuestionario básico del censo 2010 no incluyó