Villagarcía, “El Archivo Puig…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 14 / Julio 2023 / pp. 101-116 104 ISSN 2422-5932
Louis Hay, el manuscrito estuvo históricamente supeditado a dos visiones:
“testimonio del texto, para los filólogos; reliquia del artista, para los
coleccionistas” (Hay: 5). Frente a esa disyuntiva, la crítica genética propone
una tercera posición. Su objeto de estudio, como lo define Élida Lois:
son los documentos escritos –por lo general, y preferiblemente, manuscritos–
que, agrupados en conjuntos coherentes, constituyen la huella visible de un
proceso creativo. Se la suele definir como el estudio de la prehistoria de los
textos literarios, es decir, el desciframiento, análisis e interpretación de los
papeles del trabajo de un autor, de los materiales que preceden a la
publicación de una obra presuntamente ‘terminada’ (2005: 56)
A diferencia de la filología, tradicionalmente abocada a la búsqueda y
reconstrucción histórica de un texto con el objetivo de acercarse lo más
posible a la obra original, la crítica genética se ocupa, en términos de Hay, de
“la escritura viva” y en desarrollo, allí donde nunca ha terminado de ocurrir.
A tal fin se parte de los llamados pre-textos (del francés avant-texte):
“reconstrucción crítica de aquello que precedió a un texto. Reunión virtual
de documentos de génesis pertenecientes a una obra o a un proyecto de obra”
(Goldchluk y Amigo Pino, 2019: s/p). En palabras de Lois, los pre-textos
“vienen a ser como arroyos y ríos que confluyen hacia esa desembocadura
que es el texto” (2005: 51). No obstante, la finalidad no es fijar el texto, sino
más bien todo lo contrario, desplegar y estudiar su inestabilidad y seguir la
direccionalidad virtual, errática y laberíntica en sus retrocesos, dispersiones y
reencauzamientos. Desde esta perspectiva, es posible pensar la obra editada
de Puig como uno de los tantos posibles resultados que pudo tener su
escritura, poniendo en suspenso cualquier presupuesto de finalidad o
totalidad, y estudiar sus manuscritos como literatura potencial.
En tanto instancia previa a un estadio de textualización, lo que los
manuscritos despliegan es una escritura, que en los papeles de trabajo
escritural equivale a reescritura y “se exhibe como una combinatoria de
operaciones múltiples y heterogéneas” (Lois, 2005: 57):
Los borradores, particularmente (con sus tachaduras, sustituciones verticales,
desplazamientos, expansiones, yuxtaposiciones, interpolaciones, reducciones,
interrupciones, conexiones, desgajamientos, intersecciones, etc.), ponen en
primer plano las vacilaciones y los conflictos, y el texto en el que
eventualmente desembocan no es más que una etapa provisoriamente “final”:
a lo sumo, el producto específico de un conjunto de tendencias, pero jamás
un resultado inevitable. La escritura avanza, retrocede, se dispersa o se
reencauza; tiene, entonces, cierta “direccionalidad”, pero es una
direccionalidad virtual (Lois, 2005: 57)