Isola, “Cristina Piffer” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 12 / Julio 2022/ pp. 259-262 260 ISSN 2422-5932
Si El cuerpo del delito. Un Manual de Josefina Ludmer tuviera imágenes, serían
obras de Cristina Piffer. No tanto para ilustrarlo, sino por la posibilidad de
transmutar una hipótesis compleja y proteica en piezas de arte. También ahí el
límite se difumina entre la obra de arte y el contexto. Las fotos tomadas por el
antropólogo alemán Robert Lehmann Nitsche, jefe de la sección
Antropológica del Museo de La Plata, y Carlos Bruch, fotógrafo del museo y
jefe de la sección Zoológica, sobre la investigación antropométrica que
llevaron a cabo sobre los indígenas en el ingenio La Esperanza exhiben su
doble sentido: el estético y la denuncia.
La belleza de esos rostros, de frente y perfil, anuda la disonancia de lo
heterogéneo, de una armonía otra, con el exterminio implacable. En los
positivos sobre placa de vidrio revelados con la técnica de colodión húmedo
aparecen los rostros que fueron las cifras de una estadística para la
desaparición.
En la huella del cuerpo, la sangre y el delito se acomodan las ruedas de la
carreta que cruza el siglo XIX argentino y se mete en el siguiente. Hans
Magnus Enzensberger escribió un ensayo, Política y delito, que se convirtió en
clásico, donde citaba a Elías Canetti para afirmar: “Entre asesinato y política
existe una dependencia antigua, estrecha y oscura. Dicha dependencia se halla
en los cimientos de todo poder, hasta ahora: ejerce el poder quien puede dar
muerte a los súbditos. El gobernante es el superviviente”. A partir de Ludmer,
llamamos los “cuentos de delito”. Ficciones literarias que sirven –son útiles,
escribió en un “Manual”–, para leer constelaciones que marcan líneas de
tiempo, pero también tensan el vínculo entre cultura, en la variante de
creencias culturales, y el Estado. Las primeras son múltiples y no siempre están
en sincronía con las necesidades estatales de un tiempo único, firme y
homogéneo.
Asimismo, esta exquisita crítica literaria entiende que estos cuentos de
delito, si bien pertenecen al corpus de la literatura argentina, son una masa
hecha con esa materia prima, cruzan la frontera de la ficción y sus sujetos, las
familias, víctimas y victimarios que atraviesan la cultura argentina. Traza un
borde poroso que no distingue texto de contexto. De esta manera pone en
escena dos dramas: “el drama cultural de creencias en las diferencias y el drama
político del Estado en cada coyuntura histórica.”
La sangre, la carne y la grasa, materiales que Piffer utiliza para pintar,
modelar e imprimir, se procesan en bateas que parecen estar colocadas en las
orillas de los relatos más famosos de la literatura argentina. Los que cruzan una
imaginación política, Rosas y la barbarie, la anhelada nación para el desierto