60 / pp 60-75 / Año 4 Nº6 / MAYO 2017 / ISSN 2408-4573 / SECCIÓN GENERAL
Revista Latinoamericana de Políticas
y Administración de la Educación
Reflexiones en torno a la arquitectura del aula universitaria:
dimensión didáctica, fenomenología y disolución de los límites
espacio-temporales en la optimización de comunidades de
aprendizaje
Reflections on the architecture of the university classroom: educational dimension,
phenomenology and spatial&temporal limits dissolution in the crystallization of
communities of learning
CAMPOS CALVO SOTELO, Pablo
1
Resumen
La formación humana, canalizada a través de procesos de enseñanza-aprendizaje, es una experiencia necesariamente espacial;
esta convicción constituye el fundamento teórico primordial sobre el que se sustenta el presente texto. A partir de tal evidencia,
constatada a través de toda lectura histórica de la Universidad en tanto que realidad arquitectónica, se analizan determinadas
características inherentes al concepto de “aula didáctica”, asumida como célula básica donde se concentra con mayor intensidad
dicha acción formativa. Se procede a estudiar tres propiedades esenciales de la misma: por un lado, la dimensión didáctica intrín-
seca; por otro, su perfil fenomenológico, incluyendo cuestiones relativas a la percepción psicológica y las respuestas de los usuarios
a su configuración espacial interna, así como reflexiones relativas a la poética espacial; en tercer término, se aborda la disolución
de los límites físicos y temporales del aula, como factor que ayuda a que cristalicen las comunidades de aprendizaje, en tanto que
muestra a pequeña escala de la sociedad que conforma el entorno sociocultural dentro del cual realiza su trascendental actividad
formativa. Con todo ello, se quiere incidir en la necesidad de concebir de cara al futuro formatos arquitectónicos en clave de “aula
didáctica” que respondan desde la innovación a las modalidades contemporáneas de Enseñanza-Aprendizaje, enriqueciendo tanto
la motivación de cara a formación que han de protagonizar sus usuarios, como su trascendental proyección social.
Palabras clave: Arquitectura/ Educación/ Universidad/ aula/ innovación/ campus didáctico
Abstract
Human formation, channelized through teaching & learning processes, is a necessary spatial experience; this conviction constitutes
the essential theoretical foundation which supports the present text. From such evidence, valuated through an historical reading of
Universities as architectural realities, some characteristics inherent to the concept of “educational classroom” are analyzed, assu-
ming it as a basic cell where such formation activity is concentrated with high intensity. Three of its features will be studied: on one
hand, its educational intrinsic dimension; besides, its phenomenological profile, including issues related to psychological perception
and the responses of users to its spatial internal configuration; finally, the dissolution of the physical and temporary limits of the
classroom is analyzed, as a factor that helps the crystallization of communities of learning, acting as a minor scale testimony of the
society which builds the social&cultural environment where the classroom develops its transcendental formation role. With all these
topics in mind, the purpose of the text is to remark for the future the need of conceiving classroom formats based on the concept of
“educational classroom”, which respond from innovation to the contemporary modalities of teaching&learning, enriching both the
motivation of its users towards formation and its transcendental social projection.
Keywords: Architecture/ Education/ University/ classroom/ innovation/ educational campus
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Universidad CEU San Pablo/ utoplan@telefonica.net
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1. Planteamiento, antecedentes y fundamentación teórica
1.1. Planteamiento: necesidad de una Arquitectura intencionada para optimizar el aula universitaria
La Educación, un hecho espacial en la comunidad de aprendizaje. El proceso formativo para el ser humano es un hecho que, ade-
cuadamente asimilado, debe estar dotado de una naturaleza espacial. La educación superior ha de asumirse necesariamente como
un hecho de carácter presencial, que necesita de los marcos edificados para albergar el contacto humano:
La educación tiene una dimensión espacial; que la formación de las personas, como misión de la Universidad, precisa de un
entorno construido que ha de poner de manifiesto sus virtudes socializadoras e integradoras (Abril, 2010, p.9)
Este rasgo espacial se acompaña de otros tres, pertenecientes a otras esferas de la condición humana: afectividad, colectividad y
sostenibilidad.
Sobre el afecto. No cabe entender la educación integral de la persona (misión última de la Universidad) sin una vinculación afectiva
entre los principales actores intervinientes (profesorado y alumnado). Esta cualidad alcanza su grado superlativo en la Universidad,
pero no se circunscribe únicamente a ella; como apunta Fernando Alberca, al remitirse al mundo de la infancia y la adolescencia:
“Todo aprendizaje en el niño o adolescente tiene un origen afectivo” (Alberca, 2011, p.118).
Sobre el sentido didáctico de lo colectivo. Los avances cognitivos de un grupo son de mayor intensidad que los alcanzables como
suma de los individuales. Este valor añadido “didáctico” está estrechamente ligado a la noción de comunidad de aprendizaje, que
se remite necesariamente al contexto social, que las Universidades suelen encontrar en las anexas ciudades. Debe insistirse en la
importancia de la Arquitectura, como subraya la profesora Romañá, quien resalta que los espacios son relevantes en materia edu-
cativa, cristalizando una “trama” enriquecedora (Romañá, 2004). Añade el arquitecto neoyorquino Peter Lippman: “el aprendizaje
se produce en relación tanto con el entorno social como con el físico” (Lippman, 2010, p. 9).
Sobre lo sostenido del aprendizaje. El hecho formativo posee una vocación de continuidad a lo largo de toda la vida (cuestión refor-
zada por las políticas del Espacio Europeo de Educación Superior, y las dinámicas del denominado “Aprendizaje a lo Largo de Toda
la Vida”), lo que incide en su sostenibilidad.
Sumando esta tétrada de cualidades, cabe asumir que los alumnos progresan más si su adquisición de conocimientos está re-
vestida de una cierta afectividad, se realiza colectivamente, se prolonga en el tiempo y –sobre todo- ocurre en un marco físico. La
Arquitectura, pues, interviene intencionadamente en forma de actriz asociada a toda actividad formativa cimentada en la dimensión
humana.
