Bogado, sobre “Contestaciones…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 12 / Julio 2022 / pp. 245-248 247 ISSN 2422-5932
conjurarse del todo, cada tanto regresa al ámbito de la política paraguaya y
tiñe los modos de producción artística. Por ejemplo, en la lectura del
panorama pictórico posterior a la Guerra Guasú (1864-1870), conflicto que,
como bien señalan algunas lecturas contemporáneas (vale la pena destacar la
lectura de Javier Trímboli presentada en el marco del seminario anual sobre
movilizaciones, disponible en formato podcast en la Facultad Libre), señala el
ingreso de los países del extremo sur del continente a cierto modo de la
modernidad, o a su modo bélico, al menos, o la operatividad histórica de lo
bélico en lo que se refiere a los incipientes Estados de Brasil (todavía
Imperio), Argentina, Uruguay y Paraguay. Luego de la guerra, con un poder
estatal dislocado, con un territorio re-absorbido por su naturaleza
mediterránea, la conexión con el capital transnacional (inglés) a través de la
dependencia organizada en torno a Buenos Aires como nuevo eje de poder,
la producción pictórica pierde el apoyo de la (¿proto?)burguesía local y no
encuentra rumbo en tanto posible representación de una hegemonía
devastada. Hegemonía que, claro, ya incidía en una aculturación en tanto
desconocimiento de la matriz creadora de la cultura local. Así, Escobar señala
cómo, en el medio de la crisis provocada por el conflicto, volvieron a brillar
los modos de vinculación más micro entre los artistas del territorio, así como
esos modos de organización tuvieron que entreverse con la nueva
aculturación producida por el después de la guerra y la influencia del centro
de poder, Buenos Aires, con su estética verista traída de Europa. Valga el
caso puntual citado como ejemplo: lo que tenemos aquí es la tensión interna
entre los modos de asociación inmediatos de los individuos y la adopción de
la estética determinada “desde arriba” (o abajo, en esta geografía) por la
ciudad del Plata.
La misma reconfiguración hegemónica vuelve a darse para Escobar
luego de los eventos de la caída de Lugo en 2012, esto es: un golpe de Estado
“blando”, por decirlo de alguna manera un tanto cruel con el hecho, que
desarticuló cualquier posibilidad de desarrollar prácticas culturales
conectadas con la imaginación mitopoética local para volver a caer en esta
dislocación, con un Estado “blando” que tiende al acuerdismo del mundo de
los negocios y el capital transnacional. De ahí que Paraguay, hoy en día, siga
siendo ese misterio político que, al menos en las noticias internacionales que
nos llegan, parece no tener lugar, convirtiéndose en el gran enigma que aún
hoy no podemos resolver. En “¿Qué pasó en Paraguay?” (2015), Escobar
vuelve sobre la caída de Lugo con el fin de poner en escena esa
reconfiguración hegemónica que, en última instancia, produjo un vacío, una
“pura nada” que deja como resabio el “descalabro institucional” (613) del
cual, según el autor, Paraguay no ha podido recuperarse.