Neuburger, “El archivo y lo que resta…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 11 / Diciembre 2021 / pp. 156-173 165 ISSN 2422-5932
negativo y destructivo en que las formas espaciales son divididas en
fragmentos más pequeños y por lo tanto más maleables y un momento
positivo de reensamblaje material que produce formas nuevas (Gordillo,
2018: 105).
Se trata, en definitiva, de una fuerza que genera, transforma el espacio y como
tal, convoca un proceso plagado de tensiones. Gordillo lee este
desplazamiento como una producción destructiva, no en términos de un
momento positivo como consecuencia de todo lo arrasado y destruido,
tampoco como síntesis de la negatividad propia de la destrucción en una
afirmación creativa sino más bien como el modo de captura del doble
movimiento de producción y destrucción, de la tensión de fuerzas que acogen
en su interior una potencia.
Esta potencia, ligada en Didi Huberman a la vida de las formas y a la
recuperación del concepto de nachleben,
convoca un juego de fuerzas, una
dialéctica de lo que cambia y de lo que se resiste a cambiar, una cristalización
sensible de la relación entre el devenir y la estabilidad. La vida histórica,
entonces, comprende el tiempo como un juego de fuerzas del que deriva toda
clase de formas de existencias. Sin embargo, continúa Didi Huberman, “una
potencia tiende siempre a ocultarse” (2009: 99), su emergencia puede ser
violenta, sintomática y propagarse, o bien puede ser una expresión tenue y
leve de la materia. Precisamente este es el juego de fuerzas en el que se
dirimen las formas históricas y materiales, entre lo manifiesto y lo latente,
abriendo paso a un proceso que, antes que una resolución, despliega un
sostenido entramado de tensiones. Si pensamos en la producción destructiva
del espacio y su vínculo próximo con la plasticidad, la forma y la potencia,
quizás Agamben (2016) realice un aporte al trazar un territorio común entre
la creación, el acto y la resistencia. Resistir, afirma el autor siguiendo a
La destrucción del espacio convoca, para Gordillo, el momento negativo del proceso que da forma al
espacio. A su vez, la destrucción no es homogénea sino que vuelve visible una reformulación espacial de
la dialéctica que conforman estos momentos, en los que se advierte la fuerza generadora y
transformadora del espacio. Este proceso, de momentos distintivos, revela que el espacio tiene
plasticidad y conduce a examinar el devenir a través de la ruptura. Ver especialmente el apartado “La
destrucción del espacio” en Los escombros del progreso (2018).
En La imagen superviviente (2009), Didi Huberman recupera el legado teórico de Aby Warburg para
abordar un pensamiento histórico fantasmal a partir del concepto de superviviencia. Allí se propone
desarmar el esquema de la historia natural, un modelo temporal que concibe períodos y épocas signados
por la grandeza y la decandencia, por la vida, el desarrollo y la posterior muerte. Propone, en su revés,
atender a los tiempos expresados por obsesiones, por retornos de formas, por supervivencias, a partir
de un movimiento de apertura del tiempo histórico. Describe no sólo otro tiempo, sino otra vida de las
formas. El concepto de supervivencia será la forma de expresar la impureza del tiempo histórico, la
relación sostenida entre el devenir y lo que permanece, el complejo campo de sentidos que tienen lugar
entre lo que irrumpe, lo sintomático, lo fantasmal, lo latente, la potencia y las formas materiales.