1.2. Antecedentes: breve aproximación histórica al aula universitaria
Mucho se ha investigado en relación a la composición arquitectónica de las aulas. No es objeto del presente texto efectuar un re-
corrido exhaustivo sobre la memoria de las aulas en la Educación Superior, pero sí procede citar que la evolución reciente ha sido
abordada de modo atractivo por diversos autores (Blázquez, 1993; Doménech, & Viñas, 2007; Olivos, 2010).
En clave retrospectiva, cabe resumir que la modalidad de enseñanza más frecuente desde el origen medieval de la institución ha
sido (y sigue siendo) la clase teórica. Dentro de este formato tradicional, caracterizado por una considerable rigidez espacio-tem-
poral y una forma rectangular en planta, el profesor (como foco de atención), se posicionaba en un extremo del aula (muchas veces
ocupado por una plataforma elevada), facilitándose la visión de los estudiantes. Éstos, presentes bajo un perfil funcional pasivo, se
disponían empleando piezas de mobiliario paralelas al foco de atención.
La tipología arquitectónica de estos espacios formativos históricos alteró poco su composición arquitectónica hasta aproximada-
mente las últimas décadas del siglo XIX. Sus límites espaciales, sumados a los temporales, han marcado su evolución sin llamativas
variaciones. Podría juzgarse que fue a mediados del siglo XX cuando el aula comenzó a experimentar cambios, incrementándose el
número de formatos tipológicos. A partir de los años 50, la masificación universitaria supuso que las aulas resultasen insuficientes
en su capacidad, y excesivamente rígidas en su composición y funcionalidad.
En las siguientes décadas, los edificios de nueva construcción aumentaron el número y variedad tipológica de aulas, con nuevos
formatos destinados tanto a las clases teóricas como a las prácticas; seminarios, salón de actos, salas de estudio, ámbitos de la
biblioteca, aulas-taller, o laboratorios, entre otros. En las construcciones ya existentes, se efectuó igualmente una colonización
de espacios alternativos, no ideados originalmente como tales. La implementación de estrategias pedagógicas diferentes implicó
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recurrir a un variado catálogo de soluciones áulicas, localizadas tanto dentro como fuera del edificio. En la activación de lugares
tradicionalmente inertes en lo formativo resultó clave la incorporación de las TIC´s.
A escala internacional, las Universidades se encuentran hoy inmersas en un cambio de paradigma, donde el aprendizaje debe
estar centrado en el estudiante; ello abre la puerta a un horizonte de innovación pedagógico y arquitectónico. En tal coyuntura, es
pertinente proponer el concepto de “aula didáctica”.
1.3. Fundamentación teórica: la dimensión humana de la Arquitectura de del aula universitaria para la comunidad
de aprendizaje
El aprendizaje universitario alcanza su máxima intensidad en el aula, por razones socioculturales y organizativas. Es importante
interiorizarla como “lugar de aprendizaje”, donde el alumno genere un beneficioso sentimiento de pertenencia. En sentido opuesto
se hallarían los denominados “espacios inertes”, incapaces de albergar relaciones formativas; autores como Etienne Wenger argu-
mentan que los ámbitos donde ocurren transacciones entre individuos estimulan el aprendizaje social y la práctica asociada (Wen-
ger, 1998). Sirva como ilustración el caso de los pequeños remansos del Infinite Corridor del Massachusetts Institute of Technology.
Su oficina de planificación evaluó con los años que un pequeño ámbito donde existía un banco había servido como eficacísimo
escenario para el aprendizaje social, al producirse conversaciones espontáneas entre docentes y discentes de distintas Escuelas;
en suma, el roce casual entre áreas de conocimiento fomentaba el progreso.
Imagen 1. Recodo del Infinite Corridor
(MIT, Cambridge, EE.UU., 1916)
La innovación en el aula universitaria actual debe nutrirse del concepto de “lugar de aprendizaje” en vez de “espacio de apren-
dizaje” (la OECD, mediante su publicación PEB-Exchange, dedicó notables esfuerzos a esta distinción, a través de los Congresos
internacionales “Higher Education: Spaces and Places”). Para alcanzar toda su potencia formativa, el ser humano debe activar
conexiones emocionales con el entorno físico, e identificarse con el mismo para construir un “lugar”: “El espacio se proyecta, se
mira o se imagina, pero el lugar se construye” (Viñao, 2004).
Metodología de análisis e interpretación del tema. Una vez expuesto el planteamiento, los antecedentes y la fundamentación teórica
en el presente texto, se procede a desarrollar un corpus teórico específico centrado en las propiedades-clave de cara a la optimiza-
ción del aula universitaria y su proyección en la cristalización de la comunidad de aprendizaje. Este estudio se acompañará, a modo
de ilustración, de casos ejemplares, extraídos del panorama internacional. Así, podrán anotarse experiencias innovadoras recientes,
que se han evaluado positivamente dentro de las correspondientes Universidades.
2. Análisis de las propiedades-clave para la optimización del aula universitaria
2.1 La dimensión “didáctica” del aula universitaria
El núcleo del presente epígrafe es el concepto de “Campus Didáctico”. Formulado en 2005 con el diseño del recinto de Villamayor
(Universidad de Salamanca), se postula como herramienta teórico-práctica para impulsar procesos de transformación cualitativa
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de recintos universitarios. En la 2ª tesis Doctoral de quien suscribe se establecieron las siguientes cualidades que debe incorporar
cualquier recinto dedicado a la Educación Superior, para alcanzar su condición de “Campus Didáctico”:
1.-Fundamentación en la utopía
2.-Génesis y evolución de una acción planificadora integral
3.-Cristalización de una comunidad vivencial de aprendizaje e investigación
4.-Configuración global unitaria, compatible con la diversidad individual
5.-Consecución de una dimensión estética de orden urbanístico-arquitectónico
6.-Incorporación de ámbitos de escala humana
7.-Presencia activa y múltiple de la naturaleza
8.- Integración y promoción del arte
9.-Proyección de rasgos simbólicos
10.-Apertura al entorno y accesibilidad al aprendizaje
11.-Armonización formal y conceptual con el lugar preexistente
12.-Aplicación de criterios y estrategias relativas a la sostenibilidad
13.-Consideración de la memoria tipológica en clave de interpretación
14.-Recualificación patrimonial y funcional
15.-Impulso del desarrollo e innovación inducidos
16.-Compromiso con el vanguardismo urbanístico-arquitectónico
17.-Optimización de las sinergias entre Universidad y ciudad
18.-Activación de espacios para la incorporación de modalidades innovadoras de Enseñanza/Aprendizaje
En lo que atañe a sus ámbitos de aplicación, el “campus didáctico” podrá abarcar las 4 escalas prioritarias: la relación Universidad/
Ciudad, el recinto, el edificio y el aula. Por ello, los 18 principios atesoran matices que son aplicables a la escala de célula docente,
que adquiriría el rango de “aula didáctica”.
