de la Peza, “De la representación…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 12 / Julio 2022 / pp. 7-26 7 ISSN 2422-5932
DE LA REPRESENTACIÓN
A LA SIGNIFICACIÓN: LA CONSTRUCCIÓN
SOCIAL DEL SENTIDO
FROM REPRESENTATION TO
MEANING: THE SOCIAL CONSTRUCTION OF MEANING
Ma. del Carmen de la Peza Casares
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
Doctora en Filosofía de la Universidad de Loughborough, Reino Unido, Profesora Distinguida
de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco imparte cursos de licenciatura, maestria y
doctorado, especialmente en la línea de Estudios Culturales y Ctica Poscolonial del Doctorado en
Humanidades, trabaja sobre, cultura, discurso y poder, politicas de la lengua en México y metodologías
cualitativas de investigación. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel III
Contacto: cdelapeza@gmail.com
ORCID: 0000-0003-2594-4465
DOSSIER
Representación (de) colonial:
lenguajes de los saberes en América Latina
en la cultura latinoamericana
de la Peza, “De la representación…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 12 / Julio 2022 / pp. 7-26 8 ISSN 2422-5932
Fecha de envío: 10/05/22 Fecha de aceptación: 20/06/22
Lenguaje
Cultura
Colonialismo
Poder
Subversión
En este texto me propongo reflexionar en torno la importancia política de pensar y hacer teoría desde
y sobre América Latina en nuestras propias lenguas y sobre los aportes de la filosofía del lenguaje y
las teorías de la significación para pensar la colonialidad del poder. Para alcanzar estos objetivos
organice el texto en dos partes. En la primera parte hago una reflexión en torno al lugar de la teoría
en los Estudios Culturales y Poscoloniales Latinoamericanos y la importancia de hacer teoría sobre y
desde América Latina para comprender los fenómenos políticos y socioculturales del y desde el sur
global. En la segunda sección, parto de la crítica al texto “El trabajo de la representación” de Stuart
Hall para pensar la especificidad de los lenguajes como lugar de construcción social del sentido y de
agencia de los sujetos. El poder colonizador no sólo se materializa en las estructuras institucionales, la
producción cultural y simbólica: la ciencia, el arte, las instituciones escolares y laborales, la familia y
los distintos ámbitos de interacción discursiva cotidiana, también son lugares privilegiados en los que,
a la vez que se ejerce el poder se pone en juego y puede ser resistido, negociado, contestado o subvertido.
RESUMEN
PALABRAS CLAVE
Language
Culture
Colonialism
Power
Subversion
In this text I intend to argue on the political importance of making theories from and about Latin
America in our own languages and on the contributions of the philosophy of language and the theories
of meaning to think about the coloniality of power. To achieve these objectives, I organize the text in
two parts. In the first part I argue on the place of theory in Latin American Cultural and
Postcolonial Studies and the importance of doing theory about and from Latin America to
understand the political and sociocultural phenomena from the global south. In the second section, I
start from the critique of the text The work of representation by Stuart Hall to think about the
specificity of languages as a place of social construction of meaning and the agency of the subjects.
Colonial power is not only materialized in institutional structures, cultural and symbolic production.
It is also materialized on the discourses of science, art, school and work institutions, the family, and
the different spheres of daily discursive interaction. Those are also privileged places in which, power
can be resisted, negotiated, contested, or subverted.
KEYWORDS
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Número 12 / Julio 2022 / pp. 7-26 9 ISSN 2422-5932
El poder está presente en los más finos mecanismos del intercambio social: no
sólo en el Estado, las clases, los grupos, sino también en las modas, las opiniones
corrientes, los espectáculos, los juegos, los deportes, las informaciones, las
relaciones familiares y privadas y hasta en los accesos liberadores que tratan de
impugnarlo (Barthes, 1982: 117-118).
Introducción
Hace unos meses Mario Rufer me invitó a participar en el dossier sobre
Representación (de) colonial: lenguajes de los saberes en América Latina
de la revista de Estudios Literarios Latinoamericanos de la Universidad
Nacional Tres de Febrero. En la convocatoria del número lxs coordinadxres
plantean como preocupación que, a diferencia de la crítica poscolonial que
mostró una atención privilegiada al universo de las mediaciones, las
textualidades y las formas, en América Latina el giro decolonial que se
desarrolló en el campo de la sociología crítica, marxista acentúa el
alejamiento de las preocupaciones por el mundo de la representación: de los
objetos textuales, de las producciones simbólicas, de las construcciones
disciplinarias en tanto modalidades de lenguajes específicos así como la
necesidad de pensar el colonialismo occidental en los distintos campos
disciplinarios. En la primera parte de este texto argumento sobre la
importancia política de hacer teoría para y desde el sur global y de escribir en
nuestra propia lengua y, en una segunda parte, argumento sobre la
importancia, para los estudios culturales, poscoloniales y decoloniales
latinoamericanos, de considerar a los lenguajes orales, escritos y
audiovisuales en su especificidad para una mejor comprensión de la
colonialidad del poder y su posible subversión.
Del sujeto de la enunciación y el derecho a la palabra
1
Uno de los supuestos implícitos en el trabajo académico y de investigación
es que el ejercicio de la teoría es una tarea de hombres, del norte global de
preferencia. Hecho que se puede comprobar haciendo un análisis de los
autores y de la bibliografía citada en libros, artículos y programas de estudio
de nuestros países, en los que se observa la preponderancia de la bibliografía
de autores, hombres, blancos, del norte global, en comparación con sus
colegas del sexo masculino del sur global, mujeres del norte y del sur global
1
Hablando de este trabajo con Mónica Cejas, me hizo una pregunta que me hizo pensar sobre mi lugar
de enunciación: ¿Por qué el tema de la construcción social del sentido es importante para mí? ¿Por qué
me ha interesado la problemática del lenguaje, tema sobre el que trabajo desde hace ya más de 40 años?
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en ese orden de importancia; fenómeno del que es necesario tomar
conciencia, hacerlo visible y, sobre todo, remontarlo
2
.
