Gómez, “Aporías de la letra…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 14 / Julio 2023 / pp. 237-243 245 ISSN 2422-5932
investigación a miradas y estrategias de análisis menos regulados, con
énfasis en lo diverso y lo compartido.
El libro evidencia sólido conocimiento de la tradición literaria
paraguaya, así como también rigor en la argumentación y creatividad a la
hora de formular hipótesis. Ahora bien, hay zonas del volumen que
demandan especial atención. La más trascendente es la cuestión de las
literaturas indígenas. El texto discute su marginación y silenciamiento en
el canon literario y levanta sus potencialidades estéticas, pero se niega a
considerar plenamente como textos literarios las elaboraciones locales,
por entender que se trata de una reducción de sus significados sociales,
religiosos y culturales. La definición es tajante: “La literatura guaraní es
una construcción a posteriori realizada por etnógrafos” (31), lo que abre
varios interrogantes: ¿los cantos, mitos y relatos de las comunidades
originarias no tienen lugar en el sistema literario paraguayo si no es a
través de la mediación de los intelectuales occidentales? ¿dejarlas afuera
del concepto de literatura no implica caer involuntariamente en un
criterio etnocéntrico que dictamina qué entra y qué no en lo literario,
según una mirada que desconfía de aquellos sentidos que no domina?
¿qué hacer con las posibles producciones literarias elaboradas por los
propios pueblos en el presente, teniendo en cuenta tanto la valiosa
producción contemporánea de poetas y escritores mapuches, aimaras o
quechuas, como su incorporación plena al ámbito de lo literario? ¿qué
sujetos sociales aparecen como legitimadores del discurso y por qué?
La tensión parece situada en una ambigua ruptura con los
paradigmas modernos de la crítica y una parcial apropiación de ideas
propias de los estudios culturales y descoloniales. Por un lado, se
intenta avanzar con la idea de una “visión ampliada” de la literatura,
pero, por el otro, hay cierta dificultad en incorporar plenamente la
crítica a la modernidad occidental y sus ideas de literatura, crítica y
culturas. Por ejemplo, a pesar de la insistencia contra la división entre
lo culto y lo popular, el libro jamás considera como objetos de estudios
los productos de la cultura de masas. El volumen analiza arquitectura,
rituales y poemas, pero deja afuera diarios, revistas de circulación
masiva, radio, cine, televisión, historietas, entre otros fenómenos
culturales. Claro está que no se puede exigir a una investigación que
abarque aquello que no está interesada en indagar, pero sí es posible
interpretar esa falta y relacionarla con la fricción que se presenta ante
la literatura indígena. La observación se fundamenta aún más con una
apelación a nociones propias de la crítica literaria latinoamericana de las
décadas de 1960 y 1970, como la idea de una “denuncia social [literaria
que] es efectiva y sobrevive al paso del tiempo” (63, cursivas propias),