Debe puntualizarse que la dimensión “didáctica” está intrínsecamente ligada a la Arquitectura, y muy especialmente a la universi-
taria. Así lo formula Purini, al ilustrar su discurso con la Universidad de Virginia:
El sistema de las casas de profesores y de estudiantes en la Universidad de Virginia de Jefferson, constituye, por ejemplo,
la metáfora de una relación ideal, por lo que respecta a la pedagogía, basada en dos autoridades concordes: la de la expe-
riencia de la edad madura y la que se construye a través de una confrontación entre la experiencia misma y las razones de
la juventud. El césped, en cuyos márgenes se enfrentan los pabellones, representa una especie de espacio neutral, acabado
en la parte alta por la Rotonda y abierto en su extremo opuesto hacia las colinas. (Purini, 1984, p.164)
Imagen 2. Academical Village
(Thomas Jefferson, Henry La-
trobe, Universidad de Virginia,
EE.UU., 1819)
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La misión formativa que deben poseer los espacios construidos per se, pasa asimismo por considerar a la Arquitectura como una
“forma tácita de enseñanza”, como defendían reconocidos pedagogos (Laeng, 1977).
El “aula didáctica” promueve una creativa sinergia entre docencia y Arquitectura, educando per se, y actuando como “libro de texto tridi-
mensional” (Kong, Yaacob, y Ariffin, 2015). El soporte arquitectónico se torna trascendente: “se hace lugar y educa” (Romañá, 2004, p.207).
En función de todo lo expuesto, se reafirma que el futuro de la Universidad, en clave de innovación, debe recurrir al concurso forma-
tivo que aporten sus ámbitos edificados, entre los que destaca el “aula didáctica”. Y la riqueza inherente a tal virtud guarda cierta
relación con otras dimensiones del aula, como la fenomenológico-perceptiva y la poética, tal y como se va a exponer seguidamente.
2.2. Aproximaciones fenomenológicas al “aula didáctica”
Sobre la experimentación del espacio arquitectónico. Al habitar el “Aula Didáctica”, el alumno se involucra en su experimentación
perceptiva, entendida como proceso inicial del ciclo psíquico. Pero interesa más la percepción psicológica, en la que se centran las
consideraciones siguientes.
Es pertinente recordar al profesor Arnheim, quien manifestaba que ningún objeto tridimensional puede percibirse completamente
por visiones aisladas, y que el cerebro las agrupa sintéticamente (Arnheim, 1978). Pero el hecho perceptivo va más allá, afectando
a la participación de la mente, e influyendo en el ánimo. Es frecuente describir lugares como “fríos”, “acogedores”, u otros califica-
tivos que hablan de un “sexto sentido”.
Establecidas unas mínimas bases conceptuales sobre las percepciones del hecho arquitectónico, procede analizar los ámbitos
áulicos, pues influyen en la intensidad de los estímulos que reciba el alumno.
Sobre la percepción psicológica en el “aula didáctica”. Al tema de la percepción psicológico-afectiva en aulas se han dedicado sólo
escasas investigaciones, casi todas publicadas a partir de 1969 en Environment y Behavior (EAB). Uno de los autores más reseñados
es David Canter, quien subrayó la diversidad de aspectos intervinientes (Canter, 1978). Los estudios sopesaron diferentes factores:
estética (la respuesta de los sujetos variaba desde los adjetivos de “aburrida” hasta “impresionante”); ornamentación (de “alegre”
a “triste”); confort (de “amistoso y “confortable” a “hostil”); organización (de “eficiente y coordinado”, a “desordenado y caótico”);
espacio (de “amplio” a “insuficiente”); o potencia (de “basto” a “leve o ligero”). Cabe asimismo citar a M.A. Gilmartín, quien ha
insistido en los isomorfismos, es decir, en la relación formal entre la modalidad docente y el aspecto del aula (Gilmartín, 2000).
Se valoraron asimismo variables ambientales, como forma, densidad de ocupación, temperatura, iluminación, movimiento y sonido
ambiental. A continuación, se sintetizan algunos resultados sobre la percepción psicológica del aula.
Percepción psicológica y forma espacial en el aula. Deben recordarse las connotaciones afectivas de las formas básicas: el cuadra-
do (estabilidad y fuerza consciente), el círculo (movimiento y continuidad), y el triángulo (inestabilidad y agresividad).
La forma rectangular del aula fomenta más la pasividad de los alumnos y el protagonismo del profesor, en tanto que una solución
centrada (cuadrada o circular) promueve más la participación grupal. Las distribuciones internas orientan la dirección visual, el uso,
y las jerarquías de liderazgo, transmitiéndose que quien se sitúe en el extremo del eje principal, dispondrá de la palabra y ejercerá
la autoridad.
A continuación, se grafía una sencilla categorización de las morfologías de los límites de aula, incorporándose también una re-
presentación esquemática de las tradicionales agrupaciones de mobiliario en el interior del modelo más frecuente, el rectangular.
Imagen 3. Tipologías de límites áulicos y
agrupaciones de mobiliario (elaboración
del autor)
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Percepción psicológica y disposición del mobiliario. Para potenciar la alternancia de modalidades de enseñanza-aprendizaje dentro
de un “aula didáctica” (principio 18 del concepto de “campus didáctico”), resultan imprescindibles dos requisitos de flexibilidad: la
sección arquitectónica horizontal, y la desplazabilidad del mobiliario (Visedo, 2010).