Escribo desde un lugar singular de enunciación, como mujer,
mexicana, con más de cuarenta os de trabajo en la universidad. Mi intes
por el estudio de los lenguajes a lo largo de mi trayectoria académica estuvo
motivado por la necesidad de comprender por qué las personas pensamos
como pensamos y actuamos en consecuencia, a veces s allá de lo que
nos indica el sentido común basado en la experiencia. Esta pregunta del
sentido con se ha ido transformando y volviendo cada vez s
compleja, gracias a mi trabajo de investigación emrica, el diálogo con y la
reflexión ctica sobre distintas teoas
3
de la comunicación, la cultura, el
lenguaje y el poder.
4
Desde entonces me he interesado particularmente en
los lenguajes como lugar de ejercicio y subversión de los poderes
establecidos a través de prácticas culturales que implican el ejercicio de la
palabra, oral, escrita y de otros lenguajes audiovisuales. Mi trabajo de
investigación
5
sobre la relación entre comunicación, cultura, lenguaje y
poder me ha llevado a preguntarme cuál es el lugar de la teoa en el trabajo
de investigacn: ¿qué significa hacer teoa desde el sur global?
6
¿Cuál es
el lugar de la lengua en las distintas prácticas culturales: la ciencia, el arte y
las distintas formas de la comunicación discursiva?
2
Este texto, reconozco, no es la excepción, yo misma tengo que explorar el trabajo teórico hecho por
mujeres desde y para el sur global.
3
Un trabajo que fue enriquecido por el diálogo con Sarah Corona, Margarita Zires, Carolina Terán y
Raymundo Mier, Ma. Inés García Canal, Frida Gorbach, Mónica Cejas, Mario Rufer, Yissel Arce y
Guiomar Rovira quienes alimentaron mi trabajo desde sus respectivos campos disciplinarios como la
comunicación, la antropología, la lingüística, la filosofía del lenguaje, la historia, las teorías feministas y
de género, los estudios culturales y la crítica poscolonial, perspectivas que enriquecieron e interpelaron
mi trabajo de investigación.
4
Partí de la crítica a las teorías funcionalistas sobre los procesos de socialización y la formación de
actitudes y conductas de seres humanos concretos, pasando por la reflexión de la problemática marxista
de la ideología, la crítica postestructuralista del lenguaje y el poder, y el papel del lenguaje en la
constitución las y los sujetos políticos y los procesos de construcción social del sentido.
5
Una de mis tareas académicas sustantivas ha sido la docencia, particularmente la dirección de tesis y la
impartición de cursos y seminarios sobre metodología de investigación cualitativa, una tarea que me ha
llevado a cuestionar, con mis alumnxs, las formas de uso y aplicación de teorías desarrolladas por
hombres principalmente de otras latitudes (generalmente el norte global) en nuestros trabajos de
investigación, y sobre la necesidad de hacer teoría a partir del diálogo horizontal no solo con
investigadorxs del sur global y de otras latitudes sino muy especialmente con lxs sujetxs de
investigación, para comprender la realidad mexicana y latinoamericana en su especificidad.
6
Lxs investigadorxs latinoamericanxs las mujeres en particular hacemos teoría cuando reflexionamos
críticamente sobre los problemas concretos que enfrentamos, para comprender el mundo que habitamos,
con nuestras miradas particulares desde el sur global, confrontadas con las miradas también particulares
del norte global.
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Hacer teoría en la propia lengua
El imperativo de la lengua nacional, como medio de comunicación filosófica y
científica no ha dejado de reiterarse y de reiterarnos al orden… Esta problemática es
relativamente estable desde el siglo XVI. Por un lado, se trata siempre de que una lengua
nacional, convertida en un momento dado en lengua de Estado […] se oponga a idiomas
nacionales sometidos a la misma autoridad estatal y que constituyen fuerzas de dispersión,
fuerzas centrífugas, riesgos de disociación y hasta de subversión […]. Por otro lado, se
opondrá esa misma lengua nacional dominante y única lengua de Estado a otras lenguas
naturales que han llegado a ser, por razones técnicas o históricas […] vectores
privilegiados de comunicación filosófica o tecnocientífica: el latín antes de Descartes, el
angloamericano hoy. (Derrida, 1995: 34-35).
La imposición de una lengua de Estado tiene una evidente finalidad de conquista y
dominación administrativa del territorio. (Derrida, 1995: 39).
Toda cultura es originariamente colonial… toda cultura se instituye por la
imposición unilateral de alguna política de la lengua. La dominación es sabido comienza
por el poder de nombrar, de imponer y legitimar los apelativos. (Derrida, 1997: 57).
"En mayor o menor grado, cada lengua ofrece su propia lectura de la vida, moverse
entre lenguas, traducir, aun cuando no sea posible pasear sin restricciones por la totalidad
equivale a sentir la propensión casi desconcertante del espíritu humano hacia la libertad"
(Steiner, 1995: 482)
¿Existe algo así como una lengua propia? ¿Cuál es nuestra lengua? El
colonialismo en América Latina empieza por la imposición del español o el
portugués como lenguas nacionales.
7
Si bien es cierto que hablamos una
7
En el caso de los Estados coloniales como los Estados latinoamericanos, y particularmente México, la
colonización significó la castellanización creciente, que culminó con el proyecto de alfabetización
universal en español o en portugués, que aún no se ha logrado plenamente. La colonización como
proyecto civilizatorio significó la reducción de las lenguas al uno, la imposición del monolingüismo del
amo, del conquistador y, como resultado concomitante, el genocidio lingüístico de más de mil doscientas
lenguas existentes en Mesoamérica en el momento de la conquista. Sin embargo, hoy todavía, al menos
diez millones de mexicanas y mexicanos, hablan alguna de las sesenta y siete lenguas originarias. A pesar
de que la ley reconoce todas esas lenguas como lenguas nacionales desde el año 2001, no tienen estatuto
de legitimidad en el espacio público, ni en las instituciones de educación (de la Peza y Rodríguez Torres,
2017). La violencia colonizadora se sigue perpetuando en el sistema escolar: en México, para acreditar
los distintos niveles de educación, primaria, secundaria y preparatoria, se requiere el dominio del español.
A pesar de ello, al menos el cincuenta por ciento de la población en México carece de las competencias
de lecto-escritura mínimas necesarias para desempeñarse con fluidez en el español escrito. Escasamente
un diez por ciento de los estudiantes que ingresan a la universidad dominan la escritura en español (de
la Peza et. Al, 2014).
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lengua que no es propiamente nuestra, porque la lengua siempre viene de
fuera, esa lengua con la que aprendimos a hablar, podríamos decir que es
nuestra lengua, la lengua materna.
