Carballar, “La redención de la realidad…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 11 / Diciembre 2021 / pp. 227-234 232 ISSN 2422-5932
mayúsculas porque es coherente con los postulados (neo)platónicos): “es
Lo Real mismo, pero como perdido, lo que repone [...]. Esto es lo que la razón
poética nos enseña como crítica del lenguaje: que el conocimiento de Lo
Real coincide con su redención, no con su representación...” (48).
La redención... se lleva a cabo en términos neoplatónicos que le son
propios a los planteos de Borges: el arquetipo permite recorrer el
entramado de los símbolos borgeanos (la rosa, el río, la luna, etc.) y que
podríamos entender como el extremo de la idea palpable en lo real. Uno de
esos arquetipos pertenece a las aves, por supuesto, y lo encuentra
Cabanchik en ruiseñor: “cuya voz, ahora, es la que en campos de Israel, una
antigua tarde, oyó Ruth, la moabita” y también John Keats en un jardín
suburbano (109). Se trata de un fenómeno acústico, recortado en el
tiempo, cuyas resonancias simbólicas dan con una discusión en términos
arquetípicos. Cabanchik destaca que “Borges es contundente al negar la
oposición entre el efímero ruiseñor de esa noche y el ruiseñor genérico”
(111). Y luego de citar a Borges (“El ruiseñor, en todas las lenguas del
orbe, goza de nombre melodiosos (nightingale, nachtigall, usignolo
como si
los hombres instintivamente hubieran querido que éstos no desmerecieran
el canto que los maravilló”), concluye: “El Poema potencia al nombre para
que abra la puerta de la eternidad del arquetipo, sentida primero,
recuperada y a su vez nuevamente eternizada en la expresión artística”
(112).
Son muchas las preguntas alrededor de "la realidad" (cuya mención
fluctúa entre Lo Real, la realidad y lo real, porque no es algo unívoco y
determinado) y la representación. Y es en la literatura, en donde esta
relación se compromete de manera radical en la materialidad de la lengua
poética, en la que insiste un aliento que trastoca lo humano, lo animal, lo
vegetal: lo animado, la naturaleza y lo divino. Cabanchik pone en relación
la indagación filosófica de las ficciones y poesías borgeanas con una teoría
del lenguaje acorde con los temblores de la indagación de lo viviente. No
se trata, por eso, de representación, sino de "redención".
Además de los filósofos que Borges utilizó para construir sus
ficciones, Cabanchik suma con acierto a Ludwig Wittgenstein y, como
mencionamos, a Walter Benjamin, en la interrogación sobre las relaciones
entre lengua y realidad. Con el primero, lee "Funes, el memorioso" y
"Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" como ficciones que se construyen alrededor
Al respecto de la variedad de nombres, dice Benjamin en “El lenguaje...”: “El ser nombrado conserva
quizá la huella de la aflicción, aun cuando el nombrador es un bienaventurado, a Dios semejante. Tanto
más cierto cuando se es nombrado, no por un lenguaje paradisíaco y bienaventurado del nombre, sino
por los centenares de lenguajes humanos, en los cuales el nombre se ha marchitado y que, aun así, conoce
las cosas según la palabra de Dios” (73).