El impacto perceptivo generado en el alumno por la disposición del mobiliario depende parcialmente de la forma del aula. En semi-
narios pequeños, el alumno situado frontalmente y cerca del profesor tiende a comunicar menos que si está sentado diagonalmen-
te. Sommer apunta como caso singular la colocación en círculo junto al discente (Sommer, 1974). Cuando la separación es pequeña,
la “barrera” que supone una mesa aporta seguridad al alumno, actuando como factor de disuasión. Una cierta separación, sumada
a una orientación preferentemente no frontal, permite que el estudiante deje escapar la mirada cuando lo precise.
En aulas grandes, el recurso que posee el alumno para aproximarse al profesor es sentarse en filas delanteras. La disposición de
asientos en semicírculo o en herradura logra que se reduzca la “desconexión” entre los actores del aprendizaje. La subrayada fle-
xibilidad, rasgo exigible a todo espacio docente, permite alterar fácilmente la disposición geométrica de dichos actores; así ocurría
en el aula principal del edificio central de la Universidad de Niš.
Imagen 4. Aula principal edificio Rec-
torado (Universidad de Niš, Serbia,
1887)
Los experimentos de Sommer aclararon que las aulas históricas con filas paralelas de pupitres fijos ante un estrado fomentaban
la pasividad y la insatisfacción; por contra, el alumno prefería mobiliario flexible, dispuesto en círculo o en herradura, ya que pro-
piciaba su participación.
Percepción psicológica, tamaño y densidad de ocupación. En cuanto a la densidad de ocupación por m2, cabe observar que los
valores extremos generan consecuencias perceptivo-psicológicas. Cuando el tamaño áulico es excesivo, acarrea una menor partici-
pación del estudiante (Berk y Goebel, 1987); opuestamente, las aulas acogedoras incrementan la participación. En el caso de aulas
pequeñas y elevada densidad, las consecuencias negativas son directas. Los estudios oftalmológicos probaron que la continuada
convergencia de los ojos sobre un objeto situado a menos de 1,25 m produce cansancio en músculos y nervio óptico, por lo que se
aconseja que el alumno disfrute de un desahogo visual suficiente. En un plano más afectivo, algunos estudios (Hall, 1973 y Davis,
1981) han estimado que dos personas, situadas a menos de 25 cm unas de otra pueden amarse o pelearse, pero que cualquier otra
respuesta resulta improbable….
Percepción psicológica, iluminación y color. La luz es necesaria para la percepción del espacio: al proyectar, un arquitecto no puede
controlar la iluminación natural (el movimiento del sol), pero sí puede hacer que su diseño rentabilice las oportunidades. En am-
bientes interiores, se pueden combinar los efectos de la luz diurna y la iluminación artificial. Ello genera variados efectos en materia
perceptivo-psicológica, como estudió el arquitecto danés Rasmussen (Rasmussen, 1974). Como muestra de resolución sugerente,
sirva el inteligente equilibrio entre luz natural y artificial que planteó Alvar Aalto en su paradigmática Aula Magna en Otaniemi.
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Imagen 5: Aula Magna edificio cen-
tral (TKK-Universidad Aalto, Finlandia,
1964)
Los valores objetivos de iluminación ya fueron establecidos por Neufert (Neufert, 2011); los psicólogos se han ocupado de los
subjetivos. Boyce (en Canter, 1978) estudia la “luminancia”, valorando que ejerce una influencia directa sobre el aprendizaje: si
es excesivamente elevada, causa un decremento de la agudeza visual, perjudicando tareas como el dibujo o la escritura; por el
contrario, la luminancia baja dificulta la concentración.
Respecto al color, debe matizarse que el espacio arquitectónico está esencialmente determinado por la forma, si bien la textura, la
luz y el color sirven para subrayar su carácter y aclarar las subdivisiones (Rasmussen, 1974). La combinación de gamas cromáticas
que produzcan respuestas agradables es un tema habitualmente tratado por arquitectos (Quaroni, 1980), existiendo autores que
han abordado ejemplarmente su componente psicológica (Heller, 2008).
En suma, es aconsejable extraer el mayor partido posible tanto de la luz (diurna o artificial) y el color, como instrumentos de opti-
mización del espacio en el “aula didáctica”.
Percepción psicológica, movimiento y sonido ambiental. En cuanto al sonido, las aulas abiertas y equilibradas en su disposición
(cuadradas y circulares), frente a las marcadamente jerárquicas, fomentan la iniciativa personal y el trabajo en grupo, si bien el
incremento de la interacción produce a su vez un aumento del nivel acústico de las conversaciones; ello debe valorarse cuando en
el interior del aula se programen actividades que exijan mucha concentración (Ahrentzen y Evans, 1984). En lo que atañe al per-
juicio causado por el ruido exterior, la praxis indica que, a partir de determinada intensidad, se incrementa el grado de distracción
(Fernández y Menéndez, 1996).
2.3. Sobre forma, dimensión poético-espacial y límite en el “Aula Didáctica”.
Al efectuar una reflexión global sobre el aula universitaria como entidad arquitectónica con una potencialidad “didáctica” ante un
horizonte de innovación en las comunidades de aprendizaje (cual es el objetivo del presente texto), es necesario incluir una reflexión
sobre su límite, en clave de factor decisivo para entender la extensión de los espacios de aprendizaje, en su salida al encuentro
con dicha comunidad.
Los elementos compositivos que definen la forma del aula son los planos, horizontales y verticales que, trascendiendo su mera en-
tidad geométrica, pueden atesorar dos importantes cualidades: la dimensión poético-espacial y la naturaleza del límite para el aula.
a) Sobre los planos y su dimensión poético-espacial. Algunas acepciones del plano establecen inspiradoras referencias
metafóricas; como señalan Cabanellas y Eslava:
Nuestra transformación de un ámbito demuestra nuestra propia postura ante el entorno y lo hace desde la reciprocidad que
supone que las estructuras de ese espacio permitan un trasvase con las del ser que lo habita, trasvase que dé lugar a una
fábrica de metáforas sobre nuestra experiencia vivida en fusión con ese ámbito. (Cabanellas y Eslava, 2005, p. 34).