8
Una lengua que habitamos, o que nos
habita, en la que nos sentimos como en casa, al menos mucho más que en
cualquier otra lengua. El neocolonialismo académico pretende, de nuevo,
reducir las lenguas al uno e imponer el inglés americano como lingua franca.
Una lengua en la que es imposible pensar y expresar plenamente, y en su
especificidad, los puntos de vista, las inflexiones de sentido, los sentimientos
y la multiplicidad de realidades mexicanas y latinoamericanas. Escribir en
nuestras propias lenguas es defender el derecho a la palabra, a nuestras voces
en plural, con sus modismos e inflexiones, con su riqueza de sentido. Pensar
que es posible expresarnos plenamente en una lengua en la que no nos
sentimos como en casa es reducir la lengua a una función meramente
comunicativa, como trasmisión de contenidos, de información. No es posible
hacer teoría desde y para América Latina en una lengua que no habla o lee y,
mucho menos, domina más que un núcleo muy reducido de académicxs e
intelectuales. Si escribimos también para nuestras comunidades, no solo
académicas, hay que escribir en español y de ser posible en las lenguas
originarias en las que se piensa y se vive.
El lugar de la teoría en los estudios de la cultura
Si el científico desorientado por su propio trabajo de investigación, empieza […] a
despreciar la comprensión popular de la que partió, pierde de inmediato el hilo de
Ariadna que es el sentido común, que es el único que le puede guiar con seguridad por el
laberinto de sus propios resultados […] si el estudioso quiere trascender su propio
conocimiento […] ha de escuchar el lenguaje popular. (Arendt 2005:337).
Hoy más que nunca, frente a las violencias de raza, clase, género y generación
que se expresa en su forma más extrema en el contexto de guerra civil que
se vive en México, y que ha significado altos índices de feminicidios,
homicidios y desapariciones forzadas es indispensable detenernos a pensar
para comprender. La teoría es el ejercicio de reflexión crítica sobre la realidad
y solo tiene sentido si nos ayuda a comprender el mundo en que vivimos tal
como es, en sus complejidades y múltiples contradicciones. Como señala
Hannah Arendt:
8
Para al menos diez millones de mexicanas y mexicanos la lengua materna es una lengua originaria.
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Comprender, a diferencia de tener información correcta y del
pensamiento científico es un proceso complicado que nunca produce
resultados inequívocos. Es una actividad sin fin, en constante cambio y
variación, a través de la cual aceptamos la realidad y nos reconciliamos
con ella, es decir, tratamos de estar en casa en el mundo comprender
[] no es indultar nada, sino reconciliarse con un mundo en el que tales
cosas son posibles (2005: 371-372).
La comprensión solo es posible estableciendo un diálogo empático con dicha
realidad e implica un doble movimiento de distancia y cercanía gracias al
ejercicio de la imaginación:
Solo la imaginación permite ver las cosas en perspectiva adecuada; nos hace
suficientemente fuertes para poner cierta distancia de lo que se halla
demasiado próximo, de modo que podamos verlo y comprenderlo no sesgada
ni prejuiciosamente; nos hace suficientemente generosos para tender puentes
sobre los abismos de lo remoto […] Este distanciamiento de ciertas cosas y
este tender puentes hacia otras es parte del diálogo de comprensión, para
cuyos propósitos la experiencia directa establece un contacto demasiado
próximo y el mero conocimiento, levanta barreras artificiales […] sin este tipo
de imaginación [] nunca conseguiríamos orientarnos en el mundo (Arendt,
2005: 393).
Hacer teoría como ejercicio de comprensión del mundo incluye el
ejercicio de la imaginación para salirnos de los lugares comunes y poder
captar al menos un destello de la siempre temible luz de la verdad
(Arendt, 2005: 392). Si no comprendemos el mundo en el que habitamos,
difícilmente encontraremos los caminos para hacer de él un espacio más
habitable para todxs.
9
Desde el marxismo, el post estructuralismo, los estudios culturales y la
crítica poscolonial se ha reformulado la pregunta desde la cual partimos
¿por qué los seres humanos pensamos como pensamos y actuamos como
actuamos? para pensar ¿qué relación existe entre las formas de pensamiento
y acción con el lenguaje, la cultura, y el poder? Esta pregunta atraviesa la
investigación en los campos emergentes de los estudios culturales y
decoloniales latinoamericanos, en donde hasta ahora, ha dominado una
9
Desde mi punto de vista, hacer teoría consiste en un ejercicio interminable de comprensión de la
realidad concreta incluso de las formas de pensamiento más ajenas a nosotrxs y los actos más atroces
e inaceptables de violencia para, haciendo uso de la imaginación, encontrar vías para hacer del mundo
en el que vivimos, siempre en diálogo con los otros incluso los más distantes a nosotros, un espacio
más habitable y en el que quepamos todxs.
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perspectiva comunicativa y representativa de los lenguajes, subsidiaria de la
perspectiva sociológica dominante que pone el énfasis en las estructuras y los
imaginarios para pensar el hecho y la formación social, y en el rol de la raza
como estructura determinante, como señala acertadamente la convocatoria a
esta publicación.
Hacia una crítica de la noción de representación
10
En este trabajo parto de la crítica a la noción de representación atribuida a
Stuart Hall en un texto denominado El trabajo de la representación que se
ha vuelto clásico en los Estudios Culturales de América Latina.
11
En el
párrafo inicial del capítulo se enuncia la importancia del concepto de
representación, que ha llegado a ocupar un nuevo e importante lugar en el
estudio de la cultura (Hall, 2010: 445).
En dicho texto, Hall define a la representación como la producción de
sentido de los conceptos en nuestra mente (Hall, 2010: 445), y al sentido
como la relación que se establece entre dos sistemas de representación: los
conceptos o representaciones mentales de las cosas y el lenguaje que usamos
para referirnos a ellas. El sistema de representaciones mentales de las cosas
consiste en conceptos e imágenes relacionados entre sí, que conforman
mapas mentales que llevamos en nuestras cabezas de modo que el sentido
depende en primer lugar de la relación entre las cosas que existen en el
mundo y el sistema conceptual (Hall, 2010: 446).
