Di Benedetto, “El monstruo del anacronismo…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 17 / Diciembre 2024 / pp. 172-192 175 ISSN 2422-5932
puede observarse, hay una búsqueda expresiva en la novela de Cárdenas
que carga las tintas contra el discurso histórico, literario y artístico me-
diante la transformación de sus moldes representacionales ligados especí-
ficamente a la estética realista. Teniendo en cuenta los artilugios narrativos
puestos a funcionar para tal fin tales como el ensamblaje de temporalida-
des diversas que construyen, a fin de cuentas, una secuencia narrativa e
histórica proclive a las inminencias y vacilaciones en función de la concre-
ción de un caleidoscopio de formas cambiantes, Peregrino transparente cons-
truye para sí una constelación de heterocronismos en la que cualquier pre-
sente se vuelve intempestivo, atravesado por “tiempos diferidos, recípro-
camente a destiempo y obsolescentes entre sí” (Thayer, 2010: 128). Es
decir, la idea del caleidoscopio debe pensarse como una estructura que
está allí para transformarse continuamente. La variabilidad de las combi-
naciones de formas representativas de la realidad puede verse como un
paradigma de la modernidad: un montaje de imágenes constante que se
desarman y vuelven a armar, separándose de sus referentes para acomo-
darse a nuevos contextos de enunciación. Si la linealidad cronológica de la
narrativa realista aspira a controlar los significados, de la misma manera
podemos agregar que los empobrece, reprimiéndose de esa manera la
irrupción de conexiones inusitadas. Esta puesta en crisis de la representa-
ción emprendida por Cárdenas se apoya así en la intervención constante
de la temporalidad entendida como uno de los aspectos centrales de la
ficción realista que se asienta en el vínculo irrestricto entre signo y refe-
rente tal y como lo concibe su inflexión decimonónica. Buscamos dar
cuenta de ese “temblor del tiempo” al que se refiere Gabriel Giorgi a pro-
pósito de la operación narrativa de Cárdenas, indagar en esa “acumulación
de líneas narrativas que se yuxtaponen” (Giorgi, 2020: 34) a través de su
epicentro: el acto de lectura, eje ordenador de este proyecto escriturario.
Su puesta en escena constante, confeccionada a partir del pasaje de la “lec-
tura amorosa” a la “escritura productora de obra” (Barthes, 2005: 197) y
en tanto que modo particular de la “influencia creadora” sostenido a partir
de la “simulación” que prioriza el distanciamiento de la identificación ima-
ginaria con el texto, “con el autor amado (que ha seducido), no lo que es
diferente de él (callejón sin salida del esfuerzo de originalidad), sino lo que
en mí es diferente de mí: lo ajeno que está en mí, el otro que soy para mí”
(Barthes, 2005: 197), la intercalación en varios pasajes de la novela de di-
ferentes escenas de lectura le permite al narrador simular por momentos
ser Henry Price, uno de los acuarelistas que forma parte de la expedición
de Codazzi para, de esa manera, lograr el pasaje del “júbilo de la lectura”
al “deseo de escribir” (Barthes, 2005: 190).
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