Basadas en esta cualidad poético-espacial, pueden establecerse referencias metafóricas que enriquezcan la lectura del aula.
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El plano horizontal en el “aula didáctica”. El plano horizontal interviene mediante dos formatos esenciales: el superior (techo) y el
inferior (suelo), comportándose como límites físicos. El superior, como cara interna de la cubierta, ejerce de techo en el aula; se
presenta como una superficie bidimensional, que se eleva sobre el plano inferior a una altura que oscila entre los 3,00 y los 5,00
metros. Este plano inferior construye el escenario vivencial, donde se deposita el mobiliario, y sus consecuentes connotaciones
organizativas.
El techo y el cielo. Se puede asignar al techo una faceta poética: puede representar el cielo, sustituyendo simbólicamente a la bóve-
da celeste. Bajo un prisma figurativo, los vínculos formales que comparten cielo y techo han sido un motivo que ha inspirado múl-
tiples visiones. Alguna ha sugerido que su morfología cóncava se asocia con la idea de protección del espacio interior: “Un interior
revela su carácter típico con mayor claridad cuando sus paredes o techos, o ambos, tienen forma cóncava.” (Arnheim, 1978, p.77).
Los materiales y cromatismos pueden subrayar efectos poéticos. Ha de cuidarse en todo caso el tipo e intensidad de la paleta
cromática, ya que los tonos oscuros se perciben psicológicamente como de mayor peso visual, mientras que los claros transmiten
sensación de ligereza. Paralelamente, la altura libre será un factor a considerar, por su influencia en la sensación de que el ámbito
sea más o menos acogedor; normalmente, la reducción de la misma genera sensación de acogimiento (Hildebrand, 1991).
El tratamiento formal y texturial que reflejan determinados espacios docentes del edificio del Minnaert, resultan muy expresivos
respecto a la singularidad del techo, y sus parangones metafóricos con la bóveda celeste.
Imagen 6. Edificio Minnaert (Neutelings Riedijk Architects,
Universidad de Utrecht, Holanda, 1997)
El suelo y la tierra. Las referencias metafóricas son válidas para emplearse en la interpretación poética del plano inferior, relacio-
nando suelo y tierra. El propio forjado que se pisa al caminar constituye una suerte de “reproducción” del terreno, una superficie
artificial que soporta el dominio habitable. El suelo de un aula es el resultado de una “réplica” del firme original que yace bajo él.
Así, el espacio interior, cuyas raíces se hunden en lo terrenal, sirve como pretexto para brillantes visiones poéticas, como la que
recogía Bachelard al referirse a un texto de Anne Balif sobre el modo en que los niños entienden la casa: “Pedir al niño que dibuje
una casa, es pedirle que revele el sueño más profundo donde quiere albergar su felicidad; si es dichoso, sabrá encontrar la casa
cerrada y protegida, la casa sólida y profundamente enraizada”. (Bachelard, 1993, p. 105)
La interpretación metafórica “suelo-tierra” del plano horizontal inferior puede ser útil como recurso proyectual para diseñar el “aula
didáctica”, mediante el empleo de materiales que evoquen las características físicas del terreno, en aras de una percepción psico-
lógica que transmita sensación de estabilidad.
El plano vertical en el “aula didáctica”. Puede considerarse que el espacio donde se desenvuelve el ser humano es de corte tridi-
mensional, pero está polarizado, ya que la directriz vertical ejerce un peso vivencial más importante que el de las infinitas horizon-
tales. Tal eje, como sistema de referencia cielo-tierra, representa la fuerza de la gravedad. Dentro del aula, los planos verticales
actúan como límites perimetrales, siendo los encargados de conducir los dominios visuales. El plano horizontal es el escenario de
la acción, mientras que los planos verticales representan el mundo de la visión: “El espacio se percibe con los pies y se elabora
conceptualmente con la cabeza” (Caivano, 1989, p. 17).
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Los cuatro paramentos verticales del aula (presuponiendo una configuración en planta rectangular) se encuentran ortogonalmente
con los planos horizontales (techo y suelo); en su seno se alojan los elementos de apertura al exterior (básicamente, puertas y ven-
tanas). Ahora bien, el plano vertical es asimismo susceptible de efectuar sobre él interpretaciones de naturaleza poético-espacial.
En el aula, la verticalidad (expresada por los paramentos laterales) expresa los límites vivenciales. Como instrumentos compositivos
a tal fin, los planos verticales se ensamblan para generar lugares de elevada carga psicológico-vivencial, cual es el caso del rincón,
sobre el que luego se volverá.
Imagen 7. esquema de com-
posición de planos y génesis
del rincón (elaboración del
autor)
Conviene sugerir que, a la hora de proyectar el espacio del “aula didáctica”, se habrá de acometer un intencionado diseño de di-
chos paramentos verticales, resolviendo aspectos como su altura, textura y color, y teniendo siempre en cuanta que el objetivo es
establecer conexiones adecuadas perceptivo-psicológicas positivas.
b) Sobre los encuentros entre plano horizontal y plano vertical
La intersección de dos planos verticales puede producir un rincón (geometría cóncava) o una esquina (geometría convexa): dos
lugares geométricos donde se intensifica el sentido de pertenencia.
La esquina. Desde su naturaleza convexa, la esquina puede desempeñar un papel dinamizador de las relaciones vivenciales dentro
del aula. Para que se generen esquinas debe darse una situación de intersección de figuras básicas, como sucede en la prototípica
conformación en “L”. La esquina impulsa en torno a sí movimientos de traslación, pero también puede actuar como elemento se-
parador de sectores, a uno y otro lado de la misma. Este formato en “L”, cuyas virtudes han sido defendidas contemporáneamente
por algunos arquitectos (Lippman, 2010, pp. 93, 202), implica que se introduce una esquina dentro del aula. La esquina puede
estar definida, en efecto, por el ensamblaje de planos verticales, pero en ocasiones se hace de manera más sutil, siendo un soporte
vertical el encargado de organizar espacialmente ambientes diferenciados, como sucede en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca.