12
El segundo sistema, de acuerdo con Hall, es el lenguaje que permite
intercambiar sentidos y conceptos. Desde dicho punto de vista, nuestro
mapa conceptual compartido debe ser traducido a un lenguaje compartido
que está compuesto de signos, palabras e imágenes. Signos diversos que
están en lugar de o representan, los conceptos y las relaciones conceptuales
entre ellos que portamos en nuestras cabezas y su conjunto constituye lo que
10
La noción de representación es polisémica. Re-presentar significa volver a presentar, traer a la presencia
algo que está ausente, por medio de la imaginación. En la terminología jurídico-política la noción de
representación significa estar en lugar de alguien, hablar en su nombre; en las democracias representativas
los diputados y senadores pretenden hablar en nombre del pueblo, defendiendo sus intereses. En el caso
del teatro, representar significa actuar, en el sentido de poner en escena, escenificar algún personaje o
alguna situación. Para el caso particular que nos ocupa, la noción de representación se refiere a la relación
entre pensamiento y lenguaje tributaria de la teoría cartesiana del conocimiento.
11
De acuerdo con la nota al pie de página de los editores, al texto original en inglés se le hicieron algunos
cortes marcados por dos líneas diagonales al principio y puntos suspensivos al final. A diferencia de otros
capítulos incluidos en la compilación, en el capítulo veinte al que aquí me refiero, no existe referencia
alguna al lugar y fecha de su publicación. Ese hecho y la forma misma del texto permiten inferir que se
trata de una especie de apuntes, un texto inédito, no de un trabajo acabado y publicado formalmente por
el autor.
12
Las cursivas son mías
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llamamos sistemas de sentido en nuestra cultura (Hall, 2010: 447). El
lenguaje cumple una función subsidiaria, representativa y comunicativa del
pensamiento.
13
Retomo ese texto para la reflexión debido a que, a través de él, el
público latinoamericano accede a una idea del trabajo de la representación,
como si fuese la perspectiva de Hall y el Centro de Estudios Culturales de
Birmingham. Desde mi punto de vista, ese texto no es representativo del
pensamiento más contemporáneo de Stuart Hall y del colectivo del centro
sobre la relación compleja entre pensamiento, lenguaje, cultura y poder:
como se expresa en estas palabras del propio Hall:
Culture no longer simply reflected other practices in the realm of ideas. It was
itself a practice a signifying practice and had its own determinant product:
meaning […] modern structuralism proposes instead to think of men as
spoken by, as well as speaking, their culture; spoken through its codes and
systems (Hall, 2010: 30).
Sin embargo, la crítica a dicho texto resulta útil para abrir la discusión en
torno a los procesos de construcción social del sentido y de acción política.
Transformaciones de la noción de representación en la episteme
occidental
En Las palabras y las cosas (1981), Michel Foucault , a partir de la crítica a la
noción de representación, hace una arqueología de la episteme occidental y
articula la discusión sobre las distintas concepciones de la relación entre el
lenguaje y el mundo en el proceso de conocimiento en distintas épocas.
14
Foucault identifica dos momentos de ruptura y, entre uno y otro, reconoce
cuatro etapas distintas de la episteme occidental: la Edad Media y el
Renacimiento, la Época Clásica, la Modernidad y, una nueva etapa que apenas
se anuncia en la actualidad.
13
El sentido de la palabra comunicación se define como la transmisión de un sentido y de un sentido
uno (Derrida, 1989: 349).
14
Es importante analizar desde el sur global la episteme occidental en la medida en que las disciplinas en
las que hemos sido (de)formadxs son tributarias de dicha episteme, que opera, de acuerdo con Spivak,
como una silenciosa función programadora (Spivak, 2011: 39) que sirve como perfecto ejemplo de la
justificación del imperialismo en su papel de misión civilizatoria (Spivak, 2011: 101). Como menciono
en un texto anterior En la modernidad occidental la imposición de la racionalidad científica fue el
instrumento privilegiado de la geopolítica del conocimiento. Imposición que requirió de la expansión de
la alfabetización y del sistema educativo y universitario a nivel global (De la Peza, 2020: 154).
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En la Edad Media, de acuerdo con Foucault, se consideraba que la
transparencia inicial del lenguaje, como signo del mundo, se había
interrumpido a partir de la Torre de Babel. Las semejanzas entre el orden de
la naturaleza y del lenguaje no eran autoevidentes, debido a las diferencias en
la forma de nombrar al mundo por la multiplicidad de las lenguas existentes.
La semejanza entre la naturaleza y el lenguaje como parte de ella, comporta
un orden divino que era necesario descifrar a partir de ciertas marcas
(signaturas) puestas por Dios para ello. En esta etapa, en occidente, el mundo,
el lenguaje y la naturaleza, eran consideradas a la vez misterio y revelación
divina y requerían de un trabajo hermenéutico de interpretación para
desentrañar la verdad.
Entre el Renacimiento y la Época Clásica se produjo una ruptura de la
concepción de la relación entre las cosas y los signos. Para la teoría cartesiana
del conocimiento, dominante hasta la fecha en las ciencias sociales y las
humanidades, la palabra traduce la verdad, el lenguaje es considerado
transparente y neutral. El pensamiento accede de manera inmediata al
conocimiento por medio de la percepción auto evidente de las cosas, del
mundo, es, por este motivo, el origen de las ideas que se traducen en forma
lineal y consecutiva mediante el lenguaje. La lengua oral ordena en el tiempo
las ideas que el pensamiento produce de manera simultánea y las plasma en
la escritura.
15
La gramática general representa el orden del mundo en un sistema de
identidades y diferencias. El significante y el significado se ligan a través de la
representación, uno representa al otro entre el signo y su contenido no hay
ningún elemento intermediario, ninguna opacidad […] todo análisis de los
signos […] es un desciframiento (Foucault, 1981: 72). El pensamiento
clásico de la representación se sintetiza, de acuerdo con Foucault, en la
definición de signo, como el enlace entre un concepto y una imagen acústica,
de la teoría estructuralista de Ferdinand de Saussure.
16
El pensamiento
15
De acuerdo con Derrida, en la teoría cartesiana del conocimiento la idealidad y la sustancialidad se
relacionan consigo mismas, dentro del elemento de la res cogitans, por un movimiento de pura auto
afección (Derrida, 1984: 129-130). En el acto mismo de conocer, la representación de la realidad se
constituye en evidencia clara y distinta como la presencia misma de la idea para el alma y el signo se
vuelve accesorio, suplementario, abandonado a la región de lo sensible y de la imaginación (Derrida,
1984: 130). El sujeto, así, se constituye en el origen del sentido y el lenguaje, y en particular el signo en
su materialidad auto evidente en la escritura no sólo es considerado accesorio, sino también un
obstáculo para el conocimiento claro y distinto de la realidad. (De la Peza, 2020: 157).
