Guevara, “Literatura y Nación…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 14 / Julio 2023 / pp. 135-166 157 ISSN 2422-5932
histórica, Rojas proyecta desde allí las otras tres divisiones de la literatura
nacional: “los coloniales”, “los proscriptos”, “los modernos”. Si
antepone el ciclo de “Los gauchescos” “no es por razones de cronología,
sino por el rasgo distintivo que lo define, es decir, el haber constituido
el ‘primer ensayo de un arte propio’” (t. I 57) (Romagnoli, 2020: 2015).
Su sucesión de la historia literaria responde a un esquema esencialista no
autoritario (Funes, 2006) con el que logra, por un lado, contestar a la
pregunta por la posibilidad de una literatura nacional en “un idioma de
trasplante” y, por el otro, trazar barreras que cercasen la literatura
nacional frente a “la masa disolvente” (Rojas, [1909] 2010: 86) de la
inmigración. Como señala Sarlo (2016), para los escritores de la elite
letrada de las tres primeras décadas del siglo XX, lo que el imaginario
republicano influido por Alberdi había pensado como una “buena”
heterogeneidad, se estaba convirtiendo en una “mala” mezcla. En estos
desplazamientos de la figura del “otro” se inscribe La Historia de la
Literatura Argentina; junto a las verdades establecidas que viene a
fracturar, también “descarta la posibilidad de que la cronología literaria
argentina pueda ser un estricto sucedáneo de la historia política de la
nación” (Prieto, 2011: 182). De esta forma, Rojas se permite fundar un
origen literario que antecede al de la Revolución de Mayo. Establece, para
ello, una definición de “lo nacional” desligado del Estado y las
instituciones políticas soberanas, ya que es “el espíritu mismo de
nacionalidad, y no los elementos materiales que la constituyen –
territorio, política o ciudadanía–, lo que debe servirnos de criterio cuando
clasifiquemos la materia literaria y queramos fijar la extensión de esta
asignatura” (Prieto, [2006] 2011: 183).
Para Viñas (2017), por el contrario, la literatura argentina nace en
simultáneo con una coyuntura política. Literatura argentina y realidad
política, publicado, en su primera versión, en 1964, continúa, en sus cuatro
reediciones, bajo la premisa contornista de la que proviene. Esto es la
relación entre el texto literario y su contexto nacional (su contorno) o,
como lee Sarlo (1983), la continuidad de las ideologías sociales, los
programas políticos y las formas literarias. Si bien, como marca Martín
Prieto (2011), en Literatura argentina y realidad política resuenan los ecos del
plan rojista que había promovido la historia de la literatura argentina
“como un método de investigación literaria que pudiera dar cuenta,
simultáneamente, de su expresión de belleza y de nacionalidad” (Prieto,
2011: 328), su definición de la “argentinidad” en la literatura escapa de
explicaciones esencialistas.
Si nace en la época de Rosas es porque en
Laera (2010) sostiene una interpretación contraria del texto de Viñas. Al estudiar los cambios y
desplazamientos alrededor de la detección de un origen en las diferentes ediciones, concluye que en la