Imagen 8. Aula con elemento de esquina-soporte vertical (Facultad
de Bellas Artes, Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 1992)
El rincón. Se trata de un lugar dotado de una potente carga vivencial, derivada de sus cualidades formales y fenomenológicas. Ya se
ha expresado que su composición es fruto del encuentro de planos; la forma resultante expresa tanto apertura como recogimiento,
lo que implica una singular dualidad fenomenológica.
Los rincones del aula pueden desempeñar una misión de identificación afectivo-cognitiva, al ser factible asignarles determinados
significados. En el rincón se puede construir un referente formal y de contenidos para el alumno, quien podrá asociarle temas es-
pecíficos: rincón de la naturaleza, rincón de la paz, rincón de la música, etc. (Fernández Piatek, 2009).
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El rincón del “aula didáctica” puede ser portador de un potente perfil poético, provocador de ensoñaciones: “Todo rincón de una
casa, todo rincón de un cuarto, todo espacio reducido donde nos gusta acurrucarnos, agazaparnos sobre nosotros mismos, es para
la imaginación una soledad, es decir, el germen de un cuarto, el germen de una casa”. (Bachelard, 1993, p. 171). El filósofo galo
lo califica como “geometría habitada” que, mediante la concavidad de su forma, acoge al alumno. Las tendencias recientes de
innovación arquitectónica idean soluciones singulares, en las que el rincón se construye a base de paramentos verticales que se
hallan a mitad de camino entre lo tectónico y lo mobiliario, como se ha hecho en el edificio BK-City.
Imagen 9. Aula con elemento de
rincón-mobiliario en edificio BK-City
(Universidad Tecnológica de Delft,
Holanda, 2008)
c) Sobre el límite en el aula universitaria.
Como elemento de gran riqueza conceptual y formal, el límite constituye un factor clave a la hora de estimular proyectos de inno-
vación en los espacios de aprendizaje. La disolución espacio-temporal del mismo abre las puertas a la enajenación de la actividad
docente respecto a la rigidez del aula tradicional, propiciando que dicha acción formativa salga al encuentro con la sociedad, y
refuerce así la construcción de verdaderas comunidades de aprendizaje.
Transparencia, proyección externa y disolución de límites espaciales. La transparencia en los planos verticales del aula puede
materializarse mediante elementos puntuales (huecos, ventanas, puertas) o bien mediante paramentos globales. Unos y otros sa-
tisfacen una primera función: aportar luz al interior.
Las recientes pautas de innovación en materia arquitectónico-educativa recurren a las paredes transparentes, e incluso a la com-
pleta eliminación de las mismas. El empleo de planos visualmente permeables puede conseguir beneficios como que la actividad
formativa se vea desde fuera, contribuyendo asimismo a crear la sensación interna de “no ocultamiento”. De este modo, la proyec-
ción visual (centrífuga y centrípeta) de cuanto acontece dentro del “Aula Didáctica” fomenta la apertura física y conceptual, y una
mayor interacción entre los miembros de la comunidad, a escala de edificio y de recinto. Son ya innumerables los casos en que
se apuesta por la transparencia visual, como antesala de la disolución física del límite. Algunas aulas del complejo Taguspark del
IST-Universidad de Lisboa ejemplares en ese sentido.
Imagen 10: Complejo Taguspark (IST-
Universidad de Lisboa, Portugal, 2009)
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Ello entronca con la ya reconocida caducidad del aula aislada como único espacio de aprendizaje. Las tendencias más creativas
abren la puerta a la interacción con otros dominios, traspasando la rigidez del límite áulico, y activado el umbral como elemento de
conexión espacial. Herman Hertzberger, cuyos proyectos llevan el sello del vanguardismo educativo-arquitectónico, exponía que el
umbral: “proporciona la llave de la transición y conexión entre áreas con diferentes demandas, como un espacio que en sí mismo
constituye, esencialmente, la condición espacial de reunión y diálogo entre áreas de diferente orden” (Hertzberger, 2005, p.32).
El umbral, asociable a la puerta, define un territorio de tan ambigua determinación como de sugerente simbolismo, capaz de ofre-
cerse externamente con voluntad de atracción, así como de erigirse en registro espacial de dinámicas interiores. El umbral es un
concepto más próximo a la fenomenología que al dominio estricto de la Arquitectura: “El umbral señala y prepara el franqueo, en el
lugar de abertura del límite, y es objeto de un gran número de rituales materiales y simbólicos. Unos umbrales marcan la propiedad
y otros demarcan los lugares de mayor intimidad”. (Cátedra, 1990, p. 253)
Como ilustración puntual, sirva la solución formal y texturial adoptada en los umbrales de las aulas de la University of Economics
en Praga.
Imagen 11. Umbral de aula
(University of Economics, Praga,
Chequia, 2009)
Un efecto muy enriquecedor buscado en aulas semiabiertas es la denominada “inmersión casual”, donde estudiantes ajenos a la
dinámica interna, e incluso meros transeúntes, se pueden incorporar a la clase, asomándose tangencialmente a la experiencia do-
cente. Así, el “aula didáctica” se extiende para compartir socialmente la transmisión del conocimiento; esta práctica se ha activado
en la Universidad de Stanford, donde algunos espacios áulicos del edificio Wallenberg Hall abren su galería superior a visitantes
eventuales.
Imagen 12: Aula innovadora
Wallenberg Hall (Universidad de
Stanford, EE.UU., 2008)
Hoy, el histórico aislamiento áulico está siendo reemplazado por estrategias que disuelven la opacidad visual del aula, para abrirse
a las áreas adyacentes. Como testimonio de esta metamorfosis, si en el pasado los pasillos eran meros canales de recorrido, la
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innovación pedagógica inherente al “aula didáctica” lleva a entenderlos como “calles didácticas”, es decir, espacios sociales de
aprendizaje. El profesor Jamieson, sostenía que los pasillos deberían aportar oportunidades mediante las cuales se fomentase el
aprendizaje, de tal forma que el conocimiento trascendiera los límites áulicos (Jamieson, 2003).