16
De acuerdo con Derrida (1989), no existe un vínculo estable y definitivo entre la palabra (el
significante) y el significado, el sentido se desplaza, los contextos tampoco son determinables, saturables.
Lo específico de la escritura y de cualquier lenguaje es su legibilidad, y su iterabilidad. Todo signo es una
marca legible y repetible que se independiza del autor, del destinatario, del referente y del contexto, se deja
leer y, en ese sentido, significa.
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clásico de la representación excluye el análisis de la significación, el lenguaje
se limita a su papel representativo y, en esa medida, se elide, se borra su
especificidad, se niega su carácter sígnico, evasivo, polisémico.
A fines del siglo XVIII se produce un acontecimiento que atraviesa
todos los dominios del saber y que abre la puerta a la transformación de la
episteme occidental. Desde el punto de vista de Foucault, la crítica kantiana
marca el umbral de nuestra época moderna (1981: 238), con el
descubrimiento de un espacio trascendental de dos dimensiones: un sujeto
trascendente el hombre, que existe más allá del objeto que conoce, y un
objeto también trascendente el mundo, la naturaleza, que existe más allá
del sujeto de conocimiento.
17
El descubrimiento de ese espacio trascendente
abrió el camino a la ruptura definitiva entre la episteme de la época clásica y
la episteme modera.
El carácter trascendente del sujeto y del objeto de conocimiento dio
lugar a la emergencia dos corrientes de pensamiento científico: el formalismo
abstracto integrado por un campo de ciencias a priori, ciencias formales,
deductivas y puras que dependen de la lógica y de las matemáticas, y el
empirismo, un dominio de ciencias a posteriori, que utilizan el método
inductivo, según el cual a partir de la percepción directa, por medio de los
sentidos, se accede de forma inmediata al conocimiento de lo particular.
18
En
ambas perspectivas, la polisemia del lenguaje es considerada un obstáculo
para el conocimiento de la verdad. La función del lenguaje es considerada
meramente representativa y comunicativa.
19
El lenguaje representa los
17
Toda la episteme moderna la que se formó hacia fines del siglo XVIII y sirve aún de suelo positivo
a nuestro saber, la que constituyó el modo de ser singular del hombre y la posibilidad de conocerlo
empíricamente estaba ligada a la desaparición del Discurso y de su monótono reinado, al deslizamiento
del lenguaje hacia el lado de la objetividad y a su reaparición múltiple. Si ahora este mismo lenguaje surge
con una insistencia cada vez mayor en una unidad que debemos pero aún no podemos pensar, ¿no es
esto el signo de que toda configuración va oscilar ahora y que el hombre está en peligro de perecer a
medida que brilla más fuertemente el lenguaje en nuestro horizonte? (Foucault, 1981: 374).
18
Como señala Arendt “la nueva corriente de lógica en filosofía […] tiene una temible afinidad con la
transformación totalitaria [] en un logicismo que corta amarras con la realidad y con la experiencia en
su conjunto […] la lógica y toda auto-evidencia de la que procede el razonamiento lógico puede pretender
una fiabilidad independiente por completo del mundo y de la existencia de otras personas (Arendt,
2005: 385).
19
La utopía de la época clásica era la creación de una lengua universal el esperanto una lengua que
sería susceptible de dar a cada representación el signo que pudiera marcarlos de una manera inequívoca
(Foucault, 1981: 89). Orwell, en su novela 1984 (1949), destaca tres prácticas que caracterizan a los
sistemas totalitarios: la vigilancia permanente de la población en la figura del Gran Hermano y su mirada
omnipresente (como la mirada del ojo de Dios en la religión cristiana), la re-escritura de la historia que
borra la emergencia del acontecimiento singular y su potencia transformadora (como en el régimen
estalinista soviético), y la creación de la neo-lengua para la destrucción de la polisemia del lenguaje y su
reducción al uno: para cada palabra un significado y para cada significado una palabra.
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conceptos que construye el pensamiento por medio del razonamiento lógico
o de la percepción a través de los sentidos, y los plasma en distintos tipos de
signos palabras e imágenes. La mejor forma de representación del
pensamiento abstracto será, entonces, por medio de su formalización
matemática, para evitar la polisemia del lenguaje verbal o escrito.
No es sino hacia el fin del siglo XIX que el lenguaje verbal y escrito en
su especificidad, como actos singulares de enunciación, entraron al campo
del pensamiento. Fue Nietzsche quien introdujo la problemática del lenguaje
y del poder en la reflexión filosófica al cuestionar la función representativa y
comunicativa del lenguaje y al relevar su función nominativa a través de la
pregunta sobre el sujeto que habla como aquel que detenta el poder de la
palabra.
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A la pregunta de Nietzsche sobre ¿quién es el que habla?”,
Mallarmé responde, borrándose a mismo, que quien habla es la palabra
misma mientras Nietzsche responde, que es el hombre mismo el que habla,
como “sujeto parlante e interrogante” (Foucault, 1981: 297). De acuerdo con
Foucault, la distancia entre estas dos respuestas a la pregunta de Nietzsche
no ha sido salvada hasta ahora en la episteme occidental. Todas las preguntas
contemporáneas sobre el lenguaje y los procesos de construcción social del
sentido se plantean en la tensión permanente entre el poder del sujeto como
sujeto de la enunciación y el poder del lenguaje que se impone a las y los
sujetos y los obliga a decir. De acuerdo con Foucault, a partir del siglo XIX,
al separarse la ley del discurso de la representación […] el pensamiento fue
conducido de nuevo y de forma violenta hacia el lenguaje mismo, hacia su
ser único y difícil (Foucault, 1981: 298) y hacia su papel en la construcción
social del sentido. Esta pregunta sobre la especificidad del lenguaje en los
procesos de conocimiento, históricos, políticos y socioculturales, ha tenido
un impacto en distintos campos de investigación interdisciplinaria
emergentes como los estudios culturales y la crítica poscolonial.
