
Stedile Luna, “El ritmo vital de la puntuación…” Revista de estudios literarios latinoamericanos
Número 18 / Julio 2025 / pp. 189-213 203 ISSN 2422-5932
escritura tanto como su posibilidad de inscriptura,17 los libros de Reunión
convocan ser pensados desde los gestos editoriales que los recorren. Es
decir, desde la lectura de la suplementariedad de una serie de actos que
son –como señalamos en el primer apartado– consustanciales al proceso
de edición y escritura en tanto movimientos formalmente indisociables. La
suplementariedad no debiera aquí confundirse con lo sobrante, sino que se
orienta a señalar la indeterminación y la imposibilidad de clausura en las
relaciones de sentido que los gestos abren en el proceso editorial.
Hamacarse, reír, llorar, mover los hombros, son algunos de los mo-
vimientos gestuales que Zelko menciona como parte de la escena que edi-
ta. En ellos resuena la noción de “gesto” que urdió André-Georges
Haudricourt18 durante los años ’30 para pensar el carácter heterogéneo y
no sistematizable de aquello que interviene en los procesos del hacer, pero
que no se reduce a la técnica, e incorpora la “historia de la fuerza mo-
triz”.19 Esos gestos corporales deben leerse, asimismo, en continuidad con
la respiración entendida como “gesto” según Georges Didi-Huberman,
quien atiende a su cualidad de ser un intermedio del signo,20 un acto que
decide más allá de la intención (2017:17). El cuerpo, el aire y la escritura
traman una forma del procedimiento que puede ser analizado poniendo el
foco en la “edición” no solo como la realización de un proyecto, sino
también como conjunto de “gestos” que rodean el acto de editar.
A partir de un breve recorrido por autores que han pensado el gesto
en los actos de lengua, veremos que se trata siempre de un tipo de suple-
mento ambiguo no solo porque abre espacios indeterminados entre lo que
puede reconocerse como una intención y sus efectos, sino porque el “ges-
17 En Los gestos. Fenomenología y comunicación, Flusser vuelve al graphein griego e insiste en que escribir no
es un acto constructivo sino “irruptor y penetrante” puesto que “no significa aplicar un material sobre
una superficie, sino rascar, arañar una superficie”: “Hace algunos miles de años se empezó por grabar
con varillas aguzadas las superficies de ladrillos mesopotámicos; lo que, según la tradición, constituyó el
origen de la escritura. Se trataba, por tanto, de hacer unas incisiones, de penetrar la superficie; y de eso
es de lo que se trata todavía. Escribir continúa significando hacer ‘in-scripciones’” (1994:31).
18 En “Hacer mundos con gestos”, Marie Bardet los define como “relaciones entre materia, energía,
espiritualidad, técnica, instituciones, modos de pensar, relaciones sociales, dinero, modos de
organización políticas, sexualidades, y un largo etcétera” (2019: 97). El gesto adopta acá un matiz
relacional que acentúa las formas de interacción entre distintos elementos –antes que un pensamiento
sobre cada elemento–, de modo de percibir a la acción humana como un “continuum entre cuerpos,
herramientas e instituciones”, al que Bardet denomina también continuum del deseo (93).
19 “A menudo se resume la historia de la técnica como la historia de las herramientas y de los objetos
fabricados. Se olvida que las fuerzas motrices tienen también una historia; no solo las fuerzas exteriores
al hombre tales como se las utiliza en los molinos o a partir de la domesticación de los animales, sino
también el hecho de que el hombre como fuerza motriz tiene una historia, y una historia poco
conocida y muy mal estudiada” (Haudricourt, 2019: 13).
20 Según Didi-Huberman recuperando a Levinas, “decir” –más que “lo dicho”–, es “agotarse al
exponerse, es llamar a transformar en signo, pero sin reposarse en su figura misma de signo” (2017:17).