Sobre la disolución de los límites temporales. El “aula didáctica” tiene vocación de disolución de los límites físicos, pero también de
los temporales; aun no siendo materia central del presente artículo, procede apuntar algo referente al tiempo. Disolver los contornos
arquitectónicos del aula ha de acompañarse con una paralela desintegración de los marcos temporales, de forma que el aprendizaje
invada las áreas y los momentos anteriormente “inertes”. Sirva como ilustración de la mutación en la idea global de “aprender” la
apuntada por Nair y Fielding: “Bajo el nuevo paradigma del aprendizaje, estamos frente a un modelo donde estudiantes diferentes
(de diversas edades) aprenden cosas diferentes, de personas diferentes, en lugares diferentes, de modos diferentes y en tiempos
diferentes” (Nair, & Fielding, 2005, p.19).
Sirvan tres testimonios recientes como avales puntuales de los beneficios de reformular los diversos límites del aula, como impulso
de innovación: Málaga, Girona y Barcelona.
Con escasos medios materiales, pero con decidida intencionalidad, la Universidad de Málaga acometió en 2014 la transformación
de un espacio exterior, antes inerte y marginal, para que albergara actividades formativas basadas en el aprendizaje social. El nuevo
“aula didáctica” consistiría en la recuperación de un ámbito residual situado entre la Escuela de Arquitectura y la Facultad de Bellas
Artes. Mediante un concurso entre estudiantes de ambas disciplinas, se adecuó un lugar de aprendizaje social, intercambio e inte-
racción entre áreas de conocimiento. La propuesta empleó un sistema tridimensional de palés de madera, que armaban pequeñas
estructuras espaciales de estancia y relación entre alumnos, sobre una superficie horizontal vibrada. Fraguó así un estimulante
ámbito alegórico de la interacción social que debe alimentar a la formación universitaria; un “aula didáctica” hecha por y para la
cristalización de una comunidad de aprendizaje multidisciplinar.
Imagen 13. Preexistencia y solución final del concurso
para el “Aula Didáctica” situada entre la Facultad de
Bellas Artes y la Escuela de Arquitectura (recinto de El
Ejido, Universidad de Málaga, 2014)
La Universitat Autónoma de Barcelona procedió en 2011 a transformar un conjunto de espacios interiores. Mediante una sencilla
reforma constructiva y la incorporación de algún mobiliario, se trataba de generar nuevos ámbitos docentes, antes marginales,
dentro de los pasillos y halls de la Facultad de Derecho.
Imagen 14. Espacios innovadores en la Facultad de
Derecho (recinto de Bellaterra, Universitat Autónoma de
Barcelona, 2011).
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La Universitat de Girona, en su recinto de Montilivi, realzó un pequeño pero intencionado proyecto de transformación de un ámbito
exterior, para construir una renovada “aula didáctica”. Ubicada en un preexistente patio residual de su EPS, la intervención (ideada
por alumnos) aportó un nuevo lugar de aprendizaje social, de atractivo sentido lúdico-pedagógico, para la comunidad universitaria,
resuelto con escasos recursos.
Imagen 15. Espacio innovador exterior (recinto de Montilivi, Universitat
de Girona, 2014).
Hasta aquí, quedarían abordadas las dimensiones del “aula didáctica”: faceta pedagógica, rasgos fenomenológico--perceptivos y
disolución del límite espacio-temporal, ilustradas con algunos proyectos recientes. Seguidamente, se añaden unas reflexiones fina-
les y visiones prospectivas, relativas a dicha herramienta teórico-práctica, orientadas a impulsar la cristalización de comunidades
de aprendizaje.
3. Conclusiones y prospectiva: el “aula didáctica” como herramienta teórico-práctica para la co-
munidad de aprendizaje universitaria
3.1. La dualidad funcional del “aula didáctica”: escenario y actriz
Tras la exposición de argumentos y sus correspondientes ejemplos extraídos del panorama internacional, cabe concluir en primer
lugar que se confirma la existencia de una estrecha relación entre Arquitectura y Educación, que podrá potenciarse a través de las
cualidades inherentes al concepto de “aula didáctica”.
Asimismo, es incuestionable la influencia que el cuerpo arquitectónico de los lugares donde sucede la formación humana ejerce
gran influencia sobre la motivación del alumnado, y que el mobiliario también ha de tenerse en cuenta; como muestra, los pupitres y
sillas dispuestos linealmente ante un estrado fomentan la pasividad, mientras que la distribución circular o de herradura incrementa
su participación. La Arquitectura del “aula didáctica”, por ende, constituye en sí misma un símbolo de socialización, de acogimiento
de la comunidad de aprendizaje.
Posiblemente, la conclusión más sólida sea que la Arquitectura del “aula Didáctica” es capaz de contribuir a la formación de la
persona, adquiriendo en sí misma la ya descrita cualidad pedagógica. Este último aspecto resulta hoy de gran interés, por su voca-
ción innovadora. El “aula didáctica” no es solamente escenario de las actividades de enseñanza-aprendizaje, sino que es capaz de
transmitir valores en sí misma, comportándose a modo de actriz en el proceso formativo:
El medio arquitectónico no sólo induce funciones, facilitando o dificultando movimientos, promoviendo o entorpeciendo la
ejecución eficaz de tareas, etc., sino que transmite valores, promueve identidad personal y colectiva, favorece ciertas formas
de relación y convivencia. En suma, se hace lugar y educa. (Romañá, 2004, p. 207)
Lo expuesto puede complementarse con una característica añadida para el “aula didáctica”, cual es que podría convertirse per
se en un laboratorio de enseñanza, si se fomentase la construcción participativa de los alumnos, es decir, su colaboración en la
materialización de dichos espacios.
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El valor añadido que aporta el “aula didáctica” puede avalarse por visiones ya recordadas, como las de Purini (Purini, 1984) o Laeng
(Laeng, 1977), a las que se suma la postura de Della Volpe: “La Arquitectura expresa ideas, valores, por un sistema de signos
tridimensionales-geométricos” (Della Volpe, 1964). Estas potencialidades educativas han sido asimismo tratadas en algunas Tesis
Doctorales, como la de José Manuel Muñoz: “Pedagogía de los espacios. Bases teóricas para el análisis y reconstrucción de la
educatividad de los espacios” (Muñoz, 2003).