La especificidad de la lengua: su carácter sígnico, material y social
El texto El marxismo y la Filosofía del Lenguaje (2009), Valentín
Voloshinov se propone desarrollar una filosofía marxista del lenguaje. El
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Según la lectura que hace Derrida del texto Para la crítica de la violencia” (1921) de Walter Benjamin,
la lógica profunda de este ensayo lleva a cabo una interpretación del lenguaje del origen y de la
experiencia del lenguaje según la cual el mal, es decir la potencia letal, le viene al lenguaje por la vía,
precisamente, de la representación, es decir, por medio de la dimensión re-presentativa, mediadora, y en
consecuencia, técnica, utilitaria, semiótica, informativa, otras tantas potencias que arrancan al lenguaje y
lo hacen caer e ir a parar lejos o fuera de su destino original que fue la apelación, la nominación, la
donación o la llamada de la presencia, en el nombre (Derrida,1997: 71). En ese sentido el lenguaje es la
facultad propiamente humana de nombrar, de crear, de darle sentido al mundo; y el ser humano el sujeto
de la enunciación y de la acción, como sujeto político.
de la Peza, “De la representación…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 12 / Julio 2022 / pp. 7-26 19 ISSN 2422-5932
texto parte de lo general y abstracto hasta llegar a lo particular y concreto,
siguiendo el todo marxista. En la primera parte del libro el autor aborda
las generalidades filosóficas del materialismo histórico aplicado a la
problemática del lenguaje, de ahí pasa, en la segunda parte, a las generalidades
lingüísticas para finalmente llegar, en la tercera parte del libro, al análisis de
un problema empírico concreto: la presencia del discurso del otro en el
enunciado materializada en una estructura sintáctica de la lengua.
En cuanto a las generalidades filosóficas, el autor destaca la importancia
del lenguaje en los estudios marxistas de la ideología y se posiciona en contra
del marxismo mecanicista que considera que la estructura material determina
la conciencia y define a la ideología como un reflejo invertido de la realidad.
Para Voloshinov, todos los fenómenos de la cultura el arte, la ciencia, la
comunicación cotidiana están hechos de signos. Los signos no solo son
cosas materiales también tienen carácter social y, como tales, no son un
representante objetivo de la realidad considerada en sí misma sino una forma
de ver y de dar sentido a esa realidad de acuerdo con el punto de vista del
sujeto hablante, determinado socio-históricamente. Todo signo implica una
valoración ideológica, por lo tanto, la oposición entre el conocimiento
objetivo y la ideología no se sostiene.
Para demostrar su tesis sobre el carácter material de los signos y de la
naturaleza social, y por tanto dialógica, del enunciado, Voloshinov hace una
crítica a las dos posturas paradigmáticas sobre la relación entre pensamiento
y lenguaje de su época a las que denomina subjetivismo individualista y
objetivismo abstracto. Para el subjetivismo individualista el enunciado es
monológico y expresa los deseos, intenciones, creatividad y gustos personales
de los sujetos. La conciencia individual es considerada el origen del sentido y
los distintos lenguajes, verbales, escritos o audiovisuales, son entendidos
como medios de expresión que el sujeto modula de acuerdo con un estilo
personal. Los pensamientos son considerados realidades internas y el
lenguaje una herramienta externa que sirve para expresarlos.
En contra del subjetivismo individualista, Voloshinov sostiene que las
ideas no son entidades abstractas que existen en la mente individual de los
sujetos, anteriores a la palabra. Las ideas tienen existencia material concreta,
son enunciados externos que se interiorizan en el proceso de aprendizaje de
la lengua materna y son siempre parte de una cadena dialógica. Todo
enunciado es una respuesta a un enunciado previo emitido por alguien y
dirigido a alguien más, incluso el diálogo interno que tiene una/o con una/o
misma/o es palabra interiorizada, de ahí su carácter social.
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Como señala Arendt, cuando pensamos no estamos solas, establecemos un diálogo interior con
nosotras mismas.El pensar hablando desde el punto de vista existencial, es una empresa solitaria, pero
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Número 12 / Julio 2022 / pp. 7-26 20 ISSN 2422-5932
Por otra parte, el objetivismo abstracto cuyo máximo representante es
Ferdinand de Saussure considera a la lengua como un sistema cerrado de
signos que se articulan mediante un conjunto de reglas sintácticas y
gramaticales, que se imponen a los sujetos como leyes objetivas, inamovibles
e incuestionables. Las palabras tienen un sentido lato, objetivo, sin valoración
ideológica. En contra del formalismo abstracto, Volóshinov considera que
las lenguas (en plural) solo existen en acto, habladas por comunidades
concretas de hablantes, de modo que la lengua como sistema plasmada en
gramáticas y diccionarios es sólo una abstracción de la lengua viva que se
encuentra en movimiento y variación permanente del sentido. El aprendizaje
de las lenguas está siempre situado socio-históricamente y, en ese sentido, no
existe un sentido en sí, literal, objetivo, de las palabras. De acuerdo con
Volóshinov, la palabra siempre nace valorada por los sujetos inscritos en una
comunidad de hablantes. Esos valores se expresan en términos de
preferencias, preferir algo a algo […] es poner algo por encima de algo, en
ese sentido toda preferencia implica una operación jerarquizante […] una
estructura fundamental por la cual las propias significaciones de una
comunidad histórica revisten una función ideológica […] construida en
lenguaje (Ricoeur, 1990: 88). Los sistemas de valores no son independientes
y anteriores a la lengua que sólo existe en acto, como enunciados
pronunciados por alguien y dirigidos a alguien más.
Finalmente, en la tercera y última parte del libro, Voloshinov analiza el
problema del discurso del otro en dos lenguas en particular: el ruso y el
francés. El discurso referido adopta la forma concreta de la cita directa,
indirecta e indirecta libre, como la presencia del discurso ajeno en el discurso
propio. La voz del otro en el discurso del sujeto hablante es la forma en que
se materializan las relaciones sociales en la sintaxis de las lenguas
mencionadas, y que comparten todas las lenguas con sus modalidades
particulares. La condición dialógica del lenguaje se materializa en la estructura
sintáctica de las lenguas.
