Sánchez Navarte, “Conspiradores, nihilistas…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 15 / Diciembre 2023 / pp. 272-287 283 ISSN 2422-5932
esta lectura–, la figura del poeta en tanto creador, elaboraba un mundo con-
cebido como una realidad que no conducía más allá de sí mismo: el mundo
creado por el poeta de Paz no tiene “puertas”, no trascendía al “yo” (1972b:
261). Dice Octavio Paz ([1968] 2003: 3):
Invento la víspera, la noche, el día siguiente que se levanta en su lecho de
piedra y recorre con ojos límpidos un mundo penosamente soñado. Sos-
tengo al árbol, a la nube, a la roca, al mar, presentimiento de dicha, inven-
ciones que desfallecen y vacilan frente a la luz que disgrega.
El “yo”, en este aspecto, se erigía sobre lo real, se volvía absoluto, creador
y, de ese modo, borgeanamente dicho, se constituía por fuera de la historia,
se asumía eterno: para García Canclini esto representaba el drama de que lo
eterno conducía a la “monotonía” de “repeticiones interminables”. La his-
toria se volvía un problema dentro de la experiencia poética porque era au-
sentada mediante la praxis escritural de Paz. La crítica del filósofo argentino,
en este aspecto, era que “la eternidad” era “lo opuesto a la historia, a la
posibilidad de cambiar, y de cambiar con los otros”. Sin historia, continuaba
García Canclini, “no hay pasado ni porvenir; sólo existe el presente puro”.
La supuesta armonía entre el yo y su mundo creado mediante la pala-
bra, inventado por la palabra del poeta soberano, sostenía el filósofo argen-
tino, sufría un tipo de dislocamiento ante la “terca evidencia de los demás”
(García Canclini, 1972b: 261). Esto conmovía al poeta de Paz, lo afligía, por-
que implicaba una serie de rupturas que se conjugaban con su relación con
la otredad. Por un lado, la producción de lo humano por la mediación de lo
imaginario, de la elaboración simbólica, distanciaba a la producción poética
del mundo del trabajo. En Blanco, Paz sostiene: “Hablar/mientras los otros
trabajan/es pulir huesos”. Esto, sostenía García Canclini, era una fuente de
culpabilidad para el poeta (264). Complementariamente, otro de los dislo-
camientos producidos por el surgimiento del mundo, de “los demás”, le
devolvía al poeta la potencia de lo contingente. La soberanía del poeta veía
desplegarse ante él, según García Canclini, que el lenguaje no bastaba para
“fijar lo real”: las cosas “siguen existiendo como un torbellino, negando con
sus mutaciones y movimientos la pretensión de atraparlos en conceptos”
(265).
En términos cognitivos, en esa imposibilidad de que el lenguaje tota-
lizara a lo real, Octavio Paz dejaba entrever, en los términos de García Can-
clini, una escisión entre lo real y la irrealidad. Si bien la palabra del poeta era
real, cuando ingresaba en el torbellino de la historia cotidiana, su valor re-
lacional entraba en una serie desvanecimientos: “todo lo que nombramos
se transforma, todo lo que poseemos se escapa”. Es por ello que el poeta
antes que lanzarse a la realidad con pretensiones soberanas de poseer lo que