Añón y Rufer “La disputa de la colonialidad…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 12 / Julio 2022 / pp. 67-94 83 ISSN 2422-5932
corazón de las historias modernas? ¿Cómo, en definitiva, no asumir que el
espacio de lo ausente/borrado/tachado que señala la dimensión colonial en
los relatos modernos es precisamente la razón del poder proliferante de la
analogía colonial? (De Oto, 2018: 27).
Más allá de que podamos acordar o no con las argumentaciones de Segato o
De Oto, justo la posibilidad de hacerlo se centra en la modulación conceptual
de sus análisis: se nos permite acordar, argumentar, rebatir. Hay un trabajo
con la inflexión estética en su proceder, una actitud con la forma que permite
tensionar un argumento bajo la rúbrica de un nombre, mismo que aparece
siempre provisional y contingente.
Homi Bhabha llamó a esta sensibilidad conceptual, “el paso de la
historia por la teoría”, en un intento por asentar que el compromiso con la
teorización está cifrado en la relación dinámica entre generalización y
constatación, en sentido estricto para que la diferencia (el “otro”, el indio, el
afro, el neuroverso, el sexodiverso, en esa parcialización adrede del artículo
que utilizamos) no se convierta en el cuerpo dócil de una modulación estable
(esto es, mítica).
Bhabha hace un llamado a recordar que son los agentes
Dirá el autor: “En una dirección específica creo que es ahí [en la figura de la analogía] donde se articula
una pregunta por el colonialismo, dirigida no sólo a explicar una fase de expansión de la historia europea
(o del capital) a escala global sino, de manera crucial, a explicarlo como máquina de producir sentido
tanto para las sociedades colonizadas como para las metropolitanas” (De Oto, 2018: 25).
La noción de “transmodernidad” de Dussel también amerita incluirse en como figuración dúctil que
integra conflictivamente campos semánticos (más que oponer binarismos de deshistorización). Como
plantea Gandarilla Salgado (2022), si bien en una primera acepción Dussel parecía estar convencido de que
existía un “afuera” de la modernidad, una especie de exterior constitutivo, eso dio un giro en trabajos
posteriores: “se trata de una ‘Trans-Modernidad’ como proyecto mundial de liberación […] donde la
Alteridad, que era co-esencial de la Modernidad, se realice igualmente. La ‘realización’ de la Modernidad no
se efectúa en un pasaje de la potencia (de la Modernidad) al acto de la Misma (la Modernidad europea). La
‘realización’ sería ahora el pasaje trascendente, donde la Modernidad y su Alteridad negada (las víctimas),
se co-realizarán por mutua fecundidad creadora. El proyecto transmoderno es una co-realización de lo
imposible para la sola Modernidad; es decir, es co-realización de solidaridad, que hemos llamado analéctica
… no por pura negación, sino por subsunción desde la Alteridad” (Dussel cit. en Gandarilla, 2022: 353).
En un conocido pasaje del texto referido, Bhabha apunta: “el lugar de la diferencia cultural puede
volverse el mero fantasma de un desnudo combate disciplinario en el que no tiene espacio ni poder. El
déspota turco de Montesquieu, el Japón de Barthes, la China de Kristeva, los indios nambikwara de
Derrida, los paganos cashinahua de Lyorard, son parte de esta estrategia de contención donde el texto Otro es
para siempre el horizonte exegético de la diferencia, nunca el agente activo de articulación. El Otro es citado,
enmarcado, iluminado, recubierto en la estrategia plano/contraplano de una iluminación serial. La
narrativa y la política cultural de la diferencia se vuelven el círculo cerrado de la interpretación. El Otro
pierde su poder de significar, de negar, de iniciar su deseo histórico, de establecer su propio discurso
institucional y oposicional. Por impecablemente conocido que pueda ser el contenido de una cultura
‘otra’, y por más anti-etnocéntricamente representada que esté, es su ubicación como la clausura de
grandes teorías, la demanda de que, en términos analíticos, sea siempre el buen objeto de conocimiento, el cuerpo
dócil de la diferencia, lo que reproduce una relación de dominación, y es el motivo de recusación del poder