La constitución de los individuos en sujetos por la mediación del
lenguaje
Aquel objeto en el que se inscribe el poder desde toda la eternidad humana es el
lenguaje o, para ser más precisos, su expresión obligada: la lengua. (Barthes, 1982: 118)
no aislada: la solitud […] es aquella situación humana en la que uno se hace compañía a uno mismo […]
Esta dualidad del yo con uno mismo hace del pensamiento una actividad auténtica, en la que soy yo
quien pregunta como quien responde […] esta dualidad original explica porqué es vana la búsqueda de
la identidad tan en boga (Arendt, 2002: 207-209).
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Número 12 / Julio 2022 / pp. 7-26 21 ISSN 2422-5932
Es dentro de la lengua donde la lengua debe ser combatida, descarriada: no por el
mensaje del cual es instrumento, sino por el juego de las palabras cuyo teatro constituye.
(Barthes, 1982: 123)
Un aporte sustantivo de la lingüística estructural al psicoanálisis, la psicología,
la sociología y la política es la función de los pronombres personales en la
constitución de los sujetos. Para Benveniste la subjetividad no es otra cosa
que la capacidad del locutor de plantearse como sujeto cuando dice yo.
Ego es la unidad psíquica que reúne y asegura la permanencia de la
conciencia (Benveniste, 1975: 181). Desde el punto de vista de Benveniste,
es en y por el lenguaje (1975: 180) que los seres humanos se constituyen
como sujetos.
A la pregunta de Nietzsche ¿quién es el que habla?”, la respuesta de
Benveniste sería: yo. Mientras Foucault, como Mallarmé, responderían: el
lenguaje. En los textos Arqueología del saber (1969) y El orden del discurso (1970),
Foucault desarrolla su teoría del discurso, fundamento teórico-metodológico
de sus textos arqueológicos: Historia de la sexualidad (1976) e Historia de la locura
(1964). Para Foucault, el discurso es un dispositivo que abre lugares para ser
ocupados por sujetos. En ese sentido, la lengua, que solo tiene existencia en
acto, en discursos concretos, ejerce una violencia sobre los sujetos y los obliga
a decir.
22
Sin embargo, si bien la lengua como dispositivo de poder es fascista
porque nos obliga a decir, también resulta posible hacerle trampas (Barthes
1982: 121). En ese sentido, Judith Butler trabaja sobre el carácter
performativo del lenguaje como una forma de contestar el poder desde el
ejercicio de la lengua.
Butler (2004, 2012) centra su interés en la constitución de los sujetos
por la mediación del lenguaje. Para ello retoma y discute las teorías de
Althusser, Austin, Bourdieu, Derrida y Foucault sobre la relación compleja y
ambivalente entre lenguaje, sujeto, cuerpo y sexo-género. En el capítulo El
género en llamas: cuestiones de apropiación y subversión, parte de la noción
de interpelación de Althusser para señalar que, cuando el individuo es
llamado por la policía a través de la reprimenda, el sujeto no solo recibe
reconocimiento sino que además alcanza cierto orden de existencia social, al
ser transferido de una región exterior de seres indiferentes, cuestionables o
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En los términos de Nietzsche, todo el lenguaje se reúne en aquel que detenta la palabra, es decir, en
aquel que detenta el poder de decidir qué es lo bueno y qué es lo malo, no lo que son el bien y el mal en
sí (Foucault, 1981). Por su parte, Pierre Bourdieu en su texto ¿Qué significa hablar? (2008) hace una crítica
a las perspectivas puramente lingüísticas de la lengua e introduce un análisis de las relaciones de poder
que se expresan en la imposición de la lengua de las clases dominantes como lengua nacional a través de
las distintas instituciones del Estado (el gobierno, la iglesia y de forma privilegiada el aparato escolar).
de la Peza, “De la representación…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 12 / Julio 2022 / pp. 7-26 22 ISSN 2422-5932
imposibles al terreno discursivo o social del sujeto (Butler, 2012: 180). De
forma paradójica, los sujetos, al ser interpelados por el poder, no solo son
sujetados por este, sino que, como señala Butler, gracias a la interpelación el
yo obtiene en parte lo que se llama su capacidad de acción por el hecho
mismo de estar implicado en las relaciones de poder (Butler, 2012: 181).
El sujeto, por medio del mecanismo de la interpelación, al ser
nombrado se constituye materialmente como sujeto corporizado, a través de
las normas que lo regulan. Normas que se materializan en los cuerpos a través
de la performatividad del discurso entendida como la práctica reiterativa y
referencial mediante la cual el discurso produce los efectos que nombra
(Butler, 2012: 18). El sujeto se asume como tal mediante un proceso de
identificación/desidentificación con la norma social impuesta a través de
prácticas y discursos para permitir ciertas identificaciones y excluir otras. La
formación de un sujeto implica la identificación con el fantasma normativo
del sujeto legitimado por la cultura occidental cuyo modelo ideal sería el
hombre, blanco, heterosexual, frente a una esfera de seres abyectos que no
son sujetos, pero que forman el exterior constitutivo del campo de los
sujetos”; un exterior abyecto que el sujeto interioriza como su propio
repudio fundacional (Butler, 2012: 19-20).
Sin embargo, es importante señalar que gracias al carácter transitivo de
los pronombres personales “el yo […] sigue siendo un término vacante en
virtud del cual quienquiera que se apodere de él se apodera de la lengua
haciéndola suya (Ricoeur, 1990: 77). El sujeto hablante, al hacer uso de la
lengua, toma la palabra y dice yo, se constituye como sujeto de la acción y
puede tanto acatar como subvertir, cuestionar, negociar, manifestar su
acuerdo o su desacuerdo, con las normas que el poder pretende imponerle.
Si bien no es posible sustraerse de la normatividad social de una vez y para
siempre, tampoco es posible acatarla del todo: en el espacio de esa
ambivalencia se abre la posibilidad de acción del sujeto hablante. La agencia
de los sujetos, de acuerdo con Butler, radica en la posibilidad de
desidentificarse de aquellas normas reguladoras mediante las cuales se
materializa su condición de sujetos sexuados, racializados, colonizados. La
teoría de la performatividad del lenguaje y la constitución material de los
sujetos de Judith Butler permite pensar los límites y posibilidades de la acción
política.
Consideraciones finales
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El lenguaje es el instrumento privilegiado gracias al cual el hombre se niega a aceptar
el mundo tal y como es. Sin ese rechazo, si el espíritu abandonara esa creacn incesante de
antimundos, sen modalidades indisociables de la gramática de las formas optativas y
subjuntivas, nos veríamos condenados a girar eternamente alrededor de la rueda de molino
del tiempo presente […] El hombre tiene la facultad, la necesidad de contradecir, de
desdecir el mundo, de imaginarlo y hablarlo de otro modo (Steiner, 1995: 227).