3.2 El “aula didáctica” como germen y metáfora de la comunidad de aprendizaje universitaria
El presente texto efectúa una aproximación analítica e interpretativa al aula universitaria, en clave de propuesta conceptual que
optimice su trascendental misión formativa. Así, el “aula didáctica” puede proyectarse como paradigma al servicio de la transfor-
mación hacia la excelencia de los espacios físicos donde se aloja la formación integral de la persona. Cuando alumnos y profesores
interactúan, lo hacen en un espacio físico determinado, el cual pasa directamente a participar en el proceso; cabría explicar que son
los primeros quienes debieran identificarse con mayor intensidad con la Arquitectura áulica, ya que la innovación contemporánea
establece que el aprendizaje se centre en ellos. En esa identificación es donde se cimienta la ya expuesta empatía con el lugar, que
estimula la predisposición positiva para desarrollar dicha actividad formativa.
Al comprender el “aula didáctica” como germen de la comunidad de aprendizaje, se está insinuando su interpretación como metá-
fora social. Una comunidad implica una congregación de personas que comparten unas actividades, organizadas conforme a deter-
minados criterios, y que interactúan dentro de un contenedor arquitectónico. Consecuentemente, se podría definir metafóricamente
el “aula didáctica” como una “microescuela”, o parte de una “microsociedad”. Algo que proponían los profesores Segovia y Beltrán
en su definición del “aula inteligente”:
Cada aula inteligente es una microescuela en la que sus participantes definen sus normas de convivencia y su organización
con libertad y responsabilidad, teniendo en cuenta el desarrollo evolutivo de los escolares y los objetivos que se deben
alcanzar en su formación (Segovia&Beltrán, 1998, p.229).
En su conocido trabajo sobre los edificios educativos, Di Bitonto y Giordano hacen referencia a esta visión: “También por la indica-
ción sugerida del paralelismo entre escuela y sociedad…” (Di Bitonto&Giordano, 1995, p.115).
Insistiendo en estos paralelismos “aula-escuela-sociedad”, podría interpretarse también que su Arquitectura podría constituirse en
alegoría de los espacios edificados de la sociedad en su conjunto, que no son otros que las ciudades, entendidas como escenarios
educadores (Valero, 2003). De este modo, el entorno sociourbano pasaría a ser valorado como una potencial macrocomunidad de
aprendizaje, que se nutre de la Universidad, pero que a la par le devuelve un beneficio formativo que termina, como último eslabón
en la secuencia de escalas físicas, en el “aula didáctica”.
A la vista de las recientes tendencias de innovación vinculables al fundamento teórico del “aula didáctica” (ilustrado en este texto
con una sucinta relación de ejemplos prácticos), es evidente que dichas innovaciones tienen que ver con la transformación del límite
(espacio-temporal), ya que gracias a esas mutaciones se consolidan y cristalizan comunidades de aprendizaje, que trascienden a
los convencionales espacios rígidos del aula tradicional. Y cabe asimismo concluir que las actuaciones que impulsan la modernidad
y el cambio de paradigma educativo pueden resolverse sin necesidad de requerir de grandes o costosos recursos, sino que se
fundamentan en estrategias de actuación sutiles, empleando medios materiales singulares, tanto arquitectónicos como relativos
al mobiliario.
3.3. Criterios de optimización: sobre la reformulación del límite
Es necesario que las Universidades procedan a reformular sus existentes espacios docentes, y –dada la multiplicidad de factores
intervinientes (formales, psicológicos, pedagógicos, etc.), es deseable que se acometa tal reformulación mediante una estrecha
colaboración entre arquitectos, representantes institucionales y educadores, como es asimismo recomendable que en dichos pro-
cesos proyectuales participen colectivos (alumnos, profesores y miembros de la comunidad sociourbana próxima). El psicólogo
americano John Dewey recomendaba que los estudiantes cooperasen en la construcción de los objetos, como una oportunidad de
fomentar las iniciativas individuales y grupales, contribuyendo de ese modo a la cristalización de una comunidad de aprendizaje
comprometida con el lugar (Dewey, 1918).
Pero, ante la constatación de la obsolescencia del diseño arquitectónico tradicional del aula (como contenedor espacio/temporal
rígido), es conveniente que se ideen proyectos que apuesten por procesos de desmaterialización de los límites, para extender los
dominios formativos más allá de los convencionales núcleos docentes. De esta forma, se generarán nuevos lugares de aprendizaje,
que responderán a la fundamentación inherente al “aula didáctica”.
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Al planificar el futuro de la Universidad bajo estas pautas de modernidad, se estarán propiciando aprendizajes más ricos, versátiles y
de múltiple ubicación (tanto dentro del edificio universitario, como en espacios exteriores del recinto docente, y en ámbitos de con-
fluencia Universidad/Ciudad); unos aprendizajes que, trascendiendo el límite, podrán ser activados en cualquier momento y lugar.
Por todo ello, se propone como resultado prospectivo más nítido del presente texto que el “aula didáctica” se emplee como herra-
mienta teórico-práctica. A través de su “corpus” arquitectónico, es capaz de intervenir activamente en el proceso formativo. Si se
incorpora a los proyectos de futuro de cualquier Universidad, podrá adquirir rango de núcleo germinal de comunidades de aprendi-
zaje más ricas y diversificadas, las cuales encontrarían en dicha “aula didáctica” la adecuada semilla arquitectónica y funcional que
–por medio de su extensión- daría sentido global al conjunto del complejo educativo. Esta extensión sería especialmente fructífera
si se articula en torno a la disolución espacio-temporal de los límites, gracias a lo cual el “aula didáctica” trascendería su vetusto
formato uniforme, rígido y opaco, para irradiar al exterior su energía formativa.
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Fecha de recepción: 15/09/2016
Fecha de aprobación: 13/2/2017