La función del lenguaje, de uso común en el mainstream de las ciencias
sociales, tributarias de la epistemología cartesiana de la época clásica, es
considerada puramente representativa y comunicativa, subsidiaria del
pensamiento. La episteme cartesiana, dominante en ciencias sociales, borra
los lenguajes en general y las lenguas en plural en su especificidad sígnica,
inherente a los procesos de conocimiento y la constitución de los sujetos.
El texto El trabajo de la representación (Hall, 2010), no logra
separarse totalmente de la epistemología cartesiana. Si bien reconoce la
importancia del estudio de los lenguajes y de la significación en los estudios
culturales, sigue manteniendo la separación entre pensamiento y lenguaje
como dos procesos distintos: uno es un sistema de representaciones, que
conforman sistemas de pensamiento o mapas mentales en los que el
pensamiento establece la relación entre las cosas y los conceptos, y que se
encuentran dentro de nuestras cabezas, mapas mentales que compartimos
con los miembros de nuestra cultura; y el otro sistema es el lenguaje que
traduce en palabras y otros sistemas de signos el mapa conceptual para
comunicar trasmitir el sentido entre los miembros de una misma
comunidad de hablantes. Este modelo integra la visión del subjetivismo
individualista que considera al pensamiento como realidad interna que se
traduce en el lenguaje como expresión externa de dicha realidad interna. Y su
diferencia respecto de dicha perspectiva consiste en que los mapas
conceptuales no son expresión del sujeto individual sino compartidos por los
miembros de una misma cultura.
En el texto sobre el trabajo de la representación, Hall sostiene una
concepción del signo y del lenguaje tributaria del objetivismo abstracto, en la
medida en que los lenguajes, como sistemas de signos, representan los
conceptos que tenemos en nuestra mente y tienen una función sicamente
comunicativa. El trabajo de la representación consiste en articular los dos
sistemas de representación: los lenguajes como sistemas de signos palabras,
imágenes, sonidos, que representan los mapas conceptuales del pensamiento
y sirven para comunicarlo. Esta perspectiva borra a los lenguajes en general
y a las lenguas en particular, tanto en su especificidad sígnica como en su
densidad material, como dispositivos de enunciación que existen solo en acto,
indispensables en el proceso de la constitución de los sujetos a partir de las
variables de raza, clase, género y generación y producción social del sentido.
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A diferencia de la noción de representación, la noción de significación
pone de relieve la especificidad sígnica de los lenguajes en general y de las
lenguas en particular. Como señala Steiner:
Leibnitz adelantó una idea de la mayor importancia: el lenguaje no es el
vehículo del pensamiento sino el medio que lo determina y condiciona.
El pensamiento es lenguaje interiorizado, y pensamos y sentimos como
lo impone la lengua propia [] cada una de ellas estructura la
experiencia según sus peculiares modos de percepción y bitos
cognoscitivos (Steiner, 1995: 94).
La densidad específica de las lenguas como mediadoras en la comprensión
del mundo se expresa, por un lado, en la polisemia de los signos que, al
inscribirse en un discurso, y debido a su carácter iterativo, aun separándose
de su autor y del contexto en que fueron enunciados, siguen siendo legibles.
Por otro, gracias a las estructuras gramaticales de las lenguas como los
tiempos verbales, particularmente el tiempo futuro, el subjuntivo y el
condicional, es posible formular hipótesis, pensar e imaginar que otro mundo
es posible. Amismo, gracias a los pronombres personales, los sujetos no
sólo son sujetos sujetados, también son sujetos de la acción y pueden tomar
la palabra, hacerla suya.
La importancia para los estudios culturales, decoloniales y la crítica
poscolonial de atender la especificidad de los lenguajes en general y de las
lenguas en particular, radica en que es por medio del aprendizaje de la lengua
nacional, del conjunto de normas regulatorias reiterativas que porta la
discursividad social, que se materializan las identidades de raza, género y
generación en los cuerpos. Como señala Fanon en su libro Piel negra, máscaras
blancas (2009) quien posee el lenguaje posee por consecuencia el mundo
que expresa e implica ese lenguaje”, sin embargo, todo pueblo colonizado,
es decir todo pueblo en cuyo seno ha nacido un complejo de inferioridad
debido al entierro de la originalidad de la cultura local, se posiciona frente
al lenguaje de la nación civilizadora, es decir de la cultura metropolitana
como inferior (Fanon, 2016: 50). En ese sentido, la constitución de la
identidad de los sujetos colonizados se produce, en términos de Butler
(2012), en un movimiento concomitante que ordena, clasifica y distingue a
los sujetos normales de los sujetos abyectos, separando aquellos que se
ajustan, de aquellos que no se ajustan a las normas de la cultura occidental,
moderna, como imperativo nacional. Se trata, en este último caso, de un
sujeto subalternizado, a quien se le ha atribuido la condición de abyección
a través de nombres como negro, pre-moderno, salvaje, ignorante, inculto,
etcétera. En términos de Derrida (1997), la especificidad de la identidad del
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sujeto no-occidental radica, no en una riqueza o una potencia identitaria,
sino en un trastorno de la identidad. Una identidad que se define
negativamente en relacn con el otro de occidente. En ese sentido, el sujeto
colonizado senti que ha escapado a la condición de salvaje en la medida
en que se haya desidentificado de su cultura y haya hecho suyos los valores
de la metrópoli occidental. Pero también puede contestar, resistir, negar,
subvertir ese mandato.
Tanto la lengua nacional, como dispositivo de enunciación, como los
espacios de creación cultural se constituyen en lugares de disputa por el
poder, como resultante de la tensión paradójica entre procesos de
constitución de subjetividades y de identificación/desidentificación respecto
de los sistemas normativos complejos y contradictorios impuestos
socialmente, y materializados en discursos.
Gracias al carácter iterativo y performativo, y a las estructuras
gramaticales del futuro, el condicional, el subjuntivo, etc., propias de todas
las lenguas, a la vez que el poder se impone a los sujetos, también se pone en
cuestión. Y es en esa tensión paradójica que se materializan relaciones de
poder conflictivas y desniveladas, y que se construyen, se disputan y se
dirimen los sentidos.
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